Capítulo 74

Nadie le pregunto porqué se fue con Shoto cuando la cena acabo. Toshinori, Enji y Mitsuki seguían bebiendo en la mesa. Fuyumi se había retirado a su habitación a descansar. Eijirou, Eri e Izuku salieron a dar un paseo nocturno por el castillo. Tsuyu Asui le pidió hablar por la mañana temprano y después se fue tranquilamente con Mina —la hada quería seguir conversando con la sirena— y Fukumigake. Masaru les deseo las buenas noches ambos antes de que se fueran.

Katsuki paso la noche en una cama cómoda, al lado del hombre que amaba, siendo abrazado y reconfortado. Con el estómago lleno de una deliciosa comida y el corazón cargado de sentimientos. Durmió como un tronco todo la noche, sin pesadillas ni sueños.

Y se despertó con alguien golpeando fuertemente la puerta y recordándole la vida que tenía.

— ¡Abran, abran! ¡Shoto, necesito a tu esposo! ¡Abre! ¡Abre!

El cenizo se despertó alarmado y el bicolor también que, reconociendo la voz de su hermana mayor, se puso de pie corriendo y fue abrirle la puerta. La princesa paso como un tornado a la habitación, su cabello estaba hecho un desastre y traía puesto un camisón blanco, sus ojos grises estaban llenos de preocupación y cuando encontró al mago en la cama, se abalanzó hacia él. Le agarro el brazo con fuerza y, después, respiro agitada y se calmo.

Katsuki no sabía qué hacer. Y parecía que Shoto tampoco por la manera que observaba preocupado a la mayor en el suelo. La hicieron que se sentara en la cama adecuadamente y ella se recompuso un poco, aunque seguía agitada.

—Lo lamento, arme un buen espectáculo —se disculpo pese a que se escuchaba algo rara su voz —Shoto, soy Natsuo.

—Fuyumi-neesan, ¿el alcohol de ayer te afectó mucho? —cuestiono el cuarto príncipe sentándose al lado del mago en la cama y observando a su hermana mayor con el entrecejo fruncido, una expresión que nunca le había visto.

— ¿Fuyu puede tomar alcohol? —cuestiono la albina de mechas rojas en voz alta, para después sacudir la cabeza y verlos con seriedad —Es en serio, soy Natsuo. La Última Princesa intercambio mi alma con la de Fuyumi para que pudiera venir a hablarles.

—Eso suena bastante increíble —intervino el mago tomando la mano de la femenina y analizando su magia —Y parece que es cierto, Shoto. La sensación es diferente. Es tu hermano.

—Pero, ¿cómo...? —miró hacia su hermana la cual lucía igual que la noche anterior, aunque con un rostro más severo y triste — ¿Cómo es posible eso?

—Fuyumi puede contarles esa parte cuando vuelva. Es más, díganle que lo lamento mucho si sufrió en mi cuerpo —pidió la femenina —Necesito que me escuchen bien ambos. Ayer fui con Hawks al Distrito de Eusi y nos encontramos con un ser extraño. Tenía una apariencia humana pero les juro que no lo era. Y él...se hizo cargo de Hawks y a mí, no sé porqué, me dejó vivir pero me envió al Reino de los Espejos. Tienen que buscarlo. Estaba en una casa que queda en la última calle detrás del casino Terie.

Katsuki agarro rápidamente un cuaderno para anotar lo que le decía Natsuo y Shoto le pregunto si tenían algún otro mensaje importante que darles. La femenina asintió y agrego lo siguiente.

—Antes de que el monstruo llegará, ví en una de las paredes los nombres de Eita Hirose y Rin, debajo de ellos, estaba el nombre de mamá —les contó apretando los puños —La casa parece ser de alguien del Valle del Hielo, tiene ciertas características que a los nobles de esa región les gusta usar. Shoto, no sé que tan importante será, pero averigua de quién era esa casa y porque estaban esos nombres en ella. Me revolvió el estómago cuando lo ví.

