Capítulo 1: Noche de boda
Segunda parte de la historia "De primera base a Home Run". Se puede encontrar en mi perfil. Preferiblemente leer la primera parte antes que la segunda (es cortita) y aunque se puede leer ésta de forma individual queda más explicado todo tras leer la primera parte que es el inicio de su relación.
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Capítulo 1: Noche de boda.
Perezosamente, Izuku abrió los ojos. Con la cabeza apoyada sobre sus brazos, lo primero que llegó a sus oídos fue el piar de unos pájaros sobre las plantas del balcón. Era de día y esa noche debió ser la más especial de todas, sin embargo... sus ojos observaron la nota apoyada sobre un jarrón de cristal que contenía una rosa roja imperial todavía fresca, que desprendía el aroma más increíble de todos. Sonrió antes de fijar sus ojos en la perfecta caligrafía.
Ni siquiera se movió pese a darse cuenta de que se había quedado dormido en la silla de la mesa del comedor y que sus brazos reposaban sobre el fino mantel blanco que cubría el cristal de la mesa. Leyó la nota con la cabeza todavía reposando sobre sus brazos.
"Tú eres la manera que tiene el mundo de decirme lo bonita que es la vida. Espero que tu día sea tan hermoso como tu sonrisa".
¡Se había casado con el hombre más maravilloso del mundo! Con ese chico que pese a no haber podido cumplir con sus obligaciones como marido esa noche por culpa del trabajo, le traía rosas por la mañana y le dedicaba dulces palabras para cuando despertase.
— ¿Shoto? —susurró Izuku, moviendo finalmente uno de sus brazos y tocando un pétalo todavía mojado de la rosa imperial.
Escuchar el ruido del agua de la ducha encenderse le provocó un vuelco en el corazón. Realmente había regresado a casa. Izuku se levantó con tanta rapidez y sorpresa que al incorporarse, sus piernas golpearon el borde del asiento de la silla derribándola. Ese hecho le impidió salir más rápido de lo que deseaba en dirección al baño. Ya había dado dos pasos a todo correr y le tocó regresar para levantar la silla nuevamente y dejarla en su sitio antes de volver a correr hacia el pasillo.
Abrió la puerta de su cuarto abruptamente siguiendo el ruido del agua. Todo estaba perfectamente recogido: la persiana abierta; los despertadores de las mesillas listos para hacer su función; su libreta de héroes sobre su propia mesilla; la cama hecha, señal de que él no había dormido allí esa noche y... la puerta del aseo entreabierta con la luz encendida.
— ¿Shoto? —susurró nuevamente al ser consciente de que sus oídos no le engañaban. Había regresado a casa del trabajo. Sus pies aceleraron de nuevo y sus manos empujaron la puerta para entrar. Shoto estaba apagando el agua y cubriendo su cuerpo desnudo con una toalla rojiza—. ¡Shoto! —dijo en voz alta y con total alegría en su rostro, lo que provocó que Shoto se girase a mirar a su chico con una sutil sonrisa.
— Buenos días, Midoriya. Lamento haber tardado tanto, no era mi intención...
— Da igual, ya todo da igual —sonrió Izuku antes de abalanzarse sobre su chico.
Sus manos fueron directamente a la nuca de Shoto para poder acercar su rostro a sus labios. ¡Le amaba! Amaba cada gesto que Shoto tenía con él. La gente decía que no era demasiado expresivo, pero todos se equivocaban. No necesitaba hablar para que Izuku supiera lo que deseaba. Por cómo Shoto llevó sus manos a su cintura y le impulsó hacia la pared, sabía que su chico deseaba tener un momento íntimo por fin con él.
— ¿Les has dado una paliza a los villanos? —preguntó Izuku como pudo siendo sus labios atrapados una y otra vez por los de su novio.
— Claro. Lo más rápido que he podido para regresar a casa contigo.
— Lo hicimos... ¿Verdad? —sonrió Izuku, lo cual detuvo un segundo los besos de Todoroki—. ¿Realmente lo hicimos?
La mano de Izuku buscó la de Shoto posicionada en su cintura. Agarrándola con suavidad, elevó el brazo y enredó sus dedos con los de su novio fijando su mirada en el anillo de oro blanco que ahora decoraba tanto su dedo como el de Shoto.
