Capítulo 16: ¡Lo que hay que hacer!
Paseando por el parque a los perros, Izuku subió el cuello de su chaqueta y se abrigó mejor. Hoy hacía mal día, estaba nublado, llovía, pero por suerte, aunque hacía frío, no era tanto como los días despejados de nubes. El olor a perro mojado era intenso, pero a él no le importó, aunque se notaba cómo ellos aceleraban el paso como queriendo acabar rápido para volver a casa lo antes posible y ponerse a resguardo.
Izuku no dejaba de dar vueltas a la cabeza con todo lo que había ocurrido esos últimos días. Shoto convertido en mujer nunca debió ser un problema, pero la realidad era que sí lo era en parte. Ahora con la regla y el dolor intenso que sentía no era capaz ni de moverse de la cama y Bakugo... convertido en un chiquillo de apenas ocho años, había perdido gran parte de su potencia. En ese estado, ninguno de los dos estaba como para defenderse y mucho menos, para dar con el villano que les dejó en ese estado. Izuku sentía la responsabilidad de encontrarle sobre sus hombros.
Alzó la mirada al cielo escuchando cómo las gotas golpeaban su colorido paraguas y entonces, tuvo sus dudas. Quería encontrar a ese tipo y regresar a Kacchan y a Shoto a la normalidad pero... también deseaba ese niño con Shoto y para ello, mínimo debería quedarse en esa forma de mujer nueve meses, más lo que tardasen en que se quedase. Era un proceso largo y no estaba seguro de si Shoto acabaría aceptando algo así cuando encontrase al villano pudiendo volver a su forma original, pudiendo volver a la normalidad, la rutina y a su trabajo como héroe.
Izuku suspiró. Debía encontrarle porque al final, si él tomaba esa decisión de alargar el proceso, sentía que estaba siendo egoísta y no dejando a Shoto decidir realmente por sí mismo. Una vez lo tuvieran en la prisión, podrían intentar conseguir más adelante que quitase ese quirk de Shoto. ¡Sí! Eso era lo que tenía que hacer, su trabajo era encontrarle y tener cuidado de no ser él mismo convertido en algo.
Volvió hacia casa con los perros y tiró la bolsa de los excrementos que había recogido en una de las papeleras. Cuando entró por casa y dejó el paraguas cerrado en el rellano para esperar a que se secase. Soltó a los perros y observó su entorno. Bakugo había dejado un par de toallas encima del respaldo del sofá, seguramente pensando en que los perros necesitarían ser secados, por lo demás, toda la casa estaba oscura, aunque pudo vislumbrar que el cuenco de comida de los perros estaba lleno puesto que les escuchaba comer con rapidez.
Por un instante, sus ojos se desviaron a la puerta de su habitación. Seguía cerrada y, por tanto, Shoto debía estar durmiendo o dolorido, una de las dos. Fuera como fuera, no había salido. Decidió entonces preparar el desayuno y acercárselo a la cama antes de tener que irse al trabajo.
Secó primero a los perros en cuanto terminaron de comer, y una vez todo estaba listo, se dirigió a la cocina, se lavó las manos y se puso el delantal para empezar a cocinar. A Shoto le gustaban los desayunos tradicionales y quizá tardaría un rato en prepararlo, pero sabía que valdría la pena con tal de verle feliz.
***
La habitación estaba a oscuras cuando Izuku entró con la bandeja del desayuno, sin embargo, al dejarlo sobre la mesilla más alejada a la de Shoto para evitar que por accidente le diera algún manotazo, éste habló desde la cama sorprendiendo así a Izuku.
— ¿Qué hora es?
— Las siete – susurró Izuku – deberías seguir durmiendo un rato.
— ¿Con ese olorcito tan bueno que desprende la bandeja? – sonrió Shoto – imposible seguir durmiendo.
— Eres un zalamero, a veces – sonrió Izuku al ver que su marido ya se encontraba algo mejor –. ¿Cómo te encuentras?
— Con dolor de vez en cuando, pero mejor que ayer, creo.
— Que suerte entonces que tienes vacaciones.
— ¿Ya te vas al trabajo?
— Sí, me toca trabajar. Encontraré a ese tipo cueste lo que cueste, ya lo verás.
— No hay prisa – susurró Shoto – pero la verdad es que si me relajaría un poco sabiendo que lo tenemos y no anda por ahí perdido.
Con el brazo, Shoto agarró la cintura de su esposo en cuanto éste se sentó al borde de la cama y lo arrastró hacia él para tumbarle a su lado. Izuku sonrió pero dejó que su cuerpo cayese al lado del de Shoto dejándose abrazar por él un rato.
— Sabes que no tengo mucho tiempo, ¿verdad?
— Cinco minutitos – sonrió Shoto.
— Vale, cinco minutitos.
¿Cómo podía negarse a esas pequeñas peticiones que Shoto solía hacerle cuando le abrazaba de esa forma? ¡Era imposible! Adoraba a su esposo y cada vez que veía el anillo en su dedo, se daba cuenta de lo afortunado que era por tenerle a su lado.
