Capítulo 32

Cuando Todoroki lo dejo en la entrada de Ferd, lo hizo despacio y le acaricio el cabello cenizo antes de irse, siguiendo a Iida que se encaminaba hacia una zona de edificios altos.

El mago se encontró pensando que el gesto fue agradable.

—Vayamos a buscar las caravanas musicales —dijo el rubio en el lenguaje humano —Creo que estaban por las calles principales.

La Sacerdotisa de Isoe le tomo de la mano, algo que el cenizo no rechazo y se dejó arrastrar por ella. A diferencia de Meishan, Ferd tenía un ambiente parecido a las zonas más festivas de la capital de Yuei, todos los edificios parecían ser comercios abiertos, tiendas, restaurantes, prostíbulos, casas de apuestas. Había pequeñas tiendas de adivinación cada tres cuadras y pese a que era una calle para que pasaran carruajes, varias personas habían tirado coloridas mantas en el suelo y se disponían a vender ahí a los curiosos sus extravagantes artilugios.

— ¡Amigos, vengan a probar las bayas del Recinto! ¡Son las mejores de todo Yuei!

— ¡Compren sus collares de dragón! ¡Compren sus alas de ninfa!

— ¡Vengan a conseguir sus rocas espirituales! ¡Los protegerán de la envidia y la maldad!

Katsuki observo con curiosidad los objetos que se vendían, había escuchado de Eijirou que en el último tiempo algunas criaturas mágicas se pusieron a comerciar con los humanos. O mejor dicho, hacían "intercambios". Para las criaturas mágicas el dinero humano no tenía valor pero sí otras cosas de ellos.

Ni los Bakugou podían detener eso. Se podría decir que Ferd tenía un comercio ilegal que era imposible de regular.

A cambio de un diente de dragón, se exigían un campo entero de ovejas.

A cambio de las alas de una ninfa o un hada, se pedían sentimientos sinceros.

A cambio de las escamas de las sirenas, se exigían espadas de materiales preciosos.

Las criaturas mágicas pedían cosas que para ellos tenían importancia y uso. Ni siquiera les interesaba como los humanos las conseguían. Mientras el intercambio se realizará estaba todo bien.

El mago lo consideraba retorcido pero no podía quejarse ya que la paz se seguía manteniendo en equilibrio.

— ¿Te interesan algunas de esas cosas, Katsuki? —pregunto la azabache que le sostenía la mano y estaba atenta a sus reacciones —Llevo dinero humano para comprarlas.

— ¿Los Elfos no hacen comercio con este pueblo? Queda cerca de los bosques silvestres de Armonía —pregunto el mago curioso y la elfa hizo una ligera mueca — ¿Ya no se llama Armonía?

Habiendo pasado tantísimo tiempo, incluso para los elfos, sería compresible que los nombres que el cenizo conocía sobre sus territorios hubieran cambiado. Pero tener una confirmación seguía siendo inquietante.

—No, no. No es eso. El bosque más cercano sigue siendo el bosque de Armonía —aseguró la azabache —Pero el Clan de Isoe se ha apoderado de esa zona y como puedes imaginar, no favorecen los negocios con este pueblo.

—Y en realidad, mayormente vendemos plantas medicinales y a cambio recibimos telas que no podemos fabricar —agrego el rubio tocando su ropa —A algunos elfos les gusta salir a explorar a rincones que están muy al sur o norte. Necesitan ropa adecuada.

—Aunque son salidas regularizadas —murmuro la azabache —La cacería de Elfos sigue siendo común en el mundo humano.

Katsuki asintió interesado. Era la primera vez que escuchar del mundo actual dónde vivía no le causaba tanta angustia. Quizás porque eran asuntos de los elfos y no estaban directamente relacionados con él, pero seguía siendo relajante. Ritsu también agrego un par de comentarios acerca de los comercios que hacían los Iida con ciertas criaturas mágicas para conseguir materiales de alta calidad para sus espadas.

