Capítulo 7
Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.
....
—¡Un brindis por William IV!
—¿Por qué brindamos por él?
—¡Porque es nuestro rey, idiota!
—¡Cállense todos! ¡Un brindis por nuestra verdadera reina: Thrud!
Después de aquella declaración hecha por Fandral, todos los caballeros aún presentes en la velada, dada en honor a la cumpleañera, dieron gritos de aprobación entre hipidos y risitas histéricas. Estaban ya demasiado borrachos... y ni siquiera era medianoche.
Las damas invitadas a la fiesta, ya se habían retirado desde hacía horas. Algunas de ellas lo habían hecho con aquellos de sus descendientes que eran de la edad de Thrud y que por lo tanto, habían sido invitados esperando que fueran una buena compañía para la festejada.
Thor tan sólo pudo reír por tanta tontería que no paraban de decir sus amigos. Él también había tomado de más, aunque por supuesto que lo había hecho una vez que su pequeña princesa, había caído rendida tras un día lleno de ser el centro de atención. Bueno, más de lo que comúnmente lo era. De la misma manera, había aguardado a que Sif se retirara.
Normalmente él no caía en la tentación de hacer ese tipo de cosas, pero estaba tan feliz de que hubieran colocado a Lord Gray, su amigo, como primer ministro, que había mandado al decoro por la borda.
—Si tan sólo no estuviera casado, te aseguro que ya andaría reservando la mano de tu hija —comentó una voz, sacándolo de sus divagaciones.
Todo tipo de alegría abandonó el semblante del rubio. Él no era quisquilloso y podía aceptar bromear con cualquier cosa... menos con su bebé. Y fue por eso que seguido de tales palabras, el silencio se hizo presente, apoderándose por completo de la habitación.
Sir Thomas Temptleton había sido quien había dicho aquello, y cuando Thor comenzó a dar pasos hacía él, este no hizo más que retroceder, mientras los otros procedían a acercarse con cautela a su anfitrión, por si hacía falta que intervinieran.
—Mi hija no está en venta —dijo de forma golpeada y con una voz aún más grave de lo usual, resultado del alcohol y la furia contenida, que hizo temblar por completo a Loki, quien en ese momento iba entrando al cuarto para traer una botella nueva de whisky.
—Lo lamento conde, fue un momento de estupidez que tuve. Ya sabes que tengo algunas copas de más... —Siguió dando excusas pobres, pero lo importante fue que al final logró aplacar la que prometía ser la ira de todo un continente.
—Acepto tus disculpas, sólo no vuelvas a decir algo así, ah y... no me llames conde.
Loki salió del recinto lo más sigilosamente posible, intrigado por lo que acababa de escuchar. Llevaba ya un año y unos tantos meses en aquella mansión, por lo cual le era extraño nunca haber sabido que el señor Odinson era, de alguna manera, parte de la nobleza.
Recorrió el pasillo lleno de bodegones al óleo y uno que otro retrato de fuera a saber qué antepasados de los señores. Se detuvo un rato en el descanso que había entre el ala este y la oeste, para cuidar que no llevara nada pegado a sus zapatos, pues Eliza lo mataría si dejaba manchas en la alfombra de terciopelo rojo que cubría un área en donde no se había llevado a cabo la celebración.
Primero encaminó sus pasos a la cocina, pensando preguntarle a Fiorella sobre aquello. Sin embargo pronto cambió su ruta, con dirección a la escalera que lo conduciría al tercer piso, donde una parte de la servidumbre ya descansaba o se preparaba para hacerlo. Fiorella era demasiado leal y aunque sabía que era bueno engatusando a la gente, ya había visto qué causaba llevar a cabo tal acto sobre la chica. Bastaba con decir que no había acabado bien.
Dio vuelta a la derecha dos veces, por el pasillo que llevaba a la única habitación que se encontraba en funcionamiento todavía. Una luz brillante se colaba por debajo de la puerta y unas cuantas risillas fuertes dejaban en claro que había actividad en ella, más que la de planchar. Giró la perilla.
—Muchachas, ¿cómo van con los vestidos?