— Sí —sonrió Shoto— lo hicimos, finalmente lo hicimos, Izuku.
— Te amo.
— Eres lo mejor que me ha pasado en la vida —susurró Shoto cerca de su oído, lo cual provocó que un escalofrío recorriera el cuerpo de Izuku. Puede que Shoto tuviera muchos defectos, pero también tenía muchas virtudes, y pese a su pésima socialización, era un chico dulce y atento con los que le importaban—. Te amo y no voy a dejarte sin tu noche de boda, te lo prometo.
La sonrisa de Izuku se intensificó al escuchar esas palabras. ¡Sí! Anoche se habían casado de repente. Fue un impulso, una locura momentánea pero que llevaban tiempo pensando. Querían casarse, pero cuando tenían un momento para sentarse a planear cuándo, nunca venía bien. Ya fuera por la familia o por su trabajo, no conseguían coincidir y anoche... Shoto había hecho la locura de su vida escabulléndose un momento de su trabajo en plena noche para ir a buscarle y pedirle que se casaran en ese mismo instante. ¡Había sido una locura, pero una romántica a la que no pudo decir que no!
El único fallo había sido que Shoto tuvo que volver al trabajo después de esa pequeña escapada, así que allí estaban. Izuku apenas había podido dormir por la emoción. Había tratado de esperarle despierto toda la noche para darle a Shoto su noche de bodas cuando llegase a casa y, justo en ese momento, fue cuando sus ojos finalmente se cerraron y, aun así, Shoto había tenido tiempo para ir a comprar esa rosa y escribirle la carta para cuando él despertase.
Shoto desenlazó sus dedos de entre los de Deku, llevando dicha mano a la nuca de Deku mientras con su otro brazo, afianzaba la cintura de su chico acercando su cuerpo más a él.
Izuku sonrió antes de sentir nuevamente los dulces labios de Shoto sobre los suyos en un suave y tierno beso. Izuku todavía recordaba su primera vez juntos. Fue en la academia y habían estado a punto de romper por sus indecisiones, pero... recordar cómo Todoroki había hasta incinerado su ropa con desesperación al verle desnudo en la bañera era algo que todavía le sacaba los colores a la vez que le alegraba.
Durante tanto tiempo fue tan vergonzoso que ahora, Izuku odiaba cuando Shoto tomaba demasiadas veces la iniciativa. No quería que volviera a pasar como aquella vez, porque estuvo a punto de perderle por una chorrada, sólo por su vergüenza y, por eso mismo, todos estos últimos años había luchado para volverse mucho más decidido y lo estaba consiguiendo.
Colocando su mano también en la cintura de Shoto, Izuku volteó a su novio hacia la posición donde antes estaba él, consiguiendo que la espalda de su ahora marido golpease los azulejos del baño. Su pecho desnudo aún tenía gotas de agua que resbalaban por él hacia la toalla anudada en su cintura.
— ¿Estás seguro de que todavía tienes fuerzas para esto? —susurró con sensualidad Izuku. No podía negar que estaba un poco preocupado por su esposo, últimamente le hacían trabajar más de la cuenta y tenía turnos nocturnos con su compañero. Eran las ocho de la mañana y aún no había podido irse a descansar desde el día anterior.
— Estoy bien —sonrió Shoto— dormiré ahora cuando entres a tu turno. Tienes que estar allí a las diez, ¿no?
— Sí.
— Entonces puedo aguantar un par de horas más despierto.
— Me gusta cómo suena. Gracias —pronunció Deku apoyando la palma de su mano sobre la fría mejilla derecha de Shoto.
Como si de un gato se tratase, Shoto cerró los párpados y se relajó en la calidez de la palma de su mano, sintiendo cómo su mejilla entraba en calor lentamente antes de agarrar la mano llena de cicatrices de su chico y depositar un par de suaves besos en ella. Siempre le dolía ver sus heridas y, por eso mismo, todas las mañanas, antes de que Izuku saliera por la puerta al trabajo, Shoto repetía la misma frase: no te sobreesfuerces.
Con dos dedos y una sonrisa en su rostro al sentir los labios de Shoto en su mano, Izuku elevó la barbilla de su esposo para poder besarle nuevamente, esta vez con mucha más pasión que antes.
