Capitulo 11

El desayuno estuvo realmente exquisito, como siempre, la abuela no perdía ese maravilloso don de la cocina, como me gustaría algún día ser la mitad de lo que es esta mujer, estoy orgullosa de ser su nieta.

– Cass, tu móvil no para de sonar en el cuarto.

Estábamos a punto de salir cuando Julian se acercó con el aparato entre las manos, no llevaba buena cara.

– No me digas... Jeff.

– Así es ¿Vas a contestarle?

Suspiré resignada presionando el botón verde, de no hacerlo no se detendría.

– Qué.

Siguiendo al resto afuera, saldríamos en el auto de Jace.

– Quise darte tu espacio ayer porque sé que no es fácil de digerir lo que escuchaste, claramente lo interpretaste mal pero...

– No importa cómo lo interpreté, yo sé lo que escuché y está bien, no me importa si estás saliendo con ella, yo... estoy bien sola.

– ¿No que estabas saliendo con Julian?

Acomodándome en el auto.

– ¿Y eso que te importa a ti?

– Mira... ¿Escuchaste que tendríamos una entrevista el jueves?

– Sí, mi manager me lo comentó.

– Después de eso quiero invitarte un café.

– No quiero, ya tendremos que estar juntos en esa entrevista, alejarnos después de eso es lo mejor.

– Dame la oportunidad de explicarte Cass, las cosas no son como tú piensas, quiero que todo esté claro entre nosotros.

Bueno... es que sí tenía curiosidad.

– Bien, pero luego tendrás que ir a dejarme a casa, y que sea temprano.

– No hay problema – sonaba feliz– oye Cass...

– Dime.

– ¡Ay por favor hija! ¡Deja de ser dura con el muchacho!

– Joder abuela – sentí mis mejillas arder– y ustedes suban el volumen de la música, denme privacidad.

– ¿Estás con alguien?

– Mi abuela y unos amigos – escuchando a Mon Laferte en la radio– pero ya no van a escuchar lo que dices, así que ¿Qué más tenías por decir?

– Te quiero, es lo que iba a decir – mordí mi labio para no sonreír– solo... te quiero, y ahora que nuestros caminos volvieron a juntarse, no volveré a hacer la idiotez de dejarte ir.

– Jeff...

– No digas nada, solo... no me apartes de tu vida ¿Sí? Dame una oportunidad para redimirme.

– No es fácil perdonar Jeff, a pesar de que los dos nos equivocamos... yo lo hice por ti, lo hice porque te amaba, aun así me desechaste como si no valiera nada, es lo que más me lastimó – dolía decir esto en voz alta– yo sé que para ti no era fácil, pero esperamos tanto una oportunidad... en cuanto se presentó te marchaste, no sabes cuánto rencor te guardo.

Julian tomó mi mano dándome su apoyo.

Me sentía mal que lo hiciera teniendo a Camille a su lado.

– No... hablemos esto por aquí, sé que tienes muchos motivos para odiarme, pero yo tengo muchas razones de por qué actué como lo hice, la primera es que era un maldito alcohólico, de esperarte en ese estado terminaría cometiendo una locura como aquella vez que fui por ti a La Academia y te llevaron a la sala de castigos, yo sabía que si no salía de la ciudad, iba a estar parado fuera de ese grueso portón gritando tu nombre noche tras noche, y uno de los dos saldría lastimado, no quería que fueras tú.

– Has tenido mucho tiempo para pensar en esa excusa – apreté la mano de Julian intentando contener las lágrimas, con esas palabras derribó un trozo de la gruesa coraza que protegía mi corazón– ¿Cómo supones que voy a creerte ahora?

– Cariño... sé que... costará mucho ganarme tu confianza, pero quiero estar cerca, quiero que me conozcas otra vez, que revivamos los buenos momentos de nuestra relación, yo he cambiado, mucho, tú también lo has hecho, quiero enamorarme también de la nueva Cass.

Miré por la ventana para que nadie notara que ya estaba llorando.

– Yo... ya llegamos y debo bajar, no puedo seguir hablando por el móvil.

– ¿Tomaremos un café luego de la entrevista?

– Sí, tomaré algo contigo.

– ¿Y puedo ir contigo a la visita con el medico?

– El sábado, tengo hora a las diez ¿Pasas por mí a las nueve?

– Claro, por supuesto que ahí estaré, no hay problema – comenzó a reír– no sabes lo feliz que me has hecho Cass.

– Bueno... nos vemos entonces, adiós Jeff.

– Adiós nena, que tengas un buen día.

Corté la llamada apretando el móvil contra mi pecho mientras dejaba caer las lágrimas contenidas ¿Con qué me encontraré charlando con él? Jeff es tan impredecible...

– ¿Estás bien Cass?

