Capitulo 40

Aki lucía incómodo con su traje de guardia. Mei y Kana escondieron pequeños cuchillos debajo de las faldas de sus vestidos. Katsuki pensó en las múltiples consecuencias de todo ese evento y se preparó mentalmente para usar la magia del tiempo en el peor de los casos.

El alcalde tuvo razón en que infiltarlos en la fiesta de la gloria siendo parte de su comitiva sería sencillo. El cenizo solo tuvo que cubrir su rostro con una capucha negra cuando hicieron el chequeo en la entrada principal y sus primos mantuvieron la boca cerrada en caso de que alguien pudiera notar su dilecto distinto al de Yuei. La esposa del alcalde fue de mucha ayuda al darles todas las indicaciones posibles del palacio con salidas de emergencias y los nombres de las familias que se pondrían de su lado, también de los herederos de Todoroki que podrían estar interesados en escucharlos.

Aparte de eso, les contó parte de la historia porque el Señor Feudal Todoroki se hizo con todas las tierras de Yuei, una historia que el cenizo y sus primos desconocían. Aparentemente, hace cincuenta años, un dragón bendijo a un Todoroki para que fuera rey y el Templo del Fuego alabo a su santidad como único señor de la tierra, haciendo así que la voluntad del pueblo obedeciera la del Señor Feudal Todoroki considerado un emisario de sus dioses. La esposa del alcalde fue clara en que la "bendición" del dragón se relacionaba en que los Todoroki tenían un poder sagrado en sus cuerpos, razón por la que eran sabios y poderosos para proteger sus tierras, más cercanos a los dioses.

Sin embargo, ninguno manifestó la magia de la que era capaz Katsuki.

— ¿Crees que es una mentira, Mei? —preguntó Aki viendo hacia la castaña que estaba con el ceño fruncido.

—Pienso que es una mentira con partes de verdad —opinó la castaña —No hemos conocido todavía un dragón. No sabemos si es capaz de otorgarle poderes a las personas o no.

—O si se lo han comido para obtenerlos.

El comentario de Kana hizo que Aki y Mei guardarán silencio al no querer pensar en eso. Pero Katsuki debía reconocer que estaba de acuerdo con su prima, ¿y si los Todoroki consumían a ese dragón y por eso los demás estaban atacando sus tierras, para liberarlo? Los Lobos Negros no se ayudaban entre sí, a diferencia de los lobos normales que andaban en manada, eran cazadores solitarios y monstruos más que nada. No sentían compasión entre sí mismos. Existía la posibilidad que para los dragones fuera diferente.

Aún así, los dragones eran criaturas poderosas y prácticamente, imposibles de combatir. El cenizo no tenía la menor idea de cómo el Señor Feudal Todoroki podría mantener uno bajo su poder y hasta que lo supiera, tendría más o menos cuidado.

—Hum, Katsuki, ven un segundo por favor.

Mei lo llamo desde la punta de la sala de descanso y Katsuki giro, la expresión de su prima era entre nerviosa e inquieta, lo que le trajo un mal presentimiento.

— ¿Qué? —preguntó bruscamente el de ojos rojos — ¿Qué mierda planearon?

Kana se acercó por detrás de su hermana menor y la abrazo sobre los hombros, su sonrisa juguetona termino de confirmar el mal presentimiento del cenizo y que Aki tuviera una mirada de resignación en el rostro le mostraba que sería inútil ir en contra de la voluntad de sus primas.

—La sociedad de Yuei tiene que aprender a quienes debe su respeto pero no nos lo darán si parecemos de la servidumbre —empezó sus argumentos la castaña mayor —Por eso, junto con Mei hicimos esto.

La hermana menor fue en busca de un bolso olvidado en la sala de descanso del alcalde y su esposa, lo trajo delante del cenizo y saco distintas prendas de ropa. Eran negras y rojas, con bordados en dorado de flores y soles, tenían un estilo de elegancia que no se relacionaba a la opulencia de las joyas que usaban los adinerados para vestirse, si no con la sencillez de la hermosura y la dignidad de la modestia. Asombrado, agarro una de las telas, una remera negra que iba junto con lo que parecía una capa roja.

