03


Toda esa valentía que había logrado reunir para ir y acercarse hasta esa hermosa morena, se esfumó en un santiamén cuando el tipo de grandes bíceps apareció. Automáticamente frenó su paso en seco y rápidamente dio la vuelta para regresar a donde Miguel, quien ya se hallaba platicando con un señor de enorme bigote que Min no recordaba quien era.

—Abortemos la misión—interrumpió quitándole ese pequeño vaso que estaba a punto de empinarse. Tomó el contenido y al instante un terrible ardor recorrió su garganta, tanto que le obligó a toser mientras una mueca adornaba su pálida cara.

—¡Yoongi!—se alarmó el castaño—¡Es tequila blanco!

—Vámonos de aquí—pidió el otro ignorando por completo a su amigo.

—¿Qué?— cuestionó confundido—Bro, ni siquiera te le acercaste a mi carnala.

—¡¿Por qué no me dijiste que tu hermana tenía un novio increíblemente musculoso?!—le reclamó.

—¿Un que?—preguntó buscándola con la mirada—Mi hermana no tie...Ah—exclamó y a continuación soltó una fuerte carcajada—Ese güey no es su novio.

—¿Entonces quien...

Miguel no lo dejo terminar, simplemente lo rodeo por los hombros para acercarlo a él y despidiéndose de su tío con quien platicaba anteriormente.

—Todos tenemos un enemigo suelto Min—comentó casi en un susurro.

—Supongo.

—Escucha, cuando iba a la primaria había un tipo al que le apodaban el "tigre Toño". Todos le tenían miedo.

—¿Y eso que?

—¡Es que no debes dejarte de nadie Min!—expresó dramáticamente—Mi mamá, me hacía unas tortas de mole que uff, no tienes idea de lo deliciosas que eran. Pero un dia, cuando las busque, ya no las tenía.

—¿Qué pasó con ellas?

—Las busque como loco, pero quién sabe cómo voy volteando y ahí estaba. Ese gordo pegándole una enorme mordida.

—¿Qué hiciste? ¿Le dijiste a la profesora?

—¡Le aventé mi paleta de limón en la cabeza!—espetó lanzando algo imaginario.

—¿Y qué pasó con él? ¿Lo volviste a ver?

—A eso me refiero Min. El tigre Toño, está aquí. Pero esta vez no es mi enemigo, es tuyo.

—¿Mío? ¿Porqué?—exclamó alarmado.

—Por que él ha estado enamorado de Maru desde hace años. Y es quien precisamente esta ahí, con ella.

Los ojos de Min Yoongi se abrieron por tal sorpresa, que pareció en algún momento se le iban a salir. ¿Cómo iba a competir con eso? Simplemente no, no podía.

—Ven, vamos. Te voy a presentar—interrumpió en sus pensamientos, y antes de poder reaccionar, Miguel ya se encontraba encaminándose hacia esos dos tórtolos.

¿Qué debía hacer ahora? ¿Debía huir? ¿Salir corriendo por una ventana cuesta abajo? Ajá, pero...¿Y luego? ¿A dónde iría? Desconocía por completo todo ese lugar.

—¡Min!—le escuchó gritar a su amigo—¡¿Qué rayos haces ahí parado como idiota?! Ven.

Al peli negro no le quedó de otra, se aclaró la garganta y se acomodó el cabello.

—Voy—dijo obligándose a caminar.

Unos diez pasos fueron suficientes para alcanzar a su querido amigo, quien ya se encontraba charlando algo que él no pudo terminar de escuchar.

—Maru—habló sonriéndole a su hermana—Antonio—continuó mirando al otro de mala gana—El es mi hermano del alma, Min Yoongi.

—Un placer—balbuceó el de pálida tes sintiéndose como todo un bobo. Nunca se había cohibido tanto como en ese momento.

—Claro. Miguel no dejaba de hablar sobre ti desde que se fue a Corea—le escucho hablar a esa morena de hermosa sonrisa.

