(9)

La única razón por la que Goku se había ofrecido a ayudar a Milk era carnal, pero una vez la tuvo en su casa, se arrepintió. Su olor, mezcla de dulzor y de la acidez del limón, lo torturaba. Encendió la laptop moviéndose con tranquilidad porque lo que quería hacer era tomar a Milk, colocarla sobre el escritorio y besar cada milímetro de su cuerpo en el despacho, en la cama, en la cocina, en cualquier parte, tenía la inquietante sospecha de que, si no la poseía, su espíritu poblaría su casa como un fantasma pero estaba claro que ella esperaba que pasara a la acción, Su fama de playboy lo precedía, y aunque estaba seguro de que podría convencerla, no quería ser tan predecible ni que Milk pensara que lo conocía; porque no era cierto, entre otras cosas, no era tan superficial como ella pensaba así que reprimió sus instintos y se concentró en la búsqueda. En cuanto leyó la lista que le dio Milk, supo que tardaría poco en encontrar lo que necesitaba, ella ya había sacado el libro de texto y estaba tomando notas. Sonrió para sí al ver lo cómoda y relajada que parecía con el pelo recogido en una coleta y el lápiz en la mano. Era evidente que leer y estudiar era lo que le salía naturalmente.

–¿De verdad te gusta el derecho corporativo o lo que te interesa es ganar mucho dinero? –no pudo resistirse a preguntar cuando había leído la mitad de la lista.

Milk lo miró un segundo antes de volver la atención a la lectura.

–Me gusta, me parece retador y me encanta el proceso negociador.

Goku asintió, pero tenía la sensación de que había algo más que Milk se guardaba para sí.

–¿Te parece que soy superficial? –preguntó ella, mirándolo en esa ocasión con inseguridad.

–No –respondió él–. Cada uno tiene distintas motivaciones y gustos –Milk asintió, pero no amplió la información. Entonces él preguntó–¿Por qué trabajas tanto? ¿No tienes una beca?

–Ya no.

–¿Por qué no?

Milk tomó aire. No era algo que soliera contar, pero quizá le serviría para no dejarse distraer por Goku.

–Reprobé.

Él dejó de teclear y giró la silla hacia ella.

–¿Por fin reprobaste un examen? No te preocupes, a todo el mundo le pasa alguna vez.

–No fue uno, sino todos los finales del año pasado.

–¿Qué sucedió? –preguntó él, sorprendido. Al ver que ella no respondía, volvió a preguntar–: ¿Le pasó algo a tu familia? ¿Tuviste problemas de salud?

La pelinegra desvió la mirada y la volvió al papel.

–No se trató de nada dramático, sino de algo bochornoso.

–¿Qué pasó?

Milk no quería hablar de ello, pero una vez más, pensó que podía contribuir a enfriar cualquier tentación.

–Conocí a un hombre y pensé que era "él" –se ruborizó como siempre que recordaba lo ingenua que había sido–. Pero me equivoquén rompió conmigo dos días antes de los exámenes y yo... no supe reponerme.

–¡Qué desconsiderado!

–Así es pero la idiota fui yo.

–¿Por qué dices eso?

–Porque salí y me emborraché.

–Vaya... –habló Goku, pensativo–. ¿Y pasó algo malo?

–No muy malo, pero tampoco bueno –Milk miró a Goku a los ojos–. Al menos, he aprendido de mis errores.

No podía culpar a nadie de haberse quedado en la cama llorando antes de salir y emborracharse, solo ella era responsable de haber vuelto a casa con un tipo que había conocido en un bar, y de haberse levantado la mañana de los exámenes con la boca seca, el estómago revuelto e incapaz de recordar el nombre de la persona que estaba con ella en la cama. No había llegado al primer el examen, el segundo se limitó a entregarlo firmado y el tercero, aunque empezado, lo había dejado a medias. Su supervisor la llamó cuando llegaron lo que para él eran unos incomprensibles resultados, y la animó a pedir un justificante médico explicando que estaba indispuesta pero ella se sentía responsable y no quiso hacer trampa. Ya había disfrutado de becas del estado durante suficientes años, y desde ese momento se pagaría el resto de los estudios por eso lo que más le importaba en el mundo era conseguir estabilidad económica y si para ello tenía que tardar más en acabar porque tenía que trabajar, lo haría.