— ¿De quién fue la maldita idea del diseño? —interrogó a sus primas.

—De Mei. Ella hizo los bordados y yo me encargue de los recortes. La esposa del alcalde nos prestó sus telas —explicó Kana —Tendremos que usar las botas y zapatos que traemos ahora, pero con esto la presentación sera diferente, ¿no lo crees?

—Hay que dar una buena impresión para que no crean que somos simplemente un clan salvaje —murmuro Mei con un poco de timidez —Necesitamos que nos tomen en serio y nos den respeto, para pedir eso sin usar la violencia y el miedo, está forma me pareció más diplomática.

Katsuki debía reconocer que a él no le pasó por la cabeza esa idea. El juego de la política no le gustaba y sinceramente, si pudiera evitarlo lo haría. Que sus primas hubieran pensado en los efectos que daría entrar a la fiesta de la gloria como servidumbre de Yuei lo habían salvado de empezar una relación demandante en desventaja y además, haría que la sociedad viera a su clan a través de símbolos como lo eran las flores y el sol, quizás empezarían a reconocerlos o tomarlos más en cuenta.

Mei y Kana sonrieron alegremente —se veían todavía más parecidas cuando hacían eso, como hermanas mellizas— cuando lo vieron tomar las prendas y sin decir palabras, se iba a una esquina de la sala de descanso a cambiarse. Ellas fueron a hacer lo mismo y Aki también con un suspiro de frustración ya que se había sentido cómodo en la ropa oscura que le dió el alcalde. Una vez los cuatro se cambiaron, las dos muchachas con hermosos vestidos negros con las faldas rojos y los muchachos en un conjunto mayormente negro con capas largas de rojo —todos los con los bordados distinguidos de su clan— escucharon unos toques en la puerta de la sala, eran el alcalde y su esposa que entraban con rostros pálidos a sentarse en el primer sillón que vieron.

La fiesta de la gloria debería haber empezado.

Mei les sirio rápidamente un vaso de agua a cada uno, Aki abrió las ventanas para que pudieran sentir el aire fresco y Kana les dió una mirada de pena, mientras se quedaba de pie de brazos cruzados viendo como Katsuki se paraba delante de la inestable pareja.

— ¿Tan malo es? —cuestiono el cenizo al ver al hombre que temblaba y abrazaba a su esposa.

—U-Uh, para los demás parece que no. Pero mi esposa y yo somos personas que no toleran muy bien los actos de violencia y s-sangre —tartamudeo debido a los nervios el alcalde —Nos quedaremos aquí. Les deseo suerte, jóvenes del clan Bakugou.

—Por favor, tengan mucho cuidado —pidió la esposa del alcalde viendo hacia los jóvenes —Las personas de ahí son...monstruos.

—Tranquila señora, nosotros también lo somos —aseguró el cenizo tomando la mano de la mujer y besando el dorso de la misma en señal de respeto —No salgan de esta sala. En caso de que pase lo peor.

El alcalde y su esposa asintieron, los jóvenes dejaron la sala de descanso y caminaron por el palacio. Katsuki podía notar todo el dinero de la familia Todoroki —que de seguro venía de todos los impuestos que cobraban y el comercio— con solo ver las paredes, las esculturas, el oro y la plata en las paredes del castillo. Las pinturas, las flores exóticas, los guardias imperiales en cada punta del salón. Era impresionante pero no se vio intimidado.

Las puertas del salón donde se celebraba la fiesta de la gloria estaban abiertas y varias mujeres estaban afuera, sus rostros blancos y algunas lloraban. Se notaba de lejos que estaban asustadas pero no se iban. Como si algo las retuviera ahí. Posiblemente, algunas debían ser las amantes de los herederos y querían ver a sus parejas saliendo vivas de la fiesta. O, en otro caso, sus hermanas mayores y menores que deseaban que sus hermanos terminarán con tal estupidez de una vez.

