Capítulo 17

DISCLAIMER. Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MCU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.

NOTA. Esta semana la he pasado súper cansada, todavía no sé cómo fue que terminé el capítulo pero aquí está. Espero y les guste el ojo del huracán.

...............


Se despertó un par de veces durante las cuales sólo pudo vislumbrar una sombra que lo asustó. Por un instante captó un timbre de voz familiar, uno que se le hacía muy lejano ya.

Sin embargo, descartó la idea de que la conocía pues a quien creyó le pertenecía, no tenía un tono agudo o como si tuviera un trozo de algo atorado en la garganta y no pudiera pasar saliva.

Poco sabía de lo que acontecía en la realidad pero había llegado a un punto de no retorno en donde ya no le importaba nada. Y esto era precisamente así porque él estaba seguro de que fuera de aquel estado de semi-inconsciencia en el que, sin saberlo, los medicamentos lo mantenían, estaba seguro de que nadie se preocupaba por él.

Había perdido a la única persona que de alguna manera extraña y retorcida, lo había llegado a apreciar. Ahora que su relación con Thor había acabado sólo le quedaba el consuelo de que la muerte fuera su salvación.

Hubiera sido tan fácil dejarse ir y ya nunca despertar. Lo hubiera sido si no hubiera recordado las consecuencias de aquella aberración que había tenido con Thor y lo que implicaban: una condena segura a las llamas del infierno.

El problema no radicaba en que fuera tan pusilánime como para temer al castigo eterno, sino porque sabía y muy bien, quien lo estaría esperando allí. Su padre era el clímax de cada pesadilla que pudiera acecharlo por las noches y aunque estas habían menguado con el paso de los días en que era acobijado por unos brazos fuertes que le daban estabilidad, aún permanecía la sensación de terror provocada por la constante presencia de aquel hombre en su subconsciencia.

Aquel hombre alto e imponente, con la frente surcada de arrugas cada vez que miraba a Loki, recordándole la decepción que este representaba para él. Era un varón y aun así siempre había tenido la complexión y la estatura de sus hermanas. Y aquel ser, su padre, nunca había escatimado en insultos denigrantes.

Era gracioso cómo al final, había terminado siendo lo que él siempre se empecinaba en decirle que era: un afeminado. Por ello, lo que menos deseaba era escucharlo recalcándole tal hecho. Tal vez siempre lo había sabido y por eso había callado, sintiéndose como lo peor en el mundo por gustarle verse como se veía.

Quizá por eso cuando se percató de que Thor respondía a ese deseo que lo quemaba por dentro, se dejó ir sin miedo. Aliviado de que alguien por fin lo viera sin disgusto o repugnancia. Y creyó que aquella era la verdadera libertad, una que quería disfrutar con él. Pero no todo era miel sobre hojuelas y en algún momento tendría que verse forzado a bajar a la realidad.

Una realidad que él ya no deseaba.

...............

Habían pasado casi cuatro días desde que Loki sólo tenía lapsos de lucidez en los que él y Lucy lograban darle de beber un jugo o simplemente agua. Estaba tan delgado que daba pena verlo, y su respiración era tan agitada que parecía como si su pecho de un mar tempestuoso se tratara: estaba agonizando.

Thor se sentía morir. Sus ojos estaban rojos pero tanto Lucy como el doctor McGregor hacían como que no notaban nada. Nada sobre los sollozos ahogados que se oían en la habitación y que se acallaban una vez sus pasos sonoros se aproximaban a la habitación del casi moribundo.

El médico lo veía mal, pero tenía fe en la lozanía del muchacho y entendía a la perfección el porqué de la angustia tanto del señor Odinson como de la señora Sif, que aunque no estaba presente estaba al tanto de las nuevas por su propia boca.

Aun recordaba cómo la mujer había tenido que apretar la boca para evitar que se le quebrara la voz y cómo su hija que había estado escondida detrás de una columna había salido disparada hacia él y le había gritado que era un inútil. Lo que menos se había esperado era el tremendo bofetón que su madre le pusiera frente a la servidumbre que estaba presente en la estancia.

En verdad que aquella niña necesitaba una buena tunda, quizás estar lejos de sus padres le haría bien para aplacar aquel carácter prepotente que ostentaba. Un convento sería una muy buena opción.

