Capítulo 28


DISCLAIMER. Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MCU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.

N/A. Ya estoy de vacaciones *llora de felicidad*. Sin más, espero que lo disfruten.

...............

Capítulo Veintiocho

Resopló con fastidio y se dispuso a concretar la no tan difícil tarea de la mucama. Sacó la ropa que ella había recién doblado dentro de su cómoda y empezó a organizarla por colores.

Fue de acuerdo a los tonos del arcoíris con el blanco y el negro al principio y al final, respectivamente. Quizá no era lo correcto así, pero era la forma en que a él le gustaba; la forma que le había precisado a Helga en que debía ir guardada.

—¿Ahora también haces tareas del hogar? —Escuchó la voz gruesa y rasposa tras él. No volteó, quería terminar aquello lo más pronto posible.

—¿Ahora te dedicas a hacer bromas ridículas cuando no tienes nada que hacer? —soltó Loki sin pensar y ejecutando su tarea con pericia—. ¿No deberías estar ya dormido?

—He vivido con insomnio desde que...

El canto de unas cigarras impregnó el ambiente y arrulló el alma perturbada de ambos hombres. Claro que sabían el final de aquella oración, pese que en aquellos días habían estado evitando hablar del tema que la envolvía. El menor terminó de hacer lo propio y se subió a la cama para recostarse del lado derecho.

—¿Quieres hablar? No te aseguro que funcione pero podemos intentar.

Una pequeña sonrisa se esparció por la faz nívea y fue correspondida al instante. Thor se dejó caer sin delicadeza sobre el lado del colchón vacío y en vez de adoptar una postura recta y serena, puso su cabeza sobre el pecho de Loki, en diagonal. Sus piernas estaban al aire pero eso no le molestó en absoluto.

—Me alegra que comas un poco más cada día.

Esas palabras hicieron que el menor parara las caricias que le propinaba a los cabellos rubios de su interlocutor. El torso de Thor se tensó en respuesta a la misma reacción del otro y rodó su cuerpo de modo que quedaran frente a frente.

—Sólo... —Suspiró—. Estoy preocupado por ti, cariño.

—No me digas así —respondió en menos de un segundo—. Lo entiendo.

Si un grano de mostaza cayera en la habitación, de seguro sería un ruido ensordecedor para los presentes.

—¿Cuándo regresas a Londres? —interrogó el menor como no queriendo la cosa. El cajón superior de su escritorio de repente le pareció dinamita—. Ya ha pasado mucho tiempo y las cosas aquí ya están como quieres que estén.

Thor tragó saliva y volvió a su posición primigenia. El techo le pareció muy interesante, estaba algo húmedo y parecía como si la pintura estuviera plegada. Había pasado sus noches en compañía del insomnio y los recuerdos. De la verdad.

Cada que miraba a Loki sentía una tremenda congoja, digna de compararse con un padre primerizo en el parto. Aquello a lo que no quería darle nombre o un significado poblaba su pecho. Por primera vez en tantos años era presa de un miedo cegador.

—Dime Loki, tú..., ¿cómo supiste que...? —Calló y apretó las palmas de sus manos sobre sus parpados.

—No estoy entendiendo Thor. —O sí lo hacía, comprendía que el tema de alguna manera se había desviado a algo más escabroso, lo que no sabía era si era zona de guerra o no—. Si tanto te perturba lo que quieres decir, no lo digas. No tienes que obligarte a nada, al menos no conmigo.

Y ahí estaba. Lágrimas se le escaparon de sus ojos azules mientras apretaba la boca para aguantar. Allí tenía la respuesta, ¿para qué quería analizarlo más? Él era así porque de alguna extraña manera aquello condenado a ser un secreto, lo liberaba.

<<"Pero no te lo permitirás, no si no asumes todo lo que conlleva">>.

De golpe se puso de pie y se paseó por la habitación con el ansia de un león enjaulado. Había vivido en el inferno todos aquellos años, esperando a que un milagro sucediera. Lamentándose y pidiéndole una limosna al cielo.

Quedó a una distancia prudente de la cama, con el ángulo suficiente para tener de frente a Loki. El menor a su vez, se sentó al estilo indio con las plantas de los pies superpuestas y sus manos sobre estos.

