Capítulo 8

La magia del bosque susurraba a su alrededor, el viento familiar le acariciaba el cabello despeinado y el disgusto le invadió. A su alrededor, la laguna de agua cristalina se movió perezosamente en ondas hacia él, haciendo que las ranas huyeran y los peces se fueran por otros rumbos.

Izuku se quedó de pie en el centro del claro cercano a la casa de Katsuki, la espada sagrada One For One se enterró en la tierra y la uso para apoyarse, en lo que el viento continuaba susurrando en sus oídos, unas voces pequeñas hablando de cosas que entendía y al a vez no, solo podía sentir las emociones que le traían. Disgusto, enojo, ira.

La ira del bosque.

Estaba tan enfocado en sentir esas emociones que no sintió las ramas subiendo por sus tobillos, las espinas cortando su piel y las rosas amarillas que empezaban a florecer a su alrededor, hasta que la aparición del fuego violento le saco de su trance y le hizo moverse. One For All corto sin esfuerzo las ramas que intentaron atraparlo y el fuego se encargó de consumir las flores amarillas hasta hacerlas polvo en el viento. Sus ojos esmeralda se pusieron húmedos por un segundo, pero se recordó a sí mismo que estás emociones no eran suyas, sino del bosque y que no debía sentirlas, ya que él no le debía nada al bosque.

Él no era su madre.

El bosque no podía volver a hacerlo un prisionero. No otra vez.

— ¿Te sucede algo? Por lo general, no debo preocuparme por tu frágil humanidad durante el día —cuestiono el dragón, que había llegado al sentir una perturbación en la magia del pecoso.

—Lamento que tengas que preocuparte por mí "frágil humanidad". No te hubieras molestado —bufo el más bajo ignorando al pelirrojo y volviendo a su entrenamiento con la espada —Estoy bien, Kirishima-kun.

— ¿Y por qué las enredaderas y las flores pudieron aparecer si "estás bien"? —insistió el de dientes puntiagudos, rodeando al pecoso que lo seguía ignorando en lo que usaba su espada para entrenar y lo tuvo que detener para que le prestará atención, sosteniendo el filo de la espada con su mano derecha repleta de escamas — ¿Qué te sucede?

A Eijirou no le gustaba cuando la magia del bosque iba detrás del pecoso, lo detestaba y lo ponía ansioso. Porque está magia, antigua y caótica, era bastante poderosa y difícil de restringir y eliminar incluso para un dragón poderoso. No sabía cómo todavía el más bajo no se había convertido en una especie de ofrenda para el bosque, si se debía a las protecciones del mago o a lo que sea que halla hecho su madre antes de abandonarlo.

No es que le importará su seguridad, únicamente, si el pecoso era atrapado por el bosque, su tesoro, la espada sagrada One For One, sería sellada junto con su cadáver y desapareciera por siempre de su vista. Por esa razón, el dragón debía asegurarse de que estuviera bien y que nunca cayera en las garras del bosque de Yuei.

—Suelta mi espada, Kirishima-kun —dijo el de pecas, moderando su tono de voz, pero sonando igualmente irritando y molesto.

—Si me dices qué te sucede, lo haré —aseguró el dragón sosteniendo la espada —No te dejas llevar tan fácilmente, Izuku. Quiero saber qué te alteró tanto.

El de ojos esmeralda se quedó callado, el disgusto y la ira del bosque se habían calmado, pero seguían en la superficie de su cuerpo. Si les daba forma con palabras, la magia del bosque volvería a elevarse y se lo tragaria. Ya la noche anterior le causó cierta preocupación al mago por esto, no deseaba repetirlo, así que quizás hablar del tema con el dragón no sería tan malo. Lo ayudaría a relajarse un poco, ¿no?

Jamás había tenido a alguien que escuchará sus problemas. Solamente su madre y no quería pensar en ella todavía.

Su agarre en la espada se volvió débil, bajo la cabeza sin querer mirar a los ojos rojos feroces del dragón y murmuró.

—Los árboles dijeron que Kacchan se estaba sacrificando otra vez y se enojaron, es todo. La emoción fue bastante intensa y como se trata de Kacchan...

