Capítulo 29

DISCLAIMER. Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MCU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.

N/A. ¡Feliz año nuevo! Digo todavía no es pero para lo que falta mejor me voy felicitándolos, ¿no creen?

...............


Ahí estaba de nuevo, podía sentirlo tanto como lo hacía con el pene de Thor metido en la profundidad de sus entrañas.

¿La habitación siempre había sido tan poco iluminada? Los sonido se confundían y su cabeza daba vueltas con miles de pensamientos fatalistas. Unos que lo habían agobiado tanto tiempo y a los que se había aferrado con una voluntad tan férrea que creyó que ya no le provocarían malestar alguno.

Claro que el Sr. Gerald corrió escaleras abajo para llamar al rubio. Como si Thor pudiera resolver esas punzadas que venían como dardos a masacrar su cerebro o la opresión en su pecho que lo desinflaba sin permitirle sosegarse. Pero no, si algo había aprendido es que debía sobreponerse.

Pasos pesados se escucharon y él tuvo los segundos exactos para abrir el cajón de su escritorio. Depositó allí el secreto en forma de papel y lo cerró; levantó la cara con esfuerzo y la direccionó al hombre de constitución fuerte parado frente a él.

Por su puesto que preguntó qué pasaba, en qué ayudaba y si eso era algo frecuente. Casi parecía un doctor, no en la práctica pero sí en el discurso dado. Tampoco le extrañó que fuera dicho profesionista quien horas más tarde se encontrara en el vestíbulo listo para hacerle una inspección que ya parecía de rutina.

El mismo veredicto fue dado, sólo que otros oídos lo escucharon y el semblante de Thor se endureció al saber que esa era una de las razones por las que tenía esos extraños ataques a media noche.

Sus pulmones, al parecer, tenían secuelas desde que se enfermara de tuberculosis. Aunque no entendían todavía cómo pero era la única explicación a su respiración errática que provocaba falta de oxigenación en el cerebro y por lo tanto dichos temblores.

No quiso centrarse en ello esa noche. Ahora que tenía un aviso claro de lo que seguía estaba inseguro de nuevo. Era estúpido por cuestionarse hasta ahora pero también lo había sido al enredarse con Thor más de la cuenta. Tener sexo estaba bien, ¿desear seguir así por siempre?

Ya debería saber que los sueños, sueños eran.

Frotó con ambos pulgares los parpados cerrados del rubio mientras este, acostado a un lado de la cama, le otorgó una sonrisa brillante y vibrante. Loki recorrió los pliegues que ya se le formaban entre las sienes y los costados de sus ojos. A él le parecían un símbolo de jovialidad y espontaneidad que lo atrajo como un imán desde el primer instante.

Pasó las palmas por su barba, el hecho de que la conservara aun cuando esta no estuviera de moda le hacía recordar por qué su yo del pasado, y él en una parte recóndita de su ser, mantenía el respeto y la admiración por él. Besó con parsimonia el pómulo izquierdo de Thor y repitió la acción sobre su frente que en la que ya surcaban varias líneas.

De nueva cuenta acababa comprobando el peso que el azul cielo de esos ojos ejercían sobre él al abrirse: lo aplastaban con una fuerza que no reconocería ante él y acababa fulminado sin remedio. Ay de él porque su decisión había sido radical en aquel momento, porque aún lo seguía haciendo a pesar de esos ojos.

Paladear sus labios fue casi una forma de expiarse. Tocarlos con los pulgares, permitirle a su piel derretirse mientras él lo acariciaba, mientras él lo desnudaba, mientras se dejaba arrullar por esas manos era un grito de auxilio porque sabía lo que quería y al hacerlo, también reconocía que no lo obtendría.

Ya estaban desnudos pero Loki en lugar de enfrascarse en el acto quería hacerlo en el "olvido". Hincó ambas rodillas a los costados del rubio y así, sobre él, arqueó su espalda para continuar con su beso profundo e implacable. Tomó las manos de Thor en las suyas porque no deseaba nada más que frotar sus partes bajas y hacer de aquello más íntimo que sólo tocarse.

Quería verlo. Pidió al rubio no cerrar los ojos, aunque la palabra correcta sería más "exigir". Friccionar sus nalgas contra el pene semi erecto de Thor sin el lubricante fue una sensación seca y cruda, pero quería eso. El dolor era algo a lo que estaba acostumbrado y lo apreciaba como si de un viejo amigo se tratase. Guió su pene a través de su ano sin preparar y empujó.

