Epílogo.
Yuei sufrió grandes bajas humanas durante lo llamado la Invasión de la Oscuridad, un evento que se le acreditó a un mago oscuro con deseos de apodarse del reino. La caída del Muro del Dragón inquieto a muchas personas pero, en estos días, la paz reinaba en todos los lugares y no hacia falta depender de muro enormes para temer de las invasiones enemigas. Así que pronto los ciudadanos se alegraron porque el paisaje hacia ciertas montañas ahora fuera más abierto y despejado.
El castillo de Yuei, la Torre de Yuei y el Santuario de la Sabiduría se convirtieron en refugios para aquellos que habían perdido sus hogares durante la batalla. La familia imperial y el Clan Bakugou unieron fuerzas para sustentar a el reino que debía recuperarse de tal tragedia. Lo que no se esperaron los ciudadanos fue que el Clan de los Elfos viniera también a colaborar. El Líder de Gadia y la Sacerdotisa de Isoe se encargaron de eliminar los escombros dejados por el enorme muro y reemplazaron algunas partes por hermosos árboles altos y frondosos.
Solamente cuando el reino volvió a un momento de "estabilidad" —con las casas reconstruidas, los edificios, las calles y las tiendas— se pudieron llevar a cabo una ceremonia funeraria para todos los fallecidos. Entre ellos, los magos de la Torre y la Corte pidieron hacer un homenaje especial para Aizawa Shota. El rey se los concedió solamente porque Uraraka Ochako, la nueva ama de la Torre, estaría a cargo.
—Uraraka, ¿todavía no vas a salir?
— ¡Un minuto, Katsuki-kun!
Katsuki estaba usando una remera azul ajustado con un escote en forma de v, pantalones blancos holgados y zapatos livianos de color negro. No era su tarea escoltar a la castaña hacia la fiesta en honor a los caídos, en realidad, Tenya y Himiko iban a hacerse cargo de eso. Pero se sentía bastante nervioso esa noche y estar un rato con ella podría distraerlo. Pese a que la muerte de su mentor le dolió la bastante, la castaña pudo recuperarse y, aparte, Aizawa le dejo un maravilloso regalo antes de morir. Guardo en su interior su núcleo mágico desgastado y le pidió a los magos que estaban con él en sus momentos finales, que lo guardarán para su pupila. Luego, la Maga de la Luna lo restauró para su amiga y se lo traspaso.
Volvía a tener magia, de bajo nivel, pero lo bastante fuerte para que su vista y equilibrio hubieran sido recobrados.
Cuando la puerta de la habitación se abrió, el mago giro la cabeza para ver a la joven de cabello castaño con ojos del mismo tono usando un largo vestido rosado y una capa negra con broches dorados, sus zapatillas de color negro la dejaban casi a su misma altura y estaba maquillada prolijamente. Ella se rió un poco nerviosa al verlo y se llevó una mano a las puntas de su corto cabello.
— ¿Q-Qué tal me veo? —quiso saber —La princesa Fuyumi fue muy amable al haberme dado este vestido...pero nunca use algo tan caro y no puedo evitar pensar que me veo tonta.
—Ten por seguro que a la loca y al rígido caballero les va a encantar como estás vestida —dio por sentado el mago, notando como la femenina se sonrojaba ligeramente.
Katsuki no tenía mucha idea de cómo surgió esa extraña relación entre los tres. Primero, el guardia imperial conoció a la castaña en la Torre cuando fue en busca de información de su hermano mayor, si había dejado alguna carta para él. Segundo, la Maga de la Luna fue cuidada por el guardia imperial durante su tiempo en el Valle del Hielo, a su manera, la rubia aceptaba las normas que le imponía y le "obedecía" de vez en cuando. Tercero, cuando la rubia y la castaña se conocieron en la Torre —ya que la maga oscura estaba bajo la vigilancia de Aizawa— se volvieron amigas y el guardia imperial las visitaba regularmente a ambas. Cuarto, debido a que el Padre había retenido por tanto tiempo las almas de Tensei Iida y sus compañeros —los que habían sido engañados por oficiales corruptos del ejército imperial buscando ayuda para los habitantes del Reino de los Espejos— en el momento en que sus almas les fueron devueltas, esas personas sufrieron de una amnesia traumática que los dejo en un estado bastante delicado. El guardia imperial se sentía muy impotente por la situación de su hermano mayor y busco refugio en ambas.
