Capítulo 23

[Hoy es mi cumpleaños, así que traje actualizacion doble ❤️]

Manzanas. Té verde con mucha azúcar. Katsuki podía no decirlo, pero eran sus alimentos favoritos cuando necesitaba recuperarse de algo o se sentía agotado. E Izuku y Eijirou aprendieron eso en el tiempo que pasaron juntos. Mientras el primero lo abrazaba, el segundo fue en busca de manzanas en la oficina del amo de la Torre y con el fuego de su boca, calentó en una cacerola de metal un poco de agua para el té. En lo que el de ojos verdes lo abrazaba, le decía que todo estaba bien y que no tenía nada de lo cual preocuparse, el dragón pelo la manzana con delicadeza y la puso en un plato.

Para cuándo estuvo todo listo, el cenizo estaba tan avergonzado de sí mismo por haberse alterado tanto que no podía mirar a ninguno a los ojos en lo que comía y bebía un delicioso té en los sillones de la oficina.

— ¿Te sientes mejor, Kacchan? —cuestiono el de ojos verdes tranquilo, viendo al mago que estaba un poco ofuscado y le esquivaba la mirada —Kacchan, no te pongas mal por esto, ¿cuántas veces me has calmado a mí cuando la magia del bosque se descontrola?

—Es diferente, estúpido Deku —murmuro el mago —A mí nadie tiene porque consolarme.

— ¿Por qué no? —bufo el dragón —A todos les hace bien. Hasta los dragones buscan consuelo en las situaciones de más angustia, como cuando perdemos a un ser querido o nos sentimos perdidos. Es natural buscar ayuda.

El cenizo optó por no decir nada más, intentar hacerle entender a esos dos que el consuelo era innecesario para él sería inútil y una perdida de su energía. Se tomó su tiempo para beber el té y comer la manzana, en lo que los otros dos le miraban con paciencia, sin preguntarle nada y estando a su disposición. Le hizo sentirse más avergonzado todavía pero lo manejo mejor que antes y una vez acabo su comida, miro hacia el más bajo de los tres.

—Deku, ¿te sientes diferente o algo por el estilo? —quiso saber viendo hacia el de ojos verdes que hizo una ligera mueca de confusión —Estamos muy lejos del bosque, ¿la conexión ha disminuido?

—Pues no. Sigo sintiendo como si el bosque pudiera echar raíces dentro mío y hacerme regresar de cualquier manera. Pero es menos intenso, creo —se encogió de hombros el de ojos verdes —Me siento bien, Kacchan. Un poco abrumado porque halla tantas personas, solamente eso.

—Como un campesino que pisa por primera vez el reino —se burlo el pelirrojo ganándose una mirada enojada del más bajo y haciendo con eso que agregara más suavemente —Bueno, es una suerte lo del bosque, ¿no?

—Sí, pensé que Deku se pondría débil al estar lejos de su magia pero parece tener un buen estado de salud —se paró el mago y tocó la frente del más bajo con cuidado, midiendo sus niveles mágicos —Al borde de la locura como siempre. Sin mejoría alguna.

—No sé si estás aliviado por eso o más preocupado, Kacchan —tomó la mano del cenizo y le miro con atención —Estoy bien. Pareces ser tú el que tiene problemas, ¿hay alguna manera en la que podamos ayudarte?

—...No por ahora —suspiró el cenizo, golpeando la frente del castaño con suavidad y mirando hacia la ventana de la oficina —Arreglare mis asuntos por mi cuenta.

Midoriya abrió la boca para protestar pero Kirishima le puso una mano en el hombro para detenerlo y él miro al mago está vez, con una actitud calmada pero de acero.

—No te molestaremos por ahora, porque te sigues manteniendo de milagro en una pieza. Pero si te quiebras y te desmoronas, entonces no te dejaremos ir hasta que estés mejor —advirtió el dragón sus pupilas volviéndose más afiladas, en señal de que estaba siendo serio —Reconozco tu fuerza, eso es lo único que evita que te saque de aquí y te esconda junto con Izuku en el bosque de Yuei. Sin embargo, conoces el instinto de protección de los dragones, una vez alguien es "nuestro" no lo dejaremos sufrir.

