Capítulo 80
Shigaraki empezaba a debilitarse, sus poderes se gastaban con cada ataque del pecoso y el fuego del dragón que no se detenía en cualquier momento. Además, los soldados sin alma demandaban de su energía para seguir bajo su control, lo que hacia que parte de sus fuerzas se extinguieran.
Pero todavía no estaba derrotado. Podía sentir la fuerte magia de Katsuki en la crisálida de cristal negro. Si la hacía explotar, entonces todo Yuei estaría acabado. Solamente tendría que protegerse a sí mismo y a Rei.
Sin embargo, cuando estaba por enviar su energía hacia la crisálida, un muro de tierra lo protegió y vio a un grupo de personas extraño que se aparecieron de la nada.
—Vaya, Katsuki se quedó corto con su descripción —dijo una mujer de cabello castaño largo y ojos verdes —Que energía mágica más horrible.
— ¿Aki, no puedes dibujar una jaula para retenerlo? —le interrogó otra mujer con las mismas características aunque con el cabello más corto — ¿O es muy complicado?
—Puedo intentar otras cosas —sonrió un hombre de cabello azabache y ojos azules — ¡Hey, niño, no tengas miedo! ¡Te ayudaré un poco!
Al niño que le hablo se trataba de Izuku que estaba muy desconcertado por su enigmática presencia, cuando el hombre saco una libreta y se puso a dibujar en ella, siendo protegido por las demás personas que Shigaraki comenzó a atacar, solamente pudo sentir su cuerpos volviéndose muy liviano.
Y, después, lo que supo fue que se transportó mágicamente a la punta derecha, de espaldas a Shigaraki, un lugar descubierto.
Se sorprendió bastante pero no desaprovechó tremenda oportunidad y enfocó todo su poder en One For All para atacar al monstruo por la espalda. Shigaraki no se espero ese ataque y la espada se enteró en su espalda baja, haciendo que soltará un gruñido de dolor. El de pecas retrocedió y antes de que el contraataque pasará, se transportó una vez más hacia un lugar aleatorio. Ahora estaba a un lado de las dos mujeres misteriosas y el azabache que, con el lápiz en su boca, le brindo una sonrisa amable.
— ¿Listo para volver a la pelea? —preguntó con seriedad —Te ayudaré en todo lo que pueda. Pero si te atrapa, entonces, estás acabado.
—Aki, no asustes al niño —lo amonestó la castaña de cabello largo.
— ¿Aki...? —murmuro el de ojos esmeralda y luego miro a ambas mujeres, sus características le recordaron algo que no debía ser posible — ¿Kana, Mei?
—Al parecer Katsuki le hablo de nosotros. Que alegría —sonrió Kana —Pero no es tiempo de esto, muchacho.
—Tienes que darle una paliza a ese monstruo por haber lastimado a Katsuki —dijo enojada Mei —No sabes el tiempo que nos costó haberlo liberado de la Puerta del Adiós, solo para que vuelva a sufrir de nuevo. No, debes acabar con ese maldito.
El de pecas tenía una expresión de impacto en el rostro y Eijirou, con sus agudos oídos, no tuvo problemas para escuchar cada una de las palabras que decían esas extrañas personas. Estaba también sorprendido pero, a la vez aliviado de que ellos se hubieran puesto del lado de su destino.
— ¡Sí, lo acabaré! —aseguró el de ojos esmeralda, apretando fuerte el mango de la espada entre sus manos — ¡Aki-san, estoy listo!
Aki volvió a dibujar en su cuaderno y Shigaraki tuvo que mantener la guardia alta pero, de todos modos, One For All se enteró en su cuerpo de manera despiadada. Tuvo que lazar rayos negros con su magia para lastimar al de pecas y uno logro perforar su brazo. No obstante, Aki lo protegía bastante bien y pronto Kana y Mei le lanzaron proyectiles de tierra. El resto de los Bakugou que habían pasado por la Puerta del Adiós también pusieron de su parte, sin darle ni un segundo de paz al monstruo, su fuerza mágica era formidable. Y las heridas fueron aumentando.
Cuando Shigaraki estaba por perder la calma, un muro de hielo se levantó delante suyo para protegerlo y sintió que alguien se acercaba a su espalda.
Rei le miraba fijamente, con sus enormes ojos grises y un rostro negro y morado que le preocupó, pero no más que esa expresión serie y dolida que ella le dedicó.
