Capitulo 57
El sol comenzaba a colarse por la ventana de la habitación del joven científico, consiguiendo molestarlo lo suficiente como para hacer que se levantara. Una vez despierto, arregló su cama y se cambió de ropa, colocándose un pantalón azul claro y una camisa roja sin mangas, tras lo que salió de su habitación. Al hacerlo, se detuvo en seco al llegar a la sala, pues lo que vio allí lo sorprendió bastante. Rojelia, quien parecía sentirse más confiada de estar viviendo con él, había salido de su habitación ... en ropa interior. Llevaba puesto un sostén negro y unas bragas del mismo color que le cubrían media nalga, y pasó caminando por la sala con dirección a la cocina, meneando su cola mientras silbaba. Al pasar cerca de Ale, lo saludo a su manera.
Rojelia : Hola Ale, pensaba en ir a despertarte pero veo que reaccionaste por tu cuenta. Hoy es un día importante, no podemos dormir más de la cuenta.
La rubia continuó su camino hacia la cocina, dejando a un atónito Ale viendo hacia la nada. Luego de asimilar lo que estaba pasando, el joven científico se dirigió a la cocina, en donde la mujer con partes de koopa había abierto la refrigeradora y parecía estar buscando algo. Ella se volteó al mismo tiempo que cerraba la puerta, con una botella de jugo de naranja en las manos.
Rojelia : ¿Sabes? Creo recordar que de niña siempre quise probar estas cosas. Los jugos se veían refrescantes en los escaparates de las tiendas.
Ale : Rojelia ... em ... me alegra que te sientas más cómoda, pero creo que debo recordarte que estás en MI casa. Hay reglas que deben respetarse.
Rojelia : ¿No romper nada?
Ale (suspira) : Sí, pero también el ir medio desnuda por allí ¿no tienes pudor?
Rojelia : Pues así me siento más cómoda, especialmente en la mañana. Llevar cola y un caparazón encima puede ser cansado ¿sabes? Además, me gusta como se me ve esto ... me sentí humana al verme al espejo.
Ale : Eso lo entiendo, pero ...
Rojelia (en tono pícaro) : ¿Qué pasa? ... ¿te incomoda?
Ale (suspira) : ¿Sabes qué? ... has lo que quieras, yo voy a preparar el desayuno y luego de comer saldré de aquí, con o sin ti.
Rojelia : Me parece bien. No creo que me tarde mucho en comer, y en cambiarme. Estaré lista antes de que te des cuenta.
Rojelia le dio un par de sorbos al jugo que tenía entre sus manos, y lo dejó en la mesa del comedor. Dio media vuelta y salió de la cocina, y luego de dar unos pasos comenzó a sentir frío. Un fuerte aire se estaba colando entre sus piernas, y parecía que recorría todo su cuerpo, como si hubieran puesto un ventilador muy potente debajo de sus piernas. Se abrazó a ella misma, e incluso se cubrió las piernas con su cola, pero el frío no se iba. Molesta, volteó hacia la cocina.
Rojelia : ¡¡Aleeeee!!
Ale (se asoma por la entrada de la cocina) : ¿Qué?
Rojelia (tiritando) : ¿¡E~e~esto es tr~tram~trampa!?
Ale : No se de qué hablas.
Rojelia (pensando) : 'Este frío es insoportable, pero ... ¿por qué parece que a él no le afecta? Por mi naturaleza koopa no puede controlar mi mente, por lo que debió bajar la temperatura de la casa, o al menos de la habitación en la que estoy ... ¡eso es!'
Rojelia, aún batallando contra el frío, corrió hacia la cocina, pero para su mala suerte se topó con un muro invisible que le cortó el paso en seco. Ella retrocedió lentamente, y sintiéndose incluso más furiosa que antes abrió la boca para escupir una potente llamarada que pudiera calentar el ambiente, pero nada salió de su boca.
Rojelia : ¡A~alffffa ... aume~menta la te~tempera~ratura de la c~casaaa!
Ale : Me temo que Alfa ya no responde a tus instrucciones.
Rojelia : ¡¡Estás lo~loco!!
Ale : Tal vez, pero seguro tendrías menos frío si te pones más ropa.