Katsuki se quedó en silencio, en el pasado, Fuji le dijo algo similar. Una vez un dragón elegía lo "suyo" no lo soltaba hasta el final de su existencia, lo cuidaba incluso por toda la eternidad, fuera que estuviera presente o ya no eso que declaró suyo. Pensó que era lamentable que un ser milenario optará por objetos o personas que con el tiempo dejarían de existir, pero el dragón no parecía triste ni asustado cuando lo dijo. La expresión que tenía Fuji era muy similar a la de Eijirou, una que demostraba lealtad y cariño.

Fuji le dedicó esa expresión a Teka a la distancia, mientras la miraba de la mano de Yuki Hirose. Eijirou le dió esa mirada a él mientras tocaba el hombro de Izuku y hacia el esfuerzo de no parecer desesperado por abrazarlo contra su cuerpo, de sostenerlo cerca suyo.

Le hizo feliz ver eso y también, le dió deseos de golpear en la cabeza al necio dragón y al ciego chico pecoso que no sabía de los sentimientos del pelirrojo por él.

—Lo tendré en cuenta, Kirishima —prometió con honestidad y se dió la vuelta para ir hasta la puerta de la oficina —Saldré a hablar con Aizawa. Quédense quietos aquí y carajo, no rompan nada.

El castaño y el pelirrojo asintieron, el mago se fue y cerro la puerta tras su salida, se dirigió a las escaleras y bajo a los pisos de abajo, pensando que Aizawa no estaría lejos de la oficina. Habían pasado unas tres horas desde que se "estreso" —prefería calificarlo así que a ponerle que estuvo muy cerca de tener una crisis nerviosa mágica y hacer explotar toda la jodida Torre— en la oficina, tal vez el azabache hubiera ido a buscarles algo para almorzar y estaba en las cocinas. Pero extrañamente el ambiente estaba muy silencioso y decaído, por costumbre se puso de vuelta la capucha, pasando desapercibido entre los magos a su alrededor y logrando escuchar sus conversaciones.

—Tensei-san, ese gran muchacho, no me creo que fuera por el mal camino. Los Iida no crían niños de ese estilo.

—Pero lo separaron de sus padres cuando demostró su magia, ¿no? Básicamente creció en la corte con los demás, tal vez alguien le convenció de hacer dinero fácil con la magia oscura y él acepto.

—Cierto, cierto. Nunca se sabe para qué los Todoroki podrían usar a los magos de la corte. Quizás ellos mismos le pidieron que hiciera rituales para asesinar a Shoto Todoroki e inculpar a su hermano menor, Tenya.

— ¡Shhs, que no te escuchen idiota! ¿Quieres al Verdugo detrás de tu lengua chismosa?

—Mejor ni nos acercamos a los jardines. El amo de la Torre solo recibe a las personas más alteradas ahí.

Así que su majestad está aquí, ¿eh?

El cenizo había supuesto que Todoroki era cercano a ese guardia imperial suyo de apellido Iida, parecía más relajado con el alto chico cerca y se notaba que le importaba. Si algo malo le pasó al hermano mayor de ese chico, era de esperarse que el cuarto príncipe le acompañará a buscar respuestas. Se sintió aliviado de no tener que ir a buscar al bicolor al castillo para demostrarle que estaba bien y que podían seguir con el plan para llevar a cabo el ritual, pero no estaba del todo cómodo con verlo tan pronto. Estaba seguro que tendría sus preguntas —las cuales no querría responder— y dudas acerca de él al descubrir su parecido con los Bakugou.

Sin embargo, había aprendido que evitar los problemas nunca era una solución. Mejor era enfrentarlo de frente, con la cabeza en alto y con la idea de salir ganando siempre.

