Capítulo 34

Hisui les enseño cosas básicas, prender una fogata, reconocer las huellas de los animales, hacer trampas, usar las dagas y las espadas, el lenguaje de su aldea y el lenguaje de Yuei que usaba el reino. No era tan paciente como la anciana Tsuki, pero Katsuki y sus primos pudieron seguir el ritmo de su tío menor. Kana aprendió a cazar con facilidad, Mei se volvió excelente con su arco y flechas, Yue aprendió a cocinar correctamente los animales para que no tuvieran dolor de estómago y el uso de ciertas hierbas para cuando estaba herido, Aki demostró que podía levantar una espada con cierta sencillez para pelear, Katsuki en una semana domino ambos lenguajes y empezó a crear unos cuantos libros.

El primero que hizo le puso Principios Mágicos porque había descubierto que su magia y la magia que usaba Kana tenían ciertas similitudes, bastaba con desear algo para que pasara pero también el usar ciertas palabras o códigos hacia más sencillo el proceso. Lo nombró "hechizos" y su prima estuvo de acuerdo con ese nombre. Después, cuando le pregunto acerca de si podían probarlo con Mei, él acepto y decidieron hacerlo mientras Hisui dormía.

A estas alturas del viaje, todos sabían que Kana tenía magia y querían probar si alguno de ellos tenía también esa capacidad pero preferían hacerlo a escondidas de su tío menor, a quien no le gustaba que un grupo de niños tomara tantos riesgos.

Por lo tanto, durante la noche, Aki se dispuso a vigilar el sueño del mayor y prometió silbar si hacia algún movimiento para que volvieran a su pequeño campamento en un rincón del bosque. Katsuki se llevó a Yue, Kana y Mei a una pequeña laguna y probó cuatro cosas.

La primera era si podían mover el agua de la laguna. La segunda si lograban sacar algo de la tierra. La tercera fue el viento de la noche, si podían guiarlo a su voluntad. La cuarta y última se trataba si podían tocar el fuego sin quemarse.

Mei se metió a la laguna y de alguna manera, cuando cerro los ojos, el agua a su alrededor empezó a moverse, débilmente los peces se acercaron a ella y el agua fluyó hacia arriba. Al terminar, la niña casi se desmaya en la laguna y su hermana mayor fue a socorrerla.

Por otro lado, Yue se quedó unos segundos viendo la luna de esa noche, sus uñas estaban de un color azul inexplicable desde que comió la carne de los Lobos Negros obligada por sus padres —los que creían que la carne de esos animales evitaría que su pequeña enfermará durante el invierno— pero no presentaba otros cambios. Su cabello rubio se movió en el viento y sus ojos azules vieron hacia un ave que volaba en el cielo. Ella suspiro y el ave cayó al suelo, con un corte en su cuello.

—Impresionante —murmuro el cenizo viendo lo que hizo su prima que se quedó viendo la sangre por un segundo — ¿Sentías la magia como Kana? ¿Cómo algo que fluye de tu interior?

—Es más bien parecida a el hambre —respondió la niña —Nunca quise probarla por miedo a eso. Es extraño, ¿no? Antes no me sentía así.

—Mei dijo que paso unas semanas después de lo de la cueva —dijo Kana que volvía de dejar a su hermana menor en el campamento —Quizás la magia se muestra según nuestra edad.

—Pero Yue es mayor que Mei. Y yo soy...no importa —bufo el de ojos rojos olvidando el tema de su edad —Es ilógico. Si tiene que ver con la edad, ¿por qué en algunos paso antes y en otros después?

— ¿Dependerá del poder que tenga la magia? —opino la castaña —Tal vez, mientras más fuerte seas, antes se mostrará la magia.

—Pero, ¿de dónde vino? —pregunto Yue mirándose las manos — ¿Por qué nosotros?

Katsuki tenía esa misma pregunta, ¿qué era la magia y por qué él fue el primero en obtenerla? ¿se relacionaba con el color de sus ojos? ¿con sus capacidades? ¿con qué estaba ligado? Era muy intrigante y a la vez, fascinante. Es decir, él únicamente podía matar Lobos Negros y crear trampas. Pero sus primas habían mostrado otras capacidades, quizás la magia no se usaba solamente para lo que él creía, si no también para sobrevivir de otras maneras.

