02
La última arcada llegó antes de quedarse completamente dormido durante el vuelo y luego de vomitar en aquella azafata de bonita cara. Min no era consiente de que se mareaba con facilidad al subir a un avión, hasta ese día y todo era gracias a su amigo. Al pensarlo, no pudo evitar mirarle de mala gana. Él iba lo suficientemente cómodo, con sus audífonos puestos y ese cojín alrededor de su cuello mientras que a él, las nauseas lo abundaban, ¡Agh! Quería golpearlo tan fuerte.
—Pobre chica—exclamó el castaño acompañado de una carcajada sujetado el volante con una de sus manos, mientras recargaba el otro brazo en la ventana del auto—Debió ser horrible, literalmente vaciaste tu estómago encima de ella.
—Cállate, no me lo recuerdes—se quejó recargando su cabeza en el asiento—Todo esto es tu culpa. Estaría en casa viendo televisión mientras un bote de helado espera ansioso en la nevera por ser comido y no de camino a una ridícula fiesta navideña con gente que no conozco.
—Estás de mal humor, okay—le respondió burlón—Pero créeme, te hago un favor. En este momento estarías de camino a casa de esa mojigata, mientras un helado espera en tu nevera ansioso por ser comido. Y no camino a esta ridícula fiesta como tú le llamaste.
—Perdón, no quise decir que...
—No, lo entiendo. Estás dolido. Ya he pasado por una separación bro. Pero de verdad, quiero que cuando lleguemos, olvides el mal momento que esa chica te hizo pasar y te diviertas, o que al menos lo intentes.
—Yo no sé si...
—Al menos promete que lo vas a intentar.
—Bien. Lo intentaré.
El auto rentado siguió avanzando por un largo camino rocoso, rodeado de pasto y más pasto. Aquel de pelo negro no sabía con exactitud a dónde es que su amigo lo llevaba, hasta que a lo lejos pudo divisar una linda residencia al borde de un altozano, y toda ella se encontraba decorada con las típicas luces navideñas que definitivamente resaltaban en esa noche estrellada.
—Tú familia se toma muy enserio la navidad—hablo el chico asombrado— Y aún falta.
—Si, mamá coloca sus adornos casi dos mese antes—respondió el otro divertido—Dice que es para que valga la pena todo el trabajo. Además, literalmente toda mi familia estará aquí el gran día.
—Comienzo a sentirme nervioso—confesó cuando Miguel estacionó el auto.
—No tienes porque, van a recibirte como si fueras un miembro más. Vamos.
Ambos chicos bajaron del vehículo siendo testigos de lo fuerte que estaba la música ahí dentro, pues se presenciaba incluso a esa lejanía. De la cajuela sacaron todo rastro de equipaje, el justo para pasar exactamente dos semanas ahí, hasta navidad. Luego, simplemente se dedicaron a caminar hasta la entrada de la gran casa pintada en su totalidad de blanco.
—¡Miguel!—exclamó una mujer de la mediana edad cuando abrió la puerta con un delantal rojo atado a su cintura y un suéter lo bastante navideño para gusto del peli negro—¡No sabes que feliz me hace verte después de tanto, mi amor!
—Hola ma, también me alegra verte—le escucho decir, y él se sorprendió al saber quien era esa señora—El es Min Yoongi. Mi mejor amigo, del que tanto te he hablado.
—Oh. Hi—habló la mujer y Min pudo observarla más a detalle, como las ligeras arrugas que se hacían en su frente, o los ojos tan verdes que poseía, quizá el labial rojo como la sangre que había decidido usar esa noche y que ya le había marcado a Miguel en la mejilla al besarle—How are you? Me ser la mom de Miguel. Nice to meet you—habló la rubia casi deletreando las palabras y con una pronunciación muy literal.
Cosa que causó gracia en ambos muchachos.
—El placer es todo mío, señora Lara—hablo Min Yoongi tratando de hablar más claro que el agua.
No era un experto en el idioma español, tampoco es como si hubiese tomado clases al respecto, muchas palabras aún le eran desconocidas, y no era consiente de los términos correctos al hablar, a veces empleaba palabras en futuro cuando hablaba en pasado, pero, escuchar las platicas de su amigo hablando en su idioma natal, eran como unas clases privadas, y lo poco que había aprendido, lo había memorizado bien.