—Haré todo lo que esté a mi alcance, Natsuo-nii —aseguró el bicolor — ¿Estás bien dónde estás ahora? ¿Yaoyorazou se hizo cargo de ti?

—La princesa ha sido amable y Touya-nii también está conmigo. Estaré bien. Dile al viejo que no envié a nadie por mi —sonrió tristemente —No estoy en buenas condiciones como para viajar.

Antes de que Shoto pudiera preguntar qué significaba eso, el cuerpo de su hermana cayó desmayado sobre la cama y entre él y el cenizo tuvieron que acomodarlo. El mago le tomo el pulso para medir su flujo mágico y pudo sentir como por un segundo se detuvo, hasta que volvió a ser constante y diferente. La mayor despertó en cuestión de segundos, con los ojos llorosos y tocando su brazo derecho. El cenizo le indico al mago que se moviera un segundo y le diera espacio para que pudiera adaptar nuevamente a su entorno. Parecía algo ida y dolida, pero cuando los vio intento sonreírles.

—Me imagino que Natsu logro hablar con ustedes —supuso la mayor — ¿Les importaría compartir esa historia también conmigo?

Rei no sabía cuánto tiempo llevaba lejos de casa. Era difícil medir el tiempo cuando a veces dormía por largos periodos. Su maestro la buscaba cuando pasaba eso y como todavía no lo había hecho, suponía que no era un verdadero problema y que podía seguir vagando por ahí hasta que fuera a buscarla.

Las calles de ese lugar parecían ser animadas y las personas sonreían y caminaban por todas partes sin notarla. Algunas chocaban con ella y se disculpaban, pero al instante se olvidaban de su presencia y volvía a pasar. Llegaba a ser algo molesto, por lo tanto, busco un lugar más solitario y termino en lo que parecía ser un pequeño parque.

El camino pavimentado era de color marrón, había muchos arbustos y árboles, bancos de piedra donde las personas se reunían y un pequeño restaurante. Camino por ese lugar hasta que encontró a una señora mayor sentada sola en una banca y, por alguna razón, se sintió atraída a ella y se sentó a su lado.

—Jovencita, me gustaría estar sola —murmuro la señora cuando la noto —No me encuentro de buen ánimo.

— ¿Le gustaría compartir conmigo sus preocupaciones, señora? —le preguntó en un tono gentil, aunque, sintió que esa pregunta ya la había hecho antes varias veces y a otra persona. Una persona que se estresaba mucho y tenía mal carácter, pero que siempre daba todo de sí mismo.

¿A quién se la habría hecho? No estaba segura.

—A una jovencita no le interesan las preocupaciones de una vieja como yo —gruño la mujer.

—No soy tan joven como cree —en realidad, no estaba segura de su edad, pero sabía que pasaba de los veinte —Me encantaría escucharla.

La señora hizo un sonido de hmmm pero, después de unos segundos, empezó a hablarle.

—Mis hijos se han casado y formado familias, ya no les interesa su madre. No vienen a verme ni me envían cartas —se quejo la mujer —Parece que les da igual la existencia de su madre.

—Lamento mucho escuchar eso —puso una mano en el hombro de la señora y sintió como esa tristeza que ella sentía, se iba transfiriendo a su cuerpo.

—Una los da a luz, los cria, los educa con todo el amor posible y así le pagan, es lamentable muchacha —se quejo la señora para después mirarla — ¿Tienes hijos?

—Yo...—se trabó por un segundo pero después la respuesta llegó automáticamente a su boca —Tengo cuatro hijos. Tres niños. Una niña. Pero no he estado mucho tiempo en sus vidas.

— ¿Los abandonaste?

Rei se quedó en silencio y la señora bajo la cabeza, se escuchó el sonido de las aves a lo lejos y la albina alejó la mano del hombro de la mayor, pensando determinada en irse. No tenía sentido conversar con una desconocida de cosas de las cuales ni sabía.

