Capítulo 19
DISCLAIMER. Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MCU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.
N/A. Ya no sé qué decirles con respecto a la hora XD.
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En un principio había creído que estaba soñando.
Pero entonces recordó que había salido de su casa rumbo a la mansión Stardust, ya entrada la noche y con indicios de que pronto llovería, lo cual, precisamente, no tardó en ocurrir ni bien bajó del carruaje.
En ese momento no le extrañó que nadie le abriera cuando tocó, ya que el ruido de la recién comenzada tempestad y la falta de aldaba para llamar a la puerta, no ayudaban en nada a tal cometido.
Sin embargo una vez dentro y con ayuda del juego de llaves que siempre portaba con él el servicial Charles, no tardó en percatarse de que no había nadie en la gran casa. Después, riéndose de sí misma, resonó en su cabeza que no debía ser raro dado que había una pequeña casucha en el patio destinada a alojar a los empleados.
Se había quitado las botas por lo que en el recinto, lo único que se escuchaba eran las gotas que se precipitaban contra las baldosas del tejado.
Dio un par de vueltas por los amplios corredores que conectaban una estancia de la mansión con otra y pasó por la que esperaba algún día, fuera el salón en donde Thrud y su marido dieran fiestas al por mayor.
Siguió caminando pensando en la razón que la había empujado a arribar allí a esa hora y en esas condiciones atmosféricas. Ya tenía un par de semanas que no visitaba a su hijo adoptivo y se sentía culpable porque, por alguna razón, su subconsciente la impulsaba a creer que era participe de algún tipo de ardid contra ella que su esposo estaba llevando a cabo.
Aquello era injusto y lo sabía, pero últimamente todo se le estaba saliendo de la manos, empezando porque su hija no paraba de molestarla con que quería al muchacho de regreso y acabando con las tensiones que había entre sus amigas al ser algunos de sus esposos partidarios de las políticas del rey y otros, los miembros más encumbrados del parlamento, que estaban en desacuerdo con ellas.
Fue al soltar un suspiro por lo bajo, que cayó en la cuenta de que aquel sonido tan agudo no lo había efectuado ella con su boca. No. Aquello provenía de otra parte y se quedó helada cuando reconoció lo que era: un gemido.
Estando consciente ahora de todo lo que la rodeaba para no chocar con algo y hacer ruido alguno, avanzó a pasos agigantados hasta la que sabía eran las habitaciones de las que se había apropiado su marido, a un costado de las de Loki, para cuidarlo.
Tuvo que acercarse más a cada una de las dos puertas contiguas para asegurarse de que aquellos espantosos sonidos, que presentía eran los de una cama golpeando contra la pared, no provenían de la alcoba de Loki sino de la de su esposo.
Dudó. No quería acabar de separar la puerta, que estaba entreabierta, del marco, pero tampoco quería cerrarla. Estaba en un punto muerto en donde los gruñidos y sollozos ahogados no hacían más que ponerla en un estado de desesperación nunca antes vivido por ella.
¿Acaso eso era lo que habían sentido sus amigas cuando se habían enterado de que sus maridos compartían lecho con otras?
Por acto reflejo su mente se negó a creer que era eso lo que precisamente estaba sucediendo en aquel cuarto y desafiando a su propia inseguridad, empujó poco a poco aquella barrera que la separaba de la verdad.
<<"Estoy dormida, estoy segura de que sigo en mi habitación y estoy teniendo una pesadilla, nada más">>.
Y es que esa era la única explicación que le pareció razonable cuando reconoció la espalda de Thor sobre la gran cama, que ni siquiera se había molestado en cubrir con el dosel, retorciéndose sobre un cuerpo que no era el suyo.
Se quedó en shock y no sólo por lo que tal cosa implicaba, sino porque nunca en su vida había tenido frente a sus ojos algo tan salido de la parte animal del ser humano y también por lo impropio que se le hacía ver a su marido todo desnudo junto con la parte baja de otra persona, sin una sábana que los tapara.
En un momento de desapego que tuvo, sólo pudo quedarse contemplando, gracias al ángulo que tenía de la escena, cómo el miembro hinchado de su marido, salía y entraba de la que creyó, era una vagina que se apretaba y se aflojaba en torno a la intimidad de Thor.
Se preguntó si así de impúdica se miraba su parte cuando ellos habían hecho aquello. Pero entonces la golpeó de lleno el hecho de que ellos nunca habían copulado en una posición tan indecente como esa en la que alguien aplastaba a su pareja bajo él, únicamente apoyándose de sus extremidades.
Lo que la regresó a la realidad fue la ternura con que de repente su esposo había comenzado a besar la espalda blanca de su amante. Era algo tan cándido y puro que la descolocó aún más si se podía por lo contrastante de aquello, con la rudeza con la que sus partes bajas seguían interactuando.
