Capítulo 14: "Recuerdos"
—Mi ex novio es un imbécil—comencé tranquila, Aaron rio—. Creía que lo engañaba con mi mejor amigo, James. Enzo estaba empecinado en creer que él y yo éramos amantes. Odiaba a mi amigo y cuando murió papá, yo me apoyé mucho en James, es obvio, ¡es mi amigo! —dije como si fuera lógico, Aaron asintió—. Enzo sabía lo que había pasado en mi familia y no halló otra forma para hacerme daño que llamarme al frente de toda la escuela, zorra—me tomé un momento—. Eso no me importó, pero textualmente dijo: "Eres una zorra, igual que tu madre".
—¿Qué? Pero que imbécil.
—Pero tenía razón, mi madre es una zorra—concluí con pesar. Aaron quedó sorprendido—. Eso fue lo que más me dolió, porque a pesar de saber que tenía razón, se sintió horrible escucharlo de alguien más—bufé—. Lo sé, lo sé, es terrible que de la boca de una mujer salga esa palabra para referirse a otra mujer y sobre todo si esa es mi madre, pero la odio, la odio tanto que solo pensar en ella me repugna. —sonreí dolida.
—¿Qué te hizo tu mamá?
Suspiré.
—La noche que mi papá murió, descubrimos a mi mamá teniendo sexo con el mejor amigo de papá, en la cama de ellos, en nuestra casa—solté, Aaron se enderezó en su sitio—. Mi papá murió en un accidente, salió de casa hecho un loco y nunca más lo volvimos a ver. Después del funeral, mamá siguió con ese hombre, sin respetar mi dolor, meses después lo trajo a vivir a casa. Viví con mis amigos un tiempo, pero empecé a tener contacto con mis abuelos y simplemente lo decidí, quería salir de allí.
—Oh, Emy, eso es terrible. —dijo preocupado.
—En verdad intenté perdonarla, es mi mamá. Pero cuando lo llevó a nuestra casa, sin respetar la memoria de papá, me di cuenta que nunca le importé. ¿Tú crees que es fácil perdonar algo así? —pregunté en verdad queriendo saber si él hubiera sido capaz de hacerlo, que yo no estaba en lo incorrecto, que no había exagerado.
—Bueno, la verdad es que no lo sé—se encogió de hombros, entonces no estaba tan equivocada después de todo—. Es complicado, viví algo diferente. Mi papá siempre ha sido un borracho, algunas veces lo vi golpeando a mamá y cuando trataba de defenderla, la golpeaba más fuerte—explicó dejándome helada—. Cuando se fue, quería ir con ella, pero recordé que me parezco mucho a él, mamá siempre me lo decía, incluso cuando me ve noto un poco de temor en su mirada. Debe cerciorarse que no soy él, como tú, decidí quedarme en Nome, aunque hubiera sido lindo que ella se negara y me llevara a su lado, pero como lo intuí, no lo hizo.
Parecía calmado, como si ya hubiera asumido que esa era su realidad, tal vez era resignación. ¿Yo debía resignarme ante lo que vivía? ¿Debía perdonar a mamá? No estaba segura, había conocido a muchas madres en mi vida y ninguna había hecho lo que mamá hizo, y mucho menos lo que hizo la mamá de Aaron, o por lo menos, no de esa manera.
No es que esperara más de mi madre por ser madre, pero ¿por qué tenía que pasar por esas cosas? ¿Solo porque ella y papá no pudieron arreglárselas por sí mismos? ¿Por qué debemos los hijos estar en medio de situaciones que no nos corresponden vivir? Era frustrante.
—¿Cuándo supiste que los habías perdonado?
Aaron suspiró y entrecerró los ojos, tratando de recordar.
—Un día desperté y papá estaba tirado en el piso, ahogándose con su vómito. Pude haberlo dejado allí, pero no pude, lo volteé, lo limpié y lo cuidé. No quiero ser como él, Emy, y sé que él guarda mucho rencor. En veinte años no quiero ser uno de los borrachos del pueblo.
Esbocé una sonrisa, tal vez debía intentarlo, yo tampoco quería guardar rencor toda una vida. No lo iba a hacer de la noche a la mañana, por lo menos, debía intentarlo.
