Capítulo 39: "La mina"

Al despertar el silencio se apoderó de mis oídos, no había mucha luz, todo estaba frío y lo único que podía ver era tierra, parecía que estaba en una especie de cueva, aunque no estaba del todo segura.

Quise acomodar mi cabello, ya que me tapaba la visual, pero me di cuenta que no podía mover mis manos y piernas. Me revisé y con horror vi que mis brazos estaban pegados con cinta metálica por la espalda. Observé a mi alrededor y logré notar que Than estaba a mi lado, con los ojos cerrados y sin moverse. No pude evitar llorar pensando que estaba muerto, lo llamé, pero él no reaccionaba.

Rodé hacia él, y le di pequeños empujoncitos, haciendo que pegara suaves quejidos. Mi corazón se tranquilizó, estaba vivo.

—Despertaste, que suerte tengo, por un momento pensé que no podría matarte, pero ya ves como son las vueltas de la vida, aquí estás. Entonces, Marshall, ¿comienzo contigo? Es obvio que tu amigo no está muy consciente, creo que me pasé con la droga. —dijo el director con varias cosas en la mano.

Llevaba una lámpara a gas que acomodó en el suelo, una batería de auto y dos cables, además, de lo que parecía una tableta y un pequeño bolso. Suspiró y me sonrió cómo si nada.

¿Cómo no me había dado cuenta? No entendía porque precisamente él hacía eso. Se suponía que también había participado en la muerte de Tanya, ¿todo lo que hacía era por ella o por el simple placer de lastimar a otros? No pude contenerme.

—Vi el video—le informé, pero él no me tomó atención—. Con que cara nos quieres matar si no la ayudaste, maldito cobarde.

Se detuvo de lo que hacía, y gruñó.

—¿Cobarde? ¿Me llamas a mi cobarde? Ellos lo son, tu padre lo fue. Oh, es verdad, él no estaba en el video, pero también le hizo algo horrible a Tanya, ¿lo quieres escuchar? —se acercó a mí y me tomó del cabello para alejarme de Than, chillé por la sorpresa y me arrastró por el suelo hasta que choqué con la pared de la cueva—. Tal vez te decepciones de él, por lo que sé, lo tienes en un pedestal. Caleb, mira cómo está tu hija, y todo por tu culpa.

Me quejé por el dolor en mi cabeza y las rodillas. Él comenzó a reír y siguió en lo suyo.

—No lo entiendo, no es nuestra culpa. —dije al borde de las lágrimas, aterrada de lo que él nos podía llegar a hacer.

—Aquí no importa quién tenga la culpa, ¿crees que me interesa? Soy un justiciero, pero no uno justo. Simplemente, quiero verlos sufrir—abrió el pequeño bolso y de él sacó una cámara de video. Tomó mi cara y me obligó a mirar a la cámara. No fue para nada cuidadoso, apretó sus dedos en mi mentón, haciendo que me doliera mucho, traté de zafarme, pero era imposible—. A estas alturas ya saben que soy yo, pero mira a tu hijo, batallando para despertar, y miren a la princesa, aún no sabe todo lo que le pasará—dijo mientras nos grababa—. ¿Debería mostrarte mis demás videos? —me preguntó soltándome bruscamente—. Pero con él dormido no sirve, lo ayudaremos un poco.

Dejó la cámara en el suelo y sacó una botella de agua del pequeño bolso, vertiéndola en la cara de mi amigo, que abrió los ojos de golpe, ahogándose con el agua. Comenzó a toser y yo empecé a llorar.

—¡Than! —lo llamé, pero él aun no se daba cuenta en el lugar que estaba. Me vio frunciendo el ceño, su cerebro aún seguía algo dormido.

—Bienvenido. Como le estaba diciendo a Emily, les mostraré algunos de mis videos personales. Aunque al parecer, Emy ya vio uno, ¿o me equivoco? Pero en ese no participé activamente, pero en estos—tomó la tableta y la dejó en medio de los dos, donde podíamos verla perfectamente—, soy el coprotagonista.

