SASUKE POV'S

—¿Sabes por qué te lo digo? —preguntó después de tan cruda confesión. Negué con la cabeza—. Es para hacerte sufrir —explicó—, te lo dije, ¿no? Yo no pasaría por lo mismo de nuevo por nada del mundo —dijo y se despidió dejando de mirarme mientras se cerraba la puerta de esa habitación.

Demasiado confundido caminé hasta su oficina, procurando que nadie me viera. Tomé el sobre del escritorio y me fui de ahí tan pronto como pude. 

Llegué a la casa, a esa casa en que compartía techo con ella y la esperé con una estúpida esperanza que seguía intentando asesinar, pero que era bastante persistente.

* *

»¿Sigues aquí? —preguntó Ioichi un par de horas después que cruzó la puerta—, dije que te largaras.

—No sé nada de la misión —excusé.

—¡Abre el maldito sobre —gritó enfurecida e impaciente—. Cada detalle está allí, solo lárgate ya!

—¿No será peor si huyo? —musité temeroso y ella me fulminó con la mirada.

—¿Ahora a qué le tienes miedo? —preguntó—. Ya estaba el plan ¿qué no?, ¿acaso esto no lo planeaste? ¿Qué pretendías, imbécil?, ¿matar a alguien y seguir como si nada? ¡Eso no se puede! No se puede. Cuando matas a alguien todo acaba. Ahora abre el maldito sobre y lárgate.

Abrí el sobre y lo leí.

—¿Me mandas a una misión de seis años? —pregunté y ella sonrió.

—Más, si se extiende —dijo—. Y te mandas solo, cariño, porque esta misión no era para ti, pero ahora tengo que sacarte de aquí; si no quiero que te maten, claro.

—¿Por qué haces esto? —pregunté caminando de un lado a otro, como buscando una inexistente salida.

—¿La verdad? —preguntó y asentí, necesitaba saber lo que ella estaba pensando—. No tengo mucha idea —dijo bajando las manos, dejándose caer en el sofá frente a mí—. Creo que necesito protegerte. ¿Sabes?, pude haberme enamorado de ti. Lo pensé mucho, y con mucho miedo había decidido darnos una oportunidad, pero echaste a tierra mi plan porque ya tenías uno. Eres un idiota, pero lo agradezco en parte porque me lo dejaste mucho más fácil. Tú elegiste por mí y yo... yo solo te dejaré ir.

Negué con la cabeza mientras la incredulidad me invadía. Negué con mucho deseo de que ella no hiciera lo que yo pensaba haría. Pero mató mi esperanza con sus palabras de despedida.

»Es mejor que todo acabe antes de iniciar. Perder algo que aún no amo es más fácil de superar —dijo, sonrió fríamente y subió a dormir.

Yo no podía discutir. Ella me tenía en sus manos, igual que la vida de mi hijo, y yo la llevé al basurero donde de nuestra vida fácil se desharía.

Esa noche me fui para no volver hasta algunos años después, sin despedirme de nadie, sin hablar con mis compañeros, sin asistir a la boda de mi mejor amigo y sin llegar a amar a mi hijo, ese hijo que jamás conocería, que jamás abrazaría, que desaparecería como si no hubiese nunca existido, pero que me dolía perderlo como si me dejaran sin nada.

Entonces entendí un poco a aquel zombie que se autodestruía sin siquiera darse cuenta. Yo me convertiría en uno.

Continúa...