Ale dio media vuelta y regresó a la cocina, acercando sus manos a la estufa de forma burlona, molestando a su invitada. Rojelia, quien ya estaba hartándose del frío, decidió que solo por esta vez le daría la razón a alguien más, y corrió en dirección a su habitación para ponerse más ropa.
Rosalina:
Por su parte, la madre de los destellos estaba terminando de vestirse en su habitación cuando el pequeño destello color crema que la había estado acompañando todo este tiempo se despertó, acercándose a ella.
Destello : Buenos días mamá.
Rosalina (lo acaricia) : Buenos días pequeño.
Rosalina se alejó un poco del destello, tomó su varita y la guardó en su mochila, la cual se colocó en la espalda.
Destello : ¿Te vas a ir?
Rosalina (voltea a verlo) : Me temo que sí.
Destello : ¿Puedo acompañarte?
Rosalina caminó hasta donde estaba el pequeño, arrodillándose para que su cabeza quedara a la altura del destello.
Rosalina : No, lo que voy a hacer será muy peligroso.
Destello : Pero, sabes que me aburre quedarme aquí.
Rosalina : Entonces ¿te gustaría ir con el resto de tus hermanos?
Destello : Si no puedo ir contigo, sí. Hace tiempo que no los veo en persona.
Rosalina : Perfecto, te iré a dejar a casa antes de irme con los demás.
El pequeño destello asintió feliz, tras lo que siguió a su mamá cuando ella salió de su habitación y se dirigió a la cocina, en donde se topó con Daisy y Luigi sentados a la mesa. La castaña iba vestida con una blusa naranja y una falda amarilla que le llegaba a medio muslo, complementado con unas calcetas de rayas amarillas y naranjas y unas zapatillas blancas. Luigi, por su parte, llevaba una camisa de botones verde claro, un pantalón de lona azul y unos zapatos negros. Estaban uno a la par del otro, y había una maleta blanca con estampados de tulipanes de varios colores a la par de la silla de Daisy. Rosalina y el destello se acercaron a ellos y los saludaron.
Rosalina : Buenos días chicos.
Destello : ¡Buenos días a todos!
Daisy : Buenos días Rosa, hola ... em ... destello.
El pequeño destello le devolvió el saludó a Daisy sacudiendo sus bracitos en el aire muy entusiasmado de ya no tener que esconderse en el cuarto de su mamá, o su mochila.
Luigi (le sonríe) : Buenos días Rosa, y hola a ti también, destello. (Voltea a ver a Rosalina) Daisy me contó ayer sobre tu misión de hoy, y espero que todo salga bien para ustedes. Será un alivio para todos cuando esto termine.
Rosalina : Lo sé, por cierto ¿saben si Mario ya bajó?
Luigi : No, ni él ni Peach o Pauline se han despertado todavía.
Daisy : Pero yo que tu me pondría a desayunar ... si sabes cocinar, claro. Luigi nos hizo el desayuno a ambos para que podamos irnos temprano (le prensa una mejilla, y habla en un tono burlón pero cariñoso) es todo un amor.
Luigi (sonrojado) : Jejeje ... no tienes que men~mencionarlo Daisy.
Daisy (le sonríe) : Déjame presumirte.
Daisy se acercó a Luigi y le robó un corto beso en los labios, causando que Rosalina riera suavemente al ver como se le ponía el rostro colorado al joven de verde. Mientras tanto, el destello se quedó viendo hacia la entrada de la cocina, esperando a que Mario apareciera.
Rosalina : Y por cierto ¿para qué es la mochila?
Daisy : ¿Acaso olvidaste el porqué no voy a ir a la misión de la estrella de luz?
Rosalina (pensando) : ... ... ... ¡Ah, claro! Hoy es la final de la preliminar. Bueno, en ese caso te deseo éxitos Daisy.
Daisy : Gracias Rosa.
Mario : Así es, más te vale clasificar al torneo.
Destello : ¡¡Buenos días Mario!!
Las tres personas que estaban en la cocina voltearon a ver hacia la entrada de la misma al escuchar la voz del joven de rojo y el grito del destello, quien salió volando al encuentro de Mario, abrazándolo. Este no se esperaba encontrar al destello fuera del cuarto de Rosalina, por lo que le tomó un par de segundos asimilar su presencia, tras lo que le dio un cálido abrazo.
Mario (sonriendo) : Hola pequeño, también me alegra verte.