La conversación amena que estaban manteniendo se vio interrumpida por una caravana que empezó a pasar en la calle principal. Los comerciantes que usaban las mantas se apresuraron en pararse y despejar el lugar para que quienes quisieran ver el espectáculo no dañaran sus mercancías. Las personas empezaron a aglomerarse y a aplaudir a las bailarinas que pasaban en poco ropa y telas largas atadas en sus muñecas que hacían movimientos circulares, las caras pintadas de blanco y con los labios rojos. Ellas se movían con gracia por la calle, daban volteretas al ritmo de una música alegre y frenética, tambores y guitarras se escuchaban por la larga calle.

El grupo se detuvo a observar las famosas caravanas musicales que pasaban por las calles. Una vez termino la primera que fue muy alegre y enérgica, dió paso a dos bailarines, un hombre y una mujer que bailaban muy pegados, acompañados por alguien que tocaba el violín. La melodía era más lenta y la danza entre la pareja más sensual, sus brazos no se despegaban, el hombre hacia girar con gracia a la mujer entre sus brazos y la lanzaba por el aire para después atraparla. Usaban ropa idéntica de color blanco, larga y con volados azules, sus zapatos hacían "tap, tap" contra la roca del suelo. Pese a que la melodía era tranquila la danza fue intensa. Recibieron muchísimos aplausos y después paso una caravana más, con todos hombres que solo usaban pantalones y eran acompañados por unos tambores. Daban pisadas fuertes al suelo y el mago no pudo evitar pensar que estaba viendo un combate. A algunas personas le pareció un poco violento pero todos se quedaron a observar y aplaudieron igualmente cuando terminaron.

Cuando la calle quedó despejada, Katsuki creyó que las caravanas volverían a repetirse o que el espectáculo había terminado pero después vio a un joven que caminaba hacia adelante, solo y con una vestimenta humilde de color blanco, con un grabado gris.

Se le hizo familiar.

— ¿Y ese muchacho? ¿Está solo?

—Tal vez lo dejaron para el final.

—Oh, pobre niño, ¿tendrá miedo ya que sus compañeros no están?

Las personas de Ferd hicieron silencio, pensando que el joven parado en la calle debía estar nervioso, alguien aplaudió para darle ánimo y el mago pudo ver al muchacho llevándose una mano al cinturón, de dónde saco una flauta de jade blanco que se mezclaba inadvertida entre sus ropas.

La sensación de familiaridad volvió otra vez.

Katsuki no estaba lejos del joven, a un metro a la derecha, entre la multitud. Kyoka se encontraba a su lado y Denki al lado de ella. Ritsu estaba detrás suyo. Parecían igual de intrigados por el joven que no había empezado con su espectáculo pero sus expresiones no revelaban ninguna preocupación más. Quizás él estuviera exagerando.

Sin embargo, cuando el muchacho se llevó la flauta a la boca y entonó la primera nota, sus ojos rojos se abrieron con terror y miro a todos que le prestaban atención.

¡Eran muchísimas personas!

— ¡No lo escuchen! ¡Corran! —demando el cenizo alterado — ¡Corran!

La melodía comenzó. Suave, notas agudas y notas graves. Las personas no alcanzaron a escuchar su advertencia, empezaron a desmayarse y los elfos que lo acompañaban cayeron al piso.

Ritsu le vio aterrado y Katsuki lo tocó antes de que fuera tarde.

No sabía si Ingenium poseía un alma pero tampoco se arriesgaría a averiguarlo.

— ¡Intacto!

El niño de cabello azulado y ojos oscuros quedó congelado en su expresión de terror. El cenizo reprimió un gruñido y volteó a ver a El Flautista de Almas.

El muchacho debía ser un ejecutor del Reino de los Espejos. Un soldado al cual se le otorgaba la Flauta Roba Almas, un objeto mágico capaz de quitarle el alma a todo aquel que escuchará su melodía.

