Capitulo 6

Tal vez no debí mencionar ese lugar.

Katsuki gruño y se arrodilló en el césped, sintiendo cierto ardor en su hombro derecho y pierna izquierda. Era una suerte que las barreras de la Torre no le hubieran hecho tanto daño pero todavía le trajeron consecuencias. Se tiró de espaldas en la áspera yerba verde y observó el cielo nocturno, las distantes estrellas y la luna en lo alto, cerro los ojos e inhaló profundamente, luego exhaló y al volver a abrir los ojos, pudo escuchar pequeños ruiditos a su alrededor.

Queriendo buscar una distracción para su estupidez de mencionar el Jardín del Dragón a Shoto Todoroki de todas las personas posibles, el mago busco con sus ojos rojos a los seres que hacían esos sonidos únicos, musicales, agudos y claros. Hacia tiempo que nos las veía debido a la presencia de Eijirou en su casa y pensó que se mantendrían así de manera permanente pero inesperadamente, quizás por notar que estaba herido, las hadas del bosque hicieron acto de presencia sobre su cabeza y bailaron a su alrededor, cantando y sanando sus heridas.

No como que fuera necesario, él mismo pudo haberse curado con su magia o con el método tradicional, pero rechazar la ayuda de las hadas traería como castigo que sus huertas se secaran, su hogar fuera visitado por bestias —unas a las cuales un estúpido dragón y un inútil humano no podían enfrentar solos— y que la magia que usaba para mantener su lugar oculto en el bosque, desaparecería.

Las hadas eran criaturas puras y benevolentes pero también rencorosas al extremo. Siempre era mejor aceptar su generosidad antes que rechazarla y arriesgarse al castigo por ser desagradecido.

El mago sintió la magia de las hadas curando sus heridas lentamente, llenando también su cuerpo de energía y haciendo que se sintiera relajado. Cuando la canción fue bajando de volumen, se sentó en el césped y dejo que una de las pequeñas hadas, con forma humana de mujer, cabello corto rosado, ojos amarillos y pequeños cuernitos se apoyará en su rodilla. La hada cantaba de manera maravillosa pero aguda en algunos bordes y en el momento en que su canción termino, a diferencia de sus compañeras, ella se quedó con él en la oscuridad del bosque. Toda sonrisas y ojos curiosos.

— ¿Qué? —interrogó viendo a la criatura en su pierna — ¿No vas a irte?

El hada rosada negó con la cabeza, su boca soltando suaves silbidos. El mago no llego a comprender o interpretar el lenguaje de las hadas, ya que consistía en distintas canciones y soplidos de viento  indefendibles para su oído humano. Era algo que iba más allá de todas sus capacidades y magia. Solamente podía basar su comunicación en los gestos de la pequeña.

Bueno, lo había hecho antes hace mucho tiempo atrás. Daba igual que lo volviera a hacer, ¿no?

— ¿Quieres que te agradezca por curarme?

La hada puso una expresión de horror y negó, su boca ahora haciendo sonidos de un tornado de indignación porque creyera eso de ella. Katsuki supuso que pasaría pero de todos modos quería descartar esa opción. Nunca se podía estar seguro de cuántas criaturas recordaban sus acciones y cuántas otras no.

— ¿Quieres que me quedé contigo aquí? —tocó con la punta de sus dedos una de las alas del hada, que tenía el patrón de una mariposa común, solo que en rosado y con rayas negras —No puedo hacer eso. Ya debería estar viendo si mi casa no se vino abajo por culpa de dos idiotas.

El hada volvió a negar con la cabeza, está vez soltando una risita que sonó como una campanita. Ella voló sobre su hombro, metiéndose dentro de su capucha y causándole cosquillas en el cuello, se sentó ahí y se quedó quieta, para que así entendiera su mensaje.

— ¿Sabes que hay un dragón en mi casa, no? —cuestiono levantándose y viendo de reojo al hada asentir con la cabeza — ¿Y no te importa? —obtuvo una negativa, bufo y acomodo la capa para que no se notará al hada, aunque ella misma redujo el brillo rosado de la magia en su cuerpo y se mantuvo en las sombras de su ropa —Que hada más atrevida. De acuerdo. Te llevaré un rato.

En el pasado, las hadas convivieron por mucho tiempo con él, estaba acostumbrado a su presencia, a su temperamento y su magia. Tener una con él por unas horas se sentía nostálgico pero el mago no se dejaría envolver por esa sensación. El pasado estaba dónde debía estar y así permanecería para siempre. Las hadas no le debían compañía. Ni ayuda. Ni nada. Cómo ellas eligieron acercarse voluntariamente la primera vez, lo permitió. Cuando Kirishima y Midoriya aparecieron, no se enojo porque ellas no volvieran más ya que estaba bastante ocupado con esos dos. Ahora, con una nuevamente en su hombro, haría un esfuerzo por mantenerse tranquilo en presencia del dragón y se aseguraría de sacar al hada por la ventana antes de irse a dormir.

