Capitulo 36
Su madre se encontraba delante del escritorio, viendo algo que él no alcanzaba, sus hermanos mayores dormían la siesta en el suelo y su padre...¿dónde estaba? Oh, tal vez estaba trabajando. No se acordaba. Le dolía el dedo y la sangre de color rojo corría por su piel.
Natsuo tenía un corte similar en la rodilla derecha. Fuyumi en el labio. Touya contaba con una herida previa, así que no fue necesario usar el cuchillo con piedras brillantes que uso su mamá.
Rei murmuró algo que no escucho y después, se volteo, sus ojos grises brillaron bajo la luz del sol y una sonrisa desolada se extendió por su rostro. Abrió el cajón del escritorio y guardo la sangre de sus hermanos y el papel ahí.
Shoto se le acercó y ella le indico con el dedo que se quedará quieto, obedeció. Luego se bajó de la silla y se sentó en el suelo, seguía sonriendo.
—Shoto, ¿quieres oír un cuento? Seguramente se convertirá de tus favoritos.
Rei le empezó a contar cuentos de los protectores del Valle del Hielo cuando tenía dos años. Cuentos que sus hermanos mayores no escucharon. Únicamente, eran para él.
Shoto se sintió especial.
Pero lo era de una manera en que a su madre se le rompía el corazón de solo verlo.
Cuando abrió los ojos noto que tenía la respiración agitada y estaba sudando, no sentía el típico dolor muscular de siempre debido a la pesadilla o más bien, recuerdo que acababa de tener. Se incorporó lentamente en las sábanas y pudo notar que estaba solo.
Todoroki se preocupó de que el mago ya no estuviera con él y pensó en salir en su búsqueda pero el chasquido de alguien delante suyo le trajo devuelta a la realidad. El Líder de Gadia, tomando un té y sonriendo, le indicaba que mirara por la ventana que estaba a su lado y él lo hizo, viendo la figura del mago y Himiko Toga a unos metros del tren.
—Salieron a conversar hace un rato —le hizo saber el rubio —Te recomiendo que esperes su regreso, a no ser que quieras parecer un amante celoso, Todoroki.
— ¿Quién es un amante celoso, Kaminari? —se levantó de la cama y se puso de pie —No digas tonterías
—Me parecías más honesto, Todoroki.
La Sacerdotisa de Isoe se unió a la conversación, sosteniendo en sus manos una bandeja que acercó a el rubio y de la cual recogió unos bocadillos para después sentarse. Recién entonces el bicolor noto que ambos elfos usaron su apellido para referirse a él y que parecían tener una actitud más amigable hacia su persona. Tal vez pasar dos días enteros preocupados por la misma persona hacia que estuvieran del mismo lado.
Eso no detendrá las burlas de Kaminari o la actitud algo defensiva de Jiro pero es agradable no tener que mantener una postura formal por más tiempo.
—Lo soy —reconoció el bicolor viendo por la ventana que la rubia y el cenizo seguían mantenidos en su conversación —No estoy celoso de Himiko Toga. Porque a Katsuki parecen solo gustarle los hombres.
Kaminari casi escupe su té al escuchar las palabras directas del cuarto príncipe. Por otro lado, Jiro contuvo la risa y actuó lo más tranquilamente posible para beber su té. Iida llegó en ese momento para avisarle al bicolor de que se acercará a tomar su desayuno antes de salir al pueblo.
Veinte minutos después, la Maga de la Luna, Ingenium y Katsuki volvieron a entrar al vagón.
Los ojos rojos del mago buscaron inmediatamente los del principe que eran azul y gris, con naturalidad, se le acercó y se sentó a su lado en el suelo para desayunar en silencio. Ritsu y la rubia siguieron su ejemplo sentándose delante de ellos.
—Es bueno verte con tu aspecto real —dijo de la nada el bicolor, sin saber porqué, solamente quería que el mago le viera y hablara.
El cenizo sonrió de una manera suave que al cuarto príncipe le trajo una pequeña sensación de familiaridad, era muy parecida a la manera en que su hermana mayor sonreía cuando se sentía herida.
—Sí, es bueno —contesto en un vago susurro.
Shoto sintió que algo que dijo estuvo muy mal pero antes de que pudiera preguntar qué era y corregirlo, Ritsu habló sobre lo buenas que estaban las galletitas que había preparado Rikido ese día y que debían pedirle varias para su viaje hasta el centro del Valle del Hielo. La conversación que mantuvo con el mago le llevo a recordar que él sabía que Ritsu no era un Iida, tampoco un niño, ni siquiera humano. Sabía que se trataba de la espada sagrada de la familia Iida. Y no dijo nada al respecto.