No era la típica historia de amor pero entre los tres se notaba un balance extrañamente perfecto. Las magas eran muy liberales y despistadas, el guardia imperial era muy estricto y denso. A medida que pasaban más y más tiempo juntos, fueron descubriendo que tenían sentimientos mutuos muy fuertes entre los tres y que se volvieron más intensos cuando Toga planteo la posibilidad de volver al Reino de los Espejos, que era su hogar natal, ahora que la guerra se había acabado por completo. Pasaron una enorme crisis y, finalmente, decidieron establecer una relación.
Shoto le había contado a el mago que Tenya busco el consejo de Ingenium para saber si no se había convertido en una especie de depravado por estar con dos mujeres a la vez. La espada, en su forma de niño, le dió un golpecito en la cabeza y solo le sonrió, diciendo que hiciera lo que hiciera con su vida y su corazón, le correspondía solo a él y a ellas el definir si estaba bien o mal.
El mago se sorprendió bastante cuando escucho que los tres estaban juntos pero no pensó que fuera algo malo y el bicolor solamente los felicito.
—Hime ya ha visto mi vestido pero Tenya-kun no. No puedo esperar más para ver su expresión —se le acercó y el cenizo le ofreció su brazo para llevarla por el castillo —Por cierto, ¿por qué viniste por mi? ¿no deberías estar con Todoroki-kun?
—Estaré con él toda la noche —bufo el cenizo —No hace falta que esté con él desde el inicio.
—Hummm —le miro con perspicacia la castaña — ¿No tiene nada que ver con que Deku-kun menciono el otro día que tenía que darte un anillo?
Maldito y chismoso Deku.
El leve sonido de protesta que salió de sus labios basto para que la castaña se riera y le viera divertida.
— ¿Tanta vergüenza te da un anillo, Katsuki-kun? —pregunto con una sonrisa.
—Ya estamos jodidamente casados, no veo el sentido de que me de un maldito anillo o hacer una ceremonia —murmuro entre dientes de mal humor —Además, no es adecuado considerando las circunstancias.
Uraraka tuvo que asentir en acuerdo. Yuei no podía costear en estos momentos la ceremonia de bodas de uno de sus príncipes, aparte de que se había esparcido la noticia que el rey pasaría su línea de sucesión a sus nietos. Ese hecho había pasado anteriormente en la familia imperial Todoroki, aunque todos estaban bastante desconcertados debido al nivel de capacidad que tenían los príncipes y la princesa. Cualquiera que quedara en el trono sería una buena opción para el pueblo. Pero debido a que fue un acuerdo entre todos los hermanos y tuvo la aprobación del Clan Bakugou, el siguiente rey sería el futuro nieto de Enji Todoroki. El nieto mejor preparado entre sus cuatro hijos.
Los nobles estaban contentos e intranquilos por esto. Por un lado, podrían estar cerca de un futuro gobernante que sería fácilmente influenciable sin importar que tanto sus padres quisieran protegerlo. Por otro lado, seguir lidiando con Enji sería difícil. La opinión política estaba dividida pero no hubo demasiada oposición al respecto.
La castaña y el cenizo subieron las escaleras de una enorme torre hasta llegar a la ventana principal, el castillo de los Todoroki estaba hermosamente iluminado por luces de colores que venían de velas voladoras en el aire y se podía ver a todas las personas reunidas que iban y venían de los pasillos o se reunían en los jardines. La de ojos chocolate se separó del mago para ir hasta el balcón, apoyo las manos en la barra de mármol blanco y miro hacia abajo, un grupo de magos en el jardín principal estaban reunidos debajo de donde estaba ella. Preparados y listos para recibir su señal en cualquier momento.
— ¿Vas a verlo desde aquí, Katsuki-kun? —le pregunto al cenizo que seguía a sus espaldas —No es que no sea un buen lugar pero te perderás las mejores partes.
—Iré bajando la escalera —comentó el cenizo —Lo veré por la ventana.
