Capítulo 13: Un amigo cuando lo necesitas

Tras la cena, sentados en la mesa del comedor, Izuku observaba a Bakugo terminar sus tareas del colegio. ¡Odiaba hacerlas! Lo sabía por la mala cara que tenía mientras movía el lápiz apuntando los resultados en su cuaderno. La verdad era, que Izuku entendía perfectamente su malestar. Repetir el colegio cuando él ya lo había pasado y era un héroe profesional, no era del agrado de nadie pero no tenía otro remedio que pasar inadvertido durante un tiempo y esa era la mejor manera de hacerlo.

— ¿Por qué no dejas de mirarme? – preguntó Bakugo de mal humor.

— Es que... me recordabas a nuestra infancia. Por un momento se me ha ido la cabeza a recuerdos de cuando éramos niños.

— Eres un idiota.

— Supongo – sonrió Izuku.

Con una mirada melancólica y sabiendo que su relación con el que una vez consideró su mejor amigo no cambiaría, Izuku desvió la vista a la ventana. Se veía la calle levemente iluminada por las farolas. ¡Estaba preocupado por Shoto! ahora que era una mujer, sentía que haberle dejado ir solo a comprar a una tienda abierta veinticuatro horas del barrio, no había sido quizá la mejor idea. Él debió acompañarle y lo propuso pero... Shoto se negó a dejarse acompañar. Seguía pensando como un hombre, como un héroe que no necesitaba ayuda pero, en el fondo, eso preocupaba a Izuku. No quería que nada malo pudiera pasarle.

— Él estará bien – dijo Bakugo finalmente sin levantar la vista de sus deberes. Se imaginaba lo que Izuku pensaba.

— ¿Tú crees? Debí acompañarle. Las calles oscuras no son nada seguras y menos para una mujer.

— ¿De quién crees que hablas? Es Shoto, sigue siendo Shoto Todoroki, genio y figura. Es un héroe y tiene su quirk en plenas condiciones. Sabe defenderse, sea mujer u hombre y lo sabes.

— Supongo que sí – sonrió Izuku – es que a veces... me cuesta verle como antes ahora que tiene...

— ¿Boobies? – preguntó Bakugo con una gran sonrisa juguetona, lo cual hizo que Izuku se girase rapidamente a mirarle con un gran sonrojo en sus mejillas.

— No digas esas cosas. No son palabras que un niño de tu edad deba usar como si nada.

— Hablas como el bastardo – se quejó Bakugo.

Izuku desvió una vez más la mirada a la ventana. Tan mal le había sentado a su esposo olvidarse de comprar la comida para los perros, que había decidido salir a esas horas a comprarla. Shoto siempre tenía ese corazón bondadoso y el sentimiento de querer hacer todo perfecto para ayudar a los demás. No podía ni quería eliminar esa parte suya y por eso mismo, le dejó ir.

Con un suspiro, desvió la mirada hacia la alfombra del salón. Acurrucados en ella, el cachorro dormía al lado de su madre.

— Sé que no debería meterme en este asunto, pero el bastardo anda preocupado por vuestra relación.

Izuku se giró de nuevo hacia Bakugo. No le miraba, seguía inmerso en sus deberes pero por extraño que resultase, parecía querer tratar de ayudar con todo lo que estaba pasando.

— Hablaré con él – susurró Izuku.

— Eso le dije yo, a ti te encanta hablar de todo – sonó más como una queja que como una afirmación, pero Izuku sonrió al escucharle. En el fondo sabía que no lo decía a malas, sólo era su forma de hablar.

— Me contó que queríais formar una familia. Tener bastardos y todo eso...

— Niños, sí. Fue algo de lo que apenas hemos hablado. Me encantaría poder darle hijos pero... soy un hombre.

— Ya bueno... Shoto ahora mismo es una mujer – dejó caer Bakugo.

Un sonrojo mayor llegó a las mejillas de Izuku al pensar en ello. No podía negar que se le había pasado por la cabeza un par de veces pero, siempre desestimaba la idea. ¿Era una solución al problema? ¡Pues sí! Claro que lo era. Sería un hijo de ambos pero... tampoco estaba seguro de que funcionase. Puede que el quirk que afectaba a Shoto no funcionase hasta el extremo de permitirle tener hijo, de ser fértil y por otro lado... tampoco quería pedirle a Shoto que se quedase nueve meses en esa forma si es que encontraban al villano antes. Además de eso... le preocupaba otra cosa mucho más importante.

— No sé si Shoto querría pasar por un parto si es que pudiera quedarse embarazada en estos momentos – susurró Izuku.

— ¿Le has preguntado a él? – preguntó Bakugo con toda seguridad.

— No. Claro que no. No he sacado este tema desde...

— Desde que era un hombre y no había una solución pero ahora... quizá te sorprenda. ¿De qué tienes miedo?

— De que dijera que sí sólo por complacerme – susurró Izuku.

Bakugo se dio cuenta entonces de lo que estaba ocurriendo en realidad. Era cierto que Shoto haría cualquier cosa con tal de tener feliz a su esposo y desde luego, Izuku sentía una pesada carga creyendo que podía condicionar las decisiones de Shoto por sus propios deseos, algo que no quería hacer.

— Un parto es algo muy serio. Le estaría pidiendo que sufriera un gran dolor por mí, que estuviera nueve meses donde podría pasarlo mal a causa de las náuseas, de los dolores o de cualquier cosa que pudiera ir mal sólo por contentarme a mí por querer tener un hijo con él. Y sé que lo haría – susurró Izuku – si se lo digo, él sería capaz de decirme que sí por verme feliz y jamás sabría si él realmente quería hacerlo o no.

