Capitulo 62

Siempre había pensado que los humanos eran horribles, crueles, ambiciosos, monstruos que le dieron su lugar en el mundo. Después de todo, sin los humanos, algo como él no existiera.

Se suponía que le daba igual lo que hicieran, lo que les pasará, mientras siguieran manteniendo su existencia en pie, ¿qué importaba su crueldad? Debía alentarla, no detenerla. Provocarla. Susurrarles en el oído ideas y ver si las llevarían a cabo o no. Ese era el propósito de su existencia también. El vivir gracias a ese caos y muerte.

Pero cuando vio a esa niña cuyo vestido viejo no podía cubrir los moretones en sus muñecas, con brazos tan delgados como las ramas de un árbol muerto, con el cabello mal cortado y disparejo, por primera vez sintió algo nuevo cuando vio a una humana. Un sentimiento que jamás había experimentado.

Compasión y culpa.

Él hizo que esa niña fuera de esa manera.

—Encantada de conocerlo, me llamo Rei Hirose.

La voz de esa niña sonaba como la de una persona sin vida. Él sabía de eso. Había personas que podían hablar aún estando muertas por dentro y el sonido de sus voces eran como el de ella ese día. Suave y hueco, con los ojos mirando al frente sin ver nada en realidad.

Tenía apenas cinco años y su postura era tan firme que parecía como si le hubieran dado una paliza desde que empezó a caminar para que pudiera mantenerla. Conociendo a la señora de esa casa, pensaba que era más que una posibilidad.

—Me dijeron que me daría tutoría —sigo hablando la niña — ¿Cómo debo llamarlo, señor?

Su presencia debió haberla alertado de que él no era humano. No es algo que estuviera en su control por mucho que lo intentará y a veces ni quería hacerlo. Su poder se sentía en el aire y hacia a las personas alejarse. Lo mismo con el duque y su esposa —excepto que ellos lo toleraban gracias a su ayuda— los sirvientes, los animales y todos los demás. Sabían que estar cerca suyo más del tiempo del necesario no era buena idea. Aún si se hacía pasar por humano, con solamente prestar un poco de atención, bastaba para saber que no lo era. Se trataba del instinto humano, ese instinto les decía que él no tenía que estar cerca de ellos.

Así que, esa niña carecía de instinto o pensaba que él no era tan malo como sus padres. Incluso podría ser que considerará a sus padres peores que él. Era la única manera de que podía explicarse que siguiera de pie con tanta serenidad delante suyo.

O, quizás, pensaba que nada peor de lo que ya le debió haber pasado podría compararse a lo que él le hiciera.

Era curioso e interesante. Y, seguramente, fue el inicio de todo.

Se agachó para estar a su altura y Rei no se movió, tenía los ojos grises con los bordes rojos como si hubiera llorado mucho la noche anterior y al verla de cerca, se podía notar que estaba maquillada. Había escuchado que cuando las niñas de la arístrocacia se maquillaban desde tan temprana edad era por dos razones. Los padres pensaban casarlas antes de tiempo o los padres no querían que se enterarán de que pasaba algo entre las paredes de su casa con sus hijas.

Ni tuvo que considerar una posibilidad. Era lo segundo.

—Es un gusto conocerte, Rei. Mi nombre es Shigaraki. Debes llamarme maestro Shigaraki —le indico y la niña asintió de un modo obediente —Espero que nos llevemos bien.

—Espero que nos llevemos bien, maestro Shigaraki —repitió.

Rei le hizo una reverencia y puede que fuera entonces o más adelante, pero Shigaraki decidió que valía la pena permanecer cerca de ella. Era la primera humana por la que sentía sentimientos diferentes y sería interesante ver a qué eso podía llevarlos.

Si hubiera sabido todo lo que escondía aquella casa, no lo habría hecho.

Porque la culpa de todo el sufrimiento de Rei era verdaderamente suya. Y él que nunca había amado nada, sintió por primera vez lo que era querer estar muerto.

Entonces supo que debía arreglarlo.

—Katsuki, ¿estás mejor?

El inesperado talento de Masaru para hacer pociones mágicas lo tomo por sorpresa. Katsuki pensó que tendría que lidiar con sus piernas y mano izquierda entumecidas por unos días más pero con una rápida poción que le hizo el castaño su situación se revirtió. Las piernas le dolían todavía al flexionar pero podía estar de pie y lograba mover todos los dedos de su mano. Era una gran mejoría.

