Capítulo 23: "Después de todo"
Me encerré en mi habitación, sopesando lo sucedido. Sentía una angustia tremenda, que me presionaba el pecho y hacía que me dificultara respirar. El hecho de que una de mis amigas estuviera tan cerca del peligro, me perturbaba. Quería correr. No entendía el significado del papel, no entendía que hacíamos allí.
La música seguía sonando, mientras Mia y James me llamaban desde el otro lado de la puerta. No sabía qué hacer.
Me tomé mi tiempo y les permití entrar solo a ellos dos, dejando afuera a mis demás amigos, a Aaron que parecía realmente preocupado y a Keegan.
Mia tomó mis manos.
—¿Qué pasó allá afuera? —exigió saber. James comenzó a morderse el pulgar, lo hacía cada vez que sentía ansiedad.
—Era el asesino—comenté aun sin poder creerlo—. El asesino estaba esperándonos, iba a hacerle algo a Verónica.
—Emily, ¿cómo estás segura de eso? —preguntó mi amigo.
—Vi a Bernadette...creo que ella está tratando de comunicarse conmigo, ella me advirtió sobre hoy.
Se quedaron en silencio, Mia se cruzó de brazos, temblaba, hasta ese momento no me había dado cuenta que yo también lo hacía.
—Emy, no puedes quedarte aquí, por favor...—suplicó.
—Estoy de acuerdo—la apoyó James—. Sé que odias a tu mamá, pero prometemos que haremos todo lo posible para que ella no te contacte, pero amiga, debes salir de aquí.
Nunca los había visto tan serios y nunca estuve más de acuerdo con ellos. Pero sabía en el fondo que no podía hacerlo, no podía dejar Nome. Ya muchas cosas me ataban a la ciudad, tenía a mis abuelos, a Aaron... mis amigos. Si me iba, ¿qué sería de ellos? Yo tenía un don, un don que podía ayudar a descubrir quién era el responsable de los asesinatos y evitar que cometiera otro, no podía huir, por mucho miedo que tuviese, debía ayudar en lo que pudiera.
Les expliqué eso a mis amigos, y no pudieron responderme, aunque su opinión de que debía irme con ellos no iba a cambiar, sabían que no podrían convencerme de lo contrario. Mia lloró en silencio y James se sentó en la cama a punto de hacerlo, yo ya estaba llorando a mares.
¿Me estaba condenando? Tal vez sí, así lo pensaban ellos, pero yo guardaba un poco más de esperanza. Los entendía, yo hubiese estado como loca si a alguno de ellos le pasaba lo mismo que me estaba pasando a mí, lo más probable, es que hubiera hecho lo posible para arrastrarlos lejos del peligro. Pero ellos no eran yo y sabía que al final del día, perderían contra mi necedad.
—Creo que lo correcto es decirles a tus amigos del peligro—dijo finalmente James—. Por lo que pase de ahora en adelante, deben estar unidos.
Mia se quedó en silencio y decidieron dejarme sola. Suspiré pesadamente y sequé mis lágrimas, no sabía cómo les iba a decir toda la verdad, temía que no me creyeran.
Después que ellos salieran, Than y Verónica entraron, preocupados. Les sonreí de medio lado y me percaté de algo.
—¿Y Aaron? —pregunté, se miraron nerviosos.
—Se fue—respondió Vero—. Discutió con el profesor y...se fue.
Bajé mis hombros, derrotada. No quería más problemas.
—No te preocupes, de seguro vuelve...siempre vuelve—comentó Than. Eso esperaba—. Pero estamos preocupados por ti, ¿qué pasó?
Los miré a los ojos, era momento de la verdad.
Les conté todo. Mi contacto con los fantasmas, de Alex y Tanya...de Bernadette y mis sueños, todo. Aunque, omití que la había visto en la calle.
No dijeron nada mientras relataba lo sucedido, palidecieron con cada palabra y se me hacía difícil saber si me creían o no. Cuando finalicé, ellos seguían sin reaccionar.
—¿Es en serio? —logró decir Vero.
—No miento.
—Hoy...hoy tal vez... iba a morir...—dijo anonadada. Se agarró la cabeza con ambas manos, sin poder creerlo.
—Entonces, ¿somos nosotros? ¿Estamos en su lista? —preguntó Than, totalmente serio.
—Salía nuestros apellidos, estoy segura de aquello...pero—recordé un detalle importante—. Estaba el apellido Abrams, también.
—Nuestros padres, Emy...nuestros padres. —advirtió Verónica.