Seguimos conversando y Aaron pareció más relajado en contarme todo lo que había vivido y como a pesar de lo sucedido quería a sus otros hermanos. Nos estábamos divirtiendo, y mientras nos reíamos, Aaron calló.
Estaba atento a la puerta y noté la incomodidad en su mirada, miré disimuladamente de soslayo y vi entrar a Harper en la compañía de Keegan. Ambos se sonreían y cruzaban palabras cómplices. Me enderecé y alcé las cejas a mi novio, este rio disimuladamente.
No queríamos llamar su atención, pero cuando escuché mi nombre supe que no podríamos. Obvio, la cafetería era pequeña, así que no podíamos escabullirnos sin llamar la atención de ambos.
Keegan estaba a nuestro lado, saludando animadamente, Harper nos sonrió.
—¿Cómo van las cosas? —preguntó nuestro profesor—. Escuché por el director que pronto se vendrá un partido de basquetbol con una escuela de Anchorage, deben estar ansiosos.
—El entrenador no nos ha dicho nada. —respondió Aaron sorprendido.
—Supongo que mañana les darán la noticia, espero que el juego sea aquí, me gustaría verlos jugar.
—Son geniales, Aaron es la estrella del equipo, ha ganado muchos campeonatos regionales. —explicó Harper animada. Aaron parecía incomodo, la conversación no iba a ningún punto.
—Te equivocas, la estrella es Than—la corrigió Aaron—. Siempre ha sido él, ¿lo olvidas?
Harper asintió, dándole la razón.
—¿Por qué no ocupan esta mesa? —pregunté poniéndome de pie—. Nosotros de todas formas ya nos íbamos.
Aaron me siguió la corriente y nos escabullimos como pudimos, despidiéndonos de ellos. Ya estaba oscuro y apenas eran las cinco de la tarde. La nieve caía débil, pero el frío seguía siendo intenso.
Salimos del café y nos quedamos en la entrada, sin saber que hacer, nos habían interrumpido la cita. Aaron me abrazó por detrás y me besó la mejilla.
Mi cuerpo encontró calidez en el suyo, me volteé para quedar frente a él y lo abracé con fuerza. Comenzamos a besarnos sin pudor, me sentía segura a su lado, tenía la sensación de que me había unido más a él en esa tarde en comparación a las semanas que llevábamos de novios. Me gustaba la sensación que él me entregaba, donde no debíamos preocuparnos de nada más que el momento que estábamos viviendo, allí, juntos.
No me arrepiento de haber sentido eso, porque toda mi vida siempre traté de dar todo de mí.
***
Anna seguía en su quehacer, mientras yo trataba de remover la tierra, el trabajo de agricultora me cansaba. Mi no amiga seguía sin hablarme, no me molestaba, con el tiempo el silencio entre ambas se volvió cómodo.
De vez en cuando ponía música a todo volumen, tratando de provocarla o que me exigiera que pusiera otro tipo de música, pero no hubo reacción, al parecer le gustaba, aunque me miraba feo cuando me ponía a bailar, le faltaba espíritu festivo. De todas maneras, ¿qué hacía una loca como yo bailando en una situación así?
Me di cuenta que la tierra de hojas se había acabado, así que salí del invernadero y me dirigí al galpón al lado del gimnasio.
Me detuve cuando vi a Aaron y a Keegan hablando. Parecían estar discutiendo. Me acerqué cuidadosamente, aunque no escuché nada de lo que decían, la cara de mi novio era de pocos amigos, de hecho, estaba segura que en cualquier momento golpearía a Keegan. Este se encontraba tenso, pero parecía más calmado que Aaron. Fui con ellos.
—Aaron —alcé la voz llamando a mi novio. Él me miró y se puso un tanto nervioso—. ¿Qué pasa?
—Nada, no te preocupes, solo le decía a Aaron que no puede andar por los pasillos sin hacer nada mientras sus compañeros y su novia trabajan —Aaron lo miró molesto, pero no se defendió—. Marshall, ¿por qué no está en el invernadero?
—Nos faltaron algunas cosas, iba al galpón—respondí, el ambiente estaba bastante tenso—. Necesito una mano, ¿me puede ayudar Aaron? —pregunté inocentemente.
—Claro.
Me despedí de él y tomé la mano de mi novio, que caminó a mi lado sin decir ninguna palabra.
