Capítulo 29: "Sorpresas"

—¿Puedo pasar? —preguntó la abuela con una taza humeante en su mano. Asentí—. Te traje un té, para la pena—dijo entregándome la taza, no entendía a que se refería—. Keegan me mencionó lo que pasó hoy, lo siento mucho, cariño, no sabes cuánto.

—¿Te lo dijo? —pregunté asustada, ella asintió—. Abuela...

—No, no. No tienes que explicarme nada. Sé que era un conocido tuyo, y que, a pesar de serlo, lo apreciabas. Las pérdidas se lamentan ya sean cercanas o no. Eres una buena niña, Emy.

—Gracias, abuela, por entenderlo.

Me sonrió y tomó mi mano.

—Puedes confiar en mí, cariño, si necesitas hablar, aquí estoy para ti. Sería bueno que bajaras a cenar con nosotros, invité a Keegan y aceptó, ¿por qué no compartes con todos? El abuelo se preocupará.

—¿Keegan? Que rápido avanza su relación, abuela. —bromeé haciéndola reír—. Bajaré.

—Bien, toma tu té primero, en cinco minutos la cena estará lista. —me besó la mejilla y me dejó sola.

Le hice caso y tomé mi té, tranquila, observando la habitación, algo faltaba, pero no sabía qué.

Bajé a cenar y me senté al lado de Keegan, dejando libre un lugar al lado de mamá, la abuela lo tomó.

Saludé al abuelo y comenzamos a comer, mientras todos hablaban. El abuelo estaba bastante feliz en entablar una conversación con Keegan. Mi mamá me observaba, acusadoramente, yo la ignoraba, pero se me hacía difícil.

—Profesor, ¿acostumbra dejar a todas sus alumnas en sus casas en días de lluvia? —preguntó mamá, abruptamente. Quedé con el bocado a medio camino sin haberme esperado eso.

Él sonrió.

—Como le respondí hace un rato, si mis estudiantes me lo piden o veo que lo necesitan, sí.

—Perdón, no quise ser impertinente y no quiero serlo, pero esto de donde yo vengo no es normal. ¿Qué tipo de relación tiene con mi hija? —continuó dejándome pasmada, la abuela no sabía que decir y el abuelo frunció el ceño sin entender.

—Qué insinúa, señora Marshall.

—Nada, solo saber si usted y ella tienen algo más que solo una relación profesor y alumna.

La abuela rio.

—No es así, el profesor es amigo de la familia, nos ha ayudado mucho. —explicó nerviosa.

—Además, Emily tiene novio. —afirmó el abuelo.

—Eso no es impedimento. —contestó mamá.

Eso me cabreó.

—No todas somos cómo tú, mamá—dije callándola en un segundo—. No te preocupes por la relación que tenga con él. Puedes pensar lo que quieras, imagina lo peor si quieres, pero no involucres a los abuelos, tú no has estado aquí, tú no sabes nada, es una falta de respeto lo que estás haciendo.

—Solo estoy preocupada, hija. Quiero cerciorarme que se han preocupado por ti como corresponde, porque si tienes una relación con un hombre mayor que, además, es tu profesor, solo me dice que no te han cuidado. —soltó enojada.

—Hemos tratado de hacer lo mejor. —trató de explicar la abuela un poco impactada por el comportamiento de mamá.

Ya estaba harta, no quería que su ataque fuera hacia mis abuelos, quienes me habían tratado bien y con respeto, algo que ella pocas veces hizo. Tapé mi boca con ambas manos y respiré profundo, ya estaba cansada.

—Gracias, Fanny, arruinaste la cena—mascullé levantándome de la mesa—. Estás hospedada en esta casa, comiendo la comida de estas personas que, además, tuvieron la cortesía de aceptar a tu hija a vivir con ellos, por favor, cuida tu boca.

—Emily—advirtió la abuela, anonadada—. No creo que sea correcto hablarle así a tu madre.

—Lo siento, abuela. Pero no ha sido un buen día. —me excusé y ella solo asintió entendiendo la situación. Mamá no parecía querer calmarse o dejar la discusión así, no, ella no era de las personas que se tragara lo que pensara, ella siempre tenía razón en todo y estaba acostumbrada a ganar sus batallas.

—Siéntate, Emily, no hemos terminado de cenar, no seas mal educada—advirtió con severidad, pero no me senté, ni siquiera me moví—. Si no lo haces, tendré que castigarte, así que ¡siéntate!