—He analizado durante mucho tiempo mi relación contigo, lo que pasó entre nosotros. —Los labios de Loki se abrieron pero calló al alzarse la palma de la mano de Thor—. Yo no, no sé. Nunca entendí cómo pudo pasar esto a ti, a mí. He estado dándole vueltas...

—Sí Thor ya deduje eso, y sé qué quieres decir. No es el fin del mundo, acéptalo y vive con ello.

—¡Es que no puedo! Para ti es fácil, porque tú no naciste... No fuiste... —Captó en cámara lenta cómo la expresión de Loki se deformaba. De tranquilidad a mutismo agresivo—. No quise decir eso, estoy intentando explicarte algo.

—Oh ya sé que nací como un don nadie y que por lo tanto, no había expectativas para mí. Creo que entre tú y yo, tal realización llegó a mi primero Thor, así que no me trates con condescendencia.

Se deslizó de las sábanas como un felino y de igual manera se dejó caer frente a él. Parecía un lobo al acecho cuyo principal motivador era acorralar a su presa. El menor acunó un costado de su rostro en su mano y ladeó la cabeza al hacerlo.

—Lo que me dijiste aquella noche, después de que me aliviara de mi enfermedad, ¿te arrepientes?

—Por supuesto que no.

—¿Y sabes por qué? Porque no fue una afirmación, fue una declaración ambigua para no involucrarte por completo en la situación —Su mejilla pasó a ser un almohadón para que las uñas apenas largas pero filosas de Loki se enterraran—. Es más fácil cometer algo ilícito siempre y cuando no se te nombre a ti como participe en ello.

El rubio apretó los ojos, sin molestarse en liberarse del agarre del menor. No tenía argumentos contra su lógica ni ganas de pelear con ello. Al menos no su parte racional, su instinto por otro lado, se retorcía furioso en su mente queriendo contradecir lo innegable. De nuevo.

—Eres un sodomita Thor, igual que yo. Admítelo, esto está mucho más allá de mí. —Tomó la gruesa mano del rubio y la posó en su cadera mientras con la otra lo hacía sostener su cabeza—. No soy yo quien te ha hecho así, fuiste tú quien empezó esto. Fuiste tú el que siempre deseó esto.

Oh, ansiaba tanto decirlo él mismo y a la vez desecharlo. Tenía miedo, pero ya estaba harto de él.

—Soy un sodomita y te amo como jamás he amado a alguien Loki.

Ambos saltaron a los labios del otro.

Thor nunca se había sentido más relajado que en ese momento.

...............

Subió las escaleras ignorando las miradas de sus sirvientes y las voces tanto de la ama de llaves como de su nana. Su destino estaba claro y no iba a perder el tiempo con tonterías.

Sin embargo, antes de que llegara a su alcoba salió a su encuentro una no tan pequeña figura. Sus ojos del mismo color marrón que los de ella refulgieron de forma que parecía que si no apartaba la vista, la engullirían. No lo hizo.

La opresión en su pecho iba mucho más allá de cualquier cosa que Magni pudiera hacer o decirle. Este cruzó los brazos sobre su torso y por un momento pareció la figura de su padre la que estaba frente a él.

Lo extrañaba tanto, él era la única persona en esa casa que no la había herido.

—Me sorprende que después de todo este tiempo por fin te dignes a aparecer. —Su gesto mutó entonces. De tener el ceño fruncido paso a levantar las cejas y abrazarse a sí mismo. Parecía indefenso—. Hermana, mamá está cada día peor. No sale de su cuarto, casi no come; he tenido que traer al médico y le ha diagnosticado melancolía.

—¿No crees que es suficiente castigo por lo que hizo? —Las palabras salieron más ácidas de lo que planeaba. En realidad, aquello había logrado que un escalofrío subiera por su espina dorsal.

—Basta Thrud, ¡ella no hizo nada! Si algo sé, es que una de las razones por las que está en esta situación es por tu falta de comprensión y rechazo. Te necesita aquí, yo te necesito aquí.

Parpadeó varias veces al escuchar dicha declaración. Él era un hombre, el heredero de la casa de su padre y ahora admitía su impotencia. Relajó su cuerpo e intentó comprender a su pequeño hermano.