—¿Qué pasó? —le pregunté—. ¿Qué te traes con él?
—No es nada, no quiero hablar de esto. —respondió de manera distante.
—Pero Aaron...
—En serio, Emy, déjalo.
—Tal vez pueda ayudarte...
—¡No, Emily! Te dije, no quiero hablar de esto, no insistas.
Me detuve, me estaba hirviendo la sangre.
—Grita más fuerte, los del gimnasio no alcanzaron a escucharte—dije ofuscada—. Si no quieres hablar, está bien, pero no me respondas así, cuando te calmes me llamas, por el momento, vete a la mierda. —le di la espalda, ¿qué se creía? Me detuvo.
—Pe-perdón, lo siento, no sé qué me pasó, lo siento.
Suspiré.
—Cuando lo sepas, me llamas.
Y seguí caminando, dejando atrás a Aaron. ¿Por qué había respondido así? ¿Qué habían hablado con Keegan? Estaba nerviosa, no tenía un buen presentimiento de eso, pero sí que me hizo enojar. Debió haber sido algo ajeno a mí, porque si hubiese sido sobre Bernadette, Aaron me lo diría, si yo era el tema, ¿por qué sería yo? No había nada.
Volví al pasillo, no quería continuar con mi trabajo forzoso, allí todavía se encontraba Keegan, apoyado en la pared mirando a la nada. Me acerqué.
— ¿Qué problema te traes? —le pregunté. Él alzó una ceja y se encogió de hombros.
—No sé de qué me hablas. —respondió indiferente.
Bufé y negué con la cabeza.
—No eres de los profesores que regaña a sus alumnos por ir al baño, dime la verdad.
— ¿Por qué no se lo preguntas a él? Es tu novio. Yo no te debo explicaciones. —dijo con seriedad. La situación me estaba irritando más de lo que creía.
—Lo siento profesor, por molestarlo con mis preguntas—me quejé—. ¿Sabe qué? ... —lo apunté con el dedo, no sabía que decir. Entrecerré los ojos y le di la espalda, no entendía lo que pasaba, me sentía frustrada, nunca me había respondido de esa manera, ninguno de los dos.
—Emily...—me llamó—. Vete a casa, dile a Turner. —ordenó sin dirigirme la mirada, ¿qué mierda estaba pasando?
Llegué al invernadero y le dije a Anna que podíamos irnos a casa, eso la puso feliz y se fue sin despedirse, yo me quedé un momento pensando, no quería preocuparme demás, así que decidí pasar la página, lo que haya pasado entre ellos dos, que lo resolvieran solos.
Me fui a casa, pensando que aquella situación iba a mejorar, pero no. Aaron estaba extraño, al igual que Keegan.
Aaron podía estar físicamente a mi lado, respondiendo a mis preguntas, pero no lo sentía presente. Cada vez que veía a Keegan tenía la necesidad de irse a otra parte, y eso se me hizo super extraño. Mi profesor, por su parte, se comportaba igual que siempre con los demás, pero conmigo, era más frío que un témpano. No me miraba, no me hablaba si no era estrictamente necesario y no me hacía preguntas de la materia, esto último lo agradecí porque no entendía mucho.
No era que quisiera un trato especial, pero se notaba mucho y me incomodaba. Iba a preguntarle a mis amigos, pero decidí esperar. Sabía que Aaron se tomaba su tiempo para abrirse, y Keegan solo era una persona que de la noche a la mañana había cambiado conmigo.
Estábamos en la clase de biología, cuando escuchamos un golpe en la puerta, era un chico de un curso inferior asomando la cabeza.
—Lo siento profesor, necesito sacar a dos de sus alumnos... el director me dejó—Keegan asintió. El chico miró a nuestra dirección—. Aaron y Than, ¿me acompañan? —ambos se pusieron de pie, pero antes de salir Keegan les entregó una hoja a cada uno.
—Los resultados de los exámenes de la semana pasada —los recibieron y salieron —. Bien chicos les daré sus exámenes. Están bastante bien, hay unas excepciones, pero la mayoría me sorprendió.
Comenzó a entregarlos, pasándoselos a todos en la mano, menos a mí, que deslizó el papel sobre la mesa, lo revisé y me sorprendí. Una horrible D aparecía. Había estudiado tanto para una calificación así de mala, quería hacer una bola con el papel y tirarlo a la basura. Verónica sonreía al sacarse una buena nota.
