Capítulo 18
DISCLAIMER. Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MCU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.
N/A. Quería agradecer tanto a los lectores que han estado aquí desde el principio, ya sean fantasmitas o que comenten como @sumatrabilis y @AyaKatze (no sé dedicar capítulos, si no ya lo habría hecho), y a los que acaban de integrarse, ¡bienvenidos! Espero que se queden por aquí. Es verdad que esta no es la mejor obra de la plataforma, pero es un honor que le dediquen su tiempo.
...............
Esa noche fue mágica. Al menos así lo creyó Loki, quien una vez terminando de escuchar la confesión que acababa de hacerle Thor no pudo hacer otra cosa que soltarse a llorar.
Acto que en un principio, Thor interpretó como un mal augurio, se tornó en alivio al ver la sonrisa dibujada en el semblante del menor, concluyendo que aquello no era otra cosa más que una manifestación de felicidad algo rara, como el carácter mismo de su expositor.
Por su parte, Loki no pudo dejar de reír y soltar lágrimas al mismo tiempo. Tal despilfarro de espontaneidad nunca había sido propio de él, por lo que se desconcertó en sobre manera al percatarse, al igual que lo había hecho el rubio.
<<"¡Al diablo con eso!", pensó>>.
Por una bendita vez en su vida no meditó la razón o la raíz de aquella declaración y simplemente se dejó inundar por todos sus sentimientos.
No dijeron nada y sólo se acercaron, como entreviendo las intenciones del otro, cautelosos y parcos en un principio. Paladearon su sabor, el que tantas jornadas atrás habían añorado con un nudo en la garganta y la cabeza abrumada. Al fin, cuando lo rasposo de los labios de Loki contra los mullidos de Thor, empezaron a tentarse los unos a los otros, el corazón de este último no pudo más que brincar de gozo mientras que el del menor se deshacía en sueños de libertad y felicidad.
Una promesa, eso fue lo que ambos se entregaron al acallar sus suspiros bajo la tenue luz de las velas.
Mimos y arrumacos fue el menú de aquella noche y nada más. Y no porque el más pequeño no deseara con fervor semejante al de la fiebre aquello, sino porque el mayor quería cuidar de su salud hasta donde el propio Loki se lo permitiera, porque, aunque él le llevara 15 años, aquel niño siempre se saldría con la suya cuando estuviera con él. Al menos, así le gustaba que fuera al rubio, exceptuando esa vez, claro.
Platicaron de la tercera y próxima fábrica que el rubio estaba por adquirir. Al menor le encantaba hablar de temas relacionados con los negocios y al ser lo último que supo sobre los relacionados con Thor el que sus dos fábricas estaban produciendo utilidades óptimas, no pudo sorprenderle más el hecho de que se encontrara en un bache legal para arreglar sus cuentas.
Al parecer, después de la última discusión sobre la reforma que se quería implementar a la Ley de los pobres, algunos de los simpatizantes del actual rey Guillermo IV, como lo eran Thor y su amigo Lord Gray, habían tenido "problemas" con los impuestos de sus empresas.
Esto claro, estaba seguro, había sido un regalito del tesorero nacional, quien no estaba a favor de los nuevos estatutos de tal legislación, ya que estos no convenían a los intereses tanto de sus sobrinos como a los de su yerno. Y bueno, no era que a la mayoría le agradara la idea de suprimir el trabajo infantil y la esclavitud de cualquier índole tampoco.
Loki no sabía qué pensar sobre esto. Si bien Thor no dejaba que los niños trabajaran en sus fábricas, sí que lo hacían los adolescentes de doce años y, como todavía no se decidía el rango de edad con el que se mediría esta ordenanza, bien podría afectar a la productividad de sus activos.
De pasar de hablar de política comenzaron a hablar de moda y de cómo los sombreros de copa que eran la tendencia actual entre los hombres de negocios, era tan ridícula como salir a la calle desnudo.
Bromearon un rato sobre cómo este accesorio hacía parecer que los caballeros llevaban chimeneas en la cabeza y de lo raro que era que ahora afeitarse fuera símbolo de limpieza. Claro que Thor aprovechó para molestar a su amante con lo casi nulo de sus vellos faciales.
El menor ya estaba en plena pubertad y nada que le salieran vellos más que en las zonas púbicas. Al rubio en realidad esto no le importaba, si era Loki a quien le hacía el amor, lo demás podía irse por el drenaje.