—Te preocupaste y dejastes que esa emoción negativa te dominará —concluyó fácilmente el de ojos rojos, soltando la espada y haciendo una mueca pensativa — ¿Fue muy malo?

Midoriya hizo una mueca, malo no era la forma en la que podría describirlo. Porque "malo" sonaba hasta inocente para las emociones del bosque que pedían sangre y sufrimiento. Si tuviera que definirlo, diría que era como estar en medio de un mar turbulento que quería ahogarlo en sus profundidades oscuras, dejando que los tiburones se comieran su cuerpo hasta que no quedara nada. Dejo la espada una vez más en la tierra, clavando con fuerza la punta y sosteniendo la empuñadura firmemente, en lo que sus ojos esmeralda se dirigían hacia los árboles del bosque de Yuei, altos, viejos y siniestros aún a la luz del día.

—Fue como si fuera capaz de matar a alguien por Kacchan —respondió en un tono tranquilo, ya que esa era la emoción del bosque, no la suya —Pero más que eso. Como si pudiera traerlo aquí al bosque, enterrarlo en la tierra y usar el cuerpo de esa persona como fertilizante.

Kirishima no pudo disimular bien el escalofrío que le recorrió por la espalda al escuchar esa declaración. Pero como el pecoso estaba más concentrando viendo los árboles, no lo noto y pudo así salvar algo de su orgullo como dragón.

— ¿Ahora de ahora? ¡No se puede y lo sabes, Shoto! —negó la albina de mechas rojas — ¡Estamos hablando del compromiso del cuarto príncipe de Yuei! ¡No podemos casarte como si nada, debemos pasar por las formalidades correctas primero!

—Explicarle eso al mago enfurecido en el jardín —retó el bicolor, arreglando su ropa que fue tironedada por el mago y viendo a su hermana con una expresión de disculpa por su malhumor cuando venía a pedir su ayuda —Lo siento, Fuyumi-neesan. Pero él parecía bastante determinado a que anunciemos todo y nos casemos este noche, es la verdad.

Fuyumi contuvo el deseo nada apropiado de lanzar sus libros de contabilidad contra las paredes, para así desquitar algo de sus emociones frenéticas. Cuando su hermano menor vino a verla en medio de sus deberes como princesa mayor, nunca espero que fuera para pedirle hacer el anuncio de su compromiso con el mago de la Torre, ¡en primer lugar ni siquiera sabía que tal mago estaba en el palacio! Estaba tan sorprendida y consternada, que su piel se puso más pálida de lo que ya era e incluso derramó algo de su té dulce en sus registros contables. Estaba agradecida que fueran una copia y no lo verdaderos o su humor podría haberle hecho competencia al de su hermano menor sentado en la silla delante suyo.

Haciendo acopio de todas sus lecciones como princesa acerca de controlar su temperamento y mostrar siempre su lado amable y benevolente, se volvió a sentar en su silla, ignorando que el té derramado llegó manchar su hermoso vestido blanco con incrustaciones de piedras de esmeralda. Se llevó una mano a la cabeza, haciendo presión en la esquina de su frente y empezó a pensar, calcular y planear.

—Lo máximo que puedo hacer me tomara tres días. El anuncio público, las invitaciones a las familias importantes, el aviso nacional e internacional. No puede ser ahora, Shoto, le diré por ti esto, no, es más. Iré contigo a conocer a ese mago de una buena vez —se puso de pie, haciendo como si la mancha en su vestido no estuviera presente y caminando hasta la puerta —Quiero saber porqué accedió a esto y te creyó tan fácilmente.

— ¿Dices que no debió hacerlo? —cuestiono el bicolor confundido.

—Acepto demasiado rápido, solamente escuchando tu historia. No me agrada eso. Debería tener sus motivos para mantenerse detrás de escenas y no hacer nada, ¿qué le importaría a un mago común que la familia real pudiera perder a un miembro? —razonó la albina de mechas rojas — ¿Por qué ayudar tan desesperadamente sin pedirte nada a cambio? Es sospechoso.

El más alto se quedó en silencio, reconociendo que no le estaba dando tanta importancia al asunto de que el mago aceptará como su hermana. No porque confiará en él, si no ya que no le encontraba razones para que quisiera hacer algo en su contra.

