Amén(se)
Padre nuestro que estás en los cielos,
en silencio me arrepiento.
Santificado sea tu nombre,
ahora que no lo tengo.
Venga a nosotros tu reino,
mientras aún haya tiempo.
Hágase tu voluntad,
pero hágase muy lejos.
Así en la tierra como en el cielo,
somos los vivos los que debemos.
Danos hoy el pan de cada día
y cobra mañana sin garantía.
Perdónanos nuestras ofensas,
dijo el muerto ya sin cabeza.
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden,
dijeron los hombres al borde de la muerte.
No nos dejes caer en la tentación,
pues sería egoísta vivir con amor.
Y líbranos del mal,
de tu nombre
y tu canción,
del temor a tu palabra
y de la falsa devoción.
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