Capítulo 10
DISCLAIMER: Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MCU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.
NOTA: ¡Feliz año nuevo (adelantado)! ¡Espero que sigan acompañándome en este 2019!
...
No se había dignado a dirigirle la palabra ni a acercarse a él durante todo el camino hacia Liverpool, y Thor francamente comenzaba a desesperarse mientras caía en la cuenta de que en realidad había metido la pata hasta el fondo.
Y es que a lo largo de sus días de viaje, había tenido la oportunidad de reflexionar sobre sus actos con mayor calma, para finalmente ver lo poco cortés que se había comportado aquella tarde con Loki.
Más que eso, había sido un patán. Le había gritado, reclamado y acribillado a preguntas sobre donde había estado, con quién y por qué; pero sobre todo se arrepentía que al enfurecer aún más, viendo al menor permanecer impertérrito ante su acoso, le hubiera restregado en la cara indirectamente que era gracias a él que había pasado el invierno con vida.
Recordó la expresión descompuesta en la cara de Loki, como si le acabara de caer un balde de agua fría.
Sin más, había agradecido su hospitalidad y había dicho que se iba.
Justo ahí fue cuando le entro el pánico y tomando una actitud casi de fastidio, haciendo como si no le importara en lo más mínimo pero al mismo tiempo no se atreviera a comprometer su honor, le dijo que partían dentro de dos días a Liverpool y que ahí lo dejaría para trabajar como parte de su personal de allí, excusándose con que tenía que ir de todos modos por cuestión de negocios.
Por su puesto que se encargó de recordarle que esta vez no tendría privilegio alguno y como bien se empeñaba en rechazar su buena voluntad, tampoco tendría un tutor. Notó la furia del otro en sus ojos, pero este no respondió a sus provocaciones.
Estaba preocupado y lo estuvo aún más cuando le presentó a Victoria, la ama de llaves de su mansión en Liverpool, e inmediatamente presenció cómo Loki se adaptaba rápidamente al ambiente de su nuevo hogar.
Pasaron tres días y este seguía sin hablarle salvo para lo pertinente, por su puesto, dándole su lugar como amo y señor de la casa. Thor odió aquello con todas sus fuerzas.
Él no quería eso, y lo sabía porque su corazón lloraba por las noches, impulsándolo a querer salir corriendo para arrodillarse ante él y rogar su perdón, diciendo que no entendía lo que le había pasado ese día.
Aún no le cabía en la cabeza el porqué de tales pensamientos.
Loki sólo era un muchacho, un niño que había llegado a su vida, pobre y desamparado, como alguna vez lo hicieran otros miembros de su personal, y aun así..., aun así de algún modo y apenas teniendo un año de conocerlo, había logrado cautivarlo sin querer.
Sus comentarios inteligentes, el brillo en su mirada cada que aprendía algo, su forma tan práctica para resolver problemas, su risa medio contenida e incluso su humor algo ácido y aquella extraña necesidad de meterse en problemas, lo hacían algo único ante los ojos de Thor.
Recordó aquella vez que por casualidad una mañana lo había ido a buscar y se lo había topado saliendo del cuarto de Fiorella, para unos segundos después oír un grito agudo y ver a Jane salir corriendo con el pelo apelmazado con un tipo de engrudo.
Claro que lo había reprendido y Jane lo había inculpado, la razón hasta ahora era lo único que realmente no le había quedado del todo claro.
Eso era lo extraño con aquel chico: nunca entendía al 100% sus acciones. Era demasiado reservado y eso a Thor le pesaba, quería saber más de él, quería tantas cosas...
Negó para sus adentros y simplemente bloqueó tales pensamientos de su mente. No le daría ese tipo de poder a ese pequeño pillo de ojos verdes.
Decidió, nuevamente, que su orgullo era más grande que su dolor y dejó pasar una semana para que Loki se acercara a él, mientras él se ocupaba de atender unos asuntos y departir con sus suegros de vez en cuando.
No sucedió lo que esperaba y ya ni siquiera veía al menor, como si este lo evitara. Iluso de él, porque siempre lo acababa buscando en la biblioteca para después cada vez, jalarse el cabello al rememorar que lo había vetado de allí.