Le dio una cachetada a Than para que reaccionara, y funcionó. Cuando al fin mi amigo se dio cuenta de todo, trató de moverse, pero el director sacó un cuchillo y lo amenazó.

En la tableta se comenzó a reproducir un video. Pude identificar de inmediato a Bernadette, sobre una mesa, amordazada, chillando desesperada. El director estaba frente a ella, con un cuchillo. Cerré lo ojos cuando vi que la iba a dañar, solo escuché el quejido de dolor de mi amiga.

Lloré con tanta angustia que, cada vez que escuchaba a Berni no pude evitar gritar con ella.

El director se reía y Than lo maldecía.

—¡Basta! —pedí, no quería seguir escuchando.

—Pero viene la parte más interesante. Aquí le hago lo mismo que le hizo Spencer a Tanya. No sé si lo viste, pero la violó dos veces, ¡dos! —informó riéndose—. Mira...

Reprodujo el video y aparté la mirada, solo podía escuchar la porquería que le hacía, grité lo más fuerte que pude para desaparecer el sonido de esta tableta, pero el desgraciado le subió más el volumen.

—¡Hijo de puta! —gritó Than repetidas veces, mientras yo seguía gruñendo para no escuchar.

—Jonathan diciendo malas palabras, me recuerdas tanto al imbécil de Anthony. Siempre a la seguidilla de Bruce, ¿te conté que siempre estuvo enamorado de él? —se rio—, y a mí me decían marica, que descaro. Pero no te preocupes, ya llegará tu turno, podrás sentir lo que él le hizo a ella. Fue bastante malo, te dolerá mucho—informó deteniendo el video—. Pasemos a Verónica, ¿qué les parece?

Mi corazón se aceleró más de lo que estaba, comencé a temblar, negando con la cabeza.

—Detente, por favor, no más. —rogué con tanto dolor en mi pecho que solo pedía que me matara de una vez por todas.

—Pero si estamos empezando. Creo que fui benevolente con ella, la quemé mientras ya estaba muerta, en cambio Bruce, quemó a Tanya viva. ¿Entienden? Ay, que tonto soy, ¿por qué se los digo? Si se los puedo mostrar.

Reprodujo un video y no fui capaz de verlo, los gritos de sufrimiento de Verónica me quemaron por dentro. Lloré con más ganas que nunca, grité más fuerte de lo que pensé que podía gritar. No me importaba quedarme sin voz o que él me golpeara para callarme, no quería escuchar a Verónica, no podía soportarlo.

Than seguía maldiciéndolo y lo acompañé en eso, lo maldije mil veces, le dije cosas que jamás pensé que podría llegar a decirle a alguien. Lo odiaba, lo aborrecía, maldito infeliz. Él solo se reía de nuestro sufrimiento.

Antes que nos diéramos cuenta, el video se detuvo. El director se quejó y tomó la tableta. Alcé la mirada y vi a Tanya detrás de él, con sus ojos cristalizados, a su lado, Alex, que lloraba repitiendo en un susurro un "lo siento".

Entonces allí entendí una cosa, ¿por qué el director se vengaría?

—Al parecer esta cosa ya no sirve. Quería mostrarles a Aaron. Él gritó más que ellas, si saben a lo que me refiero. Tuvo suerte de salir del saco, me aseguré que quedara en el fondo del mar, pero se las arregló para salir, lamentable no lo logró, que pena, ¿no creen?

Guardó la tableta en su bolso. Yo seguía procesando toda la información, el director no tenía motivos para vengarse, pero Alex sí. Pero él estaba muerto, o eso creímos.

—Tú eres Alex, ¿verdad? —aseguré haciendo que él me mirara y sonriera. Tomó la batería y la acercó a mí, conectando uno de los cables con ella—. Mataste a tu hermano y te hiciste pasar por él.

—¡Marshall!, resultaste bastante inteligente. Ahora puedes entenderme, que alivio.

Me arrastré hacia atrás para alejarme de él.

—¿Entenderte? Estás loco, mira lo que has hecho.

