Capítulo 25
Katsuki le enseño a Izuku y a Eijirou un par de reglas básicas antes de enviarlos con los Bakugou. Para empezar, la zona que gobernaban los Bakugou eran las cordilleras de Yuei, las montañas y el Páramo del Génesis, básicamente, todo el área fronteriza entre Yuei y los reinos mágicos de Hadas, Elfos y las Sirenas del Océano Sur. Debido a esa razón, los líderes de la casa no podían dejar la zona fronteriza a no ser que tuvieran asuntos de urgencia en la capital y en todo caso, podían usar magia para moverse hasta ahí y volver en escaso tiempo, razón por la cuál no había carruajes con el logo del sol y las flores que representaba a la importante familia. Pese a que Mitsuki Bakugou se presentó en el banquete de hace una semana —por su culpa— era más que un hecho que estaría en su mansión en la zona fronteriza, cuidando el terreno y todas las obligaciones que tuviera que seguir.
Le hizo una carta al pecoso para que se la entregará a ella. Estaba casi seguro que una vez lo hiciera ella misma hospedería a ambos en su mansión y les haría tantas preguntas cuantó quisiera. No sabía si era de confianza, así que le exigió al de ojos esmeralda una promesa de que siempre usaría la poción mágica de camuflaje y que dijera que, simplemente, se volvieron compañeros en el bosque porque tenía habilidades mágicas deficientes y él lo estaba ayudando a mejorarlas.
Una vez hecho ese punto, el cenizo les dejo en claro a ambos que dentro de los terrenos de los Bakugou se prohibía una única cosa, el asesinato con magia. Después, las costumbres eran menos rígidas que en Yuei, el ambiente era más amigable y si bien la gente de la zona fronteriza era adinerada, no tenían ese lado pomposo que se ostentaba en la capital. La mayoría era feliz de usar la magia libremente y convivir con las criaturas mágicas. Mientras ellos tuvieran respeto por eso —algo que el resto de la sociedad no hacia al creer que las razas mágicas eran de alguna manera inferiores a la raza humana— estarían bien.
El mago se fue temprano en la mañana, siendo despedido por un lloroso castaño que le deseaba lo mejor y un dragón que le aseguraba que si, en dos semanas exactas no volvía, lo rastreará por su olor y lo traerá de regreso de cualquier manera posible. El cenizo se limito a rodar los ojos y recordarles a ambos que sabía cuidarse, después se fue hasta la entrada de la Torre en silencio, con Aizawa haciéndole de escolta.
—Te has vuelto a cubrir la cara —no pudo evitar mencionar el amo de la Torre.
—Es molesto que digan que me parezco tanto a una mujer que solamente ví una vez en mi vida —murmuró el cenizo —Cuando es lo contrario. Es ella quien se parece a mí.
—Sin dudas, Mitsuki Bakugou es bastante parecida a ti, también es una maga poderosa y al borde de la dominación, lo cual es muy peligroso para ella —dijo en voz calmada el azabache midiendo la reacción del mago — ¿Realmente no quieres hablar con ella?
—Le deje con Deku todo lo que necesita saber. Si es una Bakugou, hará lo que es mejor —bufó el mago llegando hasta la enorme puerta de la Torre, viéndola abrirse lentamente dejando la imagen de un carruaje y un guardia imperial esperándolo —Hasta aquí es suficiente.
El amo de la Torre se detuvo y el cenizo se giro, es verdad que conservaba todavía la capucha puesta pero ya no usaba hechizos que ocultaran su rostro o fijarán la tela a su cabello para que no se cayera. Las personas podían verlo si se esforzaban, notaban sus ojos rojos y los bordes de su cabello cenizo, la blancura de su piel y sus pequeños dientes puntiagudos. En este momento, el azabache podía ver la expresión de calma y aburrimiento que estaba manteniendo pese que por dentro el mago se moría de ansiedad por sus molestos compañeros. No pensaba mostrarle debilidad al amo de la Torre.
—No esperes que te agradezca nada. Sabías de mí, me querrías en la Torre para vigilar que no hiciera una locura en el bosque o probablemente tenías curiosidad por tener a un "Dios" tan cerca tuyo —gruño el de ojos rojos —Me trataste como un idiota.