Le había dicho a su mujer que estaría ahí a más tardar, medio mes.
El tiempo se le agotaba.
...............
1, 2, 3, 4...
1, 2, 3, 4, 5...
—Basta. Thrud, tienes ya una semana practicando esta melodía, ¿cómo es posible que no la hayas aprendido aún? —le espetó su madre, si bien no enojada, con un tono de decepción y reproche— Sólo... sólo quédate practicando mientras voy a ver a Virginia, para darle mi apoyo por lo de su hija.
La puerta se cerró y con ella desapareció su madre y al fin pudo respirar.
Desde que tenía uso de razón, su madre era el ser humano más perfecto del universo: siempre hermosa, delicada e inteligente. Su padre la adoraba y entendía el porqué. Eran un matrimonio de ensueño.
Hasta hace un año había añorado ser como ellos, como ella, odiando aquello que la hacía cometer impulsos porque Thrud también quería ser el epítome de la elegancia y encontrar un marido tan bueno como lo era su progenitor.
Y allí era donde había entrado Loki.
Si bien su padre le había dado ciertas libertades que a los demás no, como ahora lo entendía, nunca la había dejado ser ella por completo. Siempre ambos querían que fuera mejor: más culta, más modesta, más obediente...
Obediencia. Ese era su problema y su madre siempre se encargaría de repetirlo hasta la saciedad y su padre volvería a darle su ejemplo de cuando era más joven y él había sido un mal hijo por ser rebelde con lo que le decían sus progenitores.
"Tú no te pareces a ninguno, sólo eres tú". Esa frase la había hecho despertar del sueño en el que se encontraba sumida. Uno en el que cada vez que intentaba copiar a su madre, salía frustrada y con el destructivo sentimiento de que era un completo fracaso.
Loki le había dicho aquello hacía un tiempo y con eso la había liberado. Ya no deseaba ser como su madre o volverse alguien bueno como Thor. Ella era Thrud y ya estaba.
Pero no podía decir nada y no por falta de ganas. Si bien Loki le había dicho que los niños y todas las personas trabajadoras eran explotados y mantenían una posición de inferioridad en la sociedad, él nunca se había dado cuenta de algo más que revelador.
Los niños de su clase, o mejor dicho, ningún niño, poseía ni voz ni voto en nada, incluso en lo que les incumbía. Era gracioso porque era cierto y tampoco podían oponerse a sus padres porque era considerado una afrenta contra el mismísimo Dios. Y peor era la injuria si eras una niña, claro está.
No veía cómo estar en desacuerdo era algo malo, ni tampoco se consideraba estúpida para necesitar ayuda para razonar lo que hacía o decía. ¿Era acaso un ser tan inferior y mezquino que no tenía derecho a comunicar lo que sentía o que quería hacer?
Sus padres eran más abiertos que la mayoría pero aun así no dejaban de lado las enseñanzas espirituales y los pasos a seguir de las normas sociales. Sif hablaba con ella de ciertos temas, pero no de todo y su padre, si bien la dejaba participar más, casi nunca estaba en casa.
Como actualmente.
Había prometido que irían a los grandes almacenes por unos juguetes y no estaba. Se había ido, llevándose con él a la única persona que entendía qué era estar aprisionado y sentirse solo: su mejor amigo.
Tener a su hermanito tampoco la consolaba. Era el niño más obediente y callado del mundo, y a su madre eso le encantaba y no dejaba de repetírselo.
Espera que, por alguna gracia divina, su padre lograra convencer a Loki de que regresase con ellos, porque estaba segura de que moriría de aburrimiento lo que le quedaba de vida hasta ser adulta, si no era así.
...............
Pasó una semana desde que aquel hombre y él no mantenían otra relación que no fuera diferente a la de un amo con uno de sus tantos sirvientes.
Las pocas veces que se habían visto, las formalidades habían sido lo único que se habían expresado el uno al otro, aunque Loki intentara que esto sucediera el menor número de veces posible.
Todavía no podía verlo sin que su estúpido cuerpo vibrara en regocijo al mismo tiempo que su corazón se estrujaba con el recuerdo de aquella noche en que por primera vez, gozara de algún tipo de atenciones de esa índole; lo cual lo único que provocaba en él era el querer huir de ahí para echarse a llorar.
