Capítulo 6

GAARA POV'S

—Entonces no renuncies —dijo mientras ponía una dolorosa distancia entre nuestros cuerpos—. Esto es demasiado complicado —continuó mientras tallaba su frente con la palma de su mano—, ¿qué se supone que hagamos? 

Se veía tan angustiada que quise abrazarla para tranquilizarla. Pero no creía poder soportar un rechazo más. Aunque los mereciera todos, mi corazón no podría con ello.

»Tal vez deberíamos pedir el consejo de algún Kage al que le tengamos confianza —sugirió.

—¿La quinta Hokage? —sugerí yo después de pensar un poco.

—Me mataría —respondió Ioichi alarmada—. Ella no sabe nada del embarazo, y no planeo decirle hasta tenerlo solucionado.

Supuse que no era buena la idea, también me dio escalofríos pensarlo.

»La Mizukage podría ser buena idea —dijo—, parece racional, y creo que le gusta mi papá.

Me hizo gracia el comentario. Pero acepté, era lo mejor que teníamos, al parecer.

—Sí, hablemos con ella —dije, y en respuesta recibí una bella sonrisa de mi más grande pecado y mi mayor regalo.

Tocaron a la puerta, que inmediatamente después casi derrumbaron de un golpe. Era Naruto que, impaciente de esperar, decidió no seguir haciéndolo.

—¿Cuándo es la boda? —preguntó.

—Y sigues con lo mismo —farfulló Ioichi con clara molestia—. Naruto, no va a haber boda, hay mucho en riesgo como para tomar decisiones a la ligera.

Ella tenía razón, pero seguía molestándome su negativa.

—Pues no lo entiendo —dijo Naruto, rascando su cabeza. Ioichi sonrió.

—Y es por eso que yo no entiendo cómo te hicieron Hokage —dijo burlona.

—Tonta, es porque soy el mejor —aseguró mi rubio amigo tomando las mejillas de Ioichi y aplastándolas fuerte. 

Ella hizo una mueca de dolor y yo aparté a Ioichi de Naruto. Ambos me miraron intrigados y no pude evitar sonrojarme al escuchar la burla de Naruto.

»Entiendo tus celos, pero es mi hermanita y no puedes quitármela —señaló jalándola de nuevo a su lado, aprisionándola entre sus brazos. Él sonrió y yo lo odié.


* *


Pasó poco más de una semana que Ioichi se había marchado y yo estaba volviéndome loco. No estaba seguro de nada. 

Aunque ella hubiera dicho que volvería para hablar conmigo y que decidiéramos juntos, ella había podido decidir cambiar de opinión y elegir lo más conveniente sin decirme nada. Eso me asustaba y me enfurecía.

Ya había intentado salir corriendo a buscarla, pero la imagen de ella suplicando me detuviera de hacerle daño me detenía. Era un maldito suplicio.

Con la cara apoyada en mis manos, que se apoyaban de codo al escritorio, escuché a Matsuri decir "Mensaje de Konoha" después de tocar la puerta, y entró para entregarme un papel que contenía una sola frase que me hizo recobrar un poco la compostura.

Esa frase estuvo en mi cabeza todo el tiempo que no pude verla para releerla, cosa que hice durante algunos días más en que no tuve más noticias de ella. Y es que cada minuto era desesperante.

A punto de volverme loco otro mensaje llegó.

El nuevo mensaje no decía que ella estaba bien, pero si se estaba haciendo del conocimiento de todos los Kages, imaginé que las cosas irían viento en popa desde ahora.

Al día siguiente me puse en camino de la Aldea Oculta de la Roca para entrevistarme con el Tsuchikage. Estábamos haciendo demasiados movimientos por una cuestión personal. Yo había complicado las cosas, lo sabía perfectamente, y eso no me quitaba la felicidad de saber que ella daría a luz un hijo mío.


* *


—Kazekage sama, recibimos su mensaje. ¿Qué es eso tan importante que debe hablar conmigo? —preguntó el Tsuchikage.

—Es una cuestión personal —expliqué un poco avergonzado—. Yo le respeto mucho, y por eso he venido a decirle que voy a ser papá —dije llevando la mirada al piso. Cuando por fin alcé la mirada me encontré a un anciano petrificado y a punto de desmoronarse—. ¿Tsuchikage sama?, ¿se encuentra bien?

—¿Cuántos años tiene, Kazekage sama? —preguntó cómo sacudiéndose la incredulidad.

—Diecisiete —respondí y él respiró profundo.

—Pero si aún es un niño —dijo y reí. Tal vez eran nervios pero reír fue justo lo que hice. Él rió conmigo—. ¿Va a casarse entonces? —preguntó y el que respiró profundo esta vez fui yo.

—Lamentablemente no es algo que vaya tan fácil —informé—, ella es la nieta de la Quinta Hokage, así que una boda, diplomáticamente hablando, no es muy conveniente. 

El anciano comprendió todo.

—Por eso ha venido a hablar conmigo —explicó más para sí mismo. Asentí—. Ciertamente podría parecer una alianza preocupante una boda entre usted y la señorita Hatake, pero me imagino que si está dando la cara es porque no es esa la intención. 

Asentí de nuevo. No era esa la intención, ni siquiera era la intención que ella y yo termináramos envueltos en esa difícil situación, pero cometí un gran delito que ahora pagaríamos dos, o tal vez tres.

—Dimitiré la Kazekadia si así lo solicitan —comuniqué y el Tsuchikage me miró fijo.

—Si usted es capaz de dejar su puesto por su familia y la tranquilidad de la aldea, la alianza shinobi no será capaz de dejarle ir —señaló con un tono serio—, eso habla de una gran persona. 

Y, aunque lamentablemente yo no era la gran persona que él mencionaba, me alegró contar con su apoyo.

—Agradezco su apoyo —dije sinceramente—. Hemos intentado arreglarlo por nuestra cuenta, pero La Quinta Hokage no es indulgente. Además esto es problemático... Supongo que intentará hablar con todos para dejar clara la situación —expliqué y el anciano asintió.

»En todo caso, si las cosas se ponen feas, dejaré el cargo. Sé que mi deber es primero, pero ella es lo que más he deseado tener en la vida, es la reencarnación de ese amor que nunca había conocido, y me hace feliz saber que seré papá, eso realmente me emociona, por ellos dos daría mi vida entera.

El Tsuchikage sonrió y dijo que estaba feliz por saberme contento, y que apoyaría mi postura si las cosas llegasen a ponerse tan feas como las estaba proyectando.

Volví a mi aldea un poco más seguro de lo que hacía, pues aunque estaba dispuesto a dejarla, esa aldea era algo que yo realmente apreciaba, y mi trabajo era algo que disfrutaba. 

Pero si la sola idea de "Mi familia" me hacía sonreír estúpidamente, tenerla en mis manos sería éxtasis total. Dejaría la aldea sin pensarlo, a mi familia la elegiría sobre mi propia vida de ser necesario.

A los pocos días llegó un nuevo mensaje de Konoha solicitando mi presencia en una única audiencia extraordinaria de máxima importancia. Y, tomando a consideración que recientemente no había habido desastres naturales ni disturbios criminales o epidemias, supuse correctamente que era mi bebé el tema en cuestión.


Continúa...



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