Capítulo 1

GAARA POV'S

—Ella es perfecta —dije sin mirarle a la cara, pues era vergonzoso hablar de algo como eso con mi hermana mayor.

—Solo tiene un defecto, ¿verdad? —preguntó Temari sin dejar de hacer lo que hacía. 

Le miré intrigado por no saber a qué se refería.

—No —repliqué seguro de conocer a la chica de mis sueños—, ni uno solo, es simplemente perfecta.

—Ella está comprometida —dijo mi hermana recordándome algo que estaba fingiendo ignorar, pero que no perdía de vista por más que mi corazón lo pidiera—. ¿No es eso un gran defecto? 

Era cierto, eso era la verdad. Ella estaba comprometida; y con mi mejor amigo, además.

—Pero no es su defecto —dije dejando caer mi cabeza atrás, recargándome aún más a esa silla en que me encontraba—, es mío, por enamorarme de algo que no puedo tener. ¿No es injusto que mi primer amor sea la prometida de mi mejor amigo? —Suspiré—. Así no hay mucho que pueda hacer, ¿verdad?

Mi hermana me miró con una mezcla rara de ternura y lástima.

—Alguien dijo alguna vez que el primer amor nunca funciona —señaló Temari dejando al fin sus manos en paz—, aunque eso no aplica a todo el mundo, habitualmente sucede. Lamento que te haya sucedido a ti. —dijo rodeándome con sus delgados brazos.

No dije nada, solo miré a otro lado, aunque no veía a ninguna parte en realidad. Era como si buscara algo en que perderme para no pensar más y, como no lo encontré en esa habitación que estaba a punto de verme llorar, salí a pasear por cualquier lugar que me permitiera aclarar mis ideas.

—Si fuera el de antes... 

No me atreví a completar la frase que se había escapado de mis labios mientras deambulaba por las calles vacías de un lugar casi desconocido.

No estaba en mi aldea, por motivos políticos visitaba la aldea donde mi mejor amigo ha vivido toda su vida y, al llegar al lugar, conocí a la chica más hermosa que en mi vida había visto, ella era perfecta, me gustó desde el primer encuentro. 

Me encantaba verla sonreír, verla trabajar, verla pensar y suspirar. Ella era hermosamente perfecta. Charlar con ella era fascinante. A pesar de su corta edad siempre tenía una respuesta que, en su melodiosa voz y su rostro amable, resolvía todos los problemas.

Me enamoré de ella, por eso, cuando Naruto la presentó como su novia, no pude sino sentir un hoyo en mi corazón, recordando el tiempo de soledad que había logrado dejar atrás cuando lo conocí a él.

Caminando por unas calles casi desconocidas, intentando no tener ideas innecesarias, encontré a la joven que en unos cuantos días había logrado robarme y romperme el corazón, que me había hecho tan feliz y desdichado al mismo tiempo, que me arrastraba entre las ganas de vivir y de cortarme las venas.

Esa mujer era increíble, despertaba todo tipo de sentimientos en mí. Antes de ella no había sido capaz de ver un mundo tan luminoso, ni uno tan oscuro. Ella era la causa de toda mi alegría y de toda mi tristeza.

—Hola —saludó con una sonrisa la hermosa chica que anhelaba tener en mi vida—, ¿tomando el aire fresco de Konoha? Kazekage Gaara —preguntó haciéndome estremecer el alma.

—Si... más o menos —respondí a tropezones. 

Esa chica me ponía bastante nervioso.

—Konoha es hermosa —dijo mientras comenzaba a dar unos pasos en esas calles tenuemente iluminadas por la luz de la luna. La seguí mientras ella continuaba hablando—. Hace mucho tiempo había querido volver, pero no lograba hacerlo, ¿por qué sería?

Sus palabras se escondían en una triste sonrisa que golpeó mi corazón. 

Quise saber más de ella, quise descubrir la pena que cargaba en su alma, así que pregunté sin darme cuenta que tal vez no era el más indicado para preguntar sobre el pasado de alguien a quien no le interesaba yo. Pero me sorprendí cuando en respuesta a mi cuestionamiento abrió su corazón.

—¿Por qué no vivías en Konoha? —cuestioné—... lo lamento, no tienes que contestar.

—No hay problema con que lo sepa —dijo sentándose bajo un árbol cerca del lago.

Me quedé cerca. Pese a su invitación a sentarme a su lado me quedé de pie recargado a otro árbol. No estaba seguro de poder resistir la tentación de acceder a mis instintos de obtener aquello que tanto estaba deseando desde el momento en que la vi atravesando la puerta de la oficina de mi mejor amigo.

»Me fui de Konoha cuando tenía siete años —informó—, no fue fácil pero debí hacerlo. ¿Sabe?, mi vida tampoco ha sido fácil. Como es costumbre entre los altos mandos de las aldeas, los secretos y las mentiras envuelven todo lo que les rodea, incluyendo a sus familias.

Pude entender a lo que se refería. Yo era el arma definitiva de mi aldea. Un secreto a voces que me tornó el peor de los monstruos hasta que Naruto apareció en mi vida. A él la vida tampoco le había tratado bien, pero él lo hizo mucho mejor que yo. Ahora intentaba aprender de él, muy a pesar de que desde hacía algunos días tenía ese deseo irrefrenable de matarle para quedarme con su novia. 