—Me mentiste, maestro. Me...hiciste olvidar a la familia que amaba, me trajiste a la vida cuando finalmente estaba en paz conmigo misma y me usaste para lastimarlos, ¿cómo pudiste hacer eso? —su voz era suave, un leve vapor blanco salía de ella y el aire alrededor se sintió frío — ¿Por qué lo hiciste?
Shigaraki se quedó en silencio. El muro de hielo de Rei los rodeaba a los dos, Pardon estaba detrás de su maestra, lista para protegerla. El monstruo se acercó unos pasos y colocó una mano en el rostro herido de la albina, pero no pudo curarlo sin importar la magia que uso. La piel de ella se agrietó bajo sus dedos. Le quedaba poco tiempo. Su forma se estaba perdiendo. No tenía tiempo para discutir con ella pero las palabras que por tanto tiempo se guardo salieron a flote mezcladas con rencor e ira.
—No debías amar a nadie más. Se suponía que solo estarías con un hombre para tener un hijo a quien pudieras sacrificar y así ser libre de la maldición de tus padres, tú fuiste la que me traicionó primero —la acuso y vio los ojos grises llenarse de lágrimas —Hice lo que tenía que hacer para que las cosas volvieran a su curso natural, Rei.
— ¡No lo traicione! ¡Mí corazón finalmente había sido conmovido por alguien, ese corazón que por tanto tiempo guarde para ti! ¡¿Qué hay de malo en eso?! —le golpeó el pecho mientras las lágrimas heladas le caían de los ojos — ¡¿Por qué no podías perdonar mis sentimientos?! ¡Amaba a Enji, a mis hijos, incluso llegué a amar a Yuei!
—Pero no eras feliz, ¿no es así? —le interrogó el monstruo y la albina apretó los labios —Todavía querías verme. Me extrañabas. Me necesitabas. Soy todo lo que debes amar, Rei, ¿por qué tardaste tanto en reconocerlo y te aferras a la patética familia que, al final, solamente creaste por tu conveniencia?
—No era feliz debido a la maldición, ¿se da una idea de lo doloroso que es no poder besar al hombre que ama, el no sostener a tus hijos, el tener que llorar en silencio por días por no poder aguantar el dolor físico? ¿cómo podría ser plenamente feliz en ese estado? Pero aún en mi miseria, mi familia me hacía feliz. El recuerdo del maestro que tanto amaba me hacía feliz —lo miro enojada y se alejó de él —Morí con una mente confusa pero un corazón claro. Mí familia lo era todo para mí. No permitiré que les hagas daño, maestro.
Rei uso su energía para que el hielo que los rodeaba incrementará en forma triangular pero Shigaraki la agarro del cuello, levantando su delgado cuerpo del suelo y la miro con pena, lastima.
—Mí niña, te borraré los recuerdos de tu antigua vida por completo está vez —sentenció con seguridad el monstruo —Para que no vuelvas a sufrir.
La albina le lanzó una orden a Pardon para que enfrentará a Shigaraki y el Protector del Invierno lo hizo, atacó con fuerza y ella cayó al suelo. Volvió a levantar el muro de hielo hasta que se cerró por completo, después puso las manos en el centro de su pecho y el hielo se vino abajo, sobre ellos.
Sin importar cuántas veces su maestro se regenerará, seguiría estando fatalmente herido al salir de su trampa de hielo y, entonces, ese niño que vio antes podría acabarlo con la espada que lograba hacerle daño.
Rei sonrió levemente, vio la expresión de aturdimiento de su maestro y muy su pesar, no pudo negar que hacerle esto a la persona que le salvó le dolía mucho.
La persona que la crío, la amo y la protegió de los monstruos que fueron su padre y su madre.
— ¡Rei, no lo hagas! ¡Vas a morir también! ¡Y no podré traerte de regreso! —por primera vez el monstruo dejo ver su desesperación y miedo — ¡Rei! ¡Rei!
Si tan solo te importaran los demás como te importo yo, entonces, esto podría haber sido muy diferente.
El hielo caía en bloques enormes. Shigaraki intento cubrirla con su magia pero el hielo pasaba a través de ella, estaba cargado con su energía, así que era bastante poderoso. La terminaría aplastando y ella sí que iba a morir. Está vez, definitivamente.
Y a la última persona que vería sería a su maestro. Le parecía justo.
—Adiós, papá.
Rei alzó la cabeza hacia el hielo que venía sobre ella y la magia oscura que intentaba salvarla. La sonrisa permaneció en su rostro hasta el final.
