Capítulo 16

DISCLAIMER. Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MCU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.

NOTA. Estoy enferma, así que denme algo de crédito por traerlo aunque sea tarde xD.

...............

Capítulo Dieciséis

Se encontraba en lo más alto de un sauce que conocía de sobra, pues este era parte del bosque que rodeaba la casa de campo de los Odinson.

Estar allí era maravilloso: podía vislumbrar cómo en las copas de los demás árboles anidaban diversas especies de pájaros, a la vez que su rosto podía sentir los vestigios del clima templado del que gozaba aquel ecosistema.

Toda la flora y fauna del lugar estaba en armonía ahora que la primavera había arribado. Era temporada de apareamiento, de luz y color.

Fue así como también su vista pudo alcanzar un campo con flores de los más diversos tonos azules y amarillos, ubicadas al sur de lo que comprendía el territorio franqueado por muros de piedra.

Sonrió, fascinado por todo aquel verdor. El color característico de la vida era su favorito, y era por esa razón que jamás perdonaría a su padre por haberlos forzado a marchar del campo cuando era aún demasiado joven para haber disfrutado de su magnificencia.

—¡Loki te lo suplico, baja de ahí ya!

Bajó la mirada y ahí, como si no fuera más que un jabalí, se encontraba Thor que lo miraba con las cejas hacia arriba y los ojos desorbitados, en un gesto de pura angustia y preocupación.

Soltó una carcajada.

—¡Oblígame anciano!

A esto, el rubio frunció el ceño para después de un momento comenzar a orquestar una sinfonía de risas provenientes de la orquesta que representaban sus cuerdas vocales. Eran hipidos de felicidad.

Habían salido a dar un paseo a caballo, como tanto les gustaba hacer. Thrud no los había acompañado porque, bueno, habían dicho que también tenían el propósito de cazar algún conejo. Tal deporte no era propio más que de caballeros y Magni por ser sólo un infante no podía ir con ellos aún.

Era la coartada perfecta para que tuvieran un picnic a solas.

Dos horas se la habían pasado hablando de los nuevos impuestos y del actual gobierno del rey William entre beso y beso, esto, una vez que Thor le había enseñado a usar las armas de fuego y habían matado un par de animales, claro.

Incluso para deleite del menor, Thor lo había dejado explorar su cuerpo desnudo a la luz del sol por un rato y él a su vez, también había dejado que hiciera lo mismo con el suyo.

Se habían venido varias veces con sólo eso: caricias lentas, besos delicados repartidos por aquí y por allá, más donde hubiera un lunar o una cicatriz que alguno de ellos pensara necesitaba atenciones especiales.

Y había sido increíble.

En un subidón de adrenalina propulsado por las endorfinas provenientes de aquel acto, un Loki de catorce años pero con el espíritu vivaz de un niño, lo cual él mismo ya no se consideraba, había decidido ponerle los pelos de punta a Thor al treparse en el árbol más grande del claro en el que se encontraban.

No sólo lo había hecho por lo divertido del asunto y el reto que aquello representaba, sino porque le encantaba saber que allá abajo, en aquel mundo ruin y oscuro en el que él sabía que vivían los seres más egoístas, había una persona que lo quería lo suficiente como para sentir miedo por su seguridad.

Y fue entonces que oyó cómo la rama se quebraba, haciéndolo perder toda la estabilidad que pensó que poseía.

Estaba cayendo al vacío.

No recordaba que ese día hubiera terminado de aquella forma.

...............

Al final, acabó regresando a casa al día siguiente, ya entrada la noche.

Se había levantado a eso de las cuatro de la tarde con una resaca que sólo sus remedios habituales y un poco de comida supervisada por la esposa de Volstagg pudieron menguar.

Estaba pasando el umbral de la estancia cuando apresurada, vio pasar a Fiorella con un cuenco de cerámica finamente pintado. Esta simplemente le dedicó un saludo y siguió su camino rumbo a la habitación de Loki.