Aquella fogosidad provocó que Shoto apartase con brusquedad su espalda de la pared de azulejos y agarrando el trasero de Izuku, lo elevase sobre la losa de mármol blanco del lavamanos hasta sentarle en él. Al subir al lavabo, el impulso de las piernas de Izuku al agarrarse a la cintura de su chico, golpeó la toalla de Shoto consiguiendo que ésta cayese hasta el parqué del suelo. Completamente excitados por el momento, ambos se besaron con pasión. Izuku, enredando sus dedos en el mojado cabello de su esposo mientras Shoto colaba sus manos bajo la camiseta de Izuku con intención de quitársela.
El pitido de un aparato hizo que ambos se detuvieran de golpe sin soltar sus labios. Reconocían ese sonido y era una alerta a la que no podían hacer oídos sordos.
— ¡Mierda! —susurró Izuku al darse cuenta de que era suyo—. Lo siento, Shoto.
— No pasa nada —intentó relajar el ambiente Shoto—. Ve a cambiarte.
— De verdad que lo lamento, no deberían llamarme hasta las diez.
— Habrá ocurrido algo y te necesitan. ¿Lo dejamos para cuando vuelvas del trabajo? —preguntó Shoto con una ligera sonrisa.
— ¿Estás seguro? Se te ve cansado y...
— Me despertaré para cuando vuelvas.
Shoto se acercó a su ropa en el suelo y buscó su teléfono móvil entre los bolsillos de su ropa para programar la alarma.
— ¿Ves? Programada. Estaré esperándote —sonrió—. Ya te he prometido tu noche de boda.
— Eres el mejor.
Izuku bajó de un salto del lavamanos y se acercó con suavidad a su chico. Colocó ambas manos en sus mejillas y sonrió antes de depositar un dulce beso en sus labios.
— Te amo.
— Y yo a ti. —El pitido sonó una vez más exigiendo la inminente entrada al trabajo de Deku, lo que hizo que éste frunciera el ceño por la frustración y Shoto sonriera ante la insistencia—. Venga, vístete.
— Descansa. ¿Vale? Has estado toda la noche fuera.
— Sí. Izuku —le llamó Shoto antes de que éste saliera del aseo—. No te sobreesfuerces.
— No lo haré —sonrió Deku.
— Ten mucho cuidado, por favor.
— Claro. Volveré sano y salvo para nuestra noche de boda.
— Aquí estaré. Llévate la bolsa que he dejado en la encimera de la cocina, son bollos de la panadería de debajo de la agencia. Al menos podrás desayunar algo.
— Gracias, Shoto. Tú siempre piensas en todo.
La puerta del aseo se cerró y Shoto observó la toalla tirada en el suelo. Últimamente no encontraban ni un hueco para coincidir. Cuando él trabajaba, Deku tenía libre; cuando Izuku trabajaba, él debía dormir, y para un par de horas donde podían coincidir, siempre ocurría alguna emergencia. El trabajo les estaba absorbiendo completamente, pero ambos creían que esto sólo era una mala racha, pronto pasaría y volverían a la normalidad.
Miró la toalla en el suelo sintiendo que su vista se nublaba. Estaba agotado. Sus piernas temblaron y tambaleándose, dejó que su espalda golpease de nuevo la pared para sostenerse. ¡Realmente agotado! Apoyó un par de dedos en sus párpados cerrados y los presionó unos segundos para ver si se le pasaba ese ligero mareo. Cuando volvió a abrirlos, esperó unos momentos a recuperarse y se agachó a recoger la toalla para volver a anudarla a su cintura.
Cuando salió del aseo, Deku ya se había marchado del cuarto. La puerta del armario donde guardaba su traje estaba abierta y, evidentemente, su traje ya no estaba allí. Shoto cerró la puerta y dejó caer su cuerpo sobre el colchón. Su brazo derecho cayó a un lado sin fuerza, dejando que su móvil resbalase un poco por su mano hasta quedar a su lado sobre el colchón. No hacía demasiado frío allí. Cerró los ojos dispuesto a dormirse. Izuku siempre se enfadaba cuando le veía dormirse con la toalla y completamente desnudo tras la ducha por miedo a que se pusiera enfermo, pero él ya no tenía fuerzas ni para buscar su pijama bajo la almohada. Sólo quería dormir, dormir hasta que volviera a sonar ese maldito pitido que le dijera que debía volver al trabajo.
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