Capítulo 22

Lo primero que escucho fue "quiero". Un sonido sin significado, una palabra desconocida, dicha con malicia y locura. Al "quiero" le siguió un "poder" y a eso le siguieron otras cosas, no podía recordar todas, solo un par de ellas.

Quiero poder. Quiero destrucción. Quiero fuerza. Quiero caos. Quiero muerte.

Quiero, quiero, quiero. Maldad, locura, sangre.

Lo primero que sintió fue algo frío, después algo rozando su piel y por último otro sonido, uno suave y distinto.

— ¿Estás bien? ¿Puedes pararte?

El sonido no tenía sentido pero de alguna manera entendió, pudo hacer lo que se le dijo, pudo...¿moverse? ¿arrastrarse? Era extraño. Algo caía de ella, algo se arrastraba y sentía un olor familiar, pero no sabía de dónde veía. Vio a alguien delante, una figura alta, mirándola.

¿Mirándola? ¿Mirar qué? ¿Qué podía mirar?

— ¿Estás bien?

Algo se movió, algo que era suyo pero que no podía comprender porqué era suyo. Se espanto y un sonido salió de eso, un sonido que nunca antes escucho, agudo e irritante. La figura le vio con pena, se acercó y...¿la toco?

¿Cómo podía tocarla?

—Pobre, debes estar aterrada, ¿no? Tranquila, copia lo que hago. Mírame y cópiame.

Obedeció. Vio lo que hacia y lo imitó, el movimiento, la postura. Entonces, noto que la figura era parecida a ella, pero en grande y diferente. Y todavía si estaba "aterrada" cómo dijo, se sintió mejor, aunque no podía comprender que era eso. Algo diferente al terror supuso.

La figura siguió tocando y hablando, diciéndole qué era cada cosa que tocaba. Piernas, brazos, cara, estómago, pecho, hombros, pies, dedos. Los lugares que tocaba los apretaba para que sintiera que eran suyos pero seguía siendo raro, ¿qué era esa sensación tan extraña? No lo sabia. Se quedó quieta, las manos abrazando sus rodillas, la piernas pegadas a su estómago.

Sintió frío. Mucho frío. La figura la cubrió con algo y se alejó un poco para revisar, había lo que dijo en el suelo, piernas, brazos, cabezas, dedos, por todos lados. Pero no eran suyos. Y el suelo, estaba cubierto de algo del color de los ojos de la figura. Era desagradable, hizo que lo que llamó su estómago se pusiera mal y quisiera hundirse en la tierra.

Ella pertenecía a la tierra y quería volver a ella. Quería pero sus dedos se hundían en la tierra pero seguían siendo dedos, no tierra. Y algo le dijo que no podía volver. Sus ojos hicieron algo raro y su boca volvió a hacer un sonido agudo que fue aumentando y asustando a la figura que corrió a verla. Se inclino en el suelo, mirándola y buscando algo que ella no notaba.

—Bien, bien, supongo que es normal, ¿qué bebé no llora al nacer? —dijo la figura acunandola contra su pecho —Shhs, tranquila, estarás bien. Te cuidare. Llora todo lo que quieras, llora tranquila, te cuidare bien. Deja que las lágrimas salgan hasta que te sientas mejor.

¿Lágrimas? ¿Así se llamaba a eso que salía de sus ojos? Saberlo fue un alivio, porque la hizo creer que estaba bien si no molestaba a la figura que lo hiciera. Dejo a las lágrimas salir hasta que sus ojos se cerraron y la figura la levanto del suelo cuando se canso, sus piernas se sintieron débiles pero no se cayó.

—Me llamo Kazuma Bakugou. Esto será extraño pero te conozco, hace mucho tiempo mi ancestro te puso "Mori" —dijo la figura —Pero no eres Mori, si no algo que estás personas le sacaron y se podría decir que salió fatalmente mal. Llamarte Mori sería descortés ya que eres tu propia persona, ¿hay algún nombre qué quieras?

¿Nombre? ¿Qué era eso? No lo sabía, no lo sabía pero algo atrapó su atención e hizo que mirara hacia el cielo, un ave de plumaje verde se mostraba en medio de la oscuridad, volando en círculos y luego, yéndose lejos de su visión.

Con solo eso, su boca se abrió para soltar algo más que un ruido agudo y lastimero.