Una idea comenzó a germinar en su mente e hizo que él se percatara de que, si bien Loki y él ya hacía mucho que compartían el cuerpo para interpretar una danza más que sugestiva, no podría llamar a tal acto "hacer el amor" porque hasta ese momento no tenían consciencia de que algo así estaba entre ellos cuando juntaban sus complexiones.
Aquello sólo era follar, en el más puro sentido de la palabra. Ahora Thor quería algo más, evocaba llevar esos sentimientos que creía tener, a la cama junto a ellos cuando hicieran ese mismo intercambio.
Fue así como llegó la mañana y él, muy al contrario de su amante, no había pegado ojo en toda la madrugada por seguir reflexionando aquel tema que lo llenaba de intriga.
Ya una vez había creído que estaba haciéndole el amor a alguien. Si así se le podía llamar el tener sexo siendo lo suficientemente cuidadoso como para no ver las partes íntimas de tu compañero, mientras lo hacías únicamente por debajo de las sábanas.
No culpaba a Sif por ser tan pudorosa porque así eran las costumbres sociales: si no eras recatada y nada fogosa en la intimidad con tu esposo, eras una mujerzuela de lo peor y ay de las pecaminosas porque todas se irían directas al infierno.
Ahora sentía más que curiosidad de experimentar aquello con el menor, dado que aunque varias veces hubiera probado el copular de manera exótica con otras mujeres menos decentes, jamás eso había tenido un significado profundo.
Por supuesto que con Loki también mantenía ese tipo de relaciones indecorosas, la diferencia radicaba en que con él existía un nivel de atracción tan desenfrenado como para casi abalanzarse sobre el otro en cuanto hubieran pasado más de cinco días sin copular largo y tendido.
Además de que claro que no había tenido con nadie más aquel lazo tan estrecho de amistad, casi rayando en la hermandad, con el que hubiera gozado acostarse. Todo eso sería nuevo para él y lo deseaba más que nunca.
Tan sólo debía esperar a que el objeto de su afecto estuviera recuperado al cien por ciento, porque si bien estaba más que curioso con las novedades entre ellos, no dejaría jamás de preocuparse por el bienestar de su ser amado.
—Ya estoy mucho mejor Thor —le indicó el menor cuando estaban a solas después de todo el ajetreo del desayuno. El rubio apartó el pañuelo con el que hacía un momento le estuviera limpiando el sudor a Loki—. En serio, para de hacer eso cariño.
El mayor sonrió al oír esa palabra afectuosa salir de los labios de su amante. La extrañaba y la adoraba a partes iguales. Era como un bálsamo para su alma el saber que le seguía provocando esas palabras cursis al menor.
—Estuve pensando...
—¿En serio? —se burló Loki, aprovechando la oportunidad.
Thor sólo sonrió al saber que su Loki estaba regresando a la vida, a su lado, a él. En realidad, jamás le importaba que el menor se pasara de listo a veces, porque pensaba que de esa manera tan rara, su amante le demostraba su cariño. Sin que lo estuviera haciendo realmente, cosa que de alguna manera aliviaba la consciencia del menor.
—Sí, y me di cuenta de que tal vez tú podrías vivir aquí.
A tales palabras sólo le siguieron los ruidos que hacía Lucy en la cocina y Jack en el patio de atrás al regar el poco y maltrecho pasto de la residencia. Pasaron los segundos y aquello comenzó a tornarse incómodo, en especial cuando Loki se puso de pie y le dio la espalda para ver por la ventana, lo que indicaba una tormenta porque esta estaba cerrada.
—Es que así sería más fácil estar a nuestras anchas, sin que alguien nos privara del otro. —Se apresuró a aclarar el rubio de manera atropellada.
—Y así también te sería más fácil estar con ella sin que yo lo supiera.
Aquellas palabras salieron de los labios del más joven de manera pausada, con parsimonia, lo cual no dejó de impedir que estas lograran escucharse por el amplio cuarto por la firmeza con que imprimió su voz, al decirlas.
—No Loki, no hagamos esto de nuevo. —Y antes de que el menor abriera la boca cuando se plantó frente a él, añadió—: Lo que quiero es que te quedes aquí con todas las comodidades que desees a tu alcance. Si así lo quieres traeré más sirvientes que estén a tu disposición y decoraremos todo a tu gusto.
