Capitulo 73
Estaba muerto. Lo sabía. Era fácil saberlo. Las plumas rojas en su mano, la sangre ajena en su cuerpo, el recuerdo de su voz en sus oídos.
Natsuo sollozo, le dolían las piernas y le faltaba el brazo derecho. Ese monstruo se lo arrancó de una tajada, lo mismo que había hecho con las hermosas alas de Keigo. Intento pararse pero no tenía equilibro y se cayó al piso, era de piedra y pudo oler la basura a su alrededor. Debía estar en un callejón.
¿Por qué no lo mató? ¿Por qué lo dejo libre? No tenía tiempo para esas dudas pero no podía evitar el sentir que había algo terriblemente mal con eso.
Keigo, Keigo, Keigo.
Una vez más. Tenía que intentarlo una vez. Estaba la posibilidad de que se hubiera salvado también. Los Wings eran una de las criaturas más fuertes que existían, apenas por debajo de los dragones. Aún si lo que había en esa mansión era un monstruo, todavía estaba la posibilidad de que estuviera dando pelea y que necesitará ayuda.
El albino se apoyo con la mano izquierda en la pared, aguanto la respiración un momento y empujó su cuerpo hacia arriba, sus piernas dolieron pero cumplieron con sus órdenes. Apoyo la cabeza en la superficie fría y sintió el calor del sol tocando su nuca. Hacia muchísimo calor, su cuerpo sudaba y se sentía mareado. Quería agua. Dió dos pasos a la derecha, paso por un pequeño escalón y salió del callejón. Sus ojos grises buscaron a alguien que pudiera socorrerlo pero, en cambio, se encontró con algo inaudito.
Arena, sol y personas de cabello azabache y ojos negros viéndole.
—Oh, querido, ¿será un soldado de Yuei?
—Se ve muy joven.
—Ayer no hubo ninguna pelea aquí, ¿o si?
— ¿Habrá escapado de la enfermería?
Natsuo se mareo nuevamente y una mujer lo auxilio, usaba ropa holgada que cubría su cuerpo de los rayos del sol y le pedía que se mantuviera conciente en lo que los demás le buscaban agua. Pensó por un segundo que estaba dentro de un sueño, que era imposible que estuviera en aquel lugar, pero el dolor y el tacto de esas personas era demasiado realista como para que fuera producto de su imaginación.
Estaba en el Reino de los Espejos.
El maldito desierto a kilómetros de casa.
Terinshu era la base donde más soldados de la Facción Rebelde se encontraban, según Hakamata, las demás personas que vivían ahí ayudaban con los alimentos y los pacientes pero en su gran mayoría se trataba de soldados. La razón para eso era la cercanía de Terinshu con la capital del Reino de los Espejos, Hasha, que hacia más fáciles los ataques contra los bárbaros de las Tierras Lejanas.
Los edificios estaban bien condicionados para poder vivir, la enfermería principal era un antiguo templo que contaba con agua subterránea y Cristales de Ébano que ayudaban a la rápida recuperación de los rebeldes. Sin embargo, los alimentos que se podían traer de Keija y Yuo eran escasos, ya que en esas áreas tampoco se podía extraer mucho. Los Magos de la Luna que eran miembros de la Facción Rebelde usaban ciertos rituales para obtener un poco de energía más para ellos y los soldados, pero no lograban usar siempre esos trucos debido que a la larga los debilitaban bastante.
—No hemos podido avanzar mucho con la guerra. Pero en once largos años la hemos resistido —afirmó el líder del grupo rebelde —Perdí a mi familia en esto, amigos, mentores. Sus almas me esperan en nuestra siguiente vida, mi princesa. Debo asegurarme de morir sin penas ni rencores para volver a verlos.
Yaoyorazou asintió. En el Reino de los Espejos siempre se hablaba de la importancia de morir sin arrepentimientos, porque de lo contrario el alma no podría limpiarse en los Cristales Eternos y volver a empezar en la tierra. El alma resentida pasaría a ser un espíritu que atormentaria a los viajeros del desierto y compartiría su pena con los Cantantes del Alma todas las noches. Era muy triste. Así que, podía entender que al hombre delante suyo, el que llevo todo el peso de la guerra en sus hombros desde que era un adolescente, le preocupara no poder volver a encontrarse con sus seres queridos.