Katsuki bostezo, sintiendo un ligero calorcito en su hombro, se dió cuenta que el hada le saco por unos segundos el recuerdo de Shoto Todoroki. No pudo hacerlo mucho tiempo ya que su magia era débil y él detecto rápidamente esa laguna en su memoria. Aún así, no se enojo con ella.

El hada solo encontró en su mente lo que le causaba angustia y lo expulsó por unos segundos. Una piadosa e inútil amabilidad desperdiciada.

Fueron los árboles los que le dijeron que el mago estaba de regreso. Era bastante más tarde que su hora habitual, por lo tanto, Izuku dejo salir a relucir la preocupación que estuvo albergando durante tanto tiempo y aparto el libro de historia para salir rápidamente de la casa. Eijirou estaba roncando en una esquina de la sala, apenas a unos metros de dónde él estaba y el pecoso ni siquiera titubeó al pisar su cola para despertarlo, mejor que estuviera conciente en caso de que algo malo hubiera pasado y necesitaran de esa fuerza de dragón suya de la cual hacía tanto alarde.

— ¡Hijo de...! —se interrumpió a sí mismo el dragón, recordado con cierto miedo lo que le hizo el de ojos esmeralda la última vez que lo insulto de esa manera usando el nombre de su progenitora — ¡Joder contigo, Izuku, estaba durmiendo!

— ¡Kacchan volvió! —avisó, lo que puso los ojos rojos del dragón en alerta.

— ¡¿Por fin?! —exclamo abruptamente el pelirrojo poniéndose de pie y siguiendo al humano.

Los dos salieron de la casa casi a la vez, el pecoso por delante del dragón, obteniendo una ventaja al llegar hasta el mago el cuál caminaba con pasos vagos hacia ellos. Cómo no uso la entrada de la casa para llegar hasta el bosque, el de ojos esmeralda tuvo el presentimiento de que algo tuvo que salir mal en su día, pero debido a que el mago se mostraba tan indiferente como siempre al momento en que llegaron delante suyo, comenzó a dudarlo.

Katsuki no se quitó su capucha, en cambio, alzó una de sus manos, dejando que las largas mangas de su túnica que las cubrían se deslizaran y revelarán su piel pálida, junto a unas pulseras metálicas con zafiros pequeñas en su interior. Sus manos firmes, grandes, pero delgadas y ásperas se encontraron con la pequeña nariz del pecoso.

— ¿Qué mierda te dije acerca de salir del bosque de noche, Deku? —apretó la nariz del más bajo lo suficiente para poner la superficie roja y que los ojos esmeralda se le pusieran llorosos.

— ¡Que es peligroso pero Kacchan...! ¡Ay, ay! —se quejo, dando un paso hacia atrás para que así el mago soltará su nariz y mirándole ofendido — ¡No soy un niño y estaba muy preocupado por ti!

—Yo tampoco soy un jodido niño y me vale mierda tu preocupación, a mí el bosque no me quiere tanto como a ti —bufo, poniendo las manos en la espalda del pecoso que balbuceo algo más sobre que su preocupación por él era importante —Volvamos a la casa y sus protecciones, ¿ya comieron?

—Izuku lo intento pero tenía un sabor medio agrio, Katsuki, me quiere matar de hambre. Lo sé, me detesta y planea dejarme sin comida —hizo un puchero el de dientes puntiagudos, ganándose una mirada enojada del pecoso y que los ojos del mago se pusieran en blanco —Una vez sea todo huesos me matará, me sacaré los dientes, la piel, las garras y se montará un negocio. Los humanos son criaturas codiciosas.

—Deja de lado todo ese maldito drama, Kirishima, te haré un poco de puerco y después me iré a dormir —dijo el mago cansado de escuchar el falso llanto del pelirrojo, el cuál solamente debía querer otro tazón de comida.

— ¿Así que soy una criatura codiciosa? Bien —se cruzó se brazos el de ojos esmeralda, caminando por delante del dragón que se empezó a arrepentir un poco de sus palabras —La próxima vez que Kacchan llegué tarde haré la cena para mí solo y dejaré que te mueras de hambre, dragón malagradecido. Ni se te ocurra molestarme por un poco de caldo ni una ración de arroz.