—Baja rápido. Esperaré hasta que estés en el salón principal —sonrió la castaña.
Katsuki se encogió de hombros y siguió lo pedido por la femenina, se dió la media vuelta listo para bajar e ir al salón principal donde se estaba dando la fiesta.
— ¿Te sientes mejor, Momo?
El aire frío del balcón le hacía bien a su piel, pero se sentía bastante mal porque todos tuvieron que salir detrás de ella. Touya, Fuyumi, Enji e incluso Natsuo. Momo quería esconderse de la vergüenza que sentía en ese momento en los brazos del albino pero tenía miedo de vomitar encima de su traje.
La mayor noto lo pálido de su rostro y le pasó una copa con agua, la azabache la tomo con un gesto de agradecimiento y la bebió de poquito a poquito.
—Gracias —logró decir cuando el malestar le pasó un poco.
—No hay de qué —sonrió la albina de mechas rojas — ¿Ha sido así de malo todo el tiempo?
—Por ahora sí —respondió la azabache —Pero algunos monjes aseguran que se me pasará en el segundo o tercer mes. Espero por favor que sea así.
—Papá estaba tan preocupado por tener que trabajar hasta los noventa años —se rió el tercer príncipe — ¿Quién diría que Touya-nii y Momo-chan ya le darían su primer nieto?
La Última Princesa del Reino de los Espejos se sonrojo terriblemente mientras su esposo la soltaba para darle un par de golpes a su bromista hermano menor. Bien, quizás el bebé que llevaba dentro no estaba en sus planes pero, cuando salieron junto con Touya de los Cristales Eternos con ayuda de Mirio y los monjes —los primeros en ir a buscarlos cuando la Hija fue neutralizada— lo primero que sucedió fue que el azabache la llevo a el antigüo castillo de su infancia, el cuál recordaba poco y nada. En el calor del momento por haber confesado su amor antes de ser absorbida por el Cristal Eterno, hicieron el amor por unos cuantos días seguidos. A las semanas fue casi obvio que estaba embarazada y recibió la noticia con mucha alegría, pese a que no lo había planeado.
Junto con Touya decidieron que sus hijos serían candidatos al trono de Yuei. Mientras que en el Reino de los Espejos ella pasaría el mando a alguien con conexión al Linaje Sagrado, sin importar que tan lejana sea esa conexión, sería lo más justo para el pueblo. Que una misma familia gobierne no era lo normal. Así que ambos estaban muy felices con este acuerdo. Además de que ella viviría tres meses en Yuei a lo largo del año, delegando el mando a los monjes y representantes de pequeños clanes, como siempre se había hecho antes de la llegada de los bárbaros de las Tierras Lejanas. También habilitó la residencia para los de Yuei que se habían quedado en el desierto —para agradecerles su apoyo y que tuvieran el mismo derecho que los demás ciudadanos en todo sentido— y para las personas del Gremio de los Silencios, como prometió a Mirio y Tamaki.
La azabache estaba muy feliz con su vida actual y no pudo evitar expresarlo en una cariñosa sonrisa que iba dirigida hacia el hombre que amaba, el cuál después de amonestar a su hermano —quien se encontraba mucho mejor después de la perdida de Hawks— se le acercó y la volvió a abrazar, puso una mano protectoramente en su barriguita que empezaba a formarse y le acaricio el cabello.
— ¿Ya han pensado en un nombre? —pregunto con curiosidad la albina de mechas rojas.
—Todavía no —respondió acariciando su vientre y dándole una mirada al rey que lo observaba con cuidado —Su...ehm —se cubrió la boca para fingir una tos y se corrigió —Si el suegro así lo desea, puede tocar mi estómago y decirme si le viene a la mente alguna idea para el nombre.
—Que le des una idea no quiere decir que la aceptemos, viejo —advirtió el primer príncipe —Y tocas con cuidado a Momo. Está a punto de arrojar el banquete por el balcón.
La azabache le dió un ligero puntapié a su querido esposo e ignoro el sonido de dolor que hizo en lo que se acercaba a Enji, que nervioso e inquieto no sabía qué hacer. Como pudo ver que Fuyumi también estaba curiosa, les agarro las manos a ambos y las puso sobre su estómago a la vez. Apenas tenía dos meses, así que, no era gran cosa lo que se alojaba en su interior pero su abdomen ya se mostraba más firme y redondito.