—Nunca he hecho eso, Katsuki —negó firmemente el azabache —Solo pensé qué necesitabas una razón por la cuál mantenerte vivo. Cuando te vi, no tenías el menor arrepentimiento de haber dejado al borde de la muerte a un dragón.
—Me destrozo mi jodida casa —apretó los puños el cenizo con enojo al recordarlo —Que destruya tu jodida Torre, a ver si sientes pena del bastardo si lo hace.
—A lo que me refiero es que no tenías arrepentimiento por haber querido matar a alguien, en realidad, pese a que habías quitado toda tu furia con Kirishima, tu expresión me pareció vacía y dolida —explicó el azabache —Quería cambiar eso. Quería darte un lugar para abrirte un poco.
—Te salió mal —bufo el cenizo, dándose la vuelta y caminando hasta el carruaje —Te lo mereces.
—Katsuki, espera un minuto —pidió el azabache y el cenizo, dando un ligero gruñido, se giro para verlo —Si tienes problemas, vuelve aquí. Te ayudaré. En todo lo que me sea posible. Al mierda si Todoroki Shoto se queja por eso.
El mago se detuvo un segundo y miró por sobre su hombro la figura de Aizawa, sus ojos ónix se veían serios, reflejando honestidad y una sinceridad que no sabía cómo corresponder, ni creía que fuera merecida. No pudo decirle nada, porqué no sabía que tenía para decirle, solo asintió con la cabeza y camino derecho hasta el carruaje. El guardia imperial que estaba de guardia le examinó con cuidado, para después abrir la puerta y dejarlo pasar. Una vez la puerta se cerró y estuvo dentro del carruaje, se encontró con Ritsu, usando una camiseta blanca con un chaleco negro encima, un pantalón azul y botas negras.
—Vas a necesitar ropas más abrigadas para el lugar al que iremos —mencionó apoyándose en el respaldo del asiento y el niño le miro inclinando la cabeza, como si no entendiera a qué se refería — ¿No puedes sentir las temperaturas del ambiente?
—Aún con mis emociones, soy primordialmente un objeto, Katsuki-niisan —dijo el niño con tranquilidad —No siento frío, calor o dolor. Aunque sí hambre.
—Curioso —bufó en acuerdo el mago y luego, pregunto — ¿Te mandaron a buscarme o te escapaste?
—Me escape —respondió con honestidad la espada.
El cenizo sintió algo de pena por el guardia imperial de Shoto, no quería saber que tan alterado estaría con su espada sagrada ausente y lidiando con lo de su hermano mayor. No le hizo más preguntas a Ingenium y se quedó mirando por la ventana, no sabía bien qué dirección tomaba el carruaje, solo que se estaban alejando de la capital yendo hacia la zona de los bosques silvestre. Fue un viaje bastante largo pero estaba acostumbrado a peores cosas —la experiencia de montar a caballo del amanecer hasta el atardecer era terrible— así que no estuvo mal. Para cuándo llegaron a su destino, el mago se encontró con una estructura extraña y una máquina mucho más extraña que nunca en su vida había visto, y eso era decir mucho.
Había una especie de puente de madera en el bosque y al lado de ese puente, se encontraba una extraña cosa de metal grande y cuadrada, con ruedas y que expulsaba un humo de color negro y olor asqueroso. El guardia imperial le aseguro que el cuarto príncipe e Iida Tenya los esperaban en el puente ese de madera, que no debía estar elevado más de seis metros sobre el césped, parecía ser para que pudieran subir a la máquina negra que echaba humo. El mago subió los escalones con cuidado, atento a todo sonido, pero solo estaba el de esa máquina en medio de todo el bosque.
—Tenya lo llamo "tren" —le dijo el niño al cenizo que se veía tan interesado por la máquina —Es un proyecto sin acabar. Pero se supone que funciona a base de magia y carbón. Sería usado para el comercio, evitaría los viajes en carruajes largos y la explotación de los caballos.