—¿Esa es tu calificación? —preguntó asombrada, asentí—. ¿No te arruinará el promedio?
Gruñí, claro que lo haría, podía reclamar o pedir algunos puntos extras, pero sabía que él no me ayudaría.
—Bien, los que hayan sacado nota baja deberán esforzarse, tal vez deban concentrarse más en estudiar que en otras cosas. — dijo mirándome acusadoramente
Sonó el timbre y guardé el examen en mi mochila, al fin había acabado esa clase.
Than entró con una gran sonrisa mostrando su examen.
—Este día es perfecto, me saqué una buena calificación y la próxima semana jugaremos con una escuela de Anchorage —informó tomando sus cosas y las de Aaron—. Tenemos un intenso entrenamiento y nos libraremos del castigo por unos días.
—Eso es favoritismo—se quejó Verónica—. Hoy me tomo el día, no me importa si me regañan, tengo mejores cosas que hacer.
—¿Dónde está Aaron? —pregunté algo ansiosa.
—En el gimnasio. Me pidió que viniera por sus cosas, ¿están peleados? —respondió Than.
—¿Te contó algo? —negó con la cabeza—. No lo sé, tal vez tiene algo metido en el culo que le incomoda...o le gusta, ¿qué se yo? —Than rio con ganas y pasó su brazo sobre mi hombro.
—Aaron es como un perro callejero...no, no era así. Aaron es un lobo...mierda, tampoco era así. Aaron es un zorro...
—Ya calla, no le haces ningún favor, hay cosas más importantes y deberíamos preocuparnos por eso. Ya se le pasará, lo que sea que le suceda, solito volverá con el rabo entre las piernas, es tan predecible. —dijo Verónica tomando mi brazo, arrastrándome afuera del salón.
Parecía ansiosa por decir algo, pero por una extraña razón, no podía hacerlo con tantos ojos y oídos atentos. Than nos siguió detrás y nos encaminamos hacia el gimnasio.
—¿Estás bien? —le pregunté cuando nos alejamos de todo, negó con la cabeza.
—No, se supone que íbamos a investigar cosas, y no llevamos nada. Estoy frustrada porque pareciera que toda la maldita ciudad tiene un pacto de guardar silencio—bajó los hombros derrotada—. Creo que me rendiré, fue estúpido pensar en que iba a descubrir algo cuando ni la policía lo ha hecho.
—Es lo más sabio que has dicho. —acotó Than abrazándola, pero ella no parecía convencida.
Era sensato, sí, pero me preocupaba que le afectara. La abracé también, para Verónica la investigación la mantenía con energía, temía que la perdiera.
Nos separamos y ella volvió a su castigo, al final, no fue capaz de irse. Yo entré al invernadero, Anna me estaba esperando, sentada en la banca, escuchando música que se colaba de sus audífonos y podía oír la melodía pegajosa de Paramore. Sonreí, era la misma canción que había puesto todos los días.
Cuando me vio se puso de pie.
—Me debo ir. —informó acercándose a la salida, pasando a mi lado.
—¿Qué? ¿Por qué? no se vale dejarme sola. —respondí a su seguidilla.
—No me importa, me tengo que ir.
—Si tú te vas, yo también.
—Me importa un huevo, haz lo que quieras.
Me detuve un momento, sopesando la situación, era justo ¿no? No me iba a quedar sola, el cielo estaba gris y estaba segura que en cualquier momento llovería. Hace días que caía lluvia y nieve, era una mezcla extraña, pero normal allí.
Seguí caminando, Anna había avanzado unos cuantos metros, perdiéndose de mi vista.
Salí del colegio con cautela, procurando que nadie me viera escapándome del castigo, bueno, de todas maneras, se iban a enterar si iban al invernadero y no nos veían, pero no quería que me pillaran en el acto mismo.
Salí sin problemas y pude ver la cabellera de Anna desde una esquina. Ella estaba en medio de la calle, hablando con un chico delgado y alto. No parecía cómoda, trataba de irse, pero él se lo impedía. Claramente no era su amigo, me acerqué.
—¿Todo bien? —pregunté, llamando la atención de ambos. Anna aprovechó la distracción y nos dejó atrás. El chico suspiró ofuscado, pero se recompuso al mirarme, sonrió.
