Capítulo 20. El caso de los padres: Radcliffe (Parte II)

POV Brigette

-Un mes – Susurré, viendo el calendario, desde que habíamos ido a la discoteca, mi espera solamente se hizo más tortuosa, marcaba los días esperando la caja que Radcliffe debía enviar declarando que deseaba ver a alguien – Por qué no me llamas – Camine por el cuarto que Mycroft me había dado, debido a que las cosas no salían como esperaba, el Gobierno Británico decidió encerrarme en su casa, y no me iba a dejar salir hasta que Radcliffe se comunicara.

Me senté, me sentía cansada y débil, aunque los intentos por no bajar de peso fueron constantes habían sido en vano, respiré profundo, me sentía nerviosa, salí del cuarto.

Cuando llegue a la sala de estar Sherlock estaba parado frente a la ventana, lo observe de pies a cabeza, su espalda ancha estaba tensa, no había podido hablar mucho con él, por lo mismo que si yo opinaba Mycroft comenzaba a quejarse de mi presencia.

Camine lo más callada que pude, esperando que él no me escuchará, tenía ganas de abrazarlo, deseaba hacerlo para que supiera que no estaba solo y que de alguna forma las cosas iban a mejorar.

-Ha pasado un mes – Susurró – empiezo a dudar de todo y de nada a la vez – Respiró bajando sus manos e introduciéndolas en sus bolsillos, no apartaba su mirada de la ventana, donde la nieve había desaparecido pero no el ambiente frío – Me siento un inútil en esta ciudad, en Inglaterra ya hubiese encontrado a mis padres.

-Lo sé – Lo abracé por detrás, su cuerpo dio un respingo y su respiración se agito levemente – pero, hasta este momento no es tu culpa, es mía – Sherlock suspiró – porque están en mi tablero de juego – Me solté de él para caminar y poder verlo a los ojos – espero arreglar esto.

-Estas enferma, y sigues intentando arreglar esto, ha pasado un mes – El ceño de Riccio se frunció – no sé si eso sea lo mejor, te has vuelto lenta – Contestó, no me molestó, sabía que siempre decía cosas como esas cuando no le encontraba solución a las cosas.

-Tome su rostro entre mis manos – Soy más lenta en el cuerpo – Sus ojos me miraron fijamente – pero aquí Sherlock – Señale con un dedo mi cabeza – todo sigue igual – Sus labios se fruncieron, sentí sus manos en mi cintura me apretó a su cuerpo como si fuera un salvavidas, levanté la cabeza mis ojos directos en sus labios, y por inercia él se acercó para devolverme la intención.

Entendía lo preocupado que podía estar, sus labios comenzaron a besarme con desesperación, abrí mis ojos, su rostro estaba pálido, tenía ojeras notorias que mostraban su cansancio, recordé cuando era pequeña, sentir la incertidumbre de si sus padres iban a regresar debía ser complicado de manejar. Sherlock comenzó a caminar sin separarnos, haciendo que yo me moviera con él.

Sentí la ventana en mi espalda, entonces Sherlock me cargó, se detuvo en seco para luego bajarme de golpe.

-¿Cuánto pesas? – Dijo justo al separarse mirándome directamente.

-Eso no importa en este momento – Susurré – tengo un plan para encontrar...

-Puso su dedo sobre mis labios – Vamos a la báscula – Me tomo de la mano y comenzó a arrastrarme por el pasillo, llegamos al baño donde estaba una báscula que al parecer Mycroft usaba de vez en cuando.

Sherlock me hizo subir, y un silencio penetro la habitación, mientras los ojos de Sherlock me miraban con nerviosismo.

-Lo que menos necesitas es preocuparte por mí – Lo observe – Olvida – que – estoy – mal – Dije poniéndome lo más seria posible, para bajarme de la báscula con tranquilidad.

-Lo haces ver sencillo porque no te amas – Levanté la vista – tú vida no es tuya – Alcé una ceja – es de quienes te aman.

-En serio ¿Desde cuando eres tan cursi? – Pregunté con la mirada fija en su rostro – si muero será ayudándote.

-Tienes una promesa ¿Recuerdas? – Se cruzó de hombros.

-La leucemia no se va a detener por promesas Sherlock – Me acerqué y lo bese de nuevo – nada la va a detener por el momento.

-Me molesta que te dejes morir – Le tome la mano – especialmente porque cada vez actúas más cariñosa, como si tú... te despidieras – Agaché la mirada no podía verlo.