—Lo lamento, fue una pregunta abrupta. No juzgo, niña. Sé que algunas vidas son más duras que otras —murmuró la mujer —No debería quejarme de mis hijos tampoco. Fueron muy buenos niños, muy amorosos y educados. Estuve muy feliz cuando se casaron y llegaron los primeros nietos. Pero me duele mucho está separación. Quería pasar más tiempo con mis niños.

La albina sintió que le temblaron las manos al escucharla. Su mente se nublo por un segundo, las imágenes de dos niños traviesos pasaron por su cabeza, la de una niña enseñándole un dibujo, la de un bebé de cabello albino y rojo que lloraba en su cama. Su corazón se agitó y la señora le sostuvo la mano en ese momento pero fue una mala elección, sus emociones no estaban bajo su control y le saco a esa mujer más emociones de las que necesitaba para alimentarse. La aparto de un empujón y la señora cayó al piso, con una expresión en blanco.

—L-Lo lamento mucho, ¿se puede parar? —se agachó en el suelo y la mujer le sonrió —Realmente no quise lastimarla.

—Oh, tranquila jovencita. Estoy bien —afirmó la señora —Es momento de que vuelva a casa. Tengo que hacer la cena.

—Hum, disculpe, antes de que se vaya —la detuvo la albina — ¿Le molestaría que le hiciera una pregunta?

Su maestro se lo advirtió y también Kaina. Ella no era una ninfa, aunque tuviera que alimentarse de un modo similar. Pese a que necesitará las emociones de vez en cuando. No, ella era más como Chisaki.

— ¿Tiene hijos?

Ella era un monstruo que se llevaba las emociones de los demás y cuando esa mujer sonrió sin emociones en su rostro, recordándole a las muñecas que su madre guardaba en su habitación, lo tuvo bien en claro.

—Jovencita, yo no tengo ningún hijo.

Rei asintió con la cabeza sin ninguna expresión y vio a la señora irse, se quedó sentada en el banco de piedra, con las manos temblando y levanto la cabeza, el día se veía brillante y las nubes blancas bailaban en el cielo. No había señales de que hubiera cometido un crimen pero se sentía horrible y quiso gritar y romper algo pero solo alcanzó a llevarse las manos a la cabeza y apoyar la frente en sus rodillas.

Odio esto, odio esto, odio esto. No quiero sentir nada por nadie. No quiero tener sentimientos. Estaba bien cuando solo amaba al maestro. Debo volver a ser así. No quiero ser herida. No otra vez. No.

El plan del maestro era que todo volviera a la normalidad. Como cuando eran solamente él y ella en el Valle del Hielo, los momentos cuando no tenía miedo a nada ni nadie y era feliz. Sí, debía volver a aquellos tiempos.

Pero entonces, ¿por qué se puso de pie y siguió caminando hacia donde debería estar el castillo de los Todoroki?

—Katsuki-chan, si estás preocupado por Todoroki-chan, podemos esperar hasta que vuelva —propuso Asui —No quiero repetir las cosa porque estes distraído.

Katsuki gruño pero no negó que la princesa sirena tenía razón. Estaba preocupado por Shoto que desde temprano dejo el castillo para investigar lo que dijo su hermano mayor. Debido a la supuesta muerte del líder de los Wings, Fukumigake lo acompañaba en la expedición junto con Tenya y Eijirou e Izuku se unieron también a ellos. Sabía que estaría bien protegido y por eso se quedó para hablar con la de cabello verde, pero ahora le angustiaba el no haberlo acompañado por si se encontraba con Shigaraki. Se llevó una mano a la cara y se olvidó por un segundo del cuarto príncipe.

Estaría bien. Tenía que estarlo o se enojaría muchísimo con él.

—Ya puedes empezar —permitió el de ojos rojos.

—Hace unos once años, el Gran Tsunami de Oriente, fue causado por las sirenas del Océano Pacífico y las de los Arrecifes, por las órdenes de un hombre que se llamo a sí mismo Shigaraki.

