Capítulo 2: Héroes
Una nueva mañana otoñal empezaba en la pequeña ciudad costera de Shizuoka. Los árboles de la calle cambiaban sus hojas de un verde a un marrón rojizo que enamoraba a Izuku. El verano terminaba y el otoño daba inicio lentamente. Todavía estaban en octubre, pero... Izuku ya veía cerca el festival Kawazu-zakura que se celebraba en febrero. La gente prefería el de primavera, pero la realidad era que tanto él como Shoto disfrutaban más el de invierno. En ese festival, la floración de los árboles llegaba incluso a durar un mes entero.
Con una sonrisa en su rostro, siguió corriendo por las calles en dirección a la agencia. La gente de alrededor que iba a sus trabajos, posiblemente, sólo veía un rayo verde esquivándoles. Izuku aún tenía en mente la nota de buenos días y la rosa que le había regalado su esposo. ¡Esposo!, era una palabra que sonaba tan bien en sus oídos, pero a la que todavía no se había acostumbrado. Cuando pensaba en ella, una sonrisa tonta aparecía en su rostro.
Si en su adolescencia tuvo momentos de incertidumbre y dudas pensando que quizá en un futuro el amor podría acabarse, hoy estaba más seguro que nunca de que no era cierto, lejos de aquellas dudas, cada día se enamoraba más de Shoto y sus gestos dulces con él.
Frente a sus ojos, una mujer estaba detenida. El carro de un niño parado frente a ella y en los brazos de la mujer, un pequeño bebé lloraba. Trataba de hacerle callar con suaves y dulces palabras.
Como a cámara lenta, el pie de Izuku golpeó el charco de agua elevando unas gotas y entonces, se detuvo a observar la escena.
Eso era algo que jamás tendría en su vida y pese a haber hablado el tema largo y tendido con Shoto, ambos habían preferido abandonar la idea, más desde que Shoto venía agotado del trabajo. Su única opción habría sido adoptar, pero en Japón, la adopción no era nada fácil de conseguir y tenía sus contras. Su vida como héroes profesionales era un caos, un niño no encajaba en estos momentos y, aun así, Izuku sentía que estaba faltando precisamente eso en sus vidas. Estaban renunciando a algo importante por sus profesiones.
Paralizado en el lugar, cuando la mujer consiguió silenciar los lloros del pequeño y meterlo de nuevo en el carrito para continuar su marcha, a los ojos de Izuku llegó el derrumbe de hacía un par de días. Él dormía cuando le pidieron que fuera a ayudar.
Sus pies se movieron involuntariamente y con cierta lentitud, hacia la barandilla del final. Sus guantes tocaron el frío hierro y sus ojos observaron el desastre. Unos villanos habían incendiado todo a su paso y su agencia acudió de inmediato a detenerlos. Cuando él llegó, Shoto ya estaba allí con su compañero Bakugo.
Los amargos recuerdos llegaron a Izuku, tragando saliva al instante. Se había preocupado en exceso al no poder ver a Shoto en el lugar.
Flashback:
Un último salto y sus pies alcanzaron finalmente una de las grandes piedras de escombros del lugar. El humo del incendio debía ser visto desde cualquier punto de la ciudad y las sirenas de los camiones de bomberos se escuchaban a lo lejos tratando de llegar lo más rápido posible.
— ¡MUEVE EL CULO, NERD!
La voz de Bakugo provocó que Izuku mirase hacia su derecha e hiciera inmediatamente un mortal atrás esquivando el quirk de uno de los villanos allí presentes. Sus pies tocaron la siguiente roca de escombros, aunque el desequilibrio provocó que casi cayese de culo. Por suerte, consiguió mantenerse en pie.
Bakugo pasó junto a él a gran velocidad, apoyando su pie donde antes había estado él para impulsarse hacia el villano en una persecución desesperada. Izuku miró a todos lados al instante en busca de Shoto. Bakugo era su compañero, tenía que estar allí, pero... no lo encontraba.
Su corazón se aceleró al creer que había podido ocurrirle algo. El lugar era un desastre. Los gritos de la gente se clavaban en su cabeza, el crujido del edificio señalando que caería en breve y los escombros cayendo por todas partes no ayudaban a la evacuación. Muchos héroes de su propia agencia estaban allí ayudando, pero...
— ¿Shoto? – susurró Izuku mirando a todos lados.