Una persona amable, de aspecto frío y mirada amorosa. Su mano no dejaba de acariciar su cabello y le besaba la frente de manera cariñosa. Katsuki ni fue capaz de darse cuenta de que su cuerpo cambio de un niño a un adolescente mientras estaba en sus brazos. Cada palabra que escuchaba de Shoto dejaba un gran impacto en su corazón.
— ¿Y qué le pasó a esa persona? —quiso saber cuándo la historia se terminó — ¿Dónde está ahora?
—En mis brazos.
El cenizo inclino la cabeza, la historia que el cuarto príncipe le contó era la suya pero tardo bastante en asociarla, sin importar lo claro que fue al respecto. Su corazón se sentía calmado pero su mente seguía en un dilema, ¿qué pasaría si tomaba por verdad cada una de sus palabras? ¿olvidaría todas las atrocidades que hizo? ¿que era un monstruo para todos?
El bicolor vió los pensamientos del mago reflejados en sus bellos ojos rojos y se inclinó levemente, juntando sus frentes.
—Sé lo mucho que te pesan tus pecados, Katsuki y esa es la mayor prueba de la persona maravillosa que eres. Si fueras un monstruo, ¿sentirías tanta culpa? ¿llevarías tanto dolor por dentro? —le acaricio la cara y aunque el cenizo quiso esquivarle la mirada, lo sostuvo para que no lo hiciera — ¿Tendrías el amor de tantas personas? Mí vida, sé lo mucho que te cuesta no creer que lo hiciste te vuelve un monstruo, pero te aseguro que no lo eres. Y que todas las cosas que hiciste, cada una de ellas, fueron impulsadas por tu voluntad de proteger a aquellos que te importaban y porque no querías que nadie tuviera que sufrir como tú, ¿que mayor prueba quieres de lo grandioso que eres?
—Es mentira...yo...Izuku...—murmuró con la voz quebrada el mago recordando al de pecas en el suelo, muerto y cubierto de sangre —Su muerte es mi culpa. Como la de mis primos. La de mis padre. La de los Yelpe y los Nikka. Yue, el tío Hisui...
Todoroki lo detuvo con un toque en sus labios que no podía ser considerado un beso por la escasez de tiempo en que estuvieron unidos. Después le dió al mago una sonrisa y le beso la frente.
—Midoriya está bien, amor. No sé lo que viste antes de entrar de aquí, pero te aseguro que él está bien —le contó notando como el ceño del cenizo se contraía sin creerle —Cuando salgamos de aquí podrás verlo.
—No merezco salir de aquí —objeto el cenizo —No después de las cosas que pensé, lo que quería hacer.
—Eres tan terco —suspiró el más alto pero tenía una sonrisa en el rostro —Tu ira, tu enojo, tu dolor están justificados mi amor. Y que estés aquí solo intensificó esos sentimientos. Es natural todo lo que pienses. Pero, de no estar aquí, ¿lo habrías hecho en realidad?
Katsuki lo pensó. De hecho, sin los recuerdos torturando su mente, la idea de acabar con todos los seres humanos le hacía doler en el corazón. Sabía bien de la crueldad de las personas pero también de su generosidad y benevolencia, de su valentía y nobleza. No los había protegido solo porque fuera su deber, porque sintiera que era eso lo único para que lo servía, si no debido a que también creía más en las cosas buenas que en las malas que podía hacer la humanidad entera.
En el fondo, él creía muchísimo en otros, tenía una fé inquebrantable en cada persona que conocía. No deseaba lastimar a nadie. No tenía los deseos de volver a hacer eso.
— ¿Cómo podemos salir de aquí? —preguntó hacia el bicolor.
—No lo sé, tendrás que crear una salida por tu cuenta —lo abrazo fuerte y le volvió a dar un beso en la frente —Estoy aquí contigo. Ten siempre presente eso.
Katsuki asintió y se dió la vuelta, su espalda quedó recostada contra el firme pecho del cuarto príncipe y sus ojos se clavaron en el muro de hielo que lo protegía de la magia oscura del exterior que esperaba pacientemente para volver a poner sus manos sobre él. Inhaló profundamente y después, le pidió que dejara caer el muro. La oscuridad se precipitó hacia ellos pero, antes de que pudiera tocarlos, uso su magia para guiar esa oscuridad y hacer que se evaporará en el aire. Se la llevo muy lejos. A el lugar de dónde la alejó.
Los Nikka hacia el este. La Tribu del Yelpe en dirección a las Playas del Paraíso. Dividir la magia oscura costo bastante esfuerzo pero cuando consiguió distribuirla y lograr enviarlos a sus lugares de origen, la magia se volvió más pacífica, como si aceptará volver a casa. Hubo partes que se resistieron pero el cenizo logro controlarlas, se sintió como nadar contra corriente y se gasto una gran parte de su magia pero, finalmente, logro que la magia el Muro del Dragón se esfumará por completo.