Para ese punto, el menor le había permitido al rubio acariciarle la mejilla mientras le iba enumerando las ventajas y virtudes de quedarse en aquel lugar en vez de regresar a la mansión de la familia Odinson.
—¿Qué hay de mis tutores?
—Vendrán hasta aquí para instruirte y lo demás será pura práctica, haremos un horario para que puedas no sólo ir de vez en cuando a las fábricas y al banco conmigo, sino que lo hagas regularmente.
A todo aquello, Thor se daba cuenta de cómo se iba relajando más y más el cuerpo de Loki, el cual tenía entre sus manos. Si su amado quería todas aquellas cosas, con tal de que se quedara allí, él le cumpliría cualquier capricho.
—Todavía no me convences —le aclaró, frunciendo las cejas que se elevaban por sobre sus ojos verdes y al mismo tiempo, apartando la gran mano de su interlocutor—. Para eso tendrías que jurarme sobre tus hijos que no vas a acostarte con ella mientras yo no esté.
—Eso es fácil. Yo dormiré aquí contigo.
El desconcierto lo golpeó de lleno en la cara y su semblante le dejó ver a Thor este hecho. Casi se pone a reír por ello, pero se refrenó para contestar correctamente la pregunta que sabía, venía a continuación.
—¿Y cómo piensas explicarle eso a Lady Sif? —preguntó, pronunciando el nombre de quien sabía era su rival, de manera tranquila y sin el tinte de desprecio que había usado previamente.
—La nueva fábrica que estoy por adquirir está muy cerca de aquí y ella sabe todo lo que conlleva comprar una. —Lanzó un suspiro al aire y enredando una de sus manos en sus hebras doradas, agregó— Además, últimamente a Sif le ha entrado la idea de que de alguna manera estás incitando a Thrud a no ser una dama.
Loki arqueó una ceja y ahogó una carcajada con su mano. ¡Si tan sólo supiera que la niña era la compañera de travesuras con más iniciativa que hubiera conocido jamás! De hecho se lo dijo, y el rubio sólo atinó a estar de acuerdo con él para un segundo después tirarse a reír con el menor. Se divirtieron aún más cuando este comentó lo tonta que le parecía la idea de traer a más sirvientes si lo que querían era privacidad.
Por fin el más pequeño dejó que el mayor lo volviera aprisionar entre sus brazos, pues ya no tenía miedo de que su amante lo pudiera engañar.
Al menos, no tanto.
...............
Un libro voló sobre el sillón e impactó en la pared, haciendo que el sonido desconcertara a Magni, quien intentó armar rápidamente y de manera correcta un fuerte de almohadas que fuera lo suficientemente amplio para proteger a sus soldados.
—Thrud —le dijo, dirigiéndole una mirada de fastidio a la susodicha, quien parada frente a él, parecía un gigante enfurecido con un bonito vestido de encaje cobalto—. Sé que estás enfadada pero mamá sólo hace lo que es mejor para nosotros.
—¿Cómo qué? ¿Privarme de mis clases de equitación porque eso no lo hace una dama? ¿Castigarme por cortarme el cabello? —Iba levantando cada vez más la voz, como si enumerando las razones, estas la golpearan de lleno—. ¡Es absurdo! ¡Ir a visitar a Loki a la mansión Stardust, la cual será mía en un futuro, no hará que me vuelva una hereje!
—Me sorprende tu capacidad de juicio, hermana —murmuró Magni, poniéndose de pie y sacudiéndose el polvo de sus pantalones de algodón.
Al niño no le quedaba claro todavía la razón por la que su hermana no alcanzaba a comprender lo que su madre quería inculcarle: modales. La lección de etiqueta, ya mucho tiempo atrás aprendida por ellos, señalaba que como símbolo de su feminidad, el cabello de una mujer debía ser largo.
Y como siempre su hermana se había negado a seguir la norma y simplemente había hecho lo que le parecía. Las reglas habían sido hechas para seguirse, como bien les intentaban enseñar sus padres.
—¡Tú qué sabes, si sólo eres un niñito llorón! —A Magni le dieron ganas de argumentar que tenía sólo un mes desde que ella cumpliera los once pero, cerró la boca. Él, al contrario de su hermana, sabía cuándo mantenerla así.