–¿Qué lección arendiste?

–Que no puedo permitir que nada ni nadie interfiera en mis estudios y menos un hombre.

–¿Por eso no quieres ninguna relación?

–Así es –respondió ella, negándose a pensar en las otras razones–. Trabajo todas las noches y los fines de semana, y además acudo a clase. Así que no tengo tiempo para nada más.

–Una mala experiencia no puede marcarte para siempre.

–Me basta con que me dure dos años.

–Pero al menos tendrás vacaciones durante las Navidades –comentó él,
frunciendo el ceño.

–En la universidad sí, pero no en el trabajo –era cuando ganaba más dinero porque hacía más turnos y los clientes se sentían generosos.

–Así que no tienes nada de tiempo libre. No puede ser fácil.

–Solo será por un tiempo.

–¿Cuánto te falta para terminar la carrera?

–A tiempo parcial, tres años eso, si hago los cursos de verano.

–¿Y no vas a poder tener sexo? –Goku la miró horrorizado–. Es terrible.

–El sexo no lo es todo –gruñó ella con una seguridad que estaba lejos de
sentir.

–No hay vida sin sexo, vas a tener una vida muy triste –la advirtió Goku.

–Te equivocas, voy a lograr lo que más deseo.

–Sin ayuda de nadie.

–Supongo que lo comprendes.

–No –negó él y ante la mirada sorprendida de Mill, añadió–: No comprendo porque no puedes alcanzar un equilibrio, pero sospecho que eres una mujer de extremos.

–Tengo que concentrarme además, no me interesa el sexo casual –ella carraspeó–. Y ahora mismo, tampoco una relación estable. Estoy demasiado ocupada.

–Así que todo o nada –masculló él.

–En este momento: nada.

Goku miró a Milk con gesto solemne.

–Está bien, mensaje recibido, alto y claro –captó y volvió a teclear en el ordenador, serio y concentrado.

Milk se quedó atónita. ¿Ya estaba? ¿Le decía que no quería un romance y
a Goku le bastaba para desistir mientras ella seguía ardiendo de deseo? Había optado por la sinceridad, y él la había creído pero en lugar de sentirse aliviada, estaba desilusionada. ¿Dónde se había dejado el cerebro? ¿Se le habría derretido entre el bar y la casa de Goku?

Él se levantó, recogió las páginas que había imprimido y se las puso delante, subrayadas y con notas de colores. Milk rio al darse cuenta de que parecía gustarle los objetos de papelería tanto como a ella.

–Es fundamental para escribir un trabajo –admitió él, guiñándole un ojo–. Voy a prepararte un café. Tú empieza a redactar.

Goku había dejado los documentos abiertos para que pudiera ir cortando y pegando citas literales. Incluso había abierto uno que había guardado a nombre de Milk junto con los demás documentos que había descargado. Cinco minutos más tarde, él aparecía con una humeante taza de café y la dejaba en el escritorio, delante de ella.

–Me voy a la cama. Hay más café preparado, fruta y chocolate en el frigorífico. Quédate cuanto quieras, y ni se te ocurra irte antes de que amanezca.

–Gracias –expresó Milk con voz ronca–. Te estoy muy agradecida.

Y cuando Goku se fue, se dio cuenta de que estaba aún más desilusionada. Se quedó mirando la pantalla, tenía toda la información que necesitaba solo debía leerla y ponerse a escribir, sabía bien lo que los profesores esperaban de un buen trabajo pero el silencio de la casa le impedía concentrarse. No podía dejar de pensar que estaba bajo el mismo techo que Goku y se imaginaba yendo a su dormitorio, metiéndose en su cama...

Veinte minutos más tarde y después de haber imprimido todos los
documentos, decidió marcharse.

Les invito a que se pasen a leer mi otra historia GoChi titulada "Las Fantasías De Milk" para los fanátic@s del Lemon esa historia les va a encantar 🌚 está cargada de mucho lemon y del hard. Así que las espero allá. Besos.

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