In...ko...—apretó los labios, haciendo un gran esfuerzo por volver a ver lo que estaba en el cielo tan lejos —Mido...riya. Inko...Midoriya. Mi nombre.

— ¿Inko Midoriya? ¿Periquito verde? —tradujo la figura —Es lindo, bien. Me gusta, Inko-chan.

Inko bajo la cabeza, viendo que Kazuma Bakugou le extendía la mano, ignorando la sangre en su cuerpo, sus dedos y uñas que coincidían con las heridas de los hombres y mujeres muertos en el bosque. Él siempre supo que ella asesinó brutalmente a todos ellos cuando la "obligaron" nacer pero, de todos modos, la considero inocente y buena.

Porque aún si era un contenedor de la magia del bosque, una criatura salvaje, maligna y conciente de sí misma como Mori,  se negaba a dejarla sola.

—Vamos a casa, Inko-chan.

— ¿Katsuki-kun...? ¡Katsuki-kun, eres tú!

Katsuki debió suponer que entrar por la puerta principal de la Torre no era la mejor idea posible pero, llegando a cierto punto, su paciencia y tolerancia habían pasado los límites. Ya casi, aparte de Eijirou e Izuku, le daba igual todo. Incluso que Ochako le abrazará y los demás magos susurraran a su alrededor le era indiferente, no quería escucharlos. No quería saber nada de ellos.

Quería hacer lo que tenía que hacer. Enfocarse en eso siempre había sido simple, su manera de vivir, su manera de sobrevivir. Lo había olvidado por bastante tiempo. Debía recordarlo.

El mago colocó las manos en los hombros de la castaña para empujarla, después delante de todos se quitó la capucha, dejando a la vista su cabello cenizo y ojos rubí, los murmullos no tardaron en aparecer.

—Oh, santos dioses, es idéntico a la matriarca de los Bakugou.

— ¡Eso explica todo! ¡Los Bakugou pudieron domar a el dios del tiempo, su magia está fuera de los límites de todos nosotros!

—Pero, ¿qué hacía aquí? Si es hijo de Mitsuki-sama, ¿por qué vendría a la Torre?

El dragón chasqueo la lengua molesto al ver a todos los magos susurrando sobre el cenizo y se acercó hasta él, cubriendo su espalda, dedicándole una mirada feroz a todos para que se alejaran. El más bajo, todavía disfrazado con el cabello castaño y los ojos de un verde más claro, le copio sus acciones, poniéndose junto al mago. Mientras ellos hacían eso, la maga se quedaba viendo la imagen de su compañero.

La castaña tenía origines humildes, vivió toda su vida en una aldea pequeña con sus padres, atendiendo una tienda de pociones hechas a base de plantas medicinales. Sus remedios eran muy efectivos y cuando se probó que se debía a su potencial mágico, sus padres insistieron con que fuera a la Torre de Yuei. Que Aizawa la tomará como su pupila se debió más a la necesidad de la castaña por no dejar a sus padres sin sustento —a cambio de irse de su aldea, el amo de la Torre no dejaría desamparados a sus padres ya que ella no podría hacer las pociones— que porque estuviera interesada en estudiar. Cuando llegó a Yuei, su maestro se esforzó más en enseñarle sobre magia que historia y cultura, tenía conceptos básicos de muchas cosas, pero los Bakugou y el Dios Chronos eran temas que sí le interesaron e investigó por su cuenta.

Los Bakugou de la línea principal, es decir, los herederos de la magia llamada dominante, tenían cabello cenizo o rubio, junto con ojos del color de la sangre. Su nivel mágico sobrepasaba con creces a los magos normales e incluso a algunas criaturas mágicas, como los dragones. Por esa razón la familia Bakugou era tan respetada, y en parte, temida. Según las leyendas, los primeros Bakugou de la línea principal llamaron a un dios a la tierra que los ayudará a luchar contra los demonios, lo ataron y encadenaron, hicieron que el dios les jurara lealtad y cuando dejo de serles útil, lo sellaron en las montañas de las zonas fronterizas.

Viendo los ojos rojos de Katsuki delante de ella, la castaña tuvo una enorme sensación de tristeza, de un dolor profundo que no sabía de dónde venía y que hicieron que, de manera impulsiva, volviera a ponerle al cenizo la capucha en la cabeza para que nadie pudiera verlo.

Él la miro un poco confundido.