Luigi : ¡Hola hermano!
Daisy : Buenos días ¿verdad? La educación no pelea con nadie.
Mario : Tal vez, pero tu te peleas con todos y con todo. (Mira a su hermano) Hola Luigi.
Mario se acercó a Rosalina y la tomó de la cintura, pegándola a él antes de que ella pudiera saludarla.
Mario : Y hola a la mujer más hermosa del universo.
Las mejillas de Rosalina se tornaron carmesí ante el comentario de su pareja, quien le obsequió un tierno beso en sus finos labios, para después soltarla. Y justo en ese momento, Daisy apareció para meterle un coscorrón a Mario, matando el momento de la pareja. Rosalina se asustó, y Mario, sosteniéndose la cabeza, volteó a ver a la castaña bastante molesto.
Mario : ¡Hey! ¿¡Qué te pasa!?
Daisy : Eso mismo te pregunto ¿Qué habrías hecho si Pauline o Peach hubieran entrado a la cocina?
Mario : Por eso me aseguré de saber en donde estaban antes de bajar. Ambas se están bañando.
Daisy : Oh.
Mario : Sé que te pedí tu ayuda en esto, pero tampoco exageres ¿eh?
Luigi (se acerca a ellos) : Bueno, eso no importa. Ustedes deben irse lo más pronto posible, así que les haré el desayuno.
Mario : No será necesario, hermano. He aprendido un par de cosas durante mi estadía aquí, déjame hacer el desayuno. Tu tienes que encargarte de que Daisy gane. Seguro serás su único fan.
Daisy intentó meterle otro coscorrón a Mario, pero él la esquivó, tras lo que le sacó la lengua. Con lo que no contaba fue con la agilidad de la castaña, quien consiguió estirar su pierna derecha lo suficiente como para pisarlo.
Luigi : Por favor, dejen de pelearse chicos.
Daisy : Tranquilo sweety, así es como nos decimos que nos queremos ¿verdad, Mario?
Mario (aguantando el dolor del pie) : Sí.
Daisy sonrió de forma pícara y se fue caminando hacia la sala junto a Luigi, dejando a Mario, Rosalina y el destello en la cocina. Mientras Mario se dedicaba a hacer el desayuno, Rosalina se quedó en la mesa junto al destello. Unos segundos después bajaron Peach y Pauline, e ignorando por completo a Rosalina fueron directo a la cocina.
Erick:
El joven en busca de redención comenzó a despertar lentamente en el sofá del laboratorio de la base. Por primera vez en mucho tiempo había dormido en absoluta comodidad, a pesar de haber dormido en un sillón y no una cama. Se sentó en el mismo, y luego de un largo bostezo se restregó los ojos.
Catherine (entra al laboratorio) : Buenos días Erick.
Erick (en voz baja) : ¿Catherine? ... (se sorprende) ¡Catherine!
Erick se bajó del sillón, colocándose de pie lo más rápido que pudo.
Erick : ¡Buenos días, Catherine!
Catherine : Oye, tranquilo ... no pretendía asustarte.
Erick : No es tarde ... ¿verdad?
Catherine : No. Es solo que me gusta venir acá temprano. Nadie más ha venido.
Erick suspiró aliviado, y se dejó caer sentado en el sillón.
Erick : Menos mal. Al verte entrar aquí pensé que me había quedado dormido y me había perdido de todo.
En ese momento, Lana entró al laboratorio.
Lana : Pero miren quienes están aquí. Veo que sigues viniendo temprano, Cat.
Catherine : Hola Lana, es bueno verte.
Erick : Hola Lana.
Lana (seria) : Hola, Erick.
Catherine (intenta romper la tensión) : Y Lana ... ¿sabes cuándo van a venir los demás?
Lana : No. Aunque no tienen porqué venir hasta acá.
Catherine : Bueno, tal vez Ale traiga a Rojelia. No sabemos si ella puede ... venir por su cuenta.
Lana : Tal vez.
A los pocos minutos de que Lana llegara, Ale y Rojelia entraron al laboratorio. La rubia con partes de koopa iba vestida con un pantalón de lona negro y una blusa gris, con las manos en los bolsillos y tratando de no ver a quien iba a la par de ella. Ale, por su parte, llevaba una pequeña sonrisa en su rostro mientras se dirigía a donde estaban los demás, quienes prefirieron no hacer preguntas sobre el estado de ánimo de ambos.