—Sí, gracias —agradeció bastante fascinado por el resultado tan efectivo — ¿Has hecho también pociones para Uraraka?

—Un par. El problema es que no puedo dárselas con regularidad —contestó el castaño apenado —Me especializo en pociones mágicas curativas bastante fuertes. De esas que revierten el congelamiento, las quemaduras, el quebrantamiento de huesos y demás. A Uraraka-san le di una para que su visión no se perdiera por completo y otra para ayudarla con su estómago. Estaba vomitando bastante debido al mareo y me preocupaba que empeorará, ¿cómo estaba cuando la visitaste?

El mago no había mencionado que visitó a Ochako desde que Shoto lo dejo en las habitaciones de Masaru, sentado en un pequeño sofá que dada con la calidez de una de las ventanas principales. Que el castaño lo supiera sin que ni siquiera lo dijera lo hizo darse cuenta que era mucho más observador e inteligente de lo que creía. Y que esas debían ser las razones por las cuales Mitsuki insistió en que fuera con él a Yuei.

Masaru era un hombre de confianza, que sabía mucho sin la necesidad de tener que preguntar, amable y tranquilo. A el cenizo le preocupaba sentirse cómodo con él y abusar de eso, pero el propio castaño le miro como si esperará que no le contestara y supo con eso que no le enojaría si no lo hacía. Simplemente estaba preocupado por su estado, el modo que le había afectado la noche anterior y quería escuchar de su propia boca como lo estaba sobrellevando.

Jugando con sus manos sobre el regazo y sintiéndose un poco menos inseguro, contesto.

—Bien, hablamos un poco. Dijo que...—murmuró sin levantar la cabeza —Dijo que no me culpaba de lo que le sucedió.

Masaru asintió con la cabeza, después le dió una taza con té caliente y le dejó unas cuantas galletas cerca. No parecía que volvería a tocar el tema y el mago se relajo.

—Aizawa-san ha estado encerrado en una habitación desde la noche anterior conteniendo la esfera que resultó del ataque de ayer —le informó bebiendo un sorbo de su té —No ha dejado a nadie que se acerque y dijo que por la tarde debería estar todo terminado. Tengo la obligación de quedarme para ver que toda la situación este controlada. Pero no es tu caso y el de tus amigos, pueden volver al Círculo si lo desean.

— ¿Pasó algo la noche anterior? —pregunto el mago notando que el castaño estaba ligeramente tenso —Mierda, sí paso algo. Claro, con Kirishima transformado y Deku demostrando sus poderes es obvio que pasaría, ¿qué dijeron los putos nobles? ¿les hicieron algo?

Katsuki se había olvidado de ese detalle. Que Eijirou se transformó en dragón en el balcón en presencia de todos y que unas cuantas personas debieron ver que Izuku intento salvarlo de su caída haciendo enredaderas. No era difícil sumar dos más dos y darse cuenta que el dragón rojo que atacó al palacio hace menos de dos meses y el muchacho que podían controlar las plantas eran ellos. Debió haber un gran revuelo después de que se desmayo en brazos de Shoto.

Carajo, ¿y si intentaron atacarlos mientras estaba inconsciente? ¿qué sucedería si los encerraron en alguna mazmorra porque los consideraban peligrosos? ¿o si...?

El contacto de algo cálido contra sus manos hizo que su cabeza dejara de dar vueltas y se encontró con un par de ojos cafés viéndole atentamente. Masaru le sostenía ambos manos y entonces, el cenizo pudo notar que se alteró lo bastante como para romper la taza que sostenía —con pura fuerza física— y todo el líquido se había esparcido por su regazo, las gotas del té cayendo al suelo alfombrado. Su boca se abrió para disculparse pero todo lo que le salió fue un pequeño quejido. Se había cortado las manos con la cerámica.

—Quédate quieto un segundo, por favor —pidió el castaño tomando un par de servilletas y sacando los pedacitos de la taza de las manos del mago, una vez estuvo seguro de que no quedo ninguno, lo limpio y le trajo un cuenco con agua para que se lavara —Te aplicaré un pequeño hechizo de sanación. Solo tomará un segundo.