-Piensa que no es por eso – Apretó mi mano – aunque es posible que sí – Susurré mientras lo soltaba – Debes de centrarte en tus padres.

-No hay señales de nada, centrarme en ellos tampoco me ayuda – Suspiró – sólo quiero terminar esto ya, además – volvió a tomarme por la cintura – quiero que comiences el tratamiento – Me abrazó haciéndome sentir su calor, no pude evitar regresarle el gesto, ambos estábamos cansados.

-Tengo una idea pero, es un poco más arriesgada – Sherlock me apretó de nuevo en su pecho, mi cabello había crecido un poco, sin embargo se miraba opaco, Sherlock me acaricio el cabello – ya espere mucho.

-Me beso en la frente – Qué quieres hacer – Sus manos tomaron mis hombros, para posar sus ojos en los míos.

-Ir donde Radcliffe, no sé cómo me reciba pero necesito acelerar las cosas lo más que se pueda – Él me miró – Lo único que tenemos es un Frosty con una nota – Sherlock asintió – así que lo más viable es que vayamos donde él...

Nos observamos, sabíamos que había mucho que decir, pero poco valor para hablar.

-Tienes tiempo libre Brigette, por lo que veo – Sherlock me soltó, la voz de Mycroft resonó en nuestros oídos, haciendo que me pusiera nerviosa - ¿Ya te enviaron la dichosa caja?

-No – Me limite a contestar – aún no – Respiré profundo – quiero hablar contigo sobre ello.

-Mycroft – La voz de John sonó desde el pasillo – ¡Vengan!

Todos caminamos hacia la sala de estar, donde John parecía asustado, la ventana estaba manchada con spray dorado.

-Se parece al que utilizaron en el caso del "Banquero Ciego" – Dijo John mirando a Sherlock – qué significa "Fleur".

-Es flor en francés – Mycroft giró su rostro para verme – ahora qué hiciste – Dijo lentamente.

-SEÑOR MYCROFT – Grito Kozlov haciendo que todos nosotros saliéramos al pasillo, la señora luchaba por alcanzar a entrar mientras alguien la forcejeaba – QUIEREN LLEVARSE A LA MOCOSA – Me quedé estática, no estaba intentando entrar, estaba intentando cerrar para que yo quedara protegida.

-Corre – Susurró Mycroft cuando escucho lo que Kozlov había dicho, Sherlock y John intentaban entrar a la casera y cerrar la puerta, en eso sentí como Mycroft me tomo de la mano – MUEVETE

Comencé a correr siguiéndolo a él, mi respiración comenzó a agitarse, mientras atravesábamos el pasillo hasta llegar al patio donde una cerca de madera se miraba al final.

-Yo no podré saltar – Lo observé de reojo mientras seguíamos corriendo hasta llegar frente a la valla – te ayudaré a subir – Un disparo nos paralizo a ambos – Sherlock – susurró Mycroft fijando sus ojos en los míos.

Entonces por inercia ambos corrimos hacia adentro con preocupación, nos quedamos quietos cuando en la entrada Sherlock estaba parado con un hombre detrás apuntándole a la cabeza.

-Petite fleur – Susurró haciendo que lo observara.

-Silvain – Dije haciendo que el sonriera.

-Las cajas vacías son aburridas ¿No crees? – Otro hombre que no conocía arrastraba a John y a Kozlov con total tranquilidad, Sherlock parecía tranquilo, sin embargo Mycroft y yo sabíamos que no estaba así, el hombre tiro primero a John que rodó por el pórtico hasta caer en el suelo del patio, para luego dejar caer a Kozlov – Me preguntó ¿Cuál era el fin de hacer un escándalo en una de las mejores discotecas? ¿Por qué querer volver?

-A ti no te importa – Una risa salió de él – es lo que menos te debe importar.

-Así como a ti no te importa tu pequeño amiguito – Fruncí el ceño, Silvain tronó sus dedos – Tráelo Rox – El hombre que había tirado a Kozlov y a John salió mientras se reía levemente.

Momentos después entró arrastrando un cuerpo que hubiese podido reconocer desde lejos. Tragué grueso cuando arrodillaron a Scott en el pórtico, tenía su rostro golpeado, Silvain apunto a su cabeza con la pistola.

-Debería dejar de importarme – Quitó el seguro haciendo que mi cuerpo templara, y por un momento deje de ver a Scott, entonces, el rostro de Mike apareció observándome.

-Déjalo – Susurré casi sin voz.