Pero, de todos modos, Fuyumi estaba tan decida a verlo con sus propios ojos que no logro objetar nada. Ni decirle que se cambiara su vestido ya que, seguramente, la mayor estaría muy avergonzada cuando se le pasará la emoción y se diera cuenta que iba a ver a alguien en una vestimenta indigna para una princesa.

Los hermanos caminaron a la par por los pasillos del castillo, siendo observados por la servidumbre con curiosidad, debido a que la princesa usaba ropa manchada y tenía el ceño fruncido en su bonito y tercio rostro. En cuando al cuarto príncipe, no le prestaron tanta atención, debido a que mantenía la misma expresión neutra de siempre. Las sirvientas no se atrevieron a decir nada y los mayordomos continuaron con sus actividades, aún así, unos pequeños susurros se empezaron a escuchar cuando los príncipes ya no estaban cerca para oírlos.

Al llegar hasta el Jardín del Dragón, la primera en pasar fue la femenina, con la espalda recta y las manos en la falda de su vestido, apretando la tela. Sus ojos grises recorrieron el jardín en busca del mago y lo encontró sentado en la mesa pequeña que usaban en su familia para las reuniones de té entre dos o tres personas. Su boca hizo una ligera mueca al notar que, alrededor de la figura oscura que era el mago, un dragón de humo lo rodeaba de manera tranquila, como si estuviera bailando.

Fuyumi se quedó callada, viendo como el mago estiraba la mano, piel pálida a la vista y dedos largos que se estiraron hacia el dragón, el miedo la invadió de inmediato. Fuji nunca dejo que nadie le tocará, ni siquiera ella o sus hermanos cuando eran más jóvenes, el humo del dragón los sacaría corriendo hacia los brazos de su madre, quien miraría mal al dragón pero no podría decirle nada al respecto. En cambio, su padre diría que lo tenían merecido por molestar a el guardián de la familia Todoroki. Se aterrorizó al imaginar lo que el dragón le haría a un desconocido e intento abrir la boca para advertirle que no lo hiciera, sin embargo, una vez esa mago tocó la superficie del humo, nada paso.

Nada. Fuji, el dragón de humo aterrador que no dudaría en usar su fuego con niños si lo molestaban, se quedó quieto. Y cuando el mago tiro de sus bigotes, apenas gruño. Solamente, movió la cabeza y miro con seriedad a la persona que usaba capucha, la cual volvió a intentar tirar de los bigotes del dragón.

No solo ella se quedó atónita, si no también Shoto que había esperado que el dragón le diera un soplido de fuego al mago. No que le dejará hacer lo que le diera en gana.

Los dos se quedaron viendo como el mago volvía a intentar tirar de los bigotes del dragón y por la expresión que puso el ente de humo, pensaron que finalmente lo quemaría. Pero todo lo que hizo Fuji fue dejar al mago y desaparecer en el interior del jardín.

Solamente entonces, Katsuki reparo en la presencia de los hermanos Todoroki, ya los había escuchado entrar, pero después del disgusto que pasó con el menor de ellos necesitaba de algo para calmarse y Fuji lo estuvo entreteniendo al dejar que lo molestará. Se puso de pie, poniendo la mano derecha sobre su estómago y la izquierda en su espalda, se inclino con elegancia pese a que la capa negra no le daba forma alguna a su cuerpo.

—Saludo a la princesa Fuyumi Todoroki, que la gracia del sol y los dragones estén siempre de su lado —recito el saludo formal adecuado, porque a diferencia del bicolor, la mujer presente no hizo nada todavía para que no la tratara con el respeto que merecía su posición —Soy Katsuki, mago de la Torre de Yuei.

Fuyumi se sintió de repente muy avergonzada al recibir tal presentación educada por parte del joven mago. Ella llegó con el vestido manchado y con la cabeza en una maraña de preocupaciones, después no hablo debido a que quedó conmocionada al ver al mago jugando con Fuji, todo ese comportamiento era indigno y desagradable, sin importar que tanto desconfiara de la persona dentro del jardín, no deseaba mostrarle esta falta de respeto. Soltó un lado de su falda, pasó un tobillo detrás de su pie y corrigió sus errores.