—Qué te importa, ¿acaso tú ya terminaste tus tareas?
Siempre era Jane la que le contestaba de aquella manera, pero ya estaba acostumbrado. Además, aquello le iba bien para ejecutar su treta.
—Acabo de llevarle al señor y a sus camaradas algo más de licor.
—No es como si eso no lo pudiera hacer cualquier otro- le soltó Charlotte, siguiendo el ejemplo de su compañera.
—En efecto. Pero no vine aquí con el propósito de hablar de algo tan insignificante.
—Entonces habla y déjanos seguir con nuestro trabajo. —Le apuró Catherine.
—Venía a contarles que el señor Odinson ha estado hablando en muy buenos términos de ustedes con sus amigos. De hecho, aseguró que era una lástima tener a unas jóvenes tan virtuosas como parte del personal. —Todas soltaron grititos de emoción e incluso en los ojos de Jane pareció haber una calma templada, aunque podía asegurar que, al ser la menos idiota de todas, se lo había creído hasta cierto punto—. Sin embargo, también comentó que era una lástima que algunas de ellas fueran un tanto... indiscretas.
Pasó aquello que estaba convencido de que sucedería: lo vieron primero con sorpresa, luego con algo de horror que terminó dándole paso a la indignación. Temió por un segundo el que le dejaran de hablar, después de que Jane despotricara contra él y le asegurara que el señor era muy digno para esa clase de cosas frente a sus amigos.
—En efecto lo es, querida Jane. Pero dime, ¿acaso habrá alguien a quien no le afecte el vodka, el ron y el whisky, puestos juntos en una sola noche? Claro que no. —Sonrió con sorna cuando aquellas mujeres habían caído en la cuenta de que la situación planteada por Loki, no era exagerada—. Oh, pero no deben preocupar porque lo que sigue, sólo me lo ha dicho a mí. Bueno, eso no es precisamente cierto, pues dudo que el que uno de sus amigos casi le gritara que una de sus sirvientas, amiga de alguna de ustedes, había esparcido por ahí un hecho que resulta en especial desagradable para nuestro señor, sea precisamente un modus operandi basado en el secretismo.
— ¿Qué- qué fue lo que le dijo? —mencionó temerosa Theodora, quien era la más chismosa de todas, pero no la única.
— ¡Esto es inaudito! No creo que...
—Estoy seguro de que Emma de camino aquí, escuchó cómo de repente hubo un silencio sepulcral en la sala de recreo. —La susodicha se puso pálida. Por supuesto que había notado que era ella quien subía por las escaleras, cuando él apenas iba saliendo del cuarto. Al ver su reacción, hasta Jane se quedó callada, escuchando—. Quiero que cada una por aparte me explique, con motivo de esclarecer quién ha rotado tal información, qué tanto saben sobre la "posible" —dijo como quien no quiere delatar mucho-, nobleza de la que goza nuestro burgués señor Odinson.
Había apostado todo con esas palabras. No estaba seguro de que aquello fuera una información muy confidencial y de que si era algo de lo que obviamente se había enterado la sociedad. Sin embargo, obtuvo su respuesta momentos después cuando cada una, temerosa, le había relatado cómo se había enterado de un suceso que se había llevado a cabo hacía casi una década, dándole la versión que ellas conocían.
Para cuando acabó, ya tenía todas las piezas claves del rompecabezas y sólo necesitó ir con Fiorella para que le diera los detalles muy bien conocidos por la sociedad, que él había aparentado conocer frente a las demás. Si hubiera preguntado cuáles eran estos, toda su mentira se hubiera ido por el drenaje, así que había decidido ser paciente.
Al conocer la verdad, no se sorprendió tanto como con el hecho de que a pesar de ese suceso, aquellas mujeres, ya fuera para congraciarse frente a él o no, y los demás empleados de la casa, le habían organizado un festejo, unas semanas después, con motivo de sus trece años.
En serio que Loki no se había esperado nada de nadie ese día, y empero había recibido cálidos abrazos por parte de todos, además de una comida hecha en su honor por las cocineras, con todos los platillos sencillos que a lo largo de su estadía en aquella mansión habían reconocido como sus favoritos. Como la sopa de garbanzos.