Katsuki hizo un "hmmm" en lo que se acercaba con cuidado a la máquina, el llamado tren, ahora que lo notaba había algo en el camino que no vio antes, una especie de camino sobre el cuál estaba montando el tren, ¿para qué servía? ¿para qué se utilizaban? ¿el tren no podía ir libremente entre los árboles? Considerando su tamaño era lógico que no pero, entonces, ¿tuvieron que tirar abajo los árboles para dejarle el espacio al tren?
—Es la primera vez que te veo tan contento por algo.
El mago quitó la mano del acero caliente del tren y se giro para mirar a Todoroki, el cuál usaba su traje azul usual y tenía una maleta a los pies, al igual que Iida que traía puesto un uniforme de guardia imperial de color negro liso y con bordados en blanco. Parecía que ambos estuvieron viendo por un tiempo sus reacciones y esperando que se diera cuenta que ellos estaban a menos de un metro de distancia, pero al no ser así decidieron hablarle primero. Al saber que fue visto actuando tan estúpido, el mago frunció el ceño y tiro de su capucha más hacia adelante, para que su expresión fuera casi invisible.
Shoto suspiro desanimado por eso.
—No me estaba burlando de ti —aclaró pensando que el cenizo se había irritado por eso —El tren es un proyecto en marcha. Que nos hagas unas observaciones sería útil.
—No pienso hacerlo —gruño el mago acercándose hasta los dos — ¿Por qué nos iremos en esto?
—Se ha probado que reduce el viaje de aquí hasta el Valle de Hielo —contestó el bicolor —Lo que podría ser una semana en cabello, con el tren lo haces en cuatro días. Debemos parar por la noche para descansar y seguimos por la mañana.
— ¿Cómo conseguiste arreglar esto sin levantar sospechas en tu padre y hermana? —frunció el ceño el mago dudoso acerca de si el ejército imperial no vendría a mitad de su trayecto a detenerlos —Es un viaje muy llamativo.
—Eso es debido a que el tren es exclusivamente mío y sus empleados...
— ¡Su alteza Shoto! ¡Su alteza Shoto!
Katsuki se movió hacia la izquierda para ver a una chica de cabello rosado y ojos amarillos acercándose a toda su velocidad hasta ellos, antes de que pudiera preguntar quién era, el bicolor lo rodeó con un brazo, atrayendo su cuerpo hacia el suyo que como siempre estaba congelado —y que le hizo recordar que debía darle las nuevas infusiones de té que preparó en la Torre—para que ocultara la cara en su pecho fornido. Estaba por protestar hasta que escucho su voz grave susurrando cerca de su oreja.
—Los empleados son peculiares pero leales a mí, no dirán nada más de lo necesario a mi padre y hermana mayor. La excusa es que estoy ocupado ayudando a Tenya con su investigación y buscando el arsenal perdido del Gremio de los Silencios —le explico el cuarto príncipe al mago —La que está viniendo hasta acá es Hatsune Mei, una maga de alta clase muy excéntrica. Si no quieres que te moleste e interrogue por el dragón, te recomiendo hacerte el enfermo.
A Katsuki realmente no le apetecía lidar con una maga loca por saber de los dragones, así que hizo caso a las palabras del cuarto príncipe y se quedó recostado en su pecho, con el rostro poco cubierto. Vio a la chica llegar, con el cabello rosado alborotado y unos extraños lentes sobre la cabeza. Antes de que pudiera acercarse mucho a ellos, Tenya le detuvo y le explico de su malestar, ella pareció decepcionada pero acepto no molestarlo por ahora. Como ella sería la encargada de conducir el tren —ya no tenía tantas ganas de subirse a esa máquina extraña— tendrían más oportunidades para verse, eso fue lo que le dijo al guardia imperial y que la ayudo a recobrar su buen humor.
Sin embargo, antes de irse, Mei dijo en voz alta lo siguiente. Parecía muy seria y preocupada cuando lo dijo, lo que le hizo pensar al mago que toda la euforia de antes fue para esconder esos sentimientos.
—Su alteza Shoto, hay dos invitados en el vagón, le sugiero que tenga cuidado —advirtió la maga —No pude sacarlos.