Al final, se había limitado a regresar a su casa para la hora del té. De verdad que deseaba ayudar a aquel joven, dado que el amor que le profesaba aquella familia tan distinguida, era símbolo de su buen comportamiento. O eso creía él, por todo lo que miraba.

Dos días después, el señor Thor había cedido a sus presiones para que dos veces al día, el pequeño fuera sumergido en agua con hielo. No era lo más recomendable hacerlo en periodos de tiempo tan escuetos, pero esperaba aquel régimen drástico aplacara por fin la fiebre que sin importar qué, no parecía bajar.

Tomó tres días más para que al término de tal lapso, en la madrugada, el muchacho ya sólo tuviera un espectro de febrícula. Ahora el problema radicaba en mejorar su respiración pero para ello, había recurrido a utilizar métodos un tanto fuera de lo común. Pero en casos desesperados, medidas desesperadas.

.................

—¿Thor?

Sus ojos se abrieron de golpe y casi se echa a llorar ahí mismo cuando enfocó su mirada y en ella se reflejaron los orbes esmeraldas de Loki. Estaban repletos de lagañas y ya el moco formaba una costra en la entrada de sus fosas nasales, pero aún y con eso, Thor lo encontró bellísimo.

Olvidó que no debía presionar mucho al menor y simplemente se inclinó sobre el costado de la cama, en el que había estado dormitando, y lo abrazó. Le repartió besos en las mejillas y en la frente, no pudiendo contener sus lágrimas de felicidad. ¡Estaba despierto!

—¿Qué-qué haces? —tartamudeó, en un vago intento por apartarlo de su agarre—. Tú y yo no, no... —No llegó a concretar la frase pues fue interrumpida por una tos seca que le raspó la garganta.

—Descansa, cariño. No te sobre esfuerces. —Aquel tono dulce casi lo hace pensar que Dios se había apiadado de él y lo había mandado al paraíso, pero no.

Loki sabía que él nunca podría ir a aquel lugar.

De verdad que estaba muy fatigado y no podía negar que lo único que quería era dormir. En su mente se comenzaron a dibujar bucles de memorias en las que Thor lo cargaba hasta el baño para que él pudiera hacer sus necesidades y sintió que se quería morir.

Este por su parte, llamó a la mucama para que esta a su vez, mandara a traer al doctor y le diera las buenas nuevas, además de que con ello también deseaba poner presión en sus hombros y que viniera lo más pronto posible a revisar a Loki.

—¿Qué sucede? —preguntó alzando una ceja mientras regresaba con unas toallas secas para sustituir las que le daban calor al cuerpo de Loki, bajo las sábanas, y que ya estaban llenas de sudor—. No te ves contento.

—¿Tu..., viste todo?

—¿A qué te refieres con todo?

El menor no dijo nada y por deducción Thor supo a qué se refería. Una sonrisa se formó en su rostro al asentir para confirmar las conjeturas del otro y tuvo que contenerse para no soltarse a reír cuando vio cómo el entrecejo de Loki se fruncía y su mirada reflejaba horror.

Ni un sonido se dejó oír mientras Loki comenzaba a razonar lo que aquello implicaba: Thor lo había visto de la forma más desagradable y grotesca posible. Había de seguro visto cómo defecaba y vomitaba, ya que tenía noción de esto pese a no recordar al rubio en el escenario.

¿Qué haría ahora? Había puesto siempre mucho esfuerzo en su cuidado personal siempre que tenía encuentros con Thor. Procuraba lavar todos los días y a profundidad su ano por si a este último o a él se les antojaba tener sexo en un arrebato inesperado de pasión.

No es que siempre fuera necesario porque de vez en vez, iban de día de campo o a algún restaurante para hablar de negocios o sobre ellos mismos. Esto, sin embargo, nunca le había quitado a Loki la fijación que tenía de permanecer, a los ojos de Thor, como el ser más hermoso y sano del universo.

Cada uno de sus esfuerzos tirados a la basura y él ni siquiera había podido estar consciente para evitarlo.

—¿Te doy asco?

La pregunta lo tomó desprevenido y dejó de apelmazar las toallas a los costados de Loki, ya que no quería que la piel de este volviera a estar helada. No es que no respondiera porque no comprendía la pregunta, sino porque aquello le parecía simplemente absurdo.

—Por supuesto que no. —Su tono de desconcierto se hizo notar en su respuesta, pero este no hizo mella en el menor.

—Tardaste en responder.

—Loki...

