Capítulo 13


DISCLAIMER. Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.

NOTA. Espero que estén interpretando la relación de Loki y Thor como me la imagino. En verdad que estos dos me provocan una serie de sentimientos encontrados cuando me los imagino porque aunque no lo crean, aun no sé si estoy de acuerdo con lo que ellos hacen.

...............


Ahora dormía, por orden de Thor, en una de las habitaciones contiguas a la suya, específicamente en la de los considerados "invitados".

De la nada se había visto en un escenario surreal, en donde podía pedir un baño caliente a la hora que más le complaciera o bien, sentarse a comer en la mesa de los señores.

A Loki casi le da un ataque de risa por la excusa tan pobre que el rubio les había dado a sus sirvientes sobre dónde se había metido durante la noche del festival, en el cual nadie lo había visto, así como todo el día siguiente a este.

Ni se inmutó al ver cómo todo el personal le creía ciegamente al mayor, lo cual se debía, más que por su habilidad en el arte del engaño, a la idolatría de estos por su señor.

Ciertamente aquel hombre tenía un increíble culto del que ni él mismo se percataba, y era un alivio, dado que cuando dijo sus siguientes palabras nadie se atrevió si quiera a cuestionar nada.

Le dio un vuelco al corazón cuando esa misma mañana, declaró que Loki ya no sería un sirviente dentro de su hogar, sino un invitado más, pues había decidido que pasaría a ser su tutorado.

Todos lo habían felicitado por la suerte que había tenido, así como por el gran desempeño y esfuerzo en sus estudios, a los cuales Thor les había adjudicado aquel cambio de papeles tan radical.

Por un momento el menor quiso burlarse de todos y revelarles que tal cosa no se debía a su dedicación, sino a su culo redondeado, pero lo dejó correr. Tampoco es que fuera estúpido, como ellos.

Los días subsecuentes a ese habían sido un sueño, el más glorioso que él hubiera podido tener. El rubio había hecho traer chocolate para él, el cual no había probado nunca pero que ahora no dejaría por nada del mundo, y lo había llevado de compras a los grandes almacenes, para que se surtiera de ropa un tanto más adecuada a su nueva posición.

Había sido fabuloso ir de tienda en tienda, mirando lo que le apeteciera, y lo mejor de todo: pudiendo tener quién se lo comprara. Sin embargo, aun así se había contenido un tanto, sólo pidiendo lo esencial, ya que creía que su condición aún era muy frágil y precaria.

—Sé que quieres probar ese helado, ¿por qué simplemente no me lo pides? —Le había soltado Thor después de un rato de verlo contemplar aquel local por enésima vez, tras haberse quedado esperando en una banca mientras el mayor había ido a mercar algo unas tiendas más adelante.

—¿De qué hablas-habla? —Al castaño se le olvidaba que en público no debía tratarlo con tanta confianza.

De no ser por aquella sombrilla que le amortiguaba no sólo la luz solar, sino el sonido, una dama de vestido azul cobalto que iba pasando por ahí con sus sirvientas, lo habría escuchado decir aquella desfachatez.

—Loki, voy a decirte esto lo más claro posible —susurró con voz firme, tomándolo del brazo para quedar frente a él—. De ahora en adelante cumpliré todos tus caprichos, siempre y cuando me los hagas a mí personalmente; así que no tienes por qué no pedirme nada cuando estemos solos, como ahora.

Al final se había acabado comiendo tres helados dobles con mermelada y cerezas en almíbar, esa tarde. Había sido una explosión de sabores.

Siempre había deseado probar aquella delicia. Recordaba cómo cuando eran apenas unos críos, sus hermanos y él fantaseaban con probar una bola de esa exquisitez como regalo de navidad. Esto había sido tras haber visto una de aquellas tiendas en Londres una vez cuando habían estado jugando por las calles, semanas después de su llegada a la ciudad. Antes de la muerte de su madre.

Fue en ese momento, que vio a un niño de no más de 8 años que pasaba a unos metros de la mesa de fierro, cubierta por una sombrilla, en la que Thor y él estaban sentados disfrutando de su postre.