Gritó. Dolía y a pesar de eso, cuando Thor trató de hablar para detenerlo, Loki lo calló con sus besos. A la larga el rubio, consciente del daño que también provocaba en él entrar en un pasaje estrecho hasta límites insospechados, aguardó. Si eso era lo que el menor necesitaba, se lo darían con gusto.

Loki apretó su palma contra la del mayor en cada centímetro de agonía que tuvo cuando su otra mano forzaba la gorda erección en su canal. Sudor empezó a bajar como la bruma ante la inminente tempestad y su boca martirizó en acto de venganza, a los labios del otro.

Eso estaba bien, el que lo desgarraran de esta forma no era placentero pero sí la representaba su ansiada pérdida de memoria. La mitad del pene ya estaba metida en él cuando se le ocurrió que sería una buena idea chupar los pezones del rubio: los apretó entre sus labios tal y como lo hacía su recto con su erección y continuó abriendo ambas cavidades para los invasores.

Un jadeó estrangulado siguió a su acto de situarse totalmente sentado sobre el mástil que lo estaba partiendo. Sonrió con lágrimas en los ojos y viendo hacia el techo. Eso era lo que quería: su interior palpitando de ardor y con llagas saliendo a cada movimiento que hacía, hacia arriba, hacia abajo, en círculos.

A Thor le gustaba a pesar de sus quejidos. Su falo ya estaba tan hinchado y lleno de líquido babeante que mojó el recoveco cálido que le había dado asilo. ¿Cómo se atrevía? Loki apretó sus paredes internas y fue más rápido, esta vez con estocadas erráticas, no calculadas, cuyo único objetivo era dañar su recto con cada sentón.

El sufrimiento era tan placentero que entre tantos empujes y golpes sordos dados a su entrada, entendió que quizás lo que se escurría de entre sus nalgas no era semen sino sangre. Thor no lo supo, estaba ocupado gritando dentro de su boca que lo aprisionaba y tirando de sus caderas para acabar ya con eso.

Quiso decirle que se calmara pero sería hipócrita con él golpeándose más duro contra su pene y buscando encontrarse con los embates del rubio. Iba a desmayarse en cualquier momento, si tan sólo...

Y llegó, de su estómago flotó la liberación y con ella, la del mayor que enterró sus uñas en la piel tierna de Loki, a la vez que este lo hacía en sus pectorales.

Pero sus manos entrelazadas, esas nunca dejaron de darse suaves caricias.

..............

Fue como si la tierra se estuviera abriendo y el apocalipsis de la biblia estuviera tomando forma frente a sus ojos. Un frío hondo reptó por sus extremidades y las dejó flácidas, era una suerte que a su costado estuviera la silla de juncos que se usaba como decoración.

Sentado, reflexionó sobre cómo había sido posible que en tan sólo un par de meses más o menos todo se desbaratara para su familia en Londres. Aunque el cómo y el por qué no le importaron tanto como el hecho de que Sif, a quien le tenía un cariño y aprecio infinito, había acabado siendo la protagonista de una pesadilla.

En el obvio trazo fuerte sufrido por la caligrafía, Thor podía interpretar el desespero de su hija y su necesidad de ayuda. Mencionar a Magni no ayudó y mucho menos lo hizo el que de forma entre velada, ella sugiriera que en parte era su culpa.

Lo estaba exhortando a regresar lo más pronto posible y de llevar con ella a Loki pues le mencionaba que la solución más práctica y fácil para erradicar las habladurías la tenía en la palma de la mano: regresar con su protegido y demostrar su cariño y apego hacia él como antaño.

Aquí se presentó la punzada venenosa en su pecho que de igual forma se esparció como varicela en su cuerpo. Luchó contra la necesidad que lo urgía a partir de inmediato rumbo a Londres y contrario a lo que creyó, aceptar lo que quería resulto cómodo.

—No iré con mi familia —le dijo Thor a un Loki que había permanecido callado al otro lado de la habitación y con la espalda recargada en la pared—. Porque ahora tú eres mi familia.

El doble parpadeo y la posición estática que asumió el menor lo hicieron dudar de sí mismo, de nuevo. De repente, su semblante se le asemejaba a una casa llena de grietas por las que traspasaba una especie de oscuridad espesa e indescifrable.

Thor no era tonto: sabía, por la falta de reacción ante el contenido de la misiva de su amante, que este ya tenía algún indicio de lo sucedido. Claro que se contaban cosas pero el rubio se había encontrado con que el joven era una especie de cuentagotas pues daba dosis de información que se necesitaban en el instante pero se reservaba lo demás para después.

