Capítulo 13: "Algunas verdades"
Llegamos al invernadero, no sabíamos que hacer, solo seguimos las instrucciones de Keegan, que debíamos esperarlo para darnos las indicaciones de lo que debíamos hacer.
Anna no parecía muy animada, se sentó en la banca con los brazos cruzados, con los audífonos puestos, haciéndome saber que no le hablara. No lo iba a hacer, por lo menos lo intentaría, no podía prometer mucho.
Mis nuevos amigos estaban allí también, sentados en el suelo, sonriendo. El jardinero fantasma también estaba allí, en su rincón, vigilando lo que hacíamos. Observaban a Anna con cierta curiosidad y James fantasma le decía algunas cosas a Mia fantasma que no pude escuchar.
Me senté al lado de Anna.
—Aléjate de mí. —advirtió con dureza, algo que ya se me hacía normal. En verdad no creía que estuviera enojada.
Suspiré.
—¿Te asustaste con las explosiones? Yo sí, ¿es normal que pasen estas cosas en Nome?
—Tú no entiendes, ¿verdad? —dijo ofuscada—. No, no es normal y no, no me asusté. No deberías estar preocupada por esas cosas cuando Sor Harper volvió a la ciudad.
Reí, "Sor Harper". Ella negó con la cabeza.
—No me importa ella, no sé porque debería.
—¿Tu linda amiguita no te lo ha dicho? ¿Tu novio no se ha atrevido? —preguntó con burla, fruncí el ceño.
—Sí, Vero es linda—respondí provocando que pusiera los ojos en blanco, me regañé a mí misma: "tómate en serio las cosas, Emily" —. Está bien, te escucho, dime lo que sepas.
—¿Por qué lo haría?
—Tal vez lo que me digas me duela y me preocupe. Estaré muy triste y no te hablaré en todo el castigo, ¿no crees que vale la pena? —propuse. Anna asintió.
—Es tentador, pero soy buena persona, te lo diré—se enderezó en mi dirección—. Todos sabemos lo importante que fue Harper para Aaron. Eran de esas parejas que se esperaba que se casaran y formaran una familia, ¿sabes? —iba a responder con algo poco serio, así que me quedé en silencio—. ¿Quieres saber por qué terminaron?
—¿Es un buen chisme?
—Concéntrate, Marshall—me regañó—. Harper engañó a Aaron con un viejo millonario que la sacó de esta apestosa ciudad, y tu noviecito por despecho se acostó con todo lo que se encontró—respondió con burla—. Yo que tú le pido exámenes de ETS, uno nunca sabe.
—¿Qué es una ETS? —preguntó Mia fantasma.
Quedé sorprendida, por eso Vero la había llamado zorra, aunque no es el término que ocuparía yo para describirla, pero sí, nunca pensé que tuvieran ese tipo de historia, no pude evitar reír al imaginarme la situación. Aaron hizo eso, me causó mucha gracia. Mi risa se expandió por todo el invernadero, Anna frunció el ceño como si fuera un bicho raro.
—Contigo no se puede. —gruñó.
—Perdón—pude decir—. Pero un examen de ETS no estaría de más, gracias Anna, como siempre demuestras tu preocupación por mí de una manera muy extraña. —añadí sonriente, ella chasqueó la lengua.
—Tu novio es popular—comentó James fantasma—. Vi a muchas chicas llorar por él—. Suspiré, eso no me agradó escucharlo. Tenía que hablar con él sobre eso, no me podía quedar con la duda sobre su conocido pasado—. A ella también la vi llorando por él.
Miré a Anna, no podía ser.
—¿Te acostaste con él? —pregunté anonadada.
Anna palideció, la tomé por sorpresa, ¡a mí me había tomado por sorpresa! Iba a hablar, pero las palabras no le salían. Lo había hecho, no lo podía creer, Aaron y Anna. Seguí esperando a que me dijera alguna cosa que me dejara como tonta, como ingenua por pensar así de ella, que ella jamás se rebajaría a ser una más de las conquistas de mi novio, pero no salió nada por su boca, de hecho, bajó la mirada y comenzó a temblar.