Dio un paso hacia atrás por instinto al pensar que la habían descubierto, cuando Thor de repente se sentó de espaldas a ella y jaló con él al que ahora podía ver, era el pequeño cuerpo de su amante. Lamentablemente, la colocó en dirección a la pared, permitiendo con ello que Sif reconociera de ella únicamente que era poseedora de un cabello tan negro como el carbón.
Ni siquiera era rubia y aquello hizo que su corazón se partiera un poco más. ¿Por qué Thor jamás había tenido relaciones así con ella si eso era lo que le gustaba? ¿Por qué había tenido que buscar a otra para darle algo así si ella podía haber accedido a dejar su orgullo y buenas maneras de lado para complacerlo?
Cada vez los sonidos iban en crescendo en la habitación y Sif seguía asombrada al presenciar cómo aquello se tornaba en una reyerta salvaje en la que su esposo luchaba por mantenerse dentro de la otra figura y cómo esta parecía estar tan desesperada como él para hacer lo mismo.
Su marido se le asemejó un oso embravecido que gruñía y mordía a su presa para después acariciarla y lamerla, como si la estuviera reconfortando antes de acabarla.
Los gemidos agudos provenían de la mujer, pero por algún motivo que no alcanzaba a comprender, estos le parecían diferentes.
Entonces sucedió el punto de culminación que ella había estado temiendo sin saber por qué y un gritó reverberó por toda la habitación. El de Thor fue menos escandaloso pero no dejó de notar, por la tensión y temblor de su cuerpo, que se había derramado en el interior de la otra.
Cuando ambos se estaban besando aún en esa posición, fue que Sif tuvo consciencia de que sus mejillas estaban húmedas y de que, mientras una de sus manos estaba apoyándose en el marco de la puerta, la otra se estaba apretando sobre su boca y su nariz, tan fuerte que por un instante creyó que tal vez le quedaría una marca en ese lugar.
Las palabras que dejó salir su marido y la entonación dulce con que las dijera fueron quizá las que acabaron de darle el tiro de gracia.
Le había dicho "cariño", a ella. A esa mujer que no le había dado nada más que su cuerpo. Que sólo lo miraba en sus momentos buenos, probablemente únicamente durante la noche cuando la necesitaba para copular y ya. Y se lo había dicho de una forma tan contraria a lo impersonal que sonaba con ella que un nuevo sentimiento comenzó a aflorar en su pecho.
Uno que murió cuando otro pensamiento llegó sacudiendo todo su ser: ¿y si la dejaba embarazada?
<<"No. No puede hacer eso, no a mí. No a sus hijos ", pensó>>.
Con suma facilidad su esposo cargó el cuerpo de su amante y le dio la vuelta para quedar de frente, o al menos así le pareció pues su cuerpo cubría la cara de la prostituta que había osado interferir en su matrimonio.
Le respondió y aquello fue aún peor. Tenía que salir de allí.
Ya no podía seguir haciéndose eso a sí misma. No quería oír cómo se decían cosas íntimas o se declaraban amor eterno, como parecía que harían en ese momento. Ya vería como resolvería todo eso, pero ese día no. En ese momento lo único que deseaba era ir a casa y llorar libremente.
Pero estando tan distraída al verlos besarse el uno enredado en el otro, para así seguir recordando que aquello era cierto y no un invento de su cabeza, dio un paso en falso y tropezó con una hendidura que tenía el suelo, haciendo apenas un sonido.
Uno que le costó ver los ojos verdes más brillantes que había contemplado en su vida, con tal de asegurarse de que no se habían percatado de su presencia, regresarle el gesto.
Unos orbes que ya conocía pero que su cerebro no alcanzó a registrar durante el tiempo que estos se quedaron petrificados observándola con la boca abierta de su portador.
Y de repente todo encajó en su cabeza y la luz de la luna bastó para darle forma a cada parte de ese semblante, de ese cuadro que estaba frente a ella.
—Sif. —Escuchó el susurro que abandonó aquellos labios que habían plantado miles de sonrisas en la faz de su primogénita, cuando le soltaban una broma.
El muy descarado no sólo estaba teniendo la desfachatez de encararla en tal acto aberrante sino que encima le hablaba como si fueran iguales, como si ellos tuvieran las mismas canonjías. Como si él no fuera la cosa más repugnante del Universo.
Pero esto trajo consigo otra idea mucho más espeluznante y la realización de ello la hizo casi desmayarse.
—Thor, ¿qué has hecho?
Antes de que el hombre rubio acabara de darse la vuelta para verla, ella salió corriendo lo más rápido que pudo de aquel horrible lugar.
..........
