Capítulo 7
IOICHI POV'S
—Las cosas se pusieron realmente movidas —me quejé recargada en la cama de Kakashi.
—¿Y de quién crees que es la culpa? —preguntó el idiota de mi hermano desde el sofá donde leía.
—Cállate —exigí arrojándole un almohadón a la cara, que acertó, lo que me hizo muy feliz, pero a él no.
Molesto, el rubio se dispuso a echarse encima de mí, pero mis reflejos son buenos y logré salir corriendo. Cuando estaba a punto de atraparme papá lo detuvo.
—No corras en la casa —dijo papá, pegándole en la cabeza. Reí por el golpe, pero luego me dio un golpe a mí también—. Tú estás embarazada, no hagas estupideces —casi suplicó, y volviendo a la cocina habló para los dos—: No me hagan perder la cabeza, mocosos.
Esto era realmente confortante. Tenía a mi padre y a mi hermano conmigo, estaba recuperando una familia y, por si fuera poco, estaba a punto de formar la mía.
* *
Recibir a los Kages y la gente que ellos traían fue bastante esfuerzo, y es que había que proporcionarles un lugar cómodo y buena comida. Mucho más cuando, además de ser anfitriones, éramos los causantes de la reunión. O más bien era yo sola.
Cada entrada era triunfal. Pues como cabezas de las principales aldeas del país de fuego se merecían de todo el respeto.
Pasaron tres días desde que se recibió al primero y al último Kage, pues la lejanía a Konoha condicionaba su tiempo de traslado. Después de un día más, que fue usado para el descanso, se hizo la tan esperada reunión.
—¿Estás nerviosa? —preguntó Gaara.
—¿Tú no? —pregunté y él negó con la cabeza.
—No realmente, estoy preparado para lo que sea —aseguró.
Lo miré desconcertada y, aceptando mi destino, respiré profundo.
—Pues que pase lo que tenga que pasar —dije esperando que las cosas no fueran demasiado mal.
Pero cuando uno lo hace mal es difícil que las cosas terminen bien.
—Que la boda sea el fin de semana, digo, ya que estamos todos reunidos, aprovechemos —sugirió despreocupada la Mizukage.
—¿No les parece un poco pronto? —pregunté un poco asustada.
—¿Pronto? —cuestionó mi abuela—. Tienes casi seis meses de embarazo, ¿al cuánto tiempo para ti no es pronto?
—Como en unos diez años —respondí divertida y un rayo me fulminó.
—Que graciosa —dijo mi abuela con una tétrica sonrisa—. Apruebo que sea el fin de semana.
* *
—Y se va la boda de mis sueños —me quejé cuando solo quedábamos tres en la habitación.
—No te mereces esa boda —dijo mi abuela cómo si yo no lo supiera.
Aunque lo ocurrido no era tanto mi culpa como ella pensaba.
—Vaya manera de arruinarte la vida —soltó de pronto Naruto.
—Pero pudo haber sido peor —dije caminando a la puerta de entrada.
—¿Cómo peor? —preguntó Naruto intrigado.
—Pude haber tenido que casarme contigo —dije en tono burlón.
Esta vez fue Naruto quien aventaba algo en respuesta a un malintencionado comentario. Lo esquivé y choqué con alguien que se dirigía hacia nosotros.
Me disculpé apresurada y, al levantar la cabeza, vi a mi futuro esposo frente a mí.
—Vamos a comer —ordenó.
Yo no tenía hambre, además, con una boda encima, tampoco tenía tiempo; pero él apeló a mi cordura por mi embarazo, así que terminé accediendo a ir con él.
La semana había sido así, él se la pasaba cuidando de nuestro bebé y de mí. Y, aunque a ratos me parecía un poco pesado, no me disgustaba tanto.
Habíamos terminado de comer cuando su pregunta me hizo atragantarme con aire.
—¿Te quieres casar conmigo?
—Voy a hacerlo.
—Pero, ¿quieres o no?
—¿Eso importa? —pregunté confundida.
—Si —dijo—, a mí me importa. ¿Quieres o no quieres hacerlo? —repitió su pregunta y no supe que contestar.
Yo no lo había pensado realmente, pero al darme cuenta en la situación que estaba y que lo mejor para nosotros era llevar la fiesta en paz acepté. Pues aunque no era algo que quisiera, tampoco era algo que no quisiera hacer. Además estaba segura de que era lo mejor.
»Voy a hacerte muy feliz —prometió Gaara tomando mi mano, yo sonreí decidida a dejarlo besarme, pero una mano lo apartó de mi rostro.
—Eso es lo que espero —dijo Kakashi sentándose a mi lado.
Hablamos un rato de muchas cosas y le pedí a papá me llevara a casa. Yo había pasado por mucho y aun me faltaba bastante. Estaba cansada y requería dormir. Me despedí del pelirrojo con una sonrisa.
—¿De verdad quieres casarte con él? —preguntó mi padre de camino a casa.
—Al mal tiempo, buena cara —respondí suspirando. Kakashi me miró intrigado—. Si es lo que va a pasar, ¿no sería lo mejor que lo quisiera? —pregunté.
Mi padre asintió y me dejó descansar en mi casita, que buena falta me estaba haciendo.
* *
Y pues no fue la boda de mis sueños, pero definitivamente pesadilla no fue. Sobre todo porque había una felicidad inusual en quien habitualmente no mostraba más que seriedad. Eso me hizo sentir complacida.
Al día siguiente de la boda, los Kages se prepararon para volver a su aldea, yo me preparé para ir a la que ahora me acogería, Sunagakure. Eso no me hacía feliz, pero no había más que hacer.
En cuanto a la relación con las aldeas no hubo mayor problema. Mi trabajo era para todas las aldeas, por lo que, independientemente de dónde viviera o quién fuera mi pariente, no había mucha relevancia. Yo era de la alianza shinobi más que de Konoha, y mucho más que de Sunagakure. Aunque por lo pronto alguien haría de mensajero pues no me veía corriendo con una gran panza.
Continúa...
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