Con ese grito me di cuenta de algo, había perdido todo el respeto que tenía por esa mujer. Era gracioso, amargamente gracioso.

—Emily, puedes ir a la cocina a cenar, si quieres—intervino el abuelo—. Profesor, ¿la podría acompañar?

Keegan asintió y yo no esperé a que mamá protestara, tomé mi plato y me fui a la cocina.

Cuando llegamos allí, me senté pesadamente, presintiendo la conversación que tendrían mis abuelos con mamá, una charla que no me dejaría bien parada. Comencé a comer con rabia, sin emitir palabra, mientras me sentía observada por Keegan, que daba pequeños bocados a su plato.

No sabía que hacer o cómo comportarme, en ese momento no tenía ganas de hablar o bromear, me sentía triste y sola, muy sola.

—Los problemas de tu mamá son suyos, no tuyos—dijo Keegan, tomándome por sorpresa—. Realmente necesita límites.

Esbocé una sonrisa.

—Lo sé, y no puedo creer que me haya contenido tanto en decirle cosas hirientes, me contuve por los abuelos—suspiré—. Aunque fuera cierto que tú y yo estemos juntos, no era manera de afrontar la situación. Una madre normal hablaría conmigo en privado y me haría saber su preocupación, ¿por qué exponerlo ante los abuelos? Solo tiene un objetivo, que ellos me saquen de esta casa y ella poder tener control completo sobre mí. —me dio escalofríos en pensarlo.

—Tus abuelos te conocen lo suficiente para no dejarse manipular tan fácilmente. Ten un poco de fe. Tendrás que tener paciencia, ella estará pendiente de cada paso que des.

—Tienes razón, le pediré a la abuela que no comente absolutamente nada de lo que ha pasado en Nome, si llega a saber de los homicidios, mamá se volverá loca y querrá llevarme a rastras de regreso, no puedo permitir que eso suceda—reflexioné temerosa, lo último que quería era volver, y recordar la muerte de Jaden produjo que volviera a sentir mucha pena—. ¿Podrás dormir bien hoy? Tú lo viste muerto.

Keegan se encogió de hombros y bajó la mirada.

—Para ser sincero, no lo creo.

—¿Quieres que te abrace? —pregunté haciéndolo reír.

—¿Y que tu mamá nos vea y piense que estoy abusando de mi poder? —negó con la cabeza—. Me encantaría, pero no.

Esbocé una sonrisa cuando hizo un puchero, entendiendo su punto. No sabía porque había ofrecido eso, tal vez debí solo dárselo, pero sentí prudente preguntarlo, y menos mal lo había hecho.

Terminamos de comer y Keegan se fue a despedir de los abuelos, que seguían en la mesa junto a mamá, quien parecía haber llorado. Fue incómodo para mi verla, pero la abuela tomaba su mano dándole contención y eso me incomodó mucho más.

Los abuelos se despidieron de mi profesor y mamá no se dignó a dirigirle la palabra. Cuando al fin quedamos solos el abuelo me dio una media sonrisa y me guio hacia la cocina.

—¿Te incomoda que tu madre esté aquí? —preguntó abriendo el refrigerador—. Por qué si te incomoda, podemos arreglarlo—fruncí el ceño, sin entender—. Podemos pedirle que se vaya.

Rasqué mi cabeza.

—No, abuelo. No es justo para ustedes estar en medio de esto. No quiero que hagan algo así por mí, jamás se los pediría y aunque lo hiciera, esperaría a que lo rechazaran, no son ese tipo de personas y no quiero que empiecen ahora a serlo. Trataré de arreglar mis diferencias con mamá, ¿sí?

Él asintió y me deseó buenas noches. Yo volví a mi habitación, intentando no soñar con Jaden.

No lo logré.

***

Esa mañana mamá siguió durmiendo, cosa que agradecí. Cuando estábamos terminando de desayunar escuchamos el llamado en la puerta. La abuela les abrió a los detectives de la última vez, a la mujer fornida y a su acompañante, que me habían interrogado por la muerte de Bernadette. La abuela lo entendió de inmediato y le explicó al abuelo la situación, él no parecía saber que estaba pasando. Pidieron hablar conmigo, la abuela los hizo pasar a la sala de estar.

—Se ve mucho mejor, la última vez que hablamos no se sentía bien. —dijo la mujer.

—Sí, gracias, ha pasado tiempo, creo que estoy mejor.