Ellas hicieron silencio cuando los vieron llegar hasta el salón. El cenizo iba con la cabeza tapada por la capucha roja de su capa pero igualmente esas damas susurraron acerca de él, de Aki y sus primas. Palabras de curiosidad. Palabras hostiles. Preguntas. Muchas preguntas que tanto él como sus primos ignoraron deliberadamente para meterse al salón, los guardias imperiales estaban ocupados protegiendo a los nobles de la pelea de un grupo de herederos en medio del estrafalario lugar, la sangre manchaba el piso pulcro de cerámicas blancas y las luces del techo iluminaban espectacularmente la escena macabra.

Resultaba que la esposa del alcalde tenía razón. Lo que había en ese lugar no eran humanos. No, eran verdaderos monstruos. Porque si no eran monstruos, ¿de qué otra manera esas personas emparentadas por la sangre podían usar sus espadas para lastimarse mutuamente con tanto odio?

Kana y Mei miraban la escena con asco y pena. Aki parecía querer decir algo que detuviera toda esa masacre pero se quedó de pie inerte sin musitar ni un sonido. Katsuki les indico con un movimiento de manos que se mantuvieran detrás suyo y que estuvieran alerta en caso de tener que atacar, después se adentro más en el salón y usando su magia, hizo que el viento entrara fuertemente por las ventanas del salón, rompiendo el cristal y haciendo que los herederos se cayeran al suelo. Luego se quitó la capucha para relevar su rostro y sus ojos rojos como la sangre, un distintivo del "salvaje" que había estado incordiando en Yuei desde hacia tiempo.

—Es impresionante la manera en que su descendencia se comparta, Señor Feudal Todoroki —se burlo el cenizo —Muy salvaje, a mi parecer.

El Señor Feudal Todoroki era un hombre de mirada fría y despiadada con esos ojos celestes indiferentes, tenía el cabello pelirrojo largo a la altura de los hombros con algunas canas presentes y estaba rodeado por guardias imperiales que levantaron sus espadas en su contra pero no se movieron hasta esperar la orden de su señor.

—Por el color de tus ojos asumo que eres el salvaje que va de aldea en aldea en mi reino llamando a los demonios —se puso de pie el hombre de su trono y bajo hasta quedar cerca del cenizo pero manteniendo un metro de distancia — ¿Cómo te atreves a llenar este lugar con tu maldad?

—Yo no soy quien mancho su piso con sangre o cadáveres —dijo tranquilo el cenizo —Fue usted y su imbécil estripe lo que lo hizo. Lo que yo quería era un negocio.

— ¿Un salvaje quiere negociar con su señor? —fue el turno del pelirrojo de burlarse.

—No te considero mi señor —gruño el cenizo pero mantuvo su temperamento a raya y suspiro para calmarse —Pero sí reconozco tu poder. Ahora, le daré un consejo. Reconozca mi poder también antes de que sea tarde y se gane un enemigo, Señor Feudal.

El Señor Feudal Todoroki se rió, una risa escalofriante y el cenizo sabía lo que le esperaría, por eso, se preparó. El hombre le ordenó a sus guardias imperiales que lo atacarán y que también fueran detrás de sus primos, así que, antes de que pasara eso, detuvo el tiempo dentro del salón.

Aquí venía el mayor problema de todo su plan. Causarle miedo al Señor Feudal con su magia llevaría a que lo viera como una amenaza y mostrarse misericordioso con el hombre que no dudo en atacarlo lo haría ver débil. El cenizo no quería volver a usar la magia del tiempo para matar pero, ¿que otras alternativas tenía?

Esto era por la supervivencia de su clan. No podía arruinarlo.

—El infierno realmente debería hacerme un banquete de bienvenida —se miro las manos el cenizo con tristeza y luego, solo susurro —Mueran.