Lana : Wow Rojelia, esa ropa sí que te queda. Dime ¿no te sientes más cómoda así?
Rojelia : Bueno ... debo admitir que sí me siento un poco más cómoda que con un traje de cuerpo completo.
Catherine : Que bueno que desde ya estés usando la ropa que compraste ayer. Veo que Ale cumplió su promesa de hacer que Alfa la ajustara para ti.
Rojelia (algo molesta) : Sí ... lo hizo.
Ale : Y bien, es bueno ver que Erick ya está despierto y listo.
Erick (se rasca la cabeza, avergonzado) : Bueno, acabo de despertarme, así que yo no diría que estoy tan listo.
Ale (suspira) : Bueno, podrás desayunar una vez que nos hayamos ido. Por cierto ¿Dónde están Mario y Rosa?
Lana : No sé. Aún no llegan.
Rojelia : Solo espero que por lo menos ya se hayan despertado.
Ale : Intentaré llamar a Mario.
Ale llamó al joven de rojo, quien al contestar la llamada le respondió que pronto llegarían él y Rosalina, pues ella había ido a dejar al destello que la acompañaba a su hogar. Al parecer, ella no consideraba este el momento de presentarle a su papá a Mario, pues muy probablemente se pondría a hacer varias preguntas, y en estos momentos no tenían tiempo que perder. De esta forma, un par de minutos después de la llamada, Mario y Rosalina estaban entrando al laboratorio. Luego de saludarlos a todos, Ale le recordó a los que se iban a quedar que estuvieran atentos a todo lo que pasara en la ciudad, y que a la mínima detección de magia oscura en algún punto de la ciudad fueran allí de inmediato. La máquina estaba programada para ignorar los hechizos oscuros de Peach y Pauline, para evitar falsas alarmas. Una vez que todo quedó claro, Ale, Mario y Rosalina partieron a la isla Yoshi.
Pauline:
La hija del alcalde se encontraba sentada en el sofá de la sala viendo un poco de televisión con una libreta a la mano, tomando nota de los conciertos que estaban siendo televisados para conseguir ideas para su futuro primer concierto. Mientras ella estaba aquí, Peach estaba en el baño atendiendo una de sus necesidades corporales ... aunque no las que esperarías al estar en el baño (se estaba manoseando pues). Para cuando Pauline terminó con la televisión, Peach todavía seguía encerrada en el baño, cuidando de taparse la boca para que Pauline no pudiera escucharla mientras se daba placer con uno de los juguetes que le había pedido a Daisy. Debido a ello, Pauline simplemente subió a su habitación sin notar nada extraño, con la excepción de que Peach había dejado la puerta de su habitación entreabierta. Normalmente esto no habría llamado tanto la atención de Pauline, pero le daba la impresión de que la rubia había querido cerrar la puerta a la carrera, pero por las prisas no consiguió cerrarla bien. Al principio tuvo sentido para ella, pues asumió que la princesa del reino simplemente tenía tantas ganas de ir al baño que no se paró a ver si había cerrado bien la puerta, pero un siniestro brillo morado se formó en los ojos de Pauline, y algo dentro de ella comenzó a querer echar un vistazo. Este sentimiento fue aumentando rápidamente, hasta que la joven amiga de la realeza no pudo más con el mismo y se acercó a la habitación de su amiga, viendo a todos lados para asegurarse de que Peach no estaba cerca. Al entrar, lo primero que notó fue un montón de juguetes sexuales tirados sobre la cama de su amiga, lo que la hizo sonrojarse de la vergüenza, y casi la convence de no seguir metiéndose en la privacidad de la rubia de ojos azules. Pero nuevamente, ese inexplicable sentimiento de curiosidad la hizo avanzar un poco, acercándose al mueble que estaba a la par de la cama de la princesa, el cual tenía todas las gavetas abiertas. Había ropa tirada por todos lados, incluso algunas pantis y sostenes colgando de la gaveta de hasta abajo, como si Peach hubiera estado hurgando entre sus cosas, buscando desesperadamente algo que ella misma había escondido. Al asomarse, pudo notar que debajo de la poca ropa que quedaba en la gaveta de hasta arriba podía distinguir un pedazo de papel de color azul claro, con un fino marco de color blanco. Curiosa, tomó dicho pedazo de papel, y al sacarlo notó que se trataba de una foto de Mario, y la parte azul era su pantalón. Además, había un gran beso de color rosado sobre su rostro, y al darle vuelta a la foto pudo ver que había algo escrito con un bolígrafo morado, que decía "como extraño tus besos, ojalá pronto te deshagas de esa otra." Varios sentimientos se acumularon dentro de Pauline, pero al final solo sobrevivió la ira hacia quien consideraba su amiga, al mismo tiempo que el tono morado que había aparecido en sus ojos cubría todo su iris.
