Capítulo 19: "Los fantasmas de Emily"
—¡¿Qué?! —preguntaron al unísono.
—Espera, Emily, ¿cómo es que sabes eso? —continuó Jaden.
—No puede ser...—interrumpió Keegan—los fantasmas.
Asentí. Jaden frunció el ceño sin entender nada.
—Mira, Jaden, desde que tengo cuatro años puedo ver fantasmas. A Alex lo vi desde el primer día de clases... y con él a Tanya. Ambos están como fantasmas en la escuela. Me pidieron que descubriera sus identidades, porque ellos no recuerdan nada de su vida pasada. Jamás imaginé que ambas historias podrían estar relacionadas. Ahora sé cómo se llaman y cómo la chica murió... pero no puedo ir y decirles que uno mató al otro. —apoyé mi espalda en el respaldo del sillón y miré al techo. Aquello estaba más enredado que mi cabello por las mañanas.
—¿Es una broma? Porque si es una broma es muy mala—dijo Jaden anonadado, no era para menos—. ¿Le crees? —miró a Keegan.
—Cuando me lo dijo las mesas se movieron, a menos que sea Carrie no tengo otra explicación lógica para lo que vi.
Jaden suspiró y se puso de pie, caminando de un lado a otro, hablando en japonés, discutiendo consigo mismo. Keegan le pidió que se detuviera, pero no le hizo caso.
—Entonces quien mató a Bernadette y Tina quiere hacer creer que Alex volvió a vengarse—dijo deteniéndose—. Claro, y como no saben que Alex está muerto... esto el verdadero asesino lo está aprovechando... Pero ¿quién podría tener un motivo para matar a esas chicas?
—La cosa no es eso, Jaden... si no que... si se volverá a repetir. ¿Por qué solamente Bernadette y su hermana? Puede ser cualquiera. Hay que mantenernos alertas y sobre todo tú, que te están siguiendo. —dijo Keegan preocupado. Jaden asintió y yo me quedé helada.
—Sobre eso hay algo que anda rondando mi mente y necesito sacar—suspiré—. Tanya era amiga de mi papá, eso dijo su madre. Por lo que sé y vi en las fotografías Tanya no era solo amiga de papá, sino también de los papás de mis amigos. Algo pasó en esta ciudad hace más de veinte años que hizo que todos mantuvieran un pacto de silencio y aceptaran que lo que le pasó a Tanya fuera un suicidio y no un asesinato. ¿Por qué? ¿Para defender a Alex? Al parecer era un chico despreciado, ¿por qué cuidarlo? No, esto tiene que ver con algo más—tragué saliva—. Yo creo que papá y sus amigos tienen algo que ver en todo esto. —confesé sintiendo nauseas de pensar en que ellos estuvieran involucrados, sobre todo papá.
—¿Por qué lo crees? —preguntó Keegan acomodándose en el sofá, parecía como si la somnolencia de hace cinco minutos atrás hubiera desaparecido.
—Anna...Anna me odia y odia a mis amigos, insinuó cosas sobre mi papá y...no fue algo literal pero su mirada lo decía todo. Además, tú la escuchaste, Jaden, a la madre de Tanya, no dijo más porque yo estaba allí. Tengo miedo de preguntarle a mis abuelos, sé que no me responderán y sé que los chicos no se sentirán bien si insinúo que nuestros papás tienen algún tipo de responsabilidad en la muerte de Tanya.
—Pequeña, no debes acongojarte por algo que no sabes. Pueden ser especulaciones, no hay nada en concreto, debes ver las pistas que ya tienes, no las que supones en tu cabeza. Pero si es así, podría explicar el pacto de silencio—golpeó la mano de Keegan—. Tú que piensas, ¿pollo?
—No pienso nada, solo que Emily y sus amigos deben cuidarse más que cualquier otra persona en esta ciudad. No ir con locos extranjeros a perturbar a personas enfermas. —respondió cansado, eso me hizo sentir un poco mal.
Jaden rio y trató de aligerar el ambiente, pero aun así lo noté tenso, tal vez no me había creído. Cualquiera que fuera la situación, no dijo nada, simplemente se dedicó a anotar cosas en su celular.
Nos quedamos más tiempo de lo que creí. La lluvia había empezado hace ya mucho tiempo y no daba señales de detenerse. Mientras esos dos seguían hablando yo me levanté y fui al baño.