Sintió como el miembro de Thor se ponía flácido dentro de él mucho más rápido de lo que había hecho en cualquier otra situación y se concibió tan abandonado cuando de repente el mayor lo había casi empujado, saliéndose de él, para seguir a aquella mujer con sólo una sábana cubriéndolo.
Entendía la preocupación y el terror que inundaban la voz de su pareja al gritar el nombre de su esposa, pero lo que no comprendía aún era por qué se había sorprendido de tal reacción, de su reacción.
Había imaginado tanto ese momento que ya le parecía más como un recuerdo borroso, un dejà vu. Uno en el que el sentía que estaba próximo a morir porque, literalmente lo estaba.
Pero no era así. Todo aquello era más bien como un prado lleno de flores que se había visto opacado durante mucho tiempo por una nube, pero al que ahora lograba alcanzarlo la luz del sol y el viento que mecía todas las flores.
Calma. ¿Acaso esa era la calma antes de la tormenta a la que los escritores hacían alusión a veces?
—Se fue, tengo que alcanzarla, tengo que... ¡Por Dios Loki, ¿qué demonios haces?! —Aquel grito casi lo hace retroceder en sus pasos pero decidió que no se amilanaría, no cuando ya no tenía nada que perder.
—Quiero un abrazo. ¿El que Sif nos haya visto cambia acaso tus sentimientos por mí?
Tragó saliva. Claro que no, el que su mujer hubiera encontrado su secreto era algo que no reducía el sentimiento que le inspiraba el quinceañero ni mucho menos. Pese a ello, tampoco ayudaba el pánico que bañaba cada centímetro de su anatomía.
Tomó el delgado cuerpo en sus brazos y lo guió hacia el lecho que minutos antes compartieran a gusto.
Se la pasó besándolo con todas sus fuerzas. Adoraba ese cuerpo como nunca lo había hecho con ningún otro, por eso era que la desesperación no lo abandonaba, ¿qué haría sin él? ¿Qué haría si su esposa decidía acusarlo de incitador?
Loki dejó que el mayor lo arrullara, parecía que tal cosa lo hacía mantenerse sereno. Thor aun no lo entendía, pero no tenían nada que temer.
Él tal vez lo hubiera hecho alguna vez, cuando había creído que el encuentro con su padre sería inevitable, ya que sus acciones sólo podrían llevarlo a un lugar en concreto después de que cruzara el umbral de la muerte.
Ahora ya no tenía aquel miedo, pues no estaría solo en ese lugar, Thor estaría con él. La muerte no los separaría ni mucho menos, se juró, después de todo ambos tenían su pase directo al infierno firmado y sellado, sólo necesitaban hacerlo valer y ya estaba.
—Mañana lo solucionaremos.
—Tal vez no haya un mañana.
Se despegaron y atraparon sus orbes en los del otro. Loki relajó su semblante y sonrió de medio lado con confianza y burla para que aquello pareciera un juego. Poco a poco las cejas levantadas y la nariz fruncida de Thor fueron perdiendo su nitidez hasta que se convirtieron en un gesto de pura condescendencia.
Si Loki no sentía inquietud alguna, él tampoco. Por lo menos durante lo que durara el resto de la noche y la madrugada.
...............
Pasaron tres días en los que Sif se negó a salir de su habitación, a comer, a cumplir sus deberes y todo lo que alguna vez en la vida le había parecido importante. Sólo tenía retazos de lo que sucedía afuera por lo que su fiel sirviente, Jane, le contaba cuando le preparaba el baño.
Su marido no había vuelto a casa en todo aquel tiempo.
Casi se había echado a reír cuando escuchó aquello provenir de la boca de Jane. Estaba claro en dónde se encontraban las prioridades del rubio o con quién estaban, mejor dicho.
Aquello era un insulto hacia su persona, hacia su papel y hacia su función, no sólo como esposa, sino como la madre de sus hijos que era.
No por eso pudo dejar de seguir llorando y vomitando la bilis que aún le quedaba después de que hubiera expulsado de su cuerpo ya todo su alimento.
Había analizado todas las posibilidades que se abrían ante ella y la única que le había parecido la más prudente era llevarse a sus hijos a Liverpool, a vivir en casa de sus padres.
Y es que tan sólo deseaba ser reconfortada por alguien, ser una niña pequeña otra vez para ir a refugiarse en brazos de su padre o peor, quería jamás haberle dicho que sí aquel día a Thor. Que sí podría soportar el no ser amada por él, que sí podría enamorarlo cada día de su vida...
Se había equivocado hasta el fondo.
Sin embargo, ya nada podía hacer contra ello, lo hecho estaba hecho y la vida no era un cuento en el que todo se arreglaba por arte de magia con sólo anhelarlo.