Ese tipo de soldado solo debía ser usado en situaciones extremas, ¡y esa maldita flauta también!

— ¡¿Qué mierda hiciste, bastardo?!

El Flautista inclino la cabeza, tenía el cabello azabache largo hasta los hombros y profundos ojos negros, la ropa blanca hacia resaltar esos colores en su piel y la Flauta Roba Almas de jade blanco brillo en sus manos. Volvió a tocar la flauta pero era inútil en el mago que se acercaba a las corridas para quitársela y termino girando sobre su cuerpo para evitarlo, sus ojos onix vieron al niño de cabello cenizo de manera extraña, fría e indiferente. Después movió su mano derecha y de ella salieron dos pequeños cuchillos, el mago logro esquivar uno pero el segundo se clavo en su hombro. El muchacho era rápido y ágil y él estaba en desventaja en su cuerpo de niño, no tenía experiencia de batalla —humana— siendo tan pequeño.

Y aunque quería usar su magia, estaba la gran posibilidad de que se le fuera de las manos y lastimara a alguna de las personas que estaban inconscientes en la calle.

¡¿De qué mierda me sirve ser tan fuerte si no pudo proteger a nadie carajo?! ¡¿Qué clase de puta tortura es esta?!

El mago retrocedió y el Flautista le propino una patada en la cara que le hizo escupir sangre. Uso un poco de magia para mover las telas largas de una de las bailarinas e intento atrapar al escurridizo muchacho y logro capturar una de las piernas del chico. Quiso arrojarlo contra la pared más cercana pero si lo mataba las personas en el suelo jamás podrían recuperar sus almas.

Katsuki sintió un escalofrío al pensar en que Denki y Kyoka sin almas de por vida. Tiro de su magia más fuerte y uso el resto de la tela para encadenar al muchacho, que se movía intentando su liberación y buscando su flauta pensando que podría ayudarlo. La tela termino rompiéndose —era demasiado fina— y el Flautista opto por una huida, se lanzó a correr y el cenizo, con sus piernas cortas tuvo que darle caza.

Que bueno que el muchacho usaba ropa blanca fácil de distinguir en la ciudad de Ferd. Lastima que La Flauta Roba Almas se limitaba a ciertas áreas y empezaban a alejarse del lugar donde estaban todos desmayados, se acercaban a más gente. Podría volver a usarla para quitarles el alma.

El cenizo acelero el paso y murmuró la palabra viento.

El Flautista fue arrojado hacia atrás donde él lo esperaba y chocaron ambos, rodaron por el suelo y se le subió encima del cuerpo antes de que pudiera reaccionar, le tocó el pecho y gritó.

— ¡Quieto!

Como sucedió con Ritsu, el Flautista quedó inmovilizado, con una expresión de indiferencia en el rostro y aferrado a su arma. El mago suspiro agotado, se frotó la barbilla de dónde le salía sangre por una herida en el labio y se llevó una mano al hombro derecho, arranco el cuchillo que estaba ahí y lo arrojo lejos. Escuchó unos ligeros pasos acercarse y se dió la vuelta, una muchacha de cabello rubio le miraba fijamente, sus ojos dorados brillaban de una manera alocada y cuando sonrió reveló unos dientes puntiagudos como colmillos de lobo.

—Esto es fascinante. Pensé que tendría que detenerlo yo —sonrió la muchacha —De haber sabido que alguien más lo haría me habría ahorrado un viaje sumamente largo, ¿sabes?

Katsuki tosió, empezó a ser más conciente del cansancio de su cuerpo, de las heridas y la magia que utilizó. Su visión empezó a ponerse borrosa a medida que esa muchacha se acercaba y se agachaba a su altura, recogiendo de paso la Flauta Roba Almas sin que pudiera hacer nada al respecto.

—Oh, tranquilo, no haré nada malo con ella. Mi madre me enseñó la melodía de Restauración. Imagino que él uso Liberación o Castigo antes de que llegara —negó con la cabeza la rubia y le llevo una mano a la cara al cenizo —Me encargaré de eso, podés estar tranquilo. Para eso vine.