¿Cómo es que lo sabe? ¿Es por su magia? No, ni siquiera Aizawa hizo el menor gesto cuando vio a Ingenium. No tuvo reacción alguna, ¿cómo pudo Katsuki darse cuenta? ¿y qué hace que Ingenium le sea tan leal?
Cuando pensaba que se acercaba al mago, más cosas lo alejaban de él. Lo tenía intrigado y al borde de la desesperación todo lo relacionado a él. No podía preguntarle nada debido a que necesitaba mantener su trato pero una vez se terminará, ¿qué pasaría?
De la nada, el cuarto príncipe sintió que el hielo dentro de su cuerpo se expandía dentro suyo y lo hacía querer desgarrar su interior. Miro al mago con horror y se puso de pie, su espalda choco contra el metal de la locomotora y todos lo vieron sorprendidos.
— ¿Shoto? —se preocupó el mago al ver tal expresión de terror en los ojos del cuarto príncipe — ¿Qué tienes?
—Yo...—se puso una mano en la frente, estaba sudando y su corazón latía demasiado rápido —Necesito salir.
Nadie lo detuvo. El cuarto príncipe salió del vagón a toda prisa, sin capa ni nada que lo protegiera del frío clima exterior que tenía el Valle del Hielo y se puso a caminar y caminar lo más lejos posible del tren. Una vez estuvo a una distancia decente, se llevó una mano al pecho, hizo un breve ejercicio de respiración y se sentó en la nieve, sin importarle la humedad en su ropa. Unos cortos minutos después, Tenya llegó, con una expresión seria y preocupada.
Se sentó a su lado, en silencio, esperando.
Por primera vez en muchos años, el guardia imperial no tuvo que insistirle para contarle qué le pasaba.
—No sé si pueda hacer el ritual, Tenya —confesó el cuarto príncipe —En la investigación...llegué a la conclusión de que solo alguien mágicamente poderoso sobreviviría al ritual. Pero a cambio, esa persona tendría una esperanza de vida reducida. No puedo hacerle eso. No me siento capaz.
Hubo un breve momento de silencio. Después, el guardia imperial hablo, en un tono bajo y modesto.
—Si eso le pasará a el mago Katsuki, ¿qué hay de ti? Nunca me has querido contar esa parte —murmuró el más alto —La reina murió y tú fuiste maldecido. No me lo has dicho porque ya sabes que tengo la respuesta, ¿cierto?
—Siempre has sido más inteligente que yo, Tenya.
Iida bufo y miro hacia el cielo gris, las pocas nubes que lo rodeaban y su corazón se oprimió con fuerza.
—Mis hermanos y mi padre no lo saben. Les mentí, les dije que si el ritual salía bien, lo máximo que podría pasarme a mí sería que mi salud estaría deteriorada pero no me afectaría en el largo plazo —susurro el cuarto príncipe —En cambio, si salía mal, intentaría que el Invierno Perpetuo no llegara a Yuei con mi muerte.
—Entonces, ¿los vas a hacer creer que el ritual salió mal? —cuestiono el guardia imperial.
—No, les dejaré cartas con la verdad y te pediré que las entregues —respondió.
—...Está bien, lo haré —prometió el de lentes — ¿Te puedo pedir algo a cambio, Shoto?
—Lo que desees, Tenya. Eres el mejor amigo que he podido tener —concedió el cuarto príncipe — ¿Qué es?
—Haz que el mago Katsuki revise la investigación del Ritual de Protección —bajo la cabeza el guardia imperial, mirando con determinación hacia el cuarto príncipe y rogando que lo tomará en serio —Si es él, hay una gran posibilidad de que encuentre alguna manera de que no tengas que morir para volver a sellar a las criaturas del Invierno Perpetuo, ¿verdad?
—No deseo pedirle más de lo que ya ha hecho por mí —confesó el cuarto príncipe —Eso sería...
—Sería inteligente por tu parte, tonto.
La voz de Katsuki tomo por sorpresa a ambos, haciendo que el cuarto príncipe se girará sobre la nieve y el guardia imperial se diera la vuelta. El mago tenía una expresión tranquila, como si no tuviera la menor emoción acerca de que el bicolor pensará sacrificar su vida en el Valle del Hielo. Y eso se debía a que, desde el inicio, tuvo el presentimiento que el ritual mágico que lo dejo ligado a ese lugar necesitaría una gran cantidad mágica para volverlo a ajustar y que alguien ajeno al primer Señor del Invierno, llegaría a la conclusión de que la vida de esa persona estaría acabada al hacerlo.