Se delató sola.
Se levantó de un salto y salió corriendo del invernadero dejándonos solos. James fantasma se mordió el labio inferior y Mia fantasma lo regañaba en susurros.
Entonces, ¿siempre fue así conmigo por Aaron? No lo podía creer, tanta provocación tenía una explicación y no tenía nada que ver conmigo.
—¿Por qué Anna salió corriendo? —preguntó Keegan entrando al invernadero.
—Se acostó con mi novio. —respondí aun tratando de asimilar todo. Keegan asintió.
—Aaah... ¿ah? —dijo luego de comprender mis palabras, me encogí de hombros. Vio afuera del invernadero y luego posó su vista en mí, sin entender nada. Negó con la cabeza—. No preguntaré, como sea, hablaré con ella después. Deben limpiar la maleza y sembrar semillas en todo el lugar...hay un pequeño galpón al lado del gimnasio, allí encontrarán todo lo que necesitan... ¿Anna y Aaron? —dijo finalmente igual de confundido que yo.
—No quiero hablar de eso—comenté—. ¿Debo empezar ahora? —pregunté poniéndome de pie, el asintió.
—¿Sembrarás flores? Me gustan las flores—informó Mia fantasma, se acercó a mí y miró a mi profesor—. Es guapo, él me gusta. —susurró como si él pudiera escucharla.
—¿Estás bien? —preguntó mi profesor.
—Sí, ¿sabes que le gustaste a mi amiga fantasma? —cambié el tema, Mia se rio por lo bajo y salió del invernadero tarareando con alegría, James la siguió. Keegan frunció el ceño.
—Entiendo, quería tocar ese tema, pero no sabía cómo, gracias por facilitármelo. Hoy en la mañana...no sé cómo explicarlo, pero quedé bastante preocupado. ¿Qué pretendes buscando información sobre lo sucedido con Bernadette? —preguntó serio y preocupado.
Pensé que hablaría sobre la mesa que se movió, pero al parecer era más importante lo otro. Suspiré.
—No es nada, ellos no vieron nada, fue más que nada curiosidad, pero eso se acabó, tengo otras cosas que hacer. —respondí casi sincera, no le iba a comentar la misión que teníamos sobre descubrir el asesino de Berni.
—¿Ellos? ¿Otras cosas que hacer? —cuestionó con duda.
—Sí, no solo es un fantasma, son dos. Una chica y un chico, no recuerdan nada de su vida, ni siquiera sus nombres, investigaré sobre ellos y los ayudaré a pasar al otro lado—dije convencida, porque eso realmente iba a hacer, pero Keegan aún seguía dudando, bufé—. ¿Aun no me crees? Literalmente se movió la mesa frente a tus ojos.
—Siempre te creí. —mintió. Negué con la cabeza.
—Solo un diez por ciento de ti me creía, el otro ochenta por ciento no.
—Eso hace noventa. —corrigió. Me quedé en silencio.
—Lo sé, el otro diez corresponde a mi posible inestabilidad mental.
Keegan sonrió.
—Bien, te creo en un noventa por ciento, el otro diez es sobre mi propia inestabilidad mental—se acercó un poco a mi—. Ten cuidado, muchas veces nos creemos capaces de todo, pero hay ciertas cosas que van más allá de nuestro control, no te involucres en lo que le sucedió a Bernadette, deja que las autoridades se encarguen de ello.
—Hablas como viejo. —respondí nerviosa.
Hablaba en serio, ¿cómo me había leído la mente sobre eso? Teníamos que tener cuidado con Keegan, no parecía una persona fácil de engañar. Él volvió a sonreír y se alejó del invernadero despidiéndose con entusiasmo, como si todo lo que acabábamos de hablar fuese pan de cada día para él.
En el fondo sabía que tenía razón, tal vez estábamos apuntando muy alto sobre averiguar cosas de Bernadette y Tina, teníamos que tener mucho cuidado.