Desde el momento en el que su madre les había dicho que por cuestiones externas a su entendimiento, de ahora en adelante Loki viviría en aquel lugar donde lo habían visitado, aquella promesa que Thrud le hiciera a Dios semanas atrás para que salvara la vida de su amigo, se fue por el drenaje.
Aun así, su progenitora había sido inamovible en su decisión y dejado en claro que aquello no cambiaría sino hasta dentro de unos meses cuando Loki estuviera menos ocupado con las nuevas responsabilidades de adulto que adquiriría.
Cosa que no había llenado de alegría a Thrud, como él esperaba, sino de fastidio. Más pronto que tarde el niño había llegado a una resolución del porqué era que ese enojo no minaba en el corazón de su hermana.
En ese tiempo durante el cual la niña se había visto obligada a pasar tiempo con él, a falta de más compañía, dado que no tenía amigas, Magni se había dado cuenta de que, por alguna extraña razón, su hermana lo miraba de manera despectiva.
Era cierto que él no era tan hablador como Loki, ni tampoco tenía esa extraña virtud de meterse en problemas y de paso llevar a su hermana con él, pero sí que se esforzaba por ser un buen compañero de juegos.
Pero aun así, nada podía hacer contra el hecho de que él amara leer en silencio y no debatir ni hablar, sólo observar; por eso era que jamás había tenido interés en intervenir entre su hermana mayor y su amigo.
¿Quizá era demasiado aburrido o soso para ella? Tal vez sí y es que la verdad era que por alguna extraña razón, el muchacho de ojos verdes no dejaba a nadie indiferente ante él, haciendo que la comparación entre ambos estuviera demasiado inclinada hacia un sólo lado.
Su padre pasaba muchísimo tiempo con él también, enseñándole todo lo referente al trabajo de las fábricas y las inversiones. ¡Incluso Jane siempre tenía la boca llena de chismes sobre él, aunque estos no fueran más que pestes hacia su persona!
Si tan sólo él fuera mayor, si tuviera la edad y el carisma de aquel joven que de repente había llegado a sus vidas.
Cierto era que admiraba a Loki y que algún día esperaba llegar a ser alguien tan querido y apegado a su padre como él. Pero...
<<"¿Por qué siempre que pienso que alguien me coteja con Loki, siento tantas ganas de llorar?", pensó>>.
Esta idea no dejó de atosigarlo durante toda la tarde y como siempre, se la hizo saber a su madre, quien era la única persona que sentía lo quería más que al quinceañero, aunque quizá no tanto como él quisiera.
Ella calmó sus pensamientos justificando el porqué su padre no pasaba tanto tiempo con ellos desde hacía tres meses, cuando se había casi mudado al otro lado de la ciudad con el que su madre denominaba su "hermano adoptivo".
Le prometió que en cuanto tuviera la misma edad que Loki su padre le enseñaría todo lo que este estaba aprendiendo con él y más. Esto lo dejó con una sensación de bienestar en el pecho y sin más se fue a dormir temprano, exhausto por todo el cúmulo de reflexiones que había estado realizando y que ahora no le importaban más.
No fue lo mismo para Sif, quien compartía algunas de las inquietudes de su hijo. Aun no comprendía por qué Thor prefería estar en compañía de Loki que en las de sus vástagos y ella.
Pero sobre todo, tuvo miedo de que, de alguna manera, su esposo se hubiera ido donde ella no pudiera verlo para estar con una amante y ella bien sabía que, aunque a quien consideraba su hijo la quería, este no dudaría en solapar a su marido, a quien le profesaba una casi adoración, fruto del agradecimiento.
Suspiró. Quizás estaba viendo las cosas de manera demasiado complicada. Entendía lo que implicaba poner en marcha una nueva fábrica, pues era la tercera que Thor adquiría en la ciudad.
Si lo que su marido le había dicho sobre el canalla del antiguo dueño era cierto, entonces en verdad que estaría ocupado remediando las inmundicias que el hombre hubiera dejado a su paso, en especial si había utilizado como animales a sus empleados.
Ya no debía preocuparse tanto por su relación matrimonial, o su falta de ella en los últimos meses, dado que estaba más que segura que Thor mantendría todas sus promesas.
Después de todo, estaba consciente de que era el mejor de los hombres.
...............
Estaba todo en penumbra pero aun así, eso no impedía el que se pudieran ver gracias a la tenue luz de luna que se filtraba en una ventanilla situada en lo más alto de la habitación.