No podía enojarse con el bicolor por no comprender los pensamientos y pesares de Yuki. Cualquier otra persona hubiera llegado a esa conclusion.
No hay forma de que ese chico dejara que su descendencia muriera si ocurría algún inconveniente.
No podía negar que estaba algo herido de que Todoroki pensará en usarlo de aquella manera. Pero se lo veía venir, así que no podía fingir enojo e indignación al respecto cuando acepto siendo conciente de ese hecho. Solamente le quedaba ser honesto.
—De todos modos, ¿creiste que te dejaría hacer un ritual del cual no tengo ni idea cómo funciona? —se cruzó de brazos y vio con el ceño fruncido al aturdido cuarto príncipe que tenía la mandíbula algo descolocada —Pensaba revisar punto por punto haces de hacer algo, Shoto. No te iba a seguir tranquilamente hacia el lugar de mi muerte. Así que, si ya terminaste de estar depresivo, ponte de pie y vayamos a la capital de una vez.
El cenizo estaba por darse la vuelta e irse, pero escucho las picadas del cuarto príncipe y no tuvo el tiempo de evitar que agarrara su brazo, sus ojos azul y gris se veían desesperados, atormentados y culpables. Su corazón se sintió conmovido por la manera en que balbuceaba disculpas y la mano le temblaba a la vez que sostenía con fuerza su brazo para que no se fuera. El guardia imperial les dejo a solas en la nieve y él espero hasta que el cuarto príncipe salió de su crisis espontánea de nervios. Se sentía bien ser el que estuviera en control, para variar.
— ¿Terminaste? —interrogó cuando el más alto cerro la boca, sus labios en una línea fina y el lugar donde estaban su entrecejo se arrugaba.
—...No, ¿por qué no estás enojado? —quiso saber el cuarto príncipe con la cabeza gacha —Deberías estarlo. Tendrías todo el derecho de odiarme y decir que no vas ayudarme más. El Ritual de Protección acabó con la vida de mí madre y a mi me dejó con su magia ligada a mi cuerpo, podrías morir o sufrir mi maldición, ¿cómo mierda te mantienes tan tranquilo?
—Porque ya lo sabía —admitió el mago y al instante, el cuarto príncipe levanto la cabeza, sus ojos bien abiertos viéndole —Lo sabía y elegí ayudarte, porque sé lo que pasaría de no ser así.
— ¿No...tienes miedo de morir?
El mago negó con la cabeza. En cierta manera, morir sería lo mejor que podría pasarle. Le quedaban muchas cosas que pagar en el mundo, al parecer y ayudar al descendiente de Yuki y Teka era posiblemente una de ellas. Aparte de ayudar al portador de One For All y evitar que un dragón rojo se comiera las ovejas de los campos vecinos al bosque de Yuei.
La magia no le daría el lujo de morirse.
—No pasará. Cambiaré el ritual y los dos podremos sobrevivir —aseguró el de ojos rojos.
—He investigado ese ritual desde los cinco años. Si hubiera una manera de sobrevivir, no estaría tan alterado ahora —gruño el cuarto príncipe al ver la confianza del mago —Exige una gran cantidad de magia y la sangre de un Hirose, descendiente directo de la línea de Yuki Hirose. Es imposible para una sola persona llevarlo a cabo, por eso el ritual exige de dos personas, que deben estar unidas por un lazo familiar o un lazo sagrado, para que se vuelva al balance.
—Shoto, no estoy diciendo que tu investigación este mal hecha. Es posible que tengas razón en esos dos puntos. Magia y sangre, una unión notable entre los que hacen el ritual —reconoció el cenizo —Pero debes estar pasando algo por alto. Un punto que debo investigar yo cuando estemos en el Valle del Hielo.
— ¿Y ese punto cuál sería? —pregunto el cuarto príncipe.
—Las Condiciones Mágicas.
Yuki no era ajeno a la maldad o la crueldad. Sabía lo que le pasaría a las Mantis una vez él no estuviera presente. Por eso, debió dejar a sus descendientes las Condiciones Mágicas necesarias para llevar a cabo ese Ritual de Protección del que habla Shoto. Condiciones que Yuki habría preparado, que no tuvieran que ver con la muerte y la esclavitud.