El cenizo quedó desconcertado por unos segundos. Se suponía que el Gran Tsunami de Oriente era un desastre natural mágico, no un desastre causado por las criaturas mágicas. Además, ¿de qué le servía a Shigaraki el acabar con las Tierras Lejanas? ¿por qué no iba a sembrar el caos entre los bárbaros que le sería más simple en vez de usar a las sirenas? Estaba confundido y la sirena pareció entenderlo, porque le dió un tiempo para asimilarlo antes de continuar con su historia.

—Hace mucho tiempo atrás, entre las sirenas hubo muchas masacres por los territorios y también estaban los humanos que se volvían cada vez más expertos en atraparnos. En esos tiempos oscuros, Shigaraki apareció como una solución y nos dijo que sin humanos cerca, no teníamos que preocuparnos por la cacería y la falta de territorios —relato la sirena con el gesto oscurecido —El Arrecife Norte se negó a esto pero, las demás sirenas accedieron y usaron a las que se negaron como sacrificio para el hechizo que uso Shigaraki para causar el Gran Tsunami de Oriente. Era muy pequeña en aquel entonces y la princesa del arrecife, así que fui perdonada. Pero no podía vivir sabiendo lo que se había hecho, pedí ayuda a los Wings para aislar nuestro arrecife y, hasta ahora, no hemos convivido con los demás grupos de sirenas.

Tsuyu tomo un sorbo de té por un momento, luego bajo la taza y miro al mago a los ojos, sus labios se apretaron en una fina mueca y giro la cabeza hacia la ventana.

—Las Tierras Lejanas fueron tragadas por el océano. Y se llevó a cabo una guerra en el Reino de los Espejos debido a ese hechizo. Pensé que nunca podría hacer algo para cambiar eso, pero después escuché de ti y creí que había una oportunidad para cambiar algo —confesó la princesa —Que si te contaba porqué Shigaraki estaba haciendo esto, algo podría cambiar.

Hubo un ligero cambio en su expresión y cuando dejo de mirar la ventana para mirarlo a él, pudo notar el miedo en las facciones de la sirena y antes de que se diera cuenta, se escuchó el sonido del vidrio rompiéndose y una serie de disparos atacaron la habitación. Katsuki uso su magia inconscientemente para protegerse y los gritos de los sirvientes se empezaron a escuchar por todas partes. Les resto importancia y se acercó hasta el cuerpo de la sirena, que hacia menos de unos segundos estaba hablando con él. Tenía una perforación en la cabeza, otra en el medio del pecho, dos más en el hombro y tres o cinco en el resto del cuerpo. Sus ojos verdes quedaron abiertos y contuvo la respiración cuando se los cerro. Ni siquiera pudo usar la magia del tiempo para proteger su vida, todo paso tan abruptamente, que era imposible que él pudiera haber hecho algo al respecto.

Pero se sintió culpable de todos modos.

Katsuki se puso de pie y miro hacia donde la princesa sirena había mirando por última vez, se encontró con una figura en la cornisa del edificio de enfrente y dejando a los sirvientes con todo el alboroto, se lanzó con su magia hasta ella. No estaba recuperado todavía pero podía esforzarse por cazar a un asesino cuando lo tenía tan cerca. La figura extendió un par de alas de color violeta y quiso huir de aquella forma, el de ojos rojos no pensaba permitirlo tan fácilmente. Llamo a las barreras que sabía que Teka dejo por las castillo y les ordenó que retuvieran al intruso en ese perímetro. Una red de color rojo se extendió por todo el palacio obedeciendo su voluntad y la figura no tuvo otra opción que voltear y atacarlo. Entonces pudo verla con más claridad, se trataba de una ninfa de cabello violeta con rosado y ojos amatista oscuros, tenía el cuerpo de una mujer adulta y sus brazos podían tomar la forma de las más modernas escopetas que hubiera visto. Y ella tenía muy buena puntería, porque uno de sus disparos le dió en medio de la pierna izquierda y otro le rozo el hombro derecho.

Maldición, debo detenerla rápido.