Él no se merecía aquella angustia y vigilia en que se notaba había estado por lapsos amplios. Prueba de ello eran las profundas ojeras que tenía en su faz. Parecía una vasija demasiado llena para contener todo lo que había dentro.

—¿Thrud?

Aquello fue un susurro, casi parecía la vocecilla de un ave herida. No podía ser esa la voz de su madre, la que era dominante y firme, la que no necesitaba gritar para ser atendida.

Magni asintió en señal de aprobación, instándola a que fuera al encuentro de su progenitora. Dio pasos ligeros, como si no quisiera espantar a quien se encontraba dentro de la habitación en la que muchas veces había ido a pedir consuelo o a pelear por algo que no le parecía.

La figura marchita y doblada que se posaba en la cama con una bata holgada en vez de vestidos coloridos y elegantes no era Sif. Se negaba a asociar el nombre de su madre con la mujer de cabellos revueltos que más que parecer rubios, eran una mala copia del color de la cerveza.

—Madre.

—¿Has venido a verme? —dijo, o más bien suspiró.

El pecho de su madre se elevó en compases continuos, como si le costara recargar el aire perdido. Jane se puso a su lado rápido procurando darle ánimos y contando en series de tres en tres para regularla.

Lágrimas calientes brotaron de los ojos de Thrud, y Magni sólo alcanzó a taparse la boca con su mano derecha. Ya no pudo estar más parada allí, como si le importara un comino su madre. Dejó atrás el margen de la puerta y corrió para tirarse a llorar sobre las cobijas que abrigaban aquellas piernas.

—Perdóname mamá —suplicó—. No sabía, no pensé... No volveré a dejarte sola. Sé que es mentira, eres inocente. No dejaré que nadie vuelva a hablar mal de ti, tú no hiciste nada malo.

En sus cabellos sintió rondar una mano delgada, demasiado. Su madre acarició su cabeza y aquello sólo sirvió para hacer que el llanto que cantaba, aumentara.

¿Cómo había podido creer todo eso? ¿Estaba ciega? ¡Su madre no era así! ¡Jamás haría algo así! Pero no, claro que sabía por qué había creído eso al pie de la letra. Ahora se arrepentía de todo el odio y envidia que se había apoderado de sí misma en aquellos días infernales.

Le dio paso a los cálidos recuerdos de su progenitora y de su infancia llena de luz y colores vibrantes. Su madre había provisto aquella felicidad pero también la había medido en dosis aceptables. Nada le debía, ella era quien había estado en un error.

Una vez Sif se quedó dormida, cosa que según Magni no pasaba seguido, ella se retiró a su alcoba y dio instrucciones de ir por sus cosas a casa de Stephany. En la soledad, al fin se dio permiso de sentir vergüenza de haber escrito aquellas cartas a Loki llenas de ira. Esperaba que se perdieran en el trayecto.

Releyó cada misiva que ponía en el cofre que tenía sobre su escritorio y ya que estaba en eso, se acercó al librero que tenía al fondo de su habitación y de ahí sacó un libro hueco. Ese que era testigo de su secreto.

Decidida, tomó una pluma y un tintero. No quería ya darle vueltas a por qué su padre aún no regresaba, así que sólo se apuró a plasmar su pesar en el papel. Tenía la solución en bandeja de plata y con ella acabaría con aquel embrollo de una vez por todas. Su madre se recuperaría, ponía a Dios de testigo.

Lo juraba, si no, dejaba de llamarse Thrud Odinson.

...............

Acordaron que esta vez sería diferente. Nada de desenfreno pasional, nada de angustia trágica. Thor quería cortejarlo como si de una dama casadera se tratara y aunque en un principio le pareció ofensivo, al final acabó cediendo siempre y cuando él hiciera lo mismo con el rubio.

Mensajes ocultos en la oficina o notas ardientes eran el pan de cada día de ambos hombres. Seducirse el uno al otro se volvió más el cometido de ambos que el de juntar sus cuerpos.

Thor quería que fuera especial, la primera vez dulce y romántica que no le había dado a Loki. Mientras tanto, podían seguir jugando a la casita.

Cada día eran ramos de diversas flores, todas encontradas y recogidas por el rubio. Consideraba que el comprarlas sería un insulto para su amado y este era de la misma idea.