—Sal de mi cuarto.

No pudo explicar nada pues Lucy hizo su entrada para darle un caldo de pollo bien cargado que le sirviera de sustento, dado que su estómago no podría asimilar nada pesado por su recién dejado estado de hambruna.

Pasado un rato el doctor McGregor hizo acto de presencia y diagnosticó a Loki como un paciente fuera de peligro mortal. Thor habló con él y este rápidamente le dejó indicaciones precisas de lo que se debería hacer a partir de ese momento, ya que tenía otro paciente no tan joven que lo necesitaba ahora.

El rubio tampoco pudo hablar con el menor tras la despedida del doctor pues este le acababa de aplicar un medicamento que le quitaría el dolor de garganta pero que a la vez lo sumiría en un profundo sueño.

Así pasaron unos de días más entre que el enfermo recuperaba fuerzas y volvía a caer en una especie de coma inducido por el medicamento. En ese lapso, Sif había visitado a Loki y había suspirado de alivio al ver que su hijo adoptivo ahora volvía a tener algo de color en sus mejillas.

Para el décimo amanecer de convalecencia a Thrud y a Magni se les permitió visitar a su querido amigo para darle ánimos. La primera se echó a llorar, jurándole que había orado cada noche y ofrecido en sacrificio a Dios su obediencia si este se recuperaba; el segundo por su parte, le deseó una feliz recuperación y se dedicó a leerle uno de sus libros favoritos en voz alta.

Fue una tarde divertida para Loki. Una que le hizo sentir que vivir no era una mala opción y que tal vez, el que Thor lo amara no era tan importante como que aquellos dos lo hicieran.

Luego estaba esa voz en su interior que le gritaba que era un muy buen mentiroso, pero no tan bueno como para engañarse a sí mismo.

Cuidando que el mayor no se diera cuenta, Loki lo contemplaba con un sentimiento de anhelo atorado en su garganta, el mismo que tuviera por él quizá desde la primera vez que lo viera. No sabía por qué ese hombre causaba en él el tipo de estragos que lo empujaban a querer probar los castigos del infierno si con ello podía seguir siendo apreciado por Thor.

Si con ello, pudiera lograr hacer que aquel ser lo necesitara tanto como para que nunca quisiera apartarse de su lado o para que lo deseara tan intensamente que le representara una tortura el no tocarlo o follarlo.

<<"Aunque sea eso, con sólo eso sería suficiente", pensó con ganas de llorar>>.

A tiempo bajó la cabeza y no vio por ello, cómo lo miraba el rubio. Este había comenzado a sudar en exceso, a pesar del clima casi gélido característico de enero, y apretaba las manos en puños para que estas no temblaran compulsivamente: todavía no le había hablado a Loki sobre el pseudo-descubrimiento que había hecho antes de que este cayera enfermo.

Estaban en un punto muerto: mientras el más pequeño pensaba que el rubio no le dirigía la palabra por la verdad escondida que él le había reprochado la última vez que hablaran en privado, el mayor sufría una falta de palabras o de la elocuencia necesaria para empezar una conversación que sabía lo llevaría a revelar un recoveco de su alma que ni siquiera él mismo había explorado.

De niño Thor había tenido ciertas inclinaciones que lo habían impulsado, junto con las burlas hechas hacia él por su hermano mayor, a que en su adultez fuera de mujer en mujer, buscando en sus cuerpos lo que él sabía no encontraría allí.

No quería ahondar en aquello demasiado así que encarceló sus recuerdos y pensamientos con respecto al tema, en la parte más profunda y recóndita de su mente. Ahora, lo que lo inquietaba estaba frente a él en forma de un joven que se encaminaba lentamente hacia el baño.

—¿Cómo fue que llegaste a tal conclusión?

Thor se había sentado en el borde de la cama para que Loki, quien ya regresaba de hacer sus necesidades, no evitara el tema que quería tratar con él a través de evasivas representadas por el chico al ocultarse bajo las cobijas y haciendo como si durmiera.

—¿De qué habla? —le inquirió, aun parado frente a él y muy interesado de repente en la humedad que tenía la esquina superior derecha de la pared.

—Ah, así que ahora vamos a interpretar de nuevo esa comedia en donde tú estás enfadado y juegas a que no soy más que tu amo —le reprochó imprimiéndole a su voz un toque divertido, ya que bien sabía la reacción que esto provocaba en el menor.