—Yo no he hecho nada malo, solo les estoy devolviendo el favor, ¿tú crees que disfruto esto? —mostró el cable—. Lo que me complace es ver las caras de esas basuras aterradas al ver lo que está pasando y no poder hacer nada. Maté a todos sus hijos, bueno, me faltan algunos más, ustedes y...—miró a Than, mi amigo se derrumbó.

—No, no, no, por favor, a ella no. Hazme todo lo que quieras, pero no a ella, por favor. —se quebró completamente.

—Es una niña, ¿cómo es posible? —cuestioné sollozando.

—Hay que ser parcial.

—¡No lo estás siendo! Si tanto odio tienes, ¡debiste haberlos matado a ellos!

—¿Quién dice que no lo haré?

—Ya todos saben que tú eres el asesino. No podrás tocar a Helena, porque ya todos nos están buscando.

Él bufó y negó con la cabeza.

—Me subestimas, si logré que explotaran la ciudad y que Joseph matara al periodista y a Spencer, ¿crees que no conseguiré que Anthony mate a Bruce? —dijo orgulloso. Eso no me lo esperaba, él no había matado a Jaden—. Una foto de su hijo bastará para que asesine a ese infeliz.

—El incendio... ¡casi morimos allí! —me quejé, imaginando que el padre de Aaron casi nos había matado. El director se rio.

—Oh, sí, eso fue un regalo de mi parte, fue fácil. Apenas vi lo que planeaban, decidí darles una calurosa sorpresa—había sido él—. Debieron ser menos estúpidos, ¿sabes? En el cementerio, dejaste tu celular y aproveché eso. Puedo decirte que por tu culpa tus amigos están muertos. —se burló haciéndome llorar con más ganas.

Infeliz.

Tiró el cable y le sacó unas cuantas fotografías con flash a Than con su celular, las revisó minuciosamente e hizo que mi amigo posara para sacar una que a él le agradara. Tanya se quejaba, no entendía lo que decía, pero era muy obvio que sufría por todo

— ¿Crees que ella está feliz por lo que estás haciendo? —le pregunté tratando de calmar mis lágrimas.

El director apagó su sonrisa y se aproximó a mi con el cuchillo en la mano.

Pensé que me iba a apuñalar, pero solo rompió las cintas de mis piernas y brazos, dejándome liberada. Acercó el cuchillo a mi garganta y empujó mi cuerpo al suelo, me miraba con mucho odio.

— Viste lo que le hicieron, ¿no es así? La humillaron, la ultrajaron... la mataron y me culparon a mí. Todos lo creyeron, porque según ellos yo era... raro. Mataron al amor de mi vida frente a mis ojos, ella rogó y rogó que no lo hicieran, me arrodillé frente a ellos para que se detuvieran. Me hicieron mirar lo que le hacían, las cochinadas que le hacían, ¡como la torturaban! Ese día morí junto con Tanya—cortó un poco mi cuello y respiré agitadamente, esperando que me matara—. La única persona que pudo haber hecho algo fue el idiota de tu padre. Fui un estúpido en haber creído que al ver lo que sus amigos hicieron, me ayudaría. ¿Quieres saber lo que pasó, Emily?

—No sigas, por favor. —sollocé.

—Tanya estaba moribunda en ese lugar. Llegó tu padre y les dio la idea de colgarla y culparme a mí de eso, ¿quién creería en mí si hasta mi propio hermano diría que había sido yo? —bajó la mirada a mis Jeans. Con su mano libre lo desabrochó, me congelé por completo. Se acercó a mi oído—. Tuvo el descaro de amenazarme para que, declarada en contra mía, jamás imaginó que el perro de Ian ya estaba muerto—rio por lo bajo—. Pero no sabes cómo voy a disfrutar esto.

Empezó a bajar mi pantalón y me horroricé, no quería que me tocara. Traté de luchar contra él, pero el cuchillo lo clavó con más fuerza contra mi cuello.

—No, no, no, no, no, no me toques, ¡no me toques! —grité llorando desconsoladamente mientras sentía cómo me tocaba.