Me miré al espejo y suspiré. ¿En qué me estaba metiendo? Nunca imaginé que llegando a Nome me pasarían tantas cosas. Parecía un chiste mal contado, pero era mi realidad y debía aceptarla y lidiar con ella como pudiese.
Me lavé la cara para despertar y suspiré cansada, preguntándome si lo que estaba haciendo era lo que realmente quería. Antes de poder responderme escuché un ruido extraño afuera, detrás de la ventana. Tragué saliva y mi estómago se revolvió, estaba sumamente sensible, al parecer eran imaginaciones mías, y cuando traté de convencerme de aquello nuevamente escuché un ruido, pero más fuerte, levanté la mirada un poco exaltada.
No sé qué se me pasó por la cabeza al acercarme a la ventana, pero lo hice, me acerqué de a poco y vi una sombra cruzarse por ella. Me alejé despacio, sin entender que estaba pasando, de pronto, la sombra se puso frente a la ventana y la rompió de un golpe.
Di un grito y retrocedí tropezando con mis propios pies, cayendo al suelo. Estaba oscureciendo y la luz natural no era algo que ayudara en Nome, todo se veía gris y en esa ocasión, el cielo nublado no me ayudó a diferenciar quién había roto la ventana. La luz del baño se apagó de un golpe y la lluvia entraba por la ventana rota empapando todo a su paso. La sombra se disponía a entrar, y a pesar de todo pude distinguir que llevaba algo en su mano. Me arrastré por el piso asustada, con el corazón latiendo desenfrenadamente y mi mente en blanco, que no me ayudaba a tomar la decisión de hacer algo.
— ¡Emily! —golpeó Keegan la puerta tratando de abrirla, pero yo la había cerrado con cerrojo antes de entrar.
Torpemente traté de abrirla, pero no pude, me había paralizado al ver que la persona estaba entrando. Iba a morir, definitivamente pensé que moriría. Me arrinconé hacia el lavamanos y tomé una botella de shampoo, la cual tiré en dirección a la sombra. La golpeé, haciendo que gruñera y se apresurara en entrar, cuando lo hizo me apuntó con lo que traía en la mano. Me cubrí la cabeza mientras escuchaba el ruido de la lluvia y los golpes que Keegan y Jaden daban, ya todo me daba vueltas y el miedo se apoderó de mi cuerpo.
Cerré los ojos y escuché dos disparos al lado de mí, la puerta se abrió y lo único que pude ver fue a la sombra salir de un salto por la ventana. No me había percatado que Keegan había entrado, con un arma en la mano, y detrás de él Jaden, que apenas me vio me ayudó a levantarme, no sentía mis piernas, así que, como pudo me cargó y me sacó de allí.
Estaba mojada por la lluvia, tenía pequeñas heridas en las manos por los vidrios que había dejado la ventana rota en el suelo, no me había percatado de eso hasta que Jaden las tomó y le puso una tela encima, estaba desconcertado.
—Lárgate—dijo Keegan llegando con nosotros—. Lárgate de aquí y no la busques más. Es obvio que venía por ti.
—¿Por mí? Es tu casa, ¿qué nos dice que no venía por ti?
—¿Por qué vendría por mí?
—¡Qué sé yo! Tienes un arma, ¿quién rayos eres?
—¡Lárgate de mi casa, ahora!
Jaden frunció los labios y me miró con culpa.
—Lo siento, pequeña... en verdad, pero es mejor que yo siga solo en esto. Quédate con Keegan, porque de seguro él sabrá cuidarte más que yo... lo siento.
A pesar de que le dije que no se fuera, porque podía ser peligroso, no me hizo caso, salió por la puerta dejándonos solos. Gruñí por dentro, aterrada por lo que le pudiera ocurrir, le rogué con la mirada a Keegan, pero este ya no parecía tener la misma energía que antes. Se sentó pesadamente sobre el sofá, y comenzó a respirar con dificultad, me acerqué a él, se veía horrible, no sabía qué hacer.
No lo podía dejar allí solo, no sabiendo que había alguien asechando su casa, saqué mi celular y le marqué al abuelo, no tenía otra opción, Keegan necesitaba ayuda, una que yo no le podía brindar.
***
Explicarles a mis abuelos el porqué estaba en la casa de mi profesor los dos solos no iba a ser fácil, tuve que planear muy bien lo que tenía que decir y necesitaba cómplices para aquello, por lo mismo, llamé a Verónica y le conté lo sucedido. Mi amiga corrió a mi rescate y gracias al cielo pudo llegar antes que mi abuelo, quién se convenció al ver a mi amiga que lo habíamos ido a visitar porque se encontraba enfermo.