– Sí, estoy bien – sequé mis lágrimas y sonreí– solo... me siento estúpida, y feliz, pero... se siente bien.

– Ven aquí enana revoltosa – abrazándome– eres tan frágil y tan fuerte a la vez.

Acariciando mi cabello.

– ¡Por favor! Estoy bien – no quería que hiciera estas cosas delante de Camille– es un día feliz, hoy hay que divertirnos, esto fue solo las hormonas, me hacen más sensible de lo normal ¿Ves? Ya estoy bien.

Quitando su brazo de mi hombro.

– ¿Segura?

– Cariño ¿Quieres un dulce? – mi abuela se giró observándome– todo el mundo querrá un dulce de estos, son de frutillas y tienen centro líquido.

– Si Cass no quiere, yo sí – Jace me sonrió por el retrovisor– adoro esos dulces.

– Me ofreció a mí, pero como soy buena persona voy a compartir, gracias abuela, hace años que no como de estos.

– Son mis favoritos también, siempre tengo en mi bolso de estos.

Dándole dulces a todos, lo que quitó las caras largas, se llevó el ambiente sombrío y le abrió paso a la música y las risas otra vez.

La tarde fue nada más que divertida, cine, comida deliciosa, fotografías en un hermoso y frío parque, chocolate caliente, ferias costumbristas, muchas risas y diversión, paseo en cochecitos a pedales, compré dos medallitas para mis bebés y entonces llegó la hora de ir a casa para ordenar mis cosas, lo bueno de todo esto es que no deshice las maletas así que solo era ordenar bien lo que había comprado, cambiarme de ropa a algo más holgado y cómodo para el viaje, entonces llegó el momento del adiós.

– Abuela, voy a extrañarte – abrazando a la mujer– gracias por todo.

– Vuelve cuando quieras hija, en cuanto puedas, demonios... puede que no te dejen viajar por esa panzota – acariciando mi vientre– en ese caso yo iré, viajaré para ir a verte, quiero estar para el parto, cuando te den una fecha me avisas ¿Sí?

– Claro abuela, te llamaré para avisarte, espero que puedas ir cuando la casa esté lista, Julian y yo la diseñamos.

El mencionado se acercó, mi abuela le dio espacio palmeando su hombro.

– ¿Segura estarás bien sin mí por ahí?

– Nos hará bien estar un tiempo lejos – abrazándolo con fuerza– pórtate bien semental – copiando el apodo que usaba Camille con él– cuida a mi abuela en mi ausencia.

– Lo haré, no te preocupes, y tú llámame si necesitas algo, si me extrañas, si quieres que esté contigo, solo... llámame y volaré lo más rápido posible a donde sea que estés.

– Lo haré, te juro que lo haré si no puedo sola con todo.

– Por favor, porque te juro que voy a estar muy preocupado.

– Rayos... va a ser muy difícil estar sin ti, será difícil.

– Voy a extrañarte mucho, no sé si pueda estar tantos días sin ti.

– No digas eso idiota, está Camille presente.

– Es que Cass... tú eres mi hogar...

– Última llamada vuelo sin escala dirección Inglaterra, última llamada, vuelo sin escala dirección Inglaterra, pasajeros, favor abordar el avión.

– Tengo que irme.

– ¿Me llamarás cuando aterrices y cuando llegues a casa?

– Lo haré, ahora deja que me despida de mis amigos.

Caminando para abrazar a Jace y Camille.

– Gracias por todo chicos, me divertí mucho estos días con ustedes.

– Desearía que hubieran sido más, gracias por todo preciosa.

– Cuídamelo bien ¿Sí? Volveré en cuanto pueda.

– Lo dejas en buenas manos nena.

– Dejen que yo hable también joder, las chicas y sus parloteos – abrazándome fuerte– espero que regreses pronto nena, tendremos más regalos para tus bebés, iremos para tu parto también, estaremos todos ahí.

– Los estaré llamando entonces.

Separándome.

– Adiós Cass.

Julian hizo el ademan de venir a mí, pero se detuvo en el último segundo.

– Adiós amigo mío.

Me costó, pero hice lo correcto, di media vuelta y comencé a caminar hasta la fila de pasajeros, mostré mis papeles y entonces se me permitió el ingreso, recorrí el extenso pasillo y subí al avión buscando mi asiento.

– Aún no salgo de España y ya me siento tan sola...

Observando por la ventaja, pude ver a mis amigos tras el cristal.

– Julian... si yo fuese una maldita egoísta te habría pedido que vinieras conmigo.

– ¿Señorita? –Di un brinco asustada por la voz de la azafata que apareció de la nada– Disculpe, no fue mi intención.

– No se preocupe, estaba distraída.

– ¿Necesita que le traiga algo? ¿Se siente bien?

– Estoy bien, gracias – sonreí– ¿Podría traerme unas pantuflas? Son demasiadas horas y los zapatos molestan.