—No tenemos la respuesta para eso y es posible que nunca la tengamos, así que, no tiene caso pensarlo mucho —declaro el cenizo —Solo podemos usar la magia de la manera en que más nos convenga para nuestra supervivencia. No se sobreesfuercen. Mañana le toca a Aki.

Kana y Yue asintieron, después volvieron al campamento. Hisui dormía profundamente sobre las mantas de oso, Mei la carretilla y Aki estaba dibujando en uno de los libros que el cenizo le compartió. Su primo estaba creando su propio mapa y a medida que pasaba el tiempo, comenzaba a crecer su cuerpo y a mostrarse más maduro y un poco reservado, pero ahora les dedicaba más palabras y se notaba más seguro.

— ¿Cómo les fue? —quiso saber por curiosidad y preocupación.

—Yue puede dominar el viento y Mei el agua, mañana te toca a ti —aviso el cenizo sentándose a un lado de su primo para indicar que seguía con la guardia de ese noche para que él pudiera descansar —No te sientas mal si no lo consigues a la primera. Es posible que no todos tengamos magia.

—Bien —asintió el azabache, parándose y llevándose el libro hacia la carretilla —Buenas noches.

Bien, Aki todavía no podía hablar mucho pero era lo suficiente como para comunicarse con sus primos y tío. Yue también se despidió para ir a dormir y quedaron Kana y Katsuki cuidando el fuego y vigilando los alrededores en caso de que un animal quisiera atacarlos. Después de unas horas, Mei despertó y relevo a su hermana, el cenizo siguió despierto hasta el amanecer dónde Hisui abrió los ojos y lo vio sentado delante de la fogata con cara de cansancio.

—Katsuki, a la carretilla —ordenó sin dejar lugar a protestas —Te duermes hasta la siguiente aldea.

El cenizo gruño pero estaba lo bastante cansado como para no pelear con su tío. Al subirse a la carretilla, le dejo el libro de Principios Mágicos a sus primas para que lo leyeran y averiguaran si para ellas tenía algún sentido lo que escribió. Durante la noche, agrego unas páginas que hablaban acerca de la relación de la naturaleza con la magia, como si no pudieran existir una sin la otra y por eso las tres tenían afinidad con elementos naturales.

Cuando le devolvieron el libro, tenía un par de anotaciones acerca de las cosas en las que estaban de acuerdo y cuales no. El cenizo pudo seguir una línea fija de trabajo gracias a ellas. Por otro lado, Aki no mostró afinidad mágica, aunque todos podían sentir la "magia" en él, no sabían cómo pero empezaban a distinguir la magia, quizás por estarla estudiando. Mei tenía bastante agudeza para eso y también Yue, pero solamente durante la noche. Para Katsuki empezó a ser natural cuando le prestó atención y Kana debía esforzarse mucho para percibir el cambio.

Así que los cuarto evaluaron que Aki tenía magia pero que está no podía manifestarse de las formas que conocían. El azabache no le dió mucha importancia y les dijo que si tenía que pasar algo para que su magia se mostrará, pasaría, no debían preocuparse. Por lo tanto, no presionaron el asunto.

Llegaron a la primera aldea de su recorrido después de quince días en la carretilla. El jefe de la aldea miro a Katsuki con interés y hablo en representación de todos.

—No pareces alguien capaz de asesinar a los Demonios Nocturnos —declaró el jefe.

El cenizo que esperaba esa reacción se cruzó de brazos y de manera arrogante, sonrió.

—Si le traigo el cadáver de los Lobos Negros está noche, quiero que acepte una propuesta de mi aldea sin objeciones —dijo con un tono algo petulante —Tampoco puede agregar condiciones a lo que le voy a proponer.

—Que niño tan arrogante —gruño el jefe de la aldea y extendió su mano hacia el joven —Bien, acepto el trato.

El cenizo acepto la mano y le indico a sus primos y tío menor que se quedarán dentro de la aldea en lo que él iba a hacer su trabajo. Hisui quiso acompañarlo pero no podía dejar a los niños solos y el de ojos rojos le aseguro que sería más un estorbo que una ayuda en sus peleas, así que lo dejo irse. Ya era de noche cuando llegaron a la aldea y varias personas estaban asustadas dentro de sus tiendas. El bosque se extendía un poco más lejos de donde estaba creada la aldea pero para el cenizo fue fácil detectar a los Lobos Negros y encontrarse con ellos.

