Capítulo 12

IOICHI POV'S

—Fue una noche tormentosa en más de un sentido —dije mirando por mi ventana como se comenzaban a despejar las calles. 

Miré mi cama y vi a dos pelirrojos ocultando tras sus parpados unos ojos agua marina que yo adoraba. Caminé fuera de ese cuarto y bajé a la cocina. Puse el agua en la tetera, y esta en el fuego.

Seguía viendo por la ventana como de vez en vez oleadas de arena se mecían suaves mientras se despedían de nuestras calles cuando escuché a mi marido hablar detrás de mí.

—¿Qué haces? —preguntó. 

Me giré para encontrarme a mi esposo con mi hija dormida entre sus brazos.

—¿Por qué la sacaste del cuarto? —pregunté sonriendo. 

Él acarició la cabecita de mi hija mientras le miraba como si tuviera la cosa más maravillosa entre los brazos. Y puede que así fuera.

—No estabas en la habitación —indicó—, no podía dejarla sola mientras venía a buscarte.

—No creo que le hubiera pasado nada sola —señalé.

—A mí sí me daría algo —dijo acercándose hasta mí—. ¿Qué haces? —preguntó de nuevo. 

Me recargué en él acariciando el rostro de mi bebé y respondí.

—Vine por un té, tengo cólico.

—En cuanto escampe las llevaré al hospital —anunció Gaara besando mi cabeza. 

Asentí y, después de preparar el té, volvimos al cuarto.

Ese día fue ocupado pues, antes de poder ir al hospital, Shikanii llegó a despedirse y se encontró con una grata sorpresa. Nos acompañó al hospital donde fuimos revisadas y, al volver a casa, nos encontramos con dos tíos más que no paraban de solicitar la niña en sus brazos.

Y aunque lo último que yo quería era gente en mi casa, ellos eran ahora mi familia, y estaban compartiendo mi felicidad gustosamente así que, con el dolor de mi alma, me aguanté. Además me encantaba ver como esa pequeña pelirroja volvía locos tres caballeros que peleaban por tenerla más tiempo en brazos. Hasta que ella también se cansó y, a llanto abierto, solicitó auxilio. 

Estaba cansada y hambrienta, yo era su solución.

Temari dijo que sería mejor irse, Shikamaru tenía que ir a entregar los reportes y a anunciar el feliz nacimiento de Sabaku no Karura, y yo estuve feliz de quedarme sola al fin.

Gaara bajó a despedir a tres integrantes de la familia y yo me dispuse a alimentar a mi beba. Acomodé a Karura entre mis brazos y la acerqué a mi pecho, donde una extraña sensación me hizo fruncir el ceño. No terminaba de acostumbrarme a eso. La succión dolía un poco, pero por ella estuve dispuesta a pasar por mucho más, y me hacía feliz saberla dependiente de mí en tantos sentidos.

Estaba tan embelesada en la carita de mi bebé que me perdí del mundo por unos minutos. Cuando levanté la mirada me encontré con otro bobo que extasiado nos miraba. 

Me sonrojé un poco y agaché la mirada. Gaara se acercó a mí y se dejó caer a mi lado, recargando su cabeza en mi hombro, tan cerca de mi hija que cubría un poco su rostro.

—Te amo, Gaara —dije casi en susurro pegando mi frente a su cabeza—, gracias por estar conmigo y hacerme feliz. 

Su mirada se fijó en mí con unas lágrimas que jamás había visto.

—Te amo, Ioichi —dijo con una enorme sonrisa iluminándole el rostro, y me besó con tanta ternura que me hizo llorar también.

Pensé que ese sería el inicio de nuestra familia y que había comenzado bien. Respiré aliviada porque lo que bien empieza bien acaba. Pero este no era el inicio. Esto había iniciado hace mucho tiempo, y no había empezado tan bien como recordaba.


* *


Karura era excepcional, bastante lista, y ¿cómo no?, si estaba sobre estimulada todo el tiempo. 

Como cabezas de la aldea, los padres de ella, no podíamos hacer mucho más que trabajar en ambientes complicados.

Ella vivía de hospital a kazekadia y viceversa, y cuando al fin descansaba, cuando llegaba a casa, lo que se oía eran charlas de hospital y kazekadia.

Era lista, muy lista, pues además había heredado los buenos genes de su madre.

En la fiesta de cumpleaños de Gaara hubo buena audiencia. La mayoría de mi gente solo había asistido para poder ver a mi hija, es por eso que me encontré con Shikanii, Naruto oniichan, mi papá, Kurenai y su bebé y demás personas queridas.

Estaba en la sala Gaara con su hermano y mis dos hermanos, quienes peleaban porque Karura dijera su nombre. Temari preguntó si ya decía palabras y lo hacía, solo unas cuantas y bastante mochas.

—Algunas —dije—. A Gaara le dice papá y a mí leche —reímos—. Dice agua, vamos y duele, aunque esta última la usa para todo lo que no quiere.

—Berrinchuda como su madre —escuché a mis espaldas y sonreí aceptando el abrazo de mi padre mientras pronunciaba su nombre a modo de queja.

—K..kshi —pronunció mi hija, entre tres locos, a tipo estornudo, y el entorno quedó en silencio—. K...kashi —repitió ella levantando sus manitas a mi padre.

—Venga con el abuelo Kakashi —dijo mi padre llevándola a sus brazos y besando una de sus mejillas.

Naruto chilló preguntando porqué la niña decía un nombre tan difícil como el de mi papá y no el de él. Fruncí los hombros explicando que no sabía la razón, pero posiblemente si sabía. Quizá era porque siempre le contaba historias de Kakashi.


* *


Y todo fue viento en popa, incluso gané mi pelea con Gaara sobre llevarme la niña a Konoha para trabajar por los reportes.

Cuando vivía en Konoha empezaba en la Niebla, pasando por la Nube, la Roca y finalmente trabajaba en la Arena sobre el reporte para de regreso tocar todas las aldeas y terminar en la mía. Ahora era de la Arena a Konoha donde mi hija permanecería con su abuelo y mi abuela mientras yo recorría el mismo camino, trabajando en Konoha y volviendo en sentido inverso ahora hasta la Arena.

A Gaara no le hacía mucha gracia que no estuviera la niña con él por tres semanas —a veces poco más— pero Konoha era mi aldea, mi familia y yo siempre querría volver allí.


Continúa...



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