— ¿Quién...eres?

Katsuki sintió las piernas debilitadas y se dejó caer hacia adelante, la muchacha rubia le sostuvo y le abrazo. Pudo sentir el olor de la sangre en ella, mezclado con flores. Se sentía inquieto pero no había nada que pudiera hacer para alejarse.

Lo último que escucho antes de desmayarse fue lo siguiente.

—Soy Himiko Toga del Reino de los Espejos. Una Maga de la Luna. Encantada de conocerte, pequeño mago.

— ¡Mi capitán! ¡Ha habido una conmocion en la calle principal!

Todoroki e Iida estaban en una de las Torres Imperiales que servían para la seguridad de Ferd, hablando con el capitán de turno acerca de algún avistamiento de Magos de la Luna o armas mágicas extrañas. El capitan les estaba diciendo que recientemente nadie con esas características había pasado por su ciudad y que no contaban con registros de alguien del Reino de los Espejos. Pero como en Ferd paraban muchos fugitivos y cazadores de magia —se les decía así a los cazadores de magos y criaturas mágicas fuera del imperio— los registros no estaban completos. Les estaba sugiriendo pasar por las posadas y prostíbulos más frecuentados de la ciudad —en esos lugares la información solía ser más fresca— cuando interrumpió un guardia imperial, notablemente alterado y preocupado.

El capitan y su gente estaban muy acostumbrados al descontrol en Ferd, no se alteraban fácilmente, así que fue fácil para el guardia imperial y el cuarto principe darse cuenta de que algo muy malo debía haber pasado.

—Informe, soldado —ordenó el capitan poniéndose de pie y caminando hasta el guardia.

—Hubo una batalla entre un joven de ropas blancas y un niño en la calle, según los testigos. En un inicio, pensamos que no era nada grave pero después descubrimos cuesta abajo un montón de personas en el piso, tenían pulso pero no se despertaban —contó el guardia —No había muchos de nosotros durante las caravanas musicales, nos enfocamos en otros distritos. Mis hombres dijeron que el niño derrotó al joven y que después una muchacha rubia lo arrastró para ir con las personas inconsciente. Empezó a tocar algo y todos despertaron pero entonces...

El guardia bajo la cabeza, buscando las palabras adecuadas para explicar la conmocion pero estás se la escapaban de las manos y de la nada, se escuchó un fuerte estruendo desde lejos de la Torre.

— ¡¿Qué fue eso?! —grito el capitan.

— ¡Elfos! —exclamo el guardia — ¡Dos Elfos se pusieron a luchar contra la muchacha!

Las jóvenes presentes no necesitaron escuchar más, salieron corriendo para ir en busca de la Sacerdotisa de Isoe y el Lider de Gadia. No tardaron en hacerlo, considerando que al salir por la calle y correr en dirección a la avenida principal del pueblo, se encontraron con que había truenos saliendo de la nada y plantas que salían sin control de la tierra. El cuarto príncipe se tapó el rostro debido al polvo que salía de la batalla, el guardia imperial se puso delante suyo para protegerlo y gritó.

— ¡Shoto, mantenerte atrás! —le advirtió — ¡Iré a detenerlos!

— ¡Voy contigo!

El de lentes ya no tenía a Ingenium, usaba una espada normal, las posibilidades de que saliera herido en la pelea de los Elfos y la muchacha no identificada era altísima, se negaba a dejarlo solo. Rápidamente, el bicolor se dirigió a uno de los guardias imperiales distraídos que miraban la batalla impotentes sin poder meterse y le quitó a uno de ellos su espada para correr junto con el más alto hacia los Elfos.

Kaminari dirigía relámpagos contra la ágil muchacha de cabello rubio que corría por la calle, escapando de las plantas que Jiro comandaba para atraparla, sostenía algo entre sus brazos que el cuarto príncipe no podía distinguir y soltaba críticas hacía ambos Elfos.