—Me alegro, es una lástima que debamos reunirnos por un caso similar, sabe porque estamos aquí—asentí—. La última llamada que hizo la víctima fue hacia usted, ¿sabe por qué?

—En realidad no. Yo solo le presté mi teléfono al profesor para llamarlo.

—Keegan Conelly—afirmó y yo asentí—. Eso no explica la llamada que le realizó precisamente a usted.

—Se lo estoy diciendo, yo tampoco sé porque me llamó a mí. —se me formó un nudo en la garganta, respiré profundamente para no quebrarme.

—¿Qué tipo de relación tenía con la víctima?

Me quedé en silencio, tendría que negarlo y de solo pensarlo me sentí una persona horrible.

—Ninguna, solo lo conocía porque es...era amigo del profesor, pero no tenía ninguna relación cercana. —mentí.

—¿Está segura de esa afirmación?

—Sí.

—Entonces, ¿por qué fue a la posada con su profesor? —continuó, no sabía que un interrogatorio sería tan duro, no había planificado nada, solo lo que Keegan me había dicho que dijera, nada más.

—No quería dejarlo solo, se veía preocupado, simplemente lo hice. No hay una explicación para aquello, todo fue muy rápido—suspiré—. Solo puedo decirles que esto fue muy duro, a él lo mataron, ¿verdad?

—¿Por qué supone eso?

—Usted ha tratado a ese hombre como víctima—ambos se miraron—. Cuando llegamos allí, él ya estaba muerto, parecía estar muerto mucho tiempo, alguien llamó a mí número y ese alguien no era él, porque los muertos no pueden llamar. Entonces díganme, si un completo desconocido me llamó desde el teléfono de alguien con quien apenas crucé palabras ¿no estoy en peligro?

La abuela pegó un chillido de horror, los detectives no parecían perturbados, pero en el fondo sabía que lo que había dicho tenía sentido.

—Señorita Marshall, estamos trabajando arduamente para encontrar al responsable o a los responsables de este crimen, le aseguramos que puede sentirse tranquila. Debe tomar los resguardos que en su escuela le han pedido que tenga, si los sigue, estará segura.

No pude seguir preguntando y ellos al parecer, habían terminado. Se despidieron dejándonos solos, la abuela balbuceaba rezos, mientras el abuelo se hundía en el sofá, nervioso.

Miré la hora y se me hacía tarde, así que tomé mi mochila y me despedí de ellos, antes de poder salir el abuelo me detuvo.

—Emy, te vienes directo de la escuela. ¿Entendido? —espetó el abuelo serio. Me tensé, sabiendo lo preocupado que estaba.

—Si, abuelo. ¿Podrían no comentarle esto a mamá? Está embarazada y no quiero que esto le afecte, por favor. —pedí abriendo la puerta, ambos me miraron sorprendidos y asintieron, deseándome suerte en un nuevo día de escuela.

No demoré mucho en llegar, ya que necesitaba hablar con mis amigos y eso incluía a Aaron, ya era hora que supiera unas cuantas cosas, era importante advertirle sobre los peligros que se aproximaban.

A lo lejos pude divisar a Than y Verónica, con ellos estaba Aaron, que, al percatarse de mi presencia, estaba a punto de entrar a la escuela, pero lo detuve, sin esperárselo. Llegué a ellos jadeando.

—Necesitamos hablar, los cuatro, es importante.

—Emily...—trató de decir Aaron, pero lo interrumpí.

—Ahora no. Vamos al invernadero. —ordené algo molesta. Él solo asintió y caminamos hacia nuestro lugar.

Al llegar allí lancé lo que quería decir.

—Jaden fue asesinado.

Mis amigos palidecieron.

—No puede ser, el muerto ¿era él? —preguntó Vero anonadada.

—Supongo que sí, no creo que haya otro muerto en Nome. —dije dudosa.

—Pero, ¿cómo? —preguntó Aaron, pero negué con la cabeza y me encogí de hombros.

—Llevaba días muerto—suspiré—. Ayer me llamó, fui a ver qué pasaba y resultó que lo habían asesinado.

—Espera, dijiste que llevaba muerto días, ¿cómo te pudo llamar? —cuestionó Than.

—El asesino, el asesino te llamó—afirmó Verónica—. ¿Por qué?

—Tal vez quería que Emily descubriera el cuerpo—dijo Aaron—, o algo más.