—Eres más guapo de lo que pensé, Katsuki-kun —sonrió con facilidad la de ojos chocolate —Debe ser incómodo tener a todos estos envidiosos mirándote, ¿no?—se dió la vuelta y miro con enojo a los magos que se quedaron rígidos en el medio de los pasillos — ¿Qué miran? ¡Vuelvan por dónde vinieron o le diré a Aizawa-sensei que estaban flojeando!

Ante la amenaza —una que era muy difícil que la castaña cumpliera— los magos se fueron retirando del pasillo y volviendo cada uno a sus asuntos.

El pelirrojo se apoyo en el hombro del mago y sonrió a la castaña de manera amistosa.

—Me agradas, pequeña humana —declaró el dragón —Me llamo Kirishima Eijirou.

—Gracias por su ayuda —inclinó la cabeza el más bajo del grupo con timidez —Soy Izuku Midoriya.

—Ochako Uraraka, ¡encantada de conocerlos! Nunca imaginé que Katsuki-kun tendría amigos —se rió la castaña y antes de que el cenizo dijera algo, le pregunto — ¿Te llevo con Aizawa-sensei? Está en su oficina ahora. Supongo que buscás hablar con él, ¿no?

Debido a que mantener el hechizo que hacia borroso su rostro era inútil, el cenizo dejo que la femenina viera claramente su expresión de fastidio y el ligero asentimiento que dió en respuesta a sus acertadas suposiciones. La maga no pregunto nada más aparte de eso, estaba enterada del ataque que sufrió y su posición como prometido de Todoroki Shoto, pero la Torre no le debía lealtad a la familia real, así que nadie iba a reportar su presencia en la Torre a no ser que el cenizo estuviera de acuerdo. Gracias a su estatus de pupila, solamente ella podía llevar a los tres hasta la oficina del amo de la Torre, ya que se consideraba un lugar privado que únicamente podía ser interrumpido por las personas cercanas.

Katsuki nunca había estado en esa oficina, ni sabía que quedaba en el piso más alto de la maldita Torre y que tendría que subir tantas escaleras. Es increíble que con toda la magia del mundo a ningún amo de la Torre se le hubiera ocurrido todavía un hechizo que hiciera más corto ese trayecto. Llegar finalmente a la oficina de Shota fue un alivio, aunque lo que le esperaría adentro no.

Uraraka se adelantó y tocó la puerta.

— ¡Aizawa-sensei, Katsuki-kun ha venido y trae a unos cuantos amigos con él! —avisó la de ojos chocolate a través de la pesada puerta de madera — ¡Lo dejaré aquí para que hable con usted!

Después de hacer eso, se dió la vuelta y se despidió de los muchachos, no creía que ninguno lo quisiera involucrada en ese momento. Justo cuando desapareció bajando las escaleras, la puerta se abrió por sí misma, revelando la figura lúgubre del amo de la Torre, que dando una mirada sería a sus invitados, los dejo pasar y luego cerro la puerta.

Midoriya se sentía muy nervioso y aterrado en la oficina, pero también curioso por la enorme cantidad de libros en las paredes, dibujos de paisajes que nunca vio y los pájaros de colores que andaban sueltos por el lugar, junto con unos gatos de colores negros que dormían en las vigas de madera del alto techo. Por otra parte, Kirishima no tenía mucho interés en los magos ni en las cosas que hacían, únicamente el cenizo despertaba su interés por su fuerza e historia, los demás le daban lo mismo, él se fue cómodamente a sentar en un mullido sofá de cuero negro y se puso a rascar a uno de esos gatos que se subió a su regazo.

El cenizo se quedó de pie en el centro de la oficina, delante de Aizawa volvió a bajarse la capucha y por la nula reacción del hombre a su apariencia, solo pudo cruzarse de brazos y esforzarse por no enloquecer.

— ¿Desde el inicio lo sabía? —exigió saber, usando cada parte de su ser para no explotar la oficina y salir corriendo.

—Muy pocas personas pueden dejar al borde de la muerte a un dragón, Katsuki —inclinó la cabeza hacia el pelirrojo de dientes puntiagudos sentado en su sillón favorito, acariciando tranquilamente a un gato y comiendo uvas —No lo sabía con certeza, pero sí tenía mis teorías. Después, con el tiempo, empecé a sospecharlo más y ahora lo tengo confirmado. Hace una hora, Mitsuki Bakugou estuvo aquí, preguntando por ti.