—¿De qué hablan?
—Todo este tiempo pensamos que el asesino tenía algo que ver con nuestros padres. Tal vez ellos estén involucrados con el asesinato de Tanya. —explicó mi amiga.
Than bajó la mirada.
—No, no puede ser. ¿Ellos la mataron?
Palidecimos.
—No, ellos no pudieron... ¿verdad, Emily? —rogó mi amiga.
Nunca pensé que tal vez nuestros padres estuviesen involucrados directamente en la muerte de Tanya, nadie lo pensaba así, entonces, ¿por qué los protegían?
—No lo creo. Conozco bien a papá, él jamás haría algo para dañar a alguien, ni siquiera por accidente. No podemos desconfiar de ellos.
—Entonces, ¿qué hacemos? Dijiste que Alex está muerto, y él es el sospechoso número uno para la policía.
Than tenía razón, ya lo había pensado, pero no se me ocurría ninguna solución para aquello.
—Creo que solo debemos cuidarnos. No estar solos, tener algún arma para defendernos. —propuse. Ambos asintieron.
—Debemos atrapar al asesino, antes que él nos atrape a nosotros. —sentenció Verónica con seriedad.
Sin esperarlo, empezaríamos el juego del gato y el ratón.
Seguimos hablando y Than comprendió que lo que había pasado en el invernadero tenía algo que ver con el fantasma de Alex, palideció cuando se dio cuenta que fue atacado por un muerto, Verónica se encontraba igual que él, y confesó que dudaba si decírmelo o no, ya que tenía miedo que la tratara de loca.
Las vueltas de la vida, la loca era yo.
Después de un tiempo prudente, decidí dar término a la fiesta y para mi alivio, nadie en ella se vio envuelto en nuestro drama, todos la pasaron bien, menos yo. Disfruté solo lo que pude y, después del incidente, lo único que quería era que todos se fueran.
Insistí en llamar a Aaron, pero este no respondió y eso me dejó preocupada. Than me consoló diciendo que él pasaría por su casa para ver cómo estaba, eso me dejó tranquila.
Keegan, una vez que la fiesta terminó se ofreció a llevar sanos y salvos a Than y Verónica a su casa. Cuando subieron al auto me di cuenta que Harper no iba con ellos. Tal vez se había ido antes, eso creí.
Mis amigos y yo nos quedamos ordenando. Teníamos que aprovechar el tiempo que nos quedaba juntos, ya que ellos se irían al otro día y los ánimos no eran los mejores.
Cuando terminamos de ordenar, los abuelos llegaron y tuve que disimular una sonrisa de felicidad para que no se preocuparan.
Nos fuimos a acostar y nos quedamos hablando hasta tarde, de cualquier cosa. Anécdotas de la escuela, las series de anime que estaba viendo Mia, nuestras familias, amigos, de nuestras citas desastrosas y los múltiples paseos que hicimos desde que nos conocíamos. Nos estábamos despidiendo, todos con la incertidumbre del futuro.
Y si seguiríamos los tres... juntos.
***
El domingo pasó demasiado rápido, despedí a mis amigos en medio de lágrimas. Me habían dejado el boleto, el cual podía usar cuando yo quisiera, lo guardé en un lugar seguro.
Al siguiente día intenté comunicarme con Aaron, no sabía si iría a buscarme o no para ir a la escuela, ya que sus entrenamientos se habían detenido, supuse que volveríamos a la rutina, pero al parecer, no estimó necesario llamarme para decir que no iría.
Me molestó.
Me intrigaba la discusión que él había tenido con Keegan, estaba tan absorta en lo sucedido con el asesino, que no entró más preocupación en mí que esa.
Desayuné y me despedí de mis abuelos. Caminé hacia la escuela sintiéndome más enojada aún. No por el hecho de caminar, sino que no había recibido ninguna llamada o mensaje de texto de mi novio el cual solo hace dos días atrás había escrito en una hermosa caja de música que me amaba, ¿no era ambigua su reacción? Independiente de sus diferencias con Keegan, ¿cómo no se dignó a preguntar cómo estaba? No era normal, y eso no me gustaba.
Su inseguridad era lo que más me molestaba de él.
Llegué a la escuela y para mi sorpresa a la primera persona que vi fue a Aaron, quien estaba en la entrada, junto a Vero y Than. Al acercarme a ellos, no fue capaz de mirarme a la cara.
— ¿Todo bien? —pregunté seria. Sin saludar a mis amigos, ellos notaron la tensión.
—Todo... bien. —respondió sin prestarme atención. Eso me irritó.