O, mínimamente, con la intención de no morirse.

El mago se movió hacia los jardines interiores de la Torre sin problemas, Aizawa los diseño para aislar el sonido una vez se entraba y para que solo pasarán aquellos que autorizaba. Debido a que la barrera no fue difícil de mover, entro fácilmente y se metió hacia la zona donde recordaba que estaban una mesa de cristal y un par de sillas. No obstante, antes de llegar ahí, se encontró con Ritsu parado cerca de unos arbusto y observando las flores.

El niño pareció haber presentido su presencia antes porque solo sonrió e hizo una formal reverencia.

—Katsuki-niisan, me alegra verte —sonrió el pequeño niño — ¿El dragón de la otra noche era tu amigo, no? Es imposible que un simple dragón halla podido secuestrar a Katsuki-niisan.

—Se podría decir que sí —contestó el mago, poniendo una mano en la cabeza del niño y acariciando su sedoso cabello — ¿Dónde están los demás?

—El amo de la Torre les está explicando a Tenya y al cuarto príncipe acerca de las investigaciones de Tensei, las partes que compartió con él —dijo el niño —Como era algo "muy serio para un menor" me dijeron que esperara aquí. Deben estar por allá, Katsuki-niisan.

—De acuerdo, iré a verlos —suspiró el mago imaginando esa reunión pero antes de eso, el niño le agarro de la manga y le miro con preocupación — ¿Qué sucede?

—Katsuki-niisan...si volviste por una razón y esa razón requiere que te sacrifiquen otra vez, deberías irte —bajo la cabeza el menor —No importa si Tensei nunca vuelve a abrir los ojos. Prefiero que Katsuki-niisan siga siendo libre.

—Tensei...el heredero mayor de los Iida —asoció el cenizo sin problemas, comprendido lo que preocupaba y angustiaba a la espada —No sé porqué volví en primer lugar, Ingenium. Si lo supiera, no me habría puesto loco cuando abrí los ojos y me halle en el bosque. Si tengo una razón, me sentiría un poco feliz.

Porque sin una razón no tengo deseos de vivir.

Ritsu susurro algo parecido a "se puede vivir sin una razón" pero fue tan bajito que no llego a los oídos del mago que, cuando la espada le soltó, se metió en los jardines y llegó hasta la zona donde estaba la mesa de vidrio y las sillas de color negro que recordaba. Los tres integrantes en la mesa hablaban mientras señalaban distintos bosquejos en la mesa y compartían sus opiniones al respecto.

Katsuki no quería escuchar nada que no tuviera que escuchar, así que hizo sus pisadas más fuertes y sonoras para que los tres le prestarán atención. Los tres se giraron, Aizawa posiblemente pensando que era un mago común estuvo a punto de reprender su interrupción pero al verlo se calló y se movió para ver a Todoroki e Iida. El primero tenía una expresión inexpresiva, mientras que el segundo se puso nervioso e incómodo.

El mago se quitó la capucha, dejando a la vista su rostro, ya que era inútil ocultarlo con el bicolor. Espero su reacción pero todo lo que hizo fue mirar de manera acusante al amo de la Torre de Yuei.

—Sabía que al amo de la Torre no le agradaba la idea de que cortejara a uno de sus magos pero no esperaba que me ocultara descaradamente que mi prometido se encontraba bajo su cuidado —acusó el cuarto príncipe — ¿Por qué no nos había dicho que Katsuki estaba aquí? Un dragón...

—El dragón es un conocido mío —interrumpió el cenizo el innecesario discurso infantil del cuarto príncipe —No me hizo daño y si causó mucha destrucción al palacio, ahorraré dinero y lo pagaré. Lo mismo haré por el chico que destrozó todo con sus plantas y árboles. No metas a Aizawa en esto, Shoto. Él no hizo nada. Yo vine aquí por mi cuenta.