La princesa tuvo una enorme sonrisa mientras que el rey se veía ligeramente conmovido.
—Pienso que será una niña —les confesó a los dos —Intenté pensar muchas noches en un nombre pero ninguno me terminó gustando y Touya tampoco fue muy creativo.
—Touya-nii le puso una vez a un caballo Veloz nada más porque ganaba todas las carreras —recordó Natsuo esperando su turno para tocar la pancita de la azabache.
—Natsuo, cállate —gruño el albino.
—Creo que los nombres Shion o Tenshi serían lindos —opinó la albina de mechas rojas — ¿Tú qué opinas papá?
Enji se lo pensó unos segundos, no era muy bueno con los nombres y no se le ocurría nada que pudiera encajar bien con la Última Princesa del Reino de los Espejos o con su hijo mayor. Hasta que una idea llegó a su mente. Era uno de los nombres que Rei había pensado para su hija antes de decidirse porque el que ya tenía, lo recordaba bien porque la albina había mencionado que era un nombre un poco cursi para una futura princesa.
Le parecía un bonito nombre.
—Nozomi —propuso viendo que sus hijos y nuera le miraban extrañados — ¿Qué? Significa esperanza. Ni que fuera tan malo.
—Es...pasable —reconoció Touya sin querer decir que le pareció lindo, incluso se imaginaba ya llamando a una pequeña niña Nomi. Sí, definitivamente, era lindo.
—Me gusta bastante, lo tendré en consideración, suegro —sonrió alegre la azabache — ¿Volvemos a la fiesta? Lamento mucho haberlos sacado de ahí.
—Con lo insoportables que están los nobles fue un verdadero alivio haber salido —suspiró Natsuo —No hay nada de lo cual disculparse.
—Eso me recuerda, Natsuo, ¿cuando te ibas? —cuestiono la albina de mechas rojas a su hermano.
—Cuando Tokoyami-kun pase a buscarme pasado mañana o en tres días más —contesto el albino con una media sonrisa —Prometo enviar cartas Fuyumi-neesan, no te preocupes.
Debido a la muerte de Keigo Takami, Tokoyami fue nombrado el lider de los Wings de forma anticipada. Se había ido apenas la guerra en Yuei acabo y cuando el albino estuvo devuelta en su hogar, tuvo que buscar las diversas maneras de ponerse en contacto con él mediante Mitsuki Bakugou. Quería, por lo menos, ver la tumba de Hawks —cuyo cuerpo fue encontrado no muy lejos de la antigua casa de Saito y Eita Hirose— y disculparse adecuadamente delante de ella. El nuevo líder no había podido ir en Yuei debido a que tenía que consagrarse en su puesto pero una carta que llegó hace unos días al palacio notifico que estaría en busca del tercer principe en menos de quince días.
Después de visitar a los Wings, Natsuo planeaba volver al mar y buscar una esposa o esposo. No tenía apuro.
—Por favor, cuídate mucho —pidió la albina de mechas rojas —Y ven seguido a casa. Ya no hay excusas para ausentarse por meses o años.
—Prometo venir una vez cada tres meses y quedarme hasta que te hartes de mí —le pasó un brazo sobre los hombros a su hermana mayor que sonrió felizmente —Lo cual pasará después de tres días.
—O antes —murmuró Touya detrás de ellos y su esposa se rió.
Enji se quedó detrás de sus hijos, sumido en sus pensamientos hasta que una mano le tocó el hombro y tuvo delante de sus ojos una copa de vino. La sostuvo y se la llevo a los labios.
—Debe ser difícil para ti, ¿no?
El pelirrojo no respondió hasta que se terminó todo el líquido de la copa y la devolvió a la mano de Toshinori que le observaba con una sonrisa algo triste.
—No es la primera vez que abandonan este palacio y no será la última. Pero sí te reconozco que siempre es insoportable el no saber cómo estarán lejos de mi alcance, en lugares extraños donde no puedo protegerlos o ayudarlos —confesó el rey —Tú eres un primerizo en esto, así que, ¿cómo estás?