-POR QUÉ HICISTE EL ESCÁNDALO – Gritó mirándome fijamente.

-Quiero ver a Radcliffe – Un hilo de voz salía de mí, sin apartar mis ojos de los de Scott – por eso lo hice.

-Arrodíllate – El cuerpo me tembló, momentos después estaba en el suelo – Te acuerdas cuando eras la preferida de Radcliffe, cuántas veces me hiciste arrodillarme DIME – Asentí escuchando como se reía – Ahora – Vi como se acercaba hasta donde estaba yo – vas a tener que sentir lo que yo sentí – Me tomó el rostro, Scott me observó con temor en sus ojos.

-Silvain – Llamó el hombre que estaba detrás de Sherlock – Radcliffe está llamando – Los ojos azules de Silvain se alzaron de mala gana, frunció sus labios, para después mirarme.

Sin saber cómo, su puño había impactado en mi cara enviándome directamente y con fuerza al suelo. Deje de respirar unos momentos, el dolor se había regado por toda mi espalda haciendo que me quedará sin aire.

Intenté levantarme, pero, mi cuerpo no contestaba, solamente se quedaba quieto recibiendo la mayoría de golpes. Entonces una oscuridad profunda comenzó a caer sobre mí. Y antes que me tragara, algo me hizo volver.

-BASTA – Un grito de Scott hizo que mi corazón se acelerara, no quería que lo mataran, no podía dejarlo morir, no como había dejado morir a Mike – YA DÉJALA.

-Que valiente eres Parker – Sentí cuando Silvain dejó de golpearme, sus pasos se alejaron de mí.

Me levanté como pude, no podía respirar bien, sentía como mi cuerpo pedía quedarse acostado.

-A ver mi querido Spidy – Entonces me molesté, había una roca en el suelo la tome y sin pensarlo mucho se la tiré dándole en su espalda – Maldita sea – Dijo justo cuando volteo para verme.

-Escúchame imbécil – Me crucé de brazos – Sólo yo le digo Spidy – Ambos nos observamos retándonos entre nosotros – nadie más.

-Ay Rose – Levanté mi cabeza para verlo mejor – eres más débil de lo que pensé – Sonreí de lado.

-Por qué no vienes y lo compruebas – Sherlock me miró igual que Mycroft – O ¿Tienes miedo como siempre?

-No te tengo miedo – Ladee mi cabeza y sonreí.

-Entonces... Ven – Susurré, sus ojos miraron a todos lados menos a mí.

-Supe que estuviste en Sherrinford – Ambos Holmes dejaron de respirar al escuchar ese nombre, entonces me reí.

-Por qué crees que estuve ahí – Sus cejas se fruncieron levemente – por algo me llevaron ya 3 veces – John que aún estaba en el suelo levantó su rostro, troné mi cuello mientras sonreía – me encanta ver correr sangre, y eso a ti no te queda la menor duda – Comencé a caminar.

-Quédate quieta o los voy a matar – Una carcajada salió desde lo más profundo de mi estómago haciendo que él respirara un poco más rápido.

-Silvain – Me lamí los labios – hazme el favor y mátalos – Comenzaron a caer unas gotas de lluvia mientras el sonido inundaba nuestros oídos – hazme el favor y comienza a caminar hacia donde yo estoy, solo quiero ayudarte.

-¿Ayudar- ayudarme? – Se preguntó más él mismo que a mí – Tú nunca ayudas a nadie.

-Ya casi llegaba, solamente quería acercarme lo suficiente – Tus hombres sufren por estar contigo, lejos de su familia, sus amigos, sus padres que los abandonaron – Rox comenzó a bajar el arma mientras yo hablaba, respiré hondo – todos tienen vidas desgraciadas y lo saben... O acaso ella no te lo dijo también – Silvain me prestó toda su atención – ella quería algo más de ti, lo necesitaba, y no se lo diste...

-Cállate – Dijo con los puños apretados.

-Ella te amaba ¿Verdad? – Silvain apretó su mandíbula – Pero preferiste esto tanto como Rox – Lo miré fijamente – Tu esposa te esperaba hasta que fingiste tu muerte ¿Cuánto dolor pudiste causarle Rox? – Entonces bajo el arma completamente. Para ese punto estaba lo suficientemente cerca de Silvain.

Sherlock se dio rápidamente la vuelta golpeando a Rox, Silvain reacciono de sus pensamientos para apuntar a Sherlock, como pude le tome la mano se la doble para que soltara el arma, empuje con el pie el arma lejos de él mientras Sherlock corría a tomarla.