***
Izuku cerró la puerta tras él y salió del cuarto ya vestido con su traje de héroe dispuesto a irse a trabajar. La voz de Bakugo captó su atención al instante.
— ¿Está mejor?
— Sí, le duele menos hoy. No esperaba que madrugases.
— Estoy acostumbrado a madrugar o más bien a trasnochar por lo del turno de noche que nos tocó hacer. Duermo poco últimamente.
— Ahora tienes unos días de vacaciones.
— Me gustaría poder pillar a ese tío por mí mismo, pero no me dejan trabajar.
— ¿Quieres que te lleve con Kirishima hoy un rato? Hace unos días que no le ves.
— Lo tengo prohibido. Además, mi compañero parece que me necesita más y tú estarás trabajando con Kirishima estos días, apenas podré estar con él tampoco. Me quedaré a ocuparme del bastardo – se quejó, aunque en realidad, Izuku sabía que estaba preocupado por su compañero –. Lárgate ya y encuentra a ese tipo. Dile a mi novio que haga el favor de no tardar demasiado en encontrarle, ¿quieres? No quiero quedarme con ocho años para siempre.
Con una sonrisa, Midoriya salió de casa y se dirigió a la agencia. Tampoco era un lugar donde se sintiera del todo cómodo, allí siempre estaba Endeavor y tenerle como suegro no era precisamente maravilloso aunque sí era aceptable. Al menos sabía su relación con Shoto y no les juzgaba pese a que fuera un jefe bastante duro en ciertas ocasiones y ni siquiera coordinase bien sus horarios como para verse más tiempo.
Al entrar en la oficina en busca de Kirishima, Izuku se encontró de frente con Endeavor, la única persona a la que realmente deseaba evitar.
— Ey, Midoriya – le llamó Endeavor cuando él trataba de esquivarle dirigiéndose al aseo fingiendo que necesitaba ir. Se detuvo y esperó a que su suegro llegase hasta su lado.
— Buenos días, Endeavor – exclamó Izuku con su entusiasmo habitual aunque algo sorprendido de que le hablase a él tan de mañana.
— Buenos días, Midoriya. Quería preguntarte cómo se encuentra mi hijo. No responde a mis llamadas.
— Ya, verás... es que está con la regla – dijo Izuku en susurro sorprendiendo así a Endeavor al escucharlo – está descansando en la cama, pero se recupera rápidamente.
— Genial. Creí que quizá me estaba evitando tras haberle dicho que no podía venir al trabajo.
— Bueno, eso no le ha sentado demasiado bien, pero entiendo el motivo por el que le has apartado del caso y además, no le vendrían mal unas vacaciones después de todos esos turnos nocturnos que estuvo haciendo.
— Ey, Midoriya, ¿nos vamos? – preguntó Kirishima desde el otro extremo ya vestido con su traje de héroe.
— Claro – le gritó Izuku saludándole con la mano en alto para aclararle que iba ya hacia allí –. Llámale luego, seguro que te responderá cuando se encuentre mejor.
— Vale. Que vaya bien la misión.
Midoriya caminó con rapidez hacia su compañero aunque mantuvo el silencio hasta que salieron de la agencia y entonces...
— Gracias por sacarme de ahí, ya creí que empezaría a preguntar por algunas cosas, o incluso que diría de quedar o algo para cenar o a saber – susurró Izuku con una sonrisa.
— Te vi escondiendo la mano pese a tus guantes – sonrió Kirishima. ¿Aún no les habéis contado que os habéis casado?
— No, la verdad es que no y prefiero hacerlo con Shoto. Es algo que nos concierne a ambos. Vayamos al callejón donde ocurrió todo. Quiero comprobar que todo esté bien o si hay alguna pista de ese villano.
El callejón no era nada especial. Ubicado en una mala zona, por el día estaba despejado, sin embargo, por las noches se llenaba de mala gente e incluso algunos villanos que se reunían para tratar asuntos turbios. La luz del día lo hacía más seguro, pero aun así, Izuku estaba dispuesto a investigarlo a fondo el lugar, fuera de día o de noche. Necesitaba encontrar pistas de por dónde empezar aquella investigación.
Ambos miraron todo el callejón. Podían hacerse una idea de por dónde habían salido de aquel local y dónde sucedió la pelea. La puerta estaba algo quemada al igual que el suelo, posiblemente por el fuego de Shoto o las explosiones de Bakugo. No había indicios de hielo excepto por alguna mala hierba quemada por el contacto continuo con el hielo.
— No creo que aquí encontremos nada que nos indique dónde puede estar ese tipo en estos momentos – comentó Kirishima –. ¿En qué piensas? – preguntó al ver que Izuku miraba todo a su alrededor.
— En que... quizá toque hacer alguna locura. Pensaba en infiltrarme. Los de dentro deben saber dónde está ese tipo.
— Sí que es una locura. No puedes solamente infiltrarte, te reconocerían.
— Me ocultaré, haré una tapadera pero... dime si no, otra manera de encontrarle. Esos tipos sólo hablan con los suyos. Tengo que entrar en su organización. Creo que es la única forma.
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