El cenizo sintió el leve movimiento en el brazo que estaba sobre sus hombros y movió la cabeza un poco para encontrarse con el rostro del cuarto príncipe, su expresión seguía siendo neutral y aburrida, pero detecto cierta intriga en sus ojos. Él asintió con la cabeza y Hatsune se retiró tras hacer una reverencia. Momento que el mago debió aprovechar para alejarse del bicolor pero que no tomó en cuenta y se quedó dónde estaba, haciendo una simple pregunta.
— ¿Tienes idea de qué invitados pueden ser? —le interrogó y por la expresión medio dudosa del menor, saco la siguiente conclusión —Lo sabes, pero crees que es poco posible.
—Me está empezando a cansar ese don tuyo de tener la razón en todo, Katsuki —chasqueo la lengua el más alto.
—Se llama ser listo, su majestad —se burlo el cenizo, apartándose finalmente del más alto y mirándolo con seriedad — ¿Crees que sean una amenaza?
—Hatsune no los hubiera llamado "invitados" de ser el caso —suspiró el bicolor —Mejor vayamos a verlos.
Iida se puso a un costado de Todoroki quien se posicionó detrás del mago que quiso entrar primero a la extraña máquina. Lo primero que vio fueron unos amplios asientos y unas mesas pegadas firmemente al suelo, las ventanas eran amplias y de cristales mágicos por lo que parecía, listas para mantener el lugar cálido o fresco, los colores no eran muy llamativos, si no que eran negros y rojos, poco distintivos.
—Este es un vagón de descanso —dijo el cuarto príncipe detrás suyo —Lo usaremos para dormir —colocó con cuidado una mano sobre el hombro del más bajo y lo movió suavemente hacia la derecha antes de soltarlo —Los invitados deben estar en el segundo vagón que está antes del depósito donde dejamos las valijas, ahí tenemos guardados archivos y asientos más pequeños.
—Su majestad —lo llamo formalmente el guardia imperial por un momento, impidiendo que el mago se moviera y le viera de reojo —Deje que entre primero. Por si acaso.
El bicolor miro por un segundo al mago que se encogió de hombros en señal de que le daba igual y eso hizo que dejara a su amigo entrar primero al segundo vagón. El de lentes era uno de los más formidables espadachines que hubiera visto el reino, veloz y fuerte, incluso si los invitados sí resultaban ser una amenaza, no serían un peligro mortal para él. Por lo tanto, se sintió tranquilo y vio a su amigo abriendo la puerta que conectaba al segundo vagón, el único gesto de sorpresa que hizo fue un leve movimiento en sus labios para después hacer una reverencia formal y les dejo pasar a ellos.
Naturalmente, Katsuki y Shoto entraron a la defensiva aunque no se notará en sus expresiones o lenguaje corporal. Eso hasta que el segundo noto quienes eran sus invitados y sintió que un dolor de cabeza le invadía por completo.
—Líder Denki, Sacerdotisa Kyoka, no esperaba verlos aquí hoy —hizo una reverencia muy pero muy recta —Que las estrellas y la Luna les traigan sus eternas bendiciones.
—Que el Sol brille sobre su cabeza, su alteza Shoto.
Las dos voces sonaron al mismo tiempo en armonía, suaves y líricas, pero pertenecían a dos personas diferentes, un hombre y una mujer, ambos pequeños y delgados, con orejas puntiagudas y ojos afiliados. Pese a sus semejanzas, el ambiente de ambos era muy diferente. El hombre tenía el cabello rubio con lo que parecía un mechón negro en forma de rayo en el medio, los ojos dorados como las monedas de oro que había en el reino y una sonrisa traviesa de oreja a oreja que hacia que quien lo viera solo pensará que era un joven pícaro pero amable. Al contrario de él, la muchacha a su lado era apenas dos centímetros más baja, cabello azabache bien corto marcando los lados delicados de su rostro, labios y cejas finas, parecía sería, dura, como una escultura tallada a mármol. Mientras que uno irradiaba luz, la otra era como la oscuridad.
Una Sacerdotisa y un Líder. Son los elfos representantes de los clanes de Gadia e Isoe.