El primero estaba de espaldas a la criatura, entretenido viendo al de ojos verdes comer entusiasmado, mientras le platicaba anécdotas del recinto frente al que se encontraban, tan sumido en su monologo que no notó que el otro por un rato dejó de prestarle atención.

La mente de Loki divagó. Quiso decirle a aquel pequeñín que él tampoco pertenecía a ese lugar, que odiaba a los burgueses, que sólo era una casualidad que estuviera ahí.

Se sintió avergonzado, pero no por ver que el niño estuviera casi en los huesos mientras él comía su tercer helado, sino porque no dijo nada de aquello y lo único que quería era que aquel ser desapareciera lo más pronto posible de su vista. Lo que logró, precisamente apartándola.

Cuando volteó de nuevo, se había ido y junto con él, aquel miedo constante de volver a ser ese niño.

................

—Es-espera, ya no pue-do.

Estaba llorando. Había sido demasiado. Demasiados orgasmos para una sola noche. Sin embargo, su traicionero cuerpo no dejaba de retorcerse sin parar cada vez que el rubio volvía a acariciarlo hábilmente en los puntos que, durante las siete noches que llevaban así, había descubierto que a Loki le ponían la piel de gallina.

Y ahí estaba otra vez, siendo ignorado y a la vez siendo tan atendido en sus necesidades carnales, que dolía.

Su agujero ya estaba tan sensible, después de todas las veces que había sido aflojado y llenado ese día, que cuando Thor de repente lo había dejado de penetrar para cargar sus muslos sobre sus hombros y comenzar a lamer su arrugada cavidad a profundidad, casi había logrado que Loki olvidara la poca cordura que lo mantenía alerta para no gritar tan fuerte como deseaba hacerlo.

Podía decir con seguridad a no equivocarse, que amaba el sexo. Sí que lo hacía. Jamás en su vida se había sentido tan bien como las veces en que, de la mano de Thor, había tocado el cielo.

Y habían sido numerosas, a la vez que ansiadas. Como si al rubio no le faltaran más cualidades que realzaran su magnificencia, el follar era quizá su habilidad mejor desarrollada y pulida.

Lo podía comprobar en ese mismo instante cuando, al igual que en su primera vez, sentía que estaba próximo al desmayo o a la muerte, si su corazón no dejaba de latir de manera tan desaforada.

Al sentir que perdía el equilibrio, con las uñas de su mano derecha logró aferrarse a las cortinas que rodeaban la cama, mientras que su mano izquierda se enterraba en los cabellos dorados del mayor, cuyos labios ya habían dejado a un lado su primer objetivo para, de la nada, atrapar en vuelo a la pequeña erección blanca y sin vellos que se agitaba frente a él.

—¡Ah! —gritó apenas conteniéndose. Para el momento en el vio que el mayor empezó a masajearle sus testículos sin dejar de ensalivar su pene, supo que debía hacer algo —¡Basta! Por-por favor...

Thor al oír la voz quebrada de su pequeño por segunda ocasión, al fin reaccionó.

Liberó a Loki de todas sus caricias y con cuidado lo dejó sobre la cama. En cuanto lo soltó, se dio cuenta en el estado en el que este se encontraba: no dejaba de temblar ni de sacudirse, sus ojos estaban vidriosos, y su cuerpo se encontraba lleno de chupetones y mordidas.

Esto, aunado a todo el semen seco que estaba esparcido por su piel blanca y aquel que se escurría por su ano, lo hacían parecer la cosa más erótica que Thor hubiera visto jamás.

Si ya de por sí tenía una erección de los mil demonios, con sólo haberlo escuchado gemir y suplicar, ahora sentía que si no lo volvía a hacer suyo, le tendrían que cortar el pene de tan entumecido que lo tenía ya.

Pero se contuvo, por el bien del pequeño simplemente suspiró y decidió que acabaría él solo, en el baño.

—¡No! ¿A-a dónde vas? —Casi le gritó Loki y Thor se sorprendió al ver el enojo que se asomaba en sus hermosas pupilas verdes.