Gracias a Dios que no era muy grande porque si no, Lucy y Jack hubieran escuchado los gemidos de agonía y placer que el menor dejaba salir de sus labios cada que su amante le jalaba el pene de arriba hacia abajo con su mano izquierda y le incitaba a relajarse con su otra mano trabajando en torno a las orillas de su ano.
Hubo un pequeño intermedio en el que casi todo fue silencio, debido a la práctica idea de Thor de callar a su amado con un beso, uno que superó con creces a todos los que se habían dado antes. O eso creyó él, pues contrario a los toques carnales impregnados de excitación que le estaba administrando a la parte baja del menor, aquel gesto fue más bien una caricia.
Fue un suspiro robado que no pudo llegar a emitir sonido alguno. Como si estuvieran degustando el sabor de la propia esencia de su amante: lento y profundo, sin llegar a ser descarado.
Era algo fuera de lo que antes hubieran probado, como lo había sido durante cada noche de los tres meses que siguieron a la recuperación de Loki. Hacerle el amor había sido para el rubio, una de las experiencias más completas e íntimas que había conocido a lo largo de su no tan extensa vida.
Para Loki había sido casi lo mismo, como probar cada resquicio del mundo en un sólo acto. Tan maravilloso como el tener todo el conocimiento del mundo y tan angustiante como no querer compartirlo por miedo a que te quedes sin nada.
Y allí estaban otra vez, sucumbiendo a esa pasión ahora sazonada con amor que los hacía temblar de lo bien que se sentía.
Los dedos de Thor tocaron curiosos, como si nunca lo hubieran hecho antes, las paredes rugosas pero suaves del recto del menor. Intentó incrustarlos más en él cuando este lloriqueó en su boca de la excitación, pero se dio cuenta de que ya no podía ir más lejos sin meterle casi toda la mano y no quería lastimarlo.
Si Loki hubiera sabido los pensamientos del mayor en ese momento no hubiera dudado en tomar su mano e intentar la maniobra que este había descartado. Lo único que deseaba era sentirlo más cerca, más próximo a sus entrañas.
Y su amante, entendiendo lo que quería su hermoso joven de ojos verdes, prosiguió a desalojar aquel lugar que pronto volvería a ser separado por otra parte de su anatomía, muchísimo más adecuada para la tarea.
Pero antes, lo ensalivó. Esa era quizá su parte favorita de todo el acto: sentir las vibraciones del interior de Loki en su propia boca, cuando su lengua recorría el camino previamente marcado por sí mismo.
—Date la vuelta —ordenó con la voz tan ronca que parecía la de un oso.
—¿Qué? —balbuceó el menor, privado del trance en el que se encontraba, cuando Thor se había puesto a la altura de sus ojos con ayuda de sus manos y piernas, para no aplastarlo.
—Ponte de espaldas y apóyate en tus extremidades.
—¿Cómo una maldita yegua? —protestó.
—Como un maldito caballo —le gruñó Thor, logrando que este obedeciera de inmediato, ya que cuando el mayor se ponía así a Loki simplemente no le daba por contradecirlo—. Ahora levanta el culo, dulzura.
Gritó. No pudo evitar el no hacerlo. Claro que estaba acostumbrado a aquella lengua que ya tantas veces le hubiera babeado su entrada sin oposición alguna, lo que era nuevo era la posición que ahora ostentaban.
Casi aúlla y se pone a cantarle a la luna de lo bien que se sentía aquello, preguntándose, con su único resquicio de cordura latente, por qué demonios no había accedido a ello desde la primera vez que Thor le sugiriera usar esa posición.
Pronto comenzó a desear que no fuera la lengua del rubio sino su pene el que lo profanara de aquella manera. Tan profundo, tan adentro. Se lo imaginó y no pudo hacer más que levantar más sus glúteos esperando que el mayor o lo acabara de aquella manera o lo hiciera con aquel gordo y gran trozo de carne que tenía entre las piernas.
—Lo quiero entre mis nalgas ya. —Fue su ruego constante pero inentendible para los oídos humanos.
Al fin Thor oyó una casi tenue súplica por parte del menor, que le sirvió como señal para dejar aquello y concentrarse en otra tarea aún más fructífera, una que implicaría para él el obtener placer por medio del contacto directo y no sólo de estar observando el del ser amado.