Negué con la cabeza, enfurecida.
—Idiota. —logré decir. Choqué con su hombro y entré a la escuela.
—Emy... —me llamó, pero seguí mi camino, echando humo por la cabeza.
Había pasado por tantas cosas y lo único que necesitaba era que él estuviese a mi lado. No pedía que me consolara, sino que los dos nos apoyásemos, él también estaba involucrado en toda la situación del asesino, al igual que yo.
Entré al salón y me senté en mi lugar. Cuando Aaron llegó ni se atrevió a pedir sentarse a mi lado, se alejó y me dejó sola. Vero llegó conmigo y se sentó junto a mí.
Comenzamos a hablar de James y Mia, para romper la tensión. Eso sirvió un poco. Tuvimos que callarnos por la presencia de Keegan, que comenzó su clase con normalidad. Traté de concentrarme, pero se me hacía difícil.
Al terminar la clase, Than se acercó a nosotras con una gran sonrisa, no lo había notado, por mi mal temperamento, pero los dos parecían muy calmados. Los miré de manera acusadora y Verónica se sonrojó. Sonreí, en ese momento lo entendí todo.
—Aaron, ¿vienes? —le preguntó Than a mi novio, que se dirigía a la salida.
—Debo hablar con Peter, los veo después. —se excusó y salió del salón.
—Dios, ¿cuál es su problema? —exclamé exasperada—. ¿Le contaron sobre lo que les dije el otro día?
—No, creímos que lo correcto sería que tú lo hicieras. —respondió mi amiga.
—¿Tan grave fue la pelea con el profesor?
Than pasó un brazo sobre mis hombros y me acercó a él.
—Ya se le pasará, dale tiempo—sonrió—. Te tenemos buenas noticias, adivina quién tiene novia. —alzó las cejas.
—Ay, no sé, ¿quién podrá tener una novia? Se me hace difícil adivinar. —lo molesté.
—Te daré pistas. Es alto, de buen físico, con ascendencia colombiana, carismático y es el capitán del mejor equipo de la escuela. —explicó mientras salíamos del salón y caminábamos rumbo hacia el invernadero.
—No inventes, Than, no existe un chico así.
—Claro que sí, lo ves casi todos los días. ¡Última pista! Le pondrá tu nombre a su primera hija.
—¡James! —respondí molestándolo—. Aunque sea gay, siempre ha dicho que quiere adoptar.
Verónica se reía con ganas mientras Than seguía dándome obvias pistas de que era él. Sabía que lo hacía a propósito y me encantaba eso de él, que pudiera seguir mis bromas sin molestarse. Era bastante creativo.
Cuando llegamos al invernadero, decidí terminar con la conversación que no nos llevaba para ningún lado.
—¡Tú! —dije finalmente—. Lo había sospechado—sonreí y lo abracé—. Al fin lo lograste, felicidades—me alejé—. Supongo que es con Vero.
—Sí, es conmigo. Me estoy arrepintiendo.
—No hay vuelta atrás, arrepentirse es en vano. —advirtió Than con una gran sonrisa, Vero negó con la cabeza, pero se veía radiante.
Me alegraba por ellos, al menos en esos momentos, se tenían el uno al otro.
—¿Creen que Aaron venga? —pregunté después que nos sentáramos a esperar la siguiente clase. Ellos se encogieron de hombros—. Hay que decirle.
—Sí, pero hasta con nosotros actúa raro, ¿te ha dicho algo, Than? —le preguntó Vero, él negó con la cabeza, poco convencido.
—No me preocupa, la verdad, lo que haga me tiene sin cuidado—confesó Than, ambas quedamos atónitas. Nos miró sin entender—. ¿Qué? —preguntó con inocencia.
—¿Cómo puedes decir eso de tu amigo? —lo regañó Verónica.
—¿Qué dije? —se defendió. Vero puso los ojos en blanco. Than cambió el tema—. Emy, estuve pensando, dijiste que el papel decía nuestros apellidos, ¿verdad? —asentí—. ¿El profesor se quedó con él?
—Sí, aunque no sé por qué. —confesé.
—Tal vez si pudiéramos verlo, podríamos identificar la letra, con una foto bastaría. —propuso.
—Oh, pero que buena idea—lo felicitó Verónica, Than sonrió orgulloso—. Deberíamos preguntarle al profesor que hizo con ella.
—Hablaré con él—dije emocionada, la idea de la letra me había gustado. Verónica se aclaró la garganta.