Todos los guardias imperiales dentro del salón perdieron la cabeza de un corte limpio del viento, como sucedía siempre con los Lobos Negros. El tiempo volvió a marchar y el Señor Feudal Todoroki junto con sus herederos vieron la escena horrizados. Por otro lado, Katsuki sonrió con satisfacción al ver esas reacciones y continúo con su teatro.

Como diría Kana, entre mentiras y verdades.

—Si así lo quiero puedo acabar con todo lo que considera suyo, Señor Feudal Todoroki. Puedo derribar las paredes, incendiar sus tierras, masacrar a toda su gente —dijo viendo directamente a los ojos fríos del hombre que por primera vez parecieron asustados —Pero no quiero hacerlo. No me interesa su jodido trono o sus tierras. Solo quiero asegurarme que su gente y la mía no sufra más por los Lobos Negros. Voy a terminar con la Amenaza Oscura pero si sigue estando en mi camino, acabaré también con usted y su reino entero.

—...Tú eres una amenaza en sí misma, el mismo Templo del Fuego lo ha dicho. Nadie debería ser capaz de hacer lo que tú haces —murmuró el hombre mirando seriamente el cenizo —Nadie además de los Todoroki debería haber recibido la bendición del dragón.

Katsuki no se sorprendió de que el hombre usará su supuesta santidad para contradecir su magia. Pero no estaba en ese lugar para una charla acerca de poderes dados o no. Si el pelirrojo quería considerarlo un demonio y quedarse él con el papel de dios, pues, que lo hiciera.

—Si soy una amenaza, ¿no sería mejor tenerme de su lado que en su contra? —cuestiono el cenizo y luego dió una mirada hacia los herederos que lo miraban atentamente —Tengo una única condición para que esta relación funcione, Señor...Todoroki.

Algunos nobles exclamaron impresionados por el descaro del joven de ojos rojos por llamar a su señor por solamente el apellido pero se quedaron callados cuando el hombre al que seguían solo asintió con la cabeza. El pelirrojo sabía bien que hiciera lo que hiciera, ¿cómo podía ir contra alguien que asesino a todos sus hombres en lo que él parpadeo una sola vez? Su orgullo dolía por la derrota pero no era ningún idiota y valoraba mucho su propia vida como para enviarla por el caño. Además, parte de la nobleza miraba esperanzada al cenizo y algunos de sus hijos seguían con las espadas en mano, viéndole a él como si se interpusiera en lo que era mejor para el pueblo de Yuei.

Yuei necesitaba a ese salvaje.

—Puedes decirla —permitió.

—Yo elegiré a tu sucesor —dijo escuchando muy bien la conmocion que eso causó en el salón y se dió la vuelta para ver hacia los herederos —Si alguno de ustedes cree ser digno de Yuei, que de un paso al frente e intenté cortarme con su espada. No usaré la magia para defenderme de ese modo tendrán al menos una patética oportunidad. Aunque lo dudo.

Los descendientes del Señor Feudal Todoroki se vieron entre sí, asustados y nerviosos. Había un par de hombres grandes de cuerpo pero, en su mayoría, eran los jóvenes los que combatían ferozmente con sus espadas y no llegaban al tamaño de un adulto. A un par su orgullo y dignidad les pedía justicia por la osadía del salvaje que se atrevió a molestar en su momento de gloria para asumir el trono. A otros, la razón les rogaba retroceder, dar dos pasos al costado y reconocer que todo su alarde venía de su ego, no de sus habilidades.

Los herederos tenían experiencia en el manejo de espada y no habían dudado en usarlas contra sus propios hermanos, su propia sangre. Katsuki no consideraba a ninguno digno de gobernar pero la idea de elegir a alguien que no tuviera la sangre Todoroki haría que el Señor Feudal le dejará las cosas todavía más difíciles. Debía encontrar, al menos, a un bastardo valiente entre tantos e intentar usarlo lo mejor que pudiera. Eso mantendría la balanza equilibrada.