De un tirón, penetró a Loki y este maulló en aprobación cuando obtuvo lo que llevaba mucho rato atrás pidiendo. Hacía mucho que no utilizaban lubricante, en lo poco que llegaron a hacerlo, ya que como en el fragor del momento, la saliva fungía como uno un tanto más divertido de aplicar.
El interior de Loki ya estaba acostumbrado no sólo a su tamaño, sino también a las venas resaltadas que adornaban el tallo de su miembro, a la redondez semi esférica de la cabeza de este y a la fuerza de su pelvis contra sí. Sensaciones punzantes que recibía de cada una de ellas para formar en su mente un mosaico de luces centellantes que habían logrado quedar impregnadas en su memoria hasta el que, el menor esperaba, fuera el fin de sus días.
Algo así de impresionante era lo que ahora formaba parte de su rutina diaria. El correrse en los brazos del otro, ya fuera por medio de caricias, insinuaciones o incitaciones por parte de alguno de los dos, mejoraba y construía una relación mucho más allá de la que inicialmente habían pensado podrían tener. Aquello era luz en la oscuridad, encontrar paz donde antes hubiera tormento.
Y allí estaban de nuevo, con la cama moviéndose al compás de Thor, respondiendo a una estocada dada para explorar la actual estrechez de su pareja: reconociendo el terreno, tanteándolo, languideciéndolo para después de un minuto precipitarse con el ritmo adecuado y desenfrenado contra lo que le pareciera la creación más sagrada de la tierra.
Si el lecho no hubiera sido mandado hacer con un muy buen carpintero, ya se habría descompuesto de tanto golpeteo y peso puesto contra él. Era un alivio que este no chirriara o Loki bien sabía que sería demasiado difícil dar una explicación a los sirvientes a la mañana siguiente.
Desde la primera vez que tuvieran sexo, el menor no había vuelto a sentir como si Thor lo fuera a partir a la mitad por la manera tan demandante e intensa con la que empalara actualmente a su cavidad anal, y no es que no tuviera mucho punto de comparación. Otras veces previas había sido igual de insistente pero nunca rayando en la locura.
Así pues, lo único que atinaba ver era el color hueso de la pared con la que sentía, iba a chocar su frente de tanto que el rubio lo empujaba hacia adelante cada que se introducía y salía de él. Y aunque el menor no se quejaba de ello, claro que no.
Estaba encantado al sentir cada fibra de su piel tierna abrirse más para recibir a Thor. El punto de dónde provenía su mayor placer palpitaba y se retorcía gozoso por la atención que estaba recibiendo de parte del pene más que erecto del rubio.
Pero Loki quería más, necesitaba que el mayor le diera más de todas aquellas sensaciones.
Con una sola mano logró mantenerse en equilibrio, gracias a que su cuerpo era todavía muy liviano, y con la otra jaló una de sus nalgas, que en ese punto ya no recordaba si era la derecha o la izquierda, abriendo más el lado de su cavidad que sabía le daría mayor acceso a su punto débil.
Lo que no anticipó es que con ello, también le daba un pase libre a Thor para ver su rosado anillo de músculos que casi rayaban en lo carmín, cuyos bordes sensibles y palpitantes se retorcían, desesperados por estrujar el miembro del rubio. Aquello excitó en sobre manera al mayor, quien dejó de sostener su costado para contribuir a la acción extravagante del menor, estirando su otra nalga y quedando así únicamente sostenido de su cadera.
Llegado a ese punto ellos dos eran ya sólo un cúmulo de extremidades y gemidos, casi rayando en los gruñidos. Fue entonces que Thor se dio cuenta de que aquello tampoco era suficiente: quería sentir la blanca y nívea piel sudorosa del otro contra la suya.
Decidido, ralentizó un tanto sus embistes y comenzó a repartir besos sobre la delicada espalda del otro, lo cual hizo sentir al menor muchísimo más en las nubes que el desfogue desaforado que había tenido lugar anteriormente.
Sintió cómo Thor se acomodaba sobre él, aplastando su amplio pecho encima de su espalda. Él sólo se dejó hacer, retorciéndose de manera que ambos encajaran, a lo que Thor apresuradamente tuvo que ajustar su pene hacia un lado porque no quería dejar de friccionarlo contra ese cálido hueco que tanto amaba.
El peso del enorme cuerpo del rubio le hacía sentir no sólo el éxtasis del roce entre ambos, sino que hacía parecer aquello como si fuera un suceso introspectivo, casi espiritual.