—Eres estudiante, ¿verdad?
—No.
—¿Te puedo hacer unas preguntas?
—No quiero modelar, pero gracias por el ofrecimiento. —respondí tratando de irme, pero me impidió el paso. Rio.
—No, no, nada de eso, aunque es indudable que serías una perfecta modelo. A lo que voy es que hace un tiempo sucedió algo dentro de esa escuela, un hecho en particular—me tensé, fruncí el ceño, eso lo hizo sonreír más—. ¿Me podrías ayudar respondiendo algunas preguntas?
—¿Eres policía? —volvió a reír.
—Claro que no. Mira mi mala educación, no me he presentado—sacó una tarjeta de su bolsillo y me la pasó—. Jaden Aida, periodista. Hago un artículo referente a las desapariciones en Nome.
—En Nome desaparece muchas personas, es conocido.
—Lo sé, pero hay una que destaca, la de Tina Reynolds. Su hermana fue asesinada en esta escuela, ¿no? —no respondí, él continuó—. Hay un caso de hace más de veinte años que sucedió en la escuela, pero necesito información de cómo murió Bernadette Reynolds.
—¿Un homicidio? —pregunté sorprendida, él negó con la cabeza.
—Un suicidio. ¿Conoces a la víctima? —me tomé un tiempo antes de responder, ¿un suicidio en la escuela? ¿Por qué me sonaba familiar?
—No—mentí—. Solo sé lo que los rumores dicen, la encontraron en el baño, nada más.
—¿De qué forma? —me encogí de hombros, no le iba a decir, pero parecía que él tenía mucha más información que nosotros, y si, ¿era lo que necesitábamos? Podía conseguir más de él, esbocé una media sonrisa y relajé mis hombros—. ¿Conoces a alguien que sí lo sepa?
—Tal vez—me crucé de brazos—. Pero no te dirá nada, nadie dice nada.
—Lo entiendo, esta ciudad tiene un pacto de silencio perturbador. ¿Te suena el nombre de Tanya Turner? —continuó, ¿Tanya Turner? Fruncí el ceño, ese era el apellido de Anna.
—Conozco a un Turner en la escuela, tal vez sea familiar—respondí, se le iluminaron los ojos y anotó en su celular animado—. Pero, ¿quién es ella?
—No puedo decirlo, pero dime, ¿cómo se llama ese familiar? —me miraba expectante, como si yo fuera lo suficientemente estúpida como para responder eso.
—No te lo diré, tienes cara de psicópata. —sonreí, él frunció el ceño.
—Soy japonés, ¿nunca habías visto uno?
—No lo decía por tu procedencia, sino por tu persona. ¿Sabes que podría informar esto a la policía? No querrán a un forastero metiendo la nariz donde no le corresponde. Además, fuiste bastante descuidado en darme tu tarjeta. ¿Por qué no negociamos? Puede que sepa que le pasó a Bernadette ese día, puede que esa persona cercana a mí me haya contado con lujo de detalles lo que vio, y puede que esté dispuesta a compartirlo contigo, ¿qué tan dispuesto estás en entregarme información de tu investigación?
Jaden se quedó en silencio, tal vez no se esperaba que le dijera eso.
—¿Qué quieres saber? —preguntó con cautela.
—Lo que tengas, ¿quién es Tanya Turner? —suspiró, miró a su alrededor y se acercó a mí.
—Bien, confiaré en ti, espero que no me engañes.
—Sabes donde estudio, no me iré a ninguna parte. —dije con confianza, él sonrió.
— Era una estudiante de último año. Cómo dije, se suicidó, específicamente en el baño de mujeres, ¿cuál de todos, no lo sé? Pero sucedió, la encontraron colgada y ensangrentada.
—¿Colgada? —asintió y lo recordé, tan vívido como la imagen de Berni colgada, se me erizó la piel—. Hay una leyenda en la escuela, sobre la Dama blanca, no le tomé importancia, porque no creía en esas cosas, pero se supone que es un fantasma de una estudiante que se suicidó en el mismo baño donde encontraron a Bernadette, ¿podría ser ella?
—Puede ser, ¿Dama blanca? —asentí—. Tal vez las personas se sientan más cómodas hablando sobre una historia de fantasía que de la real. —dijo anotando en su celular.
