Todo el mundo se enamorara de alguna manera

Si había algo en el mundo que hiciera sentir orgullosa a la familia Dazai eso era su enorme mansión y el territorio que le rodeaba. Ambos son el fruto del esfuerzo y las riquezas que han cosechados desde generaciones. Desde los primeros Dazai.

El bosque era su territorio y  cualquiera que fuera a verlo opinará que es un lugar hermoso. Sin embargo, un buen nombre no siempre era suficiente para compararlo con el espíritu de quienes lo lleven.

Cuando Osamu era mucho más joven sus hermanos lo llevaban a investigar los pasillos de la mansión. Nada más eran juegos para descubrir a los fantasmas de los ancestros.

No podía recordar muchas de esas noches, pero siempre que pensaba en eso le venía a la mente lo feliz que había sido. Pero las personas crecen y cambian con el tiempo. Lo que un momento podía brillar como si fuera el sol en una tarde sin nubes, desgraciadamente llega a desgastarse tan mal como la más bella inocencia.

Osamu dejó de ser importante cuando sus hermanos comenzaron a tener más hobbies tontos y fueron convirtiéndose en adolescentes tontos. Entonces llegaron las sirvientas y las niñeras, con miradas dulces por fuera y centros podridos por dentro. Sonrisas extrañas de adultos egoístas que estaban emocionados por quebrar el espíritu de alguien que todavía no estaba preparado para conocer la maldad del mundo.

Pero eso era el pasado y ahora Osamu se encontraba en el bosque con su padre. Específicamente en una zona muy lejos de la mansión.
El adulto le estaba explicando al niño como armar una tienda de acampar. Mientras Osamu prestaba atención a las explicaciones como si en realidad no tuviera idea, el sol brillaba sobre sus cabezas y el sudor caía por sus poros.

-¿Estás seguro que quieres acampar tan lejos?- preguntó su padre después de dar su explicación.
-Si- el tono del niño sonaba casi cortante, pero Osamu trataba de hacer que no sonara así. Algo más alegre que su tono algo cínico.

Su padre se lo quedó observando con algo de inseguridad. Hace unos meses desapareció una de sus empleadas y nadie sabía quién la había visto por última vez.

Fue como si se hubiera esfumado en plena jornada laboral. Vinieron policías, pero el caso no se tomó muy en serio.

-No quiero que te pase algo, Osamu- dijo el hombre.
-Estare bien- dijo Osamu con una sonrisa tranquilizadora- Puedes confiar en mí.
-Esta bien, pero vendré a verte en la mañana. ¿Ok?
-Si.

El Sr Dazai dejó a su hijo. Pero antes de desaparecer entre los árboles volteo la vista para ver una vez más las cosas que Dazai había traído: un colchón inflable para mínimo cuatro personas, un par de libros, linternas y comida para más de una persona. El chico era extraño.

Mientras el señor Dazai abandonaba la escena, Chuuya lo miraba desde su lugar en las copas de los árboles.  Cuando se aseguró de que el hombre se había ido, abandonó su escondite seguro y fue hacia Osamu.

El joven de cabello castaño le sonrió y el pelirrojo le devolvió la sonrisa.

-Esto te va encantar- dijo Osamu- El otro día dijiste que nunca fuiste de campamento, así que probaremos la experiencia! De seguro te encantará- Osamu volvió a sonreír.

Chuuya sabía que así sería. Porque se trataba de Osamu. Él era la persona en la que más confiaba en este mundo.

***
-Traje estos libros para ti- dijo Osamu después de sacar unos libros de su mochila- Te enseñaré algunas cosas.

Se trataba de un libro con ilustraciones y palabras. Le había explicado a Chuuya que se llamaba Enciclopedia.

Chuuya veía asombrado la cantidad de cosas que  no conocía del mundo.

Cuando había escapado esa noche había estado volando por un tiempo. Él no sabía cuánto había sido aproximadamente porque su percepción del tiempo todavía no estaba definida.

Aterrizó en el suelo y tenía una sensación de que algo le apretaba el estómago. Un perro le estaba ladrando y Chuuya lo atacó. No había vuelto a tener hambre.

Sus marcas habían brillado por un momento.

Pero una niña lo había visto y Chuuya se asustó. Era de día y ella podía ver el terror en sus pequeños ojos. Empezaba a sentirse nervioso.

-¡Monstruo!- gritó ella.