— ¡Criaturas malagradecidas! ¡¿Así agradecen tener el alma de nuevo dentro de sus cuerpos?! ¡Malos! —chilló la rubia — ¡Que se les caigan las orejas!

— ¡Líder de Gadia, Sacerdotisa de Isoe! —reclamó su atención el guardia imperial — ¡¿Qué están haciendo?!

— ¡La ciudad está en pánico por su causa! —agregó el cuarto príncipe.

— ¡Tiene a Katsuki! —respondió el rubio deteniendo sus relámpagos y mirando a ambos jóvenes con evidente preocupación — ¡Y está herido, muy herido! ¡No quiere soltarlo para que Kyoka lo cure!

— ¡Ya les dije que quería curarlo yo! —hizo un puchero la rubia — ¡Auch!

— ¡Te tengo!

La Sacerdotisa de Isoe había logrado atrapar una de las piernas de la rubia pero no quiso moverla demasiado porque traía en sus brazos a el pequeño mago y podría lastimarlo si era brusca con ella. La rubia le miro con sus ojos amarillos brillando y sonrió.

—Oh, que lastima, ¡realmente me gustaban estas plantas!

Delante de los ojos de toda la multitud reunida, las plantas que conjuro la azabache empezaron a marchitarse y caerse, se pusieron de color negro y se desvanecieron en el aire, dejando a la muchacha sonriendo sin un rasguño.

—Eran verdaderamente bonitas, que tragedia —se lamento la rubia — ¿Nunca han oído que es muy mala idea enfrentar a un Mago de la Luna en la noche? Todo lo que tocamos se muere, si así lo deseamos. Animales, plantas y...niños.

La muchacha dejo que vieran a el niño que llevaba a cuestas, con la cabeza apoyada en su hombro y la sangre en su ropa, tenía los ojos cerrados y todavía de lejos, se notaba su palidez. Ella llevo una mano a el cabello cenizo, mostrando sus uñas azules y afilidas, acaricio la cabeza del niño dormido.

El rubio y la azabache entendieron la amenaza y dejaron de pelear, los relámpagos en el cielo se fueron y la tierra que se había levantado del suelo volvió a su lugar. La rubia sonrió con satisfacción pero después doblo ese gesto cuando Shoto se le acercó, con la espada en alto y una mirada aterradora.

—Lo diré una sola vez —dijo en un tono frío —Suelta a Katsuki.

—Vaya, que lindo nombre para un niño tan encantador y fuerte —se maravillo la de ojos amarillos viendo hacia el dormido pequeño en su hombro y devolviendo la mirada a el joven de cabello mitad rojo y blanco que le resultaba amenazante —Tengo el presentimiento de que a ti no podría matarte y eso que tu magia no es poderosa. Hum, bien, ¿qué es este niño para ti? Si la respuesta me es aceptable, lo soltaré.

Shoto movió la espada, sintiendo su peso y la puso delante suyo, preparándose para la batalla.

—Es mi prometido —respondió.

La rubia le miro con los ojos amarillos confundidos, después se tocó los oídos y miro al bicolor de manera evaluadora.

—Disculpa, ¿podrías repetirlo? —pidió conmocionada —Creo que tengo un poco de sangre dentro de los oídos.

—Es mi prometido —repitió.

—Oh, entonces escuché bien. Bien, bien, bien —asintió para sí misma la rubia, sonrió y se dió la vuelta — ¡Ni loca te lo daré! ¡¿Qué clase de persona cuerda deja que un niño se case?! ¡No, no! ¡Hasta los bárbaros sabían de la edad de consentimiento! ¡Me lo llevaré lejos de aquí!

El bicolor sintió un poco de indignación y vergüenza ante las palabras de la muchacha pero, de acuerdo, él tampoco se explico de la mejor forma posible. Tomo un respiro y con una extrema rapidez, se lanzó al ataque. Claro que no quería lastimar a la joven ya que cargaba al cenizo pero, además de eso, ella no le causó daños a él o a los Elfos. Siempre estuvo huyendo sin devolver el golpe hasta que las plantas de Kyoka la tocaron. Quizás, pudiera razonar con ella.