—Daremos todo para volver a nuestro reino, lo prometo —quiso tomar la mano del hombre pero escucho un ligero carraspeó y giro la cabeza.
El primogénito de los Todoroki le dió una sonrisa y la azabache pensó que más allá de toda su madurez, podía ser bastante celoso e infantil.
—Estoy seguro que la princesa nos llevará por el mejor camino posible —sonrió el líder de la residencia que podía notar la tensión entre ambos jóvenes —Si necesita algo, no dude en pedirlo. Estamos a su disposición.
—Se lo agradezco mucho.
El líder de la residencia se retiró de la pequeña habitación que usaban para conversar y los dejo solos. La azabache se movió hacia la derecha, para observar al joven que estaba apoyado contra la pared, de brazos cruzados y ojos azules.
—Dabi-san, quiero imaginar que tiene sus razones para ser tan sobreprotector con el líder —dijo la princesa —O de lo contrario, pensaré que solamente actuó por celos.
—Lo hice por celos, princesa —confirmó el azabache sin problemas —Nunca la había visto ser tan amable con otras personas y debo reconocer que no me agrada mucho. Más cuando son hombres jóvenes y sin parejas.
—En Yuei no tenía nadie con quien ser amable. Aquí estoy con mi gente, es normal que sea amable —protestó la de ojos onix pero luego sonrió un poco —Pero no creo que deba preocuparse por eso. No tengo interés romántico en nadie.
—Auch —se quejo el mayor —Eso me dolió, ¿acaso no entre en sus estándares, princesa?
Momo se sonrojo, bajo la cabeza y escucho a Touya acercarse, se sentó delante de ella y colocó una mano en su hombro.
—Lo lamento, Momo, no volveré a molestarte de esta manera. Fue una pequeña broma —susurro el primer príncipe —Ya has conocido a todos de los miembros importantes de la Facción Rebelde. Y parecen ser de confianza. No creo que deba volver a meterme en tus reuniones.
La azabache apretó parte de su vestido, alzó la cabeza y vio que el mayor se había sentado de rodillas, con una distancia mínima de ella pero notaría. Se sintió molesta. Y quiso darle la mano y decirle que lo quería en sus reuniones, que se sentía mejor cuando él estaba presente. No estaba molesta por sus celos, solo quería reírse con él de eso ya que la pareció lindo y adorable. Que un hombre tan atractivo, que parecía ser tan seguro de sí mismo, se sintiera celoso solamente porque ella quería darle la mano alguien más. Touya no había reaccionado así con otras personas, aunque sí solía hacer muecas si eran hombres de su edad o con los que querían coquetearle. Llegaba a ser muy obvio y le encantaba.
Pero no sabía como admitirlo. Las palabras se atoraron en su garganta y cuando el más alto se estuvo por parar —suponía ella que para irse— su corazón aleto como si se tratara de una mariposa y antes de que se diera cuenta estaba de pie y después empujando al mayor contra el piso. Estaba sentada encima de su estómago, con las piernas a los lados y los brazos a los costados de su cabeza, podía ver con claridad sus ojos azules llenos de asombro y su cara ardió de la vergüenza por la posición y su estupidez.
—...Momo, bájate —reclamó el primer príncipe que estaba tieso en el suelo, con las manos bien pegadas al piso frío y cerrando los ojos cuando noto lo cerca que estaban los atributos de la joven de su cara —Por piedad bájate de una vez.
—Y-Yo s-solo quería impedir que se fuera —tartamudeo nerviosa la azabache —Ehm, no era mi intención que pasara esto.
—Bájate —volvió a pedir el mayor.
—Me puse nerviosa y me resbale, en serio, no quería tirarlo al piso —se puso inquieta la princesa sin lograr escuchar lo que decía el otro —L-Lo lamento. Y so-sobre lo que dijo antes, quiero que siga viniendo conmigo a estas reuniones, Touya-san. Me hace sentir bien el tenerlo cerca.
—A mí me está matando el tenerte así de cerca —gruño el mayor —Momo, hermosa, te lo ruego. Baja antes de que haga algo estúpido.
— ¿Algo estúpido? —se mostró confundida la de ojos onix — ¿Cómo qué?