—¡¿Y es que acaso no es así?! —le gritó Loki, volviendo su atención al rubio y haciendo que este consiguiera lo que quería—. No estoy jugando Thor. —Se recompuso al darse cuenta de su exabrupto.

—Yo tampoco Loki. Esto no es un tablero de ajedrez en donde debemos tener una buena estrategia para derrotar al otro, lo cual en mi humilde opinión, es lo que estás haciendo.

—¡¿Entonces qué es esto?! —Su semblante se torció en un gesto de desesperación mientras alzaba las manos de sopetón y después las enredaba en sus cabellos—. ¿Tú lo entiendes? Porque yo definitivamente no. Deja de ser amable conmigo, no me digas palabras de aliento, no estés siempre en donde necesito que estés, ¡no me hables cuando estemos solos y menos si te doy asco!

—¡No me das asco Loki! —No pudiendo aguantar más se puso de pie para encarar al menor, cuya cabeza casi llegaba a la altura del cuello de Thor—. No sé qué aspecto de mi comportamiento hizo que pensaras eso pero...

—¡Te callaste! ¡Te pregunté si te daba asco y te quedaste callado! —sollozó enfurecido a la vez que retrocedía y ocultaba su rostro entre sus manos.

Justo al mismo tiempo en que Thor avanzaba para abrazar a Loki y tranquilizarlo al ver esa actitud tan desconsolada en él, Lucy llamó a la puerta para preguntar si todo estaba bien pues iba pasando por allí cuando había escuchado ruidos.

Al ser ya casi de noche, el señor de la casa le dio su beneplácito a ella y a Jack para que se retiraran más temprano hacia sus habitaciones, que se encontraban, para fines prácticos, en el patio de atrás de la casa. Así ya no podrían escuchar todas las maldiciones que sabía que Loki le dedicaría.

Encaminados a aprovechar el regalo que les había hecho su patrón, ambos sirvientes no dudaron en apresurarse para dejar la cocina impecable, por si al amo se le presentaba la necesidad de usarla, e irse.

Mientras tanto, Loki con paso presuroso evitó a Thor y apoyando una rodilla en el lecho al mismo tiempo que levantaba las sábanas se preparó para sumergirse en ellas. Hecho que no logró concretar gracias a que una mano lo tomó de la muñeca halándolo hasta quedar a una distancia casi invasiva del espacio personal del rubio.

Este se inclinó para quedar a la altura de su cara y sintiendo cómo su aliento movía los cabellos de su frente lo escuchó susurrar:

—Ni creas que te vas a zafar del tema tan fácilmente. —Le regresó la frase con la que alguna vez él lo acorralase.

—¿Acaso yo dije algo así? —le respondió de la misma manera.

—Tus acciones bastaron para darlo a entender.

—Ah, ya veo que eres perceptivo pero dime cariño, ¿no se te ocurrió pensar que mis hermosas piernas se cansarán de tanto esperar a que esos se larguen?

Un brillo se hizo presente en los ojos de Thor, uno que correspondía a ese que también se había asomado a los de Loki en su recién empezada sesión de secretismo.

Sin pensarlo mucho el rubio se sentó en la cama de nuevo y arrastró con él al menor, de modo que este acabó sentado en su regazó y transportado con él hasta que la espalda del mayor topara con la cabecera de ébano. Y por supuesto que Loki no dejó de retorcerse entre los brazos del otro para zafarse en todo el tiempo en que transcurrió tal acción.

—¿Qué demonios haces?

—Shh, que te pueden oír y así no tendría caso todo esto.

—¿Y qué si me escuchan? El que queda mal aquí eres tú. —Subió un poco la voz, pero no lo suficiente para gritar, girando la cabeza en dirección al rubio.

—Es cierto, pero si eso pasara te aseguro que en un dos por tres estaría en la horca y adiós a tus estudios.

Sintió como si su corazón hubiera recibido un golpe directo y sin previo aviso. Si bien entendía que lo último era con el fin de provocarlo, el simple hecho de esbozar la idea de que Thor ya no pudiera estar a su lado y de que jamás lo volvería ver, le hizo entrar en pánico, el cual logró retener.

Pero no lo suficiente.

Sin razonarlo, buscó sus labios con la mirada y para sentirse conectado de alguna forma con él, se lanzó a explorarlos una vez más, pareciéndole de nuevo como si fuera la primera. Su sabor era extraño ese día, sabia como a fresas, pero aquello no pudo hacer sino más exquisita la manera en que sus lenguas se acariciaban.