El menor pidió a Helga que le enseñara a cocinar. Aludió al hecho de que a falta de dinero suficiente y por nuevas reglas del dueño, las horas de su jornada se reducirían, por lo que Loki sería quien hiciera la cena.

Astuto era una palabra que describiría bien tal treta fraguada por Loki, Thor la aplaudió y el menor hizo una venia para tirarse a los brazos del rubio quien los tenía preparados para recibirlo. Ellos y su regazo.

El más pequeño adoptó una manía que aplicaba constantemente a los besos que se daban. La lengua ya no era un instrumento novedoso para él, pero sí lo fue cuando el labio inferior de Loki besaba el superior de Thor y viceversa. ¿Era anticuado? Sí, pero a él le parecía como un coqueteo picante que atraía más la atención del otro.

Había noches en que hacían un picnic en el jardín o en la sala. Actuaban como si estuvieran viendo un paisaje. Loki lo describía y Thor le agregaba detalles o a veces a la inversa.

Sus conversaciones se hicieron más sueltas y los días les parecían una secuencia de brillantes estrellas en el firmamento, a las cuales espiaban desde el porche de vez en vez también.

Claro que había peleas.

A veces eran calmadas y otras tenían el poder de arrasar con las cosas de la habitación donde se ejecutara. Una tormenta que casi parecía huracán: el caos que se arremolinaba por todas partes excepto en el ojo del mismo, donde los protagonistas rugían en conjunto con los estragos que este dejara a su paso.

Dulces eran las reconciliaciones. No había habido sexo pero sí caricias, besos en la frente y miradas que reflejaban un pozo lleno de cochambre que sólo podía purificar el otro.

Aquella noche en particular estaba impregnada de alegría y de una vibra equivalente a la del sol entrando por la ventana. En un principio había comenzado como la simulación de un baile de primavera en el que se encontraban. Habían cenado y ahora Thor, pasando un poco de saliva que se le enredó en la garganta, extendía su mano hacia Loki.

Este alzó una ceja, para nada impresionado. Y el rubio no pudo contener la risa que se le escapó sin querer; cambió su postura para ocultar su rostro del menor y así recomponerse pero al voltear, este se había tirado sobre el sofá.

—¿Qué pasa? —preguntó acercándose.

—Es mejor si lo acabamos aquí. Tú no te lo estás tomando en serio así que, ¿para qué seguir?

—¿Estás loco? A Dios le agradezco que nunca pude invitarte a bailar en una gala de verdad, me hubiera muerto de vergüenza por haberte causado esa primera impresión.

El menor no logró contener la sonrisa que apareció al imaginarse dicho escenario. En verdad habría hecho el ridículo, se suponía que un hombre debía exudar confianza y parecer gallardo si quería conquistar a la dama elegida.

—Eres un idiota.

Sus labios tentaron a los del otro en medio de la nula ejecución de pasos sincronizados que dieron. Se inventaron un nuevo tipo de danza en vez de eso. Una con un ritmo suave, acompasado y que les permitiera rozar sus cuerpos de vez en vez.

Cada uno lanzó sus zapatos por el aire y dieron vueltas en los brazos del otro con el sabor de la expectación en sus bocas y algo más. Loki avanzó por el pasillo de espaldas para no perder el contacto visual con Thor mientras iba dejando caer sus prendas al suelo.

Aquello le causó gracia, no sólo por el sonrojo y la expresión maravillada del rubio sino porque en un segundo pasaron por su mente todas las inseguridades posibles sobre su cuerpo. Estaban a unos cuantos pasos de su habitación cuando Thor tomó impulso, se agachó frente a él y lo levantó.

Hubiera sido romántico si al rubio se le hubiera ocurrido que cargar a su amante como un costal de papas no era la opción ideal. Aunque no hubo mucha diferencia pues a Loki la acción sólo le pareció chistosa y rio; por eso y por las atenciones que Thor les propinaba a sus nalgas al aire, aun después de que lo dejara en la cama.

El menor estuvo complacido al ayudar al rubio a quitarse cada una de sus prendas; un par de mordiscos por el hombro, una lamida a sus pectorales y un pellizco al propio trasero del mayor ayudaron a sazonar la escena.