Ya no estaban en cuatro, más bien parecía que Thor se retorcía sobre la espalda de Loki con desespero, intentando obtener el mismo resultado que antes y lográndolo gracias a la flexión constante que sus codos y rodillas le proporcionaran, casi como si hiciera lagartijas pero usando la complexión del menor como punto de apoyo.
Su pierna derecha se flexionaba incansablemente para darle impulso en su maniobra, deseaba llegar más profundo, rasgar la parte de Loki que entendía era aquella más sensible, más tierna de su recto. Repartió mordidas y lamió allí donde su boca encontraba un punto blanco sin alguna marca que hubiera dejado en aquellas últimas semanas, exceptuando la del lunar en el omoplato izquierdo de Loki que ya era una mancha morada de tanta succión que Thor le aplicaba cuando después del coito, descansaban abrazados de costado.
Estaban a punto de estallar, cuando a Thor se le ocurrió la magnífica idea de hacerlo de otro modo y sin salirse del quinceañero, lo haló hacia él para que quedara sentado sobre su regazo, todavía ambos de espaldas a la puerta. Quería estar abrazándolo por detrás cuando se corriera, un simple deseo que no hizo más que aumentar su libido hasta las estrellas y más allá.
Brincoteos irregulares por parte del menor que fueron ideados e incitados por el empuje del mayor hacia su húmedo hoyo, tuvieron el impacto inesperado de casi nublarle la vista al menor y hacerlo soltar un par de lágrimas.
Aquello era ya demasiado y lo fue aún más cuando Thor apretó sus caderas y sin otra cosa que un gruñido, redirigió su cabalgata al percatarse de que Loki no podría seguir más el ritmo que él necesitaba. Tomó sus caderas y las apretó fuerte, no con el afán de dejar moretones allí, sino porque para cargar el cuerpo del quinceañero necesitaba un buen punto de agarre.
Se iba desmayar si aquello no paraba, ya no podía aguantar más.
—Tho-ooor, me, me ven-vengo —lloriqueó con apenas un halito de aliento.
Puntos negros difuminados fue lo último que Loki vio, antes de dejar caer su cabeza hacia atrás y apoyarla en el hombro de Thor, mientras sentía como se desgarraba por dentro y descargaba todo su semen en las colchas.
El mayor lo siguió pronto, dejando toda su esencia en forma de chorros en el interior de Loki. Ambos tomaron grandes bocanadas de aire, intentando respirar regularmente. Se rindieron a los pocos segundos, el menor reposando muy a gusto sobre el pecho de su amante y el otro apoyándose en un brazo para sostenerlos.
—¿Cómo estás cariño?
La pregunta tomó al más pequeño de sorpresa y lo alejó de sus nulos pensamientos, arrancándole una sonrisa pícara que Thor sólo pudo vislumbrar cuando el primero se dio la vuelta sobre su regazo para estar ambos, por fin, cara a cara.
Caricias fueron dadas sobre sus mejillas barbudas y coloreadas por el reciente ejercicio realizado y el rubio no pudo hacer más que besar encantado, la nariz del otro.
—Estoy bien amor —contestó tranquilamente, pleno y feliz.
Se besaron. Esta vez, sin siquiera abrir la boca. Sólo disfrutando del roce de sus labios contra los del contrario. Un símbolo del afecto tierno, contrastante con el acto previo.
Fue cuando Loki se apartó del rostro de Thor para decirle un chiste, que por medio de la visión periférica, logró vislumbrar un movimiento a un costado de la cabeza del rubio y giró un tanto la suya para ubicarlo, pues aún estaba aturdido por el exorbitante y reciente orgasmo.
Un escalofrío recorrió toda su columna vertebral en un parpadeo y lo hizo quedarse lívido, hecho que Thor notó e hizo que frunciera el ceño. Sin embargo, antes de que este llegara a pronunciar pregunta alguna, Loki le susurró la respuesta:
—Sif.
...............
Ya sé. Lo siento *se va corriendo y se esconde*. Tenía que pasar, ustedes y yo sabíamos que tenía que pasar. Ahora estoy curiosa, ¿cómo creen que irá todo a partir de aquí? Sintonícenos dentro de dos semanas con la continuación de esta, su telenovela favorita (soy de México, no me juzguen).
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