(22)
Goku se dio por vencido. Sabía que su respuesta la iba a molestar, pero que no tenía de otra .
–Quería dejarte descansar –confesó él. Ella lo miró boquiabierta–. Estás
exhausta.
–¿Así que las ojeras no te resultan atractivas? –preguntó ella, enfadada–.
Muchas gracias.
Él intentó tomarle la mano, pero ella se echó hacia atrás.
–Trabajo todo el día y además estudio –gruñó, malhumorada–. Siento no estar a la altura de tus amantes.
–Milk –él intentó relajar la tensión riendo, y señalándose la erección
dijo–: Está claro que tu aspecto sigue siendo letal.
Ella no parecía escuchar.
–¿Es que tú no pasaste noches en blanco cuando estabas estudiando?
–No tantas.
–Será que te organizabas mejor que yo.
–Nadie se organiza mejor que tú. El problema es que trabajas demasiado.
–En mi mundo suele pasar, no se suele tener elección.
–Pero tú podrías hacer menos. ¿Por qué no dejas que te ayude?
Ella dio media vuelta. –No quiero tu ayuda, solo quiero de ti...
–Ya lo sé –la interrumpió él, que no quería oír lo poco que le pedía, y menos cuando la cama ya no era bastante para él. No sabía qué le pasaba, jamás había rechazado una relación de puro sexo, y ese estado solo podía justificarse por alguna extraña fiebre. Vio que Milk iba hacia el vestíbulo y la siguió. –¿Dónde crees que vas?
–No pienso quedarme donde no se me quiere.
–Milk, basta con que me mires para saber si quiero que te quedes.
–En tu caso, no significa nada.
Goku se enfureció, lo que le pasaba no era en absoluto habitual para él.
La pelinegra se volteó a tiempo de ver la rabia reflejada en su rostro. –No hagas esto complicado, por favor –continuó–. Voy a dormir a mi casa, para descansar y recuperar mi aspecto –añadió con una mirada penetrante–. Mañana voy a casa de mis padres, así que nos veremos la semana que viene.
Él la alcanzó y, atrayéndola hacia sí, la besó hasta que ambos se quedaron sin aliento.
–Hagas lo que hagas, no estarías más guapa de lo que estás ahora – susurró él.
Los ojos de ella brillaban , sus labios estaban a punto de pronunciar su nombre... Pero la luz desapareció de su mirada, sustituida por el dolor.
–Ahora no quieres que te deje plantado, pero esto lo has empezado tú.
–Lo que no quiero es que trabajes tanto. ¿Por qué no consigues un trabajo en el que te paguen mejor?
Ella sacudió la cabeza.
–Podrías ser mi ayudante durante el verano –él sabía que era la peor sugerencia que podía hacer, pero se le escapó antes de poder reprimirla.
–No soy una obra de beneficencia. Quiero ganármelo y merecérmelo por mí misma.
–Pero es que te lo mereces –admitió el, frustrado –. Eres lista, tienes unas notas magníficas, cualquier bufete te querría...
–Solo lo dices por esta... conexión –reprimió ella–. Preferiría mandar mi currículum y conseguir el trabajo por mis propios méritos.
–Muy bien. ¿Por qué no mandas un currículum a mi bufete?
–¡Qué tontería!
–¿No te vas al extremo opuesto? ¿De que, como nos conocemos, has decidido que no puedes mandarme tu currículum?
–No funcionaría.
–¿Por qué no? Haríamos un gran equipo –él resopló, frustrado, sabiendo que no la convencería. No había nadie más obstinado que Milk–. Todos los jóvenes necesitan un mentor que les ayude.
–Tú, no –gruñó ella–. No quisiste que tu padre te ayudara.
–Pero eso fue por otros motivos y puede que rechazara su ayuda, pero tenía su apellido y su dinero –le recordó él con un resoplido.
–Pero lo importante fueron los premios que ganaste en la universidad. Goku, lo conseguiste por méritos propios, y yo quiero hacer lo mismo.