El viento frío era un aliciente a los toques largos dados a sus brazos, a la sensación del cuerpo más grande sobre el suyo y a las caricias propinadas a su rostro. Thor trazó sus cejas y dejó entre ellas un beso sigiloso; y pasó sus dedos por sus pómulos, a la vez que Loki acariciaba su barba.

El mayor sintió que con sólo eso podría correrse, pero aquello ya había pasado en encuentros similares anteriores. Ahora lo que quería era unirse a él de verdad y gozar dentro de su cuerpo.

Del buró que tenía a su izquierda alcanzó un tarro de aceite que había comprado hacía unos días en la ciudad. Su dedo índice se sumergió en él y procedió a acercarse casi con timidez al punto arrugado que había entre las piernas de su amante.

Posó la mano que tenía libre sobre el cuello de Loki y aprovechó que este enredara sus manos en su pelo para profundizar el beso que se estaban dando. Su dígito estaba feliz de sentir saltar al objeto de sus anhelos y en respuesta redujo el diámetro de los círculos que iba dibujando a su alrededor.

Se tragó cada gemido que el menor liberaba y cuando este mordió su labio inferior, se apartó para dejarlo respirar. Enterró sus dientes en su cuello y succionó, obteniendo una sinfonía de quejidos que se transformaban en jadeos.

Ahora su dedo disfrutaba del continuo abrir y cerrar de su entrada mágica al marcar su contorno. Aquella que daría paso hacia el estrecho túnel que su pene moría por probar. Volvió a besarlo y esta vez pasó de los labios a su nariz y de ahí a su mentón.

El aliento de Loki le nublaba por ratos la vista pero sus uñas ancladas a su espalda le hacían recordar lo vivo que este estaba. Temeroso de su recibimiento, su dígito por fin profanó el terreno rugoso y cálido por el que se abrió paso. Con pausas sí, pero sin pararse en su meta de llegar al fondo.

Ambos soltaron sonidos estrangulados cuando Loki lo aceptó. El menor, sintiendo la invasión, tomó las nalgas del rubio y con ellas el mando de su cuerpo, bajándolo lo más que podía para friccionar su pelvis con la suya. El par de penes ya adultos se saludaron, contentos de reencontrarse, llorosos y húmedos por la visita.

El pulgar y el meñique estaban ya cansados de impedir que sus tres hermanos restantes se perdieran en la cómoda calidez que los seducía a quedarse en ese conducto.

—Ya estoy listo Thor, hazlo ya.

El mayor lamió el hilo de baba que se regaba por la barbilla de Loki. Aquello era novedoso a pesar de no serlo, irreal sin que lo fuera en verdad. Quería estar así para siempre, tentar el cuerpo de su amante hasta que desfalleciera.

Cambió el cuerpo cubierto de moretones y marcas rojas, de lado en la cama. El menor y su ano lloraban por el abandono súbito de sus verdugos pero Thor no se apiadó. Así de costado, pegó la espalda de Loki a su pecho e inundó de nuevo con besos su cuello mientras enganchaba la pierna derecha del menor a su muslo y procedía a posicionar su erección.

—Dime que me amas —exhaló.

—¿Qué?

Loki fue sacado del mundo onírico que su parte baja estaba viviendo con absoluta plenitud. Intentó moverse pero el brazo de Thor pegado a su pecho restringía sus movimientos.

—¿Me obligarías a hacerlo?

—Claro que no.

Oh, claro que sí. Su necesitado agujero estaba siendo lacerado, golpeado y acariciado por el trozo de carne erecto que pasaba rozándolo a cada empuje de su portador. Por supuesto que lo resintió más cuando fue forrado de aceite por los ex-intrusos que sólo buscaban provocarlo.

—Maldito bastardo.

—Bien.

Con un golpe lento y pausado, Thor pasó cada barrera impuesta por las paredes carnosas del recto de Loki hasta que su tallo podía percibir las palpitaciones de las mismas. Estaba por fin, cobijado en aquel lugar que tanto extrañaba.

El menor estaba delirando. Dolía un poco, después de todo hacía mucho que nadie visitaba su trasero. Sintió ardor que transmutó a deseo febril cuando Thor empezó a bombear su miembro. Sintió escurrirse de su glande más líquido pre-seminal del que recordaba alguna vez y su culo traicionero a su vez buscó que aquello se prolongara, invitando a su huésped a seguir.