—Lloré pero sobreviví —admitió el rubio —E Izuku prometió enviarme cartas desde donde sea que estuviera. También vendrá varias veces a lo largo del año a verme. Es suficiente.
—Te mantendré ocupado el tiempo que este ausente —aseguró el pelirrojo dando un gruñido —Mis hijos me han dejado en el maldito trono mínimamente unos veinte años más. Más te vale ayudarme a mantenerme en forma, Yagi.
El rubio se rió despreocupadamente. Había pasado a ser una especie de ministro y ayudante del rey, aunque la verdad era que solo lo ayudaba con el papeleo básico y entrenaban juntos todos los días. Sin embargo, todos decían que su influencia hacia que Enji trabajará el doble de bien y más rápido. Por eso acepto el puesto para poder apoyarlo en su larga carrera todavía en el trono. Le daba algo para hacer y ambos estaban disfrutando de su amistad de esa manera, compartiendo penas y alegrias.
Y muchas copas de vino.
— ¿Y visitaremos este lugar? ¿Y este? —señalo Eri en el mapa sobre la mesa — ¿Y este?
Izuku se rió en lo que acariciaba el cabello de la niña sentada en su regazo y asentía con la cabeza. Eijirou los miraba a ambos prácticamente embobado por el amor que sentía por los dos. Eri se había quedado en Yuei después de la batalla, negándose a irse con Fukumigake y aunque era una decisión muy importante, ellos eligieron quedarse con ella sin importarle que apenas tuvieran días de conocerse.
Los dragones tenían una elección natural muy buena y una vez se efectuaba, separar a crías de sus padres adoptivos era devastador. Eri al ser un dragón bebé que nació prácticamente siendo huérfana sería más dependiente del pelirrojo y el apego que sentía hacia él —como el que él sentía hacia ella— sería extremadamente fuerte. Separarlos no era una opción. Por eso, la albina se quedó en Yuei y el de pecas también empezó a tratarla de un modo más especial a medida que pasaban los días. Dicho de otra manera, ahora los tres eran una pequeña familia.
—Sí, los visitaremos todos —asintió el de ojos esmeralda —A ti y Eijirou-kun les hace falta mucha pero mucha libertad para estar bien. Por otro lado, yo quiero conocer tanto del mundo como pueda. Espero que a Eri-chan no le moleste quedarse por algunos días en ciertos lugares.
— ¡Para nada! —exclamo entusiasmada la albina — ¡Ya quiero ver todos estos lugares con ustedes!
—Pasará pronto —afirmó el dragón rojo acariciando el cabello de la pequeña —Lo vas a disfrutar mucho.
Eri volvió a sonreír alegremente, se bajó del regazo del pecoso y tomando el mapa que había dejado en la mesa, lo tomó y dijo que lo vería en su habitación con más detalle. El de ojos esmeralda se rió levemente y el pelirrojo aprovecho para acercarse más a él en la mesa, se sentó a su lado y le coloco un brazo por los hombros. El humano se sonrojo por la cercanía pero no se alejó de él.
Kirishima noto que pese a que parecía estar de buen humor, algo en sus ojos esmeralda expresaba cierta tristeza.
— ¿Qué tienes? —le preguntó.
—Voy a extrañar mucho a Kacchan —murmuro el de ojos esmeralda —Él...dijo que se quedaría con Todoroki-kun en la casa del bosque, que podríamos ir a verlo siempre que quisiéramos, pero...
El dragón comprendía lo que Midoriya quería decirle sin que terminara de hablar. Su expresión también cambio ligeramente a una más triste. El cenizo había gastado gran parte de su energía mágica contra el Muro del Dragón y Shigaraki, lo que lo dejo con un cuarto de su poder y sumado a eso, gracias a Todoroki, ya no dependía de la magia para solucionar todo o tratar de proteger a las personas.
Básicamente, su tiempo de vida se había acortado a lo normal. El otro día incluso el cuarto príncipe menciono que estaba un poco más alto. Él y el de pecas sintieron bastante angustia al escuchar eso, pero después al ver la sonrisa del cenizo...ese sentimiento fue reemplazado por una dolorosa felicidad.