—Es un placer conocerlo, mago Katsuki. Que el sol y los dragones le den siempre su protección —volvió a enderezarse y miro hacia el mago, sin ni siquiera saber dónde estaban los ojos ocultos como para saber de sus intenciones y debido a eso, tendría que ser directa —Mí hermano Shoto me ha contado sobre que acepto su pedido de matrimonio.

—Sí —respondió tranquilo el mago.

— ¿Por qué? —quiso saber la princesa sin poder ocultar la ansiedad en su voz —No tiene ninguna obligación con mi hermano. No ha pedido una recompensa. No gana nada de esto, de hecho, puede perder mucho. Así que, quiero que me diga porqué lo hará. Incluso, me encantaría escuchar que tiene algo que pedir a cambio, me haría sentir más a gusto.

Katsuki se quedó en silencio, debía admitir que reaccionó incorrectamente a la historia de Shoto, tal vez un poco de indiferencia antes de aceptar no habría estado mal. Pero al escuchar las palabras "ritual", "Valle del Hielo" y "magia ligada", su autocontrol se fue al caño y termino siendo demasiado volátil. Actuó estúpidamente y las consecuencias de esto, eran la mujer delante suyo, de ojos grises serios y perfil frágil, emitiendo un aire frío en su aura mágica.

Primero Deku y Kirishima, segundo el jodido y maldito bosque, tercero unos hermanos con una magia de hielo extraña. Jodida mierda, jodida magia, ¡y jodida y puta puerta del infierno!

El mago podía sentir un dolor de cabeza que se acercaba e hizo el esfuerzo de mantenerse sereno para poder controlar la situación correctamente. Estaba caminando, literalmente, por hielo delgado. O más bien, estos hermanos, no sabían lo muy pero muy cerca que estaban por traer un desastre a Yuei. Al mundo entero.

Juro que si te han hecho una maldita tumba, iré y te daré una patada por esto, Yuki.

Katsuki tomó aire, luego hablo con claridad y fuerza.

—Porque sé lo que puede pasar si no los ayudo, por eso —contesto con sinceridad pero sin estar dispuesto a admitir nada más —Si quiere darme algo cambio para tener la conciencia tranquila, princesa, puede mandar algo de oro a la Torre y ya.

— ¿Cuánto oro? —interrogó la princesa con una ceja alzada.

—El que quiera —se encogió de hombros el mago y agrego —Por cierto, lamento mi actitud de antes. No creo que se pueda anunciar un compromiso tan rápido, ¿no es así, Shoto?

—Mí hermana quería discutir ese punto precisamente —dijo el de ojos desiguales, entrando en la conversación en la cual se había quedado al margen hasta ahora —Necesita tres días para organizarlo. Habrá que esperar.

—Bien —chasqueo la lengua el mago sin querer tener que esperar tanto tiempo pero sabiendo que no podía decir nada, sin delatarse, para adelantar este asunto —Esperaré. Puedes buscarme en la Torre cuando ya todo esté hecho. No vuelvas a mandar a un maldito guardia a seguirme.

La mayor inclino la cabeza hacia el bicolor que, fingiendo inocencia, no le prestó atención. Más apenada todavía, hizo una leve y humilde reverencia al mago.

—Pido que el mago Katsuki se quede en el palacio, aún sin hacerse el anuncio de su compromiso, sería bueno que se quedará y fuera conociendo las instalaciones del palacio —propuso la princesa con amabilidad para después levantar la cabeza —Sin embargo, comprenderé si se niega.

Una princesa inteligente y un príncipe maso menos decente. Es bueno ver que la descendía de Teka no se arruinó, pero me sigue molestando esa magia de hielo que poseen. Deberé consultar algún maldito libro de historia para saber con quién se casó el último Todoroki en la línea de sucesión. Si su esposa es del norte, eso explicaría la magia.