Katsuki se quedó en silencio, sintiéndose como un niño estúpido que actuaba sin pensar y cuyo padre debía cuidarlo. La magia del castaño cerro las pequeñísima cortaduras en sus manos y unos sirvientes pasaron a limpiar el desastre que dejó en el suelo. Luego de eso, lo acompaño hasta un cambiador para que pudiera ponerse ropa nueva ya que la suya estaba arruinada. Al pararse, el castaño le ofreció su hombro para que se apoyará y lo guío hasta el cambiador de la habitación, le dejo un pantalón largo negro y una remera del mismo color, más ajustada y sin mangas. Se cambió con cierta dificultad pero, al final, termino y al salir del cambiador la habitación volvía a estar limpia y el té reemplazado.

El mago se volvió a sentar en el sillón que estuvo antes y el castaño en vez de tomar lugar delante suyo, se sentó a su lado, con una escasa distancia. Le pasó un nuevo té y cuando el cenizo lo agarro, le sostuvo las manos y hablo con seriedad.

—Katsuki, Eijirou-kun e Izuku-kun son protegidos de los Bakugou, nadie los iba a tocar hicieran lo que hicieran —le aseguró el castaño sabiendo bien la importancia de ambos para el cenizo —Incluso les pedí que fueran a buscarte esta mañana temprano, ¿no te encontraste con ellos?

El cenizo negó con la cabeza y se sonrojo un poco al pensar en las cosas que hizo esa mañana en la habitación del cuarto príncipe. Si Eijirou o Izuku hubieran visto algo de eso los habría matado.

—Entonces puede que te hallan dejado descansar y estén por ahí jugando —sonrió el mayor —Durmieron en una habitación contigua a esta, desayunaron con Mina-san que salió a tomar un poco de aire y deben seguir por ahí. No tienes de qué preocuparte. Deje bien en claro ayer lo que le pasaría a aquellos que los tocarán.

— ¿En serio? —alzó una ceja el cenizo incrédulo —No parece ser el tipo de persona que amenaza a otros.

—No lo soy —reconoció el castaño soltando la mano del mago ahora que estaba seguro que no volvería a romper la taza —Pero sé que es mejor dejar las cosas claras antes de que escalen. Proteger a Eijirou-kun e Izuku-kun es importante para ti, por lo tanto, es importante para los Bakugou. Y no puedo negar que tanto Mitsuki como yo les hemos tomado aprecio en el tiempo que han pasado en el Círculo.

El de ojos rojos soltó un ligero suspiro de alivio y bebió su té de manera más tranquila, lo que alegro al castaño.

—Entonces, ¿por qué quieres que volvamos al Círculo? —quiso saber.

—Porque ahí estarán más seguros de lo que sea que este por pasar aquí —confesó el castaño —El ataque ha causado bastante conmocion y la guardia imperial se movilizó por las calles para buscar posibles infractores. Son libres de quedarse si así lo quieren, los seguiré cuidando y estás habitaciones son bastante grandes para que todos nos acomodemos.

—De acuerdo —asintió el de ojos rojos —Nos quedaremos entonces. Shoto parece saber quién está detrás de esto y es una posibilidad de que eso nos lleve a lo que debe enfrentar Deku.

Midoriya ya sabía de Shigaraki pero el cenizo todavía no le había dicho que era posible que fuera a él a quien debería enfrentarse. Quería estar seguro cuando se lo dijera y aún no lo estaba. No sabía qué razones tendría para causar tanto caos de manera protagónica. Shigaraki siempre se jactaba de lo fácil que era manipular a los humanos para que hicieran lo que él quería, nunca hacia el trabajo sucio por su cuenta. No lo consideraba ni siquiera. Los humanos debían hacerlo para que su existencia continuará. Que él los influenciara un poco en el proceso no quería decir que estuviera dentro de sus cabezas y los obligará a hacer algo que ellos mismos no quisieran hacer.

Shigaraki no tenía que hacer nada por su cuenta para que pasaran tragedias.

Podría dominar el mundo si quisiera y no lo ha hecho en doscientos años, ¿por qué empezaría ahora? Es más posible que esté ayudando a alguien que quiere derrocar a los Todoroki que este movilizando todo por su cuenta.

Tendría que pedirle a Kirishima que esté más al tanto del pecoso en lo que investigaba. Si llegaba a tener razón, el mago no iba a permitir que el de ojos esmeralda enfrentará a Shigaraki con One For All. Estaría en una horrible desventaja.

—Le mandaré un mensaje a Mitsuki entonces —avisó el castaño llamando su atención de nuevo —Debe estar preocupada y con deseos de venir a vernos.