Aquello lo hizo re-direccionar su rumbo. Tal vez el menor había decidido que necesitaba un baño a esas horas. Siendo así, no podía presentarse ante él ese día y mucho menos en un lugar donde probablemente habría un par de sirvientes atendiendo a su amante.

En su semblante se dibujó una sonrisa boba al recordar que, en efecto, Loki seguiría siendo su amante. Así lo había concluido una vez tuvo todas sus prioridades establecidas en su cabeza. Y Loki era una de ellas, quizá la más importante, ahora que sabía la manera en que su ausencia minaba su felicidad y paz mental.

Entró a su habitación y su esposa no estaba. Ya era tarde, más de las nueve para ser exactos y aquello sólo podía significar una cosa.

Corrió y precisamente encontró a Jacob McGregor en la sala principal, escoltado por Eliza, a la salida. Le dio un vuelco al corazón el verlo allí, dado que con ello se confirmaban sus dudas, y sin pensarlo tomó al hombre bajito por el brazo, volviéndolo hacia él.

—Doctor, ¿cómo está?

El hombre se acomodó los pesados lentes redondos sobre su nariz y lo vio con una cara de fatalidad.

No, no podía ser. No podía creer que Dios lo castigara de aquella manera por querer rehacer su vínculo con Loki.

—Me temo que muy mal. Para serle franco, como lo fui con su esposa, es mucho mejor llevárselo de aquí por si termina propagando el virus.

¿Llevárselo? ¿Tan grave era el asunto? Aquello significaba que su bebé estaba en peligro mortal. Quiso llorar y pedirle al cielo que aquello no fuera cierto y Sif... Sif debía estar destrozada. ¿Qué le había hecho a su familia?

—Pero debe haber algo... —su voz se quebró, y de repente encontró que Eliza estaba de pie a su lado, sosteniéndolo de un brazo por si su fuerza fallaba—, algo que se pueda hacer.

—Como le dije a su señora, intentaré con todos los remedios posibles. Ahora mismo voy a mi consultorio para traer otro par de remedios. Si bien no puedo hacer más por subsanar su dolor, quizá pueda tratar de otras formas la tuberculosis.

—¿Tuber-tuberculosis? —No. Todo menos aquello.

—Sí, ya tenía un tiempo que no se veía. Puede que lo haya contraído por ir a visitar a otros sirvientes o por una tos mal cuidada.

Aquello lo descolocó por completo.

—¿Por qué demonios Magni iría a visitar a otros sirvientes?

Tanto Jacob como Eliza se quedaron mudos un momento sin entender bien a qué se refería el señor Odinson. Sin embargo, en cuanto el cerebro de ambos resolvió la incógnita, se dieron cuenta de que no estaban hablando de la misma persona.

El doctor, creyendo que el aclarar aquel malentendido le traería cierta paz a Thor, procedió a contarle los hechos.

—Oh señor Odinson, no. Regocíjese porque no es el pequeño Magni quien sufre la enfermedad. —La respiración del rubio volvió a la normalidad tras aquella declaración y antes de que pudiera preguntar a quién le debían tales atenciones, el doctor le respondió—. Es su protegido, Loki.

Nada.

Luego de escuchar aquello, sólo hubo nada.

Las palabras pronunciadas por el doctor ya no tenían sentido y para cuando recuperó el alcance de su realidad ya se encontraba dentro del cuarto de Loki

Sif le colocaba en su estómago descubierto un trapo con agua fresca, mientras que Fiorella hacía lo mismo con su frente. La piel que antaño fuera tan blanca pero con una tonalidad rosada, ahora se le hacía espectral y más propia de un cadáver.

Loki, su Loki estaba desnudo de cintura para arriba y sus muñecas tenían un corte horizontal, revelando la reciente práctica de una sangría. Tenía unos círculos negros debajo de los ojos y su cabeza se movía en espasmos involuntarios.

Su esposa lo estaba llamando, lo sabía, pero no podía responder. Lo único que quería era sostener y besar aquella pequeña mano de dedos delgados y fríos como el hielo, esos que habían de algún modo hechizado su cuerpo para estremecerlo de placer con sólo un toque.