La nobleza observaba en silencio el desenlace dónde, al final, los herederos más orgullosos fueron dando un paso al frente intentando pelear con el mago que se movía ágilmente por todo el salón y los desarmaba con facilidad. El cenizo nunca sostuvo una espada en sus propias manos con tanta excelencia como esos jóvenes, lo reconocía, pero ellos nunca pasaron por tantas peleas como él o fueron las presas de práctica de Aki y Kana.

Sus primos sabían la manera de usar una espada como si no pesara nada y con una habilidad que solo se comparaba a sus deseos de sobrevivir sin importar qué. El de ojos rojos no perdería ante los herederos. Por el hecho de que esos chicos solo se aferraban a su orgullo y vanidad para pelear. Él y sus primos usaban la vida para pelear.

Usaban su desesperación para salir adelante.

A medida que los herederos fueron cayendo el cenizo fue observando que el mismo Señor Feudal Todoroki no estaba sorprendido. El pelirrojo sabía que sus hijos eran fuertes pero pedirles que superarán a un monstruo era imposible. A el de ojos rojos no le estaría quedando de otra que empezar a pensar entre cual bastardo quedarse cuando, mientras se quedó quieto de pie en el salón, escucho una voz decidida y llena de coraje llamándolo.

¿No va a retractarse después, verdad? Si lo cortó, ¿mantendrá su palabra?

La voz era respetuosa, tranquila y llena de valor. Le pertenecía a una joven alta con rostro serio que se puso a una distancia cercana al cenizo, su cabello rojo brillante estaba largo hasta su cintura y sus ojos celestes brillaban con coraje, el vestido que usaba era de color negro pero lo había cortado revelando dos piernas fuertes y delgadas. Esa apariencia de la joven avivó los susurros de la nobleza que se había mantenido al margen.

— ¿La niña quiere pelear contra un hombre? ¡Está demente!

—Es imposible que gane. Es suicida.

— ¿Se imaginan una mujer gobernando? ¡El reino caería en desgracia!

— ¡Debería salir de ahí y dejar el trabajo a sus hermanos, por todos los cielos!

Lo primero que Katsuki pensó fue que esa niña era valiente, que era la primera persona que se paraba delante suyo con nobleza y le hablaba con respeto. Se veía desconfiada y levantaba una espada que apuntaba a su cuello, sus pequeños brazos la mantenían en alto y un gesto feroz permanecía en su rostro. Sus ojos celestes brillaban con otro sentimiento aparte de la valentía, uno que pudo reconocer por estar muy familiarizado, la desesperación.

Bajo todo ese temple y fortaleza, aquella muchacha estaba desesperada. Entonces, ella era fuerte y poderosa.

— ¿No va a arrepentirse? —siguió preguntando.

—No —respondió el cenizo con seriedad escuchando la conmocion de la nobleza —Si me llegas a rozar con esa espada, serás la sucesora de Yuei.

Mientras la nobleza empezaba a quejarse y a gritar en contra de esa proclamación, la pelirroja se lanzó en su ataque con la espada que le pertenecía a uno de sus hermanos. El cenizo pudo evadirla con facilidad y empezó a moverse alrededor del salón, con la espada de la joven siguiéndole y en ese combate, se dió cuenta de algo muy bueno. A diferencia de todos los demás herederos, esa chica desesperada estaba pensando, analizaba sus movimientos, los interpretaba e intentaba predecirlos. Era lista. Rápida. Inteligente. Sin embargo, no era lo suficientemente fuerte y no conseguiría cortarlo. Estuvieron una hora en su combate y ella empezó a cansarse, sus movimientos se volvieron lentos, su rostro estaba enrojecido y sudado por el esfuerzo, su respiración agitada.

Katsuki se detuvo y vio a la chica clavando la espada en el suelo, en lo que respiraba pesadamente y le daba una mirada de enojo.

— ¿Aún no quieres rendirte? —le preguntó.

—No —respondió decidida la pelirroja —Aún no. No me quiero rendir.

—Tienes espíritu —alabo el cenizo acercándose a la chica agotada que volvió a levantar la espada —Me agrada eso.