El mago escucho el leve silbido del hada en señal de que ella disfrutaba mucho del sufrimiento de Kirishima, que dándose cuenta de que sus palabras fueron realmente estúpidas y que no tenían remedio ya que Midoriya se enojo en serio —hizo la comida de esa noche, con toda su inexperiencia y buena voluntad para los dos— con él, bajo la cabeza humildemente, con su cola en declive y sus ojos rojos llenos de un tardío arrepentimiento que veían a al pecoso metiéndose en la casa.

—Te quedaste sin cena, idiota —menciono el mago que, estando del lado del pecoso, le siguió el camino y le dió una palmada condescendiente al dragón en el brazo —Ya que también soy humano, un poco. Y me encantaría montar un puesto con todo lo que mencionaste antes ahora que me enojaste.

—...Era una broma —murmuro el de dientes puntiagudos — ¿Por qué se lo tomo tan en serio?

—Porque se esforzó en hacerte la jodida cena, estúpido —gruño como si fuera obvio —Esta bien que no halla sido la mejor de todas pero Deku agarro las cosas que tenía en la cocina, las lavo, corto e hizo algo para ti, ¿no?

—Un estofado de pollo, ¡pero realmente estaba agrio!

Katsuki se sintió feliz de poder irse directamente a dormir. Eijirou no merecía una cena después de haber molestado a Izuku, quien ya le había preparado algo antes en su ausencia. Ignoro con facilidad los quejidos del dragón en lo que se metía en su habitación, el de ojos esmeralda tenía una cama de paja en el suelo de la misma y estaba acostado de espaldas, con la cabeza mirando hacia la pared. Él tenía una cama normal, un colchón viejo, sábanas azules. Le hablo en una ocasión de conseguirle una cama igual a un bajo costo en el mercado pero el más bajo no quiso. Demasiado acostumbrado al colchón de paja.

El mago suponía que era un mecanismo extraño de defensa. Si el de pecas usaba una cama normal, sería como decirle que por dieciséis años pudo tener fácilmente una, evitarse las picaduras de incestos y la gripe en el invierno, pero que nunca lo obtuvo por culpa de su madre. Entonces, mientras durmiera en la paja, no tendría que preocuparse por unos lujos que no tenía. Que nunca tuvo. Se conformaría como estaba acostumbrado a hacer.

Tal vez por eso Kirishima es su compañero.

El pensamiento le hizo bostezar con cansancio, se quitó suavemente la capucha para que el hada saliera de ahí, iluminando por unos segundos la habitación con su brillo rosado. Le puso una barrera alrededor para que no molestará al de pecas que, pese a su enojo, se había quedado profundamente dormido en cuestión de segundos. La vio apoyarse delicadamente en su almohada y sonreírle, tirándose de espaldas con sus coloridas alas haciendo un contraste en la funda negra.

— ¿Acaso piensas dormir aquí? —interrogó en voz baja y vio al hada asentir — ¿Mañana ya no estarás?

El brillo del hada se redujo, en señal de tristeza, pero termino asintiendo con la cabeza.

El mago no preguntó más, se quitó completamente la capa que usaba todo el día, dejándola sobre un ropero y revelando su cuerpo, delgado pero tonificado, una varita de madera oscura colgando de su cintura sin ningún uso, las pulseras de metal con zafiros en sus muñecas y una daga con una bella empuñadura de un dragón en su lado izquierdo. Dejo la daga y la varita en una mesita al lado de su cama, se quitó las botas pesadas, los pantalones y se cambió su remera de tela delgada blanca por una un poco más gruesa y larga para dormir. Al apoyar la cabeza contra la almohada, escucho una canción por parte del hada, una que debió ayudarle a conciliar el sueño más rápido y por una vez, le evitó cualquier pesadilla que pudiera llegar a tener.

Shoto se había quedado en el salón de los retratos tanto tiempo que Enji tuvo que ir a buscarlo por la preocupación de los guardias. No le haría bien a su hijo menor los rumores sobre una "supuesta locura" por quedarse mucho tiempo viendo fijamente unos cuadros viejos. Y los guardias imperiales eran verdaderamente chismosos cuando querían serlo.

Los pasos del rey hicieron eco en el pasillo antes de entrar al salón de los retratos, un salón abierto para todos en el castillo que quisieran dar un vistazo al linaje Todoroki. Aparte de los grandes reyes y reinas de antaño, se encontraba los Todoroki más destacables de su línea que no tuvieran nada que ver con la monarquía directa. Es decir, aquellos familiares sin el derecho al trono, pero que hicieron cosas notables para el reino.