—Si quieres te acompaño, así Aaron no se molesta. —propuso nerviosa. Fruncí el ceño.
—¿Le cuidarás los intereses a Aaron? Que buena amiga eres. —se burló Than, Vero lo miró enojada y sonrojada.
—Solo era una idea.
—Mala idea—continuó mi amigo—. Emy no ha hecho nada para hacer sentir inseguro a Aaron, él solo se imagina las cosas. Las inseguridades de Aaron no tienen por qué perjudicar en las acciones de Emy.
—Entiendo, entiendo, perdón, señor que lo sabe todo. —dijo Verónica resignada.
—Soy un ser muy sabio, ámame. —respondió robándole un beso.
Comencé a reír y reflexioné sobre lo que había dicho y tenía razón, sus inseguridades no debía perjudicar en lo que hacía con mi vida.
***
Al otro día intenté hablar con Aaron, pero este seguía esquivándome. En ningún minuto se reunió con nosotros. Ni la insistencia de Verónica, que solía siempre doblegarlo, funcionó, simplemente no quería verme.
Cuando terminó la última clase decidí confrontarlo, quisiese o no, teníamos que hablar.
Él salió de los primeros y lo seguí. Al darse cuenta de mi presencia se detuvo, parecía molesto. Esperamos a que el pasillo se vaciara.
—No es momento, Emily. —dijo sin mirarme a los ojos.
—Entonces, ¿cuándo? No te seguiré toda la vida.
—¡No espero que lo hagas! —espetó enojado. Bufé.
—¿Cuál es tu problema? ¿Crees que soy adivina? Pues no, si tienes un problema, dilo, no te quedes callado. —exigí.
—Si sabes, si sabes lo que me pasa, solo que te haces la tonta. —continuó, más furioso que antes.
—¿Es por el profesor? ¿Es eso? Te dije que no pasaba nada entre ambos, ¿qué más quieres que diga?
—¿No pasa nada? No vi eso en la fiesta, riéndote con él, hablando como si nada, ¿qué quieres que piense?
—¿Ahora no puedo hablar con él porque te molesta?
—¡Exacto! No deberías hablar con él, porque precisamente me enfurece. Te lo dije, te dije que a él le gustas, y lo primero que haces es seguir hablándole como si nada.
—No dejaré de hablar con alguien porque te moleste a ti.
—¡Pero yo si lo haría, ese es el problema!
—¡Jamás te exigiría que dejaras de hablar con alguien!
—¿En serio, Emily? Si vuelvo a hablar con Harper, ¿no te molestaría?
Me quedé en silencio, ¿de qué se trataba todo eso?
—Lo que hagas es tu problema, no el mío. No te voy a prohibir que hables con tu ex, no lo he hecho. ¿Acaso quieres que te cele? ¿Qué esté detrás de ti como perrito vigilando que nadie te robe?
—Solo quiero que te comportes como mi novia.
—¿Y cómo sería eso? A ver, instrúyeme como tiene que ser la novia de Aaron McAdams—me burlé molesta, se puso rojo de furia. Me acerqué a él y saqué mi celular—. ¿Lo quieres revisar? Revísalo, pero yo revisaré el tuyo—exigí. Aaron retrocedió un paso y pareció perder un poco de color, eso me sorprendió—. ¿Qué escondes?
—Hablemos después. —dijo tratando de irse, pero lo detuve.
Tenía una gran angustia en el pecho, me desesperaba no entender del todo su comportamiento.
—¿Qué pasó? Dime, ¿qué pasó? En mi cumpleaños estábamos tan bien—solté tomando su mano, se me hizo un nudo en la garganta y mis ojos se cristalizaron—. Nos dijimos que nos amábamos, ¿cómo pasamos a esto?
—Nunca lo dije—respondió sin pensarlo, estaba enojado de nuevo. Lo solté y se dio cuenta de lo que había salido por su boca—. No, no quise... no lo dije, no, pero si lo escribí... si es lo que siento, pero...
—Es mejor terminar. —sentencié.
—No, Emily, no es para tanto—respondió asustado—. Perdón, perdóname, no quise decir eso, lo juro.
—¿Entonces que quieres de mí? —sollocé. Aaron bajó la mirada.
—Deja de hablarle.
¿Qué podía hacer? Dejar de hablarle a Keegan porque hacía inseguro a mi novio o terminar con él. No quería terminar con él, lo amaba y lo amaba mucho, no entendía porque se me hacía más factible dejar de lado mi amistad con Keegan que vivir sin Aaron.
Asentí.
Dejaría de hablarle a Keegan.
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