Sabía que como héroe debía pensar en todos, pero, por alguna razón, no podía dejar de pensar en su novio. No fue hasta que Bakugo se dejó caer a su lado que su mente volvió en sí.
— Deja de preocuparte por el bastardo, está dentro sacando a los que se habían quedado atrapados. Él controla el hielo y el fuego, era el más apto para entrar.
Aquellas últimas palabras relajaron a Izuku, que al haber visto la intensidad del incendio, se había alarmado de escuchar que estaba allí dentro.
— Odio decir esto, pero... échame una mano a alejar a este tipo de la zona de evacuación – se quejó Bakugo frunciendo los labios en señal de disgusto.
— Claro – sonrió Izuku antes de lanzar una última mirada al edificio en llamas. Con un golpe de sus palmas sobre las mejillas, salió de la preocupación que le causaba Shoto en ese momento para centrar sus ojos en el villano. Bakugo sonrió al ver que por fin reaccionaba.
***
¡Ya iban tres personas! Shoto miró al edificio en llamas una vez más. Había registrado todos los pisos, había ido habitación por habitación... no debía quedar nadie y, aun así, tenía una mala sensación. Miró hacia la izquierda donde había dejado a su compañero ocupándose de alejar al villano de su área, pero lo que vio fue a su novio peleando junto a Bakugo. Una ligera sonrisa apareció en su rostro. Bakugo odiaba realmente tener que pedir ayuda y más si era a Izuku, por eso siempre trabajaban ellos dos juntos. Bakugo decía que él era el más "aguantable" de la agencia.
Movió sus pies para ir a ayudarles cuando un leve sollozo llegó a sus oídos. Se detuvo en seco y aguardó unos segundos. El ruido de los escombros y las llamas era alto. Prestó atención creyendo que lo había imaginado, que podía haberlo confundido con algún ruido exterior, pero... volvió a oírlo. Miró a ambos héroes peleando...
— Tendréis que aguantar un poco más – susurró para sí mismo, volviendo sobre sus pasos para entrar una vez más al edificio.
Dentro no se escuchaba nada excepto las llamas devorando todo a su paso. Activó el hielo para enfriar su alrededor pese a que se derretía prácticamente al instante, aun así, le permitía mantener su cuerpo medianamente estable para adentrarse en las llamas. Había registrado todo, así que ¿adónde ir? ¿El sótano? ¿Realmente alguien podría estar allí? Sólo había tubos y calderas, y a esas horas de la noche no estarían trabajando en ellos. Nadie debería estar en esa zona. Tenía que comprobarlo, no quedaba otra.
Se acercó a la puerta de metal. ¡Ardía! Era mejor no tocarla, pero necesitaba abrirla. Pensó en meter hielo por la cerradura para crear la forma de la llave y abrir, pero estando tan caliente, el hielo se habría fundido. Sin tener más opciones en su mente, activó su fuego en la mano izquierda y lanzó una llamarada hacia ella para impulsarla. Funcionó. La puerta se abrió y Shoto entró al sótano.
Tal y como suponía, allí el fuego aún no había entrado, sin embargo, la estructura no aguantaría mucho tiempo y el humo se acumulaba en la sala. El sollozo regresó a sus oídos con mayor fuerza. No era un sollozo humano, parecía un lastimero aullido. Bajó las escaleras...
— ¡Joder! – se quejó al sentir que algo quemaba su brazo. Una varilla metálica se había soltado del techo medio derruido y había quemado parte de su traje a la altura del brazo, provocándole un arañazo y una pequeña quemadura.
Siguió avanzando, esta vez fijándose mejor en su alrededor para evitar posibles accidentes y al llegar abajo, se dejó guiar por sus oídos. Caminó lento, posicionando bien los pies para evitar más derrumbes. Todo ese edificio estaba inestable. No sabía cuánto tiempo le quedaba hasta que cayese, pero no sería demasiado. Debía darse prisa y salir de allí.
Junto a la pared, bajo una de las calderas, sobre unas mantas viejas y sucias, apareció un pequeño cachorro. Shoto sonrió al finalmente poder verlo. Se acercó despacio y se agachó frente a él. El perro estaba asustado, tanto que intentó meterse más al fondo bajo la caldera, pero por suerte, Shoto consiguió agarrarlo para poder sacarlo. Tomó la manta y envolviéndolo con ella, se levantó para sacarlo de allí.