Touya volvió a gruñir y abrió levemente los ojos, lo cual fue la peor decisión que pudo haber tomado. El cabello negro de la princesa caía sobre sus hombros y llegaba hasta el suelo, las ropas holgadas de color blanco que se usaban siempre en el desierto tenían un escote que dejaba la vista sus enormes y magníficos senos, su carita sonrojada solo la hacía más tentadora y pudo sentir su pene agonizando cuando ella se movió sobre su estómago, haciendo que pudiera sentir mejor su firme trasero. Momo era la persona más hermosa y atractiva que hubiera conocido en toda su vida y que estuviera enamorado de ella desde que era un niño solo empeoraba lo emocionado que estaba por tenerla en esa posición. Pero no por esos sentimientos iba a hacerle algo que ella no quisiera, ni pasaría los límites que se puso antes.
Podía tocarla un poquito para no enloquecer con el largo tiempo que pasaba sin verla, viendo que se hacía cada vez más preciosa y deseable. Pero estaba prohibido que la tomara. Ni siquiera se planteó el besar esos hermosos labios de color rosado en todos esos años. No, no y no.
Reuniendo todo su fuerza de voluntad posible, se sentó y, delicadamente, empujó a la azabache lejos suyo. No tenía una erección lo que le saco un suspiro de alivio, pero se quedó viendo la pared de la habitación y se golpeó la cabeza contra ella para aclarar sus ideas. Lo que, obviamente, preocupó la princesa que se quedó detrás suyo sin decir una palabra.
—Para que lo sepas, un hombre reacciona cuando la mujer que ama se sube sobre él y está tan cerca que su olor se queda pegado a la punta de sus nariz —dijo molesto en lo que se frotaba la nariz que aún podía sentir el aroma de la menor —Es una tortura cuando ni siquiera puedes hacer algo al respecto, Momo. Tenerme piedad y no vuelvas a hacerlo.
—...Lo lamento —se disculpo apenada la princesa comprendiendo que el mayor debía estar pasando por un mal momento.
—Mientras lo entiendas, está bien —suspiró el azabache y recordando cierta cosa que dijo la princesa, agrego —Por cierto, ¿en serio te hago sentir mejor cuando estoy contigo en las reuniones?
—Sí, soy capaz de defenderme por mi cuenta. Pero tener a Touya-san a mi lado me hace sentir que no necesito hacerlo y puedo concentrarme mejor —respondió con toda sinceridad la femenina —Me siento segura cuando estás conmigo.
Yaoyorazou noto que el azabache suspiro otra vez y murmuro un "¿segura como si fuera su escolta? ¿o segura como si fuera su hermano mayor?" en un tono malhumorado. Se cubrió la boca para no reírse y el ambiente volvió a ser agradable, hasta que el líder de la resistencia paso a la habitación, con un semblante preocupado y angustiado.
—Princesa, tenemos un extraño invitado a quien debe ver con urgencia —dijo apresurado —Se trata de Natsuo Todoroki. El tercer príncipe de Yuei fue encontrado herido en la zona de deshechos a las afueras de la base.
El azabache se paró de inmediato alarmado al escuchar el nombre de su hermano, pero la princesa le coloco una mano en el brazo derecho para calmarlo y miro con seriedad al líder de la resistencia.
— ¿Su identidad ha sido verificada? Se suponía que tanto Natsuo Todoroki como Touya Todoroki habían abandonado el Reino de los Espejos hace casi un mes —cuestiono la princesa —Si se trata de algún impostor o es un engaño, la base podría estar comprometida.
—Es él, estoy seguro. El tercer príncipe nos daba alimentos no perecederos todo el tiempo y evitaba las peleas frecuentes con el ejército imperial. Es un buen muchacho y lo tenemos en bastante estima, por eso, he prohibido que se le hiciera daño —afirmó el líder de la resistencia —No converse en persona con él, pero siempre lo veía cuando llegaban las camionetas con alimento. Nos daba lo que podía. Y escuchaba que tenía algunas disputas con los generales del ejército por eso.
Momo busco la confirmación de Touya acerca de lo que acababa de escuchar y el azabache asintió con la cabeza. Natsuo hacia lo que podía por la Facción Rebelde, supuestamente, a sus espaldas. Pero la verdad era que él estaba enterado de todo lo que hacia su hermano y que le diera alimentos a la Facción Rebelde no le molestaba en lo más mínimo —ya que era comida y no armas— lo que le preocupaba era que los generales después buscaban desquitarse con el albino porque estaban cortos de suministros. Lo cual era mentira, el que se encargaba siempre del presupuesto era él y sabía bien lo que había y lo que no y quién robaba y quién no lo hacía.