Katsuki no había confiado y creído en Yuki en vano. Confía y creía en él por algo que nunca se atrevió a reconocer hasta ahora.
Que Yuki le amaba. Y ese sentimiento, fue mutuo y correspondido en ese momento.
Hasta que conoció al joven principe que tenía en frente, con la ropa mojada por la nieve y el cabello húmedo por la misma, con aquella expresión desolada que se le hacía tierna y esa voluntad de querer afrontar sus errores.
He vivido demasiado tiempo como para no reconocer estos sentimientos y saber lo que pueden traerme. Si le digo que me gusta, Shoto pensará que es porque le tengo lastima o compasión. O peor, intentará corresponder debido a que lo estoy ayudando, no quiero ni necesito esa mierda.
El mago llevo la mano hacia donde el cuarto príncipe le sostenía del brazo, hizo un movimiento para que le soltará y después, se dió la vuelta, escuchando los pasos que le seguían de cerca.
—Katsuki, gracias —murmuro el bicolor luego de unos segundos —Buscare la manera de compensar toda la amabilidad que me has mostrado.
—Si te mantienes con vida será suficiente.
El mago susurro aquellas palabras tan bajito que el más alto no tuvo tiempo de escucharlas antes de que el viento helado del Valle del Hielo se las llevará.
Yue había adquirido la increíble habilidad de poder usar a los Pájaros del Monte para enviar cartas hacia su clan. Un método de comunicación increíblemente rápido y que le permitía al grupo de Katsuki tener noticias frescas acerca de lo que sucedía dentro de su aldea. Lo que le causaba cada vez más que intriga era que el pájaro que su prima elegía usar, llamando Treink, llegaba con un sobre en sus patas lleno de sangre cada vez.
Un día, simplemente, tuvo que hablar con Yue.
— ¿Qué mierda es lo que te trae ese pajarraco? —exigió saber.
La muchacha de cabello rubio y ojos azules se volteo a verlo, todos siempre se sorprendían de su belleza, como si estuvieran viendo a la mujer más hermosa que podrían conocer. Piel pálida, piernas largas, curvas. Hisui andaba con una daga en mano cada vez que algún hombre intentaba sobrepasarse con su sobrina de trece años que aparentaba dieciocho con su estatura y hermosura. La apariencia de Yue traía problemas y beneficios. Cuando no querían usar la violencia para conseguir información, Yue seducía al que la tenía. Cuando Katsuki debía lidiar con un jefe de aldea que lo tenía bastante harto y Kana no estaba presente para tranquilizarlo, Yue detenía al hombre y así el ambiente era más ligero.
Ella era valiosa, tranquila e inteligente. Pero se guardaba mucho sus propios pensamientos y tenía miedo de mostrarlos. Por eso el cenizo estaba preocupado y no quiso demostrarlo, porque creyó que la rubia daría el primer paso.
—Se llama Traink, Katsuki-niisan —lo llamo la rubia con cariño, aunque mayormente solo usaba su nombre.
—Lo sé, ahora dime qué mierda trae.
Estaban en la habitación de la rubia, en una posada de las más cercanas al reino de Yuei. Llevaban días esquivando al ejército imperial para pasar hasta la capital y poder hablar —o golpear— con el Señor Feudal Todoroki para que aceptará su ayuda en cuanto los Lobos Negros. Kana y Mei tenían una habitación, Katsuki, Hisui y Aki otra. Yue fue la única que pidió una habitación para sí misma, supuestamente, para trabajar en sus pociones mágicas curativas. Pero Kana menciono que tal vez era debido a que no estaba sintiéndose bien y no quería causarles preocupaciones.
En cambio, el cenizo pensaba que era para ver lo que le traía Traink sin que nadie la molestará.
Yue le mostró una pequeña sonrisa, de esas que todos llamaban "bella" pero al cenizo no le hizo nada y ella se dió cuenta, suspirando cambio la sonrisa por una mueca de ansiedad.
—Es frustrante que la magia no funcione en ti, Katsuki —murmuró triste — ¿Sabes cuántas veces conseguí lo que me pediste solo con una sonrisa?
—Varias veces —respondió el de ojos rojos —Yue, en serio, dime qué te trae ese pajarraco.
—...No te enojes, por favor —se dió la vuelta y busco algo, un pequeño frasco lleno de sangre y una carta —La tia Kiku me mandó carne de Lobos Negros hace un año, durante la época fría, diciendo que evitaría que me enferme. Muchas personas sobrevivieron a la época fría gracias a eso, según ella.