—Creí que ya no querías que...

—¿Estás loco? —le dijo apretando los ojos, para contener uno de los espasmos de placer que le atacaban cada que intentaba moverse mucho— Claro que quiero que pares, pero no antes de darme mi orgasmo.

El rubio lo miró confundido por un instante. Había creído que el pequeño ya estaba muy cansado y que por eso lo había detenido justo cuando Thor estaba por darle la corrida de su vida. A veces no acababa de entender al castaño.

—¡Maldita sea Thor! ¡Deja de pensar y fóllame!

No tuvo que decírselo de nuevo. Se colocó entre los muslos del menor y abrió sus piernas todo lo que pudo, colocándolas alrededor de su cintura. Pero entonces se arrepintió.

No quería volver a utilizar esa posición, y ya que había esperado demasiado, preparando a su amante, no veía por qué no pudiera disfrutar al máximo, si esa sería su última ronda de la noche.

—Sólo mé-métemela, por favor —sollozó Loki, avergonzado de su desesperación.

Y se sorprendió cuando sintió cómo Thor con sus brazos, movía su cuerpo de modo que este quedara de costado.

Una de sus piernas quedó sobre las sábanas mientras su amante posicionaba ambas rodillas a los constados de esta, acuclillado. La otra extremidad inferior de Loki fue enroscada al hombro del rubio a la vez que su miembro era puesto en la entrada del menor, cosa que el susodicho aprovechó y se retorció, buscando más fricción.

Se erizó cuando su pequeño pene, goteante de líquido pre-seminal fue estrujado por el otro.

—Es sólo por precaución, no querrás venirte a penas te penetre.

Estaba a punto de soltarle en la cara qué tan pretensioso había sonado, cuando sintió como su recto era profanado de golpe por la hinchada erección del rubio, la cual quedó hundida hasta la envergadura en su interior.

De alguna manera, Loki supo que el mayor había tenido razón en sostenerlo, pues de otra manera ahí mismo hubiera terminado, sin siquiera gozar de la penetración continua.

Y es que, ¡oh Dios mío! No sabía cómo, pero en esa posición todas las terminaciones nerviosas que componían su cavidad se sentían hipersensibles a cada roce que el miembro de Thor daba al impactar una y otra vez en el punto que lo enloquecía.

No se aguantó y comenzó a gemir, de una forma que, de haber estado consciente de ello, se hubiera avergonzado de sí mismo por tal indecencia. Pero es que no podía parar. Se retorcía al compás de su amante intentando que el choque entre ambos cuerpos llegara hasta lo más profundo de él, si es que se podía.

El mayor aumentó el ritmo, dejando salir gruñidos primitivos, sin parar de estirar más la pierna de Loki que tenía anclada. En cada embestida que daba, sentía cómo el agujero del pequeño se expandía más para moldearse al bruto ataque que él le estaba propinando.

Empezó a poner más fuerza. Su pelvis impactaba con la del menor, dejando salir sonidos de chapoteos que estaba seguro eran fruto de la saliva y las eyaculaciones previas con las que había mimado aquel cuerpo. El cuerpo que ahora también era suyo.

En ese momento ambos eran el epítome de la libido de cualquiera.

—Thor... Thor. -Ese mantra susurrado por su amante, no dejaba de resonar por la cabeza rubia.

Fue entonces que sintió cómo las paredes del recto que lo contenían, se tensaban y lo aprisionaban, de manera que se le dificultó un poco más seguir moviéndose mientras Loki se venía a chorros sobre su estómago.

La fricción extra dada por tal circunstancia lo obligó a caer del precipicio por el cual había estado evitando derrapar. Un ronroneo de placer salió de su caja torácica en cuanto empezó a eyacular en las entrañas del menor.

Loki, ya más relajado, se dedicó a acariciar las hebras doradas de su amante, que estaba ahí después de que este decidiera que el pecho del castaño era un buen lugar para posar su cabeza mientras su respiración volvía a la normalidad.

De repente Thor se percató de que en sus ajetreados actos había soltado el pene del menor.