El amo de la Torre pareció querer decir algo en protesta pero una mirada afiliada del mago basto para que se mantuviera en silencio y esperará la respuesta del cuarto príncipe, el cuál se quedó viendo fijamente a la persona delante suyo, analizando una vez más sus rasgos. El cabello cenizo en punta, los ojos rojos penetrantes e intimidantes, la barbilla afiliada y altiva, la piel blanca, era tan parecido a Mitsuki Bakugou que sería mentira decir que no sentía un escalofrío en su columna y se veía tan joven —o cómo de su edad— que le aterraba un poco el nivel de magia que tenía.

Los Bakugou siempre habían sido especiales por su magia. Nadie aparte de ellos podía tratar con las criaturas mágicas o lidiar con ciertos desastres mágicos que ocurrían cada tanto dentro de Yuei. Por eso todos los Todoroki mantenían las formas con la familia Bakugou, el respeto, la cordialidad, las reglas, no querían separarse de su lado y perderlos como aliados o tenerlos como enemigos. No podían hacerles nada, no había manera de herirlos o dominarlos cómo a los demás nobles. Ciertamente, si los Bakugou alguna vez hubieran querido tomar el control de Yuei, contaban con toda la capacidad y recursos para hacerlo. Por eso, siempre resultaba extraño su conformidad con gobernar las zonas fronterizas y su escasa intervención política hasta la sucesión de reyes.

— ¿Podrías dejar de mirarme como si estuvieras viendo al bicho más raro del planeta? —gruño el de ojos rojos —Es grosero, idiota.

—Quiero que hablemos a solas —demandó el bicolor, desviando la mirada hacia el azabache y preguntando, por pura formalidad pero en un tono de orden — ¿Sería el amo de la Torre tan amable de dejarnos usar su jardín para una conversación privada entre mi prometido y yo?

—Shoto, no creo que sea buena idea —murmuró el guardia imperial a su amigo —A la princesa y su majestad no les gustará esto, ¡la matriarca de los Bakugou te amenazó con que te mantuvieras lejos de él!

—Lo recuerdo bien, Tenya —se llevo una mano en el cuello, frotando la pequeña marca que el Lazo Familiar le dejo y luego, miro con calma hacia su preocupado amigo —Estoy seguro que la señora Mitsuki no me amenazó en vano pero creo que si es Katsuki quien acepta el tratar conmigo, ella no podrá oponerse. Ve con Aizawa a seguir hablando de la investigación de Tensei-san, si pasa algo te llamaré.

Iida termino cediendo al ver que no habría manera de que el cuarto príncipe diera el brazo a torcer, se retiró junto con el amo de la Torre, dándole una mirada de preocupación al bicolor al dejarlo con el mago en la pequeña capilla usada para tomar el té y perdiéndose por el jardín para seguir hablando con Aizawa sobre lo que le pudo haber pasado a su hermano mayor.

Cuando se quedaron solos, el principe rodeo la mesa, acercándose hasta el mago que, sintiendo una extraña sensación en el estómago con la mirada fría del joven encima suyo fue retrocediendo y acabo apoyándose contra una de las columnas que servían para armar ese pequeño espacio de privacidad dentro del jardín, su espalda golpeó el concreto y el más alto apoyo las dos manos a los costados de su cuerpo, cerrando sus oportunidades de escape.

Katsuki se sintió horriblemente acorralado, observado e incómodo, empujó al más alto por el estómago pero, físicamente, su cuerpo era más fuerte y se sostuvo en su lugar, haciendo que incluso le fuera posible oler su aroma a pasto. Estuvo intentando empujarlo un poco más, hasta que escucho una pequeña risa y al levantar la cabeza, vio en el rostro de Shoto una discreta sonrisa, llena de cierta burla y satisfacción.

—Eres posiblemente la persona más poderosa de Yuei. Podrías tirarme contra la otra columna con un solo empujón de magia y lo haces solamente con los brazos —dijo en voz baja, ya que el mago estaba lo bastante cerca como para que fuera innecesario el hablar más alto —Me causas bastante curiosidad, Katsuki. Haces lo contrario a lo que creo que deberías hacer.