—Dile que no puede dejar las zonas fronterizas. Nos podemos defender bien aquí —bufó el cenizo —No hace falta que venga.

—Se lo diré pero, aún así, te diría que te prepares para su visita —sugirió el mayor con una sonrisa —Oh, darle una advertencia a Shoto-kun también. Es un muchacho valiente pero es mejor si está prevenido.

Katsuki se sonrojo debido a la mirada divertida de Masaru. Realmente, ese hombre sabía mucho más de lo que dejaba ver.

La puerta principal abriéndose hizo que el castaño dejara de mirarlo y ambos se fijaron en quiénes estaban ingresando. El mago observó con curiosidad mal disimulada la forma en que Izuku parecía más tímido que otras veces y se tocaba los labios que estaban más rosados que de costumbre mientras que Eijirou tenía una sonrisa bastante grande y le molestaba tocando su cabello. Ninguno reparo en él hasta que tosió y ambos lo vieron sentado en el sillón al lado del castaño.

— ¡Kacchan! —exclamó el de pecas sonriendo y acercándose hasta él — ¿Cómo te encuentras?

—Bastante bien —aseguró el cenizo, inclinando la cabeza y mirando con atención a ambos — ¿Que hay de ustedes?

—No nos hicieron nada —respondió el pelirrojo tomando lugar en el sillón que estaba delante y con el pecoso sentándose a su lado —Aparte de que Masaru-san les cortó los cuellos a los nobles que se atrevieron a molestar.

— ¿Qué hizo que?

Katsuki le dirigió una mirada en busca de respuestas a Masaru, el cuál se escudo detrás de su taza de té y dió una pequeña excusa para salir de la habitación, diciendo que los jóvenes podrían charlar más cómodamente sin su presencia. La verdad no quería explicar con detalles lo que hizo, tal vez el cenizo se podía tomar a mal ese tipo de accionar y prefería dejar el asunto así.

—Pensé que tenía un temperamento más blando —murmuró el cenizo —Vaya, bien, al menos es bueno que los halla defendido.

—No nos defendió solamente a nosotros, Kacchan. Masaru-san estaba más enojado por lo que dijeron acerca de ti —dijo algo nervioso el de ojos esmeralda —Que eras un peligro, que Todoroki-kun no debería estar cerca tuyo y otras cosas. Masaru-san se enojo bastante, se podía sentir en su magia.

—Fue agradable ver porqué alguien como Mitsuki Bakugou lo eligió, es un hombre poderoso —asintió para sí mismo el dragón —Estuvo bastante genial.

El cenizo sonrió un poco y después de eso, dejando la taza de té sobre la mesa, miro fijamente a ambas personas delante suyo que se pusieron un poco nerviosos. Sin discreción ni consideración, soltó una mordaz pregunta.

— ¿Se hicieron pareja ya?

La reacción del pecoso fue sonrojarse hasta las orejas, llevar las manos a su cara y aguantar un chillido de vergüenza. Por otro lado, la reacción del dragón fue reírse algo nervioso, asentir y pasar un brazo sobre los hombros de su destino.

—Sí, lo hicimos y antes de que nos molestes por eso —mostró una sonrisa divertida el pelirrojo — ¿Qué pasó contigo y ese príncipe, Katsuki? Fuimos a tu habitación está mañana, de ahí salía un olor...

— ¡Dilo y te mato! —grito el mago avergonzado antes de que el dragón terminará de hablar y luego, carraspeo para volver a mantener la calma —Tambien estoy con Shoto. Como...pareja, supongo.

Midoriya entre abrió los dedos de sus manos para poder ver la expresión del mago, tenía las mejillas de un ligero tono rosado y el entrecejo fruncido, pero aparte de eso su expresión era la de siempre. Se separó un poco del pelirrojo —aún si era cómodo estar así de cerca le hacía mal a su corazón— para volver a ponerse como estaba en el sillón.

— ¿No sería como cónyuge? —preguntó con inocencia el de pecas.

El mago se quedó en silencio, después asintió y luego, negó con la cabeza. Su matrimonio con Todoroki fue para romper su maldición, no por amor, así que eran simplemente una pareja. Técnicamente estaban casados pero solo eran pareja, ¿no?

—Tendría que darte un anillo si es así —comentó el pelirrojo —Esa es la costumbre humana, ¿verdad?