Pero no pueden culparme, aprender a ser bueno no es tan rápido ni tan fácil.

»Mi madre es hija de la quinta Hokage, Lady Tsunade, y Orochimaru... ¿gracioso, no? —preguntó con una sonrisa que al esfumarse apagó incluso el hermoso birllo de sus ojos—. Ella estuvo viviendo siempre en las sombras, era la deshonra del legado del primer Hokage. A pesar de que la menos culpable era ella, pagó los platos rotos. Mi padre, Kakashi Hatake, no era precisamente lo mejor de la aldea, el deshonor ya estaba en su familia cuando mi madre y él jugaron a desafiar las normas de sus familias, pero Tsunade se encargó de que no les fueran bien las cosas.

»Ah, pero yo no estoy intentando hacer quedar mal a la quinta —explicó intentando remediar algo que al parecer creía hacer arruinado—. Ella es mi abuela y la amo demasiado. Creo que era demasiado joven para saber lo que hacía, no midió el daño que podía ocasionar. 

Sonrió aún apenada.

»Bueno, el punto es que no dejó a mis padres jugar a la casita feliz. Cuando yo nací la abuela me alejó de ellos, mi madre se suicidó poco después de eso, al parecer no pudo soportar una vida sin mí y, envuelta en remordimientos, Tsunade me devolvió a la familia Hatake. 

»Pero los abuelos de mi padre no querían más deshonra, así que me convertí en la hermana menor de Kakashi y, aunque cuando cumplí cuatro años me enteré de la verdad por mi padrino Azuma, me quedé de esa forma para siempre. Siempre solo lo callé y disfruté secretamente ser la hija de mi maravilloso hermano —Sonrió nostálgica—. Pero eso no duró mucho tiempo. ¿Sabe?, nada es para siempre, mucho menos las cosas buenas.

Otra triste sonrisa apareció en su rostro.

La miré pensando que lo sabía. Irónicamente, lo mejor que me ha pasado en la vida ni siquiera me pasó.

»Pero todo terminó pronto —continuó—. Cuando cumplí seis, junto a la misión de Itachi, vino una misión para mí que jamás llegó a su destino...

»Para que entienda un poco más alardearé de mí —dijo algo apenada—. Siempre fui especial, talento innato. Mis habilidades ninjas eran excepcionales, aun lo son. A los seis años mis habilidades eran de nivel anbu. Itachi y yo fuimos compañeros en algunas misiones, pero nuestra relación iba más allá de lo laboral.

Suspiró.

»Cuando nací me comprometieron con su hermanito, el imbécil de Sasuke —dijo.

Ee nombre le causó malestar. Pude sentir la ira que le ocasionaba aquella persona, pero no me atreví a preguntar; ni siquiera porque me mataba saber que antes de Naruto estuvo Sasuke en su vida.

»Nuestro compromiso era solo el sello de una alianza —explicó y la miré con extrañeza—. Mis abuelos estaban en contra de Konoha también —explicó—, así que, al probar la lealtad de los ninjas atrapados entre su clan y la aldea, se creó esta prueba de fuego, matarlos.

»Itachi mató a su clan entero, yo debía hacer lo mismo con mis abuelos, pero Kakashi lo hizo por mí... y eso terminó con todo —Suspiró con cansancio recargando su cabeza al árbol—. En fin, después de eso Kakashi me echó de la aldea, me dijo que no me quería cerca. Yo creí que me odiaba por haber tenido que matar a sus abuelos en mi nombre y, como no creí poder vivir con su odio, me fui.

Un silencio largo nos envolvió. Ella seguía mirando al piso, parecía querer enterrar eso sentimientos que le quebraban la voz. Inhaló profundo y, después de soltar el aire por la boca, volvió a hablar.

»Después de eso quise volver muchas veces, pero la sola idea de enfrentarme al odio de mi propio padre, o a su desprecio, me mataba. No tuve el coraje de hacerlo... Soy bastante cobarde en cuanto a sentimientos se refiere.

Ioichi terminó mirando sus manos que se apretaban una a la otra frente a su rostro que miraba el piso.

»Y al fin volví —concluyó respirando profundo—, pero debieron pasar tantas cosas que apenas me lo creo —Me miró de nuevo y sonrió cansadamente—. Largo y aburrido, ¿verdad?

—Por supuesto que no —respondí mirándola fijo—, la vida no siempre es buena con nosotros... debió haber sido difícil.

Ella me sonrió sinceramente esta vez. Pero su sonrisa no reflejaba felicidad, sino más bien una tranquila aceptación.

—Lo difícil fue irme y lo intermedio de ahí a poder regresar —dijo—, pero ahora que estoy en casa, que al menos de lejos puedo ver a mi papá y que tengo la oportunidad de iniciar una vida en mi hogar, siento que valió la pena todo lo que debí superar.

»Ah..., me puse nostálgica —anunció poniéndose en pie y sacudiendo su ropa—. ¿Le apetece una copa, Kazekage sama? —invitó y, aunque yo nunca había tomado, accedí pensando en acompañarla un rato más.


Continúa...



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