Y vaya que el huésped era caprichoso. Insistía en dar un masaje lento a su carne tierna en lugar de fustigarla. Se enfrascaba en dar vueltas sobre sí mismo para rozarlo pero sin aumentar la velocidad para desesperarlo.

En esa posición sus pezones también estaban vulnerables. La boca de Thor captando tal punto débil, se apresuró a atacar al más cercano mientras le dejaba a sus manos la tarea de estimular el pene del menor.

Loki no podía negar que le encantaba que su entrada chapoteara a cada salto al que lo propulsaba la pelvis de su perpetrador. Había olvidado lo lascivo que podía ser ese pequeño círculo estirado suyo.

Quizá no hubiera sido derrotado si los dientes de Thor no hubieran tirado de su oreja. Su punto más sensible.

—¡Bien! Me rindo, te amo Thor —sollozó en medio de un jadeo.

Thor al fin libre de hacer lo que quisiera, agarró el pene de Loki pasando su mano por debajo del muslo alzado y ancló su mano a uno de los pectorales del menor. Lo que vino hizo que el menor tuviera que agarrarse del cuello del rubio. Estocadas en serio le fueron empujando cada vez más hacia la orilla.

Lo estaban desgarrando desde dentro. Su ritmo cardiaco estaba enfurecido, así como sus entrañas que se aplastaban contra el invasor en busca de más contacto.

El que su pene fuera utilizado para darle ángulo a sus movimientos lo hizo excitarse aún más. Sus vellos se erizaron y sin pena empezó a aullar al compás de los gruñidos hechos a su oreja. Busco un beso que no consiguió, pero estaba bien, mientras el mayor siguiera bombeando su falo, él estaría complacido de ayudarlo a destruir su interior.

Thor vio cómo las nalgas blancas de Loki se volvían rojas de tantos golpes que su parte baja le seguía propinando. Casi le pareció poesía ver a su pene ser engullido por el agujero expandido del menor.

Hacía un rato que el rubio había encontrado la zona especial de Loki. Esa zona en donde las terminaciones nerviosas hacían que sus testículos se tensaran, llenos de semen por expulsar. Con Thor era un poco peor: ya sentía el pene pesado y demasiado tenso, debía explotar o moriría allí mismo.

El ritmo dio un subidón, llevado a un frenesí. Su corazón palpitaba como en una carrera, sus músculos se tensaron. El ano de Loki le cerró el paso mientras este gritaba con voz afónica. Su recto contrayéndose una y otra vez a su alrededor...

Fue demasiado. Por sesiones regó el canal del menor con cuerdas de semen que sintió tardaban muy poco en salir. Espasmos siguieron al acto, su estúpido miembro no paraba de temblar ni el de Loki que aún tenía aprisionado entre sus dedos.

El rubio tragó saliva y con los pocos pensamientos que le quedaban, recordó adorar aquel cuerpo delgado que tenía frente él. Lo reconfortó con besos en su espalda, que pronto no bastaron e hicieron que enfocara su atención en voltear su cara y darle unos de verdad.

Sin prisas y con tiento, sus labios se consolaron los unos a los otros después del terrible estrago por el que los habían hecho pasar.

Las manecillas del reloj avanzaron y Thor comenzó a quedarse dormido ahora con Loki de cara a él. Este se acurrucó entre los fornidos brazos del mayor y empezó a respirar lento. La pequeña ventisca que ello supuso para la piel aun sensible del rubio, lo hizo empezar a roncar más pronto de lo que él planeara.

Era una lástima que tuviera el sueño tan profundo. De otra manera habría sentido la humedad que era dejada sobre su pecho.

...............

Espero que el smut no haya quedado tan mal xD. Iba a reciclar uno que tenía pero no le quedaba nada al momento así que tuve que empezar desde cero.

Otra cosa, ¡feliz navidad a tod@s! El próximo capítulo lo publicaré el 29, así que los felicito de una vez. Sin embargo, para los que gusten leerme en otra historia, estaré subiendo otro Thorki para un evento de navidad al que me uní el día 23 o 24. Los amo, bye.


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