Los Elfos no estaban divididos en sí, la mayoría compartían unos mismos ideales, tradiciones y costumbres. La razón de que existieran dos clanes se debía a el factor humano, los Elfos sabían que debían tratar con la raza humana debido a que ellos eran una mayoría —mientras que ellos eran una minoría con vidas más largas— que podía a base de fuerza bruta extinguirlos. Los que elegían asociarse con Gadia, la que consideraban la Diosa del Sol y el Fuego, estaban a favor de una relación abierta con la raza humana, una de cooperación y amistad. En cambio, los que escogían a Isoe, el Dios del Mar y el Viento, optaban por no relacionarse con ellos, en crear comunidades más ocultas del ojo humano y en caso de entablar relaciones, debía sostenerse una razón de gran peso.
Katsuki sabía que dos Elfos tan importantes solo podían estar ahí por una causa. Y él era esa jodida y puta causa.
—No me esperaba su presencia —siguió hablando el cuarto príncipe sin saber que el mago al lado suyo estaba en un conflicto interno.
—Lo sentimos, ha sido difícil convencer a ciertos superiores que nos dieran su permiso para esta pequeña expedición —sonrió animadamente el rubio —Esperamos no molestarte.
— ¿Pequeña expedición...? —repitió el bicolor incrédulo —Lo lamento, creo haberlo escuchado mal, ¿qué dijo?
—Oh, vaya, no sabía que su alteza Shoto había llegado a la edad humana en la que empezaban a perder la audición, ¿cómo lo llamaban Kyoka? ¿sordera? —miró hacia la elfa a su lado que le miro con la ceja alzada y le ignoró sin decir nada —Dije que lo acompañaremos a usted a esta expedición. El tren es también un proyecto en conjunto, ¿no es lo normal darle a las personas que trabajaron en eso un viaje gratis?
—Tú no trabajaste en esto. Yo lo hice —murmuró la elfa de cabello azabache corto —A ti no te pareció entretenido hasta que te conté en la mitad de qué trataba.
—Bueno, bueno, sacando detalles de por medio. La hermosa Sacerdotisa de Isoe trabajo en este proyecto y quiere verlo —rodeó con sus hombros a la elfa que bufo pero lo no aparto de su lado —He venido como su humilde acompañante. Espero no generarle molestias.
El bicolor sintió atenuarse el dolor de cabeza, Denki era el tipo de persona que hacia todo a su ritmo, muy liberal y espontáneo, él iba como quería y así a su parecer todo lo que le daba la gana. No le caía mal, solamente, tratar con él era muy complicado. Más que nada porque los Elfos eran una raza mágica que cooperaba con su proyecto únicamente por la familia Bakugou.
No era un Bakugou. No podía tratar con el Líder de los Gadia y la Sacerdotisa de Isoe en igualdad de condiciones. Por las relaciones diplomáticas, debía ceder a sus caprichos.
—Esta bien, deseo que disfruten la estadía. El primer viaje del tren es hasta el Valle de Hielo y...—dió una mirada discreta hacia su pareja, modulando con los labios una disculpa, le puso una mano en el hombro y lo llevo hasta el frente, dejando que ambos elfos lo vieran aún con el rostro cubierto —Él es mi pareja, el mago Katsuki.
—Katsuki Bakugou —corrigió la azabache mirando hacia el mago el cuál sintió un pequeño escalofrío al estar delante de dos ojos que parecían tan oscuros como las noches en el bosque de su infancia — ¿No es así?
Al oír el apellido, el cuarto príncipe hizo una leve mueca pero ni él mismo supo si era de disgusto o molestia. En cambio, Katsuki sintió que era la primera vez que alguien decía su nombre completo en tanto tiempo e irónicamente, ese alguien resultó ser un elfo.
La primera criatura mágica que le hizo pensar que no era del todo un monstruo, que le ayudo a abrir su mente y pensar más allá de todo lo que le rodeaba.
En señal de respeto, se quitó la capucha e hizo una reverencia, recordó las palabras que hace mucho tiempo escucho con claridad dentro de su mente y las repitió esperando que sonarán la mitad de decentes de lo que las recordaba.