Nada más salir del edificio y distanciarse un poco de él, todavía con el perro en sus brazos, escuchó el insulto de su compañero y miró al cielo. El villano estaba arriba y parecía que Deku había impulsado a Bakugo para que pudiera llegar a él. ¡Se estaba quedando corto el impulso incluso con las explosiones de los brazos de Bakugo por tratar de alcanzarle!
Shoto movió su pie derecho y creó un par de columnas de hielo elevándose a ambos lados de su compañero para que pudiera apoyarse en ellas y con sus explosiones, volver a tomar el impulso que le faltaba. Bakugo sonrió al ver el hielo a su lado. Entendiendo perfectamente la idea de Shoto, Bakugo apoyó el pie y saltó hacia el centro para volver a explotar la nitroglicerina de sus manos y terminar de recorrer el trozo que le quedaba hasta el villano.
La explosión fue tal que Shoto colocó su brazo libre sobre sus ojos para evitar la intensidad de las llamas y el calor.
— Shoto – escuchó la voz de Izuku venir corriendo hacia él.
— ¿Qué haces por aquí? – sonrió Shoto al ver a su novio, aunque éste se lanzó directamente a abrazarle.
— Eres idiota, me tenías preocupado.
— Estoy bien.
— ¿Y esto? – preguntó al ver un trozo de su traje roto a la altura del brazo con un feo corte y una quemadura –. ¿Estás bien?
— Sí, sólo... me raspé con un hierro cuando iba a rescatar al último ocupante – sonrió, elevando con un par de dedos la manta y enseñándole el cachorro.
— Tú siempre tarde, mitad-mitad – se quejó Bakugo con una sonrisa.
— Lo siento. – Sonrió Shoto – pero tú te llevas toda la gloria, como siempre – miró el humo de la explosión en el fondo.
— ¿Sacaste a todos?
— Sí, creo que sí. Registré todo el edificio.
Shoto observó la gran e inocente sonrisa de su novio mientras acariciaba al cachorro. Éste le lamía la mano como si buscase más caricias. ¡Amaba a Izuku y su inocencia! Hasta los animales veían lo mismo en él. La alarma del teléfono de Bakugo sonó primero y un segundo después, la de Shoto sonaba también. ¡No tenían ni un segundo de tranquilidad!
— Izuku, ¿te importaría llevarlo a la protectora y asegurarte de que esté bien? Debo volver al trabajo – señaló Todoroki depositando al perro en los brazos de su novio y dando un par de pasos para seguir a Bakugo.
— Sí, claro. Yo me lo quedo, pero... deberías revisarte esa herida.
— Sí. Lo haré en cuanto pueda. Gracias, Izuku.
— Shoto, mueve el culo, bastardo – se quejó Bakugo.
Shoto sonrió al escuchar a su compañero. Podía parecer rudo, pero en realidad, ésa era la forma que Bakugo tenía de mostrar su cariño y respeto por él. Haciendo caso omiso a su compañero que ya había empezado a caminar, Shoto volvió sobre sus pasos y colocando su mano tras la nuca de Izuku, besó sus labios con pasión.
— ¡Oh! ¡Venga ya, tortolitos! – se escuchó la queja de Bakugo antes de que empezase a regresar hacia ellos.
— Te veré en casa en un par de horas – susurró Shoto a un sonrojado Izuku.
— Sí, te esperaré.
Al sentir el agarre de Bakugo en la parte de atrás de su camiseta tirando de él, a Shoto no le quedó más remedio que empezar a caminar de espaldas.
— Vamos, ¡joder! Me dan ganas de vomitar cuando os veo así.
— No te hagas el fuerte conmigo, tú eres igual – sentenció Shoto completamente serio e inexpresivo una vez Bakugo le soltó y pudieron caminar el uno al lado del otro.
— Ni de coña.
— Te lo recordaré la próxima vez que me toque esperarte bajo el portal de la casa de Kirishima.
— Muérete – fue el insulto de Bakugo, aunque ambos chicos sonrieron. ¡Eran buenos compañeros! Los dos trabajaban bien juntos.
Fin flashbacks
El pitido de su teléfono sonó de nuevo para avisarle de que estaba llegando tarde. Izuku elevó la mirada y quitó su sonrisa tonta del rostro al recordar aquel momento. Quizá debería pasar por la zona y buscar a la madre del cachorro. Seguro que estaba preocupada por él. Podría hablarlo con Kirishima luego a ver qué le parecía la idea tras acabar lo que la agencia les pidiera.
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