—Las vidas humanas son maravillosamente efímera —hablo alguien cerca de ellos —No tienen que lamentar ese hecho. Mientras vengan a ver a Katsuki, no tendrán arrepentimientos.
Kaminari y Jiro se habían sentado delante de ellos con naturalidad. Ya el cenizo los había presentado y se llevaban bastante bien, pero debido a que estaban sumidos en sus pensamientos, tardaron en detectar la presencia de ambos elfos. La Sacerdotisa de Isoe les brindo una sonrisa comprensiva y les dijo.
—Tambien pueden venir a la Tierra de los Elfos si se sienten solos —comento la azabache —Viviremos el mismo tiempo. Por lo tanto, podremos compartir las mismas anécdotas de Katsuki y honrar su recuerdo.
—No hará falta fingir que no nos duele entre nosotros —murmuro el de ojos dorados con una expresión afligida —Podremos llorar juntos todo lo que queramos.
El de pecas asintió sintiendo sus ojos llorosos pero, después, se los frotó una enorme sonrisa floreció en su rostro a la vez que alguien se acercaba hasta ellos.
— ¡Kacchan, por aquí, estamos aquí!
Por muy doloroso que fuera, por mucho que en el futuro el recuerdo doliera, ¿acaso tenían algún arrepentimiento de haber conocido a Katsuki?
No, ninguno lo tenía. Jamás lo tendrían.
—Espero que no se hallan acabado toda la puta comida.
Siempre estarían felices de haberlo conocido. Siempre.
Todoroki seguía pensando que no era suficiente. Un anillo de oro común y corriente en su mano derecha no era suficiente para simbolizar todo el amor que sentía en ese momento por su Katsuki. Pero igualmente sabía que, sin importar cuánto brillará el anillo o el valor que le pusiera, seguiría sin parecerle suficiente. Lo apretó contra su mano y soltó un suspiro en el balcón. El sonido de unos tacos detrás suyo le llamaron la atención y volteo a ver a Mina, estaba usando un vestido blanco y una sonrisa apareció en su rostro cuando lo descubrió solo.
— ¿Escapando de la fiesta? —interrogó sentándose en el mármol del balcón —Eso está muy mal.
—Necesitaba algo de aire fresco —respondió el cuarto príncipe —Y un poco de valor para hacer algo.
La hada alzó una ceja, el bicolor no había ocultado el anillo que tenía en la palma de su mano así que ella pudo verlo con claridad y pareció entender con solamente eso lo que le preocupaba. Frunció los labios por un segundo e hizo un gesto con su mano, de la cual salió una piedra de un tono azul oscuro.
— ¿Sabes lo que sucede con las ninfas que encuentran la paz? ¿Con las que hacen un intercambio de sentimientos? —cuestiono el hada y el cuarto príncipe negó con la cabeza en señal de que no lo sabía —Se vuelven piedras mágicas que nutren los bosque o los ríos. Pierden todos sus recuerdos y a sí mismas. Es algo bueno, porque olvidan todo su dolor, pero a la vez es como si hubieran elegido renunciar a sus vidas por un poco de paz. Es triste.
Mina miro la piedra mágica de color azul en su mano y sonrió de manera triste.
—Cuando nací esta piedra estaba cerca mío, contándome su historia, pese a que no debería recordar nada. Debió ser una ninfa muy poderosa, por eso algunos de sus recuerdos estaban intactos —la dejo en el mármol y la piedrita brillo como si supiera que estaba hablando de ella —Siempre me decía que había olvidado a la persona que más quería. Y que su mayor deseo era volver a verla. La cargo conmigo desde que nací, pensando que algún día encontraría a esa persona y se la dejaría. Pero la piedra no quería eso. Solo deseaba estar cerca de esa persona. No que supiera quién era.
— ¿Y me dices esto porqué...? —inclinó la cabeza el bicolor y el hada le sonrió.
—La piedra se llama Yue Bakugou. Su magia está por extinguirse —le dijo el hada bajando de la baranda del balcón y yendo hacía el interior del castillo —Puedes usarla para el anillo. Lo volvería más especial, ¿no lo crees?