La pelirroja debió pensar que se estaba burlando por el tono condescendiente de su voz y por eso, se lanzó a todo con su espada en contra el cenizo. Pero contrario a lo que todos en la nobleza y el Señor Feudal Todoroki imaginaron, el de ojos rojos no la esquivo, si no que con las manos desnudas agarro la espada y dejo que la sangre de sus palmas manchara el piso.

Ella lo vio incrédula. Retrocedió sin soltar la espada y le miro sin creer la cantidad de sangre que salía de sus manos. Por otro lado, Katsuki se vio las manos sin darle mucha importancia a la gravedad de sus heridas y luego giro hacia donde estaba el Señor Feudal Todoroki.

Ese hombre no se veía nada feliz.

—Una mujer no es apta para gobernar —dijo el pelirrojo con firmeza —Mucho menos Teka. Que es una chica temperamental, vulgar y desobediente.

—Ya hicimos un trato, señor Todoroki. Yo eliminó la Amenaza Oscura, tú aceptas a quien elegí para gobernar y todo Yuei vive en la jodida paz que merecemos —se cruzó de brazos el cenizo y miro al señor feudal con una mueca arrogante —O destruyó el reino y ya. Solo mi clan sobrevive.

Katsuki pudo escuchar el carraspeó de Kana en señal de que ya estaba hablando de más y el sutil pedido de Mei de no hundirlo todo cuando iban más o menos bien. Se podía imaginar que a Aki todo esto solo se le hacía gracioso aunque también debía tenerlo nervioso. Se quedó en silencio para no hacer que sus primos sufrieran un ataque de ansiedad en conjunto y en vista de que el Señor Feudal Todoroki seguía insatisfecho, agrego.

—Si le preocupa que su hija haga un mal trabajo, me convertiré en su maestro —propuso el cenizo pese a que la idea no le hacía ninguna gracia —Tambien acepto luchar en su nombre.

— ¿En nombre de Teka? —se vio interesado el Señor Feudal Todoroki — ¿Irías a pelear en su nombre a las tierras de nuestros enemigos?

—Mientras no involucre a mi clan, lo haré —aceptó el cenizo —Iré a las guerras que ella elija.

—Sería cómo tener a nuestro propio demonio personal —sonrió el pelirrojo de manera en que al cenizo le provocó náuseas y luego, miro hacia la nobleza — ¡A partir de este día proclamó a Teka Todoroki, mi décimo octava hija, la futura reina de Yuei! ¡Larga vida a la reina!

La nobleza no tuvo otra alternativa que clamar el nombre de la nueva reina. Los herederos derrotados se veían oscuros y por sus rostros solo podían pasar malas intenciones. Mientras tanto, Katsuki observo que Teka Todoroki, la niña de cabello pelirrojo, se quedó quieta en su lugar con la cabeza en alto y una postura digna, sus manos temblaban pero sus ojos seguían brillando intensamente cuando hizo contacto con los suyos. A partir de esa noche, ella sería su pupila y él su maestro.

No tardo en darle su primera advertencia.

—Recuerda que vives con leones —señalo a los herederos que veían a la pelirroja como un enemigo —Duerme con un cuchillo cerca.

—Lo hago desde hace muchos años atrás, maestro —respondió la pelirroja viéndole a los ojos —Pero le agradezco su preocupación.

Katsuki sonrió. Definitivamente, ser el maestro de la futura reina sería más divertido de lo que podría imaginar.

El Señor Feudal Todoroki no tardo en morir después de esa noche, asesinado por uno de sus hijos. El cenizo supuso que pasaría, solo que no esperaba que fuera tan pronto, el trono seguía tibio cuando los herederos empezaron la guerra civil. El alcalde y su esposa, por traerlos a la capital y ocultarlos de los guardias imperiales, también fueron asesinados. Los herederos que deseaban pelear contra Teka usaban todas sus influencias para hacerse con el poder. Los nobles no sabían de qué lado ponerse. Varios elegían la neutralidad como si eso los llevará a la salvación pero era una condena.