Fue la primera vez que enfrentó a una mayoría. Diez Lobos Negros le hincaron sus dientes e intentaron destrozarlo con sus garras largas pero él logró asesinarlos con bastante esfuerzo, siendo su única herida de gravedad un corte en la pierna izquierda. Cuando el amanecer empezó a llegar, intento imitar lo que hizo Yue con el viento pero en vez de usarlo para lastimar a las criaturas ya muertas, lo hizo para mover sus cuerpos hasta la entrada de la aldea.

El jefe de la aldea y su tío Hisui, junto con un par más de aldeanos, lo esperaban. Todos pusieron caras de horror y sorpresa al ver los cadaveres y la sangre en su ropa. Cuando el sonido de los cuerpos cayendo al piso se escucho, una de las mujeres grito y salió corriendo, posiblemente iba a contar la extraordinaria noticas a aquellos que seguían durmiendo.

—Tiene una plaga bastante fea en el bosque, jefe de aldea —fue lo primero que dijo el cenizo ignorando el dolor en su pierna y el cansancio en su cuerpo —Dudo que la halla erradicada por completo, ¿que tal si escucha mi propuesta?

—Dila, muchacho —otorgo el jefe de la aldea en un tono mucho más respetuoso que antes.

—Mi nombre es Bakugou Katsuki, no "muchacho" —demando respeto el cenizo y el jefe de la aldea lo comprendió dando un asentimiento, así que continúo hablando —Quiero que usted y su gente empaquen sus cosas y se vayan de aquí. Sigan el curso del río hacia abajo hasta llegar a mi aldea. Hablen con el consejo de ancianos, digan que van de mi parte y quédense con ellos. Esa zona es segura.

—Ese...es un raro pedido pero, cómo habíamos acordado, lo acepto —respondió el líder de la aldea — ¿Cómo puedo compensar tu generosidad, Bakugou?

—Diciéndome todo lo que sepa acerca de las aldeas vecinas y el reino de Yuei.

Katsuki decidió algo después de esa primera aldea. No bastaba con erradicar a los Lobos Negros para garantizar la seguridad. El anciano Ren tenía razón en que solamente con la unión se llegaba a la supervivencia y a medida que avanzará, sabría que eso no iría solo ligado a los monstruos que amenazaban su vida en el bosque.

Posiblemente también sería una amenaza el Señor Feudal Todoroki y tenía que prepararse para enfrentarla.

Todoroki nunca cuido de nadie. Siempre fue el más joven de la familia, mimado y consentido por sus hermanos mayores y padres. Era increíble como eso no lo volvió caprichoso pero también era cierto que algunas circunstancias de la vida le cambiaron el carácter. Pero, en fin, el punto era que jamás había tenido la oportunidad o necesidad de cuidar de otra persona.

Al ver al pequeño mago enfermo, se preguntó si así de angustiados se sentían sus hermanos mayores y padres cuando él se enfermaba, ¿sentían esa preocupación en el estómago? ¿esa necesidad de estar alerta a sus movimientos? ¿la inquietud por esperar una mejoría?

Katsuki dormía tranquilamente desde hace un día entero. La fiebre le duró toda la noche anterior pero después no se despertó y siguió descansando tranquilamente. Denki quiso despertarlo para que pudiera comer, sin embargo, Himiko aseguro que sería una mala idea. La magia lo estaba rodeando y protegiendo, todo aquel que quisiera tocarlo, sería lastimado. Kyoka lo comprobó cuando quiso usar sus sombras para tocar al cenizo, la magia hizo un choque eléctrico que no la daño, pero fue una clara advertencia.

Pasaron el Muro del Dragón hace unas horas. Ya estaban en el territorio del Señor del Invierno. El tren no llegaría más lejos. Se detendría en un par de metros, descansarían y seguirían con un carruaje hasta el Palacio de la Nieve. El viejo hogar de su madre.

Pero el bicolor no estaba tan seguro de querer bajarse del tren hasta que el cenizo se despertará.

—Hey, su alteza Shoto, ¿no vas a dormir?