Se me pusieron los pelos de punta, yo lo había pensado así también, tal vez era yo su objetivo.

—La verdad, es que no sé qué pasará en el futuro, si seguiremos a salvo o no, pero sin duda, estamos en peligro. Ya no podemos ignorarlo, no más. —advertí preocupándolos. Verónica se cruzó de brazos, Than comenzó a mordisquearse el pulgar y Aaron parecía no comprender de todo el asunto.

—¿Qué se supone que debemos hacer? —preguntó Aaron—. ¿Tenderle una trampa al asesino? Ni siquiera sabemos quién es y el único sospechoso es ese tal Alex.

—Está muerto. —respondimos los tres al unísono. Al darnos cuenta que habíamos respondido al mismo tiempo, sonreímos. Aaron quedó perplejo.

—¿Qué? ¿Pero cómo saben eso?

—¿Aun no le han dicho? —le pregunté a mis amigos.

—Es que pensamos que ya no querías que él lo supiera, así que guardamos silencio. —se excusó Verónica un poco culpable.

Puse los ojos en blanco. Miré a Aaron y, con toda la fuerza de voluntad que pude juntar, le expliqué mi situación, mi don y aproveché de informarle a mis amigos sobre lo que Alex me había dicho y lo que había descubierto en el despacho del director.

El timbre sonó a mitad de mi relato, pero no me detuve, todos estaban pendientes a lo que decía, sobre todo Aaron, que creía que le estaba tomando el pelo, porque cuando contaba algo que parecía descabellado, miraba a los chicos esperando que fuera una broma, pero al notarlos tan serios, no interrumpió. Al finalizar, me sentí un poco más aliviada.

—Entonces, el director también piensa que fue un homicidio—afirmó Vero—. Es raro, no les conté, pero le pregunté a papá sobre este incidente y me aseguró que ella se había suicidado.

—Papá se niega hablar del tema—confesó Than—. La única vez que le pregunté algo, estalló enojado, hasta mi hermana se asustó.

—Ahora que lo dicen, también me atreví a enfrentar a papá, estaba más borracho de lo normal y apenas dije en nombre de Tanya, se quedó callado, parecía asustado, pero muy asustado. Y él no se asusta con nada—contó Aaron—. Si Alex sabe que mató a Tanya, debería saber quién es el asesino, ¿no? O sea... guau, me cuesta asimilar lo de los fantasmas, lo siento, es mucho que procesar.

Esbocé una sonrisa, agradeciendo por dentro de no haber sido cuestionada.

—Lo mismo pensé, creo que, quién mató a Alex, es el responsable de los asesinatos.

—¿Por qué piensas eso? —preguntó Vero.

—Porque tiene una gran herida en la cabeza, prácticamente tiene el cráneo hundido, ¿cómo se pudo hacer eso? ¿Tirándose de un cerro? No es posible, y lo he pensado bien, Tanya murió en el baño, allí apareció ella. Alex apareció en este invernadero, por lo tanto, lo mataron aquí. No sé si su cuerpo siga aquí, pero no hay forma que él se haya infringido ese golpe en la cabeza en este espacio, a él lo mataron.

—¡Debes ir a preguntarle! —chilló Verónica.

Suspiré.

—No será tan fácil, pasa todo el día en la oficina del director y cuando llega Tanya, se esconde en el salón de biología, además, nos estamos evitando. Es difícil enfrentarlo, sabiendo lo que hizo. Tanya... se ve mal, muy mal, es obvio que no murió en paz, a ella se le torturó, Alex lo hizo. ¿Qué puedo esperar de alguien que se supone estaba enamorado de ella y terminó con su vida de esa forma? Me es difícil confiar así. —confesé.

—Pero debes intentarlo. —dijo Aaron.

—Simplemente dile lo que quiere escuchar—espetó Than—. Que lo aprecias o qué se yo, pero has que hable y si no sabe, que ayude.

—O sea, que manipule a Alex—concluyó Vero, Than asintió—. Debes hacerlo, Emy, hoy es Jaden, mañana puede ser cualquiera. Aunque, aun no me explico realmente que quería el asesino. ¿Matarte? Lo dudo, debe haber algo más.

—No lo sabremos hasta ir allí. —dijo Than sin pensarlo mucho.

—¿Deberíamos ir? —pregunté temerosa, mi amigo negó con la cabeza, al igual que Aaron, pero Verónica hizo todo lo contrario, respondió afirmativamente. Al darnos cuenta que no estábamos de acuerdo, ella se ante puso a nosotros.