Un frasco de vidrio explotó, provocando un grito de miedo en el castaño que estaba mirando un libro y una mirada de preocupación en el dragón. La explosión no lastimo a nadie, pero se sintió como una advertencia.

El azabache levantó las manos, como si quisiera hacerle ver al muchacho delante de él que no tenía la más remota intención de causarle daño. Pero por la expresión de pánico y angustia que tenía el cenizo, hacia difícil creer que lo estuviera comprendiendo.

— ¿Por qué me ayudaste entonces? ¿Por qué dejaste que estuviera aquí? ¿Por qué dejas a Uraraka hablar conmigo? ¿Por qué insistes en que hablé con otras personas? —comenzó a preguntar el cenizo envuelto en una maraña de sentimientos que hacian a su corazón doler — ¡¿Por qué mierda no me hiciste un lado e ignoraste?! ¡¿Acaso no sabes todo lo que he hecho?! ¡¿Qué mierda te hace pensar que soy alguien digno de ayuda, eh?!

— ¡Kacchan!

Fue un movimiento rápido, un movimiento medido y desesperado, un pedazo del vidrio roto se lanzó hasta el castaño, rozando su cara y haciendo que sangrara, provocando que el cenizo sintiera como si lo hubieran empujado a un río de agua helada.

Ah, otra vez, volvía a lastimar a alguien, ¿era para lo único que servía su poder? ¿para lastimar? ¿para matar? ¿para destruir?

Se sentía perdido, el agua fría recorría su cuerpo pero entonces sintió a alguien tocando su rostro y tuvo unos ojos verdes viéndole, el castaño parecía todavía asustado, pero no por su magia, si no por la reacción que tuvo. Y el dragón se había puesto de pie también, apoyándose detrás suyo, dejando que su peso fuera sostenido.

Ah, su debilidad siempre fueron personas como ellos. Personas amables. Personas inocentes. Porque le recordaban lo horrible que era y porqué era así, le traían una sensación de paz y de salvación que no merecía, pero que deseaba disfrutar por un breve tiempo más.

Sinceramente, dolía demasiado saber lo indigno que era de todo eso.

—Kacchan —volvió a llamarlo —Estoy bien, no me lastimaste —dijo pese a que tenía la mejilla derecha cortada y el cuello también, pese a que la sangre manchaba su ropa, pese a que si le dolía un poco —Estoy bien. Intenta respirar conmigo, cómo siempre haces cuando me siento mal, respira hondo y exhala. Respira hondo y exhala.

—Piensa en el movimiento de tu tórax, en los latidos de tu corazón —sugirió en una voz baja el pelirrojo, llena de calma y tranquilidad —Estarás bien. Izuku y yo podemos cuidarte también, ¿no?

—Eso es correcto, podemos cuidarte —concordó el castaño —Pero debes dejarte cuidar, Kacchan.

—Pero...pero...no lo...—bajo la cabeza, recordando una voz susurrando en su interior, por mucho tiempo, repitiendo la misma frase —No lo merezco. No lo merezco.

No mereces ser salvado. No mereces salir. No mereces vivir. No mereces vivir. No mereces pena. No mereces alegría. No mereces compasión. No mereces amor.

Aquella voz, una voz idéntica a la suya, la voz de la magia, repitió aquellas palabras el tiempo que estuvo detrás de esa puerta, un tiempo que pareció eterno y que cuando se terminó, se sintió irreal.

¿Cómo podía seguir adelante después de todo eso?

Porque Katsuki creía esas palabras desde antes de pasar por la puerta. Que se las repitieran por tanto tiempo solamente hicieron que las tuviera más presentes todavía.

Sin embargo, la magia no predijo que existirían personas tan tercas que darían todo de sí para demostrarle lo contrario.

— ¿Quién decidió que no mereces que te cuiden, Kacchan? —preguntó enojado el castaño, sintiendo que de apoco el bosque buscaba manifestarse y frenando a tiempo sus impulsos antes de que sea grave —Si hay alguien que merece ser cuidado, eres tú. Así que, solo acepta esto y deja que te cuidemos, ¿si, por favor? Cierra los ojos y respira, estará todo bien. Kirishima-kun y yo estamos contigo, no estás solo. Se bueno, Kacchan, te cuidaremos. Te...¡te protegeré aunque seas mil doscientas veces más fuerte que yo!