— ¡Apártate si no quieres que cumpla con tus expectativas! —amenazó el cenizo — ¡Hablo en serio...!

—Eres lindo —lo detuvo el cuarto príncipe viendo como el rostro del mago se puso intensamente rojo y ocasionando que eso acelerará su corazón y desgraciadamente, su lengua honesta —Me corrijo. Eres muy lindo.

Todoroki debió suponer que estaba jugando con fuego cuando, finalmente, el mago lo empujó con magia hacia atrás e hizo que se cayera al suelo y después le pateó, sin mucha fuerza, la pierna derecha. Sin la capucha puesta, su expresión avergonzada era cautivadora, además de sus pucheros y maldiciones en lo que iba a sentarse en la mesa y se ponía a leer una de las páginas sobre ella. Se tomó unos cinco segundos para recuperarse —le dolía el trasero y su dignidad— y se puso de pie, sentándose en la mesa frente al mago.

De alguna extraña manera, se sentía de muy buen humor y satisfecho, aún si se llevó un buen golpe en su osadía.

—Katsuki, quiero que sigamos manteniendo el mismo trato de antes. Yo no pregunto por tu vida, porqué eres idéntico a Mitsuki Bakugou o el dragón y el joven que atacaron el castillo, me sigues ayudando con el ritual y ya está —propuso el cuarto príncipe —No quiero presionarte más, ni causarte más problemas innecesarios. Que me ayudarás tanto hasta ahora ya es, francamente, bastante.

—Venía decirte lo mismo —dijo el cenizo bajando una de las hojas que acababa de leer y agregando con el ceño fruncido —Me alegra que tengas las neuronas suficientes para entender lo que te conviene, Shoto.

—Más bien, no me gusta abusar de lo que ya se me dio —suspiro el bicolor pese a que sí sentía muchísima curiosidad por el cenizo, sabía guardarse sus comentarios y hacer sus propias teorías para sí mismo, podía descubrir que tanto le ocultaba a medida que pasaran más tiempo juntos —Pero, ya que estás aquí, ¿podrías darme tu opinión sobre esto? Ha habido un incidente de preocupación y aparte del amo de la Torre, no creo que halla nadie más inteligente que tú para evaluar estos registros.

— ¿Piensas con que halagos conseguirás que haga lo que me pidas? —bufo el mago pero agarro las hojas y se puso a leer —Dame un minuto.

Más bien, empiezo a creer que aún con todo el malhumor que muestras, no te molesta nada ayudar y hacer lo que te piden si es por una buena causa.

Era interesante poder descubrir tanto de una persona aún estando en su presencia tan pocas veces. No quería decir que Todoroki empezará a comprender más al mago sentado en la mesa, le seguía pareciendo un misterio lleno de interrogantes que no sabía si llegaría a descubrir o no. Pero ahora le parecía que estaban un poco más en sintonía, al menos, los dos sabían bien qué buscaban del otro y que provecho podían sacar de esa relación.

Estando aburrido —ya había leído esos documentos, registros y notas y seguia sin entender la letra de Tensei o los gráficos que diseño con tanto esmero— se puso a observar las expresiones del cenizo al leer. Su ceño se fruncia levemente en ocasiones y en otras murmuraba "que letra de mierda", elevaba las comisuras de los labios hacia arriba cuando miraba un gráfico y apretaba ligeramente las hojas cuando parecía no lograr entender algún término. Su parecido con Mitsuki le seguía siendo inquietante pero, a diferencia de ella, el aura que transmitía el cenizo se sentía más salvaje y mortífera, como si se tratara de una especie de animal herido que no dudaría en atacar al verse acorralado. Pero que también no lo haría hasta ser su última opción.