Por eso mismo muchos generales no habían vuelto a Yuei. Se unieron a los bárbaros de las Tierras Lejanas para seguir explotando a las personas y prolongar la crueldad en el Reino de los Espejos.
—Llévame con él —pidió la princesa —Debe ser una situación urgente.
—Una situación muy extraña —opino el líder de la resistencia —Nadie sabe cómo llego hasta aquí. Ni siquiera él mismo.
Yaoyorazou vio que el azabache apenas pudo controlar la expresión de preocupación de su rostro y le dió la mano el resto del camino hacia la enfermería de Terinshu. Se trataba de una serie de carpas que servían para los heridos en las batallas y los enfermos. Había mucha gente de Yuei que, después de tantos años en el desierto, se sentían parte de ese lugar y se quedaron ahí para seguir luchando por la libertad. Estaban muy integrados con la Facción Rebelde y, según Togata, la mayoría recibía su regreso con buen agrado. Aunque les preocupaba que pensará echarlos cuando ya no fueran necesarios. Pensaría en ellos después, ahora, lo importante era verificar lo dicho por el líder de la resistencia.
Fueron guiados hasta una tienda de la zona sur, lo que hizo que el azabache se viera más inquieto. En esa zona se atendía a las personas que estaban en peligro de muerte. Cuando el líder de la resistencia menciono que esa ubicación era solamente para mayor privacidad del principe de Yuei, pudo notar el alivio en sus facciones.
Debe estar muy angustiado.
No sabía que tan cercano era Touya a sus hermanos y realmente, no conocía mucho sobre él como persona. Siempre lo considero alguien maduro y fuerte, indiferente e inteligente. Pero ahora que podía ver más lados de él en el viaje al Reino de los Espejos, que convivía por mucho más tiempo que una o dos horas en un baile de salón donde siempre debía estar a la defensiva, se daba cuenta que le gustaba esa personalidad suya. Que le gustaba como persona.
Eso aumentaba su culpa por estarlo utilizando.
—Esta aquí —les abrió una persiana —Por favor, que los demás salgan.
Dos Magos de la Luna reaccionaron, tenían las uñas azules únicamente y el resto de ellos parecía ser normal. Su magia se sentía oscura pero controlada y se retiraron haciendo una leve reverencia a modo de respeto a la Última Princesa. La tienda estaba siendo usada por nueve pacientes más y en una de las camas en el suelo, se hallaba Natsuo, tenía todo el torso vendado y parte de las piernas también. Sus ojos grises estaban rojizos como si hubiera llorado por muchísimo tiempo y temblaba cada tanto. Al escucharlos acercarse, se sentó derecho en la cama cómo pudo —no tenía equilibro por la falta del brazo derecho— y levanto el mentón, la miro a los ojos sin condescendencia ni arrogancia y le hablo con mucho respeto.
—Princesa, lamento mucho mi estancia en este lugar. Le juro que estaba en Yuei hace menos de unas horas —dijo con seriedad —Sufrí un enfrentamiento con un ser extraño y, de alguna manera que no puedo explicar, estoy aquí. Sé lo absurdo que suena, pero le aseguro que es la verdad. Yuei no planea volver a interferir con el Reino de los Espejos, se lo prometo por mi vida y la de mi familia, que no hay ninguna intención del ejército imperial de volver a pisar su tierra.
Le preocupa una guerra. Le preocupa que lo usemos de prisionero de guerra. Y sabe bien que no tengo porqué creerle y que puedo hacerle lo que quiera en este lugar, pero no parece asustado por eso.
Momo se sentó en el suelo, a un lado de Natsuo que le seguía con la mirada, se veía muy afligido y supo de inmediato que había algo que no estaba mencionado, que quizás todavía no podía decirle por miedo a qué destino le esperaba. Podría encerrarlo en un templo o llevarlo devuelta a Yuei, pero no estaba segura que fuera a sobrevivir a un viaje tan largo con la herida tan seria de su brazo que los Magos de la Luna debieron tratarle. No pensaba hacerle nada de eso, que el tercer príncipe lo supusiera no lo tomaría como una ofensa en lo más mínimo. Los Todoroki los encerraron en el Santuario de la Sabiduría y los nombraron parte de la propiedad de la familia imperial, aún si era para protegerlos de los otros nobles, fue humillante y lo mismo que seguir siendo esclavos de los bárbaros, solamente con ropa más común y sin los grilletes que tuvo que usar en su infancia.