Claro que en él no sólo habían participado los sirvientes, quienes ya hacía tiempo, le habían preguntado por su fecha de nacimiento, sino también los señores Odinson, quienes le habían tomado un afecto verdadero. No es que de por sí, no hicieran algo así con sus sirvientes el día de sus cumpleaños, sino que sus felicitaciones habían estado impregnadas de un cariño más agudo y profundo que con los demás.
Thrud, según se había enterado por ella misma, el mismo día en que su fiesta se había celebrado, había seguido trabajando en un retrato al óleo que fungiría como "el regalo perfecto para su mejor amigo" y que había comenzado semanas atrás. Mientras tanto, el pequeño Magni le había dado un dibujo, que más bien parecía una serie de garabatos sin sentido, pero que bien había entendido, se trataban de él.
Sin embargo, el regalo que más agradeció y que decidió atesorar por el resto de sus días, fue uno proveniente de Thor, quien lo dejó debajo de su almohada mientras él disfrutaba de la comida hecha para su persona. Se trataba de un libro llamado Robinson Crusoe, el cual ya había leído en la biblioteca pero que, Thor le explicó en una nota hecha por él dentro del libro, ahora ese sería su propio ejemplar de tal novela, que bien sabía le había encantado.
Nunca hubo un instante en el que agradeciera tanto y de la manera más ferviente, a quien sea que estuviera cuidándolo, el que se hubiera topado con los Odinson aquella noche en la que sintiera a la muerte tan cerca de él. Ahora ya sabía escribir y leía fluidamente, además de que su tutor había comenzado a darle lecciones básicas de matemáticas; las cuales pronto fueron dejadas atrás para enseñarle otras más complejas. Unas que todavía no representaban reto alguno para Loki.
Había devorado un libro tras de otro en sus ratos libres en la biblioteca, lugar donde a veces se le unía Thor, quien cada vez se daba más tiempos libres dedicados tanto a él como a sus hijos, cuando los iba a buscar al cuarto de juegos de estos últimos. Le encantaba jugar con él y algo que siempre le pareció curioso, era ver cómo a su esposa no parecía afectarle en lo más mínimo que sólo reparara en ella más que ocasionalmente. Al contrario, parecía más que feliz por sólo eso.
También con ella había estado departiendo de vez en cuando, y con Fiorella o Jane, claro. Aunque esta última cada día estaba más pesada y lo fue aún más después de la reprimenda en la noche de la fiesta. Sospechaba que parte de ello se debía a que no soportaba los "privilegios" de los que él gozaba.
Algo que le había llamado la atención, era que cuando le había ofrecido enseñarle matemáticas esta se había negado excusando un sinfín de pretextos, lo que sólo había provocado que la sonrisa de Loki se ensanchara más: sabía que deseaba aprenderlo, lo veía en sus ojos, pero también estaba consciente de que eso la "rebajaría" de cierta manera.
Thor posó su mano sobre su cabeza, trayéndolo de vuelta a la realidad, ya que el pequeño a veces solía filosofar de más. El menor tuvo que agachar la cabeza para disimular el sonrojo que ganaron sus mejillas por la acción del mayor.
A veces Loki se tenía que reprender a sí mismo por las enormes ganas que le daban de simplemente correr y tirarse a los brazos del rubio, en esos brazos que le parecían tan seguros y que estaba convencido, eran el lugar más cálido de toda Inglaterra. Incluso había llegado a tener sueños con el señor Thor que lo perturbaban y que evitaba recordar por lo que implicaban. Se lo atribuía a la edad que tenía, pues según sus libros de biología, era esa la época en que el cuerpo del hombre sufría más cambios emocionales y hormonales.
En verdad que esperaba que de eso se tratara.
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En los últimos tiempos, Thor había aprovechado que Loki ya no era un ser ignorante y que por su puesto, cada día ganaba mayor sabiduría, para arrastrarlo a las fábricas como un acompañante.