—Que la Luna cuide sus noches y que el Sol los proteja durante el día, a ustedes que he conocido hoy, les deseo una vida como un árbol —recitó el cenizo para después ponerse de pie y ver las expresiones de sorpresa de ambos elfos —Soy Katsuki Bakugou.
—V-Vaya, ¡es la primera vez que escucho a un humano decir tan bien nuestro saludo más formal y respetuoso! —exclamo el rubio eufórico — ¡Ni yo puedo hacerlo bien todavía!
—Ese no es motivo de celebración, tonto —dijo la azabache para después mirar hacia el cenizo —Que la Luna cuide sus noches, que el Sol lo proteja durante el día y que su vida sea tan larga como un árbol. Aunque asumo que ha sido más larga que eso, ¿no es así?
Denki sonrió divertido. Kyoka no se iba con rodeos. Uso directamente el lenguaje de los Elfos para hablar con Katsuki, el cuál no se vio para nada impresionado y se lo devolvió con naturalidad.
—Agradecería que no compartieran esa información con Shoto, por favor —pidió a ambos siendo respetuoso y cordial.
El rubio afianzó su sonrisa, mientras Tenya y Shoto no comprendían nada de lo que estaban hablando entre los tres. El idioma de los Elfos era muy complicado de dominar, para ser sinceros, únicamente aquellos con una formación académica elevada como el actual amo de la Torre, Aizawa Shota, lograban comprenderlo. Que Katsuki pudiera gesticular con tal tranquilidad y seguridad sus palabras era desconcertante y dejo a ambos intrigados. Se quedaron observando como el Líder de Gadia se puso de pie para acercarse hasta el mago, como era cinco centímetros más bajo, quedaba a la altura de su nariz, pero la magia que sacaba de su cuerpo era poderosa y lista para usarse.
Sin embargo, lo que hizo el de ojos dorados fue sacar de los pliegues de la túnica verde que estaba usando un pequeño objeto, una flor de un blanco precioso y desgastado, cuyos pétalos eran finos y con un olor a jazmín un poco rancio.
A Katsuki le trajo recuerdos nostálgicos.
—Deberías disfrutar lo mismo que todos los demás. Sosten esto y te prometo, serán solo unos pocos días, un breve tiempo. Deja que te cure un poco, Katsuki.
Un elfo de cabello rubio largo, ojos dorados, mirada amable y lleno de compasión.
Aparte de su tío menor Hisui, el Líder de Gadia, llamado Hake Kaminari, fue lo más cercano que el cenizo tuvo a una figura paterna respetable. Aún si fue por un tiempo corto, siguió sus conocimientos y respeto sus lecciones, atesoro las cosas que le mostró y lamento su decisión final. Porque no tuvo la oportunidad de despedirse.
Denki acercó la flor hasta el mago, su sonrisa antes divertida y amistosa se volvió un poco más triste, aguanto un suspiro y dijo lo siguiente.
—Mí tatarabuelo Hake me dió esto, dijo que era un "castigo" para el niño que no se quedó en el bosque. Pero creo que es...lo último que podía dejarte —explicó con pena y tristeza —Creo que es un buen momento para dártelo. Su magia está casi por extinguirse debido al largo tiempo que ha pasado.
El cenizo lo pensó, lo pensó y lo pensó por varios minutos mientras el elfo de cabello rubio no decía nada, dejándole todo el peso de la decisión a él. Sabía bien lo que le causaría la flor, no era algo malo, pero tampoco algo bueno. De lo único que estaba seguro era que duraría un breve tiempo.
Imagino a Hake por un segundo, se imagino que él estaría feliz de verlo usar la flor, así que la tomo y dejo que una luz blanca envolviera su cuerpo, escucho al cuarto príncipe gritando algo y a el guardia imperial también pero se enfocó en la sensación de liviandad en su cuerpo, en la magia que fluía en vez de como una catarata todo poderosa se transformaba en un río natural y sereno, y por un segundo, los dolores y tormentos del pasado se fueron.
Hasta que cerro los ojos y sus pesadillas se los recordaron.
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