Tampoco podía ir con sus padres porque tal cosa generaría preguntas de toda clase, unas que no estaba segura de querer responder, al menos no con la verdad. De hecho, llegados a ese punto, no estaba segura ya de nada.
¿Cuándo había sido que Thor había comenzado a tener aquel tipo de preferencias? ¿Las había tenido siempre? Pero sobre todo, ¿por qué demonios no le había dicho nada cuando se habían conocido?
Se disculpó con Dios por conjurar a sus peores enemigos y procedió a darse una explicación a su última pregunta. Claro que no podía, si lo decía o tan siquiera lo daba entender, hubiera sido suicidio.
Y es que seguía incrédula ante tal revelación. La magnitud de todo aquello todavía no la golpeaba por completo y es que de repente le había entrado el pánico de que aquello fuera hereditario o contagioso, ¿qué tal si su pequeño Magni adquiría tal enfermedad?
Debía proteger a sus hijos a toda costa de aquel insano padecimiento de su marido.
Fue ahí donde se le ocurrió que ese extraño modo de aparearse y de sentirse atraído por alguien de su mismo sexo, no era algo que Thor pudiera haber tenido desde pequeño sino que era Loki quien había traído el germen a su hogar, como lo había hecho con la desobediencia que ahora ella le adjudicaba a su pequeña hija.
—Mamá, no sé qué está pasando pero Magni tiene miedo, ¿por qué no sales?
La voz quebrada de su hija la hizo caer en la cuenta de que aquel teatrito que estaba interpretando no estaba siendo un castigo para su esposo, como su inconsciente había planeado, sino causa de temor para sus pequeños.
—Mami, ¿estás enferma? ¿Te duele algo? —Se oyó un susurro que por ser mucho más bajo que el anterior, la puerta apenas y la dejó oír.
—¡Te dije que esperaras abajo!
—¡Tú no eres mi jefe!
—Basta.
El silencio imperó al otro lado de la puerta. Habían deseado tanto que su madre diera indicios de que no los había olvidado, de que les importaba, que había sido como un bálsamo para su corazón el que la mujer los mandara callar.
—Saldré para la cena, así que los quiero listos y bien vestido para entonces, Fiorella.
—S-sí, señora. —Fue la pronta respuesta.
Por supuesto que sabía que la nana estaba allí con sus bebés, no por nada la había elegido como la más apta para el puesto, y tampoco se le pasó el hecho de que a propósito la sirvienta había dejado que ambos niños interactuaran a sus anchas con ella.
Fiorella la conocía. Sabía que sin un aliciente lo suficientemente fuerte como eran sus hijos, no saldría de su auto confinamiento.
Así que se relajó. Dejó de pensar en aquello que la atormentaba y le dio paso a una de las tareas más cotidianas y que llenaban la mayor parte de su tiempo normalmente: engalanarse.
Llamó a Jane e hizo los arreglos pertinentes tanto con su persona, como con su habitación. Sus hijos no debían saber que había estado llorando, que había roto una vasija y rayado algunos de sus candelabros al tirarlos contra la pared.
No debían estar conscientes de lo inestable que había estado en aquellos días.
Cuando se encontró con sus vástagos para la cena, estos la encontraron como siempre: como una reina, estoica e imperturbable.
Sin embargo, Magni notó algo distinto en los ojos de su madre, una extraña tirantez o incomodidad, como si no se creyera el papel que estaba llevando a cabo.
Tal vez fuera joven, pero conocía a su madre muchísimo más que su hermana, que no había dejado de parlotear en toda la cena, sin percatarse de lo tensos que estaban los hombros de su progenitora ni del tic que hacía que de repente apretara sus labios cada que su hermana mencionaba a Loki.
También percibía el hecho de que su mente no estaba allí, con ellos, por completo sino que se encontraba dispersa en lo que fuera que la estuviera atormentando. Algo impropio de ella, pero no de su padre, quien la mayoría del tiempo se la pasaba en otro lado.
—Madre, ¿ahora tú también te irás como padre?
La pregunta de su joven hijo la desconcertó por completo. Entendía a qué se refería su pequeño con ello y no quería que esa fuera una de las cualidades que sus hijos le adjudicaran conforme crecieran. Ella nunca había descuidado sus deberes como en los tres días pasados..., y nunca lo volvería a hacer.
Supo entonces cuál era la solución, pero para ejecutarla tendría que mantenerse lo más serena posible y actuar con la cabeza fría.
Sería ella quien indicara cómo y cuándo, el telón tenía que bajar.
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Estoy triste porque no he podido ir a ver Endgame, la gente con la que iría me canceló y la única persona que conozco del fandom se fue a otra ciudad a estudiar la uni. No explica por qué no abarqué más en este capítulo (LOL), pero tenía que decirlo, nos vemos en dos semanas.
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