— ¿Mil doscientas veces? —se burlo el pelirrojo abrazando el estómago del mago y mirando divertido al castaño —Es casi seguro que Katsuki es millones de veces más fuerte que tú.

Izuku estaba por replicar contra el dragón cuando escucho una pequeña risa y sintió un peso apoyándose sobre su hombro, era el cenizo que se estaba apoyando en él, respirando hondo y exhalando en su cuello. Compartió una mirada de alivio con Eijirou por ver al mago confiando en ellos para calmarse y en silencio, le dieron palmaditas en la espalda y esperaron a que se sintiera mejor.

Shota salió de su oficina para darles algo de privacidad y bajo por las escaleras, encontrándose a mitad de ellas con Ochako, la cual portaba una expresión triste y traía en sus manos un sobre con una carta.

—Un mercenario del Gremio de los Silencios acaba de dejarla, como ellos no están acostumbrados a los temas políticos, pidieron a la Torre transmitir esta información a quien correspondiera —le paso la carta al azabache —Tensei Iida y dos magos de la corte más se encuentran en un estado de inercia. Piden que sus familiares vayan a verificar sus cuerpos.

Shoto había pensado escaparse al bosque de Yuei, que fue la dirección que los guardias imperiales dijeron tomó el dragón rojo que se llevó a Katsuki. Pero su padre y hermana lo detuvieron, asegurando que si el dragón y el chico de cabello verde se llevaron a el mago, por algo que él no sabía era y le sugirieron —mas bien, ordenaron— que desistiera de su idea de usarlo para el ritual en el Valle de Hielo. El parecido del mago con los Bakugou les espantó y preferían que estuviera lo más lejos posible de mago a partir de ahora.

A el cuarto príncipe nunca le había afectado desobedecer a su padre o entristecer a su hermana, lo hacía tan seguido que no le generaba muchas emociones, aunque sí lo lamentaba por Fuyumi. Si no fuera porque Tenya pidió su ayuda ese día, se habría escapado del castillo e ido a buscar a ese maldito mago al bosque para tener una conversación "amable" acerca de su parecido con Mitsuki Bakugou.

Ahora, estaba feliz de haber elegido a su mejor amigo por sobre el mago, tenía una expresión tan devastada delante el cuerpo inerte de su hermano mayor que el bicolor presentía que sin él a su lado, se hubiera derrumbado en el suelo y gritado por explicaciones a los miembros del Gremio de los Silencios que estaban con ellos. En cambio, debido a que estaba presente y era un príncipe, el guardia imperial se comportó como se esperaría de su estatus, que es algo que siempre quería mantener sin importar lo emocional que estuviera.

La espada Ingenium, conservando su apariencia de niño, se aferraba a la mano diestra del más alto, con una expresión pensativa mirando hacia el mayor de los herederos Iida postrado en cama. Dando un pequeño bufido, dirigió su atención a las personas del gremio, que se presentaron como Sero Hanta y Mirio Togata.

—Tensei nunca usaría la magia oscura, la magia lunar, es imposible que hubiera estado infectado —dijo la espada con disgusto —Alguien debió haberle aplicado un hechizo de manipulación o alteración.

—Pequeño Iida, eso es imposible —aseguró el rubio mayor —Verás, cuando construimos el edificio, Tamaki que es un híbrido entre elfo y humano escribió runas en cada esquina para protegernos de las intenciones malignas de la magia. Nadie puede entrar con una doble apariencia a este Gremio, a no ser que sea un ente más poderoso que Tamaki y él al ser parte de las razas de los elfos, aún con su sangre humana, sigue siendo más fuerte que los magos.

Tenya y Shoto dieron una disimulada mirada a Ritsu, él no contaba como un mago, pero al entrar al edificio con su apariencia de niño les hacía dudar de la palabra de Mirio. Claro que ambos tenían en cuenta de que estaban tratando con la espada Ingenium, muy vieja —pese a su adorable forma humana— y sumamente poderosa.

—Humm —musitó el niño, que aprovechaba su apariencia y personalidad para salirse con la suya en este percance, haciendo pasar el interrogatorio por una curiosidad infantil — ¿Y qué pasaría si el mago en cuestión es más fuerte que ese híbrido?

—Pues, estaría aterrorizado —confirmó el rubio, dando dos pasos adelante y extendiendo su mano al niño curioso —Ven, puedo mostrarte las runas. Al principio Shoto y al joven Iida también, si gustan.

