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Azul y yo estábamos en nuestros asientos, esperando con ansias la nota del exámen.
El silencio se apoderó del aula cuando el profesor entró con los exámenes corregidos en la mano. Azul y yo nos miramos nerviosamente, esperando que nuestro esfuerzo se viera recompensado. El profesor empezó a llamar a los alumnos por orden alfabético y a entregarles sus notas. Algunos salían con una sonrisa, otros con una mueca de decepción.
Cuando escuché mi nombre, me levanté y caminé hacia el escritorio del profesor. Tomé el examen con temor y lo miré rápidamente. ¡Había aprobado! Lo sabía, solo unos pocos exámenes más y adiós escuela. Le di las gracias al profesor y volví a mi asiento, donde Azul me esperaba con ansiedad. Le mostré mi nota y ella me abrazó con alegría. Ella también logró aprobar. Nos felicitamos mutuamente y respiramos aliviados.
Miré a mis otras amigas, buscando sus reacciones. La mayoría había aprobado, excepto una. Se veía triste y avergonzada. Me dio pena por ella. Estefanía no había venido hoy a clases, lo cual era muy extraño, pues tenía una asistencia perfecta. Quizás se había sentido mal o tenía algún problema familiar. O tal vez sabía que iba a reprobar y prefirió evitar la humillación.
Debido a que formaba parte del plan, pregunté su nota, había desaprobado. Todos nos sorprendimos, matemáticas era una de las asignaturas en las que mejor se desenvolvía.
"Supongo que nadie es perfecto" escuché murmurar a unas chicas durante la clase.
Al querer volver a casa, Natalia y yo fuimos llamadas por la directora a su oficina, todos aquellos que integrabamos el consejo estudiantil, de hecho. Resultaba querer armar un evento de colecta, por el día de no sé que cosa. La colecta era para nosotros, los estudiantes, lo que ganaríamos de nuestras ventas.
— ¿Comidas, bebidas, productos? ¿Podemos hacer lo que queramos? —preguntó uno de primer año.
— De todo. Pero no se sobrepasen.
La idea no estaba mal, pero un evento escolar era lo último que necesitaba para mi plan, pero me acomodé rápido.
Sabía cómo molestar a Estefanía con esto.
Apenas salí de la escuela creé un grupo de WhatsApp con todos aquellos del salón a los que les caía mal Estefy. Fueron más de lo que pensé. Luego les comenté sobre la idea del evento, cosa que sería revelada por los profesores el día de mañana. Les advertí que sí o sí debería ser yo quien terminara en un grupo con Estefanía. Todos accedieron a tener ya a sus integrantes y de ese modo, esa perra sería sólo mía.
Natalia me miraba algo asustada por la expresión de mi rostro.
— ¿Qué te pasa? —preguntó.
— Nada...es que al final, la hierba mala sí morirá — sonreí mientras lo decía.
— Otra vez con Estefanía. Ya déjala en paz y olvídate de ella, ¿No te parece que exageras un poquito?
— No sabes lo que me hizo esa perra.
— Bueno...pudo haberte hecho muchas cosas —expresó con un tono de deseo. — A mí me mostró unas cuantas cosas que, uff, de tan sólo recordarlo se me sube la temperatura.
La miré asqueada.
— ¿Te la cogiste? No puede ser. ¿Se cogió a todo nuestro grupo también?
— No, bueno, no lo sé. Pero no hicimos nada, sólo nos tocamos un poco y ya.
Caminé en silencio, absorta en mis pensamientos sin escuchar las estupideces que mi amiga seguía diciendo.
No podía creerlo, pero eso sólo aumentaban mis ganas de querer hacerla sufrir.
Lo segundo que hice fue contarle el plan a Azul, y la muy bocazas le contó al resto de nuestro grupo. Por supuesto, todas se opusieron diciendo que yo era una exagerada.
Apagué el teléfono así no recibiría más mensajes y le pedí a Azul que no le dijera nada a Estefanía o de lo contrario la echaría a la calle. Sabía que ellas tenían algo, amistad u otra cosa, pero esperaba que la lealtad de Azul estuviese conmigo.
Lo tercero que hice, fue dormir una buena siesta y lo que pasó después me dejó tan ruborizada que apenas si puedo contarlo.
Estefanía había venido a mi ventana , y junto con una serenata me pidió que la perdonara, yo cerré las cortinas, ignorandola, pero luego aparece frente a mí y se desnuda. No recuerdo su cuerpo, pero la sensación al verlo me hizo estremecer de pensar en lo que podría hacerme.
De repente todo se torna oscuro y unos suaves y tibios labios me besan. Pero unas frías manos me empujan a un vacío y soy atrapada por un océano que poco a poco me consumía.