Por ejemplo, Hiroto Todoroki, el gran alquimista. O Seira Todoroki, la sirena del mar. El primero, un hijo de un primo de una segunda línea de los Todoroki que Enji ni podía recordar, fue un hombre con un gran ingenio pero cuya magia era deficiente. Aún así, creo maravillas como las llamas eternas, un aparato que lograba que las llamas de las velas jamás se apagaran, a no ser que el dueño mismo les soplará. Un aparato que ayudó a Yuei a superar invierno duros, dónde las familias necesitaban de las llamas eternas para mantener sus hogares cálidos. La segunda, la sirena del mar, Seira Todoroki, fue una de las comandantes navales más poderosas del reino, que protegió los puertos durante las primeras invasiones de piratas. Hermosa, fuerte, luchadora, todo el reino la amaba. Una tia-bisabuela que el rey presente no tuvo el gusto de conocer.

En lo que Enji miraba esos retratos, de familiares a quienes conocía y de los cuales solo escucho historias, llegó hasta el final, al primer retrato delante del cual estaba parado Shoto, mirándole fijamente como si esa persona pudiera revelarle los secretos que quería oír.

Teka Todoroki.

—Tenía unos catorce años cuando la nombraron reina o eso dicen en los registros —dijo el pelirrojo queriendo llamar la atención de su hijo que permaneció tranquilo, hasta que giro la cara para verlo e hizo una vaga pregunta.

— ¿Y por qué la nombraron siendo tan jóven?

Enji suspiro. Estaba seguro que el bicolor sabía que no tenía idea. Ningún libro tenía esa información. Lo único que se sabía era que Teka Todoroki, hija ilegítima de un señor feudal dueño de todo lo que hoy era Yuei, era la primera reina y punto. Quien la nombró, su educación, sus méritos para estar en el trono a una edad tan temprana, no se hallaban en ninguna parte. Sin embargo, cuando giro la cabeza para admirar el retrato, de una joven vestida con ropas pesadas, adornadas, llamativas en exceso y con un corona seguramente demasiado pesada para sostenerla sobre su delgado cuello, una única respuesta vino a su mente y que supuso le daría algo de satisfacción a su hijo.

—Mira sus ojos, llenos de decisión y temple. No creo que hubiera otra persona tan digna como para cumplir con el papel de reina.

Shoto parpadeo levemente, una sonrisa pequeña apareciendo en su rostro y las manos permaneciendo detrás de su espalda. Enji no supo porqué pero sintió que le había quitado un peso de encima.

—Gracias por la respuesta —agradeció con sinceridad en lo que volvía a mirar el retrato —Me parece que la mirada de nuestra antepasada es muy similar a la de Touya-nii cada vez que vuelve del campo de batalla.

—Hum, sí, supongo que un poco de razón tienes en eso, Shoto.

Después de todo, el color claro de azul en los ojos de Teka Todoroki era casi idéntico a los fríos ojos azules del primogénito del rey.

—Me iré a la cama, mañana temprano tendré un invitado importante —empezo a caminar para salir del salón, con los pasos del rey siguiéndole de cerca —Lo recibiré en el Jardín del Dragón.

Los pasos de Enji se detuvieron un momento, después, lo siguieron nuevamente.

—Haz lo que quieras, Shoto. Pero, cuídate —demando el pelirrojo.

El bicolor asintió y no volvió a abrir la boca por el resto del camino. A el mayor le quedaba trabajo que hacer, así que se dirigió al sector oeste del palacio donde estaba su estudio, después de dejarlo a él en su alcoba como si fuera un niño pequeño. El cuarto príncipe no se molestó por eso, se quitó la ropa en la oscuridad de sus aposentos, la dejo en el piso debido a que estaba muy cansado como para acomodarle en su armario y se metió en la cama, llena de frazadas, sintiendo un doloroso frío.

Tenía una poción para dormir a un lado de la cama. Fuyumi o Natsuo debieron dejarla antes, sabiendo que la necesitaría en esta noche fría. Pero el bicolor no quería sucumbir a su efecto, todavía seguía siendo muy necio a tomarla. La poción le generaba una adicción peligrosa en la cual no le gustaba caer. Prefería tolerar el dolor por unas horas, antes de sucumbir por completo y tomar la botella de vidrio con el líquido azul brillante.

El cansancio junto con el dolor y uno o dos sorbos de la poción lo llevarían a un sueño profundo y reparador.

Ya había pasado antes y esta noche no sería distinta.

Al menos, tuvo el ligero confort de que mañana en su charla con el mago Katsuki pudieran aliviarse algunas de sus preocupaciones. Entonces, todo este dolor habría valido la pena.

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