Estaban suspendidos en el aire. La ninfa sabía que no tenía a dónde huir y él sabía que en sus condiciones ganarle sería complicado. Ambos estaban en desventaja. Pero ni siquiera el cenizo se espero que de la nada una serie de cuchillos aparecieran en el aire atacando a la ninfa y que un inesperado fuego fuera lanzando también al ataque.

— ¡Katsuki, haz que baje! ¡Nosotros podemos lidiar con ella!

El mago miro hacia abajo, en el patio del castillo se encontraba Enji, Mitsuki y Masaru. Ya fuera que lo encontraron por el escándalo que hizo el tiroteo en el ala este del castillo o por la activación de las barreras mágicas, se sentía agradecido de tenerlos cerca y decidió seguir lo indicado por la rubia. Empezó a atacar a la ninfa y a obligarla a descender lo suficiente como para que el fuego que creaba el rey con su magia y los cuchillos que podía controlar el castaño con la suya terminaran por derribarla al suelo. Una vez que tocó el césped para él fue sencillo hacer que la tierra se moviera sobre su cuerpo para inmovilizar sus movimientos por completo. Se dejó caer en el suelo cuando noto que el peligro había pasado, pero su pierna izquierda cojeo y la rubia tuvo que acercarse a ayudarlo.

— ¿Qué sucedió? —demando saber sin poder ocultar el grado de angustia en su voz.

—Ella mato a Asui —fue lo primero que logro decir el mago —Estábamos conversando y de la nada empezaron los disparos. No pude salvarla. Y estaba delante mío.

—No es tu culpa —le revolvió el cabello la mayor y lo hizo acostarse en el suelo — ¡Masaru, cuida a Katsuki, está herido! —aviso a su marido en lo que se ponía de pie y se juntaba las manos —Yo me haré cargo de esta asesina.

—Mitsuki, atacó dentro de mi castillo, lo común sería que yo me hiciera cargo de este asunto —objetó el pelirrojo.

—Le disparo a mí hijo —gruño entre dientes la Matriarca de los Bakugou —Me va a rendir explicaciones a mí, Enji.

Katsuki quiso acercarse para detener la pelea entre ambos por quién mierda se haría cargo de la ninfa pero Masaru llegó hasta él y, con extrema facilidad, lo levanto del suelo y le dijo que irían a tratar sus heridas a un lugar más higiénico. Estuvo por protestar pero después vio a Toshinori corriendo hasta el rey y la rubia para calmarlos y se sintió más tranquilo con ese panorama. Parecía que podían manejar la situación sin que él estuviera presente. Quizás fue suficiente con que hubiera capturado a la ninfa.

Ella debe estar con Shigaraki y ellos no son tan tontos como para matarla. La van a interrogar y después me lo van a contar. Lo que no pudo decirme Asui por su culpa, ellos harán que ella lo confiese.

Se relajo. Podía sentir el dolor de sus heridas y la manera en que su magia lentamente intentaba curarlo, como si se tomará su tiempo y aunque era una mierda, supuso que así se sentían las personas normales cuando eran heridas. Les llevaba tiempo sanar. Y podían tomarse ese tiempo con calma.

Masaru lo dejo en el primer sillón que encontraron apenas entraron en el castillo. Los guardias imperiales se movían como locos por todos lados y sintió bastante dolor cuando el castaño le tocó la pierna para ver la magnitud del daño. Escucho unos pasos más de cerca y vio a Himiko aparecer. Se había quedado con Ochako hasta ahora, encerrada en la habitación y cuidando de la castaña. No esperaba su presencia en esa situación.

La rubia traía lo que parecía ser un enorme maletín el cuál dejo sobre su mesa y el mayor acepto su ayuda cuando le pasó unas cuantas pociones con anestesia. El cenizo sintió ardor cuando se la echaron directamente en las heridas pero después quedó totalmente insensible en esas zonas. La Maga de la Luna saco hilos y agujas, se las pasó al castaño y un par de tijeras. Agradeció que no lo desnudaran en una sala llena de personas y que solamente cortaran su ropa para facilitar el acceso de las heridas.