Chuuya se sentía espantado sin saber exactamente la razón. Lo que ella decía no tenía un significado especial para él, pero la manera en que lo miraba era un asunto diferente. No quería que lo viera así.

Un grupo de personas llegó por el grito de la niña. Vieron a Chuuya y sus semblantes pasaron de la preocupación al miedo.

Chuuya volvió a huir. Él lo había hecho sin saber hacia dónde dirigirse e ignorante del mundo que le rodeaba. Pero eso había sido antes de conocer a esa familia.

Dazai no quitaba la vista de Chuuya. El pelirrojo parecía estar perdido en sus pensamientos. Dazai se preguntó como sería estar dentro de la cabeza de su amigo y ver a través de sus ojos.

Entonces, Dazai cayó en la cuenta de que nunca se había puesto a pensar como es la mirada que Chuuya tiene del mundo. Poco sabía de la vida del pelirrojo antes de que se conocieran excepto por el escape y el laboratorio.

Apenas llevaban un mes siendo amigos que Dazai le preguntó a Chuuya de dónde venía. El otro le había contado sobre el hombre de vestimenta blanca, la habitación y los dos hombres que lo sacaron de ese lugar.

-Me dijeron que nunca me quite esto- dijo Chuuya señalando la gargantilla que cubría su cuello.

Ahora en el presente, Dazai golpeó la frente de Chuuya con sus nudillos.
-Deja de soñar despierto, chibi- protestó Dazai- No voy a besarte como a una niña para que te despiertes.
-Tonto Dazai- se quejaba Chuuya mientras frotaba la zona de su frente con la mano.

Dazai ignoró las palabras de su amigo con una sonrisa. Chuuya sentía como perdía el aliento por un segundo.

-Vamos a caminar y ver que puede cazar chibi para la cena- dijo Dazai, si bien ya había traído  suficiente alimento para los dos. Además, no puedes encontrar cangrejo en el bosque.

El niño tomó la mano de Chuuya y ambos comenzaron a caminar por el bosque. Ambos estaban seguros de las miradas curiosas y por eso recorrían juntos el lugar libres del miedo a que los descubran. Chuuya no quiere volver a ser llamado un monstruo como todas esas veces en el pasado.

De vez en cuando, Chuuya sentía odio hacia la humanidad. Quien lo rechazaba por sus marcas y alas. Le tenían miedo solo por verse diferente. En los lugares como este bosque nunca tuvo que preocuparse por eso, pero aún así se sentía solo.

En cambio Osamu nunca había reaccionado mal al verlo. Tampoco lo había hecho cuando mató esa mujer enfrente de él. Osamu era un niño particularmente extraño.

Ahora, caminando con el niño de cabello castaño y ojos color miel dentro de la inmensidad del bosque, Chuuya escuchaba a Osamu hablar sobre datos que había leído en algún libro. Pero cuando la mirada de Chuuya se desvío a la visión de sus manos unidas, la voz de su amigo se hacia cada vez más distante como si estuviera inmerso en un túnel y se alejara cada vez más de la entrada.

Chuuya se dio cuenta en ese momento mientras veía las manos de él y Osamu juntas que no quería separarse del moreno nunca.

Como era de esperarse, la tarde siguió su camino y el sol le cedió su lugar a la luna. Las estrellas eran admiradas por los jóvenes Dazai y Chuuya desde su carpa. El fuego los mantenía calientes.

Al principio Chuuya estaba cauteloso del fuego y manteniéndose  alejado por su seguridad. Eso fue así hasta que  Osamu se burló de él y lo retó a acercarse y Chuuya no pudo decir que  no.

Ahora los niños estaban acostados muy cerca del otro. Dazai le ensañaba a Chuuya las constelaciones y este lo escuchaba asombrado por toda la información que el niño conocía.

-Osamu- dijo Chuuya.
-¿Si?
-Prometeme que no me dejarás.
-¿Eres tonto, chibi? ¿Que te hace pensar eso?
-Es solo....que no quiero volver a estar solo.
-¿Bromeas? Yo nunca podría abandonar a Chuuya- el nombrado sonrió- Y  eres mi mejor amigo.
-¿Mejor amigo?
-Si, mejor amigo. Eso significa que eres mi amigo más especial.

Chuuya ni siquiera había tenido un amigo antes. Pensó que quizás Osamu debía de tener muchos amigos. Después de todo, Osamu sabía muchas cosas y era amable (a su manera). Chuuya no sabía muchas cosas del mundo, pero aún así pensó que a Osamu lo cubría una extraña aura de melancolía. Quizás ambos se sentían igual de solos en el mundo y nada más tuvieron la suerte de encontrarse.