— Sois una pareja muy rara. De verdad que sí – susurró Bakugo puesto que él decía las cosas muy abiertas a su pareja. Si algo lo quería se lo hacía saber y si no las quería... bueno se encerraba en que no y punto, como un niño pequeño. Pero ellos... en parte le daban un poco de envidia ver hasta qué punto podían llegar el uno por el otro. Sólo querían ver feliz al otro.

— No puedo pedirle algo así, Kacchan – susurró Izuku.

— Yo hablaría con él seriamente de este asunto y le expondría tus miedos. Quizá él también te cuente los suyos. Shoto es más abierto contigo que con cualquier otro. En ti confía ciegamente.

— ¿Me vas a decir que no confía en ti? – sonrió Izuku –. Eres su compañero. Va a la pelea contigo y se lanza a ciegas a cualquier pelea contigo porque confía en ti y en tus capacidades. Sabe que siempre le protegerás.

— Conmigo ya ha tenido sus conversaciones que no pienso contarte – le sacó la lengua Bakugo haciendo sonreír aún más a Izuku.

— ¿Sabes? Aunque nuestra relación no es como cuando éramos niños y que fue empeorando con los años... sigues siendo mi mejor amigo. Siempre estás ahí cuando te necesito.

Esas palabras fueron la clave para que el sonrojo tiñera las mejillas de Bakugo. Era la primera vez que Izuku era tan sumamente directo con él sobre ese tema.

— Ya estás hablando de más, nerd – se quejó Bakugo en un intento por huir de ese sentimentalismo que habían creado –. Aquí no hay quien estudie. Me voy a mi cuarto.

— No tardes en acostarte. Mañana tienes colegio.

***

Apenas eran las diez cuando Shoto entraba en sigilo hacia el cuarto tras comprobar que los perros dormían. Tan sólo la madre alzó la cabeza para mirarle con ciertas dudas. Seguramente estaba acostumbrada a huir de los humanos o a no molestar para poder refugiarse, sin embargo, cuando Shoto se acercó, agachó la cabeza como si no estuviera acostumbrada al contacto humano.

Shoto sonrió y acarició su cabeza con suavidad antes de colocar el plato con algo de comida no muy lejos de allí. Ganarse la confianza les llevaría su tiempo, era consciente de que habían sido callejeros demasiado tiempo y quizá el cachorro confiase con mayor rapidez que la madre.

Tras ese pequeño contacto que pretendía un intento de ganarse algo de confianza, Shoto fue hacia el cuarto. En el pasillo, casi por instinto maternal, se asomó a comprobar que Bakugo ya se había acostado. Abrió la puerta muy despacio y se alegró de ver la luz apagada y a él ya en la cama bien arropado. Cerró la puerta y siguió hacia su cuarto.

La luz estaba encendida. Podía verlo a través de la ranura de la puerta. Estaba claro que Izuku aguardaba despierto por él. Su preocupación era indudable.

— He llegado a casa – susurró Shoto cerrando la puerta tras él. Izuku ya estaba dentro de la cama con un libro en sus manos.

— Bienvenido – sonrió Izuku - ¿Ha ido todo bien?

— Sí. La tienda estaba abierta. He comprado también unos filetes de carne que estaban de oferta. Sé que a Bakugo le encanta la carne y tú necesitarás energía para afrontar el trabajo que te espera.

¡El trabajo! Él tenía que encontrar al villano que les había hecho eso a su esposo y a su mejor amigo. No sería una tarea fácil pero al menos, se hacía una idea del quirk que poseía para intentar contrarrestarlo o evitarlo.

— Ey Shoto, ¿podemos hablar un rato?

— ¿No tienes que despertarte temprano? Quizá deberías descansar y...

— Es cierto que madrugo pero, también necesito hablar contigo sobre este asunto. Es importante.

— ¿Es sobre Bakugo y Kirishima? Me imagino que no estará demasiado conforme con eso de mantenerse alejado de él un tiempo. Si te ha presionado o algo semejante para que encuentre a los villanos...

— No ha dicho nada al respecto – se adelantó Izuku –. Más bien quería hablar sobre el tema de la descendencia.

— Si, yo también he estado pensando un poco en ello, aunque no he tenido demasiado tiempo para hacerme una idea a todo esto – se sentó Shoto en su lado del colchón dispuesto a meterse dentro también.

— Tengo miedo Shoto.

— ¿Por qué?

— Porque he llegado a pensar que esto quizá era una gran oportunidad para nosotros, posiblemente la única de ser padres pero, no quiero forzarte a nada y sé que tú harías lo que fuera por mí. Me gustaría que pudieras tomar una decisión por ti mismo sin que yo te influencie en nada.

— Podría pensarlo – susurró Shoto finalmente –. Evidentemente quiero tener hijos contigo y lo sabes, pero siendo sincero, también estoy un poco preocupado y atemorizado de lo que me ocurre. Ahora soy una mujer y desde luego, pensar en un parto o algo semejante... me da algo de miedo y a la vez, siento un hormigueo en el estómago que me dice que debería hacerlo, que es nuestra oportunidad y no se repetirá.

Izuku sonrió. Era evidente que no sólo él había estado pensando sobre el tema y en parte le alegraba pese a que también estaba algo preocupado.

— Tomémonos unos días para pensar las cosas con calma, ¿te parece bien? – preguntó Izuku.

— Claro. Me gustaría pensarlo con calma todo esto.

Un sonrojo apareció en el rostro de Shoto al sentir los brazos de su chico abrazarse a su cuello. El pecho de Izuku apoyado sobre su espalda le hacía recuperar la calidez frente al frío que había pasado en la calle. Shoto sonrió. Se estaba tan a gusto entre sus brazos.

— Te quiero – susurró Shoto.

— Y yo a ti. Ven, me gustaría dormir abrazado a ti.

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