El mencionado dió la vuelta hacia el llamado del elfo. Estaban todos tan preocupados por el mago que terminaron juntos en el mismo vagón, la Sacerdotisa de Isoe dormía sobre el hombro del Líder de Gadia. Tenya estaba junto con Ritsu durmiendo en su cama. Rikido y Tohru compartían también una de las camas. Mei leía un libro en silencio junto con Himiko bajo la luz de la luna. El bicolor estaba sentado dónde dormía Katsuki, con la cabeza del mago apoyada sobre su regazo.

No recordaba haber dormido desde ayer.

Quizás por eso pensaba en tonterías.

—Puede llamarme por mi nombre —permitió vagamente —Las formalidades ya me son agotadoras, Kaminari.

El rubio parpadeo sorprendido, después soltó una risita y acarició un mechón del caballo azabache de la elfa que dormía en su hombro con dulzura.

— ¿No deberías llamarme Denki, entonces? —cuestiono el de ojos dorados.

—No me siento cómodo llamándote por tu nombre —confesó el cuarto príncipe —Y tampoco me siento cómodo cuando alguien usa el mío, aún si agrega "su alteza".

—Dejas que Katsuki te llamé por tu nombre —señalo el rubio —Antes de que digas "porque es mi prometido" te aviso que no lo voy a creer.

—Él es un caso especial. Parece sentirse bien con que le digan por su nombre y por eso me parece bien que use el mío —susurro el cuarto príncipe e inconscientemente, tocó la mejilla del niño dormido en sus piernas —Incluso me gusta cuando usa mi nombre. También me gusta que me trate como soy, un príncipe pero sin dejar que esa posición se me suba a la cabeza.

— ¿Te gusta que te baje los humos? —se burlo el elfo rubio con diversión y bostezo al final.

—Me gusta ser tratado con normalidad y...no estoy seguro, es fácil confiar en él, pero a la vez es desesperante que él no confíe ni un poco en mí —confesó el bicolor —No me cuenta nada. Un dragón y un chico destrozaron todo el castillo. Se veía aterrorizado cuando Mitsuki Bakugou se mostró delante suyo. Y sabe de algo que no debería saber.

La identidad de Ingenium.

Katsuki se movió en su regazo y una leve luz empezó a brillar en su cuerpo, perturbando los pensamientos del cuarto príncipe que se preocupó de inmediato. Pero la luz duro un instante y luego, sintió un nuevo peso sobre sus piernas. El cuerpo del cenizo volvía a ser el del joven que conocía, sus pies quedaron ligeramente salidos del asiento-cama del vagón y uno de sus brazos estaba detrás de su cintura, reteniendo la postura que tenía. Hizo un movimiento más y sus ojos rojos se abrieron lentamente, se incorporó, dejando que la sabana que usaron para cubrirlo se resbalara por sus hombros.

Naturalmente, la ropa que tenía puesta antes quedó destrozada, así que estaba desnudo bajo la sábana, al sentarse su torso quedó expuesto, relevando grandes heridas que recorrían músculos firmes y dos pezones rosados.

Shoto trago saliva sin explicarse la sensación de calor que atravesaba su cuerpo y el mago, todavía medio dormido y afiebrado, se le acercó, la sabana se siguió deslizando por su espalda y antes de que al cuarto príncipe le diera un extraño ataque de pánico, la sujeto y cubrió con ella al cenizo que se sentó en su regazo.

—Shoto —murmuro, causando en el bicolor un escalofrío y que volviera a tragar saliva — ¿Ya llegamos?

—S-Sí —tartamudeó el cuarto príncipe nervioso y carraspeó, sin saber dónde poner las manos en esta situación — ¿Estás mejor?

—Hum, dormí mucho, ¿no? —pregunto el de ojos rojos.

—Un día entero.

El cenizo ni se sorprendió por eso. Con las grandes heridas o el exceso de fatiga, su magia simplemente hacia de las suyas. Hacia años que él mismo perdió el control de eso, no tenía caso molestarse. Se acomodo mejor en el hombro del bicolor y sintió algo extraño, ya no era tan pequeño y entonces se vio las manos, notando que habían vuelto a la normalidad. También su cuerpo el cuál cubrió con la manta al sentir frío y miro hacia el bicolor, tenía la cara un poca roja y no se resistió a tocarla.

— ¿Te enfermaste? —le pregunto un poco preocupado.

—No...—tocó la mano que estaba sobre su rostro y la sostuvo un segundo —Ehm, ¿Estás cómodo, Katsuki?