El mago se quedó lo más quieto posible para no interferir en lo que ambos hacían, escuchaba el ir y venir de las personas por los pasillos y vio que alguien colocaba un cambiador dónde estaban ellos, para darles algo de privacidad. Después, una sirvienta le miro con preocupación y le dejo una sábana sobre el pecho para que pudiera mantener el calor. Mitsuki ingreso al poco tiempo con una expresión bastante severa y movió el cambiador para sentarse en el sillón, levanto su cabeza y la apoyo después gentilmente sobre su regazo.

Katsuki no se quejo. Tampoco menciono nada cuando ella acaricio su cabello.

—Se suicidó —le susurro la rubia con cuidado —Enji estaba tratando que dijera algo cuando sus alas se volvieron más grandes y su boca empezó a sangrar. Murió antes de que pudiéramos hacer algo.

El cenizo asintió y suspiro, debió esperarse eso. Si la ninfa intento huir y luchar con tanto esfuerzo, era fácil de suponer que era debido a que no pensaba traicionar a su maestro. Al menos, estaban parejos. La sirena y la ninfa cumplieron cada una su papel.

Y él estaba más convencido que nunca que Shigaraki pensaba hacer algo muy dramático dentro de Yuei.

— ¿Esa mansión vieja? —parpadeo el encargado del casino Terie —No estoy seguro, su alteza. Pero creo que los últimos propietarios fueron los hermanos Eita y Saito Hirose. El dueño anterior había sido una tía de ellos, se las dejo como herencia cuando murió y creo que venían cada tanto.

— ¿Conoce de alguien más que pudiera tener más información de ellos? —interrogó el cuarto príncipe.

—Ah, por lo que me ha contado mi padre, esos muchachos iban mucho a la Casa de las Mariposas. Un cabaret bajando la calle —indicó el hombre —Podrían preguntarle a alguna de las mujeres mayores de ahí. De seguro habrán conocido a alguno de ellos. Si no es que a los dos.

Todoroki asintió y le pago al hombre por la información, después abandonó su oficina y se reunió con los demás que habían ido a acompañarlo. Tokoyami estaba bastante lugubre, negándose a creer en la muerte de su mentor y andaba de mal genio aunque se mantenía calmado. Por otra parte, Kirishima no se despegaba de Midoriya, en caso de que alguien llegara a atacarlos. El dragón decía que no le gustaba la energía mágica que tenía el Distrito de Eusi y debía reconocer que estaba de acuerdo con él. Algo muy desagradable se sentía el aire.

Iida fue el primero en notar su presencia, seguía muy angustiado debido a que su hermano mayor todavía no despertaba pero la situación del reino le inquietaba todavía más. Parecía que en cualquier momento podría colapsar de la preocupación. Y, aparte, Ingenium había vuelto a ser una espada en su cintura, así que ya no contaba con el consuelo del niño.

No entendía porqué la espada hizo eso, pero suponía que era debido a que Ritsu había aprobado que estuviera al lado del cenizo y ahora podía proteger a el guardia imperial sin más preocupaciones.

Debo dejar de pensar en Katsuki.

—Shoto, ¿cómo te ha ido? —pidió saber el guardia imperial sacándolo de sus pensamientos — ¿Te ha dicho algo importante?

—No mucho. Tenemos que visitar la Casa de las Mariposas —indicó en lo que caminaba junto con los demás a la salida de aquel casino —Es posible que ahí tengan más información.

—Yo opino que mejor vayamos a esa casa que mencionaste antes —dijo el dragón rojo —Podríamos solucionar el problema más rápido si Deku ataca a Shigaraki con One For All.

El pelirrojo podía sonar muy seguro cuando decía eso, pero la verdad estaba muy preocupado porque el de pecas tuviera que llegar a eso y esa era una de las razones por la que estaba tan pegado a su lado. Sin embargo, sabía que atrasar lo inevitable tampoco era una solución.

