Capítulo 26

IOICHI POV'S

En el tiempo en que estuvo en Konoha, Mitsuri realmente pasó a formar parte de mi familia. Y no supliendo a Karura. Eso era algo que no lograría ella ni otras diez con la misma cara. Pues, por mucho que se parecieran, Mitsuri no era Karura, ni siquiera era mi hija y yo la estaba lastimando sin querer hacerlo.

Es por eso que, cuando Shikanii y Temari volvieron, me fui a la arena con ellos. Necesitaba hablar con los padres de la niña. 

Primero hablé con Matsuri, intentando proteger la integridad y la estima de esa pequeña que, sin ser de mi sangre, se había quedado en mi corazón.

—Tómela —dijo casi a gritos y con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Tómela y quédesela! —gritó y enfurecí. Más no podía perder los estribos.

—Si tan amablemente lo ofreces debería aceptarlo —dije después de respirar profundo. Ella me miró desconcertada y yo sonreí cínicamente—. Si piensas que deshacerte de ella, lastimarla y hacerla sufrir te hace pagar tus culpas te equivocas, estás tapando un hoyo destapando otro.

—¿Y qué hago? —preguntó—. Es igual a ella, no puedo hacer más que verla y salir huyendo. 

Le di una bofetada atrayendo toda su atención.

—¡Ámala! —ordené furiosa—. Obsérvala bien y date cuenta que ella es tu hija y no la mía. Son diferentes, tan diferentes que incluso Gaara y yo podemos notarlo. 

La castaña lloró, haciendo algo que me llenó de rabia, pidiendo perdón.

—Está bien, no fue tu culpa —dije a sabiendas que era mi oportunidad de enmendarlo. Y me fui. Yo aún necesitaba hablar con alguien, pero antes de alejarme lo suficiente amenacé—: Si no sabes valorarla, vendré exclusivamente a dejarte sin nada.

Después de eso hablé con Gaara. Y es que yo estaba furiosa de que, habiendo tantas mujeres, él hubiera terminado con ella. 

Aunque no podía culparlo del todo, ella tenía años enamorada de él en "secreto", pues se le notaba por todas partes. Es por eso que me molestaba.

—¿Por qué ella? —pregunté mientras lo veía a los ojos. 

Él respiró profundo.

—Ella me ha amado siempre —dijo. 

Lo sabía, todos lo sabíamos.

—Esa no es razón suficiente —reclamé.

—Ella vive cargando una culpa que no tiene —dijo—, pero que un día, por pretender no perder algo que ya no tenía, le puse encima.

Golpeé su escritorio con mis puños.

—¿Creíste que no superaría haber matado a mi propia hija? —pregunté y Gaara me miró fijo—. Lo sé, soy médico Gaara, una sola aspirina no había hecho tanto daño. Además, Karura aún respiraba cuando la tomé en mis brazos en casa. 

Mi amado pelirrojo acarició mis mejillas apartando las cálidas lágrimas que escapaban de mí.

—Tú eras su madre —dijo—, eras médico y aun así no lograste salvarla o protegerla... Yo te conozco perfecto, lo aceptaste porque era lo más fácil. Aun sabiendo la verdad te obligaste a odiar a alguien más para poder perdonarte y perdonarme, lo sé.

—Y ni eso nos salvó —dije respirando profundo y lloré mirando al cielo. Entonces sonreí amablemente a ese hombre que tenía aún todo mi corazón—. Te amo, Gaara —dije rozando mis labios con los suyos—, y siempre voy a hacerlo. 

Gaara lloró abrazado a mi dorso.

—Lamento no haber podido hacerte feliz —se disculpó con su cabeza bajo mi pecho, rodeando mi cintura.

—Pero si yo fui muy feliz a tu lado —repliqué acariciando su cabeza, llorando desconsolada.


Continúa...

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