—¡Vaya! Es tan pequeño y delgado que podría...—interrumpió el tal Antonio acercando sus manos hasta el peli negro, como si quisiera estrujarle las mejillas.

—Tan pequeño y delgado como tú minga—dijo Miguel propinando un manotazo para alejarlo—No has cambiado en nada Toño, sigues siendo el mismo cabeza de chorlito de siempre.

—Miguel...—habló Maru en un ligero tono de reprimenda.

—¿Qué? Es la verdad. Es tan tonto que...no lo dejan salir del país para poder aumentar el Producto Interno Bruto—exclamó soltándose a reír a carcajadas mientras los otros tres le miraban con confusión—¿Entienden? Producto interno bru...Oh vamos, deben admitir que estuvo buenísimo.

—Mike, mejor guarda silencio—le dijo Min en un intento de no sentirse avergonzado.

—Como sea, iré por un buen vaso de tequila, ya que alguien se lo tomó—habló su hermano fulminando a Yoongi con la mirada—Maru, ¿Te traigo algo de beber?

—No, pero te lo agradezco—respondió la chica.

—Este... bueno, Toño irá conmigo. A ver si ya puso la marrana—se apresuró a decir Miguel tomando a Antonio por encima de los hombros, desapareciendo rápidamente de ahí.

Yoongi lo maldijo internamente con un extenso vocabulario de malas palabras. Sabía lo que estaba tramando.

—En fin. A qué te dedicas...¿Min Yoongi?—interrumpió la mujer carraspeando la garganta, era un hecho de que la situación le incomodaba—¿Lo pronuncié correctamente?

—Eh. Ah. Si—balbuceó acomodándose la chaqueta en un intento fallido de no parecer nervioso—Yo, vendo seguros.

—Oh, que interesante. Nunca había conocido a un vendedor de seguros, hasta hoy—continuó la chica sonriéndole divertida.

—Lo sé. Suena muy aburrido. Pero me suele ir bastante bien.

—¿Si? ¿Aproximadamente cuánto sueles ganar en pesos mexicanos?

—Mmm veamos—divago haciendo sus debidos cálculos—Creo que unos veinticuatro mil al mes. Claro que también varía según el seguro que haya adquirido el cliente, más los bonos por cumplir, metas de ventas que son otorgados por la Compañía de Seguros a la que pertenezco y...¡Ay Dios! Estoy hablando muchas tonterías.

—No, claro que no—se apresuró a contestar la joven—Yo encantada de escucharte Min—mencionó.

Y ella lo hizo tan...natural, lo dijo como si fuese algo muy normal. Pero Min no pudo evitar sentirse más tranquilo, tanto que una sonrisa adornó su rostro.

—Bueno...¿Y tú, Maru? Claro si me permites tutearte, ¿A qué te dedicas?

—Yo, administro una tienda de antigüedades con mi madre en el zócalo de la ciudad. No podría igualar tu sueldo, pero sí consigo lo suficiente para sobrevivir.

—Vaya. Me gustaría ir un día de estos y comprarle algo a mi madre.

—Yo podría llevarte, también mostrarte la ciudad. Seguro que a Miguel no le importa si me robo a su mejor amigo un par de horas—comento divertida.

—Seguro—se apresuró a decir asintiendo repetidamente.

—Perfecto, entonces es un...

—¡Mamá!—escuchó una voz chillona. Y cuando se percató, encontró a un pequeño niño con mejillas regordetas y rulos en la cabeza jalando a Maru del vestido amarillo que llevaba puesto esa noche.

—¡Oh! ¿Qué pasó, Ben?—respondió la morena tomándolo en brazos—¿No puedes dormir?

—Me da miedo la oscuridad—balbuceó el pequeño.

Y Min se encontraba absorto en tal escena.

—Oh, pero que maleducada—se dijo así misma—Min Yoongi, el es Benjamin. Mi hijo.

—¿Tú...qué?

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