Unos que lo habían reconfortado al enredarse en sus cabellos, cuando el estrés de estar bajo el cuidado de muchas más fábricas de las que un solo hombre pudiera sostener, le había pesado como un ladrillo sobre su espalda.

—Thor, cariño. —Al final esas palabras llegaron a él, creyendo que eran pronunciadas por unos labios delgados y no unos gruesos—. Mírame.

Sus ojos se enfocaron en los oscuros de su mujer y en las manos de esta, que sujetaban su cabeza en su dirección. Su barba ya estaba un poco más larga de lo habitual porque sentía cómo el gesto de su esposa le causaba incomodidad.

—Sé que es difícil para ti. —Percibió el dolor en la voz aguda de su esposa y al verla detenidamente, notó lo rojos que estaban sus ojos y lo despeinado de su cabello—. Para mí también lo es. Pero escúchame, el doctor McGregor ha dicho que es imperativo sacar a Loki de aquí antes de que contagie a los otros, o peor: a los niños, en los que van incluidos nuestros hijos.

La ira inundó sus sentidos y por un instante vio todo rojo. Quiso gritarle a Sif, creyendo que decía aquello en un acto inteligente y calculado por erradicar a su rival para siempre. Sacarlo de la jugada.

Sif retrocedió un tanto abrumada por el semblante distorsionado de su marido, cuyo gesto era de cólera absoluta. Entendía esa impotencia que ahora sabía estaba naciendo en su marido, pero como con ella, estaba segura de que una vez pasado el trago amargo se daría cuenta de lo precaria que era la situación.

Así fue. Thor se recordó que su mujer no estaba enterada de sus amoríos con Loki, por lo cual no podía tener nada en contra del menor, simplemente hablaba su lado pragmático, salido a la luz para proteger a su familia.

Inmediatamente, dio órdenes y se comenzaron todos los preparativos para que esa misma noche a Loki se le trasladara a la mansión Stardust.

Dos sirvientes: Jack y Lucy serían los que permanecerían al pendiente de cualquier necesidad que Thor tuviera durante lo que tardara la recuperación de Loki.

Porque, obviamente, sería el rubio quien se quedara a cuidar del menor. Ni Sif ni Eliza podían hacerlo ya que atendían todo lo relacionado a la casa y por supuesto, a sus hijos.

Por otro lado, los sirvientes no sabrían cómo atender a Loki y dado que era su protegido, Thor era el más idóneo para hacerse cargo de toda aquella situación, junto con el doctor, a quien le avisarían por la mañana a dónde habían trasladado a su paciente.

Otro factor que se le sumó a tal resolución, fue el hecho de que, despertada por toda aquella algarabía que había en la mansión, Thrud se había enterado de lo que le pasaba a su querido amigo y se había necesitado la fuerza de Jane y Fiorella, junto con una bofetada de su madre para que permitiera a Thor subir al enfermo, envuelto en una manta sobre sus brazos, al carruaje que los esperaba afuera.

Thrud había gritado y pataleado, intentando llegar a Loki para abrazarlo, en la que creyó sería su última oportunidad. Magni había llegado justo en el momento en que Thor partía rumbo a la casona, con el cuerpo frío de su querido quinceañero pegado a su pecho.

Si bien dos empleados serían los que se quedarían con él en el lugar, cuatro fueron llevados en un principio para que, mientras que las mujeres alistaban el par de recamaras contiguas que estaba en óptimas condiciones, los hombres prepararan la cocina para ser usada y limpiaran la casita del servicio ubicada en el patio trasero para que quienes se quedaran, la ocuparan.

Dieron las tres de la mañana cuando todo quedó listo para recibir a un afiebrado Loki, quien permanecía en el regazo de un Thor que sentado, esperaba poder pasar pronto a la habitación.

Finalizadas sus tareas, los cuatro empleados se retiraron, unos de regreso a la mansión Odinson y los otros a la cocina por orden del señor.