–Conté con ayuda –confesó él, entre dientes. Por más que le costara admitirlo, era la verdad, y Milk debía saberlo.
–Está bien, le pediré a mi tutor una carta de recomendación.
–¿Por qué rechazas mi ayuda?
–Me niego a usar nuestra relación en mi beneficio.
–Así que tenemos una relación –se apresuró a decir él.
–No –respondió ella automáticamente–. No es más que un romance pasajero.
Milk lo contempló en su gloriosa desnudez. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué cambiaba las reglas y le ofrecía un trabajo? ¿No era consciente del problema que tendrían cuando se cansara de ella?
–Escucha, ya cometí el error de aceptar un trabajo por un hombre. Lapis sugirió que solicitara un puesto de becaria en un bufete –Milk recordaba lo feliz que se había sentido cuando ambos fueron aceptados–. Pero cuando supo las notas que tenía y conoció a mis padres... se transformó de la noche a la mañana – solo más tarde ella supo que Lapis tenía notas mediocres–.Pero las notas dieron lo mismo, porque él tenía asegurado un puesto en el bufete gracias a las conexiones de su padre, mientras que, en cuanto rompió conmigo, me rechazaron con la excusa de que no necesitaban tantos becarios. Así que comprenderás que no acepte ningún trabajo que no esté basado en criterios objetivos, o que no esté dispuesta a que ninguna relación se interponga en mi futuro.
–¿Y ni siquiera puedes aceptar un regalo? Yo solo tengo dinero por algo tan fácil como haber nacido en mi familia. ¿Por qué no puedo compartirlo contigo? –preguntó él, frustrado.
–Porque debo ganármelo yo sola – le contestó ella, sabiendo que nada que Goku le ofreciera sería suficiente.
–¿Por qué tienes que ser tan independiente? ¿Por qué tienes que ser la mejor en todo? –preguntó él con amargura–. Eres tan competitiva que estás a punto de colapsar por falta de sueño y sobredosis de cafeína. Mátate estudiando y luego trabajando. Eso sí, al final conseguirás trabajo en una gran empresa.
–¿Acaso es un crimen?
–Lo es cuando se tiene un gran talento en otras áreas.
Ella puso los ojos en blanco. –No sigas por ahí.
–Deberías tener tiempo para hacer ropa artística –le sugirió él–. Tienes que ser feliz además de tener éxito. Deberías mostrar tu obra.
–No puedo.
–¿Será que tienes miedo de competir y no ser la mejor? –él sacudió la cabeza–. ¿Tan importante es para ti ser la número uno?
–El éxito requiere sacrificio –le mencionó ella con firmeza–. ¿Qué quieres que haga, Goku, que olvide todo el esfuerzo que he hecho e intente ganarme la vida vendiendo ropa reciclada? Puede que me gustara hacerlo, pero también me gusta el derecho.
–¿Y por qué no encontrar un equilibrio?
–Todavía no puedo.
–No podrás nunca –le reprochó él con un suspiro–, porque siempre te pondrás otra meta. No creo que tus padres quisieran verte así, estoy seguro de que quieren tu felicidad.
–No me hables de lo que quieren mis padres. Yo sé lo que necesitan –y solo ella podía proporcionárselo.
–En cambio no sabes lo que necesitas tú –apuntó él–. Y les mientes porque tienes tanto miedo al fracaso que no te atreves a asumir ningún riesgo.
–¿Y tú? –saltó Milk, dolida–. Tú, que tienes que ser el encanto, que presentas ante el mundo una fachada de perfección, que jamás admitirías necesitar nada... Tú sí que estás asustado y eres incapaz de aceptar la ayuda de nadie. Ella hizo una pausa y vio que Goku había palidecido. Cuando por fin respiró y fue a contestar, ella le interrumpió. No había nada que discutir. –Me temo que queremos cosas distintas, Goku –habló con tristeza.
Él la miró en silencio y Milk, dando media vuelta, se fue.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top