Ya no me importaba morir, prefería eso antes que ese asqueroso monstruo se atreviera si quiera a ponerme una mano encima. Estaba dispuesta a que me rebanara el cuello, a que me golpeara, pero me tenía que defender. Intentó abrir mis piernas y sentí una desesperación enorme.

Le metí uno de mis dedos en su ojo y este se quejó quitándose de encima de mí. Levantó el cuchillo para apuñalarme, pero ninguno de los dos se esperaba que Than lo tacleara. Se abalanzó sobre él e hizo que se cayera. El director se quejó, pero mi amigo estaba en completa desventaja.

El director recobró las fuerzas y empujó a mi amigo con el pie para alejarlo de él. Se levantó y agarró del cuello a Than y lo tiró hacia la pared, lejos de mí. Mi amigo se quejó y antes que pudiera reaccionar a hacer algo o defenderse, el director lo levantó del pelo y lo apuñaló en el estómago.

Than cayó al piso con la respiración agitada, la sangre brotaba por él y solo pude quedarme viendo sus ojos cristalizados y desesperados.

El director le dio unas cuantas patadas en la cabeza y el cuerpo, con rabia. Se arrodilló a su lado y le iba a propinar otra apuñalada, decidido a matarlo.

Me desesperé.

—¡La puedo ver! ¡Puedo ver a Tanya! —le grité para que se detuviera, lo logré, se volteó hacia mí—. Está aquí, está viendo lo que haces. —dije sintiendo el frío suelo en mis piernas desnudas.

—¡¿Crees que podrás detenerme con esa estupidez?! —gritó molesto, dejando atrás a Than. Me tomó por el pelo y me sacudió—. No me subestimes. Los mataré, a los dos. Y mataré a la que queda y al fin podré vengarme de todos. ¿Crees que soy el malo? Les di la oportunidad de entregarse, pero prefirieron apuñalarse entre ellos.

Me dio una patada en el estómago, dejándome sin aire. Me golpeó en el pecho, la cara y en las costillas, en estas últimas sentí un intenso dolor que me imposibilitó moverme sin sentir que me moriría.

Se subió encima de mí y me dio un puñetazo en la cara, después otro y luego otro.

Ya sentía uno de mis ojos hincharse.

—Dile sobre el viaje a Anchorage, lo que me dijo esa vez. —dijo Tanya desesperada, yo estaba a punto de perder la conciencia, si me seguía golpeando, no sabría de mí, él podría hacerme lo que quisiera si me desmayaba. Así que, entre golpe y golpe, quejidos y dolor, tomé energía para poder hablar.

—El-el vi-a-je a Anchorage...lo que le di-jiste esa vez. —susurré con dificultad y él se detuvo de golpe.

—Pero huir no era una opción y él lo sabía. —continuó Tanya.

—Pe-ro huir no... era una o-opción y tú lo sa-sabías. —repetí. Eso hizo que se levantara, tirara el cuchillo y se alejara de mí.

Se fue sin decir nada, pasando sin saberlo al lado de Tanya y su hermano. Ella seguía llorando, pero apenas vio que él desaparecía de nuestra vista, se acercó a mí, intentando ayudarme.

—Emy, ¿te puedes levantar? —preguntó intentando tocar mi rostro, tapó su boca con una de sus manos, y aguantó las ganas de gritar. Seguramente me veía muy mal.

No podía levantarme, me dolía todo y estaba segura que ese sería mi fin.

—Emy...—me llamó Than, que se arrastraba hacia mí. Sus lagrimas recorrían su rostro. Estaba dejando un rastro de sangre.

—Hay dinamita, hará explotar la mina—informó Alex acercándose a mí, bueno, Ian, él era Ian—. Debes levantarte, Emy, morirás si no lo haces. —dijo desesperado.

Intenté moverme, pero no pude.

—Me duele mucho. —me quejé, pero él como pudo me ayudó a sentarme, y luego a levantarme, acomodé mis jeans y lloré por el dolor que sentía. Apoyándome en ellos me acerqué a Than e intenté romper las cintas de sus manos. Pero no podía moverme mucho sin querer matarme.