Así que estudiante de último año, ¿podría ser Mia fantasma esa chica? No recordaban cuanto tiempo estaban allí, solo que apareció en el baño. No era descabellado. Prácticamente tenían mi edad, estaban familiarizados con la escuela, aunque existían más fantasmas alrededor, ellos eran los únicos jóvenes. Si estudiaron allí, debía haber pruebas de ello, ¿cómo no se me había ocurrido antes?
—¿Hay algo más? Si se suicidó, debió dejar alguna nota o carta.
—Sí, estuve averiguando, pero no encontré nada, lamentablemente—se quedó en silencio y carraspeo un poco—. ¿Me dirás como la encontraron? —dudé en hacerlo, porque sabía que él no había compartido mucho de su información, no sería tan estúpido para hacerlo, yo tampoco lo sería.
—Colgada y ensangrentada. —respondí seca.
—Pregunto por Bernadette. —corrigió.
—Lo sé, y te lo estoy diciendo. Colgada y ensangrentada. —Jaden abrió la boca con sorpresa, se mordió el labio inferior, batallando con él mismo.
—¿Había algún mensaje? Tal vez escrito en la pared...—me tensé nuevamente—, había uno ¿verdad? Algo como: "Lo pagarán caro".
—¿El de Tanya decía eso? —asintió lentamente—. No lo sé—mentí, él lo notó.
—Creí que teníamos un trato, pequeña... ¿cómo te llamas?
Dijo dándose cuenta que jamás me presenté, iba a salir corriendo, no me seguiría, ¿quién lo haría? Pero la información que me había dado era precisa, tal vez Verónica y los chicos se animaban a seguir, aunque sería imprudente darle alas para que hicieran algo peligroso, pero me puse en su lugar, y no me gustaría que me ocultaran algo como eso, al final era su decisión.
—Emily. —respondí.
—Claro, Emily, teníamos un trato, ¿no me dirás nada más?
—Puedo hacerlo, sí, pero no ahora. Te llamaré. —levanté su tarjeta.
Unas gotas de lluvia comenzaron a caer sobre nuestras cabezas.
—Espero que me llames... ¿Por qué no me das tu número? —lo quedé mirando y negué con la cabeza—. ¿Por qué siento que estoy perdiendo?
— ¿Qué estás haciendo, Emily? —preguntó la voz de Keegan a mi espalda. Tragué saliva.
—Holaaa—saludé con ánimo, la lluvia se estaba intensificando—. ¿Qué haces aquí?
—Yo pregunté primero y no me respondiste. —lo noté realmente molesto. Miraba a Jaden acusadoramente
—Ayudaba a este joven a encontrar el centro de la ciudad, como verás, es extranjero y no maneja mucho el inglés, ¿verdad? —miré de soslayo a Jaden, esperando que me siguiera el juego, él sonrió y dijo algo en japonés que no pude entender. Keegan se cruzó de brazos—. Tú sabes que siempre me ha gustado ayudar a los demás. —mostré mis dientes en una especie de sonrisa.
—Mentir hace mal, Emily. —me regañó. Jaden asintió.
—Lo siento, no estaba haciendo nada malo con tu novia así que tranquilízate. —. interrumpió Jaden levantando sus manos para demostrar inocencia, teniendo la intención de irse de allí, Keegan lo detuvo.
— ¿Quién eres tú?
—Jaden Aida, periodista, le estaba haciendo unas preguntas a Emily. — dijo con una sonrisa.
— ¿Sobre qué? —continuó Keegan a la defensiva, se acercó a nosotros e interpuso su cuerpo entre Jaden y yo, como si me protegiera de algo. El japonés iba a responder y eso no me convenía a mí, ni a nadie, lo callé con un gesto y sujeté con fuerza el brazo de Keegan, este frunció el ceño.
—¡Corre, corre! —chillé y Jaden salió corriendo, mientras yo impedía que Keegan saliera detrás de él, se quedó en su sitio, sorprendido a lo que estaba haciendo.
—¿Qué haces?
Lo solté y corrí también, con la lluvia impidiendo que pudiera correr a la velocidad que yo quería, me estaba metiendo en muchos problemas. Me llamó, pero solo me metí dentro de la escuela, debía hablar con los chicos.
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