—Veo que has mejorado en esto, ahora ya te contienes lo suficiente... ¡Auch!

—Quítate de encima —le ordenó, tras haberle jalado el pelo, al comprender a qué se refería.

—Vamos dulzura, sólo era una broma —le dijo sonriendo con ojos de cachorro mientras se daba la vuelta para verlo a la cara, sin dejar de aprisionarlo bajo su cuerpo para que no escapara.

—¡No! Aléjate de..., basta. —Se comenzó a reír, en cuanto Thor encontró los puntos en su cuello y pecho que le causaban cosquillas—. Eso-eso es jugar sucio.

—Di que lo olvidarás y que seguirás mimándome.

—¡Eso nunca!

—¡Entonces prepárate para morir de risa!

Pasados los minutos Loki no tuvo más que ceder ante aquel hombre y cuando lo hizo este simplemente, como si de un león se tratara, se acurrucó a su lado y le dejó caer encima sus musculosos brazo y pierna izquierda, dejándolo a su merced.

El pequeño no se quejó. Le encantaba dormir así y ya se había acostumbrado, para los pocos días que llevaban copulando, a que aquello fuera parte de su rutina.

Esperaba que nadie hubiera escuchado todo el jaleo que habían armado mientras estaban gozando de sí mismos, pero dejó ese pensamiento a un lado a sabiendas de que, como le había dicho Thor, el padre de la señora Sif había construido esa habitación con paredes gruesas e insonoras para que su esposa y él la pasaran bien sin que nadie de la servidumbre se enterara.

Había sido una suerte que le heredara esa casa su padre.

Antes de que el sueño lo alcanzara sintió una ligera sensación de pesadumbre, al recordar a aquella mujer que, a grandes rasgos, ahora contaba como su principal rival, aunque nunca lo admitiera ante nadie.

Ni siquiera a su yo consciente.

...............

Su vestido rosa pálido casi se había deshilachado cuando por querer correr a los brazos de su esposo al verlo llegar, este se había trabado con un clavo salido que estaba en el marco de la puerta.

Había sido ya casi un mes desde que a inicios de julio hubiera partido a Liverpool, para dejar a Loki al cuidado de Victoria, que por un momento había creído que no volvería para su cumpleaños.

Estaba aliviada de que así fuera dado que nunca habían pasado el 15 de agosto separados, y sobre todo porque ella ya había organizado una fiesta. Más grande fue su dicha, y la de sus hijos por supuesto, al ver que su marido no regresaba solo, sino que lo hacía con el adolescente, dos pasos más atrás de él.

—Bendito sea el señor que te trae de vuelta a mí y en una víspera tan esperada por todos los que te queremos —le dijo mientras se ponía de puntitas para lograr rodear el cuello de Thor con sus brazos.

Sif no era una fan de dar muestras de amor públicas pero ese día algo le había hecho llevar a cabo aquel desplante de afectuosidad. Quiso darle un beso pero fue entonces que se dio cuenta de cómo su marido se tensaba ante su anhelo por demostrar su cariño.

Descolocada, simplemente atinó a ver las hermosas pupilas azules que desde hacía unos nueve años llevaban haciéndola suspirar como una tonta enamorada, sólo para encontrar algún tipo de extraña ansiedad en ellos.

—Ahora no, cariño.

Su sonrisa volvió a alcanzar sus ojos y se posaron en sus dos hijos, que al no ver nada distinto, sólo se dedicaron a darle besos, que el mayor con gusto les regresó.

Al salir de su estupor, Sif sólo atinó a adjudicarle tal comportamiento al cansancio del viaje y simplemente volteó para recibir, como la buena anfitriona que era, al pequeño mozo, que en ese momento era abrazado por Eliza y por Fiorella, mientras una impertérrita Jane, los miraba hacer lo propio.

—Es una alegría que hayas vuelto a casa, pequeño.

—Se lo agradezco, señora.

A Sif no le pasó desapercibido que no hizo la típica reverencia que el personal de la mansión le dedicaba cada vez que se dirigía a ellos. Ni tampoco la sonrisa casi forzada que le dirigió el niño.