Lo natural sería pagar el pasado con la misma moneda.
Pero no haría eso. No guardaba rencor en su corazón. Aunque Shoto podría pensar lo contrario con tantos horribles tés que les dió durante sus años juntos.
Debería disculparme por eso si tengo la oportunidad de volver a verlo.
—Tercer príncipe —lo llamo formalmente —Creo en su palabra.
Natsuo y el líder de la resistencia soltaron un suspiro de alivio a la vez, lo que les llevo a verse nuevamente. El líder le sonrió con ánimos pero el albino solo cabeceó y se quedó en silencio.
—Le pido por favor que me cuente su historia —dijo la princesa —Necesito saberla para comprobar que no es una amenaza.
El albino acepto contarle todo. Desde el inicio hasta el final y aún cuando la voz le falló un poco en el momento de confesar que creía que el líder de los Wings, Keigo Takami, había muerto por su causa. La azabache podía sentir la sinceridad y el dolor en cada una de sus palabras y al finalizar, el tercer príncipe le miro con preocupación y angustia.
—Tengo que volver a Yuei. De inmediato. Ese...monstruo podría hacerle daño a el reino —expresó con urgencia —No me importan si me cortan el resto del brazo para lograrlo. Debo irme.
—Tercer príncipe, un viaje hasta Yuei toma, con mucha suerte, unos quince a dieciocho días con buen clima. En sus condiciones es peor, puede contraer enfermedades muy graves si deja la base antes de que su herida se cierre por completo —se negó la princesa —No puedo permitirle irse. Pero le ofrezco una solución poco ortodoxa.
—La escucho, princesa —acepto el albino que estaba desesperado por volver a su hogar.
—Puedo intercambiar su alma con un familiar suyo que esté en Yuei por unos minutos y podrá darle así toda la información posible de lo que sucedió.
Era algo bastante avanzado pero Momo había tomado sus rituales como Sagrada la primera noche que paso en el Gusano de Arena antes de llegar a Terinshu. Sabía que recibiendo desde antes los rituales con los monjes y siendo bendecida por los Cristales Eternos, había una mayor posibilidad de que los líderes de la Facción Rebelde la aceptarán y que pudiera tomar el mando de ellos. Los rituales no fueron sencillos ya que debió usar muchísima magia de su alma para adaptarse a distintas técnicas y estrategias que solo los Sagrados podían aprender. Pero logro terminarlos en una sola noche, algo que pocos del Linaje Sagrado conseguían hacer.
Los monjes le aseguraron que podía manejar la magia del alma con una destreza y eficacia que no se había visto en los últimos cien años.
Por lo tanto, estaba bastante confiada en poder intercambiar las almas con éxito.
— ¿No le hará daño que le hagas eso?
La pregunta de Touya la hizo girar la cabeza para verlo, estaba de brazos cruzados y por su expresión, era fácil saber que estaba furioso por lo que le habían hecho a su hermano menor y preocupado por el daño en su cuerpo. Además de que seguramente estaba pensando en todas y en cada una de las cosas que dijo durante su historia. La princesa estaba por asegurarle que no le causaría daño alguno aún si era por pocos minutos, cuando el albino miro hacia el azabache y pregunto.
— ¿Por qué a un mercenario le importaría si me hace daño o no? —cuestiono de malhumor —Lo importante es que mi familia debe saber del peligro que hay en Yuei. Darles esa información es lo más importante en este mismo instante.
—Hum, tercer príncipe, por favor no se altere —se preocupó el líder de la resistencia —Los magos apenas pudieron bajarle la fiebre por la infección de su herida.
— ¿Tiene una maldita infección? —gruño el azabache.
Yaoyorazou le pidió al líder de la resistencia que se retirará un momento antes de que el primogénito de los Todoroki empezará a pedirle que fuera a él a quien enviara a Yuei para destruir al monstruo que lastimo a su hermano. Se levantó para cerrar bien las cortinas y luego, dándole una mirada de reproche al azabache, le hizo sentarse en el piso y le indico que mirara hacia el albino que estaba bastante confundido en ese momento.