Vi el cuchillo en el suelo, y aguantando el dolor que me provocaba mover un brazo, lo recogí y con toda la voluntad que me quedaba pude liberar a Than.

—Mira cómo te dejó. —sollozó mi amigo intentando tocar mi cara.

—Estás herido. —apunté a su herida, el hizo presión en ella con su mano.

—Entren más a la mina, aléjense de aquí, él ya viene. —informó Ian.

—Hará explotar todo, debemos alejarnos. —le dije a Than.

Ambos nos introdujimos en las profundidades de la mina, con un paso acelerado, apoyándome en mi amigo y aguantando el dolor. Tanya nos apresuraba detrás, haciendo que me pusiera más nerviosa.

No sé cuantos metros entramos en la mina, pero escuchamos un estruendo que hizo que nos desestabilizáramos y cayéramos al suelo y todo nuevamente oscureció.

***

No podía ver nada, la oscuridad de la mina se había apoderado de todo a su alrededor, me asusté al no recibir una respuesta de Than de inmediato. Cuando escuché su voz, sentí un gran alivio.

Me recosté en el suelo y cerré los ojos, tratando de que mi maltratado cuerpo descansara.

—Ahora, ¿cómo salimos de esto? —preguntó Than a mi lado, negué con la cabeza—. ¿Emy? ¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes, ¿y tú?

—Estoy bien, ¿cómo te atrapó?

—Por estúpida, me di cuenta que era el asesino y actué sin pensarlo mucho. Me entregué en bandeja—respondí un poco enojada conmigo, suspiré—. Al menos alcancé a decirle a Keegan que el director es el asesino, si todo sale bien, ya lo deben estar buscando, es cosa de tiempo para que nos encuentren. —dije tratando de ser positiva, pero en el fondo sabía que eso sería muy complicado.

—Emy, hay muchas minas en Nome, y la posibilidad de que él diga donde estamos, es nula—explicó mi amigo—. Debemos salir por nuestra cuenta, si no, moriremos—me senté con dificultad, estábamos en problemas—. Pero, ¿cómo te diste cuenta que él era el asesino?

Le expliqué todo, el video, la visita de Anna, la confirmación de Alex/Ian. La responsabilidad que tenían nuestros padres en la muerte de Tanya, eso último me costó decirlo.

—¿Todo lo que nos ha pasado es por culpa de ellos? Y tuvieron el descaro de grabarlo, vaya padres que tenemos. Emy, debemos salir de aquí, si le pasa algo a mi hermana, sería el fin. Si le hace lo mismo que les hizo a los chicos...no quiero que eso pase.

Los gritos de mis amigas seguían torturándome, la sensación de ese hombre encima de mí a punto de hacerme lo mismo provocó que me dieran ganas de llorar.

—Tanya, Ian, ¿están allí?

—Aquí estamos. —respondió ella.

—¿Crees que podamos salir? ¿Puedes ver algo?

—Bueno, no conozco la mina, pero...no hay nada, las rocas se amontonaron, será imposible sacarlas, por lo menos no ustedes dos solos. Ay, Emy, lo siento. —sollozó, eso no me tranquilizaba.

—Entraré más en la mina, tal vez pueda encontrar algo. —dijo Ian.

—¿Por qué nos ayudas ahora? Pensé que querías que tu hermano nos matara. —recriminé.

—No quiero que mueras, nunca quise esto. A Alex lo dañé mucho, en verdad creí que era lo justo. Pero cuando lo vi matar a tus amigos, él lo disfrutaba. No podía estar haciéndolo por Tanya, lo hacía por él.

No pude responder a eso, recordando el video y cómo él estaba de pie sin hacer nada por Tanya.

—Él no es el Alex que conozco—dijo Tanya—. Hay que detenerlo.

—Planificó esto por años, estuvo cerca de los asesinos haciéndose pasar por su hermano como si nada. Los manipuló como quiso, nos vio la cara de estúpidos a todos. —me quejé.