– Claro, las traeré enseguida.

– Muchas gracias.

Sonrió y se marchó para regresar pocos minutos después con cómodas pantuflas, me ayudó a ponerlas en mis pies, preguntó otra vez si necesitaba algo y entonces se marchó.

– Favor abrochar sus cinturones y apagar todo objeto tecnológico que lleven a bordo.

– Aah... – suspiré– este será un viaje muy largo.

Seguí las instrucciones, recliné mi asiento, me puse un antifaz y decidí dormir la mayor cantidad de horas posibles, no tendría a nadie con quien conversar.

Aterrizado el avión, fui revisada como todas las personas antes de salir, ya libre, pedí un taxi que me llevara hasta casa, estaba agotada y hambrienta ¿Cómo estará la casa? ¿Los gemelos habrán comido bien?

– Demonios... odio estar sola.

Bajando mis maletas del taxi, caminé hasta la puerta principal, introduje la llave en la cerradura y giré encontrando la casa vacía y bastante desordenada, no fue buena idea dejar a estos idiotas solos.

– Gemelos del demonio... por donde comienzo.

Lo primero fue poner algo de música, enviar textos a mi abuela y Julian para que supieran que llegué con bien a casa, luego sujeté mi cabello en una coleta alta, encendí la chimenea con algo de dificultad, luego subí mis maletas, recogí cada prenda de ropa esparcida por la casa, boté las latas de cerveza vacías junto con las cajas de pizza, lavé, sequé y guardé la pila de vasos, platos en el fregadero, barrí, trapee el piso, limpié los muebles y los vidrios. La casa comenzó a tener forma otra vez, Otis y Kai ni siquiera hicieron el intento de mover una pata, parecían estar muy ocupados observando sus parpados, juraría que uno de los dos estaba roncando.

– Demonios... por fin.

Sentándome en el sofá con pesadez, si antes estaba cansada, ahora estaba completamente muerta, ni siquiera tenía energías para cocinar.

Cerré los ojos solo un instante cuando el móvil comenzó a sonar, por inercia lo llevé a mi oído contestando.

– Diga.

– Vi en las publicaciones de Julian que ya regresaste a casa ¿Ya llegaste?

– Sí... ya llegué.

– ¿Te sientes bien?

– Estoy muerta.

– Yo... estoy cerca ¿Adelantamos el café? Podemos tomar otro el jueves, solo quiero verte...

– Quizás mejor mañana, debería descansar.

– Deberías tomar aire, eso te haría bien ¿Comiste?

– Nada, estaba ordenando la casa, los gemelos la tenían hecha un asco.

– En ese caso debería asegurarme de que comieras algo, paso por ti en treinta minutos.

– ¿Qué?

Abriendo los ojos de golpe.

– Ponte aún más guapa si eso es posible, te llevaré a un bonito lugar.

– Jeff, aún no acepto.

– Ya es tarde para decir que no, voy para allá... estoy muy emocionado por verte.

Cortó la llamada dejándome un tanto confundida.

– Joder... yo que quería descansar – levantándome del sofá– necesito un baño, necesito buscar ropa linda pero que no parezca que lo hice por él ¿Algo de maquillaje estará bien?

Corriendo prácticamente escaleras arriba, me desnudé en el proceso y bajo el chorro, lavé mi cabello a la velocidad de la luz, salí de la ducha cubierta por una toalla cubriendo mi cuerpo y me dediqué a secar mi cabello, cuando ya estuvo seco, abrí la puerta del baño dando un grito apretando la toalla a mi cuerpo.

– ¿Cómo joder entraste?

Sonrió levantándose de la cama.

– La ventana. Creí que había perdido la habilidad porque me costó horrores trepar, perdí la costumbre – acercándose– pero al verte así, todos mis esfuerzos valieron la pena, llegué justo en buen momento, te ves hermosa.

Mis labios temblaban en un intento de ocultar la sonrisa, Jeff muy en el fondo seguía siendo el chico juguetón de nuestro principio, y esa chaqueta que llevaba... esos jeans, esas botas altas me llevaban directo por el camino de los recuerdos y la nostalgia.

Estaba feliz por verlo aquí, por irrumpir en el cuarto de esta manera, llegó justo a tiempo antes de que el sentimiento de soledad me absorbiera por completo.


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¡HOLA MIS AMORES! ESPERO DISFRUTEN ESTE NUEVO CAPITULO, ESTOY MUERTA PORQUE ANOCHE NO DORMÍ NADA ESTUDIANDO PARA UN PARCIAL, PERO COMO SIEMPRE, NO PODÍA IRME SIN PASAR A DEJARLES UN REGALITO Y UN SALUDO.

QUE TENGAN UN GRAN DÍA MAÑANA, UN BESOTE PARA TODAS.

LAS LEO.

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