Pero nunca volvería atrás. El adiós definitivo había sido cuando Thor lo había humillado, no sólo al restregarle en las narices su caridad hacia él, sino al negarle aquello que sabía, por todos los meses conviviendo ya, él más amaba en el mundo: aprender.
Estaba bien, no era como si hubiera esperado conservar tal privilegio, pero le dolió la forma tan ufana en que este se lo había dicho. Casi había entrado en shock cuando el rubio se había comportado de aquella forma tan explosiva y fuera de control, de la que se vanagloriaba siempre de ya no tener.
Suspiró. Se había adaptado fácilmente a esa nueva mansión, con ventanales amplios y un piso más alto que la anterior.
Pese que en ese lugar no sobresaldría de entre los otros por jugar con los hijos de los señores o tener tutores que le enseñaran, se sentía optimista con respecto a su situación, pues lo que más deseaba en ese momento, que era apartarse de Thor para olvidar todo lo que concernía a su cercanía, se cumpliría dentro de poco.
—Loki, ¿seguro que no quieres venir? —Le volvió a preguntar Patrick, que junto con sus compañeros de cuarto en el último piso, así como casi toda la servidumbre de la casa, irían a una feria a las afueras de la ciudad.
Volvió a negarse y un minuto después apareció ante su puerta Victoria, que estaba ayudando a atender a una de las hijas de las empleadas que estaba enferma, Georgia si no mal recordaba.
La mujer entró a la habitación haciendo ademanes con las manos y casi gritando lo magnánimo que era su amo, lo cual era la patraña que todos creían, porque había hecho que el doctor viniera a revisar a la niña y ahora ellos se encargarían de aplicar sus instrucciones.
Luego, como recordando a qué venía inicialmente, dado que ya era una señora vieja que no podía retener en su memoria las cosas al cien, le dijo que el amo lo esperaba en su despacho.
Se dirigió al lugar, y estar en tal situación le trajo malos recuerdos. Como siempre, el primer piso era el más sobrio de la casa, con un sin número de artículos de lujo que servían para realzar la riqueza de los propietarios y recordarle a los sirvientes que ahí sólo podían estar en caso de que se hiciera la limpieza o algún deber.
Cuando entró al amplio cuarto, lo primero que le llamó la atención fueron las estanterías llenas de libros que decoraban el lugar, ya que si no mal recordaba, a parte había una biblioteca, lo que le hizo preguntarse de qué tamaño sería esta si así era un estudio cualquiera.
—Siéntate
—Prefiero permanecer de pie, amo.
Thor estaba parado frente a una ventana que daba vista hacia el jardín, al fondo de la habitación hacia la izquierda, por lo que Loki en un inicio no se había percatado de su presencia, dado que esta tenía una forma de L invertida que ponía un muro entre un espacio del recinto con el otro.
El hombre se acercó hasta quedar parado frente a él, haciendo más que evidente su diferencia de estaturas.
—¿Cómo te estás adaptando a tu nueva situación?
—Si no es atrevido de mi parte señor, me gustaría guardar mis pensamientos para mí mismo.
Thor le dio la espalda, resopló y enterró una de sus manos en su corto cabello dorado. Pasó un minuto en el que Loki decidió preguntar si ya podía retirarse pero justo al abrir la boca para decirlo, el más alto volteó bruscamente hacia él y de la nada le soltó, mientras cerraba los ojos y suspiraba:
—Lo siento, de verdad no sé qué me pasó ese día.
Loki se quedó en su lugar viendo con asombro esos ojos azul cielo que lo miraban expectante y no supo qué decir. No tenía idea de qué estaba sucediendo. Ni en un millón de años se le hubiera ocurrido que Thor le pediría perdón por sus actos.
Claro que él jamás hubiera pronunciado aquellas palabras en asuntos tan sentimentales como aquel, y eso que sólo era un sirviente, por lo que no se imaginaba que tanto había tenido que batallar el mayor contra su orgullo para conseguirlo.