Katsuki contuvo el enojo que quería mostrarse en su magia pero, de todas maneras, Yue se encogió sintiendo aquella presión que le hacía sentirse muy pequeña y asustada. El cenizo se tomó unos segundos para calmarse, si su magia se expandía, los demás vendrían a la habitación pensando que algo grave sucedió y todavía no podía afrontarlos a todos. Debía ir un paso a la vez.
— ¿Hace cuánto comen la carne de los Lobos Negros? —interrogó.
—Desde que nos fuimos, el anciano Ren ordenó a todos aquellos que te escribieran cartas que no lo mencionaran y es muy posible, que el clan de Ayame y los tíos menores Jyu y Ame no les dejarán ni siquiera escribirte —contó lo que sabía la rubia y aquello que sospechaba —Hasta ahora, la carne de Lobos Negros ha hecho que las personas del clan sobrevivieran la época más dura del año, que es la estación fría. Pero no es solo eso. Las cartas de la tía Kiku dicen que desarrollaron magia y que algunos se enfermaron, sin embargo, no murieron.
— ¿Cómo están usando la magia? ¿El consejo de ancianos los puso a hacer algo con ella? —quiso saber el cenizo pero la rubia solo negó con la cabeza.
—La tia Kiku no me dió tanta información. Debió suponer que te lo contaría —suspiro la rubia —O que me ibas a descubrir, que es lo que pasó.
—Yo esperaba que tú misma me lo dijeras —gruño el de ojos rojos —Maldita sea, Yue, ¡deberías saber que no trae nada bueno el comerse esos monstruos!
Yue volvió a encogerse pero no retrocedió, si no que busco por la habitación un par de notas y se las mostró al cenizo.
—Por favor, léelo. No es mucho, ni es la mitad de bueno de lo que has hecho tú pero...—vaciló la rubia pero de todas formas lo presionó contra el pecho del joven —Por favor, léelo y dime si estoy equivocada o no.
Katsuki tomo las hojas, las reconoció como parte de un libro en el que Yue trabajaba desde hace tiempo. Del grupo, solamente ella y Aki usaban libros como él, la primera para escribir y el segundo para dibujar. El cenizo había visto un par de bocetos del azabache pero nunca lo que escribía la rubia en sus libro. La curiosidad empezó a ganarle a su enojo y se puso a leer las notas.
Origines Mágicos. Posibilidades.
Naturales : Katsuki, Aki, Mei y Kana.
Otorgados : Aquel que come Lobos Negros.
Los Naturales o Dominantes pueden usar la magia a su gusto al precio de su cuerpo y vitalidad. Katsuki se cansa después de un largo tiempo, así que debe ser el que más vitalidad tiene. Mei es poderosa pero una sola vez usando magia basta para que se desmaye. Kana es la más débil, sin embargo, puede usar la magia de forma prolongada para cultivar sin cansarse. Aki tiene magia, se siente, está ahí, pero no sale, ¿necesitará un detonante cómo Katsuki?
Los Otorgados no poseen magia. Son los Lobos Negros los que tenían ese poder, al comer su carne, se otorga su magia. Por eso, si sale todo bien, la magia se fusiona con el cuerpo y aquel que comió esa carne puede usarla. Pero si no es así, empiezan ciertos síntomas, como que solo es cómodo salir de noche.
Sin embargo, cuando un Otorgado tiene un hijo, su magia se transfiere. Caso de la tía Mahiru y su hijo más joven, Teiko, que mostró su magia al hacer flotar una rama.
¿Qué pasaría si los síntomas empiezan a empeorar?
Magia Natural. Razones.
Creo que la magia siempre estuvo dentro de nosotros. Y creo eso por una razón, la tía Kiku menciono en una carta que la tía Rino solía comer Begonias Rojas durante su embarazo, es un fruto muy delicioso del bosque y se recomienda a las mujeres embarazadas. Es bastante dulce y nutritivo. Pero también es un alimento que consumen las criaturas mágicas del bosque, las que son inofensivas. Los Conejos Pardos, las Liebres Ri, los Venados Blancos. Las criaturas dejaron el bosque antes de la llegada de los Lobos Negros. Esas criaturas poseían magia, podían hacer cosas extraordinarias, por eso los Cazadores no podían atraparlas. Lo más curioso es que esas criaturas eran inofensivas, vivían tranquilamente y comían únicamente el pasto del bosque y las Begonias Rojas, ¿y si es por ese fruto que tenemos magia? ¿si es porque nuestras madres lo comieron mientras estaban embarazadas?