Nunca olvidaría, cómo sus facciones se habían crispado en una demostración de estupefacción, cuando se había dado cuenta de que sus administradores no eran crueles con los trabajadores, sino cooperativos. Tampoco cuando vio que no los sobrecargaban de trabajo y que aun así, el número de producción no había bajado más que un ápice, que él le había asegurado, no afectaba en nada ni a él ni a su familia, por lo que no veía por qué afectar a las de los empleados.
Ese día, Charles los había dejado frente a una casona en la zona norte de la ciudad, la cual no tenía un jardín en frente, sino una simple reja que lo resguardaba de la calle y de los indeseables que intentaran hurtar algo. Le había dado indicaciones de que los recogiera dentro de un par de horas, pues debían discutir bien los aspectos prácticos de la casa.
—Es un poco lúgubre —le dijo Loki, cuyas mejillas estaban un tanto pálidas, ya fuera por los nervios o la expectativa.
En verdad que aquel niño había cambiado desde que había llegado a su vida: ya no era tan flacucho ni tan menudo, sino que había ganado un poco de peso sin menguar su fisionomía delgada, haciendo que esta junto a su creciente estatura, resaltara su figura estilizada con un porte elegante. Aún le faltaba mucho para alcanzar a Thor, pero no lo culpaba, dado que él era uno de los hombres más altos de Londres.
—Me alegra que seas tan perceptivo con los detalles.
El chico apretó la boca en un claro gesto por reprimir una sonrisa. Thor sólo tomo las llaves y abrió, tanto la puerta como la casa, esperando dentro a que Loki las cerrara. Mientras analizaban la estructura de la casa, Thor escuchaba las observaciones que Loki hacía sobre esta. Estaba orgulloso de que el pequeño, no lo estuviera decepcionando al desplegar todos los conocimientos que había ido adquiriendo tanto en los libros, como por enseñanzas de Sif sobre decoración.
Le había pedido que lo acompañara porque su esposa estaba con un pequeño resfriado y las personas que querían venderle la casa esperaban en un hotel para cerrar el trato con él o con Lord Fynn, en caso de que Thor se negara, lo más pronto posible, pues salían de la ciudad rumbo a la colonia del Congo, en África.
Normalmente contrataba a alguien que supiera de esos menesteres, pero aquel hombre había salido de la ciudad y no podía contar con su plan de repuesto que era su esposa, así que ahí estaban.
— ¿Planeas revenderla? —Loki ya no lo trataba de usted cuando estaban solos, habían decidido que ellos no necesitaban de tales formalidades, más que en público.
—No, quiero convertirla en una casa de huéspedes o simplemente rentarla hasta que Thrud esté en edad de casarse. Este sería un perfecto regalo de bodas —le aclaró, cuando el menor levantó un ceja con afán de pedir una explicación.
— ¿Y tienes que dar la respuesta mañana a primera hora? —Thor asintió—. Me parece, por lo que he escuchado —Sonrió al oírlo decir eso, Loki siempre tenía información proveniente de los sirvientes—, que este sector de la ciudad pronto será como el oeste, ya que se están acarreando fuera de aquí a los obreros, para formar barrios en los bordes de la ciudad.
Le fue dando razones en pro y en contra por las cuales debía o no, comprar la casa. Para Thor fue suficiente con la primera que le había dado, pues quería que donde viviera su hija en un futuro fuera una zona segura, pero dejo seguir a Loki para medir sus capacidades.
Pronto encontraron el patio situado en la parte de atrás, con un par de casuchas que según lo que los dueños le habían dicho, era donde dormía la servidumbre, así que también era un lugar privado a los ojos de los empleados. En cuanto estos hubieran terminado sus quehaceres, claro.
—Ya que estamos solos, hay algo... algo que he querido preguntarte desde hace unos meses. Aunque es algo un tanto privado. —Thor lo miró extrañado, y simplemente asintió—. Alguien me contó que usted, que tú —se corrigió—, habías rechazado el título nobiliario que tu padre te ofreció. Algunos dicen que antes de casarte, otros que después.