***
Resultaron ser unas semanas bastante ajetreadas, más de lo que podía imaginar. Con el castigo después de las clases y las prácticas de Aaron, no habíamos podido hablar como correspondía. Quería preguntarle muchas cosas, principalmente de sus amoríos fugases antes de conocerme, pero se me hacía imposible hacernos un tiempo, no encontraba el momento adecuado y tampoco quería preocuparlo más de la cuenta, así que en los pocos momentos libres en los cuales apenas podíamos cruzar palabras, lo aprovechábamos al máximo.
Anna en la primera semana de castigo no apareció en el invernadero, dejándome todo el trabajo a mí, eso me molestó, ¿cómo no podía enfrentar lo sucedido? No era el fin del mundo, aunque preocupante. A la segunda semana apareció, pero no me dirigió la palabra. No la busqué tampoco, sabía que se moría de vergüenza y había hecho un gran esfuerzo para estar allí.
Mientras cumplíamos con el castigo, yo fingía que hablaba con mis amigos de Nueva York, pero realmente lo hacía con los fantasmas, que entusiasmados me contaban todo lo que habían oído. Para nuestra mala suerte, nada era relevante, de hecho, me enteré de muchos chismes de mis compañeros y gente del pueblo que me mantuvo bastante entretenida.
Por mi parte, descubrir la identidad de ellos se me hacía muy difícil. Pensé que sería sencillo, pero no había ninguna información que pudiera darme una pista por donde comenzar a buscar. No había obituario en Nome, tampoco tenía una idea de cuantos años llevaban vagando por la tierra y mucho menos como habían muerto. Con lo de Bernadette y Aaron, mi cerebro no funcionaba como correspondía.
Verónica era otra preocupación, estaba tan empecinada en descubrir la verdad, que empezamos a tener reuniones clandestinas en su casa sobre el tema. No duró mucho, ya que su papá nos escuchó hablar de aquello y se armó una grande. La castigaron por exponerse así, casi nos llega un regaño también, pero los chicos pudieron calmar la situación.
Than y Aaron no estaban muy entusiasmados como lo estaba Verónica, le seguían en juego más que nada para cuidar que no se metiera en problemas.
De allí en adelante las reuniones comenzaron hacerse en la casa de Aaron, ya que su papá no se encontraba casi nunca. Aunque le advertí lo que me había dicho Keegan, mi amiga estaba decidida, no iba a bajar los brazos, pero al igual que nosotros, no tenía nada.
El tan esperado fin de semana llegó y yo estaba llena de tareas. Aproveché mi sábado para terminarlas y como premio, llamé a mi Nana, y después de ella a mis amigos James y Mia para comentarles todo lo que había pasado en mi semana, algo que acostumbraba a hacer, ellos me contaban su semana y yo la mía.
El domingo después de la comida Aaron apareció en casa sin avisarme, me tomó desprevenida.
— ¿Qué haces aquí? —le pregunté divertida.
—Tendremos una cita. —afirmó felizmente.
Me preparé y salimos al café que me llevó la primera vez que nos conocimos, no esperaba salir con él, pero me di cuenta que sería el momento perfecto para hablar.
No podía negar que estaba nerviosa, ¿se lo tomaría bien o mal? No importaba como lo dijera, iba en él como lo tomaba. Decidí pensar positivo y que él sabría cómo responder a mis dudas, estaba lista para lo que pasara.
Cuando llegamos al café hablamos de cosas triviales, como la competencia de trineos. Than y él estaban pensando no hacerla ese año, por todo lo ocurrido y me pidió la opinión sobre el tema. Entendía su punto, no estaban emocional y mentalmente preparados para algo tan grande como la competencia, pero se habían esforzado mucho en poder participar. Al final la decisión era de ellos.
Cuando empezó a anochecer me atreví a ir al tema que me importaba.