—No podemos atacar a ciegas, Kirishima. Reunir información es lo importante ahora —expresó el más alto —Es posible que si encontramos una debilidad de Shigaraki, la pelea que tengamos no sea tan difícil.

El de dientes puntiagudos bufo pero ya no dijo nada más, el de pecas le tomo de la mano para otorgarle algo de calma y el Wings caminaba bastante alerta a su entorno. La Casa de las Mariposas no quedaba muy lejos del Casino Terie y se trataba de un edificio con paredes pintadas de un intenso color rojo y ventanas de cristales plateados con bordes dorados. La puerta principal estaba cerrada y cuando el bicolor tocó para que les abrieran, una mujer de cabello rubio y ojos rosados se las abrió, usaba un corto vestido violeta.

—Perdón, muchachos, todavía no abrimos —les comunico en un tono de voz seductor que puso a todos incómodos —Vengan a la noche. Les daremos un buen servicio.

—No buscamos eso —se explico el cuarto príncipe —Quería hablar con alguien que supiera sobre la casa al final de la calle, detrás del Casino Terie. La que pertenecía a los hermanos Eita y Saito Hirose. Pagaré una buena cantidad de dinero a la persona que me de esa información.

La rubia apretó los labios y dudo por un segundo, pero después cerro la puerta y les aviso que iría a preguntar. A los minutos volvió a abrirles y les invito a pasar. Los guío por unas largas escaleras hasta el piso superior del edificio y los llevo junto con una mujer de cabello negro, ojos azules y un latigo en la mano.

—Yu, sabes que es muy temprano para los clientes —se quejo la azabache —Todavía me duele el brazo de la paliza que le di al último de anoche.

—Lo sé, estos chicos buscan otra cosa —se sentó en un cojín rosado e invito a los demás a hacer lo mismo —Se trata de Eita-san y el imbécil de Saito.

—Oh.

La mujer azabache los examinó con la mirada, llevaba una especie de atuendo extraño que se pegaba a todo su cuerpo sin dejar espacio a la imaginación para nada. Debido a la incomodidad que empezaban a mostrar todos y la manera en que el pecoso se ponía cada vez más rojo, ella se cubrió con una bata y se sentó en la cama. Le dió una mirada interesada al bicolor e hizo un comentario.

—Eres el cuarto príncipe, ¿no? —preguntó y el joven asintió —No muchos tienen tus características, por eso lo supuse. Ahora, diga lo que diga, ¿me prometes no cerrar este lugar?

— ¿Hay una razón por la cual tendría que cerrarlo? —cuestiono el cuarto príncipe.

—En Yuei no se permite el comercio de las criaturas mágicas —sonrió delicadamente la mujer —Lo que hacemos rompe esa ley. En este cabaret trabajan algunas ninfas que solo pueden alimentarse del caos sexual y otros tormentos que pueden causarles a clientes extraños. Nadie ha muerto pero siempre puede haber una primera vez.

Shoto alzo una ceja y pese a que Tenya estaba por decir algo acerca del tráfico sexual prohibido de las criaturas mágicas, él tomó la palabra antes.

—Mientras nadie muera y todas estén de acuerdo con trabajar aquí, no me meteré. Pero debe saber que a partir de ahora mandaré un supervisor —advirtió el bicolor.

—Me parece bien —acepto la azabache —Para empezar, mi nombre es Mindnight. Y ella es Yu, también conocida como MountLady. Trabajamos en este lugar desde hace casi cien años. Y conocimos a esos dos hermanos hace mucho tiempo. Eita-san era un cliente habitual que venía a beber pero, generalmente, lo que venía a hacer era evitar que su hermano golpeara de más a una de nuestras compañeras humanas.

—Era un completo imbécil. Nadie quería tratar con él ni para comer sus emociones. Asqueroso —gruño Yu —Pero Rin siempre tenía muy mala suerte para encontrarlo. Las humanas que trabajan aquí hacen tres cosas. Entretienen, limpian y cocinan. Nada más. Pero ese idiota nunca entendía eso.