Mi abuelo lo obligó a ir a nuestra casa para que se recuperara, mi abuela lo estaría recibiendo felizmente. Aunque se rehusó en un principio, aceptó después de mucha insistencia del abuelo.
Verónica se nos unió y así llegamos a casa y mis abuelos acomodaron a Keegan en el cuarto de invitados. Me quedé con Verónica en mi habitación, mientras me cambiaba de ropa.
—¿Qué sucedió realmente? —preguntó sentándose en mi cama.
—A Jaden lo siguen y casi me matan...
—¡¿Qué?! —la hice callar con un chistido y ella miró a la puerta, preocupada—. ¿Cómo es eso?
—Estaba en el baño, un desconocido entró y si no fuera por el profesor, no sé qué me hubiera pasado. Estoy muy preocupada, creo que estar investigando me está poniendo en peligro, y nadie nos dice que tú o los chicos también lo estén.
Verónica bajó la mirada.
—Lo siento tanto, Emily. Debo contarte algo, no lo iba a decir porque no quería perturbarlos, pero creo que es justo que lo sepas—suspiró y se puso de pie, yendo a la puerta, asegurándose que no hubiese nadie detrás de ella. Cuando comprobó que teníamos privacidad, se acercó a mí—. El otro día el viejo Foster fue a casa a hablar con mis padres. Me dio curiosidad, así que intenté escuchar algo. Papá estaba alterado y el viejo Foster trataba de calmarlo, mamá parecía que lloraba, eso me preocupó mucho. Solo escuché una frase que salió de la boca de papá.
¿El viejo Foster? Fruncí el ceño.
—¿Cuál?
—Alex viene a vengarse...—mordí mi labio inferior, ¿cómo le decía a Verónica que Alex estaba muerto? Pero con sus palabras me quedaba claro que nuestros padres ocultaban algo, algo lo suficientemente malo para que alguien pensara en vengarse—. Alex se está vengando, pero no sé por qué—continuó Vero—. ¿Por qué se vengaría de Bernadette? ¿O será por el señor Reynolds? Ese tal Alex debe tener algo en contra de él.
—He estado pensando sobre ello, Verónica, y creo que nuestros padres tuvieron algo que ver con la muerte de Tanya. —solté sin poder creer que lo dijera con tanta confianza. Mi amiga palideció.
—¿Cómo es posible eso, Emily? ¿Por qué piensas algo así?
—El viejo Foster, Verónica. Él estaba a cargo del caso de Tanya, él dijo que fue un suicidio cuando en realidad fue un homicidio, ¿por qué mentiría? Es obvio, protegía a alguien, y no creo que sea precisamente a Alex, sino a nuestros padres.
—Pe-pero... la mamá de Tanya dijo que Alex había sido, ¿por qué creería algo así si no fuera cierto?
—Estoy segura que no solo piensa que fue él. Anna debe saberlo, por algo nos odia tanto—tomé sus manos—. Vero, debemos detenernos, porque si descubrimos la verdad saldremos muy lastimadas. No quiero enterarme de lo que pasó hace años, no quiero que la imagen de papá cambie, no podría soportarlo. —confesé angustiada, Verónica respiró hondo.
—Tienes razón. Pero, Emy, ¿cómo seguir, sabiendo esto?
Bajé la mirada y negué con la cabeza, era imposible vivir con esa duda, pero debíamos intentarlo por nuestro bien estar, o eso creí.
No tocamos más el tema y nos concentramos en ayudar a la abuela con la cena y la medicina de Keegan, que estaba dormido profundamente, tenía que esperar para poder hablar con él. Intenté llamar a Jaden, pero no atendía, a pesar de mi insistencia, de nuevo iba a desaparecer.
También llamé a mi novio para que viniera con nosotras, pero al igual que Jaden, no respondió. Por su parte Vero le dio aviso a Than, que no demoró en llegar a casa. Cuando le pregunté por Aaron él no sabía dónde se había ido, eso me preocupó, después de lo que me había pasado ese día, me ponía nerviosa pensar que él estuviera en peligro.
No pude comer tranquila hasta que esa noche me envió un mensaje diciendo que se había quedado dormido y que estaba bien, eso me alivió y me ayudó a dormir un poco mejor.
Por una extraña razón, esa noche no soñé con Bernadette.