El cuarto príncipe dió un vistazo a su amigo, seguía estando pálido y como si pudiera vomitar en cualquier momento, pero dió un asentamiento en cabeza en señal de que estaba bien —una enorme mentira— y que quería acompañarlos. Guardándose sus protestas porque se quedara al lado de Tensei si lo necesitaba, se movió para seguir al rubio fuera de la habitación, viendo como los llevaba hasta una de las puertas del pasillo principal. Después, con naturalidad, se agachaba en el suelo para ver a Ritsu a los ojos.

— ¿Ves los caracteres escritos en el marco? —señalo hacia arriba con el dedo, tanto para el niño como para los otros dos jóvenes —Significan "protección". Tamaki vivió un tiempo con los Elfos, hasta que su madre murió y su padre decidió llevarlo a vivir a una aldea humana, esperando que tuvieran una buena vida. No aprendió muchas cosas de los Elfos, pero se volvió muy fuerte creando runas de este estilo para las familias ricas. Según él, no sabe exactamente contra qué es la protección, pero supuestamente es para toda aquella magia maligna que venga del exterior.

—Entonces, ¿por qué no atacó a los forasteros de inmediato? —interrogó el bicolor, hablando por primera vez directamente con el rubio de ojos azules —Los magos de la Luna son considerados magos Oscuros, llevan a cabo rituales de sangre y hacen sacrificios humanos a la Diosa Lunar.

El mayor hizo una ligera mueca, como si le costará explicar esa parte, pero inesperadamente Hanta decidió ser quien disipará las dudas del principe de Yuei.

—Su majestad, supongamos que una persona buena usa la magia por razones buenas pero con resultados malos y termina siendo maldecido por la Diosa Lunar, como sucede con todos los magos de la Luna —hablo el azabache en un tono bajo, cordial, pero frío y distante —Esa persona ha usado la magia neutral por sus intereses pero la magia se ha mantenido, en cierta manera, "limpia". Por eso, la protección no rechazo a estas personas. Lo habría hecho si hubieran sido personas malas que usaron la magia a conciencia de sus maldades y no tuvieran remordimientos por ello. La raza de los Elfos cree ciegamente en que la magia es incorruptible y que son los humanos la que la corrompemos.

—Perfecto, gracias Sero-kun, me has salvado —agradeció el rubio al menor que bajo la cabeza en señal de que no era nada y volvió silenciosamente hacia la esquina donde se mantuvo todo este tiempo —Tamaki no puede explicar bien estos conceptos pero sabe que todo aquel que entra en este edificio es una buena persona gracias a sus protecciones. Por eso mismo también estamos preocupados por este asunto acerca de nuestro armamento, si bien ellos no eran malas personas, no puede decir lo mismo de aquel que los mando aquí.

Todoroki asintió en silencio y Togata dijo que mejor volvieran a la habitación donde estaban los demás. Las otras dos personas en la cama eran magos de la corte también, enviados con Tensei Iida a hacer una investigación académica al Reino de los Espejos, no traían papeles consigo acerca de dicha investigación, así que existía la posibilidad de que alguien se las hubiera robado. Según los médicos y los magos, sus cuerpos estaban bien pero a medida que pasará el tiempo se irían pudriendo hasta morir si no se despertaban, así que les aplicaron hechizos de preservación y sanación constantes. De momento, el Gremio de los Silencios acepto que se quedarán en esa habitación de su edificio, ya que moverlos podría no ser lo mejor.

El bicolor se acercó hasta su amigo que estaba viendo nuevamente a su hermano mayor en cama.

—Quería hablar con él sobre Ingenium antes de todo esto. Él siempre fue más inteligente que yo y con muchos más deseos de aprender de todo el mundo que yo, que me conformaba con lo básico para moverme en la sociedad y los movimientos con espada —suspiro en voz baja el guardia imperial —Estaba tan emocionado con la expedición al Reino de los Espejos, sería la primera vez que podía salir de Yuei para investigar y termino así...

El cuarto príncipe vio a el más alto apretando los puños a los costados de sus caderas y le puso una mano en el hombro, apretándolo fuertemente. Ritsu se acercó para abrazar al guardia imperial por la cintura, enterrando su rostro en su estómago y demostrándole de esa manera su consuelo.

—Lo vamos a solucionar, te lo juro Tenya —prometió el bicolor —Vamos a la Torre a hablar con Aizawa.

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