Sentí el agarré de la mano de Silvain en mi cuello, no podía golpearlo comenzaba a quedarme sin aire.

-Bien ya fue suficiente, súbanse al auto o ella se muere – La otra mano de él tapo mi nariz haciendo que mi respiración se cortara completamente – Rox ¿Estás bien?

-Sí Señor – Gritó – A quienes llevamos.

-Deja aquí a la anciana – Las voces sonaron débiles, y volví a saludar a la oscuridad.

***

POV Narrador

Todos comenzaron a caminar detrás de Rox, un hombre corpulento de color que llevaba un pasamontañas, Sherlock observó como Silvain llevaba arrastrada a Petite por el pasillo de la casa, estaba desmayada.

-Le festin – Susurraba Silvain mientras salían de la casa, John sangraba de la nariz cuando entraron a la parte trasera de una camioneta negra, Rox comenzó a amarrarlos de manos y pies.

-No forcejeen – Dijo Iceman al ver que John comenzaba a renegar – no nos conviene, porel bien de Collins – Riccio lo observó con los ojos entrecerrados, la puerta del copiloto se abrió donde apareció Scott ya amarrado.

Hasta ese momento el azabache se fijó en las facciones de Silvain, tenía ojos celestes con un cabello castaño claro, una barba poblada que marcaba su rostro además de una piel blanca que dejaba ver una mezcla entre lo francés y lo americano.

-Será divertido ver cómo descubren donde están – Scott se movía nervioso en el asiento, hasta que le pusieron una bolsa de tela en la cabeza – Todas llevaran una, para que combinen – Sherlock le sostuvo la mirada hasta que Rox le puso la bolsa – ahora ella irá conmigo, espero se encuentren.

Los oídos de los Holmes se agudizaron, intentaban ver con ellos lo que pasara a su alrededor, aunque fuera de Inglaterra era más difícil. El menor de los Holmes sintió como John suspiraba resignado, sabía que tenía miedo a pesar de no querer demostrarlo.

-John – Llamo de forma suave.

-Cállate, sólo cállate porque no tiene sentido que me digas nada en este momento – Susurró con evidente enojo.

-Vamos en camino – John bufó.

-Wow Sherlock, sé que soy lento, pero sé distinguir cuando un auto va en movimiento – Bufó – Scott – Dijo John

-John – Contestó el castaño – no sé a dónde vamos – John rio levemente.

-Nadie lo sabe muchacho, solo quería ver si estabas vivo aún – Respiró profundo – de vez en cuando habla.

-De acuerdo – Dijo el muchacho con cansancio.

El viaje comenzaba a hacerse muy largo, no sabían cuánto había conducido Rox, solamente sentían como sus nervios incrementaban constantemente. El auto se detuvo, todos detuvieron su respiración, escucharon la puerta abrirse y cerrarse rápidamente.

-Cuánto tiempo fue – Preguntó Scott.

-Aproximadamente unas 4 horas, deben ser como las 8 de la noche –Mycroft por inercia movió la cabeza hacia la ventana – Igual no puedo estar seguro.

-Calcule lo mismo – Aseguró Sherlock – así que no debemos estar tan equivocados.

A fuera Silvain dejaba tirada a Brigette sobre la tierra mojada del lugar, el de ojos celestes se fijó que el río estaba creciendo.

-Escuchó los pasos de su compañero y sonrió – Es bastante curioso, pero con lo que le inyecte puede que se muera aquí.

-Son las 8:30 de la noche, despertara dentro de unas dos horas – Silvain asintió – esta lo suficiente lejos como para sentirse desubicada.

-La camioneta no está lejos, la encontrará con facilidad – Los labios de él se fruncieron – Radcliffe quiere verla, aunque es un plan bastante bueno.

-Solo se está desquitando – Silvain acarició el rostro de Brigette.

-Quién la manda a irse – El castaño se levantó para comenzar a caminar con Rox que se había quitado su pasamontañas – Vámonos, tenemos cosas que hacer, además Radcliffe nos está esperando.

John comenzó a moverse en el asiento, esperando poder quitarse alguna de las cuerdas.

-John es en vano – Dijo Sherlock molesto – debemos esperar a que alguien nos encuentre.

-El gran Sherlock Holmes diciendo que es en vano – Susurró con ironía – no puedo creerlo.