—Vaya. De ahora en adelante tendré cuidado con lo que digo por ahí. —Loki estaba por aclarar que había sido Jane quien se lo contara, alguien debía cargar con el muerto, pero el hombre simplemente alzó una mano en señal de silencio y empezó a caminar por el salón principal en el que estaba—. No es que yo lo haya rechazado, es sólo que estoy mucho más orgulloso de ser un burgués que el hijo de un conde. Aunque primeramente debo decir que hay mucho hombres cabales como Lord Gray, también existe mucha porquería entre la aristocracia.
"Sé que dirás que entre los burgueses también somos hipócritas, pero aquí está la cuestión: cuando a mi padre se le acabó el dinero, gracias a mi hermano mayor Henry que había derrochado gran parte de él en apuestas y burdeles, como yo lo haría años después, decidió que con lo que le quedaba podía fundar un banco al a par del de los burgueses, sólo que un tanto más grande. De ahí provino el dinero de las fábricas y pese a que muchos de sus amigos ayudaron al preferir su banco, muchos de los de esa clase se burlaron por lo "bajo que había caído". En un principio, yo también me avergoncé debo admitir, al igual que mi hermano que acabó siendo asesinado por unos hombres que le vendían opio, al que era adicto. Mi padre por eso decidió que me moldearía mejor a mí, que sería su segundo intento".
— ¿Y eso no te molestó? El que fueras el segundo...
—Al principio sí que lo hizo, pero cuando comprendí sus lecciones severas pero justas, supe que era una tontería estar avergonzado por el trabajo y estar orgulloso de ser un noble que podía explotar cuando quisiera a sus empleados sin siquiera pagarles, al ser estos de su propiedad. Debido a eso pequeño, fue que, cuando mi padre me quiso dejar su título antes de partir a América, decidí rechazarlo educadamente. Sé que al ser su único hijo, a su muerte tendré que tomarlo, pero por el momento deseo repudiarlo.
El rubio le brindó una sonrisa amarga, que Loki deseó no haber puesto allí de alguna manera.
Para distraerlo, el menor decidió zanjar el tema y conducirlo, como si del anfitrión de la casa se tratara, a los demás pisos de la misma, para inspeccionarlos. Fue pronto que Thor recuperó el brillo en su mirada y olvidó el tema que hacía unos minutos trataran. Eso era algo de él que no acababa de comprender: era demasiado rápido de distraer. Demasiado alegre para ser ocupado por pensamientos tristes o negativos. Demasiada luz para ser opacada por la oscuridad.
Regresaron al primer piso, a sabiendas de que habían visto todo de arriba abajo, y de adentro hacia afuera, y que solamente habían tardado una hora para decidir el destino de aquella propiedad.
Volvieron a entrar al salón donde tuvieran su plática profunda, pero esta vez para tratar temas un tanto más banales, como el color que le quedaría mejor al lugar o el hacer una lista de los muebles que pedirían a Francia. Caminaban de un lado a otro imaginando, planeando. Siempre teniendo en cuenta los gustos de la futura dueña de la casa, pese a que esto todavía fuera algo muy lejano.
De repente, Loki tropezó con un clavo salido que había en el piso, a lo que Thor reaccionó rápido, evitando que la cara de Loki diera de lleno con la pared amarilla que tenía justo enfrente. Ambos quedaron con sus costados recargados en la pared y entonces, cuando Loki logró levantar la cabeza hacia Thor, este se rio.
—Tienes el pelo cubierto de telaraña. —Comenzó a quitárselas mientras ambos se enderezaban para quedar de frente. Fue entonces que Thor, acabando con su tarea, se percató de que Loki tenía algo negro en la nariz y se inclinó más para observar mejor qué era, mientras se lo quitaba.
Cuando por fin lo alejó de su rostro y se encontraba a punto de abrir la boca para informarle que sólo era un poco de polvo y hollín, fue que advirtió lo cerca que estaba su cara de la del menor y su sonrisa se borró al instante.
El silencio se alojó entre ambos como un aliado, en la tarea que representaba para ambos, el tener que quedarse ensimismados para analizarse cuidadosamente.