Ahora que lo volvía a arrinconar contra el muro para comerlo a besos, caía en la cuenta de que quizás eso era una explicación de su tendencia masoquista de los últimos días. Acarició su cuello e hizo círculos con sus pulgares alrededor de la mandíbula suave de Loki, procurando profesarle a sus labios la devoción que le tenía.

No quería herirlo. Metió debajo de su ropa sus manos, para palpar su espalda lisa y fría. Paseó su toque por los huesos sobresalientes y fue de arriba abajo serpenteando entre los pliegues que se formaban en su piel.

Juntos y sin palabras decidieron volverse a hacer el amor. Aquello dejó de muy buen humor durante un tiempo a Thor y más cuando se dio el valor de dar una respuesta a su primogénita en la que aclaraba sus razones lógicas para un lento retornar a su hogar.

Cambió la estación a la siguiente y ellos continuaron ávidos de caricias y susurros subidos de tono. El rubio casi pudo ignorar la sombra alojada en la faz del menor, una que hablaba de lo inevitable de su destino.

En algún punto el mayor debía irse y aclarar lo sucedido, todavía no habían tomado una decisión sobre si era prudente viajar ambos o sólo dejar que el rubio interviniera. Loki apostaba por su estancia en Londres como Thrud sugería pero por el tono de duda en su hablar, Thor no estaba convencido de que en verdad él deseara eso.

Así pues, la solución indolora en su mayoría era la de enfrentar el problema él. Sin embargo, de nuevo, había un inconveniente. Si todo se aclaraba como debería ser y resultaba en el restablecimiento del orden antes conocido, quedaba el asunto de sus continuos viajes para visitar Liverpool.

Deberían esperar por lo menos un par de años para pasar a ser una noticia de segunda mano para el escrutinio público o si no, acabarían dándole más razones a la gente para murmurar. El que él saliera muchas veces a otra ciudad y durante periodos largos sólo podía significar una cosa.

—Te amo —repitió por enésima vez esa noche el rubio, sobando el delgado brazo de Loki.

El menor se estremeció tanto por la caricia como por la declaración. No importaba en cuantas ocasiones Thor reiterara eso mismo, el efecto no difería. Ancló su mano en las caderas desnudas del otro y lo arrastró lo más cerca que podían estar el uno del otro.

No se besaron. El rubio sólo pegó su frente a la del contrario, procurando que ambas narices se encontraran en un punto difuso. Respirando el mismo aire y compartiendo la misma sonrisa que los despojaba de preocupaciones más allá de cortejar el cuerpo del otro, hallaron paz.

Pasó otro mes y otra carta arribó. Así sucedió con cada mensaje que fue llegando a partir de ese, sólo que ahora fue cada semana. Thrud era más escueta con sus palabras pero seguía insistiendo.

La voz dentro de su cabeza que lo instaba a cumplir con sus responsabilidades ya había ido perdiendo fuerza contra la nueva, más egoísta y soberbia. Pero el precio de quedarse era el que pagaba por el desgaste mental que sufría al relegar los pensamientos fatalistas sobre su familia.

Sin embargo, siguió haciéndolo.

...............

Le parecía divertido cómo las amistades cambiaban conforme a la dirección con la que soplaba el viento, como lo hacían las olas del mar. Incluso aquellas que en un momento indefinido de su vida le habían parecido que durarían pese a las vicisitudes.

Allí estaba ella, en medio de la calle, saliendo de comprar pan con Fiorella. Siendo ignorada por Stephany en cada uno de los tres intentos que había hecho por saludarla. Al final, esta sólo le había dirigido una mirada nerviosa y se había subido al carruaje junto con su madre a toda prisa.

Ella había hablado con Fandral, Volsstag y Hogun sobre el tema. Al parecer, Francis también era de la idea de "resguardar" el honor de su amigo, dado que había claudicado en los intentos de la ahora infame familia Odinson por dialogar con él al respecto de lo acontecido.

Si bien las amistades restantes habían enunciado sus disculpas por lo indiscreto de su pensar, al final para ella había quedado claro que tanto la palabra de su madre como la de la propia Thrud eran inverosímiles para ellos. No tomarían partido a su favor hasta que Thor hiciera el gracia de comprobarlo a su regreso.

Ni siquiera Magni pudo hacer nada. Su valía aún no era vista a pesar de ser ya un adolescente, casi un hombre. Uno que no llevaba las cuentas familiares o que no tenía un asiento en el club burgués al que pertenecía su progenitor.