—Sé..., sé que no te ha de sonar muy convincente pero lo digo en serio. —Vio como el rubio tragó saliva, y eso no hizo otra cosa más que querer hacer que lo perdonara, pero no sería tan fácil—. Puede que me haya tomado mi tiempo pero... Dios, no sé ni qué decirte —rio nervioso—; estoy tan avergonzado de mi actitud contigo que... perdóname, por favor. —Le lanzó una mirada rota que a él también lo quebró un poco en su afán de mantener su indiferencia.
—No te entiendo —le habló de tú, logrando que Thor tuviera una mínima esperanza—, eres demasiado cambiante: un día eres un fiel orador de la igualdad de clases y al otro me humillas por estar en una posición más privilegiada que la mía. —Frunció aún más el ceño conforme iba enojándose en serio, callando a Thor en su intento por interrumpirlo— Un momento me tocas como si...—Sin querer, se le quebró la voz, revelando el dolor y la frustración que había en él. Bajó la mirada, avergonzado—. Como si fuera más que un sirviente o un amigo para ti, y al siguiente..., ¿sabes qué? ya no importa.
—Espera, no te vayas. —Lo tomó de la muñeca Thor, justo cuando este caminaba a la puerta—. Déjame explicarlo.
—No quiero oírlo. —Volvió su cabeza hacia él, pero su cuerpo permaneció en posición de huida—. No quiero escucharte dar miles de excusas sin sentido para justificar tu comportamiento. Sólo quiero olvidar, olvidarlo para siempre, como si nunca hubiéramos tenido ese tipo de relación tan íntima o jamás hubieras tenido la desfachatez suficiente para llevarte mi primera experiencia de esa índole.
A Thor le dolió aquello, y cuando Loki se intentó soltar de su agarre se lo permitió, únicamente para aprisionarlo en un abrazo: la espalda del menor contra su pecho.
Ahí fue cuando se dio cuenta de que aquel niño de cabellos cual carbón, cabía perfectamente en ese lugar, como si hubiera nacido para estar ahí, y llegó a la conclusión de que no quería que aquello que había descrito sucediera. No quería ser sólo una memoria desplazada al olvido.
De sólo pensarlo sentía que le estaban quitando algo a lo que tenía derecho por nacimiento.
—No —le susurró al oído mientras frotaba una de sus mejillas barbudas contra su pequeña cabeza—. No vuelvas a decir eso cariño.
Por un segundo el mundo de Loki se quedó estático y su inútil intento por detener a sus ojos de derramar lágrimas, dio frutos. Al siguiente, la ira lo inundó todo y la amargura brotó desde lo más profundo de sus entrañas al recordar lo que había intentado enterrar en lo más profundo de su ser.
— ¡No! ¡Jamás oses volver a llamarme de esa manera! —Dándose la vuelta, puso un dedo sobre el pecho de Thor, haciendo que este retrocediera con cada paso que él daba, a pesar de ser más delgado y bajo que su contraparte—. ¡No quieras tratarme como a un imbécil, porque no lo soy! ¡¿Crees que puedes decirme algo lindo y al minuto siguiente me tendrás rendido a tus pies para usarme como una prostituta que tienes a la mano por si hoy no se te antoja tu esposa?! ¡Fui ingenuo, lo admito! ¡Pero ya no más! ¡No eres tan importante como para que te permita humillarme de esa manera otra vez!
Entonces la mente de Thor hizo click y supo el porqué de querer irse a trabajar a otra casa, de no decirle nada a él, de no hacer nada por comunicarse.
Loki sabía que había copulado con su esposa unas horas después de haber compartido intimidad con él. No debió haberse sorprendido de que alguien los oyera, pero como estaba borracho no se pudo haber preocupado menos de los ruidosos sonidos que hacía Sif.
Él no había querido hacerlo, pero se sentía tan desorientado en aquel momento...
Sin embargo, lo anterior no quitaba que efectivamente, si Thor intentaba avanzar en su relación con Loki estaría no sólo jugando con él, sino faltándole al respeto a su esposa y a sus hijos. No supo qué decir y por primera vez en su vida se sintió desorientado. Sin salida.
Loki vio eso en sus ojos y por alguna extraña razón sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
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