Thor se asombró al percibir las casi invisibles ojeras que Loki lucía debajo de sus hermosos ojos, que también descubrió tenían un tanto de azules cuando se les veía de cerca; por otro lado, este desplazó su mirada por las pecas casi imperceptibles que adornaban las sienes y pómulos de Thor.
Y fue ahí, justo en el momento preciso en que sus ojos se engancharon en los del otro, que supieron sin saberlo en realidad, que estaban perdidos.
Una chispa que se había alojado en su interior, desde hacía Dios supiera cuándo, de repente tomó forma de llamas, y los segundos que pasaban simplemente mirándose, formaron espirales llenas de un fuego demasiado vivo, demasiado candente para soportarlo: se estaban quemando.
Tenían que hacer algo, o pronto serían consumidos por las brasas. La duda bailó por un momento en sus conciencias, las cuales gritaban desesperadas porque se apartaran, mientras que, tanto la piel bronceada de uno, como la inmaculada del otro, lloraban, suplicaban porque las ayudaran: se estaban incendiando de la manera más tortuosa posible.
Y fue por ese hecho que el terror que los inundaba, le dio paso a la aceptación, liberándolos de toda excusa o negación hecha por esa parte racional de su cerebro que elevaba súplicas para que aquello se detuviera.
¡Qué lástima! ¡Qué pena todo aquel fervor inútil! ¿Es que acaso su mente no se daba cuenta de que estaba avivando más todo aquello? ¿Que el hecho de que hicieran lo prohibido no era más inquietante, más... apetecible?
No se pusieron de acuerdo, ni siquiera hablaron, pero de un segundo al siguiente sus bocas estaban colisionando y se perdían... se estaban perdiendo como nunca antes, cuando después de atacar y lamer sus labios, ya no fue suficiente.
Al final, volvieron a hallarse, al sentir sus lenguas irrumpir por turnos en la cálida cavidad del otro, con la misión sagrada de efectuar aquella danza que sin saberlo, llevaban añorando casi hasta el delirio: en todos aquellos roces y toques dados por accidente en la biblioteca, en los paseos, en los juegos. En cada mirada o gesto que se dirigían, con una sola pero clara intención: llamar la atención del otro.
Ahora la tenían... y los estaba haciendo desvariar; o eso pensó Loki al enroscar sus brazos en el cuello de Thor, sin saber muy bien cómo había aprendido a efectuar tales movimientos dentro de la boca del otro si nunca había hecho algo así antes; o eso pensó Thor, al atraer con sus brazos el cuerpo de Loki hacia el suyo, enganchándolos en sus caderas para darle un impulso ascendente y así acortar esa distancia que la estatura les representaba.
Sin ya saber qué estaba pasando exactamente, ipso facto la espalda de Loki estaba pegada a la pared, mientras él soltaba gemidos de su boca ya liberada por el otro. El rubio había comenzado a atacar su cuello con tres municiones de besos y una de mordidas.
Su piel era como algodón, uno tan blanco y tan fino, que lo único que podías hacer cuando lo tenías, era acariciarlo. Pero también era como una manzana, tan exquisita y jugosa, tan tierna que no podías parar de pensar en qué minuto, en qué segundo, sería el más apropiado para hincarle el diente y dejar una marca visible. Una que establecería de quién era aquel fruto prohibido.
Los gemidos medio contenidos por el menor no se hicieron esperar y el rubio empezó a desear más de aquello, por lo que decidió ejecutar una estrategia mucho más apetecible. Esta vez fijó como un nuevo objetivo, trazar un mapa sobre aquel territorio desconocido que representaba la espalda desnuda de Loki.
De alguna manera, logró recordar agradecer a quién fuera, el que el pequeño tuviera una camisa lo suficientemente holgada como para acariciarlo sin necesidad de quitársela, aunque al final de cuentas, no encontró razón alguna para no hacer eso mismo.
Para entonces sintió como un pequeño bulto rozaba la parte baja de sus caderas, y sí, eso fue lo que lo catalizó a un nivel de locura totalmente nuevo, el cual recibió gustoso. Si antes no estaba pensando, ahora era puros instintos, impulsividad y hambre.