A Thrud no le había importado que los antiguos pretendientes suyos que le habían jurado amor eterno en cada baile que pisara en un principio, la vieran ahora con desagrado y susurraran a sus espaldas que era mejor que los hubiese rechazado "no fuera a salir como la perdida de su madre".

Ya no había invitaciones a fiestas o cortejos ni mucho menos reuniones con "amigos" para ella. Pero estaba bien, no los necesitaba. Había llorado lágrimas amargas muy quedito en su cuarto para que ni Magni ni su madre, que ya se estaba recuperando un poco, la escucharan.

A la mañana siguiente era de piedra. Ahora se dedicaba a acompañar a su nana y a Eliza de un lado a otra efectuando compras. Contrario a su madre y hermano, ella no se encerró, primero porque le encantaba salir a hacer algo y segundo porque quería demostrar que sin importar el desprecio que le expresaran sus iguales, ella no se veía afectada.

Gastó el tiempo casi en su totalidad con los empleados y en la cocina o se ocupó en el jardín. Ocupó el puesto de su madre y organizó la despensa junto con los quehaceres y pormenores en lo que respectaba a las otras propiedades de la familia Odinson repartidas por la ciudad.

Magni le ayudaba con la administración y con los números a los que ella les tenía cierta aversión. Algunos días ellos iban juntos a ver el avance de las fábricas y aunque los capataces se negaran a darles informes, el adolescente insistía por la fuerza que le infundía tener a Thrud a su lado. Aquello sumaba más logros a su causa.

Fiorella también estaba ahí, con esa aura de orgullo que llenaba de dicha el corazón de ambos jóvenes y Eliza era la mano derecha de todos en cualquier asunto. La nana ya no los cuidaba, sólo se había convertido en una observadora que alentaba y resguardaba. Al igual que Jane con Sif, debían admitir todos.

Thrud cambió. Pronto, con cada paso que daba y con cada conocido que se topaba y le rechazaba el saludo, ella fue perdiendo el temblor en sus manos y la frigidez en su cuello. Tampoco apretó más su mandíbula ni pegó sus brazos cual soldado a sus costados.

Fue así como después de rogarle a su padre su cobijo durante semanas, claudicó.

Al menos, en hacerlo por la misma vía que utilizara en ese periodo. Al fin su mente se abrió para Magni y ella depositó su secreto mejor guardado en él, quien al comprender sus acciones de niña "mimada" pasadas, aceptó la idea de su hermana.

—Debes quedarte.

—¡No! Debo ir contigo.

—¿Entonces quién se hará cargo de todo mientras yo no esté?

Dos pares de ojos marrones con distintas tonalidades, se retaron. Tenían sus propias razones para no aceptar la separación después de aquel par de meses en el que habían sido el pilar del otro.

Jamás les habían inculcado que debían quererse. Tal vez sus padres les repitieron que los amaban y que ambos eran hermanos pero nunca habían incluido de forma explícita el verbo "querer" o "amor filial" a su vocabulario.

Los dos habían crecido en su propio mundo y ahora que se habían visto forzados a colisionar no estaban seguros de desear estar solos en sus problemas de nuevo. Pero alguien debía quedarse.

—Para serles franca no me gustaría que fueran —dijo Fiorella, saliendo de las sombras con una tetera y un par de tazas sobre la bandeja de cobre—. A la larga, el Sr. Odinson volverá. No hay por qué ir en su busca.

—Yo creo que es buena idea —intervino Jane, que iba de paso, rumbo a las escaleras para llevar una cubeta de agua caliente—. Ya es hora de que la señora les restriegue en la cara a esos malditos, su inocencia. Anhelo ver la hipocresía correr de nuevo en esta casa.

La nana casi mató a Jane por dicho comentario. Ella sabía que no era prudente dejar que Thrud fuera a aquel lugar, en donde Loki y Thor estaban solos y sin supervisión. Podía acabar como su madre o peor y eso era algo que ambas le habían jurado a Sif que impedirían a toda costa.

—Entonces iré contigo mi niña. —Resopló resignada y le dirigió una sonrisa que fue correspondida.

Esta por su parte, alzó una ceja viendo a su hermano, el cual sólo puso los ojos en blanco y aceptó. Únicamente había una regla en todo ese asunto, que tanto la servidumbre como entre ellos se había acordado:

—Mamá no debe saber —reafirmó Magni.

...............

Voy a tratar de actualizar la otra semana porque vamos atrasados xD. Espero que las nornas confabulen a mi favor.


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