—Me enteré de algunas cosas—comencé, él se tensó—. No es nada preocupante, pero si llamativo. No te juzgo, la verdad porque no soy nadie para hacerlo—reí nerviosa—. Pero, ¿en verdad te acostaste con media escuela después de terminar con Harper? —fui al punto. Eso hizo que Aaron se sonrojara hasta las orejas, sonreí porque hasta de esa forma se veía hermoso. Trató de tomar un sorbo de su café, pero se atoró, haciendo que tosiera.
Le ofrecí mi jugo, él lo aceptó y tomó un poco.
—¿Dónde escuchaste eso? —dijo finalmente. Suspiró—. Soy algo...tímido con estas cosas, ¿entiendes?
—Me recomendaron pedirte exámenes de ETS, Aaron—dije en broma haciéndolo sonrojar más. Pegó la frente sobre la mesa y comencé a reí para aligerar el ambiente—. Estamos en una zona de confianza, podemos hablarlo. Yo te hablaré de mis amoríos, así estamos a la par.
Recostó su mejilla en la mesa, acaricié su cabello, no quería incomodarlo, pero se enderezó y asintió.
—Está bien—tomó de su café—. Harper fue mi primera novia, mi primero en todo en realidad. Nunca fue un tema la edad, ¿sabes? Yo realmente estaba enamorado de ella, pero se terminó. —dijo resignado.
—Te dejó por un viejo millonario. —acoté, él frunció el ceño.
—¿Quién te lo dijo? Esa Verónica...
—No, de hecho, Verónica no me dijo nada de esto, me sorprende lo fiel que es a su amistad. —la defendí, él pareció agradecido.
—Sí, me dejó por un viejo. No estoy orgulloso de lo que hice después, simplemente tomé las oportunidades que se me presentaron. No obligué a nadie y no prometí nada, siempre dejé las cosas claras. Pero no me acosté con media escuela...solo con unas pocas chicas, la mayoría ya ni siquiera estudia allí—bajó la mirada—. No quise ocultártelo, pero creí que podrías decepcionarte de mí.
Esbocé una sonrisa, no podía decepcionarme, ¿por qué lo haría?
—No te tengo en un pedestal, Aaron. En mi vida entendí que no debemos idealizarnos, simplemente aceptar lo que somos. Debo reconocer que tampoco quería hablarte mucho de mi vida amorosa, porque siempre bromeo sobre que tuve muchos novios, pero es verdad, he tenido muchos...sin contar con los que salí. Pero puedo entender lo incomodo que debe ser para ti que Harper esté aquí, después de lo que te hizo.
—Trato de no pensar en ello. Ya la perdoné. —dijo como si nada.
—¿Perdonarla?
Asintió.
—Con papá y mamá entendí que vivir con rencor no me hacía bien. Me hicieron mucho daño y odiarlos me hacía odiarme a mí mismo. Lo mismo pasa con Harper, la odié mucho, tanto que empecé a odiar a todas las mujeres, pero me di cuenta que eso no estaba bien—sonrió con incomodidad, tal vez no pudiendo creer lo que había hecho—. Perdonar no significa olvidar, sino, vivir con aquello. El daño está hecho, no hay nada para remediarlo, pero sí podemos curar el dolor que nos provocó.
"Curar el dolor que nos provocó", siempre quise saber cómo se hacía eso y cuánto tiempo tomaba, me preguntaba si todos somos capaces de hacerlo. Parecía algo lejano a mí, yo no podía pensar así, yo no podía decir aquello, no era tan valiente.
Aaron tomó mi mano, intentando descifrar mis pensamientos, estaba siendo sincero conmigo.
—Nunca te conté porque llegué a Nome. —dije con tristeza.
—Murió tu papá. —respondió. Negué con la cabeza.
—Esa no fue la razón—suspiré—. Si pensara como tú sobre el odio, tal vez jamás me hubiera armado de valor para llegar aquí.
—¿Por qué lo dices?
—Porque odio a mi madre más de lo que pensé que llegaría odiar a alguien. —dije finalmente.
Por primera vez en mucho tiempo hablaría de lo sucedido, y aun dolía como ese día, ese fatídico día.
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