Volvió a asaltar los labios del menor y dirigió un ataque sorpresa contra su pequeña erección. Loki, tan perdido en su mundo de sensaciones como el otro, dejó que la mano de este llevara a cabo su primer asalto entre sus pantalones, si con ello continuaban aquellos estremecimientos, tan placenteros como nuevos que lo recorrían en forma de espasmos.
Sus pendras inferiores ya desabrochadas por Thor y por la gracia de la gravedad, cayeron al suelo y tan rápido como lo hicieron, quedaron ahí mismo olvidadas cuando un cosquilleo recorrió su cuerpo en forma de granadas explosivas e indicios de vértigo.
Soltó un grito agudo cuando la gran mano de Thor cubrió por completo su blanco y pequeño pene, para comenzar un suave masaje que iba en crescendo. El rubio aumentó su velocidad y rudeza para con Loki, que no podía dejar de emitir sonidos que minaban el autocontrol del rubio, llevándolo a tener una erección digna de un caballo.
El mayor decidió hacer algo innovador y mientras continuaba acariciando vigorosamente el pene del otro con una mano, liberó con facilidad el suyo. Una vez así, guió a Loki, para que este tomara prisionera su erección entre sus suaves muslos, y comenzó a masturbarse con ellos, lentamente, como si el tiempo fuera sólo un elemento de la naturaleza que no les afectara.
El mayor estaba probando la sensación... y le fascinó.
Al principio aquello se tornó una táctica incómoda para ambos, por la postura tan compleja que estaban utilizando, pero cuando por fin consiguieron llevar el ritmo, empezaron a buscar el máximo roce posible.
La fricción aumentó, ahora de forma más bruta y sin ningún tipo de cortesía, empujando a sus corazones a acelerarse a un ritmo desconocido para ambos. Sus movimientos oscilaron entre la desesperación y la precisión, al buscar procurar el mayor placer para el otro, sin que ellos mismos lo supieran.
Loki se esforzaba en apretar sus muslos, dócilmente al sentir la cabeza del gran miembro y aumentaba la presión cuanto más este se sumergía hasta la empuñadura. Mientras tanto Thor, basándose en la manera en que a él mismo le gustaba masturbarse, acariciaba desde la hendidura del glande hasta el final del tallo del pene blanco, el cual casi cubría con su gran mano.
Jugaba con sus testículos, pues se había percatado de que era algo que al menor le gustaba, y era entendible con lo rápido que esto lograba languidecer cualquier parte aún coordinada, del cuerpo.
Por supuesto que al verse descubierto, había intentado alejarse, pero Thor lo había aferrado más a sí mismo, logrando vislumbrar por sólo aquel instante la faz de Loki. Aquel adorable paisaje constituido por sus mejillas sonrojadas y unos ojos vidriosos, hubiera servido para que incluso el demonio más ruin del universo anhelara congraciarse con el creador de tan excelsa creatura.
A Thor también, pero estaba demasiado perdido en las sensaciones para desear la redención.
Siguió con su tarea, palpando toscamente la tierna y sedosa carne bajo su mano, entusiasmado a más no poder con lo que acaba de ver. Y se esmeró, vaya que se esmeró. Era un alivio que estuvieran solos en aquel lugar o estaba seguro que los gritos de Loki los hubieran puesto en peligro.
El menor sentía que se desmoronaba, que en cualquier momento se caería a pedazos. Tenía la corazonada de que aquello lo estaba destruyendo, pero aun así no quería que parara. Quería llegar al final... ¿de qué? No tenía idea, pero no estaba dispuesto a renunciar a las respiraciones entrecortadas y a la sensación irracional de sentirse morir.
Sí. Los dos tuvieron ese mismo pensamiento: que ahí, en ese microsegundo, morirían de taquicardia, y sin embargo siguieron con aquello, sin temer ya a nada. Ni al infierno, ni mucho menos a la ira que sabían, encontrarían en el cielo.
No podían parar, no querían y pasó... por un agonizante momento llegaron a las puertas del paraíso.
Y entonces, totalmente aturdidos, resucitaron.
.....
Fue mi primer intento de lime, así que... espero mejorar, sí. El próximo capítulo lo subiré el domingo :3
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