Un hermoso cuerpo con cabellera castaña aparece caminando sobre el agua y sus manos comienzan a tocar cada parte de mi cuerpo dejando una sensación electrizante por dónde pasaba. Logré percibir que no tenía rostro y eso me hizo despertar.
Era una pesadilla diferente, una variación después de tantos años.
Eran las 3 de la mañana. Todas dormían y yo observaba a través de mi ventana al cuarto de Estefanía. Sus cortinas estaban abiertas, y pude ver parte de su cuerpo, hasta su cintura. Dormía con unos sexys shorts apretados.
Me distraigo un momento y me percato de la presencia de Victoria en la puerta de su casa, mirándome con una falsa sonrisa. Me hace señas a que vaya a verla, y en contra de todo sentido del peligro, salgo de la casa y me acerco a ella.
— ¿No puedes dormir? —me preguntó, acomodando su chal.
— ¿Querías algo de mí?
— Sí. Apuesto a que ya buscaste a mi hermanita en tus viejos álbumes de fotos escolares. ¿Verdad?
— Bueno... sentí mucha curiosidad, sólo quería saber la conexión.
— ¿Y la encontraste? —Victoria arqueo una ceja y esbozo una sonrisa de maldad.
Negué con la cabeza. Y era cierto, ayer a la madrugada busqué en nuestras fotos, pero no había nada de una Estefanía González, no la reconocí en ningún lado.
Vicky me dio ánimos a qué pensara un poco más. También me dijo que Estefy en ese entonces era muy tímida y que por ello no la encontraría en las fotos.
El frío de la noche se comenzaba a sentir en mi nariz. Le pedí a Vicky más detalles sobre el pasado de Estefanía y qué tenía que ver conmigo.
— ¿Ella me odia tanto? ¿Yo que le he hecho?
Victoria se reía en silencio de mis quejas.
— No tienes idea de cuánto ella te aborrece —me miró con odio, sentenciando sus últimas palabras con desprecio.
Retrocedí un poco. Vi a Estefanía asomarse desde la ventana de su cuarto.
Nuestras miradas se conectaron después de mucho tiempo y sentí algo extraño en mí.
— Buenas noches ¿Qué haces? —dijo Estefy.
Miré a su hermana, ella me indicó que hiciera silencio.
— Nada, salí por aire. —dije.
— ¿Y también hablas sola?
Asentí. Me acerqué bajo su ventana. Sentí que me estaba arrastrando a sus pies, pero, en ese momento no lo sentí tan malo.
— ¿Te desperté?
— En parte. — ella suspiró —Será mejor que entres. Afuera es inseguro.
— ¿Quieres que entre a tu casa? —sonreí para molestarla.
— Si quieres, no hay problema.
Ella me sonrió igual.
— ¿Dejarías caer tu cabello? —expresé de forma teatral.
Ambas reímos. Pero de un momento para el otro recordé todo lo malo que me hizo y el como me hizo sentir.
Un inmenso dolor atravesó mi pecho, y vi a Victoria indicar desde un punto de vista ciego para Estefanía que me fuera a mi casa.
Me despedí sin mirar atrás e intenté volver a dormir. Nada resultaba. Ya esperaba a que fuera de día.
No importará lo linda que Estefy se porte, la haré caer.
...
El día llegó.
Me quedé despierta ensayando las palabras que diría para no sonar tan falsa.
Y cuando el momento llegó. El profesor pidiendo de hacer grupos para el evento y todos diciendo que ya estaban llenos. La expresión de Estefanía al ver qué sí o sí debería de colaborar conmigo fue única.
Se acercó a mí y a mis amigas, con una sonrisa forzada.
— Díganme cuando quieren empezar y en donde nos reunimos para este evento.
— Bueno, pensamos en...
— No me interesa, sólo díganme lo que quieren hacer y ya. —me miró en específico. —Ya tienes mi número.
Me guiñó un ojo y se fue para charlar con otras chicas.
Mi grupo de amigas me miró cuestionando mis acciones.
— ¿Qué hiciste? —preguntó, Natalia.
— Nada. —sonreí con malicia.
— Le tendió una trampa a Estefy —susurró Azul.
Todas se quejaron al unísono.
Creían que estaba obsesionada con Estefanía. Me dijeron que no las involucrara ni a ellas ni a sus notas o de lo contrario le dirían todo a mi enemiga.
Pero a pesar de eso, preguntaron que es lo que tenía planeado.
Les advertí que sería una sorpresa muy divertida. No lastimaré a nadie. Sólo al ego de Estefy un poco.
Me pasé el resto de la clase con una sonrisa de maniática.
Le envié un mensaje a Estefanía para vernos más tarde en un puesto de comida rápida frente a la escuela, allí pondría en marcha el plan de una vez por todas.
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