— ¿Quieres que me mueva?

Katsuki hizo un puchero al pensar en eso, estaba muy a gusto y no quería que el cuarto príncipe se fuera, deseaba mantenerlo cerca. El bicolor al notar eso se sintió feliz y negó con la cabeza, explicándole al mago todavía enfermó su situación.

—Tengo sueño, bajate un momento y nos acomodamos para dormir, ¿bien?

De mejor humor, el mago se paró con la manta cubriendo sus hombros mientras el cuarto príncipe se movía hasta quedar pegado contra el respaldo del asiento. Vio brevemente que el Líder de Gadia estaba durmiendo junto con la Sacerdotisa de Isoe y se preguntó si se quedó dormido durante su conversación o si llego a ver cuándo el cenizo se despertó. Esperaba que no. Sería muy vergonzoso.

Todoroki movió un brazo para que el mago se recostara y él se acomodo, cerro los ojos y se entregó al sueño. No tardo en seguirle, colocó su mano sobre la cintura delgada y lo abrazo.

Cicatrices. Es joven, ni siquiera Tenya tiene tantas heridas de sus entrenamientos, ¿qué clase de vida has tenido, Katsuki?

El bicolor tuvo el presentimiento de que tendría sus respuestas tarde o temprano y que no valdría la pena preocuparse demasiado por ello ahora. Solamente, abrazo fuerte al cenizo y se durmió.

—No me gusta ser metido pero, ¿le molestaría si le doy un consejo?

Yagi Toshinori tomo aire y asintió con la cabeza, en lo que mantenía la cabeza en alto viendo hacia la ventana que mostraba a un joven de cabello castaño y ojos verdes, parecía concentrado en lo suyo pero a veces se movía como si sintiera su mirada a través del cristal. No se parecía a él o a Inko Midoriya, pero había algo que lo llamaba a acercarse. Aún así, se detuvo y giro hacia el hombre que le hablaba tan serenamente, Masaru Bakugou.

El mismo hombre que lo llamo al Círculo para presentarle a su posible hijo.

—El muchacho no ha querido revelar demasiado de sí mismo y es posible que Inko-sama tampoco le halla contado de usted, Yagi-san. Le sugirió ser lo más precavido posible cuando lo tenga cerca —dijo el castaño —Aparte de eso, Mitsuki y yo hemos sido testigos de que es bastante parecido a Inko-sama en cuanto carácter y que es posible que esté ocultando su verdadera apariencia con alguna poción.

— ¿Por qué el muchacho haría eso? —interrogó el hombre de cabello rubio y ojos claros.

—Suponemos que por seguridad —respondió el castaño —La familia real sabe de lo que era capaz Inko-sama.

—Inko nunca...

—Kazuma-sama protegió a Inko-sama haciendo que jamás revelará sus poderes y conexión con el bosque. Una vez que ella lo hizo, aún si era un Bakugou, la familia real hubiera ordenado su ejecución —lo interrumpió el castaño —Es sabido que la magia del bosque no conoce ataduras, dueños o de misericordia. Quedó más que demostrado en la Guerra de las Rosas el poder de Inko-sama. La familia real no dejaría a un individuo tan peligroso suelto por el reino.

Toshinori apretó los puños y recordo vagamente un rostro, el de una bella mujer de cabello verde liso y ojos esmeralda, que le sonría con una mezcla de profunda tristeza y gratitud.

—Lo único que no voy a lamentar es amarte.

Oh, si hubiera sido capaz de decirle que él si iba a lamentarlo, ¿que cara habría puesto ella? ¿habría derramado lágrimas? ¿su rostro se habría puesto rojo del enojo? ¿le habría dicho que lo odiaba?

Nunca podría saberlo. Pero a veces imaginaba que lloraba, acostada sobre su pecho, el cabello verde largo cayendo sobre su espalda desnuda, podía verla llorando.

El rubio suspiro y miro hacia Masaru que esperaba que le respondiera cualquier cosa a su declaración. Sin embargo, no tenía nada que decirle. Inko sí era capaz de asesinar a su voluntad y era sumamente, increíblemente, poderosa. Que Kazuma Bakugou la hubiera educado para que supiera amar era siempre una gran bendición, porque de haber aprendido lo contrario, Yuei hubiera vivido una masacre peor que la Guerra de las Rosas.