Le recordó a un viejo cuento que Natsuo le contó el tiempo que estuvo "enfermo" —es decir, cuando volvió a Yuei después de la muerte de su madre y la magia del ritual empezó a afectarle su sistema inmunológico— sin poder salir de su habitación en el palacio. Se llamaba "El Dragón de la Montaña Roja", trataba sobre una niña llamada Mary que se perdió en medio del bosque y que, de alguna manera, pensó que podría volver a casa subiendo por la montaña y encontrando desde las alturas el camino de vuelta. En vez de eso, Mary encontró a un dragón herido dentro de la cueva al final de esa montaña, se asusto y espanto, haciendo que el dragón la viera y se acercará a ella. Todo el cuento apuntaba a que Mary sería devorada por el dragón debido a que no obedeció a sus padres y no volvió a casa, sino que se quedó jugando en el bosque hasta muy tarde ocasionando que con la oscuridad de la noche no pudiera encontrar el camino de regreso. Sin embargo, contrario a lo que se esperaba, el dragón herido tomó a Mary con su gigante boca y salió volando de la cueva, después la bajo en la aldea donde estaban sus padres y ella pudo volver a casa.

Shoto se recuerda a sí mismo preguntándole a su hermano porque el dragón ayudo a Mary en vez de a sí mismo, porque no pensó en sus heridas y en cuidarse, si no en el bien de una niña que apenas conocía. Natsuo le respondió que el dragón pensó que valía más la pena ayudar a Mary que a sí mismo y que si bien pudo haberle hecho algo malo, ¿por qué lo haría? ¿por qué esa era su naturaleza? La niña solamente se asusto de él, de su forma gigante, de su aterradora fuerza, pero no hizo más que eso. Y el dragón la ayudo porque era bueno. Solo eso.

Los cuentos de Natsuo siempre eran así. Simples, sin que tuviera que pensar mucho en los matices grises que podían tener las trampas de las historias. A él le siguieron gustando más los cuentos de Rei, pero no tuvo el valor de mencionarlo a su hermano mayor que se esmeraba tanto por sacarle alguna sonrisa.

Recordaba esos días con cierto cariño gracias a Natsuo y ahora lo hacían reflexionar sobre otras cuestiones.

Katsuki debía ser bueno también. El que fuera un Bakugou le hacía sentirse traicionado todavía, porque sentía que era algo que debió haberle dicho al ser él un Todoroki. Lo estaba ayudando sin tener nada que ganar en el medio, hacia cosas que parecían incomodarle y aún con su actitud, no lo abandonó. No tenía razones verdaderas para desconfiar de él.

Pero, una parte suya, empezaba a sentirse molesta por no poder buscar una manera de que le explicará alguna de las tantas cosas que quería saber de él.

—Menudo rollo tenía este chico en su investigación. Parecen todas notas al alzar —dijo el cenizo captando la atención del cuarto príncipe que se perdió en sus pensamientos — ¿No tienen nada más concreto? ¿Una libreta o diario?

—Es lo que había entre sus pertenencias y el amo de la Torre no tenía mucho que agregar acerca de la investigación que estaba haciendo —explicó el más alto —Tensei-san estaba interesado en los origines de la magia del Reino de los Espejos y los distintos artefactos que han creado a lo largo del tiempo. También es historiador, así que quería registrar los sucesos del Gran Tsunami de Oriente.

El cenizo hizo una mueca y tamborilleo con sus dedos la mesa de cristal, se mordió los labios y al final, soltó en un tono bajito y disgustado.

— ¿Qué mierda es eso?

Todoroki se mostró un poco confundido, hasta que noto que el mago le estaba preguntando por el Gran Tsunami de Oriente, un evento climático mágico que acabo con las Tierras Lejanas que habitaban los bárbaros, llevándose todo ese terreno al fondo del mar y haciendo que todas esas personas emigraran al Reino de los Espejos, el lugar más cercano a su ubicación y empezarán a invadir para tener un espacio donde vivir. Fue un evento mundialmente conocido, ya que ocasionó un par de terremotos aquí y allá en Yuei, aparte de un invierno muy extraño en un par de tierras que eran desiertas. Le pareció desconcertante que el mago no lo conociera, pero aún así, le explico los pormenores y los detalles generales —que debían ser lo que le importaban— de ese suceso histórico.