El de ojos esmeralda asintió ya que leyó en varios libros que las parejas casadas usaban anillos en los dedos izquierdos anulares. Le parecía algo muy lindo y romántico, aunque también pensó que sería incómodo si alguno usaba las manos para trabajar o la espada. Dándole una mirada al dragón, se preguntó si tendría alguna costumbre para demostrar que eran pareja sin incluir anillos. Quizás un collar para cada uno estaría bien.

—Hablaré de eso con Shoto después —terminó por decir el mago —Nos casamos por lo de la maldición. No por nuestros sentimientos. Y no necesito un maldito anillo.

—Te quedaría bien —se encogió de hombros el dragón —Y he escuchado de anillos que tienen protecciones mágicas para los cónyuges. A ambos les sería útil.

—Lo pensaré, Kirishima —zanjo con eso el tema el mago y luego, mirando hacia el dragón y el pecoso, agrego —Me alegro por ustedes. Van a ser muy felices.

—Gracias, Kacchan —sonrió el de pecas pero después ese gesto se torció un poco y pregunto —Kacchan, ¿sabes cómo alargar la esperanza de vida humana? Ya que soy humano, no podré estar con Kirishima-kun por mucho tiempo pero quiero esforzarme porque sea lo máximo lo que esté con él.

Kirishima miro conmovido hacia su destino, sin poder resistirse lo beso en la coronilla de su cabeza ganándose con eso un pequeño empujón debido a la vergüenza del humano de lo que hiciera delante del mago. No obstante, cuando ambos notaron que el cenizo se quedó en silencio por bastante tiempo, le miraron y vieron que tenía una expresión sería en el rostro.

Esperaron hasta que decidiera hablar.

—Deku, es posible que vivas el mismo tiempo que Kirishima —dijo el mago luego de unos segundos de analizarlo —Tienes un padre humano pero tu madre era parte de Mori. La magia que tienes en tu interior alargará tu tiempo de vida. No es como si fueras a vivir una vida eterna pero sí lo mismo que Kirishima.

El cenizo era testigo de que el de pecas no podía curarse a sí mismo con su magia y que no podía usarla bien. Tenía un enorme núcleo mágico pero la nula capacidad para usarlo. Esa magia al quedar almacenada era igual a su vitalidad. Al agotarse muy lentamente, era casi lógico que le esperara una vida longeva.

— ¿E-Estas seguro, Kacchan? —tartamudeó el de pecas con las manos hechas puños — ¿P-Podré vivir lo mismo que Kirishima-kun?

—He examinado tu flujo mágico como un millón de veces. No se agotará ni en cien años —bufó el mago porque el de ojos esmeralda dudará de él —Tendrás una vida larga, Deku.

Izuku asintió con un par de lágrimas en sus ojos y pudo sentir que Eijirou le tomaba de la mano, tenía una enorme sonrisa y si no fuera porque le daba muchísima vergüenza, lo hubiera besado ahí mismo. Katsuki odio tener que bajarlos de las nubes a ambos en ese momento pero era necesario hacerlo. No podía dejar que la felicidad les hiciera olvidar los acontecimientos recientes.

—Pero para que puedas disfrutar de eso tienes que prepararte para enfrentar lo que sea que venga a Yuei —dijo y, de inmediato, el dragón y el pecoso le prestaron atención —Voy a investigar junto con Shoto este asunto. Ustedes dos quiero que estén alerta. Kirishima, debes cuidar de Deku ahora más que nunca.

—Lo haré —prometió el de dientes puntiagudos.

—Deku, debes practicar con One For All más seguido que antes. Tengo el presentimiento de que tendrás que usarla dentro de poco —le indico el mago y notando el miedo en el rostro del pecoso, le recordó —Mientras no mates a nadie, Mori no te hará nada. Práctica ataques que te permitan ganar rápido, dejar al oponente inconsciente o sin la oportunidad de moverse.

—Comprendo, Kacchan —asintió determinado el más bajo —Ahora...

Unos gritos fuertes hicieron que los tres se pusieran en alerta y el dragón se dirigió primero hasta una ventana, su visión era mejor que la de los otros dos y pronto detecto qué era lo que causaba revuelo. En la entrada derecha del castillo, en la puerta central, unos guardias estaban deteniendo a una pequeña chica de cabello rubio y ojos amarillos que usaba una capa azulada.

— ¿Qué sucede, Kirishima? —interrogó el mago que, con ayuda del pecoso, se acercó hasta la ventana pero no lograba distinguir bien las figuras. Únicamente por los colores y armaduras supo que se trataban de los guardias imperiales sometiendo a otra persona.