Por su parte y una vez en la cama, Thor puso manos a la obra y administró algunos de los medicamentos dados por el doctor, a un moribundo Loki que no dejaba de toser y de sudar a chorros. Algo que él creyó era buena señal.

Se dedicó a limpiar el sudor y a seguir posando varios paños de agua fresca sobre distintas partes de la anatomía desnuda de su pequeño Loki.

La situación lo había abrumado tanto en tan poco tiempo, que no había tenido ni un segundo para contemplar lo que estaba pasando.

Hubo un tiempo en el que estaría triste por el menor y se sentiría culpable por no poder hacer más que observar mientras su vida se apagaba.

Sin embargo, aquel ya no era su sentir, sino uno que se correspondía con algo mucho más ruin, en donde su grado de desespero y agonía alcanzaban niveles insospechados hasta ahora para él.

Del mismo modo como al quinceañero le fallaba por ratos la respiración, él sentía que esta no regresaría hasta que su amante estuviera fuera de todo peligro.

Lo que más le asustaba era pensar en lo que pasaría con él, de no ser así. Si Loki moría...Ni siquiera podía acabar de plantearse tal condicional.

—Thor...—Oyó el balbuceo y de inmediato se puso alerta en la silla que había colocado a un costado del lecho del menor, aquel en el que ambos habían retozado varias veces— Thor...

No estaba consiente, como había pensado casi dando brincos de alegría. Estaba delirando y si no mal recordaba, aquello era más que malo. Llamó a gritos a Jack para que fuera rápido por el médico, importándole una mierda el hecho de que eran las cinco de la mañana y que Charles aun no volvía con el carruaje.

—No voy a perderte. —Apretó su mano fuertemente contra su pecho y llenó, tanto su palma como su torso, de besos—. No puedo. —Las lágrimas que había luchado por contener durante tanto rato, fluyeron libres al fin—. Y tú, tú no puedes dejarme. No sin que me haya disculpado. No sin que te haya dicho... Por favor, te lo estoy suplicando...

Lo único que obtuvo como respuesta fueron más quejidos y una repetición incesante de su nombre.

...............

Jacob McGregor llegó acompañado de Lady Sif a las seis de la mañana, encontrando ambos al señor Odinson remojando trapos para volverlos a colocar en el vientre y la cabeza del menor.

—Doctor. —Casi parecía como si el hombre fuera un Dios por la reverencia con que Thor había pronunciado aquellas palabras—. Ya está sudando pero no deja de decir desvaríos.

El médico hizo lo propio, únicamente para darse cuenta de que sí que el chico sudaba, pero era un sudor frío y, contrario a las esperanzas del rubio, la temperatura ya casi llegaba a los 40 grados. Si no la paraban, mataría al muchacho o peor, lo dejaría en coma.

—Está mucho peor de lo que pensé. —La tenue sonrisa del rubio desapareció de su cara y dejó ver lo horrible que la estaba pasando—. Debemos bajar su temperatura de inmediato. Que los sirvientes preparen un baño con agua helada.

Tal instrucción se llevó a cabo al pie de la letra y pese a las serias advertencias de contagio, así como de lo impráctico del asunto, Thor se negó a que fuera Lucy quien bañara al menor.

¿Cómo podría no hacerlo él, si en ese cuerpo delgado y blanco yacía aquella alma que proveía de significado al mundo entero? Su mundo.

Y Sif lo entendía, o creyó entenderlo, puesto que para ella también era un sufrimiento indecible el que su hijo adoptivo estuviera pasando por algo así. Puso manos a la obra, rezando y orando para que aquel niño se recuperaba.

No debió haberlo hecho.

...............

Sé que el capítulo es corto, pero estuve de viaje desde el sábado pasado hasta este viernes, so... Si puedo, publicaré este domingo próximo. Sin embargo, no prometo nada puesto que estaré en exámenes pronto. OJO, esto no quiere decir que deje de publicar cada dos domingos, un beso.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top