Katsuki ya tenía demasiados problemas con Izuku e incluso si Eijirou lo protegía, no quería pasar una noche en ese palacio mientras el pecoso se hallaba en el bosque. Además de que, la sola idea de caminar por las pasillos del palacio, los jardines, las salas, las cocinas, le provocaba náuseas en el estómago. Un vértigo horrible al pensar que esos lugares, a diferencia del Jardín del Dragón, sí fueron tocados y modificados por el paso del tiempo. No quería salir del jardín solamente para encontrarse los retratos de Teka, de sus herederos, de los herederos de sus herederos y más. Le harían preso de una emoción que ya sufrió al salir por esa puerta maldita y que no quería volver a experimentar.

Fuyumi podía querer tenerlo en el palacio por su buena voluntad o porque así tendría un lugar para controlar sus movimientos y evaluar su comportamiento. Y negarse sería darle razones válidas para su desconfianza en él, pero el mago no iba a jugar con la princesa. No haría nada en contra de su salud mental, otra vez. Las consecuencias serían más graves que haber casi matado a un dragón.

Así que, se inclino con la espalda recta y volvió la cabeza hacia arriba, debía ser de tarde, así que posiblemente el de pecas y el dragón estarían en el jardín de su casa practicando con la espada, molestando el uno al otro mutuamente. Les daría una sorpresa cuando llegara antes.

—Tendré que declinar su oferta, princesa —no se disculpo por eso, le haría parecer débil ante esos dos hermanos desconfiados que pensaban que jugaban contra un mago poderoso y vicioso —Me retiraré a mi casa. Su hermano puede buscarme cuando sea el momento de anunciar el compromiso.

—De acuerdo —acepto la albina de mechas rojas sin insistir y agrego con dulzura — ¿Desea que lo acompañemos...?

Antes de que pudiera decir "a la salida" el mago saco una daga con empuñadura de dragón, se cortó el dedo y la sangre hizo que el metal se volviera rojo, a la vez que lo envolvía en un círculo de teletransportación. En cuestión de dos segundos, desapareció.

— ¿A la salida...? —cerró la boca, sus ojos grises viendo el humo que quedó en el suelo, sin la más mínima alteración en el piso de mármol blanco — ¿Shoto?

— ¿Si? —murmuró el bicolor, observando el mismo lugar igual de sorprendido que su hermana.

— ¿Las barreras sufrieron alguna perturbación? —preguntó.

—No.

A diferencia de la primera vez dónde sintió un hormigueo en su cuerpo, como si alguien lo estuviera tirando para que se apresurará hacia el jardín, con emoción y expectativas, las barreras está vez no hicieron nada en la magia del cuarto príncipe. No sentía nada. Posiblemente, tampoco Natsuo sintió la partida de Katsuki o hubiera venido corriendo al Jardín del Dragón como cuando sintió su ingreso. Las barreras se mantenían como siempre, impenetrables, cargadas de la poderosa magia de Teka Todoroki, la de sus sucesores y mezclada con la de Fuji que ni hizo acto de presencia cuando el mago se fue.

—...Bien, iré a hacer los preparativos —dijo entonces la mayor, en un tono bajo, todavía perdida en lo que acababa de suceder —Y Shoto, cuando vayas a la Torre, dile al mago Katsuki que no puede usar su capa para los anuncios al público. Sería grosero.

El bicolor acepto la petición de su hermana mayor en silencio y luego, se quedó un tiempo más en el jardín, de pie en el mismo lugar donde el mago desapareció, podía sentir cierto rasgo de calor que quedó en el aire y cuando alzó una mano para sentirlo mejor, Fuji se mostró, girando a su alrededor y viéndole con seriedad y reflexión. Impulsado por lo que vio momentos antes, intentó estirar su mano todavía más para tocar los bigotes de humo del dragón, pero con una expresión feroz y unas leves llamas emergiendo de su boca semiabierta, bajo la mano y lo miro ofendido.

— ¿Por qué él sí y yo no? —quiso saber aunque el dragón no le contestaría — ¿Por qué un desconocido puede hacerlo y no un descendiente de Teka Todoroki?

Si los dragones pudieran hacer un expresión de burla, a Shoto no le quedaría duda que el dragón la estaba haciendo antes de desaparecer nuevamente en el interior del gigantesco jardín.

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