Esa misma mañana salí de casa a la escuela. Keegan seguía durmiendo y mi abuela me dijo que no me preocupara, así que hubiese tenido un día de clases casi normal si no fuera porque lo sucedido con Anna se había esparcido por toda la escuela. Lo había olvidado por completo, el enrojecimiento de mi mejilla ya no se notaba y estaba preocupada por otras cosas, pero sí, estaba en la boca de todos. No sé como pero ya todos sabían que había sido "brutalmente" golpeada y parecían preocupados.
Anna por su parte, se llevó las miradas de desprecio, eso me incomodó, ya que Anna bajaba la mirada cada vez que alguien decía su nombre de manera despectiva. Vero decía que se lo merecía, pero solo Anna y yo sabíamos lo que había pasado y aunque no justificaba su actuar, la podía entender. Una parte de mi disfrutaba que la miraran mal, pero otra me regañaba por tener ese disfrute con el sufrimiento ajeno, preferí no involucrarme, por lo menos, no hacerlo antes que la misma Anna se disculpara por golpearme.
Aaron y Than llegaron atrasados a clases y cuando se sentó a mi lado, le conté lo sucedido el día anterior, ya que por alguna razón extraña Than no se había dignado a informarle de las nuevas novedades, parecía perdido en su propio mundo. Aunque traté de omitir mis sospechas, ya que con Vero acordamos no informarle de aquello a los chicos, no pude evitar en decirlo con cierta incomodidad lo sucedido con Keegan, como era de esperarse, a mi novio no le agradó mucho la idea, no lo dijo textualmente, pero su expresión cambió por completo.
—¿Por qué no empezaste con eso? —cuestionó en un susurró.
—Porque creo que eso no es lo más importante. Te llamé ayer para que fueras a casa, y no respondiste, quería decírtelo. —reclamé, se quedó en silencio.
—¿Qué problema tienes con el profesor? —preguntó Vero detrás de nosotros—. Pareces celoso.
—Más bien, lo está. —agregó Than con disimulo, puse los ojos en blanco.
—Ese no es el tema, ¿está bien? Pensé que te preocuparías un poco más. —concluí algo molesta. Aaron se paralizó y suavizó la mirada. Tomó mi mano y se acercó a mí.
—Lo siento, tienes razón. ¿Estás bien? —preguntó preocupado, asentí algo dolida.
—Déjala, merece estar enojada contigo, eres un idiota. —dijo Than pegando un bostezo, Aaron hizo una mueca disgustada, pero no le respondió. Algo pasaba entre esos dos.
La clase comenzó y esperé pacientemente que se acabara, debía hablar con mis amigos fantasmas, tenía que concluir con esa misión y enfocarme en vivir tranquilamente, sin seguir pistas hacia asesinos seriales.
Cuando el timbre sonó les pedí a los chicos que no me siguieran, que tenía que hablar algo importante con un profesor, no les dije quién, antes que pudieran preguntar salí de allí.
Llegué al invernadero, que, como costumbre estaba vacío. Se veía limpio y ordenado, a pesar de todo, con Anna estábamos haciendo un buen trabajo. Habíamos plantado algunas verduras que clasificamos según para lo que se necesitaba, al igual que algunas hierbas medicinales. Agregamos flores alrededor de los arbustos y esparcimos semillas de césped en algunos lugares para que se viera con más vida. Solo había un espacio vacío, donde normalmente el fantasma del anciano se paraba y no dejaba que nos acercáramos, haciendo nos muecas de enojo.
No vi a mis amigos fantasmas, así que me senté en la banca a esperarlos. Me sentía algo ansiosa, no sabía cómo empezar, aun dudaba en decirles cómo habían muerto, posiblemente con el tiempo se enterarían, aunque una parte de mí deseaba que no fuera así, que con la información de sus identidades fuese más que suficiente para que ellos descansaran en paz.
—Pareces preocupada. —dijo Tanya a mi lado, me tomó por sorpresa, pero no me asusté, le sonreí y por primera vez en mucho tiempo pude observarla detenidamente.
Era una chica hermosa, con una mirada triste, su piel pálida parecía camuflarse con la neblina que se podía ver afuera del invernadero. El vestido blanco no estaba del todo limpio y en sus manos delgadas y huesudas podía distinguirse enrojecimiento en sus nudillos. No sé por qué, pero antes no había podido ver esos detalles. Se sentó a mi lado y me estremecí al ver una gran cicatriz que se asomaba por su cuello y que el vestido cubría muy bien.
—¿Dónde está él? —pregunté con la mirada fija en la parte de atrás de su cuello.