—Parece una pelea sin importancia, Katsuki —opinó el de dientes puntiagudos —Ah, espera, creo que no es tan así. La chica logro pasar a los guardias.

— ¿Una intrusa? —se preocupó el de pecas.

Las campanas de alarma dentro del castillo empezaron a sonar como si confirmarán esa sospecha.

—Eso parece —dijo el mago —Vayamos a ver de quién se trata.

Kirishima alzó al cenizo en su espalda ya que no estaba en condiciones de correr. Midoriya abrió las puertas de la habitación y salieron todos corriendo hacia donde el escándalo fuera más fuerte. El mago empezó a sentir cierta energía familiar y tuvo una idea de quién estaba detrás del ataque. Aparte de que esa persona parecía estarse dirigiendo a dónde estaban las habitaciones de Uraraka. Guiando al dragón, llegaron a la habitación antes que la "intrusa" que dando un giro a mitad de un pasillo, hizo su aparición toda despeinada y con un cuchillo hecho a base de sangre por el olor.

Himiko Toga le dió una mirada que el cenizo no supo si era de sorpresa u otra cosa. Unos guardias imperiales llegaron para tirarla al suelo antes de que pudiera distinguirlo. El cuerpo de la rubia era diminuto rodeado de todos esos hombres gigantes con armaduras pero su agilidad le permitió escaparse y atacar a algunos con su cuchillo de sangre. Un arma que al parecer los dejaba de rodillas en el suelo. El cenizo suponía que debía tratarse de alguna magia negra que hacia que el cuchillo, con la sangre de la rubia, tuviera un efecto paralizante.

Toga debía estar desesperada como para estar atacando. En Ferd, ella peleó a la defensiva contra Kaminari y Jiro, nunca a la ofensiva como ahora. Tenía que detenerla antes de que se le fuera de las manos.

— ¡Basta todos! —grito y la rubia dió un giro hacia atrás, quedando ella delante del grupo de guardias imperiales — ¡Dejarla!

— ¡Es una persona no identificada que entró al palacio a la fuerza! —gritó el que parecía ser el cabecilla del grupo de guardias imperiales — ¡Tenemos que sacarla!

— ¡Me identifique, carajo! —reclamó la rubia — ¡Ustedes no me dejaron pasar! ¡Vayanse a la mierda!

— ¡Una Maga de la Luna no tiene nada que hacer en el palacio! —exclamo furioso uno de los guardias imperiales — ¡Debe irse!

— ¡No me iré! ¡Vine a ver a Ochako-chan y no me iré hasta que eso pase, malditos idiotas! ¡El que se meta en mi camino juro que lo voy a maldecir hasta su siguiente reencarnación!

El cenizo vio como los guardias imperiales se acobardaron un poco ante esa amenaza y se quedaron tensos, a menos de un metro de distancia de la rubia. Aprovecho para bajarse de la espalda de Kirishima y se le acercó, la rubia no volteo a verlo, tenía el cuchillo de sangre alzado delante de su cara y una postura que decía que estaba lista para el ataque.

Nada bueno saldría de dejarla seguir atacando a los guardias, ya de por sí que hubiera entrado al palacio de esa manera le ganaría algún castigo. La podrían juzgar como una criminal y debido a que era una Maga de la Luna ningún juez iba a vacilar antes de mandarla a un calabozo. Debía impedir eso, la rubia no merecía un jodido castigo solo porque un guardia imperial no le dió el pase al tener prejuicios contra ella. Se puso delante de la rubia y la cubrió de los guardias.

—La persona detrás mío se llama Himiko Toga, es una Maga de la Luna, del Reino de los Espejos —habló lentamente y de manera clara, mirando a cada uno de los guardias imperiales — ¿Ella dijo lo mismo que yo en la entrada o no?

Los guardias se vieron entre ellos y ninguno contesto. La rubia murmuró una maldición en su contra y el cenizo se armó de paciencia.

—Ella se identificó y, no me importa quién mierda fue, no la dejaron pasar porque es una Maga de la Luna. Una maga oscura —aguantó un gruñido y uno de los guardias dió un paso al frente —Si vas a hablar, hazlo con la puta verdad.

—Yo siempre he hablado con la verdad —afirmó el guardia imperial de malhumor —La persona que está defendiendo nos atacó. Debemos enviarla a un calabozo de inmediato. Nadie pueda entrar al palacio a hacer lo que ella hizo.