-Si tienes una idea que no sea moverte desesperado lastimando tus muñecas, estoy dispuesto a escucharte – Aseveró ya enojado – mientras deberás calmarte.

-Creo que puedo quitarme la capucha – Dijo Scott – Aunque nos han amarrado con una sola cuerda las manos y los pies.

Escucharon el esfuerzo del joven.

-¡Ya! – Gritó – ya se fueron – Dijo con tranquilidad – creo que pueden quitarse las capuchas ustedes también – Los tres ingleses comenzaron a moverse hasta que se quitaron las bolsas de la cabeza.

-Señor Jesús – Susurró John mientras pestañeaba rápidamente sintiéndose ya más tranquilo por poder ver – Dónde podremos estar – Scott los observó por el espejo.

-Es cerca de un río – Mycroft alzó una ceja – estas calles casi siempre son angostas por eso... Pero nos dejaron lejos de la rivera, además – Scott los observó – dónde está Brigette.

-Necesitamos salir de aquí – Todos asintieron cuando John habló.

***

Bri sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, sintió como sus pies estaban muy mojados por el río que había crecido. Se levantó con un poco de dificultad, era de noche y no lograba ver bien, su cuerpo temblaba por el clima. Comenzó a caminar sin saber dónde iba, recordó que necesitaba encontrar a Scott y los demás. Reviso sus bolsillos, no llevaba su teléfono, bufó molesta, entonces lo único que se le ocurrió fue comenzar a gritar lo nombres de ellos.

Llevaba caminando 30 minutos, cuando a lo lejos vio la camioneta, sintió una enorme preocupación en su pecho que la impulso a correr, no se fijó en una de las piedras que había lo que hizo que se tropezara hiriéndose la mano con algo que no supo identificar, se levantó ahora un poco más lento, viendo como su mano sangraba, su cuerpo comenzó a temblar de nuevo mientras retomaba su marcha.

Sus pasos se escuchaban en las hojas secas que habían caído de los árboles, mientras a lo lejos la lluvia volvía a hacerse presente, inmediatamente el sonido resonó en sus oídos las gotas comenzaron a empaparla por completo.

Cuando llegó a la camioneta no podía ver nada, los vidrios eran polarizados, impidiéndole la vista... Intento abrir con normalidad pero las puertas estaban cerradas con llave, suspiró mirando hacía todos lados. Hasta que encontró una roca.

Rodeo la camioneta, rompiendo la ventana del conductor, sonrió cuando Scott grito de alivio.

-Brigette – Dijo John que aún tenía sangre seca en su nariz - ¿Estás bien?

-Debo sacarlos de aquí – Petite abrió la puerta desde dentro para luego comenzar a desatar a Scott – Estamos cerca de un río, se llama Susquehanna, queda a cuatro horas de donde estábamos – Las manos de Scott quedaron libres – Ahora hazlo tú solo.

Cuando todos estuvieron desatados, se salieron un momento de la camioneta para revisarse. Bri les vio las muñecas a todos, Scott y John eran los que más se habían lacerado.

-Mucho se movieron en vano – John le agarró la mano a Bri.

-Dónde te heriste – Preguntó tocando levemente alrededor de la herida.

-Me caí – La lluvia comenzaba a hacerse más densa – debemos irnos, necesitamos ir donde Radcliffe. O esto seguirá pasando.

-Kozlov está en casa podemos hablarle – Mycroft miro a Collins.

-Nos quitaron los celulares – Todos se revisaron su bolsillos dándole la razón a la pequeña – Sólo hay una opción.

-Cómo sabías donde estábamos – Preguntó John.

-Porque – Bri lo observó de reojo – aquí venía a pescar con mi padre – Bri se subió en el asiento del copiloto – No sé quién va a manejar pero debemos irnos ya.

-Por qué no manejas tú – Pregunto Mycroft.

-Porque no alcanzo el acelerador y el freno en algo tan grande – Contestó Petite mientras rodaba los ojos – así que debe hacerlo uno de ustedes – Sherlock se subió en el asiento del conductor, haciendo que los otros tres se fueran en la parte trasera.

-Tú me guiaras – Bri miraba hacia la ventana – no conozco nada de este lugar.

-Da la vuelta, tengo alguien a quién patearle el trasero – Sherlock no pudo evitar sonreír de lado, justo cuando comenzaba la marcha. 

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Y aquí estoy, después de tanto, escribí... Fueron meses que me ausenté no solo de aquí. 

Me perdí...

Pero ya volví. 

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