—Oh, pero que simpático—exclamó la mujer con una gran sonrisa en el rostro, luego lo tomó de las mejillas y depositó un gran beso en su frente tomándole por sorpresa, no esperaba tal muestra de afecto en el primer encuentro—Pasen, pasen. Todos nos esperan en el jardín.
—Mamá, te dije que no hacía falta hacer una fiesta de bienvenida—se quejó Miguel dejando las maletas en las escaleras de la entrada.
—Calla. Mi casa, mis reglas, y yo puedo hacer una fiesta si se me da la gana. Toda la familia está aquí.
—Jesús—espetó el castaño caminando hasta la parte trasera de la casa con un pálido chico siguiendo su paso con timidez.
—¿Qué quiso decir con toda la familia?—preguntó hablando en su idioma.
—Lo que entendiste bro, TODA la familia.
Y lo entendió cuando observó una mar de gente ahí atrás. Dios, nunca había visto una familia tan grande en su vida. Cada uno metido en diferentes asuntos, había niños corriendo por el lugar, adultos mayores sentados mientras bebían vino o cerveza, unos más preparando comida y otros comiéndola, muchos bailaban al centro canciones que en su vida había escuchado y que por supuesto no entendía.
—Muy bien, hagamos esto rápido, mi papá es el que está asando la carne, Miguel 1—le hablo Miguel ahora conocido como Miguel 2— Los que están en esa esquina son el Juancho, el Pamba y el José, sus amigos—explicó señalando su lado derecho al fondo—De este lado está Don Pepe y su esposa, mis padrinos de primera comunión, mi tía: doña Carmen. El niño que está con ella es Toñito, mi sobrino, la abuela Sol, mi tío Ruben es el del enorme bigote, mis tres primos los odiosos Martínez—continuó y luego señaló al centro—Ellos son el Poncho, la Katya. Uy, esa es mi ex, la Kim. Oye, que buena se puso eh—murmuró observándola de los pies a la cabeza con lujo de detalle.
—¿Y ella quien es?—cuestiono mirando una chica que a simple vista, lo cautivo por completo.
Se trataba de una morena de pelo rizado y sonrisa encantadora, tal vez de una estatura promedio, caderas anchas y bonito rostro. «¡Santo cielo! Era hermosa» pensó el peli negro. Lo más cerca que había estado de una latina era en las novelas que veía con Miguel. Tenerlas tan cerca, era completamente distinto.
—Ah, tienes buen ojo cabrón—espetó el castaño dándole una fuerte palmada en la espalda—Ella, es Maru. ¿Está bien bonita la canija verdad?
—Pues si. No voy a negarlo—murmuró tímido, acompañado de un ligero rubor en sus mejillas.
—Pues es mi hermana ojete. Así que cuidado—le exclamó cambiando de semblante a uno serio.
—Oh, yo, lo siento.
—Nah, no te creas. Te la presento si quieres, la neta si necesita conocer a un buen chavo.
—Bueno...
—Invítala a bailar
—Pero si yo no sé bailar eso—expresó con una mueca.
—¿La cumbia? Pero si es bien fácil. Sólo le haces así, y como que para acá—explico haciendo unos movimientos al rito de la música que Min no comprendió del todo—Y ya.
—¿Así?—dijo imitando sus movimientos como pudo.
—No mames güey, pareces lombriz retorciéndose en sal.
—¡Oye!
—Pues que, es cierto. Los amigos deben decirse la verdad ¿No?
—Pero no tan cruel—susurro—Además no, acabó de salir de una relación. ¿No debo vivir mi duelo primero?.
—¿Y quien te dice que no puedes vivir tu disque "duelo" bailando con una mexicana? Al diablo el duelo. Al diablo tú, y al diablo la puta que se cogio a tu jefe
—¡Oye!—exclamó mirando a todos lados paranoico—Yuri no es ninguna puta, o lo que sea que signifique eso.
—Le dices tú o le digo yo—le cuestionó a un niño que los veía asustado.
—Oh, sorry—murmuró el peli negro antes de que el niño saliera corriendo a llorar con su mamá.
—Corre, ve por ella tigre—exclamó el castaño dándole un empujón para que se animara.
Min Yoongi le miro indeciso, pero al recibir un gesto de insistencia, se decidió a caminar. Iba a hacerlo. Se acercaría a esa chica, y aguantando la respiración, siendo lo más respetuoso posible le pediría bailar, o, en el peor de los casos, pedirle que ella le enseñara a hacerlo.
Pero antes de poder llegar a ella, un chico tipo mastodonte se acercó y la abrazó por la espalda.
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