—Mentiroso, me quería enviar al calabazo desde el inicio —murmuró enojada la rubia.

—Cierra la boca, Toga, ya estás metida en muchos jodidos problemas —le retó el mago y la rubia se quedó en silencio —No la van a enviar al calabazo. Es cierto que ella los atacó, pero ustedes tampoco se quedaron quietos cuando lo hizo. Dejemos esto en un maldito empate y dejarla en paz.

— ¿Y por qué mierda tendríamos que hacer eso? —gruño el cabecilla de los guardias imperiales —Puedes ser un maldito Bakugou, pero los guardias imperiales solo le respondemos a la familia Todoroki. Por nosotros, muchacho, puedes irte al carajo.

Katsuki controló su temperamento y se recordó a sí mismo que no estaba en condiciones de hacer magia, por mucho que quisiera estrellar al guardia imperial contra una pared, no podía hacerlo. Tenía que arreglar esto con palabras o rendirse y pedirle a Eijirou que se transformará y le diera a todos esos guardias imperiales el susto de sus vidas. La opción le estaba gustando más de lo que debería hasta que sintió una mano en su cintura y un cuerpo apoyándose contra el suyo.

—Siempre te gusta estar donde hay problemas, dame un descanso, por favor. Es malo para mí corazón.

El cenizo inclino la cabeza solo para encontrarse con la parte blanca del cabello de Shoto que se estaba apoyando en su hombro y soltando un largo suspiro. Pudo sentir que su corazón le latía bastante rápido contra su espalda y supo que el bicolor debió haber corrido desde donde sea que estuviera para llegar hasta ahí. Inconscientemente, levanto una de sus manos y la llevo hasta ese cabello lacio y suave, le dió un par de caricias antes darse cuenta de lo que estaba haciendo. Se sintió avergonzado y tonto, pero no retiró su mano.

—No es que me guste, maldita sea, simplemente quise averiguar qué mierda pasaba y así terminó —murmuro de mal humor y escucho una leve risa de parte del cuarto príncipe —Por cierto, ¿podrías decirle a estos guardias imperiales que se vayan al carajo, Shoto? Porque, según ellos, lo que diga un Bakugou les vale un carajo.

Todoroki estaba bastante a gusto como para separarse del mago. Había corrido desde la oficina de su padre hasta las habitaciones de Uraraka cuando escucho de las sirvientas que alguien estaba atacando el palacio. Estuvo convencido de que el cenizo no se quedaría quieto al respecto y estaría lidiando con el intruso o ayudando en todo caso a atraparlo —pudiendo salir herido en el proceso— aún en su debilitada condición. Se sintió realmente aliviado cuando vio al mago en una sola pieza delante de la puerta de la habitación de la castaña y se le acercó sin pensar mucho en todos los demás que también estaban ahí.

Pero ahora que lo escuchó decir aquello, se separó del más bajo y miro hacia los guardias imperiales con una expresión que para ellos debió ser bastante aterradora.

—Largo, ahora.

Dos palabras y los guardias imperiales salieron corriendo todos juntos. El cenizo se rió un poquito de eso y no se quejo cuando el cuarto príncipe se abrazo a su cintura, mirando con curiosidad a la rubia que estaba parada cerca de ellos.

— ¿Toga? —la reconoció rápidamente el más alto — ¿Qué haces aquí?

—Vine a visitar a Ochako-chan y tus malditos guardias no me querían dejar pasar, Shoto-kun —hizo un puchero la rubia y de los bolsillos de su capa azulada, saco un par de frascos de pociones pequeños —No estoy muy al tanto de todo lo que sucedió, pero la energía mágica que se desató ayer fue muy poderosa. Traje todo lo que pensé que me ayudara a tratar a Ochako-chan.

— ¿Cómo te enteraste de que Uraraka estaba mal? —quiso saber el cenizo.

—Lo sentí en el alma —sonrió la rubia —Es cosa del Reino de los Espejos. No podría explicarlo, ahora, ¿puedo tratar a Ochako-chan?

El cuarto príncipe dudo un poco ya que muchas personas antes ya habían tratado a la castaña y no sabía que tan bien le haría esa mezcla de distintos tratamientos. Pero la rubia aseguro que no haría nada que le fuera perjudicial y él decidió darle una oportunidad.

Toga lo agradeció y se metió de una vez a la habitación para ayudar a la castaña.

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