Fue extraño. Como si de alguna manera sintiera un rechazo hacia su persona. Pero claro que podría estárselo imaginando, ya que todavía estaba cansada por no haber dormido las noches pasadas al estar preocupada por la gripe que había aquejado a su pequeño Magni, en ausencia de su marido.

Lo dejaría correr por el momento, pero se aseguraría de preguntarle más tarde a Thor por el origen de tal acción.

—Pequeñajo, ve y sube tus cosas a tu habitación para quitarles a los hijos de Gertrude tu cama, porque esos niños ya se hacían dueños y señores de ella. —Rió Eliza, mientras comenzaba a encaminar a Loki hacia las escaleras.

—Eliza, Loki ya no dormirá más en ese cuarto —declaró Thor dejando en el suelo a sus dos vástagos y llamando la atención de los sirvientes, que en ese momento se encontraban a su alrededor, pero que por supuesto disimularon discreción para sus amos—. A partir de hoy, Loki será puesto bajo mi tutela y lo patrocinaré para que complete sus estudios.

Todos se quedaron impactados ante tal afirmación nunca antes hecha por el señor Odinson. Hasta su esposa se había quedado anonadada por aquello.

Ahora en parte entendía por qué Loki no había llevado a cabo sus respetos hacia alguien que era su superior: porque ahora ya no era un simple empleado. Aunque para términos prácticos, ella seguía estando en una posición mucho más elevada que la de él.

Tal vez, el hecho de que por primera vez aquel muchacho no estuviera en una situación inferior, lo hacía querer pretender tener que aquel rol nuevo le confería otra clase de consideraciones, sobreestimándose un poquito de más.

Sea como fuere, Sif no quería quitarle su momento de gloria al recordarle esto, así que simplemente sonrió y lo felicitó.

Eliza y Fiorella lo volvieron a abrazar mientras lo congratulaban por su nueva situación considerada tan suertuda por ellas.

Por otro lado, Jane, cuando logró dejar de lado su estupor, dejó el recibidor lo más rápido que pudo. No entendía cómo aquello había ocurrido ni por qué razones había sido ese niñito el privilegiado. Bueno, una parte de ella entendía que su situación de fémina la hacía una opción muy poco probable para patrocinarla en los estudios, pero es que ella lo deseaba tanto...

Mientras tanto, Thor, tras haber dado la orden de preparar una de las habitaciones de invitados para Loki, situada en el ala este de la planta baja, se había retirado a su despacho junto a su esposa para explicarle a profundidad lo sucedido.

Pese a que en ese instante estuviera luchando contra aquella extraña y fulminante atracción que sentía por el menor, ella seguía siendo su mejor amiga y confidente, a la cual le debía toda clase de deferencias.

—Lamento no habértelo hecho saber antes, pero creo que...—Sí, se había exaltado al ver que a Loki lo llevaban lejos de él—. Que me apresuré.

—Sabes que eso no me molesta, después de todo tu eres el señor de la casa. Sólo dime algo. —Thor se puso nervioso, pero se controló lo suficiente para que Sif no lo notara— ¿Qué fue lo que te hizo concluir en esa resolución?

—Es un pupilo aplicado y sobre todo, le encanta aprender cosas nuevas. Además se me ocurrió que, dado que Magni tardará en llegar a la edad adecuada para ayudarme con el banco y las fábricas, sería bueno tener a un aprendiz que supervise a los administradores...

—Y así tener a alguien de confianza. Loki nos deberá su lealtad si lo ayudamos, lo que hará que guarde los intereses de nuestros hijos, ya que los querrá como hermanos. ¡Es perfecto Thor! ¡Eres un genio!

Thor no pudo más que asentir y sonreír. Claro que no había llegado a esa conclusión, es más, ni siquiera había sabido de qué manera terminaría su discurso, así que había sido un golpe de suerte que su esposa se le adelantara.

Si lo veía de esa manera, también eso que proponía ella, sería una buena idea. Exceptuando claro que Loki iba más allá de ser como un hijo para él.