Al mismo tiempo, Shigaraki surgía de los escombros de hielo, con un cuerpo deshecho e irreconocible entre sus brazos.
Si no fuera porque estaba seguro de que eso que sentía en su interior se llamaba dolor, se hubiera reído de sí mismo. Él que por tanto tiempo se burlo de lo frágiles que eran los seres humanos, de lo fácil que era hacerlos seguir sus órdenes con palabras sutiles, se vio sometido a enfrentar sus propias y tormentosas emociones.
El cuerpo destrozado de Rei colgaba de sus brazos, no pudo dejarla abandonada en medio del hielo, intento con todas sus fuerzas protegerla pero todo lo que consiguió fue salvar lo que quedaba de su cuerpo.
Shigaraki podía sentir sus fuerzas bajas. Sus propias heridas ya no sanaban. La sangre negra caía por todo su cuerpo. Y al girar la cabeza, vio a el niño con la espada de One For All preparado para el nuevo ataque. Si no lo detenía, estaba muerto. Abrazo el cuerpo de su hija una última vez para después dejarlo en el hielo. Lo vio convertirse en nieve que se derretía lentamente bajo los rayos del sol.
Si tenía la oportunidad de morir, ¿volvería a ver a Rei o se convertiría en magia oscura con conciencia una vez más, pero olvidando todo acerca de ella? Prefería la primera opción. Incluso llegaría a rezar porque fuera la primera opción pero, seguramente, sería la segunda.
Mientras existiera la maldad y la crueldad, él volvería. Tal vez no sería el mismo que antes. Pero, eventualmente, llegaría al mundo humano. Cientos de años después o miles de años después, cuando toda la oscuridad se acumulará, llegaría su renacimiento.
Shigaraki esperaba haber olvidado todo para entonces.
—Es tu final —aseguró el de ojos esmeralda.
Shigaraki no se movió cuando One For All vino hacia él, vió a lo lejos a Katsuki siendo ayudado por el hijo de Rei a ponerse de pie, los vio a ambos sosteniendo sus manos mutuamente y como el otro muchacho lo miraba tan devotamente. Sintió ira, envidia, celos y cuando One For All perforó su pecho, sus ojos se encontraron con los del mago.
Y se dió cuenta que nada de lo que dijera ahora podría hacer que el corazón del cenizo se moviera entre el horror y el dolor como antes. No lo volvería a ver llorar. No le vería nuevamente cometiendo un acto tan horrible como el hechizo hecho a los Yelpe y los Nikka. Esa expresión de profunda desesperación había sido reemplazada por una limpia y pura, una que esperaba ansiosamente lo que el mañana traería.
Mientras su vida se extinguía, el monstruo pensó que si Shoto Todoroki no hubiera intervenido, entonces podría haber hecho lo que quisiera con Katsuki.
Desgraciadamente, eso no fue lo que quiso el destino.
Con One For All enterado en su pecho, Shigaraki desapareció.
Katsuki miro como el monstruo desaparecía en el aire, envuelto en humo negro y se elevaba hacia el cielo. Estuvo sin palabras unos segundos, únicamente sintiendo la mano de Shoto contra la suya, hasta que sintió que alguien se lanzaba sobre su espalda y otra persona se ponía a su lado. El cuarto príncipe seguía sosteniendo su mano mientras su mente reconocía el llanto de Izuku y la voz alegre de Eijirou.
El cenizo soltó un suspiro de alivio al escuchar el fuerte latido del corazón en el pecho del pecoso, que lo abrazaba fuertemente y le decía lo muy asustado que había estado. La calidez del dragón le hizo olvidar el frío en la oscuridad que acababa de sufrir y cuándo ambos se calmaron, los miro a los ojos para asegurarse que estaban bien.
Aparte de un par de heridas aquí y allá, ambos estaban en perfectas condiciones. El de ojos esmeralda se apoyaba en el dragón que lo sostenía de la cintura, la herida más grave era la de su brazo izquierdo pero sanaría en cuestión de días. Le dió una sonrisa tan enorme al mago que sus mejillas le dolieron.
El cenizo también le sonrió. Le revolvió el cabello y le felicitó.
—Al parecer pudiste ganar sin mí, Deku —lo halagó.
—No, en realidad, tuve muchísima ayuda —señalo hacia atrás suyo y le miro con felicidad —Mira, Kacchan, esas personas me ayudaron.