Los Todoroki querían seguidores o enemigos. No les servían los duques y condes que se mantenían quietos en su tablero de ajedrez. Los sacaban del camino.

—Este es el lugar más espantoso sobre la tierra —murmuro Kana viendo por la ventana del palacio la muchedumbre que se juntaba a reclamar por los impuestos de los herederos —Quiero volver a casa.

—Yo también —suspiro el cenizo —Pero irnos y esperar la guerra desde ahí es idiota. Mejor movernos desde dentro.

— ¿Crees que podrás evitarla, Katsuki? —cuestiono la castaña —Los Nikaa y la tribu de Yelpe están usando esta oportunidad para invadir el reino. Y los Lobos Negros masacraron las últimas aldeas antes del Rio del Cielo.

—Me haré cargo de ellos —aseguró el de ojos rojos a su prima —Solo necesito terminar con algo.

—Ella sigue sin hablarte, ¿no?

Katsuki suspiro confirmando las sospechas de Kana. Que en los últimos seis meses, la razón principal porque el cenizo no podía moverse era debido a que descubrieron la razón detrás de la cual Yuei era atacado por dragones. Con la excusa de ser invitados del Señor Feudal Todoroki —cuando todavía estaba vivo— Aki y Mei fueron a investigar el Templo del Fuego, estando seguros de que ahí sucedía algo extraño como para que estuvieran tan encontra de que el cenizo estuviera en Yuei y encontraron a una dragona de escamas negras con rojo encerrada en el subsuelo.

Torturando a los sacerdotes, Aki descubrió que hace cincuenta años esa dragona se había enlazado a la madre del Señor Feudal Todoroki y que le bendijo con sus poderes. A diferencia de la historia "real", los sacerdotes les dieron la auténtica razón porque los Todoroki gobernaban. No era por el poder sagrado, si no porque la dragona obedecía la voluntad de la mujer, si ella quería acabar con todos, solo tenía que pedirlo y la dragona lo haría. Pero la mujer únicamente pidió que su esposo, un hombre que manejaba negocios y era muy adinerado, se convirtiera en el señor de todas las tierras y que después, se respetará que ese derecho fuera sucedido a su hijo mayor. Después, cuando esa mujer murió, la dragona se durmió y los sacerdotes la encerraron en el templo, creyendo que sus poderes traería a Yuei buena fortuna eternamente.

Cuando el cenizo fue a ver a la dragona pudo sentir su magia, su poder, su vida. E intento despertarla con su magia pero la criatura seguía durmiendo y no podía irse de Yuei con eso pendiente. No se sentía bien.

— ¿Por qué crees que bendijo a la madre del Señor Feudal Todoroki? —interrogó la castaña a su primo con curiosidad — ¿Cuál crees que sería esa bendición?

—Viniendo de un dragón no tengo una puta idea —gruño el cenizo —Iré...¿no deberías estar en tus lecciones, Teka?

Teka se encontraba en el pasillo, usando un vestido corto blanco y una espada en su cintura, por seguridad. El cenizo le otorgó un poco de su magia para que la pelirroja pudiera defenderse de los ataques de sus hermanos y ella siempre se quejaba que sirviera más para escudos y teletransportación que para el ataque. Podía manifestar un aspecto duro pero apenas tenía trece años y al cenizo no le agradaba verla metida en todo este embrollo político.

—Me las salte, maestro —respondió respetuosamente la pelirroja —Escuche de Aki-san que pensaba visitar el Templo del Fuego. Quiero ir también.

— ¿Para qué? —quiso saber el de ojos rojos —No voy a ir precisamente para jugar.

—Porque siento que necesito ir —apretó los puños Teka —Por favor, déjeme ir.

El cenizo gruño. Teka era una muchacha testaruda e inteligente, era muy rápida para adaptarse y sus lecciones con sus maestros iban de maravilla. Pero ella eligió ser reina para no tener que formar parte de un harén como quería su padre. Decidió pelear en su contra, sabiendo que podia morir, porque prefería estar muerta que ser usada de esa manera.

