El insensato sentido de perder las palabras.
Me revuelvo en la cama, las sábanas atoradas.
Mi cabeza gira en un torno invisible.
Me exprimen los sesos martillos visibles,
tendidos del techo son como goteras.
Las horas pasan y yo sigo en vela.

He perdido el sentido de escribir con orden.
Las sílabas surgen como un grito ahogado.
Yo grito en mi mente y callo en mis labios.
Me revuelvo en la cama y descanso en mis brazos.
Los minutos pasan pero no les temo.
Yo vivo enfrascada en un día eterno.

¿Será que no puedo amar, y que esa es mi condena:
vivir encerrada en mis propias penas?
Ya no tengo sueños porque no los necesito.
He aprendido a soñar con los ojos bien vivos.
No pienso volver a enterrar mi conciencia,
aunque esta me persiga por toda mi cabeza.
Prefiero morir quemada en la hoguera
que seguir sentada con los pies afuera.