El mago giro la cabeza y sintió un nudo en su garganta cuando vio al grupo de personas, siendo encabezado por tres personas familiares. Sin siquiera pensarlo, soltó la mano del bicolor y salió corriendo, siendo recibido por brazos cálidos que le rodearon el cuerpo. Sus lágrimas se descontrolaron mientras las mujeres le acariciaban el cabello y el hombre soltaba una ligera risa, aunque se notaba que estaban llorando igual que él sus sonidos eran mucho más suaves. Y al separarse, ellos le limpiaron la cara y le sonrieron.
—Lo siento, lo lamento, lo lamento mucho —se disculpó el cenizo —Lo lamento...
—Shss, vamos, no queremos escuchar eso ahora —lo silencio Aki —Katsuki, ¿puedes mirarnos?
—Deseamos poder ver bien tu rostro una última vez —pidió suavemente Mei.
—Una adecuada despedida —murmuro Kana —Debe venir de ambas partes, primo.
Katsuki reprimió un sollozo y cumplió los deseos de sus primos, levanto el mentón y los vio a los ojos a los tres, también a las demás personas que no conocía pero que lo miraban con muchísimo cariño. Aki le puso una mano en el hombro y le dió un leve apretón, Kana le sostuvo la mano derecha y Mei la izquierda. Pudo sentir como tomaban parte de su magia y la Puerta del Adiós hacia acto de aparición detrás de ellos, pero ahora su magia se sentía más débil y ligera.
—Tardamos muchos años en liberarte de tu propio sufrimiento, Katsuki —dijo Mei —No bastaba la magia, nuestros cuerpos, nuestros sentimientos para liberarte. Muchos tuvieron que pagar este precio para que pudieras salir a la vida una vez más.
—Puede que te parezca cruel pero para nosotros era más cruel el verte rodeado en tu propia oscuridad —comentó Kana —De todas las personas, la que más merecía ser feliz eres tú.
—Siempre lamenté cómo actúe ese día, fui insensible delante de tu dolor. Y fui arrogante al creer que siempre encontraría una forma de protegerte. Sabía bien lo sensible que eras, el gran corazón que tienes, debí tenerlo en cuenta antes de gritarte y retenerte —se mostró arrepentido Aki —No te culpe nunca por haberme maldecido Katsuki, tampoco lo hicieron mis hijos o mis nietos y menos las personas que vinieron después de ellos. Todos los que estamos aquí, nos entregamos voluntariamente a la Puerta del Adiós para que fueras libre y tuvieras otra oportunidad.
—Estamos muy felices de verte antes de partir finalmente —sonrió Kana mientras sollozaba —Tienes que ser muy pero muy feliz, Katsuki.
—Tienes una buena pareja y grandiosos amigos —agrego Mei viendo hacia el bicolor y los demás que, respetuosamente, se mantuvieron a distancia de ellos —La vida que te espera a su lado será hermosa.
—Te toca vivir por ti mismo, Katsuki. Ya no tienes una obligación con los Bakugou, ni con Yuei. Hazte cargo solamente de ti mismo y de aquellos de a quienes ames —le soltó el hombro Aki —Se feliz. Muy feliz.
—Y no nos olvides —le soltó la mano Mei.
—Siempre estaremos donde sea que estés —le soltó la otra mano Kana —Te amamos.
La Puerta del Adiós se abrió débilmente mientras las figuras de sus primos y otros familiares desaparecían tras de ella. Katsuki se ahogó cuando la madera se cerró y corrió para tocar la madera, golpeó con el puño cerrado el lugar donde todos sus familiares se habían ido para siempre y lloró mientras su magia se iba con ellas, dejándolo con solamente una cuarta parte de todo su poder.
—Aki, Kana, Mei...—murmuro sollozando —Los amo, maldita sea, también los amo muchísimo. Carajo, mierda...adiós. Adiós.
Cuando la puerta desapareció, si no fuera porque un par de personas lo agarraron, Katsuki se hubiera derrumbado en el suelo. Sus ojos rojos solo vieron el pasto verde y su garganta ardió debido a sus gritos, mientras sentía como era contenido por los demás.
Shoto lo abrazaba por la espalda. Izuku a su derecha le acariciaba el cabello. Eijirou le prestaba su hombro derecho para destrozarlo con sus uñas debido al dolor que sentía por dentro.
El mago no está seguro de por cuánto tiempo lloro. Pero sí estaba convencido de que, cuando terminó, ellos seguían estando a su lado.
Su familia seguía estando con él.
Y todo estaba bien.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top