La chica salto hacia atrás antes de que la espada marcará el suelo con una enorme grieta, soltó una exclamación de asombro y le miro con interés cuando se quedó quieto.

—Deberías preguntar su opinión antes de hacer algo —le dijo y la rubia inclino la cabeza —Intenta despertarlo y pregúntale qué quiere él. Prometo no atacarte.

La joven le miro con duda pero decidió que lo que decía tenía sentido, no deseaba hacer nada contra la voluntad del adorable niño entre sus brazos y llevarselo —aunque le parecía una idea bastante buena— podría serle perjudicial. Mejor averiguarlo primero. Bajo al niño al suelo y lo puso de pie, seguía dormido y la sangre en su herida se iba acumulando, era increíble que pese a eso su rostro se mantuviera tranquilo como si no fuera nada. Le tocó la cara, que estaba fría y trato de que despertara.

Los ojitos rojos del niño se abrieron con somnolencia.

—Hola, lindura —lo saludo enternecida la rubia — ¿Ves al chico de allá? ¿Quieres ir con él?

Katsuki estaba bastante debilitado. Había aprendido hacia mucho tiempo que sin importar que tan fuerte fuera, el cansancio físico y mágico le pasarían factura tarde o temprano. Sus heridas sanaban automáticamente quitándole magia en el proceso. Desgastando su propio núcleo mágico. Mei le repitió que era un peligro a largo plazo pero como no se hallaba para decírselo en la cara, su cuerpo se relajo y actuó mientras estaba inconsciente. Todavía le dolía el hombro, bastante. Sin embargo, tenía una idea de quién era y dónde estaba, la muchacha que se presentó como Himiko Toga —si había escuchado correctamente— le miraba con sus ojos dorados inquietantes a la luz de la luna y le señalaba a una persona delante de ellos, a unos escasos pasos en la calle. Su visión estaba borrosa y quería continuar durmiendo, pero tenía el presentimiento de que aquello era importante, así que hizo su mayor esfuerzo por girar el cuello en la dirección que le indicaba.

Lo primero que pensó era que Shoto Todoroki lucía bastante bien sosteniendo una espada. Había pensando que sería el tipo de príncipe erudito que no salía de su palacio así que fue bastante desconcertante verlo con un arma en mano y que luciera tan cómodo y natural con ella. Lo segundo que vino a su cabeza era, ¿por qué parecía tan enojado y preocupado? Y entonces recordó la Flauta Roba Almas y el caso que causó. Por supuesto, como príncipe, estaría molesto por lo que había sufrido su gente. Sí, era lógico.

No es como si estuviera preocupado por él. No realmente.

— ¿No quieres? —le preguntó la rubia al ver que el niño estaba con la mirada perdida en el bicolor —Puedo llevarte muy lejos y esconderte. Es la Hora Lunar. Por mucho que intenten detenerme, no pasará.

El mago giro a ver a la chica, cierto, ella también dijo que era una Maga de la Luna. Y sabía que el estereotipo de esos magos, según los libros de la historia, no era de gente buena y salvadora. Pero él conocía la verdad, los Magos de la Luna no eran diferentes de los Magos del Sol, que con el tiempo se diferenciarán de esa manera no tenía nada que ver con su origen.

Simplemente, los Magos de la Luna eran enfermos que sufrieron intoxicación alimentaria al comer criaturas mágicas. La magia de la criatura empezaba a consumir a el enfermo y le otorgaba poderes y locura. A medida que se volvían putrefactos, añoraban la vida de otros.

Por eso Yue hizo una masacre al enfermarse.

Y él tuvo que matarla.