—Paso hace unos diez años aproximadamente. El océano del lado de Oriente se levantó en una enorme ola que arrasó con lo conocido como las Tierras Lejanas dónde vivían los bárbaros. Ellos idearon unos barcos enormes unos meses antes, sabiendo lo que se acercaba e intentaron abandonar cuánto antes su hogar. Sin embargo, cientos de ellos murieron —relató el bicolor —Luego de eso, en sus barcos llegaron al Reino de los Espejos y aunque en un inicio estaban en paz, a los bárbaros no les gustaba vivir bajo la dinastía de los Sagrados. En una noche, masacraron a los líderes y tomaron la ciudad principal.

Los Sagrados eran los elegidos para gobernar entre quinientas familias, solían ser líderes justos y austeros. Los últimos líderes fueron los padres de Yaoyorazou Momo y según los rituales de los monjes, ella sería la siguiente Sagrada en ser líder, por eso la llamaban la princesa de la última dinastía, en caso de que cuando ella terminará, el apellido cambiara con su hijo o hija debido al matrimonio. Sin embargo, como ocurrió la masacre de la dinastía y de las familias elegibles, Momo se convirtió realmente en la Última Princesa del Reino de los Espejos. Antes de llegar a Yuei, los monjes y todos los demás la protegieron con mucho ahínco, siendo prisioneros y esclavos ocultaron el linaje de la azabache para evitar que los bárbaros la usarán contra el pueblo —el cual era bastante patriota y si veían a su querida princesa golpeada, humillada y violada por los bárbaros, eso haría que sus ánimos para pelear se borrarán y rogaran por la libertad de su princesa— en su momento más vulnerable. Y apenas Enji llegó para pacificar las cosas —o sea, tomar la guerra en sus manos— le pidieron que se la llevará a ella y a casi todos ellos a Yuei.

Desde entonces, se les confiscó en el Templo de la Sabiduría como "propiedad humana" de la familia real y aunque Momo tenía su título, creía que era un insulto usarlo siendo esclava con una ropa más bonita en Yuei, así que prefería ser conocida como una joven erudita común del Templo. La mayoría sabía de su estatus, pero pocos lo usaban a no ser que ella lo permitiera.

La primera vez que Todoroki lo uso, ella le miro con sus grandes ojos negros y le dijo que no volvería a hacerlo, en un tono de voz que era tan sombrio y aterrador que no daba lugar a réplicas.

—Tensei-san quería investigar acerca de ese evento y lo que ocurrió a raíz de eso en el Reino de los Espejos. Además de conocer ciertos artefactos mágicos que son muy comunes ahí pero raros para todos los demás  —continuó hablando el más alto —No sabemos cómo se pudo haberse visto involucrado con los Magos de la Luna.

—Humm, si era un Iida alguien debió obligarlo o amenazarlo de alguna manera. O otra forma poco posible, que es un Mago de la Luna que halla llevado a cabo los rituales de apropiación del alma —hizo una mueca el cenizo —Lo cual es una mierda. Cuesta mucha energía mágica y que llegara a Yuei todavía poseído debería ser imposible.

—El amo de la Torre nos dijo lo mismo. De momento, no sabemos cómo proceder. No es una opción ir al Reino de los Espejos a investigar directamente —comentó el bicolor —Le envié una carta a mi hermano mayor para que averigüe lo que pueda y nos lo cuente a su regreso.

—Hasta entonces, nada —gruño el de ojos rojos volviendo a ver los gráficos en los papeles —Era un chico listo.

Es un hombre inteligente —le corrigió el cuarto príncipe —No hables de Tensei-san en tiempo pasado.