—Debí habértelo dicho apenas lo recordé, Emy, lo siento tanto. —se disculpó Ian.

—Qué más da, ya estamos aquí, quejarnos por lo que pasó no servirá de nada.

— Tal vez si hubiera correspondido los sentimientos de Alex, yo estaría viva y esto no estaría sucediendo. —comentó Tanya, sorprendiéndome.

—¿No eras novia de él?

—No, claro que no. Alex era mi amigo.

—¿Por qué dices qué si lo hubieras aceptado, no habría pasado esto?

—Fuimos a Anchorage a comprar algunas cosas para el baile, se confesó y me pidió que me fugara con él...lo rechacé. Yo no pensaba en irme de Nome. Tenía a mi familia, los amaba mucho para dejarlos, además, nunca quisieron a Alex.

—¿Qué pasó esa noche? —me atreví a preguntar, me hubiese gustado ver su rostro, pero en esa situación era imposible.

—Me llevaron a un galpón para celebrar, tomaron más de la cuenta y empezaron a comportarse mal conmigo. Quería irme, pero no me dejaron. Bruce me golpeó y me amarraron. Ian llegó con Alex y lo retuvieron mientras Bruce...fue tan asqueroso, quería morir—respondió con asco, se me apretó el corazón—. Se suponía que eran mis amigos, jamás imaginé que llegaran a ser tan crueles.

—Lo siento, debí defenderte, pero fui un cobarde.

—¿De qué sirvió quedarte sin hacer nada si de todas maneras te mataron? Pudiste haber hecho algo bien, compensar un poco el daño que hiciste, pero no, lo elegiste a él, ¿y sabes por qué? Porque te sentiste culpable de haber matado a la mujer que él amaba y no por haber matado a Tanya—expliqué tratando de ponerme de pie, me dolía todo, pero lo logré—. Estoy segura que ella te perdonará, porque ella es así, pero si fuera por mí, te escupiría en la cara. Sin ofender.

—No quiero interrumpir tu conversación, pero no entiendo de qué hablas—dijo Than, y le tuve que explicar la conversación—. ¿Cómo es que no se dieron cuenta que él era Alex y no Ian?

—Él siempre fue un buen mentiroso. No fue difícil para él tomar mi identidad, él conocía todos mis gestos.

—Tú letra, la letra pulcra es tuya...te copió eso.

—Sí, la letra de Alex siempre fue muy fea y desordenada, él no dejó pasar ningún detalle.

Se me hizo increíble que él llegase hasta copiar su caligrafía, eso si que era dedicación. Le comenté a Than sobre lo que Ian me había dicho.

—¿Cómo te mató? —preguntó él directamente al fantasma.

—Cuando se llevaron a Tanya, lo liberé y...simplemente sucedió. Me noqueó y me dejó en el maletero del auto por varios días. Una noche me sacó de allí y me arrastró al invernadero. Me hizo cavar una fosa, no me decía nada, yo solo le pedía perdón, pero su silencio me advirtió lo que pasaría. Me apuñaló repetidas veces. El celador nos vio y de la impresión le dio un infarto. Alex me golpeó la cabeza con la pala, y me enterró rápido, dejando al hombre morir.

Abrí la boca sorprendida, el señor del invernadero sabía todo. Le expliqué a Than lo que Ian había contado.

—La muerte menos violenta ha sido la tuya, que ironía—dijo mi amigo—. Aun así, ¿cómo saldremos de acá?

—Esperen—respondió Tanya—, ¿escuchan eso?

Observé a mi alrededor por instinto, pero no se veía o escuchaba nada, solo nuestras respiraciones. Pero de pronto, algo se movió a lo lejos, el crujido de unas pisadas, acercándose a nosotros. Busqué a Than tanteando a mi alrededor, hasta que lo encontré y me aferré a su lado, odiaba no poder ver nada.

Mi corazón se aceleró a medida que los pasos se aproximaban, tal vez él había vuelto por nosotros y no había lugar donde esconderse, estábamos condenados.

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