— ¿Ya podemos subir a ver al muchacho? —cuestiono y el hombre le sonrió cordialmente para después asentir.

El Círculo era un lugar que Yagi Toshinori había visitado muchas veces. Él nació en las zonas fronterizas, descendiente de aquellos que vivieron ahí desde hace mucho tiempo, se crío felizmente con una familia adoptiva y después, debido a su personalidad noble y caballerosa, se fue a la Academia de Yuei para ser guardia imperial al servicio de la familia real. Pero siempre encontraba tiempo para volver a su hogar y visito el Círculo con frecuencia, debido a que su madre y maestra de espada, Nana Shimura, era la Capitana de Guardia de la familia Bakugou. Ella hubiera esperado que tomara su puesto pero Yagi eligió dejárselo a su hermano mayor adoptivo, el cuál felizmente acepto asumir el lugar, aunque le dijo que lo extrañaría durante su tiempo en la Academia.

Aunque después de lo sucedido en la Guerra de las Rosas no volvió jamás a visitar el Círculo. Solamente estuvo en la ceremonia de Asuncion de Mitsuki y en su matrimonio con Masaru. Dos veces piso el lugar en los últimos diecisiete años y había creído que así continuaría hasta su muerte o el nacimiento de un hijo de la pareja.

—Masaru-kun, ahora que me doy cuenta, ¿no sería momento que tú y la señora Mitsuki tuvieran un heredero?

Yagi no se dió cuenta que fue una mala pregunta hasta que el hombre siempre calmado volteo a verlo con el ceño fruncido y una sonrisa torcida. Solo entonces, cayó en la verdad de su error y su rostro palideció.

—Oh, la señora...

—Todavía no ha cruzado el límite de la magia dominante —lo interrumpió bruscamente el castaño —Pero cada día se acerca más y debe saber lo que sucede si una maga dominante tiene un bebé, Yagi-san. No quiero forzar a Mitsuki a pasar por La Puerta del Adiós antes de tiempo.

—No era mi intención dar a entender eso, mis disculpas —se inclino el rubio delante el castaño verdaderamente arrepentido —A veces...olvidó ese punto de la magia dominante de los Bakugou.

—Es realmente horrible, ¿no? A las mujeres se les quita aquello que les llevo tiempo y a los hombres el tiempo que les quedaba —giró la cabeza al frente el castaño —Los Patriarca de la familia Bakugou no llegan a ver a sus hijos casarse y formar familia. Las Matriarcas no conocen a sus hijos.

—Masaru-kun, por favor, basta. No digas más —pidió el rubio colocando una mano sobre el hombro del castaño que le miro fijamente —Lamento mi insensibilidad. No volveré a preguntar.

Masaru asintió débilmente y reconoció que estaba mostrando más sus sentimientos de lo que debería. Se quedó callado el resto del trayecto en lo que llevaba a Toshinori hacia la biblioteca donde Izuku se ocultaba los últimos días de Eijirou —el cual no lo molestaba y se dedicaba a quedarse en el patio exterior viendo el entrenamiento de sus guardias— para seguir leyendo distintos libros. Mitsuki no dejo que volviera a tocar otro Libro de la Memoria pero cuando pregunto sobre Inko Midoriya, la rubia le contó todo lo que quiso saber.

Entonces, el joven portador de One For All se enteró de que Inko Midoriya fue "adoptada" por Kazuma Bakugou, el padre de Mitsuki Bakugou, que se crío dentro del Círculo por su seguridad y que después decidió ir a estudiar a la Academia de Yuei junto con su querida hermana menor. Y descubrió lo que dentro de la familia principal de los Bakugou era el mayor secreto de todos.

Que Inko Midoriya era una encarnación del bosque de Yuei traída a la vida por Magos de la Luna. No era humana. No era una criatura mágica. Inko fue arrancada del bosque y traída a la vida una noche de luna llena, dónde magos Oscuros pidieron poder y les fue entregado. Un poder que exigió sus vidas como pago. Un poder oscuro y salvaje.

Masaru todavía podía recordar la manera en que ese niño se puso pálido al escucharlo.

¿Cómo iba a reaccionar al escuchar que su padre era también el conocido, General de la Muerte, de las tropas de Yuei?

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