Sin que Shoto pudiera responder, Mina se alejó y lo dejo solo con la piedra, la cual brillaba tenuemente de color azul. La agarro con cuidado y el brillo se intensificó por unos segundos. Y cuando la colocó junto con el anillo, la piedrita empezó a soltar magia hacia el anillo, haciendo que aparecieran ligeras grietas de un tono azulado antes de oscurecer por completo. Ahora el anillo dorado tenía el nombre de Katsuki y el suyo grabados. Y se veía mucho más hermoso y brillante que antes.
—Hazlo feliz, por favor.
La suave voz de una mujer hablo en su oído y el viento se agito, a la vez que la piedra se volvía polvo en su mano y el sonido de una persona acercándose detrás suyo se volvía a escuchar. Está vez, el cuarto príncipe estuvo seguro de quién era, por eso no volteo y solo espero hasta que se apoyo a su lado en el balcón, con la vista clavada en el cielo nocturno.
—El espectáculo de Uraraka ya debería estar por empezar —le comento.
—Eso creo...—respondió dándose la vuelta para mirarlo a los ojos —Katsuki.
— ¿Qué?
Pese al tono brusco, el más alto pudo notar que el cenizo estaba sonrojado y la manera adorable en que su ceño se fruncia le daba deseos de molestarlos. Pero se mantuvo serio y se acercó más a él, a la vez que el espectáculo de hermosos y brillantes fuegos artificiales iluminaban todo el cielo nocturno desde todos los rincones del palacio. Su boca busco la del más bajo y cuando él abrazo, todo el nerviosismo que sintieron fue descendiendo y descendiendo hasta desaparecer por completo. Cuando se separaron, el cuarto príncipe se arrodilló en el suelo, tomo la mano del mago y le miro con anhelo, dejando ver el anillo en su mano.
—Katsuki Bakugou, por favor, cásate conmigo.
Hubo un breve momento donde se escucharon solamente los fuegos artificiales hasta que algunas personas empezaron a gritar cerca de ellos.
— ¡Ya era hora de que le dieras el anillo, Todoroki! —empezó Kirishima — ¡Si no lo veía en su dedo me llevaba a Katsuki!
— ¡Por fin hermano! —celebró Natsuo — ¡Tantas joyerías que visitamos sirvieron de algo!
— ¡Katsuki, recuerda que puedes rechazarlo! —vociferó Mitsuki — ¡En casa siempre te vamos a recibir!
Katsuki sintió su rostro ardiendo. Justamente esto no quería que pasara. Ya se hacía una idea de que Shoto quería proponerle matrimonio —porque al bicolor le valía que ya estuvieran casados y argumentaba continuamente que debían hacerlo de manera correcta— desde hacia días. Pero habría esperado que se hubiera contenido y que lo hiciera en un lugar privado, no en el maldito balcón cuando todos los invitados de la fiesta salían a disfrutar de los fuegos artificiales.
Bien, ya no podía retroceder el tiempo o detenerlo para evitarse está vergüenza. Solo le quedaba afrontarla. Así sería el resto de su vida, era un mago promedio que planeaba enseñar en el Torre, que tenía de compañero a un principe que seguiría ayudando a su padre en el trabajo de ser rey y debía aprender a enfrentar la vergüenza como todo ser humano normal. Después podría encerrarse en su cabaña con el torpe de amor de su vida por el tiempo que quisiera.
Y podría criar a un niño con él, no pensaba que sería el futuro rey o reina, pero sí quería criar adecuadamente a un hijo junto con el hombre que amaba. Así que, debía darle el maldito sí rápido.
El mago sonrió y escuchando los gritos de todos, se agachó en el suelo y beso al cuarto príncipe en los labios, tomó el anillo y se lo puso en su dedo anular izquierda. En lo que todos los ovacionaban, se abrazaron y se vieron a los ojos.
Y ambos pensaron lo mismo. Que si tuvieron que sufrir tanto para llegar hasta donde estaban ahora, entonces, había valido completamente la pena.
El precio a pagar por su eterna felicidad valía la pena.
—Te amo, Shoto —sonrió el cenizo.
—Yo también te amo, Katsuki —le beso en los labios.
Sí, eso que sentían dentro de sus corazones, se llamaba felicidad.
Fin.
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