Himiko al ver la expresión de tristeza en el niño pensó que realmente haría lo correcto al llevárselo muy pero muy lejos de ahí. Pero, no obstante, el pequeño se separó de ella y con pasos vacilantes fue hacia adelante, en dirección del cuarto príncipe. Pudo dar cinco pasos con firmeza pero al sexto, se balanceó y estuvo a punto de caerse, si no fuera porque el bicolor soltó su espada y lo tomo entre sus brazos.

El cenizo inspiró hondo, oliendo la fragancia en la ropa del cuarto príncipe, sintiendo el latido de su corazón contra el suyo y el frío relajante de su cuerpo. No sabía porqué pero empezaba a sentirse muy seguro siempre que estaba cerca, como si nada fuera a pasarle. Y le agradaba esa sensación.

—Katsuki, ¿te duele mucho el hombro? —susurro el bicolor en el oído del niño, levantando su liviano cuerpo entre sus brazos y viendo la herida que tenía abierta.

—...No, estoy...cansado —murmuro el cenizo pero no podía dormirse todavía —Ingenium...deje a Ingenium en la calle...

Todoroki se tenso al escuchar los balbuceos del menor, ¿desde cuándo sabía de la identidad de Ingenium? Quería preguntar pero estaba medio conciente, quizás por eso mismo mostraba su preocupación por la espada tan sinceramente en vez de ser discreto. De todas manera, cuando el cenizo repitió que fueran a la calle, el bicolor busco a Iida y lo encontró con Kaminari y Jiro, que parecían aliviados de que el mago estuviera entre sus brazos y no los de la rubia. Se les acercó y les contó del pedido del mago que, entre sus brazos protectores, mantenía con pura fuerza de voluntad sus ojos rojos abiertos.

El grupo optó por hacer lo que les pedía el mago y la muchacha rubia decidió seguirlos, ya que tenía una deuda con el niño —hizo un trabajo que le correspondía a ella— debido a su retraso. Caminaron cuesta abajo hacia donde había un par de personas reunidas, algo conmocionadas y asustadas. El cenizo balbuceó la ubicación donde vio por última vez a Ritsu y no tardaron en dar con el niño tirado en la calle.

A diferencia de los demás habitantes de Ferd, el niño seguía en el piso, con sus ojos abiertos y una expresión de terror que dejaba a quien lo mirara preocupado. Shoto se puso de rodillas y sosteniendo el cuerpo de Katsuki, lo vio extender las manos hacia la frente del niño y murmurar la palabra "libre".

De inmediato, Ritsu se sentó y miro al mago, con sus ojos azules empezando a lagrimear.

—K-Katsuki-nii-san, otra vez, no...—murmuro viendo la sangre en la ropa del cenizo —No le fui útil en lo absoluto.

Katsuki negó con la cabeza, seguramente Ritsu no podría haber hecho nada significativo contra la Flauta Roba Almas, así que no tenía caso que se culpara por ello. No era su culpa.

El cuarto príncipe volvió a ponerse de pie, acomodo al cenizo mejor entre sus brazos y siguiendo un extraño impulso, le beso la frente y al alejarse, se quedó unos segundos viendo fijamente sus ojos rojos.

—Duerme un poco, Katsuki —le pidió con cierta dulzura que no sabía si venía desde su preocupación por el estado del mago o algo más —Me haré cargo de lo que pasó aquí.

El cenizo quiso decir que se quedaría despierto, más que nada porque pensaba que harían responsable a Himiko Toga por lo que pasó y no al Flautista. Posiblemente, los acusaran a los dos juntos. Sabía de los prejuicios contra los Magos de la Luna, así que su preocupación por la joven estaba justificada.

Pero Todoroki volvió a besarle la frente y la nariz y le dió una sonrisa tierna, una sonrisa que mostraba que estaba verdaderamente aliviado de que estuviera vivo y eso le hizo cerrar los ojos, entregándose al sueño.

Y por una vez, no tuvo pesadillas, solo un espacio en negro en dónde su mente descanso por un largo tiempo.

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