Katsuki asintió aburrido con la cabeza para después ponerse de pie y mirar al bicolor de brazos cruzados.

— ¿Cuando podemos casarnos y hacer ese ritual de mierda? —cuestiono directamente —No puedo estar eternamente a tu disposición, maldita sea. Tengo también mis propios asuntos.

—Lo supongo. Asuntos familiares —hizo enfasis en esa palabra pero el mago no movió ni un solo músculo de su rostro —Bien, en una semana creo que puedo planificar algo para que vayamos a el Valle de Hielo a hacer la ceremonia ahí. No te ofendas, pero a mí padre y hermana no les causó gracia que me consagrará con un Bakugou. Tampoco a la señora Mitsuki le causó mucha diversión.

—...Te hizo daño, ¿no? —preguntó el cenizo, acercándose al bicolor y notando ciertas marcas en su cuello que antes no había visto — ¿Te ahorcó?

—No, la señora Mitsuki es muy elegante para eso —bromeó el cuarto príncipe sin humor —Uso el Lazo Familiar de los Bakugou.

El cenizo hizo una mínima expresión de dolor que el bicolor considero empática y sintió su mano derecha apoyándose en su hombro, para después deslizarse hasta su cuello, sus dedos callosos rozando la piel hinchada por el moretón que le dejo el Lazo Familiar y murmurando algo de manera muy suave, causando un leve escalofrío en su cuerpo. En un momento, la incomodidad y el escaso dolor que sentía en esa zona se esfumaron y no necesito un espejo para saber que el mago curo su herida.

Antes que el de ojos rojos lo soltará, el más alto sostuvo su mano y le miro, tenía una expresión tranquila sin el ceño fruncido pero a la vez sorprendida. Si le dolía el contacto helado contra su piel, no lo expresó, en cambio, se quedó quieto e inclino la cabeza, intentando descifrar porqué le estaba tocando.

A Shoto también le hubiera gustado tener una respuesta para eso. No le gustaba tocar a otros desde que su cuerpo les hacía daño. Sus hermanos mayores lo abrazaban a costa de las quemaduras de hielo. Su padre también. Tenya lo abrazaba cuando lo necesitaba. Ellos le aseguraban que no les importaba el dolor, lo mismo que él le dijo tantas veces a Rei y que ella jamás comprendió.

No importaba el dolor cuando amaba a la otra persona y comprendía su sufrimiento. Y aunque él no tenía esa relación con el mago, aún cuando sabía que su frío podía lastimarlo, empezó a presentir que Katsuki no tenía miedo a ese dolor porque ya había sufrido demasiado y no quedaba nada dentro suyo que él pudiera romper.

Katsuki estaba acostumbrado al sufrimiento.

El bicolor elevó la comisura de los labios en una pequeña sonrisa y bajo la mano, el mago no hizo ningún comentario de porqué le tocó y se fue por el jardín, diciendo que venga a buscarlo al finalizar la semana para irse al Valle de Hielo. Unos cortos minutos después, Iida llegó preocupado para ver cómo estaba.

—Que seamos un Bakugou y un Todoroki no quiere decir que nos tengamos que matar cada vez que nos veamos. Nuestras familias no tienen ese tipo de enemistad —bufo el cuarto príncipe al ver la expresión de angustia en su amigo —Aparte de que Katsuki de por sí parece ser bastante peculiar.

—Él debe opinar lo mismo de ti —suspiró el de lentes y tomó asiento en la mesa — ¿De qué hablaron?

—De la ceremonia de matrimonio —contestó el bicolor y el guardia imperial abrió los ojos como platos — ¿Qué?

— ¡La señora Mitsuki te dijo que te mantuvieras lejos de él! ¡¿Aún así piensas casarte con él?!

Shoto mantuvo una expresión inexpresiva —aunque por dentro le daba mucha risa la manera en que su siempre rígido amigo estaba perdiendo por completo la calma— en lo que decía con toda seriedad.

—Nunca me plantee lo contrario.

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