-Osamu también es mi mejor amigo- dijo Chuuya y luego sostuvo la mano de Dazai.

Ambos se quedaron viendo por unos segundos antes de que Dazai sonriera. Luego soltó la mano de Chuuya para buscar unos libros a la carpa.

-Ven- digo Osamu- te mostraré estos  libros que traje para ti.
-¡Si!

****

-Señor Dazai- un sirviente llamó desde el otro lado de la puerta de su oficina- Teléfono para usted. Es importante.
-Muy bien, puede pasar.

El sirviente le alcanzó el teléfono a señor Dazai.
-¿Diga?
-Señor Dazai- dijo la voz de una mujer- soy de la policía. Quisiéramos visitar su casa mañana por la tarde.
-Esta bien- dijo.
-Maravilloso.

****

-Crees que puedes llevarme volando- preguntó Dazai.
-No lo se.

Dazai caminaba sobre la raíz de un árbol, balanceado su brazos tratando de mantener el equilibrio.
Chuuya lo miraba con atención.

-Deberiamos intentarlo- dijo Dazai decidimante- Y si es así, escapamos juntos.
-¿Y que hay de tu familia?
-Ellos no me extrañaran. ¡Es mejor viajar con Chuuya por todo el mundo!

Chuuya sonrió, hasta que vio uno de los vendajes de Osamu. Este estaba algo suelto y podía distinguirse un moretón violáceo. Osamu apartó su brazo de la vista de Chuuya.

-¿Te están haciendo daño otra vez?- preguntó el pelirrojo.

La sonrisa del otro niño estaba desapareciendo lentamente. Cubrió la zona del moreton con su mano y parecía que se hacía cada vez más pequeño con cada segundo que pasaba.

Cada vez que Chuuya le preguntaba a su amigo sobre los moretones o los vendajes, una sombra de tristeza y melancolía cubría esos ojos color miel que tanto le gustaba ver.

Con el tiempo, aprendió que hacer en esas situaciones. Asique se acercó a Osamu y lo abrazo con sus pequeños brazos, mientras usaba sus alas para cubrirlos a ambos.

-Te protegeré con mi vida- dijo Chuuya. Un sollozo provino de su amigo- Por favor, Osamu, no estés triste.

****

-¿Estás seguro de que la ruta en el mapa indica a ese lugar?
-Si- le contestó a su compañero- Probablente tardemos menos de una semana de encontrarlo.
-Despues de un año de buscándolo....

****

Todavía podía recordar ese armario. No había pasado mucho tiempo escondido ahí, pero nunca lo olvidaría y todavía podía recordar las risas de las personas que habitaban esa casa.

Chuuya había estado huyendo mucho tiempo de los humanos. Hasta que llegó a una casa en un estado lamentable. Se había escondido en un armario, cuya madera se encontraba en un estado lamentable, pero lo suficientemente útil para convertirlo en un lugar seguro.

Entonces llegaron a una familia de tres personas. El hombre estaba ciego y Chuuya lo supo por la forma en que su hija e hijo lo sostenían de un brazo cada uno y el hombre caminaba con cuidado de no resbalarse.

-Saldremos por algo de comida, padre- dijo la niña y luego abandonó la pequeña casa con su hermano.

El lugar estaban en un pueblo no muy habitado y Chuuya procuró no hacer demasiado ruido para no ser descubierto de alguna forma.

Los días que siguieron y Chuuya no podía evitar lamentarse por el estado de pobreza en que vivía esa familia. Pero lo que más le sorprendía era que a pesar de todo, ellos se mantenían felices porque se tenían los unos a los otros. Eso hizo que quisiera descubrir lo que se sentía encontrar el amor de alguien. Quería saber que significaba sentír la amabilidad.

Había pasado una semana desde que llegó y cada uno de esos siete días, los hermanos salían a buscar algo para comer. Durante todo ese tiempo, aprendió que la chica se llamaba Gin y el chico Ryunosuke.

Sentía admiración por toda esa bondad que albergaba en sus corazones que no pudo evitar salir del armario en que se escondía.

-Hola- dijo Chuuya al anciano.
-¿Quien está ahí?- preguntó él, con un poco de pánico al escuchar la voz de un extraño tan de repente- Por favor, si viene robarme tenga piedad.
-No vengo por eso- aclaró Chuuya- Desde hace un tiempo he estado viéndolos a usted y a sus hijos. Estoy solo y quería saber si podría quedarme con ustedes.