Sintió de nuevo ese nudo en la garganta que lo hacía dudar. Pero esta vez fue breve, al recordar todos los momentos vividos durante casi tres semanas al lado de Loki.

Recordó la felicidad que lo embargaba, la pasión y la necesidad. Su cuerpo y...

—Te extrañé mucho. —Lo interrumpió Sif de sus pensamientos, al acariciar su brazo y besarlo.

—Y yo a ti. —Con un beso en la mejilla, zanjó el asunto y se dispuso a dejar la habitación.

No era tonto. Sabía que eventualmente tendría que volver a yacer con Sif, pese a tener a Loki ahora también. Sin embargo, intentaría aplazarlo lo más que pudiera.

Por supuesto que había sentido la mirada fulminante del menor cuando su esposa se le había echado a los brazos, era precisamente por ello que había evitado siempre a toda costa el tener amantes: sabía que estarían tentadas a rivalizar con su esposa por su atención.

Esto tiempo atrás le había parecido ridículo, debido a que el puesto de ama y señora, jamás podría ser sobajado por una amante, como muchas veces le había dicho su amigo Fandral. Sin embargo, en la actualidad ese hecho estaba demasiado distante de su mente. Y eso lo perturbaba en sobremanera.

—¡No quiero que seas mi hermano!

El grito de su pequeña hija, hizo que sus padres avanzaran más aprisa hacía la sala principal, a la que de alguna manera se habían desplazado sus sirvientes de más confianza junto a su progenie.

La pequeña se encontraba sentada sobre la alfombra de terciopelo roja que adornaba el suelo del lugar y sus manos estaban apoyadas de manera vertical sobre una mesita de vidrio que estaba en el centro de un juego de tres sillones para dos personas.

—¿Qué sucede Thrud? —A Thor le entró pánico de que su pequeña hija rechazase su decisión pues se vería contra la espada y la pared, al querer complacer tanto a su amante como a su hija.

—¡Loki no puede ser mi hermano!

El susodicho se encontraba imperturbable, como si aquello fuera lo más común del mundo, aunque claro que todos en la sala sabían que le dolía en sobremanera el rechazo de su mejor amiga.

Loki no entendía por qué de repente Thrud, y con ella Magni que la seguía, rechazaba la oportunidad que le ofrecía su padre de formar parte de su familia, como siempre ella decía que sería.

—Oh cariño, eso es decisión de tu padre y no querrás desobedecerlo, ¿o sí? —Sif se había sentado en el suelo junto a su hija quien abrazaba a su pequeño hermano, esparciendo su vestido para que no le estorbara al inclinarse hacia ellos.

—¡No quiero!

—¿Por qué razón, cariño? —Ahora fue Thor quien puso una rodilla en el suelo, frente a ella.

Sabía que su hija no era tonta, y que no hacía las cosas porque sí. Algo más debía de haber en todo aquello.

—Si Loki es mi hermano, no podrá ser mi esposo.

Todos en la habitación guardaron silencio y Eliza se retiró silenciosamente, dejando únicamente a los miembros de la familia junto con Fiorella, que se encargaba de los niños.

Cuando dejó el recinto se tapó la boca para contener la risa por la ocurrencia de la pequeña. Pasado el chiste, suspiró. Ella, quien ostentaba un rango de tal magnitud en la sociedad, jamás podría casarse con alguien como Loki.

Mientras tanto, sus padres le explicaron que Loki no era su hermano de sangre ni tampoco de apellido por lo que podían seguir jugando a la casita, que era lo que a la pequeña le había atormentado, dado que le encantaba ese juego.

El de ojos verdes por fin pudo respirar. Él quería que su amiga lo siguiera queriendo.

...............

Ok. Nos vemos dentro de dos domingos. Por cierto, en los próximos días publicaré un one-shot Thorki por San Valentín y porque es mi OTP. Se los digo para que no piensen que estoy dejando este fic por otro, sólo que a veces este fanfic me agota un poco porque va en contra de mi ética personal y quería un brake de ello.


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