No, no, no en mi caso. En el de los demás. Existe esa posibilidad. Que tuvieran magia antes de mostrarla en la cueva. Es una pequeña posibilidad, pero me parece que es bastante certera.
Porque de lo contrario, tendría que creer que la magia es malvada y solo quiso aparecer durante la desesperación de Katsuki.
Y no quiero eso.
Me gusta la magia.
Katsuki termino de leer las notas y miro a Yue, la cual se retorcía las manos con nerviosismo, en espera de alguna palabra suya. Sinceramente, estaba impresionado e intrigado por estás posibilidades que planteaba. Pero lo más importante que quería saber era lo siguiente.
— ¿Por qué no lo contaste antes? —demando saber — ¿Ibas a poner a la aldea en peligro por tu investigación?
— ¡N-No, por supuesto que no! —nego de inmediato la rubia —Y-Yo solo...sabía que estarías enfadado por eso e ibas a querer irte para evitar que siguieran consumiendo la carne de los Lobos Negros. Pero gracias a eso los extranjeros que estamos enviando están sobreviviendo en nuestro clan. Si les quitas eso, ellos se volverían en tu contra y también el consejo de ancianos. Pensaba investigar sobre cómo nos afecta la carne de los Lobos Negros para evitar que aquellas personas que son débiles mágicamente y no pueden soportar la fusión, no la prueben.
— ¿Y una vez lo supieras que ibas a hacer? —le miro el cenizo viendo a la rubia que tenía una expresión nerviosa e insegura —Yue, ¿pensabas volver sola a detenerlos?
—No, mi magia no es tan poderosa para seducir a tanta gente y que hagan lo que les ordenó —negó la rubia —Pero sí pensaba en volver y verificar la situación de todos. La tía Kiku dejo ser clara con los detalles desde hace dos meses. Me empieza a preocupar la situación de la aldea. Sin embargo...
Katsuki entendió rápidamente el punto. No era que la rubia quisiera mantener la investigación en secreto. De por sí, por lo descuidado de las notas, se podía ver que no había podido trabajar en ellas con todo su empeño y era entendible. Entre tantos viajes, problemas y guardias imperiales queriendo darles caza por estar ayudando en aldeas desesperadas, la rubia no tenía el tiempo suficiente de investigar qué se necesitaba para contrarrestar los síntomas que traía el comer la carne de los Lobos Negros. Además, el punto del viaje era unificar las regiones afectadas con su clan y llegar al Señor Feudal Todoroki para hacer un trato por su ayuda a cambio de que dejara en paz sus nuevos territorios. Estando tan cerca de su objetivo, la magia que usaba Yue para seducir a las personas era la más útil al hacer un trabajo más político y aburrido.
Si ella dejaba el grupo, el cenizo no podía negar que estaría en problema. Pero si seguía en el grupo y la aldea empezaba a tener problemas, ella era la única que podía estar cerca de ayudarlos. Él no tenía idea de cómo se podría solucionar aquello, Yue era la que más conocimientos tenía para hacer pociones mágicas.
—No quiero abandonarlos —murmuro la rubia llamando su atención —No soy fuerte como Aki, no tengo la valentía de Kana, ni la persuasión de Mei. Mis habilidades son hacer pociones y usar mi magia para conseguir que los hombres abran la boca y me digan hasta si asesinaron a alguien o no.
—Lo que ha servido muchísimo para que no tenga que usar la mía y cortarles el cuello —comentó el cenizo haciendo que la rubia levantará la cabeza —Yue, ¿acaso crees que yo quiero que te vayas? ¿que me molestaré si lo haces?
—...Te soy útil ahora más que antes. Sabemos bien que, por muy rudo que seas, te gusta más hacer la paz que ir a una pelea, Katsuki —sonrió suavemente la rubia —No te agrada tratar con los altos mandos. Yo estoy para eso justamente.
—No estás solo para eso. Eres útil de muchas maneras —bufo el cenizo —Y no te creas que no sé lidiar con unos cuantos idiotas, podré hacerlo. Sobreviviré. Así que, ve a la aldea y has que ellos también sobrevivan a la mierda que eligieron comer.
Yue se limpio unas cuantas lágrimas que salieron de su rostro y asintió con entusiasmo.
De saber que sería la última vez que la vería así, hermosa como era, sonriente y pura, Katsuki jamás la hubiera dejado abandonar esa habitación.
Pero ella la dejo, se fue y volvió a la aldea.
Él la mando a su muerte mucho antes de haberla realmente asesinado.
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