—Realmente debes estar mal como para no reconocer a tu propio hermano, Natsu —replicó el azabache molesto cuando vio los ojos de su hermano menor viéndolo incrédulo —Carajo, solo basto con teñir mi cabello y unas cuantas cicatrices falsas para que te olvidaras de tu hermano mayor. Me siento muy...
Antes de que pudiera seguir hablando, el albino se inclino hacia el azabache y lo abrazo con el brazo que le quedaba, en lo que empezaba a llorar y gritar. El mayor se quedó en silencio, dejo de lado todo el sarcasmo y se puso a consolarlo. Hawks había sido el primer amor de su hermano, perderlo lo tenía destrozado y a él le dolía más que llorara y repitiera que era su culpa ese hecho. No sabía qué decirle, solo pudo dejarlo descargase contra su pecho hasta que acabo y se separó de él.
—Tengo que advertirle a la familia, Touya-nii. Ese monstruo no debe estar en Yuei —se limpio los ojos irritados e ignoro lo mareado que se sentía —Es peligroso. Se lo contaré a Shoto y él se lo podrá decir a su esposo, Katsuki. Tienes que conocerlo, es un mago increíble, nos defendió de un ataque que hubo en el castillo. Seguro sabrá qué hacer o podrá ayudarlos a detenerlo. También es el hijo adoptivo de los Bakugou, así que, Mitsuki-san seguro se va a terminar involucrando también.
—Natsu, Natsu —repitió su nombre en lo que le veía a los ojos y le tocaba la frente —Primero necesitas calmarte. Tu cuerpo no está bien, hermano. Es arriesgado.
—No me importa —sollozó el albino —No me importa. Tengo que decirles. Debo hacerlo.
Momo se acercó en ese momento hasta los hermanos. Natsuo se había olvidado de su presencia en su desahogo pero estaba lo bastante abatido por lo de Keigo como para que no le importará. La princesa le vio con algo de pena para después voltear hacia el azabache y tomarle la mano.
—El alma está separada del cuerpo, Touya-san. No le ocurrirá nada a Natsuo-san en el tiempo en que otra alma habite su cuerpo. Estará bien —prometió la menor para después darle una mirada hacia el albino —Eso sí, la experiencia para quien esté en el cuerpo de Natsuo-san puede llegar a ser dolorosa por su herida y la infección.
—Me disculpare por eso —aseguró el tercer príncipe —Princesa, por favor, hágalo.
Momo asintió, Touya parecía todavía renuente pero no dijo nada cuando se acercó hasta Natsuo y colocó las manos en su pecho, empezando con el intercambio. Se concentro mucho en buscar con qué familiar el tercer principe tenía más afinidad y al encontrar esa alma que se sentía afín con él, la arrastro hacia el Reino de los Espejos y envío la del tercer príncipe a Yuei. Cuando terminó, el albino grito de dolor y se recostó en la cama, hacia muecas y se retorcía, hasta que se quedó quieto acostado de lado y viendo hacia donde estaban los dos azabaches.
—...Touya-nii —murmuro bajito e inseguro — ¿Qué es esto...? ¿Un sueño?
—Momo, ¿puedes saber quién es? —le preguntó el primer principe en un susurro.
—No, busqué el vínculo del alma más afín que tuviera, pero no sé a quien traje —contestó también en voz baja la princesa —Disculpe, ¿podría decirnos su nombre?
La persona en el cuerpo de Natsuo podría ser Fuyumi o Shoto, por la manera en que se refirió a Touya pero aún así necesitaban la confirmación. Ayudaron a que pudiera sentarse ya que, al parecer, estaba demostrando todo el dolor por la infección que sentía y que el albino pareció ignorar por el dolor de la perdida de Hawks. Se sostenía el costado donde estaba su hombro derecho y miraba hacia abajo con una expresión de aflicción, se mordía los labios y después se tocó los ojos. Estuvo varios segundos en silencio hasta que murmuro su nombre.
—Soy Fuyumi Todoroki. Y me encantaría saber, qué hago aquí y porque tengo el cuerpo de un hombre al cual le falta un brazo.
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