—Piensen, puede haber alguna pista.

—Los policías ya deben haber limpiado todo. —comentó Aaron.

—Además, está el dueño de la posada que es un pesado. —dije recordándolo.

—Lidiaremos con eso, tenemos que hacerlo. Tú misma lo dijiste, Emy, tenemos que actuar y si debemos arriesgarnos, lo haremos. Debemos hacerlo, por Berni, por Tina...por Jaden y por nosotros.

Nos miramos preocupados. Esconderse no era una opción, porque por más que nos protegiéramos o tomáramos precauciones, nadie nos garantizaba que estaríamos bien. Por un momento sentí determinación, porque si iba a morir, sería luchando hasta el final. Los chicos al parecer también tomaron una decisión, al final quisimos continuar, debíamos atrapar al asesino, porque nadie más lo estaba haciendo.

Era él o nosotros, solo uno podía ganar y yo no era de las que pierden tan fácilmente.

***

Nos saltamos el castigo y fuimos a la casa de Aaron, allí tomó de las cervezas de su padre, para dárselas al dueño de la posada, que era uno de los tantos amigos de copas del papá de él. Con eso, aseguró Aaron, podríamos hacer cualquier cosa.

Dejó la camioneta en su casa, para no llamar la atención, y caminamos hacia la posada sin emitir palabras.

Estábamos nerviosos, no esperábamos que encontrar. Verónica aseguraba que la policía ya había hecho su trabajo, esa misma mañana había escuchado eso en la cafetería, yo rogaba que fuera cierto y que toda la determinación que teníamos sirviera para algo, no queríamos llamar la atención.

A pesar de la hora, el sol ya se estaba escondiendo, así que no fue una sorpresa llegar a la posada con la oscuridad de la noche cubriéndonos. Aaron tocó a la puerta y el anciano nos recibió igual de malhumorado. Traté de esconderme detrás de Than para que no me reconociera, pero hice un pésimo trabajo, ya que me notó de inmediato.

—Eres la niña loca—me apuntó con su bastón—. ¡Váyanse! —exigió empujando a Aaron hacia la calle.

—Señor, queremos echar un vistazo rápido a la habitación del... ¿muerto? —logró decir Aaron, el anciano se detuvo.

—¿Para qué? Si quieren robar llamaré a la policía.

—Es por morbo, señor—respondió Verónica y le quitó las cervezas a Aaron para entregárselas a él—. Les daremos esto a cambio, solo serán unos minutos.

El anciano vio las cervezas dentro de la bolsa y nos juzgó con la mirada.

—Está bien. Tienen diez minutos, pero no roben nada. —advirtió permitiéndonos entrar.

Subimos rápidamente, la habitación de Jaden era la que estaba más próxima a las escaleras, se notaba, ya que la puerta estaba abierta y la chapa rota, tal vez por el forcejeo que hizo Keegan para entrar, la rompió.

Ingresamos con cuidado, y encendimos la luz esperando ver algo horripilante, pero para nuestra sorpresa, a simple vista no había nada en particular que nos produjera horror, o eso pensamos.

Era una pequeña habitación, con una cama al lado de la ventana, sin sabanas, un pequeño velador a su costado, el baño al otro extremo y un pequeño closet. Al lado del velador un escritorio desordenado, y manchas de sangre y tiza en el piso. Todo se veía desolado.

—¿Cuánto tiempo llevan aquí? —preguntó el anciano asustándonos, ya estaba bebiendo una de las cervezas—. Ah, miren ahí en la alfombra, sangre seca, me costará sacarla. Maldito chino, tener que morir en mi mejor habitación—se quejó, se acercó a Aaron—. Tenía un cuchillo en el pecho, estaba hinchado, parecía que iba a reventar. Yo le digo la piñata china, porque estaba colgado allí. —apuntó en medio de la habitación.

Se podía ver la viga que sobresalía y algo más que nos hizo helar la sangre. Había un mensaje, pequeño, que no llamaba la atención a simple vista, pero que lograríamos ver tarde o temprano, un mensaje, más bien, una amenaza.

Y ahí entendí el motivo de por qué me había llamado el asesino, no quería precisamente hacerme ver a Jaden muerto, si no en darme una advertencia de que yo estaba en su radar, o como decía el mensaje escrito con sangre:

"Tú serás la siguiente".

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