No tenía problema con ella por eso, por elegir en base a su supervivencia. Pero no veía a una persona que se elegía a sí misma como gobernante. Teka había demostrado amor por algunas de sus hermanas y la servidumbre, e incluso por el pueblo. No obstante, para el cenizo seguía estando a prueba. Nunca se sabía cuándo podría volverse como su padre al oler el dinero que venía de los impuestos y demás tributos.

—No pierdes nada llevándola —le dió una palmada en el hombro Kana —Voy a entrenar un poco con la espada.

Bueno, Kana tenía razón. Podría que Teka no perdiera nada al ver la crueldad de primera mano. Así que Katsuki eligió llevarla. El Templo del Fuego no quedaba lejos del palacio imperial y los sacerdotes se mantenían con la cabeza gacha en su presencia, por lo tanto fue una visita rápida y eficaz. El cenizo guío a su pupila por unas escaleras largas que daban con el subterráneo del templo y llegaron a un ala fría e iluminada por antorchas, dónde el gran cuerpo de la dragona dormía cubierto de polvo y distintos cortes. Los sacerdotes le habían extraído sangre para distintos rituales que el cenizo no quería recordar.

Teka se puso palida al ver el semi cadáver pero no tuvo otra reacción. Se inclino y acaricio la cabeza de la dragona, su hocico y Katsuki sintió el aleteo de la magia a su alrededor reaccionando. Fue más rápido que la pelirroja y la empujó antes de que el cuerpo de la dragona se moviera y sus ojos amarillos se abrieran.

—No eres Yeuyi Todoroki —gruño la dragona — ¿Quien eres?

—Su nieta —respondió el cenizo por la chica que estaba con la garganta seca como para responder. Pudo reconocer el nombre del árbol genealógico de los Todoroki que colgaba en la habitación de su pupila.

Yeuyi tuvo familia. Esa niña tuvo hijos —habló para sí misma la dragona —No lo ví debido a que me separaron de ella. No lo ví porque me apartaron de su lado, ¡ella era mía! ¡mi tesoro!

La dragona gruño y Katsuki hizo que Teka subiera un par de escalones para que los escombros del templo no la lastimaran. Luego, le grito que corriera hacia la superficie y uso su magia para someter a la dragona herida e incontrolable. Le tomo su tiempo pero, con mucho esfuerzo, su magia hecha largas cuerdas doradas la sometió en el  suelo.

—Humano, ¿por qué tienes magia? —gruño la dragona — ¿Por qué eres capaz de hacer esto?

—Porque tengo muchos deseos de vivir, maldita sea —bufo el cenizo —Y no puedo hacerlo cuando intentas sepultarme entre todos estos escombros.

La dragona soltó un sonido parecido a la risa humana y luego, se quedó en silencio, apoyando su enorme cabeza entre sus patas y cerca del cenizo que estaba a unos metros de ella.

—He perdido a mi tesoro. Es hora de que vuelva con los míos —murmuró con tristeza —Dile a la descendiente de Yeuyi que mi bendición consistía en la felicidad que todo ser humano desea. Un amor para toda la vida. Eso era lo que esa niña siempre pedía, una persona que la amara para toda la vida.

— ¿Esa es la felicidad que todo humano desea? —comentó el cenizo escéptico.

—Te aseguro, poderoso ser humano, que el amor es la fuerza más importante que nos moviliza en la vida. Es lo que nos lleva a la felicidad y desdicha —juró la dragona —Ahora, si no quieres morir, te recomiendo retroceder. Ha sido un verdadero gusto conocerte y me gustaría preservar tu efímera vida.

Katsuki no necesito escucharlo dos veces para salir corriendo. La dragona había salido rompiendo por completo el techo del subsuelo y llevándose en su espalda parte del Templo del Fuego que, afortunadamente, ya había sido evacuado por Teka.

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