A todo esto, Thor buscaba la cercanía del cuerpo contrario, haciendo uso de una de sus manos para enroscarse en la cadera del menor y halarlo a él, mientras que la restante tomaba su barbilla, acercándolo para tener más acceso a su rostro y por ende a su boca.

Si tan sólo hubiera una forma de que ambos pudieran estar juntos sin restricciones..., pero no la había y ellos lo sabían. Así que con más desespero aún, dejaron que aquello tomara matices desesperados, como los que siempre tenía cuando se daban cuenta de que aquella podría ser la última vez.

Y no sólo porque alguien los pudiera descubrir sino porque ambos sabían que los demonios o los prejuicios del otro podrían aparecer en cualquier momento y privarles de aquella cercanía.

Loki quería permanecer siempre así, anclado al cuerpo de Thor. Sólo de aquella forma era que lograba sentirse él mismo, como si perdiéndose en los brazos de Thor encontrara lo que tanto tiempo había querido descubrir de sí mismo.

Apartarse de algo así lo mataría por dentro y de manera lenta, el pensar en alejarse de él...

—No voy a acostarme contigo —aclaró al despegarse abruptamente de los labios del rubio, cuando sintió cómo este empezaba a colar sus manos por debajo de su pijama—. No cuando sé que dentro de un rato también vas a estar con ella.

No odiaba a Sif, claro que no. Si hubiera tenido voz y voto para elegir quién sería su hermana en esa vida, estaba más que seguro de que la habría elegido a ella. Era una mujer cándida pero firme. Alguien que tenía la seguridad de quien siempre lo ha tenido todo: posición, dinero, prestigio, educación, a Thor...

Y mejor no seguir por ese camino, que era ahí cuando tropezaban todos sus buenos deseos hacia ella.

—Loki...

—No.

Ya fuera de su regazo pero aun sentado en la cama, se hizo hacia atrás con ayuda de sus piernas y manos, un gesto que replicó Thor a la inversa: yendo hacia delante casi a gatas e inclinando al menor cada vez más rumbo al borde del lecho.

—Basta Thor, no estoy jugando —le dijo Loki con un gesto de enfado pero que contrastó con el claro tinte de diversión con el que tiñó su voz.

—Creí que ya habíamos aclarado eso —replicó, tomando su tobillo y jalándolo hacia él, provocando con ello que el menor dejara de apoyarse en sus codos y cayera de espaldas—. Y yo no quiero perderte. —Tomó su pie y depositó un suave beso sobre la piel blanca de su talón—. Así que ten piedad de mí y escúchame. —Para ese punto, Thor supo que Loki le permitiría explicarse pues sus pómulos altos se habían teñido de escarlata por aquel gesto previo—. Te prometo, no..., te juro que no volveré a tocar a Sif. No mientras tú respires.

Un silencio pesado invadió la amplia habitación pintada de beige, el cual le confería un aire de tensión a la escena, uno que justamente era apropiado para aquel momento.

Loki no dijo nada. Sólo lo contempló: su semblante estaba relajado, sus ojos serenos y la comisura izquierda de su boca se movía involuntariamente. No estaba seguro de si creerle o no. Ya estaba harto de ese tira y afloja que habían mantenido durante esos años.

—¿Por qué debería creerte?

El rubio abrió la boca una vez, luego la volvió a abrir para volverla a cerrar. De repente Loki se sintió intranquilo al ver cómo las manos de Thor temblaban suavemente, y fue aun peor cuando vio que sus ojos le regresaban un espejismo de un mar embravecido en lugar de la constante calma de las olas que siempre divisaba en ellos.

Esto era algo que jamás había presenciado y no supo qué hacer ni qué estaba pasando.

A punto estaba de decir algo con tal de interrumpir aquella tormenta que se miraba estaba teniendo lugar dentro de aquel alto y fuerte hombre, y que parecía convertirlo en un cachorrito indefenso, cuando pronunció de manera vacilante una frase que los destruiría un poco más de lo que, aun sin saberlo, ya lo estaban:

—Creo..., creo que te amo.

Y el mundo dejó de girar.

...............

Eso es to, eso es to, eso es todo, amigos. Hasta la próxima, coman frutas y verduras y no usen popote.


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