Peach (jadeando) : ¿Qué ... haces en ... mi cuarto, viendo ... mis cosas?
Pauline volteó rápidamente para ver a Peach, quien aún llevaba el vibrador que había usado en la mano, aún con la respiración agitada y temblando ligeramente por el orgasmo que había tenido hace unos pocos segundos. Pauline, aún molesta, encaró a su amiga mostrándole la foto de Mario.
Pauline : ¿¡Puedo saber que es esto!?
Peach : ¿Qué? ¿Ya no puedo ... tener una foto ... del chico que me gusta?
Pauline (voltea la foto) ¿¡Y que me dices de esto, eh!? Si fueras otra persona esto no me molestaría tanto ¡pero te conozco, perra!
Peach entró a su habitación y arrojó el vibrador al suelo, tras lo que el mismo brillo morado de los ojos de Pauline se formó en los de ella.
Peach : ¿Qué culpa tengo de que seas tan poca cosa que Mario aceptó tener una relación secreta conmigo?
Pauline, dando un fuerte grito, se lanzó contra Peach, y tomándola del cuello la estampó contra la pared.
Pauline : ¡¡Aléjate de mi novio!!
Peach : ¡¡Jamás!!
La rubia le dio un rodillazo a Pauline, haciéndola retroceder.
Peach : ¡Mario es mío! Sabes muy bien que le encanta estar a mi lado.
Pauline, luego de recuperar el aire, volvió a cargar contra Peach, tomándola de la cintura y causndo que ambas cayeran al suelo. La joven de pelo negro se montó encima de Peach y comenzó a tirar de su rubia cabellera, causando que la princesa comenzara a quejarse de dolor mientras intentaba quitarse a Pauline de encima.
Pauline : ¿¡Porqué no mejor dejas de ofrecerle tu trasero a todos los hombres que miras, maldita regalada!?
Peach : ¡Yo no tengo la culpa de que a todos les encante mi trasero, solo estás celosa de que estoy mas buena que tú!
Pauline : ¡Zorra!
Peach : ¡Mujer olvidable!
Las dos continuaron insultándose mientras se peleaban en el suelo, arañandose mientras rodaban en un intento por quedar siempre encima de la otra. En un punto de la pelea, Peach lanzó a Pauline lejos de ella y se puso de pie rápidamente.
Peach : ¡Espera!
Pauline : ¿¡Qué sucede, su alteza necesita que papi le sobe sus heriditas!?
Peach : ¡No es eso! ¡Solo míranos, estamos perdiendo el tiempo peleando entre nosotras!
Pauline (confundida) : ¿De qué hablas?
Peach : Nos conocemos desde hace un buen tiempo Pauli, por lo que, de ser necesario, no me molestaría ... compartir a Mario contigo.
Pauline : Estas loca.
Peach : Tal vez, pero ¿con quién está Mario ahora?
Pauline : Con Ale ... y con ... Rosalina.
Peach : Exacto.
Pauline se quedó pensativa por unos segundos, tras lo que vio a Peach a los ojos.
Pauline : Ella no pertenece a nuestro grupo.
Peach : Exacto ¿vamos a dejar que nos arrebate a Mario?
Pauline : No. Hay que ... deshacernos de ella.
El hechizo oscuro ya se había hecho muy fuerte dentro de ambas, al punto en que ya solo podían pensar en quien consideraban un enemigo en común. Peach sonrió de forma maliciosa, tras lo que se acercó a su mueble y sacó una pequeña tarjeta con un número de teléfono de una de ellas.
Peach : Y yo conozco a alguien que puede ayudarnos...
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