—Rin era una muchacha bonita, de un barrio pobre y muy trabajadora. Limpiaba las habitaciones cuando los clientes se iban. Era muy dulce y tímida —contó con nostalgia la azabache —Creo que eso alentaba a Eita a maltratarla. Por suerte, su hermano mayor llegaba antes de que nosotras pudiéramos matarlo.

—Debimos hacerlo —murmuró la rubia —Ni su familia lo quería. Saito era un derrochador, borracho y salvaje. Querían que Eita-san lo sacará de la familia, pero él siempre tuvo debilidad por su hermano menor. Creyó que podría reformarlo.

—Hubo una temporada dónde Saito no apareció por el cabaret pero Rin seguía estando aquí y Eita-san siempre venía a verla. Se sentía muy culpable por todo lo que su hermano la hizo pasar, le traía flores, chocolates y libros. A veces, cuando Rin terminaba su turno, él la esperaba fuera del cabaret y la acompañaba a su casa —relató la azabache —Fueron buenos tiempos para ella, hasta que su familia se mudo al sur en busca de nuevas oportunidades y se quedó sola. Era mayor de edad y su familia le dijo que se casará, que ya no podían mantenerla. La abandonaron y pese a que la Casa de las Mariposas es un refugio donde pudo haberse quedado, ella recurrió a Eita-san.

—No supimos mucho acerca de ella después de eso, aparte de que estuvo unos meses en esa mansión calle arriba. Eita-san se la llevo al Valle del Hielo y nunca nos mandó una carta —dio un suspiro la rubia —No que tuviera la obligación de hacerlo. No éramos su familia.

Mindnight se acercó hasta Yu para acariciar su cabeza y la rubia se abrazo a sus piernas sin mirar más a los jóvenes.

—Lo lamento, como criaturas mágicas, nuestro tiempo es mucho más largo que el de los humanos por lo que intentamos no encariñarnos mucho con su existencia. Pero Rin...era una buena muchacha, no sé de que otro modo decirlo, era imposible no quererla y desearle lo mejor —se mostró afligida la azabache —Es difícil recibir noticias del Valle del Hielo, el sistema de correo es muy deficiente y lento. Así que debido a que no envío cartas por bastante tiempo y sus hermanos menores vinieron hace unos años a buscarla, supusimos que podría estar muerta. Al igual que Eita-san.

— ¿Ustedes sabían que esos hermanos eran los hijos del Señor del Invierno de su tiempo? —preguntó el bicolor para saber y la azabache negó con la cabeza — ¿No tenían idea?

—Como dije, intentamos no tener mucha relación con los humanos —miro hacia abajo y acaricio el cabello de la rubia —Nada bueno viene de tenerles un largo afecto.

Todoroki asintió y no dijo nada más, en vista de que Yu parecía estar algo sensible por el tema de Rin, se paró del suelo y le pidió a los demás que hicieran lo mismo. Después, aviso que se iban a retirar pero antes de poder hacerlo la rubia se levantó y se dirigió a un armario dentro de la habitación, saco lo que parecía ser un pequeño portaretratos y se lo paso.

—Eita-san le pagó bastante a un artista por esto y Rin se lo olvidó aquí. Pensé que volvería algún día a buscarlo —se lo entrego con la cabeza baja —Yo ya no quiero guardarlo. Te lo regalo.

—De acuerdo —acepto el bicolor y agarro el portaretratos con cuidado —Gracias.

La rubia se alejo y se metió de nuevo a la habitación. El cuarto príncipe se quedó de pie en el pasillo, inclino la cabeza hacia abajo y miro el dibujo. Aparecían un hombre alto, de cabello blanco y ojos grises, que no parecía tener más de veinte años. A su lado se encontraba una muchacha muy bonita, de facciones delicadas, con caballo lacio marrón y ojos negros. Los dos sonreían y sintiendo un nudo en su garganta, tuvo que reconocer el parecido.

Su madre era muy parecida a esas dos personas.

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