El hombre le hizo señas a Chuuya para que se acercase y este obedeció.

-Suenas como un niño- dijo él- Ven, quiero sentirte.

El hombre comenzó a poner sus manos sobre las palmas de Chuuya y luego en su rostro. Ese gesto hizo que Chuuya se sintiera algo cálido.

-Tu rostro y manos están llenas de marcas- dijo el hombre y luego procedió a tocar los brazos de Chuuya. Esas marcas de las que se refería era Corrupción.

El hombre iba a decir algo, cuando se escuchó un jadeo de terror desde la puerta. Chuuya vio a los hermanos Akutagawa en el umbral.

-Padre- dijo Gin- ¡Aléjate, es un monstruo!

El semblante de Chuuya se lleno de pánico. Abrió la boca para rogar que lo escucharan, pero el mayor de los hermanos corrió hacia Chuuya mientras Gin se dirigía hacia dónde estaba su padre.

Chuuya vio que ella estaba revisando si estaba lastimado, a pesar de que nada más estuvieron hablando. Lagrimas se acumulaban en sus ojos mientras corría hacia la puerta y no tardó mucho tiempo en extender sus alas para alejarse lo más lejos de esa casa.

Mientras volaba, se preguntó si lo único que le depararía sería el infortunio, el rechazo y la soledad. Hasta que llegó Osamu Dazai .

****

Era de noche y la familia Dazai estaba cenando con normalidad.
-Escuche que la policía vendrá mañana, querido- dijo la señora Dazai.
El hijo más joven empezó a prestar atención al intercambio de diálogos entre sus progenitores.
-No estas equivocada- contestó su padre- Supongo que quieren seguir investigando sobre la desaparición de una de nuestras empleadas.
-Sera desafortunado para esta familia si los medios crean una mala imagen de nosotros- dijo uno de los hermanos de Dazai.
-Demasiado- contestó su madre.

Dazai terminó de cenar y se despidió de sus padres y hermanos. Caminó hacia su habitación pretendiendo estar más calmado de lo que parecía. Sabía que si la policía registraba el bosque podrían llegar a encontrar el cuerpo. Es cierto que los territorios de la familia Dazai eran muy extensos, pero tampoco quería subestimar cualquiera de las posibilidades.

Fue hacia el armario y recogió una mochila. Allí puso todo el dinero que tenía y venía ahorrando desde que pensó en escapar con Chuuya de su casa, algo de ropa, una linterna, un impermeable con botas, suministros médicos, vendas, dos libros que no leyó  todavía  y otros tres de sus  favoritos. Ya estaba listo.

Hizo una soga improvisada atando sábanas y escapó por la ventana. Luego fue corriendo hacia el bosque donde se encontraba Chuuya.

Mientras tanto, el pelirrojo miraba las estrellas buscando las constelaciones que le había enseñado Osamu. La brisa del viento estaba fría, asique se cubrió con sus alas para darse calor. Su mente había regresado a esas veces que cubría a Osamu con sus alas como si quisiera protegerlo de la tristeza.

Entonces, escuchó la voz de su amigo llamándolo. Chuuya fue volando hacia él y vio que traía una linterna.
-¿Que estás haciendo aquí a esta hora, Osamu?- preguntó Chuuya- ¿Vamos a acampar de nuevo?

Pero Osamu negó con la cabeza.

-Tenemos que salir de aquí- contestó.
-¿Por qué? ¿Que ocurre?
-La policía vendrá a revisar el  bosque mañana y es posible que encuentre el cuerpo.

Chuuya asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Osamu llevaba una mochila que parecía pesada y sus ojos emitían determinación.

Chuuya le tendió una mano a su amigo. No, a su mejor amigo. Su persona más especial en este mundo.

-Huyamos juntos- dijo Chuuya.

Y Osamu le sostuvo la mano.

****
Escapar de los terrenos de la familia Dazai fue más fácil de lo que ambos esperaron. Camiron por la ruta en lo que fueron horas, pero lejos de la ciudad.
Entonces, las luces de un auto cegaron a los niños. Una persona salió del vehículo, pero la luz y la oscuridad nos les permitieron distinguir de quien se trataba. Sólo podían ver una silueta a la que escucharon hablar con total claridad.

-Por fin te encontramos.

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