—Ya vendrá—respondió—. ¿Sucede algo? —apunté a su cuello. Ella se lo tocó y esbozó una sonrisa—. Esto, sí, lo tengo desde siempre, creo.
—Es como una quemadura—dije preocupada—, ¿no te duele?
—En realidad no siento dolor, aunque sí puedo notar mi espalda algo tirante. —intentó tocarse la espalda con poca agilidad.
¿Esa quemadura siempre la tuvo? Realmente me preocupé, estaba recabando más información que no quería saber, la curiosidad era mi peor enemigo, no podía permitirme en tener más preguntas, necesitaba salir de eso.
—Necesito hablar con ustedes—cambié el tema—. Ya sé quiénes son.
Tanya se quedó quieta, como si lo que había dicho hubiera sido una alucinación, luego de unos segundos se puso de pie, con los ojos bien abiertos.
—¿Sabes quién soy? ¿Mi nombre? —asentí—. ¿Hablas en serio, Emily? —nuevamente asentí con media sonrisa al verla tan extasiada.
—Tú nombre es Tanya Turner—continué—. Estudiaste en esta escuela, al parecer tenías muchos amigos...tu sobrina es Anna, la chica que comparte castigo conmigo.
—Tanya, Tanya, Tanya, Tanya—canturreó su nombre dando vueltas alrededor de su eje—. Sobrina, sobrina, sobrina... espera, ¿cómo morí?
Me tensé, detuvo su baile, con mirada curiosa.
—No lo sé...no hay mucha información sobre eso—mentí—. Lo siento.
Ella negó con la cabeza y se volvió a sentar a mi lado.
—No te preocupes, lo importante es que tengo un hermoso nombre. Y resulta que tengo una sobrina, eso significa que tengo un hermano y una familia—sonrió—. Tengo familia, Emily.
—Sí, la tienes.
Tanya rio con ganas, volvió a canturrear su nombre y me sentí culpable, rogando que con eso pudieran escapar de su pasado.
Sin darme cuenta, Alex entró al invernadero con una caminata alegre, nos sonrió y le brilló la mirada cuando escuchó a Tanya cantar, sin entender porque lo hacía.
Ahí estaba él, el presunto asesino de la chica que estaba sentada a mi lado, tenía sentimientos confusos hacia él, una parte de mi lo encontraba encantador, otra, aterrador. Perfectamente podía haberle dicho que de él no descubrí nada y condenarlo a vagar por siempre en el mundo terrenal, pero no podía, mi conciencia no me iba a dejar.
—Alex, ¿cómo estás? —le pregunté, el frunció el ceño—. Alex Abrams, ese es tu nombre.
—¿Me llamó Alex? Espera, ¿descubriste nuestras identidades? —preguntó emocionado. Sus ojos se cristalizaron—. Lo lograste...sabía que lo harías—las lágrimas cayeron por sus mejillas, partiéndome el corazón, ¿cómo alguien como él pudo haberla matado? Tanya le acarició la mano, sus ojos también se estaban emocionando.
Tomé una gran bocanada de aire.
—Tienes un hermano gemelo, el director de la escuela para ser más precisa.
Se limpió las lágrimas.
—Alex... me llamo Alex y tengo un hermano gemelo—repitió sonriendo—. Alex, es raro, se siente raro al decirlo.
—Yo me llamo Tanya, apenas lo escuché supe que me pertenecía ese nombre, aunque sí, es raro decirlo.
—Alex... Alex...
—Chicos, lamento no indagar más en sus muertes, pero me costó mucho saber sus identidades, perdón.
Ambos negaron con la cabeza.
—Eso es lo de menos, nos diste lo que más necesitábamos saber, Emily, estoy eternamente agradecida.
—Sí, Tanya—rio al decirlo—tiene razón. Cumpliremos nuestra parte, buscaremos más información sobre tu amiga...
—¡No! —lo interrumpí—No es necesario. Decidimos cerrar el tema y que la policía se encargue. No se preocupen, solo no hagan nada—los dos asintieron lentamente. Me puse de pie—. Bien, es mejor que vuelva con mis amigos antes que empiece mi siguiente clase.
—¿Te sientes bien, Emily? —preguntó Tanya.
¿Me sentí bien? Definitivamente, no. Pero no le iba a responder eso. Me despedí y corrí de allí, rogando no volver a verlos, que ambos al fin partieran al otro mundo, alejándose de la triste verdad.
Que uno de ellos murió a manos del otro.
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